12 julio 2020

El BNG recupera la segunda posición mientras que Podemos se evapora

Elecciones Galicia 2020 – Triunfo total de Núñez Feijoo (PP) que se consolida como único presidente con mayoría absoluta de España

Hechos

  • Partido Popular – 42 escaños.
  • Bloque Nacionalista Galego – 19 escaños.
  • Partido Socialista de Galicia – 14 escaños.

Lecturas

Las elecciones autonómicas en Galicia del 12 de julio de 2020 suponen un éxito absoluto para el Partido Popular gallego que lidera D. Alberto Núñez Feijoo, que con 41 escaños revalida la mayoría absoluta y su cargo como presidente de la Xunta, lo que le convierte en el único presidente autonómico en lograrlo gracias a mantener al voto “no de izquierdas” unido cerrando el paso en Galicia tanto a Ciudadanos como a Vox.

Las elecciones han supuesto una pequeña resurrección para el Bloque Nacionalista Galego que con Dña. Ana Pontón Mondelo logra la segunda posición aunque a gran distancia del PP del Sr. Núlez Feijoo, que saca más del doble que ella.

Derrota moral para el PSOE que con D. Gonzalo Caballero Míguez no ha conseguido recuperar la segunda posición y humillación absoluta para Podemos. Si en 2016 los morados usando la marca de ‘En Marea’ consiguieron la segunda posición con 14 escaños, en esta ocasión bajo la marca ‘Galicia En Común Podemos’ con D. Antón Gómez Reino como candidato han pasado de 15 ser literalmente barridos del parlamento gallego al no obtener ningún escaño.

En redes sociales exdirigentes de Podemos como D. Íñigo Errejón Galván o D. Ramón Espinar Merino han culpado al vicepresidente del Gobierno D. Pablo Iglesias Turrion de esta debacle.

Las anteriores elecciones autonómicas en Galicia fueron en 2016,


PARTIDO POPULAR – 42 escaños.

La fragmentación de la derecha en toda España no se ha visto reflejada en Galicia, donde D. Alberto Núñez Feijoo ha mantenido a todo el electorado unido en torno al PP, frenando la aparición de Ciudadanos o Vox en aquella comunidad, siendo el único líder del PP que ha logrado tal objetivo. Es también el único presidente de las 17 autonomías españolas que gobernará con mayoría absoluta, su tercera mayoría absoluta consecutiva con la que se acerca al record de D. Manuel Fraga Iribarne.

El Sr. Núñez Feijoo cederá la presidencia de Galicia el 12 de mayo de 2022 a D. Alfonso Rueda. 

BLOQUE NACIONALISTA GALEGO – Dña. Ana Pontón ha logrado un triunfo histórico para los independentistas gallegos, al conseguir que un partido que en 2016 se caía a pedazos entre escisiones, una de ellas liderada por el que fuera su líder histórico D. Xosé Manuel Beiras, haya resucitado con su mejor resultado. Aunque, eso sí, a gran distancia del PP.

 PARTIDO SOCIALISTA DE GALICIA (PSdG-PSOE) – D. Gonzalo Caballero no ha conseguido recuperar para los socialistas la segunda posición tan deseada en Galicia.

GALICIA EN COMÚN PODEMOS – D. Antón Gómez Reino sabía que su formación iba a bajar, pero no esperaba que los electores gallegos le iban a dejar fuera del parlamento de Galicia. De los 14 escaños que logró la coalición ‘En Marea’ en 2016, la marca que entonces respaldaba Podemos a la actual marca ‘Galicia En Común Podemos’ no ha podido retener ninguno.

Las siguientes elecciones en Galicia serán en 2024. 

LOS DISIDENTES DE PODEMOS AJUSTAN CUENTAS.

Tanto D. Íñigo Errejón como D. Ramón Espinar, que en el pasado fueron dirigentes destacados de Podemos y hoy se encuentran separados de esta formación, expresaron en Twitter su rechazo a la evolución del proyecto de ‘Unidas Podemos’.

