28 abril 1980

José María Izquierdo y Antonio García-Trevijano mandan sendas réplicas escritas

Juan Pedro Quiñonero ficha por DIARIO16 y ajusta cuentas contra el INFORMACIONES de Sebastián Auger y José María Izquierdo

Hechos

El 28.04.1980 el periódico DIARIO16 dedicó una tribuna de D. Juan Pedro Quiñonero y un editorial sobre la situación del periódico INFORMACIONES.

Lecturas

El hundimiento del periódico INFORMACIONES causó polémica en otros periódicos.  La ruptura de relaciones entre el director del medio, Emilio Romero Gómez y el propietario Sebastián Auger Duro se confirmó cuando el primero presentó un pleito contra el segundo.

Diario16 también editorializó al respecto en abril para pedir a Sebastián Auger Duro que se retirara del sector mediático y permitiera así reaparecer a Informaciones. En ese mismo número un periodista de Informaciones durante la etapa de Auger Duro, Juan Pedro Quiñonero, publicaba un amplio reportaje en Diario16 enjuiciando de manera muy negativa toda la etapa de Auger Duro al frente del periódico de Prensa Castellana. Responsabilizaba del desastre no solo a Auger Duro, también a Romero Gómez, Fernando González Martín, José María Izquierdo Rodríguez y García-Trevijano Forte. Estos dos últimos mandarían cartas de réplica achacando toda la responsabilidad a Auger Duro.

28 Abril 1980

De la delincuencia periodística

Juan Pedro Quiñonero

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Durante una década – en mi caso, doce años y medio – trescientas personas fabricaron artesanal y diariamente un producto de ambiguo consumo (el vespertino INFORMACIONES) que gozó de un prestigio y respetabilidad reales.

Como cabezas visibles de dicho trabajo colectivo hay que recordar, en primer lugar, para hacer justicia , a Jesús y a Víctor de la Serna. En el producto INFORMACIONES se confundían algunas características elementales: liberalismo conservador en los editoriales (fue el periódico de UCD antes de que éo naciese) respeto por las opiniones ajenas, objetividad ponderada- La personalidad firme de subdirectores y redactores jefes imprimió algunos caracteres elementales: una cierta agresivividad informativa, una mesurada independencia de criterio.

El trabajo de reporteros, críticos, redactores, publicitarios, administradores y administrativos, técnicos y operarios, obreros y distribuidores, durante una década de modo anónimo en la mayoría de los casos, se consolidó fraguando una mercancía digna y presentable, bien establecida y respetada en el mercado por su solvencia.

No obstante, el valor añadido, la plusvalía económica y moral del trabajo de quienes realizamos INFORMACIONES, durante más de diez años de trabajo en común (el último equipo del periódico, decano de la prensa vespertina madrileña) no está contabilizado en ninguna cuenta corriente.

Irresponsabilidad empresarial.

Hoy, por el contrario, el derecho a la más elemental libertad de expresión laboral de los restos de dicho equipo está amenazado de modo mortal por la irresponsabilidad empresarial, la indigencia profesional y el peligroso aventurismo político y periodístico del actual propietario de INFORMACIONES, Sebastián Auger.

En contra de cualquier apariencia, el hundimiento de INFORMACIONES está perpetrado a través de la violación permanente y feroz de las más elementales reglas de la deontología profesional: manipulación informativa; coacción política; enjuague, cabildeo y arribismo editorial.

La sorda labor de torpedeo y destrucción del periódico se consuma en dos etapas distintas con caracteres particulares:

Primera etapa: Dirige el periódico (desde la Navidad del 78) Guilel Guillermo Solana y actúa como redactor jefe con poderes muy extensos y discrecionales Fernando González.

