9 septiembre 1993

El que fuera lugarteniente de Manuel Fraga en Alianza Popular culmina así su evolución hacia la izquierda

Jorge Verstrynge se integra en el PSOE con el apoyo de Alfonso Guerra para asombro de la derecha: «Los ricos se defienden solos»

Hechos

El 8.09.1993 El Comité Ejecutivo del PSOE autorizó el ingreso de D. Jorge Verstrynge en el partido.

Lecturas

EL CAMBIO DE GUERRA

Guerristas_marugan_guerra_benegas «Antes lloverán ranas que permitir que Verstrynge entre en el partido». Esta es la frase que se le atribuyó al todopoderoso Vicesecretario General del PSOE, D. Alfonso Guerra cuando a principios de los años noventa se empezó a hablar de los deseos del Sr. Verstrynge de afiliarse al PSOE. El propio dirigente de la FSM, D. Juan Barranco, reconoció que el Sr. Verstrynge le había pedido su apoyo y se lo había negado. Pero paradójicamente fue precisamente el apoyo del Sr. Guerra el que consiguió que se aprobara su integración, eso sí, sin darle ningún cargo en la formación, ni puesto en listas.

LA OPINIÓN DE FRAGA

Fraga_Xunta «Hace mucho tiempo que Jorge Verstrynge me da mucha pena, pero a partir de hoy me da mucha pena también, y que nadie entienda mal mis palabras, el Partido Socialista Obrero Español» (D. Manuel Fraga, presitente de la Xunta de Galicia y presidente-fundador del Partido Popular)

11 Septiembre 1993

Llueven ranas

Jaime Campmany

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Hay dos destinos políticos inquietantes, misteriosos, esotéricos, imprevisibles, insondables. Uno de ellos (ya lo habrán adivinado mis lectores) es el de don Baltasar Garzón, que nunca sabe uno qué va a ser de él o por dónde va a salir, si por los cerros de Oriente o por los de Antequera. A don Baltasar Garzón se lo ha tragado la política, y ahora es un Jonás en el vientre de la ballena, o sea, en el vientre del cetáceo Felipe, donde cabe todo, el Guerra y el Ibarra, los renovadores de la nada, los históricos y los curieles, la Pinta y el Mohedano, con Jaguar y todo, Raimon Obiols y Carlos Collado, mustio Collado, la ópera, la Rosa, la Matilde, el gineceo de cuota, la órdiga. Jonás, digo, o el profeta Elías, arrebatado en un carro de fuego, o sea, en la candidatura felipista por Madird, sube, majo, que te llevaré a un ministerio, y donde le ha llevado es al más allá de la buli-buli-bancia.

El otro natural, está claro, es don Jorge Verstrynge, llueven ranas. Don Jorge Verstrynge era un pelirrojo en el país de los morenos, un mirlo colorado, ni negro ni blando en Alianza Popular, el Bruto de don Manuel Fraga, ¿tú también, hijo mío?, la oveja roja del rebaño blanco, vestigio del Reichstag, con dos hijos que parecen apadrinados por el Canciller de Hierro, Sigfrido y Erik, toma nísperos, ese muchacho listo y casi prusiano, que no se entendió bien casi con nadie, que no se entendió, sobre todo, ni con la derecha ni con María Vidaurreta, qué dolor, qué dolor.

Jorge Versrynge se fue de la derecha estrepitosamente casi como quien se convierte al islamismo desde el secreto de la sacristía, y desde entonces estuvo llamado a todas las puertas políticas, tras, tras, ofreced hospitalidad al caminante, es obra de caridad, hermanos, dar posada al peregrino. Primero llamó a las puertas de la UCD, bien es verdad que desde la vieja AP ya se veía que no había forma humana de llegar a ministro, la AP tenía ex ministros, pero no ministrables, y la UCD le dio entonces con la puerta en las narices, del terremoto de San Francisco se libró Jorge Verstrynge, porque ahora estarán criando malvas políticas en vez de estar viendo cómo llueven ranas, en la UCD, según creían ellos, lo que sobraban eran evacuados de la derecha, acuérdense ustedes de aquel baile de disfraces.