12 Julio 2020

Fra-Casado

Antonio Maestre

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"El caso de Pablo Casado es doblemente complicado. Ni siquiera puede aprovechar el triunfo del PP en Galicia que se ha producido ocultando las siglas del PP e ignorando la estrategia a nivel nacional..."

Las elecciones tienen la capacidad de proclamar ganador a todos los participantes, incluso cuando los resultados han sido un estropicio de tal calibre que la dignidad aconsejaría presentar la dimisión y dedicarse a tareas contemplativas. Los ganadores han sido incontestables, Feijóo y Urkullu. Pero los derrotados son muchos y variados, algunos han quedado tocados para siempre.

Pablo Iglesias y Pablo Casado, que fueron parte importante de las estrategias de los partidos en las regiones en las que sus formaciones han quedado devastadas, están en una posición difícil con un resultado tan nefasto. El caso de Pablo Casado es doblemente complicado. Ni siquiera puede aprovechar el triunfo del PP en Galicia, que se ha producido ocultando las siglas del PP e ignorando la estrategia a nivel nacional y a veces posicionándose de manera frontal contra la vía Cayetana. La mayoría absoluta de Feijóo es una derrota interna de orden definitivo. Alberto Núñez Feijóo usará el capital político logrado para imponer su visión en el partido, veremos si de forma tan radical como para quitarle a Casado la silla de candidato a las elecciones generales dentro de cuatro años.

Podemos se ha hundido. Sin paliativos. En Galicia ha desaparecido y en Euskadi han perdido 5 escaños empatando con España Suma, la coalición de PP y Ciudadanos, con un candidato tan nefasto como Carlos Iturgaiz. En estos comicios han pasado de 24 escaños a 5. Ya no son necesarios para dos partes importantísimas del país. No se puede ser herramienta de transformación desapareciendo. Si este resultado no hace reflexionar a la dirección nacional y comprender que los navajeos, las luchas internas y la tutela que ejerce Madrid son sinónimo de la desaparición, esta ocurrirá más pronto que tarde.

En Galicia y Euskadi ya todo se juega en clave nacionalista. Un campo de juego que para un partido de izquierdas de ámbito nacional es el peor posible, pero es así en parte gracias a una estrategia de Podemos desde Madrid, que ha planteado el debate en esos términos por su relación cómplice con los nacionalismos, subsumida y nada crítica. Y se lo han comido. Si el tablero de juego se dirime en términos identitarios para su electorado desaparecerá en todas las regiones donde ese sentimiento sea el que vincule la agenda. Su estrategia de implantación territorial ha resultado un absoluto fiasco.

El PSOE, sin embargo, pasa sin pena ni gloria por los comicios. En Galicia sube un escaño y el porcentaje de voto de manera mínima. Una mejora insustancial. En Euskadi pierden el segundo puesto en detrimento de EHBildu pero subiendo un escaño. Pedro Sánchez puede estar muy satisfecho por unas elecciones que han hecho mucho más daño a la estrategia de confrontación de Pablo Casado, incluso gana la pedrea al constatar que Inés Arrimadas sabe que acercarse al PP es solo síntoma de desaparición. España resta, no suma, y Ciudadanos ya sabe en su laboratorio de ideas que acercarse al PP es un error dramático. La estrategia de moderación y pactos con el PSOE se consolidará. En clave nacional hay un ganador por el simple hecho de aguantar, a lo Rajoy, y es el presidente del Gobierno.

