6 abril 1990

Menos de un año ha aguantado Badía en el difícil reto de reemplazar a Pedro J. Ramírez

Justino Sinova Garrido es nombrado nuevo director de DIARIO16 por Juan Tomás de Salas Castellano reemplazando a Enrique Badía Liberal

Hechos

El 6.04.1990 el periódico DIARIO16 anunció que D. Justino Sinova había sido nombrado Director del periódico en sustitución de D. Enrique Badía, por decisión de D. Juan Tomás de Salas.

Lecturas

D. Enrique Badía Liberal es sustituido como Director de Diario16 por D. Justino Sinova Garrido el 6 de abril de 1990 por decisión del presidente del Grupo16, D. Juan Tomás de Salas Castellano que sigue controlando el periódico a través de la sociedad Altaya. Durante su mandato Badía Liberal tuvo que hacer frente a la escisión de Diario16, El Mundo, encabezada por el hermano de su propietario D. Alfonso de Salas Castellano.

LA NUEVA CÚPULA

JoseLuisGutierrezFernandoReinlein El Sr. Sinova tendrá en su redacción cuatro Directores Adjuntos de DIARIO16: D. José Luis Gutiérrez, D. Fernando Reinlein, D. Antonio Romero y D. Eduardo Peralta.

EL FIN DE BADÍA TRAS APENAS UN AÑO EN EL CARGO

zap_A3Badia D. Enrique Badía Liberal era despedido como director de DIARIO16 tras apenas un año en el cargo y después de haberse enfrentado a miembros de su redacción como D. Carlos Dávila, que le calificaría como ‘el más tonto de los directores».

07 Abril 1990

Otro episodio de crisis en el Grupo 16

EL MUNDO

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EL pasado jueves, Juan Tomás de Salas, accionista mayoritario del Grupo 16, cesó como director de Diario 16 a Enrique Badía y designó a Justino Sinova como su sustituto. Estos cambios introducen un nuevo elemento de incertidumbre en el mundo de la prensa diaria de alcance nacional que se edita en Madrid, que viene a sumarse a la expectación creada por la próxima aparición de un nuevo periódico, El Sol; a la segunda fase de relanzamiento del Ya; y al proceso de ampliación de capital de El Independiente. En este contexto, adquiere especial relieve la rápida y firme consolidación de EL MUNDO. La destitución de Badía y el nombramiento de Sinova son, hasta el momento, el último episodio de la ajetreada trayectoria del Grupo 16 desde que, el 8 de marzo de 1989, Juan Tomás de Salas desencadenara la crisis al cesar como director de Diario 16 a Pedro J. Ramírez y a Alfonso de Salas como director general del Grupo. Junto a ambos presentaron su dimisión Balbino Fraga, director general de publicidad, y Juan González, director de planificación. Estas cuatro personas fueron los promotores de EL MUNDO, diario al que se incorporaron más de cuarenta profesionales del Grupo 16. Pedro J. Ramírez fue director del periódico durante 9 años, tiempo en el que Diario 16 experimentó un fuerte crecimiento de ventas. En su día, denunció que su cese era la consecuencia de «una operación política y financiera» encaminada a alterar la línea editorial independiente y crítica del periódico. La llegada de Enrique Badía a la dirección de Diario 16 coincidió, de hecho, con el nombramiento de Carlos Bustelo como vicepresidente ejecutivo del Grupo 16. Badía había sido jefe de prensa de éste cuando fue presidente del INI y de Autopistas Españolas, S.A. Ambos estaban vinculados a Alberto Cortina y Alberto Alcocer, así como a sectores de la «beautiful people» próximos al equipo económico del Gobierno. Bustelo fue nombrado también presidente de INFIESA, sociedad editora de La Economía 16, en la que parrticipaban, entre otros, los Albertos y la ONCE. Este proyecto editorial -al que se habían opuesto Alfonso de Salas y Pedro J. Ramírez- fue un fracaso: cerró a los pocos meses sin haber logrado en ningún momento una difusión mínimamente estimable. Poco después del desencadenamiento de la crisis, Robert Hersant adquirió un 35% del Grupo 16 a algunos de sus accionistas más relevantes. Es el caso del vicepresidente, Cesar Pontvianne, o de la viuda de Romualdo de Toledo, cofundador del Grupo fallecido a finales de 1988. Juan Tomás de Salas acusó entonces a Hersant de haber adquirido las acciones en un acto de piratería. El Grupo 16 logró que el Gobierno impidiera culminar la operación. El pretexto invocado fue que, al ser propiedad del Grupo una pequeña emisora de FM, Radio 16, la compra requería una autorización del Consejo de Ministros que nunca se solicitó. Hersant acusó entonces al Gobierno de favorecer al Grupo 16. Enrique Badía atribuyó su cese a que «piensa de forma distinta» que Salas. Este, a su vez, dijo, según testigos presenciales, que el nombramiento de Enrique Badía había sido «la mayor equivocación que he cometido en mi vida». Según fuentes de la redacción de Diario 16, el nombramiento de Sinova ha sido el final de un pulso entre éste y Badía, en el que Juan Tomás de Salas dudó qué partido tomar hasta el último momento. Según pudo saber EL MUNDO, Sinova ha ofrecido ya la dirección adjunta a Javier González Ferrari. En la redacción de Diario 16 se especula sobre las futuras relaciones del nuevo director con dos significados adjuntos, José Luis Gutiérrez y Antonio Alférez, y acerca del papel que éstos tendrán en el nuevo organigrama. Según fuentes del periódico, éste ha experimentado en los últimos meses una importante caída en las ventas, compensada en parte por la puesta en marcha de operaciones regionales y por el lanzamiento, con una fuerte inversión, del juego de azar «Supertesoro».

