17 noviembre 1920
La Sociedad de Naciones arrebata el puerto de Danzig a Alemania y se lo entrega a Polonia como otra de sus sanciones por perder la Primera Guerra Mundial
Hechos
El Consejo lo autorizó el 17 de noviembre de 1920.
Lecturas
El 17 de noviembre de 1920 ha sido autorizada por el Consejo de la Sociedad de Naciones, la constitución del Estado libre de Danzig (Gdansk).
El Estatuto legal del nuevo estado libre fue establecido el 9 de noviembre, por la Convención de París para Danzig y Polonia, de acuerdo con lo dispuesto en los artículos 100 a 108 del Tratado de Paz de Versalles.
Danzig, a partir de ahora, será una entidad política independiente, aun cuando Polonia dispondrá del libre uso de su puerto para el tráfico de mercancias de exportación e importación. Polonia se hará cargo también de las relaciones exteriores de Danzig, así como de la protección de sus ciudadanos en el extranjero.
El Análisis
La reciente decisión de la Sociedad de Naciones de separar Danzig del territorio alemán y entregarlo a la nueva Polonia —bajo la fórmula de «ciudad libre» administrada por la SDN pero vinculada a Varsovia— es una señal clara de que el mapa europeo está siendo redibujado no por la diplomacia entre iguales, sino por las imposiciones que emanan de los tratados de paz y la victoria de unos sobre otros. Polonia, renacida como Estado tras más de un siglo de particiones entre imperios, ha sido beneficiaria directa de esta reconfiguración: ha recuperado territorios de manos rusas y alemanas, y ahora, con el acceso al mar asegurado, se consolida como potencia regional.
Pero lo que para Varsovia es justicia histórica, para Berlín es una humillación más. A pesar de haber sido aceptada como miembro de pleno derecho en la Sociedad de Naciones, Alemania ve cómo su soberanía es amputada por decisiones unilaterales que los políticos de la República de Weimar apenas pueden cuestionar sin ser tachados de revisionistas o belicistas. Esta paradoja —pertenecer a la organización que le dicta sanciones— alimenta en amplios sectores alemanes la percepción de que su país ha sido condenado a una paz vengativa, en lugar de una reconciliación duradera. Y eso, en el fondo, representa un grave riesgo para la estabilidad de Europa: porque ningún régimen democrático puede asentarse si la nación a la que gobierna se siente constantemente agraviada ante el tribunal de las naciones.
J. F. Lamata