13 Julio 2020

Feijóo se crece en medio del repunte del soberanismo

EL MUNDO (Director: Francisco Rosell)

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LAS ELECCIONES en Galicia y País Vasco no han arrojado demasiadas sorpresas, según lo previsto por la mayoría de las encuestas, pero han generado una profunda sensación de alarma por el fuerte repunte del voto nacionalista en ambas comunidades. Una realidad que confirma el triunfo de las tesis rupturistas por encima del proyecto de integración común que simboliza nuestra Constitución. Especialmente preocupante es el caso de Euskadi, donde, entre PNV y EH Bildu, las dos fuerzas soberanistas a ambos lados del espectro ideológico, acaparan casi un 70% de los votos. Por contra, el más que loable empeño de PP y Cs por mantener la dignidad constitucional no ha sido recompensado. La coalición liderada por Iturgaiz no solo no ha logrado sumar nuevos escaños a los nueve obtenidos en 2016, sino que ha restado, quedándose sólo con cinco representantes en la cámara vasca, augurando un fracaso similar en las elecciones catalanas de otoño, lo que obliga a ambos partidos a repensar su estrategia común.

Pero también en Galicia ha renacido el galleguismo radical del BNG, que vuelve a ser la segunda fuerza política, pasando de seis a 19 escaños, a costa del voto desencantado de los morados (que pierden sus 14 diputados de 2016 y desaparecen como fuerza política) y de un PSOE que se mantiene sin saber aprovechar el eficaz aparato propagandístico montado desde Moncloa. De poco le servirá este éxito al BNG para su empeño por repetir el nefasto gobierno de coalición de 2005, ya que Alberto Núñez Feijóo ha arrasado en las urnas y gobernará con una cómoda mayoría absoluta de 41 escaños (los mismos que en 2016) por cuarta vez consecutiva. Feijóo obtuvo ayer el respaldo de la mayoría de los gallegos, que han premiado la coherencia política del PP durante las últimas tres legislaturas, su buen hacer en la administración autonómica y la excelente gestión de la crisis sanitaria, aunando en torno a su persona el voto del centro derecha y dejando sin espacio político ni a Cs ni a Vox.

Iñigo Urkullu, por su parte, demuestra que el PNV es una fuerza invencible en el País Vasco. Los electores no le han pasado factura ni por la deficiente gestión de la pandemia, ni por el derrumbe del vertedero de Zaldívar, ni por el caso Alfredo de Miguel, número dos del partido en Álava condenado en 2019 a 13 años de prisión por dirigir la mayor trama corrupta en la reciente historia de la comunidad. Urkullu no solo vuelve a ganar las elecciones, sino que incrementa la distancia con su seguidores, pasando de los 27 escaños logrados en 2016 a los 31. Nunca nadie ha conseguido en Euskadi una mayoría absoluta para poder gobernar en solitario, por lo que Urkullu tendrá que formar su tercer gobierno estable apelando de nuevo al apoyo del PSOE, cuya líder, Idoia Mendia –que suma un escaño más a los 9 que tenía en 2016– se comprometió durante la campaña a no formar una alianza junto a los herederos de ETA (que logran su mejor resultado histórico con 22 escaños y se consolidan como segunda fuerza política) y la marca de Unidas Podemos en Euskadi, que sufre un duro correctivo bajando de 11 a seis escaños. Y es que, sin duda, el partido que registra un mayor desplome, tanto en Galicia como en el País Vasco, es Unidas Podemos, que paga caro la arrogancia de su líder nacional, Pablo Iglesias, la negligencia del Gobierno, del que forma parte como vicepresidente, en la gestión de la crisis sanitaria, el reciente caso Dina, en el que, además, ha adoptado una actitud paternalista y machista, y la división interna en ambas comunidades, especialmente en Galicia, donde las mareas tampoco consiguen representación.

Vox, finalmente, ha logrado poner un pie en la cámara vasca al obtener un escaño por Álava, pero demuestra la escasa repercusión de su proyecto en una comunidad que ha demostrado ser mayoritariamente nacionalista, y cuya sociedad parece haber olvidado ya alternativas constitucionalistas como la que representaron en su momento Mayor Oreja y Nicolás Redondo Terreros.