A título y responsabilidad individual, pero representando la opinión de los corresponsales en el extranjero (Felipe Magaña, en Nueva York; José Luis Muñiz, en Roma) planteé al director de INFORMACIONES el 8 de mayo de 1979 un grave problema de ética profesional: manipulaciones informativas y políticas cometidas de modo sistemático, permanente, por un redactor jefe (F.G.) comentándole por escrito: “Los abusos que, estimo se han cometido contra mi trabajo y contra la información dirigida al lector, creo que también son perjudiciales para la economía y el respeto a nuestro periódico, ante la opinión, ya que es nuestra ética colectiva y nuestro respeto a la verdad lo que está en juego”.

Paralelamente, me dirigí la redactor jefe responsable de las manipulaciones informativas insistiendo en que consideraba sus abusos como un problema que debería resolver un tribunal de ética profesional. A lo largo de un detallado informe – del que guardo copia, lógicamente – describía minuciosamente los mecanismos de censura y las manipulaciones más burdas e incalificables.

El editor, el director, todas las jerarquías del periódico, conocieron dicho informe y el proyecto de plantear el caso ante un tribunal de ética profesional.

La gravedad de un proceso de esta índole, contra todas las jerarquías del periódico, en nombre de la ética profesional, planteado por el corresponsal en París – redactor de INFORMACIONES desde otoño de 1967, donde años atrás – no tuvo ninguna respuesta escrita: Telefónica y personalmente, fui disuadido del proyecto de plantear mis acusaciones públicamente: como argumento, se me subrayó que no volverían a producirse tales atentados contra el más elemento trabajo periodístico.

Los casos aislados y personales, con frecuencia, son del todo irrelevantes e insignificantes. Y el mío no tiene por qué ser una excepción. No obstante, a través de este discurso se trata de denunciar, como quizá haya adveritdo el lector, un proceso de erosión peligroso para las mercancias informativas: de cómo deformando, manipulando y degradando unos objetivos muy sensibles (las palabras hilvanado informaciones) se condena a la ruina y el descrédito un objeto y una empresa que exigen, para su prosperidad, basada en la trasmisión rápida de noticias, una limpieza de criterio escrupulosa e intachable; sin la cual, el lector es víctima de una estafa y un abuso (Y acabará por abandonar a su triste suerte a un producto que intenta seducirlo con mentiras y excesos) y el periodista cumple las funciones de correveidile y el lacayo.

Manipulaciones

Tras seis meses de manejos y chanchullso había concluido la primera etapa del tinglado empresarial llamado a concluir con el cierre del periódico. Durante este intervalo, los atentados más llamativos contra INFORMACIONES – dejando ahora al margen deficiencias de gestión de gravedad paralela al aventurismo político – fueron elementales y decisivas: destrucción minuciosa  de los principios básicos de la actividad periodística, convirtiendo el trabajo (del corresponsal en el extranjero, en mi caso) es una labor políticamente cercenada, manipulada por directrices propias del comisario político, el compinche o el arribista. Diez años de trabajo invertidos en la conquista de un mercado de lectores quedaban dinamitados por el nepotismo empresarial y el más turbio (por confuso) cambalacheo político.

Segunda etapa – Se inicia con la contratación como director de Emilio Romero, en el verano del 79, en un momento que no puedo precisar, peor que es del todo irrelevante en esta historia triste y terrible.

El primer semestre del 79 se distinguió por la manipulación política. EL segundo tendría un carácter folklórico. Emilio Romero consagró todo su tiempo a llenar nuestro periódico de ordinarieces, horóscopos, ciencias ocultas, consultorios, titulares falsos, desproporcionados, mentirosos y pueriles. Todo lo que había sido construido con esfuerzo durante una década (mesura, objetividad, respeto) fue dinamitado con alegre irresponsabilidad: E. R. aparecía en primera, tercera y última página; en el correo de los lectores, incluso en el Horóscopo. INFORMACIONES pasó a convertirse en una equívoca plataforma personal donde su director en funciones utilizaba en beneficio propio, de modo abusivo y particularmente lesivo para la credibilidad del periódico, todo tipo de recursos humanos y económicos.

Atentado contra bienes públicos

En doce meses de gestión (???) el actual propietario del periódico, Auger, batió un récord ingrato y amargo: hundir una empresa (una más) dejar en el paro a trescientas familias, dinamitar de modo horrible, vulgar y turbio, un producto digno en el que perdieron diez años de su vida dos centenares de profesionales.

