12 julio 2020

Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía) presentan su separación como un divorcio civilizado

Los Anticapitalistas liderados por Teresa Rodríguez y Miguel Urbán Crespo anuncian su ruptura con Podemos pero mantendrán sus actas

Hechos

  • El 12.02.2020 D. Pablo Iglesias, Secretario General de Podemos y Dña. Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía (Corriente Anticapitalistas) anunciaron la marcha del grupo de esta segunda de la formación política.

Lecturas

El 12 de febrero de 2020 D. Pablo Iglesias Turrión, secretario general de Podemos y nuevo vicepresidente del Gobierno, comparece en un vídeo subido a las redes de Podemos del partido junto a la líder de la formación en Andalucía, Dña. Teresa Rodríguez-Rubio Vázquez (cabeza visible del sector Anticapitalista de Podemos) para anunciar que el sector Anticapitalista abandona el partido de manera pacífica y ordenada. Ambos terminan el vídeo dándose un abrazo. El objetivo aparente es demostrar una ruptura amistosa, diferente a la imagen que dio la ruptura con el Sr. Errejón Galván.

URBÁN: «CUANDO HAY DIFERENCIAS, ES MEJOR CAMINAR SEPARADOS»

  El eurodiputado D. Miguel Urbán Crespo, cabeza visible junto a Dña. Teresa Rodríguez, del sector anticapitalista es entrevistado en ‘Al Rojo Vivo’ de La Sexta de Atresmedia para explicar su marcha de Podemos: «Cuando hay diferencias, es mejor caminar separados. No nos gusta el Gobierno de coalición. Nosotros defendíamos un pacto a la portuguesa: apoyar al PSOE a cambio de un programa electoral con mejoras sociales, pero no entrar al Gobierno con ministros, porque entrar nos subordina a un Gobierno y una mayoría que no es la nuestra, una mayoría social-liberal, que es la del PSOE. Nosotros somos herederos del 15-M, que nace contra un Gobierno del PSOE neoliberal».

La imagen de ‘ruptura amistosa’ quedará hecha pedazos el 28 de octubre cuando Podemos expulsa a Dña. Teresa Rodríguez-Rubio Vázquez y a todos sus parlamentarios fieles del Grupo parlamentario de ‘Adelante Andalucía’ en el parlamento andaluz y la obligue a marcharse al mixto, cuando la Sra. Rodríguez reaparecerá en otro vídeo (esta vez en solitario) denunciando la tropelía y acusando a Podemos de haberse aprovechado de que estaba de baja por maternidad.

13 Febrero 2020

De rupturas y desencuentros

Esther López Palomera

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Las hay tempranas, tardías, buscadas, no deseadas, sonoras, silenciosas, valientes, cobardes, explosivas, prudentes, impostadas… E incluso inevitables. La ruptura entre Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez es de estas últimas. Estaba cantada. Lo que no puede ser, nunca es. Dos no siguen juntos si uno no quiere, y la líder de Unidas Podemos en Andalucía hacía tiempo que barruntaba el final de una relación para la que demandaba una autonomía que el secretario general de los morados no estaba dispuesto a darle.

En realidad, como en las parejas que saben que el final es inexorable pero cohabitan en la distancia, los dos buscaban la mejor forma de acabar con un vínculo desde hace tiempo no deseado porque la unión solo provocaba ya tensión y desorden. De hecho, ambos han reconocido que había importantes diferencias, aunque hayan tratado de poner en valor que la de Rodríguez haya sido una salida respetuosa.

“No es bonito, no es hermoso, pero entre los que defendemos la justicia social no hay un adiós, hay un hasta luego para seguir trabajando por lo que nos une”, ha afirmado un idílico Iglesias. Lo malo de la poesía es que tras ella siempre llega la prosa y ésta rara vez entiende de lirismo. Los anticapitalistas nunca vieron con buenos ojos la alianza entre Iglesias y Sánchez, ni el gobierno de coalición, ni la mano de hierro con la que el secretario general de Unidas Podemos ha llevado la organización en los últimos tiempos. Y lo peor no es esto -los hiperliderazgos han llegado para quedarse en todos los partidos del actual mapa político-, sino las contradicciones sobre las que tendrá que cabalgar una formación nacida desde los movimientos sociales y que hoy forma parte del Gobierno de España.