11 Mayo 1991

"Siempre hay una relación muy difícil entre el director y el empresario"

Enrique Badía

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“Muy pocos empresarios de Prensa merecen tan digna denominación”. Enrique Badía fue director de Cambio 16 entre octubre de 1988 y Marzo de 1989, y también director de Diario 16 tras la destitución de Pedro. J. Ramírez, durante algo menos de un año desde marzo de 1989: Badía asegura que «cada casa tiene su propia historia. Pero siempre hay una relación muy difícil entre el director y el empresario». «Cuando se llega a la dirección de un periódico -explica Badía- hay que establecer unas bases consensuadas sobre qué tipo de periódico se quiere hacer y ese pacto tiene que ser muy consistente. Sobre esas bases el director es quien hace el periódico. Pero a veces los empresarios cambian las bases o quieren entrometerse y es ahí donde empieza el conflicto. El director, según su margen de flexibilidad, o se convierte en un redactor jefe de lujo o se rebela, y es el principio del fin». Badía reconoce que la situación del director es una cuestión «de difícil solución mientras las empresas periodísticas estén poco asentadas». «La incomunicación es demasiado frecuente entre la parte empresarial y la parte periodística. Sin querer magnificar las singularidades de esta actividad, creo que a menudo el empresario no entiende lo que es un periódico o una redacción. Consideran qué es un engorro tener redactores. Falta madurez y veteranía». «A veces se cuenta demasiado sobre los planes voluntaristas o se cree en la existencia de un director milagro. Pero ese tipo de director no existe, sólo existen planes bien planteados y directores capaces de llevarlos a cabo». Por otra parte, el cambio frecuente de director puede ser perjudicial para la publicación: «Los periódicos no los hacen los directores, pero cuando cambia la dirección se produce una desorientación en la redacción y finalemente eso se refleja en el producto». Además, Badía considera que un periódico es un producto en el que intervienen muchos factores y no siempre el director es el culpable de que no funcione. Nunca sabremos si Ferrán Monegal, ex director de Claro, pudo haber sacado adelante su proyecto. Antes de que se cumpliera un mes de la salida del diario, Monegal fue relevado de su cargo. «Pero tampoco hay que dramatizar. Este sector está creciendo y los empresarios acabarán aprendiendo y meditarán más sus decisiones a la hora de nombrar y cesar. Además cuando uno acepta el cargo, ya conoce las reglas del juego», afirma Badía.

