7 junio 1940
Los italianos abren un nuevo frente contra una Francia a punto de desmoronarse
La Italia de Mussolini entra en la Segunda Guerra Mundial al lado de Alemania declarando la guerra a Gran Bretaña y Francia
Hechos
El 10.06.1940 Italia declaró la Guerra a Francia y a Gran Bretaña
El Análisis
Italia ha cruzado el umbral de la historia, y lo ha hecho con un rugido calculado más por oportunismo que por ideología. El 10 de junio de 1940, mientras Francia agoniza ante el avance imparable del ejército alemán, el duce Benito Mussolini, acompañado por su yerno y ministro de Exteriores, el conde Galeazzo Ciano, ha anunciado que Italia entra en la guerra, declarando oficialmente la guerra a Francia y al Reino Unido. No ha sido una decisión precipitada, sino el resultado de meses de espera, de cálculo y de oportunismo diplomático. Durante los primeros meses del conflicto, Italia había adoptado la figura ambigua de país “no beligerante”, dejando en claro que no veía con entusiasmo algunas de las campañas alemanas, como la invasión de Polonia o de los países nórdicos. Pero el viento ha cambiado.
Ahora que la victoria alemana parece inevitable, Mussolini no quiere quedar relegado al papel de espectador en lo que se perfila como un nuevo reparto del poder en Europa. El momento elegido no es casual: con Francia colapsando y Gran Bretaña debilitada, Italia apuesta por una entrada fácil en la guerra, esperando cosechar territorios y gloria sin grandes costes. En Roma no se oculta el verdadero motivo: estar entre los vencedores, compartir el botín y asegurarse un lugar en el futuro orden continental que Hitler parece ya estar trazando con compás de hierro.
Pero con esta decisión, Italia une su destino al del Tercer Reich. Mussolini ha sellado su alianza no solo con Alemania, sino con su visión del mundo, una visión de conquista, fuerza y supremacía nacional. Es un movimiento audaz, sí, pero también arriesgado: porque si bien Hitler hoy parece invencible, la historia no garantiza eternos vencedores. Y si el rumbo de la guerra cambiara, Italia pagaría con creces el precio de su salto al vacío. Por ahora, Roma se alinea con Berlín. El eje se fortalece. Y Europa, una vez más, tiembla.
J. F. Lamata