Cuando uno pasa de la calle a hacer oposición en el Parlamento, y de éste a la mesa del Consejo de Ministros, inevitablemente cambia la perspectiva de la realidad y desciende en ocasiones al terreno de lo imposible. Una cosa es redactar una proposición de ley y otra, asumir que no todo es legislable o que, cuando lo es, no siempre se puede en los términos que antaño se han defendido.

Por eso, digan lo que digan, no hay reencuentro posible. Las motivaciones son y serán ya siempre distintas. Iglesias se ha imbuido de tal modo de la institucionalidad que le otorga su presencia en el Consejo de Ministros que ha antepuesto los intereses de la amalgama de sensibilidades que integraba Podemos a los límites de la agenda social que puede desplegar desde el Gobierno y también, cómo no, a los suyos propios.

De no haber fructificado la coalición con los socialistas, hoy Iglesias estaría ya impulsando su propio relevo al frente del liderazgo de Podemos. La entrada en el Ejecutivo lo ha cambiado todo. Y, aunque en Vistalegre III salga reelegido como secretario general, tendrá que resetear el proyecto político del partido. En lo orgánico y en lo político. Lo primero es sencillo teniendo en cuenta que lo que queda en la organización bebe desde hace tiempo de su mano. Lo segundo, no tanto porque cualquier matiz respecto al acuerdo de gobierno provocará un auténtico seísmo que utilizaría sin duda la derecha, pero también una parte de la izquierda que le acusaría de incongruente.

El equilibrio no es fácil porque Iglesias está obligado a mantener un espacio de distancia respecto al socialismo pero sin que parezca una desavenencia nuclear. De no hacerlo, arrastraría a un lento suicidio a la organización o en su defecto a la absorción por otras siglas.

Con matices, pero también es algo así a lo que se enfrenta el PP de Casado respecto a Vox al hacer seguidismo de la agenda y el discurso de los de Abascal. Por eso en este caso tampoco es posible que el presidente de los populares participe de “la agenda para el reencuentro” que le ofrece Pedro Sánchez. Claro que el presidente del Gobierno parece relativamente cómodo con esta línea de oposición dura del PP, ya que de un lado le sirve para aglutinar a la izquierda frente al enemigo exterior y de otro, mantiene a los populares distraídos en una guerra por la hegemonía de la derecha en la que cada día pierden más fuerza.

Lo dicho: que hay rupturas inevitables y reencuentros imposibles.

14 Febrero 2020

Hasta que el gobierno nos separe (Podemos e IA)

Juan Carlos Monedero

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El divorcio entre la Izquierda Anticapitalista y Podemos estaba escrito desde hace unos seis años, justo cuando Pablo Iglesias empezó a evaluar la posibilidad de entrar en política. Por parte del profesor de Vallecas estaba en su ánimo aprovechar la falta de credibilidad de los principales partidos para entrar en escena. Por parte de Miguel Urban, que fue el que habló con Iglesias, estaba la perspectiva «entrista» propia del trotskismo. En esa lógica,  no veían con malos ojos buscar una cara mediática, joven y de izquierda para encabezar una lista a las elecciones europeas que lograra ir más allá de los 23.000 votos que cosecharon en el conjunto de España en las últimas elecciones que se presentaron. Estas dos miradas tenían que terminar chocando. Pablo Iglesias entraba en política para gobernar, y los trotskistas se presentaban a las elecciones para tener una cabeza de playa.

La separación -los medios ni lo mencionan-, ha sido pacífica y eso es, vista la historia, un avance. Ojalá sea una manera repetida en el futuro y se convierta en un aprendizaje permanente. Porque vamos a juntarnos y separarnos mucho. Parece que algo se ha aprendido. La salida de Errejón no derrochó elegancia. Fue anunciada el mismo día del quinto cumpleaños de Podemos -lo que demostraba cierta enajenación airada-, junto a la creación de un nuevo partido que organizó en secreto con la financiación que había puesto Podemos para que liderara su lista a la Comunidad de Madrid. Bescansa anunció su marcha filtrando antes torpemente una propuesta conspirativa para intentar tumbar a su Secretario General. Otros se marcharon ganando su minuto de gloria sólo porque atacaban a Podemos en los medios que antes les habían insultado, .