Días de Papel

José Luis Gutiérrez

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Juan Tomás de Salas decidió sustituir a Badía un año después en la dirección del periódico por el hasta entonces director adjunto Justino Sinova. La razón, además de la creciente hostilidad y los ataques del diario EL MUNDO contra DIARIO16, probablemente residiera en el desconocimiento de Badía, que hizo lo que pudo, de ese acervo de normas no escritas y comportamientos individuales y colectivos, ese sutil entramado de relaciones personales características de cada organización, en este caso los hátidos y costumbres de DIARIO16.

Juan Tomás recabó en varias ocasiones mi opinión en su despacho acerca de la situación. Días antes, una persona muy próxima al presidente me había sondeado sobre si había pensado alguna vez optar a la dirección del periódico. Mi negativa aclaró las cosas. No se me había pasado por la cabeza optar a semejante cargo y menos en DIARIO16, auténtico potro de tortura.

En mis encuentros y conversaciones con Juan Tomás hice todo lo posible, con vehemencia incluso, para desvanecer algunos leves y residuales recelos de Juan Tomás de Salas hacia Sinova. La mañana a primeros de abril que me llamó a su despacho me confirmó su decisión de nombrar a Justino Sinova. Aquella misma tarde Justino me informó del nombramiento y lo celebramos mano a mano en un restaurante.

El más tonto de los directores

Carlos Dávila

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Los grupales. Quizá es peor aún el concepto que la palabra. Son tipos que no se distinguen nunca en la muchedumbre. Cobardes. Se refugian en la niebla para asentar su fingida autoridad; si alguien no se la cede para que abusen de ella no la ejercen: son timoratos como una damisela del XVII. En periodismo abundan, y tienen más peligro que Lubtiz, el suicida de Lufthansa que estrelló un avión en los Alpes franceses. Peligrosos, envidiosos y pérfidos. Claro está que en este punto dudo si referirme a unos cuantos de ellos sólo con las siglas que sugieren sus malvados apellidos o no. Me paro veinticuatro horas, y opto por el sí: únicamente siglas. Con una sola excepción con la que comienza el asalto.

El mentecato que me ocupa, no sé si ahora atiende, pero atendía a principios de los noventa, por Enrique Badía. Así en consonancia. Un día fue catapultado por el entonces editor del fenecido Grupo16, Juan Tomás de Salas, a la Dirección del Diario, sin otro mérito que ser conocido de Carlos Bustelo, un antiguo ministro de Suárez, amigo ahora volcado hacia la derecha que rebasa al Partido Popular, y sin otro antecedente informativo que un artículo conjunto, ¡Como no, en racimo! Que firmaba, cuando se lo publicaban cada tres meses porque solía resultar un auténtico peñazo, junto a Fernando González Urbaneja, un prodigio de permanencia en cualquier tsunami, y a otro voluntario del que no me da la gana recordar como se llamaba.

Badía desplazó de la Dirección a Pedro J. Ramírez lo cual era como si mi nieto Fernandito, que no apunta aún grandes piruetas con el balón, hiciera de recambio de Cristiano Ronaldo en sus decisivos derbis contra el Barcelona. Llegó el okupa a la Redacción protegido por tres o cuatro mediocres de su gusto, ornado con una pelambrera a lo Punset que parecía ocultar piojitos, y de una pluma estilográfica que vomitaba un pringoso azul Parker. Su primera intervención fue para sentar cátedra: “La actualidad – dijo – ha terminado con los periódicos de autor y con la política como el motor principal de nuestras informaciones; a partir de ahora menos firmas y más análisis concienzudos, y más ecología, medio ambiente, comunidad, relaciones sociales… En fin – apostilló el visionario – más vida y menos chascarrillos de la Villa y Corte”. Los presentes nos mirábamos atónicos, a la espera de que el pobre enchufado mirara hacia sus zapatos y pudiéramos estallar en risas. Pero nada. Estaba poseído de sí mismo y nos atisbaba esperando sin duda alguna ostentosa reverencia de cabeza. Como no la encontraba remató: “Ah, se me olvidaba, he fichado al que va a ser la estrella independiente del periodismo en los próximos años: Julián Lacalle”.