Y por último, tras, tras, otra vez, ahora en el aldabón del PSOE, ya va para cuatro años, Alfonso Guerra estaba entonces en las puertas del partido, con las llaves del partido, con las llaves en la mano como un Sampedro socialista, tras, tras, soy Jorge Verstrynge, vengo converso y arrepentido, es obra de caridad dar posada al peregrino, ni obra de caridad ni ‘leshes’, no hay posada, hermano, Alfonso Guerra estaba por entonces muy desahogado, muy encampanado y muy desdeñoso, y sobre todo ingeniosillo y tal. ‘Jorge Verstrynge entrará en el PSOE cuando lluevan ranas’. Al poco tiempo de aquello dijeron que habían llovido ranas en un pueblecito de Aragón, creo recordar que el pueblecito de las ranas era de Aragón, pero Jorge Verstrynge no entró en el PSOE y se quedó en noviciado, esperando el milagro de que llovieran ranas otra vez, o de que llovieran ranas de verdad, o de que Alfonso Guerra se dedicara a numerar ranas y a pelarle las encinas a Rodríguez Ibarra.

Bueno, pues llueven ranas. ¡Llueven ranas, señores, llueven ranas! Ya está en el PSOE Jorge Verstrynge, norabuena, Jorge, Dios te lo aumente en esta vida. Ya están en el PSOE Baltasar Garzón y Jorge Verstrynge. Señores, aquí puede pasar de todo. Lo de las ranas es lo de menos.

Jaime Campmany

13 Septiembre 1993

Así están las cosas

Leopoldo Alas

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La «demonización» de Alfonso Guerra y el ingreso de Verstrynge en el PSOE son dos síntomas inequívocos de la absoluta falta de contenido político no ya del partido gobernante, sino de todos ellos. Se prolonga la farsa partidista porque no saben con qué fórmula sustituirla sin poner en peligro la ficción democrática, pero yo no creo que haya ni un sólo ciudadano en toda España que tenga la más mínima confianza en la capacidad de los políticos. Como decía Julien Green en la entrevista de la semana pasada -hay que ver el juego que da una persona inteligente cada vez que abre la boca, «la política es una fuerza inmensa, negativa, destructiva, que entra en la vida de cada uno de nosotros casi siempre para lo peor». Advierten los cautos del peligro de involución que supone descalificar a todos los políticos, pero es que no dan motivos para otra cosa. Quitando a Saavedra, que jugará un papel importante en este país, y a algún que otro político de raza, la mayoría son impresentables. Los que gobiernan parecen cada día más una banda de gangsters: se dan palmaditas en el hombro, se devuelven favores con cargos, defenestrar al que se va de la muy y miran con desprecio a una masa de ciudadanos votantes cuyos intereses y problemas les traen totalmente al fresco. Luego están los aspirantes, que son la banda rival, una mafia alternativa que espera su turno para hacer lo mismo. Y a nadie se le escapa a estas alturas que son perfectamente intercambiables. Por eso el wagneriano Vestrynge ya no desentona en el PSOE. Si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma: no es que Jorge se haya acercado al partido, sino que el partido se ha acercado a Jorge, a su postmodernísima falta de sustancia que le ha llevado desde el fascismo colérico de su juventud (se decía que cascaba a los rojos en la plaza de Cristo Rey) a la familia que apadrina González. Qué más da. A nadie le sorprendería -nadie se sorprende ya de nada- que un buen día ingresara en el PSOE Gil y Gil o que pusieran de portavoz a Ertha Frankel, si es que todavía vive aquella tía nazi de la perrita Marilín. Ya puestos, lo suyo sería que el PP se afiliara en bloque al PSOE y que entre todos cortaran e incluso bailaran el bacalao. La única diferencia entre los políticos y los carteristas que limpian al personal en los autobuses de la EMT es que los primeros están mejor organizados y atracan con todas las de la ley. Este curso, fuera máscaras. Y en las próximas elecciones, que lo digan claramente: «Vótanos, que te vamos a dar el palo de puta madre».