Sin duda, la legislación vigente no penaliza la peligrosidad social en una de sus variantes más graves y amenazadoras en las sociedades industriales: el atentado impune contra los bienes cívicos y culturales de consumo público y producción colectiva. Será castigado el ladrón que roba un libro, el incendiario que destruye un edificio histórico; pero todavía no está perseguido el delincuente (¿común? ¿cultural? ¿social? ¿político?) que arruina con su comportamiento y acciones (profesionales, económicas, políticas) la supervivencia de un producto de utilidad pública y jerarquía social, cultural, política y cívica bien evidente.

El caso INFORMACIONES aporta a los legisladores las bases para el estudio, análisis y proposición de una normativa legal que penalice este tipo de delitos, a través de la característica siguiente:

Existe un producto bien identificable físicamente; y puede describirse minuciosamente el proceso político y profesional que ha conducido a su gravísimo deterioro moral, ético, profesional, hasta amenazar de modo definitivo su supervivencia. Es posible analizar detalladamente el proceso de su hundimiento ético e informativo (preludio del lógico hundimiento empresarial subsiguiente); y es posible citar por su nombre de pila a los eventuales responsables de esta catástrofe perpetrada cínica y fríamente, destruyendo el patrimonio público y colectivo (lectores y trabajadores) a través de una actividad que puede juzgarse diafamente según principios morales bien definidos (fundamentos deseables de cualquier código de justicia).

Existen unas víctimas objetivas y unas víctimas subjetivas (productores de la mercancía y los bienes expoliados; consumidores de una mercancía socialmente útil), que deben exigir responsabilidades económicas, jurídicas, civiles y penales, ante los mismos tribunales que juzgan a un pirómano, a un ladrón, a un traficante de objetos religiosos robados o comprados en oscuras condiciones en cualquiera de las parroquias de nuestro esquilmado patrimonio histórico y cultural.

28 Abril 1980

INFORMACIONES debe volver sin Sebastián Auger

DIARIO16 (Director: Miguel Ángel Aguilar)

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En Barcelona el Juzgado número 9 de la Magistratura de Trabajo acaba de condenar a Sebastián Auger, en calidad de propietario del Grupo Mundo, al pago de 30 millones de pesetas en concepto de salarios atrasados, aceptando así la demanda que interpusieron 148 trabajadores. Otras 17 demandas por atrasos y devengos salariales están pendientes de sustanciarse por un importe total de unos 250 millones de pesetas ante diversos Juzgados de la mencionada Magistratura de la Ciudad Condal.

Mientras tanto, aquí en Madrid, el mismo personaje se propone la filigrana de traspasar al Fondo de Protección al Trabajo el pago de los atrasos salariales y de las indemnizaciones al personal cesante del vespertino INFORMACIONES, que suma ya casi cuatro meses de ausencia. La nueva figura jurídica parece un escarnio al contribuyente, pero ha encontrado increíble respaldo de la Delegación de Trabajo.

La gestión de Auger, asesorado según se afirma por Trevijano, ha sido decisiva para que el decano de la prensa vespertina desapareciera de los kioskos. Trescientos trabajadores de uno de los diarios de mayor solera vieron esfumarse primero sus salarios, escamoteados durante varios meses, y luego el propio periódico.

Han transcurrido meses de angustia para unos trabajadores que recibieron su último sueldo el pasado mes de noviembre sin que ningún subsidio aliviara su situación. Por fin, cuando tras mil y una gestiones parece que van a conseguir las prestaciones del paro, los afectados ven cernirse sobre ellos una nueva y grave amenaza cuya confirmación hablaría muy poco en favor de las autoridades laborales.