La vida tiene estas cosas: Lacalle, un navarro estellés del ‘Nafarroa Euskadi da’ su primer signo de independencia, pasó sin pena ni gloria por aquel periódico en decadencia e hizo, él sí, el fichaje de su vida: fue designado en su momento jefe de Prensa del PSOE de Zapatero. Perdón: con dos cojones.

A mí el Badía me cogió tirria desde el primer día de su años en el Diario. Tenía un guardaespaldas al que encumbró como redactor jefe de la Sección Nacional, que inmediatamente me llevó a almorzar a un restaurante para avisarme: “Ya sabes que vamos a jubilar las columnas”; el director tiene muy claro que el periódico tiene que hablar por sí mismo, no por la boca de sus antiguas estrellas”. No recuerdo si volví a probar bocado: ni le pregunté cuales eran las intenciones del nuevo equipo ni me interesé por ningún otro pormenor más. El tipo, un señor, David Corral, que nunca había cerrado la edición de periódico alguno, cumplió estrictamente el encargo, y sólo ya en la calle me habló concienzudamente: “Que conste que no es nada personal; no tenemos nada ni contra ti, ni contra José Luis Gutiérrez por ejemplo: sencillamente es otro modelo”. Cumplieron con el objetivo, tanto que antes de unas elecciones generales anunció Corral: “No va a haber crónica general; está en desuso”. A mí me realizó la siguiente oferta: “Vete a Galicia a ver qué hace Fraga la jornada de reflexión”. Me negué en rotundo. El Badía concesivo, replicó: “Tú verás, aquí no tienes espacio”. Le di la espalda sin más contestación que ésta: “Desde luego que no, aquí contigo, ni hablar”.

Este par de babiecas (pediré perdón, Mío Cid, a su caballo) fue arrojado sin que se cumplieran doce meses de su abordaje. Fueron expulsados a las tinieblas exteriores, no sin antes haber destrozado las ventas del periódico en un treinta por ciento. Singular hazaña la suya. La mañana en que salí por la puerta del despacho, aún le ecuché lamentar: “Cuando te encuentras con un editor impaciente, no hay nada que hacer”. Parece que Badía, que conste que le denomino con el artículo incluido porque era, a lo mejor para él sigue siendo, de estracción catalana, tenía grandes proyectos de futuro para lograr que el Diario se quedara en tirada cero, pero no le dejaron cumplir tan ardiente propósito. Probablemente regresó al puesto que tenía allí, un cargo: jefe de Prensa de Autopistas Españolas, que en su opinión le había servido muy gravemente para ser director del periódico que se honró en laminar. Yo, que me pasé largos y divertidísimos años de mi trayectoria intentando husmear exclusivas como un perro cazador, excuso a estas alturas la ejecución profesional que ensayó conmigo; no le disculpo que fuera el primer causante, el más responsable, de la extinción por lisis de un diario que llegó a venderse, hasta su llegada, como el segundo de España. El Badía fue siempre un enamorado de lo grupal, sobre todo de los grupales que barrenan las grandes realidades. DIARIO16 fue una de ellas.

El Análisis

UN HOMBRE DE LA CASA

JF Lamata

D. Enrique Badía se había enfrentado al imposible reto de reemplazar a alguien de la personalidad de D. Pedro J. Ramírez al frente de DIARIO16 en medio de la amenaza del nacimiento de una escisión liderada por el propio Sr. Ramírez (que fue EL MUNDO). Tras la breve etapa de interinidad del Sr. Badía (a quien el Sr. Ramírez vinculó siempre con la ‘Beautifulle People’, Albertos, etc.), el propietario del Grupo16, D. Juan Tomás de Salas, optó por escoger a alguien de la casa como era D. Justino Sinova, que llevaba en la redacción del periódico desde antes de que llegara el propio D. Pedro J. Ramírez. De hecho el Sr. Sinova ya había sido director de DIARIO16 durante le breve periodo entre la destitución de D. Miguel Ángel Aguilar y la llegada de D. Pedro J. Ramírez. Durante su etapa el Sr. Sinova puede presumir de que la tirada de DIARIO16 no descendió, pero se enfrentó al reto del ‘caso Ibercorp’ que, en la práctica significaría la estocada de gracia contra el Grupo16.

J. F. Lamata