Si miramos a la historia, las separaciones en la izquierda han sido terribles. Marx y Bakunin se separaron feo y mentándose a la madre. Lenin llamó renegado a Kautsky. Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht se fueron del partido socialdemócrata alemán cuando se aprobaron en 1914 los presupuestos de guerra. . Bajo un gobierno del SPD, de sus antiguos compañeros, fueron asesinados por militares por formar la Liga Espartaquista. Stalin mandó a México un español que amaba a los perros a que le clavara un piolet en la cabeza a Trotsky, y comunistas españoles desaparecieron a Andreu Nin que había fundado el POUM y pensaba que había que hacer la revolución al tiempo que se luchaba contra Franco.

En que la separación haya sido pacífica, algo ha ayudado que Podemos haya demostrado una generosidad enorme al no reclamar las actas de diputados o del Parlamento Europeo que se han quedado los Anticapitalistas (que han pensado que los escaños no forman parte del terrible capital). Fueron, en verdad, actas obtenidas en las listas de Unidas Podemos. Eso generará fricciones por abajo en la militancia de Podemos. Esa contradicción saldrá a la luz cuando empiecen los probables reproches de los trotskistas al gobierno de cambio y las bases de Podemos se lo recuerden. Es verdad que uno no habla en poesía todo el rato, aunque es de desear que cuando llegue la prosa todos sigan guardando las formas. Porque nos vamos a juntar y separar mucho.

En el fondo de la separación hay algo del ADN de Izquierda Anticapitalista. Como ocurre en las corrientes trotskistas, gobernar no es casi nunca una prioridad. En su lectura -por lo general muy elaborada-, siempre la situación objetiva está madura para cambios estructurales, la última crisis del capitalismo está al caer y, piensan, cualquier cesión debilita la revolución inminente. De la cual ellos, por cierto, son, en su tradición, los principales interpretes. El trotskismo no suele ser muy humilde –para eso son de los más leídos en la izquierda- y piensan que casi son los únicos que saben leer correctamente las necesidades políticas.

Un partido como IA experimenta una contradicción enorme si está en el gobierno con el PSOE y al tiempo mantiene intacta la posibilidad teórica y política de cambios revolucionarios en España. El trotskismo suele «sobredeterminar» teóricamente la crisis del capitalismo. Y es verdad que en términos teóricos hay muchas razones para pensar que todo está a punto de derrumbarse. Pero luego no se derrumba y te quedas colgado de la brocha y sin escalera. Y entonces viene una detallada explicación teórica de por qué no ha ocurrido pero cómo la siguiente sí va a ocurrir. Y estando tan linda la habitación en el boceto ¿para qué mancharse con pintura?

En cualquier caso, Podemos tiene que presentar en Vistalegre III un documento político que va a ser el más importante de los que ha discutido hasta ahora. El documento organizativo es esencial porque tiene que ir preparando las condiciones del partido-movimiento que será en el futuro y que todavía no es. Paradójicamente, es precisamente gracias a la desaparición de las grandes disensiones internas que Podemos va a otorgar, por fin, una mayor capacidad de incidencia a las bases y a los círculos, algo que era más complicado en una lucha interna que, como se ha visto, tenía intenciones fratricidas en esa aventura de la que incluso Manuela Carmena ha abominado. El documento político tiene que dar cuenta de hacia dónde quiere ir Podemos. Porque no basta con entrar en el Gobierno y poder dar respuestas urgentes a problemas urgentes -que no es poco-, sino que tiene que perfilar cuál es su idea de España, de Europa, del mundo acordes con una formación política que nació del 15M y que liga a los movimientos sociales su ideario político y las razones para dirigir el Estado.

Las fórmulas políticas de la izquierda en el siglo XXI tenderán hacia Frentes Amplios. Es casi imposible que un solo partido pueda dar cuenta de asuntos que están llenos de miradas contradictorias. Vamos a ser todos, como le pasa a la luz, onda y partícula, locales y globales, racionales y sentimentales, consumidores y ecologistas, masculinos y femeninos, patriotas y cosmopolitas. Podemos va a aprender en el gobierno que gobernar es cabalgar contradicciones y, como decía Lenin, caminar entre precipicios. Y para no repetir los errores del siglo XX, la única solución es un partido-movimiento capaz de impulsar un Frente Amplio y que se reinvente constantemente. Cuando se convoquen elecciones, se pasará de la poesía a la prosa.  Ahí regresará la discusión de si los hombres, ya en situación electoral, volverán a unir lo que los dioses de la revolución permanente hoy, sin elecciones en el horizonte, han separado.