EN efecto, rotas las negociaciones entre Auger y los trabajadores de INFORMACIONES para llegar a una reducción de plantilla por exigir al editor ‘manos libres’, que no se aceptan, ahora anuncia la reaparición de INFORMACIONES y notifica que irá llamando individualmente a los empleados que necesite. Los trabajadores responden justa y airadamente y entonces la empresa de Auger y las autoridades laborales indican que si los llamados al trabajo no aceptasen dejarían de tener derecho al subsidio de paro.

Jugada como se ve doble e inaceptable: la empresa nace la reducción de plantilla que se le antoja caprichosa y arbitrariamente y, además, cercena de raíz cualquier posible solidaridad entre los trabajadores. Oponerse a los designios de Auger equivale para ellos a optar por prorrogar el heroísmo de la penuria sin el amparo siquiera del subsidio de desempleo, al que dejarían de poder acogerse.

Sobran, ante tal perspectiva, los calificativos. Ni el Ministerio de Trabajo, ni las centrales sindicales pueden consentir tal atropello, ni la decencia pública soportarlo por más tiempo.

Hoy, más que nunca, se necesitan medios de comunicación que refuercen la libertad de prensa consustancial con la democracia. INFORMACIONES debe volver con sus trabajadores y su largo prestigio. Sebastián Auger – que carece en absoluto de recursos para iniciar la nueva andadura del periódico, según ha reconocido su hombre de confianza, Javier de Quintana – tiene que pagar las deudas que se le reclaman y retirarse para no obstaculizar la reaparición que, junto a los trabajadores de INFORMACIONES; como colegas desde aquí deseamos pronta.

03 Mayo 1980

Ética periodística

José María Izquierdo

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En la edición del lunes 28 de abril, se publica un artículo de Juan Pedro Quiñonero, hoy corresponsal de ese diario en París y antes de INFORMACIONES bajo el título ‘De la delincuencia periodística’.

En él hay ciertas referencias a actitudes éticas de los profesionales que durante unos meses – ‘primera etapa’, dice él – nos hicimos cargo del staff de dirección de INFORMACIONES absolutamente falsas, carentes del mínimo rigor y con desprecio absoluto a la verdad. Quiere, por ejemplo, identificarnos con Auger, cuando lo cierto es que el equipo que él denigra fuimos los primeros en denunciar a tal aventurero empresarial y, precisamente por ello, dimitimos de nuestros cargos en septiembre de 1979, renunciado a unas indemnizaciones que intentaban silenciar nuestra ética profesional.

Como subdirector de INFORMACIONES en esa primera etapa, no puedo por menos que lamentar tales tergiversaciones y acusaciones de mala fe. El detallado informe de que habla Quiñonero no es sino una mala ilación de subjetividad, vanidades heridas y paranoias enfermizas, redactada en el confuso estilo que gusta de imprimir a sus crónicas y pretendidas novelas. Ya entonces propusa que se tomaran medidas disciplinarias contra él por lo que consideré incalificable actitud de un redactor del periódico, y como tal sujeto a unas normas laborales y de disciplina que se saltó – ignoro con qué extraños fines – este apóstol de la ética periodística. Dichas medidas no fueron aceptadas por quien correspondía, produciéndose un silencio sobre el asunto que ahora, crecido y con la plataforma que le da otro diario, ha roto Quiñonero.

En cuanto a ese llamado ‘proceso de ética’ que pretendía hacernos al staff directivo nunca fue conocido por quien esto escribe y a quien nada preocupan, ni entonces ni ahora, las histéricas reacciones del señor Quiñonero, a quien doy cancha – advierto para beneficio de los lectores, más atentos a otros problemas de mayor entidad informativa – por única y última vez.

José María Izquierdo, ex subdirector de INFORMACIONES

03 Mayo 1980

Trevijano e INFORMACIONES

Antonio García-Trevijano

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Le ruego que rectifique la falsa afirmación contenida en el editorial de su periódico, correspondiente al día 28 de abril, referente a mi supuesto asesoramiento al editor de INFORMACIONES.

No tengo, ni he tenido más relación profesional con el señor Auger que la de ser su abogado en el pleito de carácter civil, que mantiene con don Juan Garrigues Walker.

Antonio García Trevijano