13 Julio 2020

Casado: éxito a medias

Luis María Anson

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EL PARTIDO Popular de Pablo Casado se ha alzado con la mayoría absoluta en Galicia. La moderación, la coherencia, la firmeza de ideas, el aliento liberal de Casado, han contribuido al éxito de Núñez Feijóo. El líder gallego ha demostrado, una vez más, la concordancia que mantiene con la mayoría de su pueblo. Feijóo ha sabido robustecer los principios del incandescente PP, al que Rajoy dejó decrépito. Casado lo está reconduciendo con serenidad, alquitarando, como escribiría Ortega, sus gotas esenciales. El PP, en fin, se ha instalado en los 41 escaños; el PSOE, se debilita con 15, al ceder ante los secesionistas del BNG. Podemos se hace irrelevante y ni Vox ni Cs aparecen.

En el País Vasco, el PP de Casado, en alianza con Cs, se mantiene, pero fuera de juego. Los tiempos de Mayor Oreja están lejanos. La abstención ha sido el auténtico vencedor de las elecciones vascas. Más de la mitad de sus ciudadanos dependen económicamente, de forma directa o indirecta, del PNV y esa es una realidad difícil de superar. Aparte de sus ambiciones secesionistas, todos saben que el PNV es un partido de centro derecha, liberal, conservador, comprometido con los principios de derecho público cristiano. Es verdad que en el Congreso vota a izquierda o a derecha, según le convenga, para sacar tajada económica o competencias territoriales.

En el País Vasco, igual que en Galicia, el centro derecha se ha impuesto. Y eso lo saben los empresarios, los sindicatos y la Iglesia católica. Como también saben que el censo de la Comunidad vascongada está incompleto. Más de 200.000 vascos viven en el «exilio» porque huyeron de la violencia etarra y de las complicidades del PNV con la banda que, desde las sentinas terroristas, agitaba el árbol para que los peneuvistas recogieran las nueces. Urkullu, en fin, no ha conseguido pasar de los 31 escaños y necesita al sumiso PSOE. Asusta el crecimiento de Bildu, heredero político de Eta. Podemos se debilita y Vox irrumpe en el Parlamento vasco.

Como ocurre tras cada elección, los aspavientos de los diversos partidos se han generalizado. Difícil es saber qué ocurrirá en el resto de España. Lo que está claro es que ni en Galicia ni en el País Vasco ha funcionado el cesarismo de Sánchez y que el centro derecha del PP y del PNV han derrotado a la política áptera del sanchismo.

Luis María Anson, de la Real Academia Española.

14 Julio 2020

Arrumbando tópicos del tándem Fraga-Feijóo

Javier Casqueiro

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La figura del presidente gallego se acerca y podría superar los récords del patrón fundador del PP

Hay que rebuscar demasiado para encontrar ángulos muertos en la espectacular cuarta victoria de Alberto Núñez Feijóo este domingo en Galicia. Es sencillo. Revalidar un cuarto triunfo con mayoría absoluta, no sufrir desgaste tras 11 años de gestión muy personalista del poder, distanciar a la suma de la oposición en siete escaños o igualar los mandatos de Manuel Fraga es una gesta electoral inédita en estos tiempos que corren. Feijóo no competía el 12-J ni para ganar otra vez las elecciones autonómicas, ni siquiera para repetir el resultado. Sus medidas son otras. El símil más tópico le equipara recurrentemente con el patrón fundador de AP y de la unificación del centro derecha en España tras la dictadura, pero hay diferencias.

Fraga retornó a Galicia con 68 años de retirada, tras estrellarse una y otra vez en sus aspiraciones en la política nacional. Feijóo hizo carrera de gestor en la Administración estatal pero a sus 58 años aún está por llegar y estrenarse si algún día se atreve a medir sus fuerzas y liderazgo en el Congreso de los Diputados. Fraga, en sus segundos comicios gallegos, estableció todos los récords con 43 escaños y el 52,6% de los votos, cuatro puntos y medio y 140.000 papeletas más que las alcanzadas el domingo por Feijóo. En aquella cita, con 17 puntos más de participación que ahora, Fraga se midió con el volcánico Xosé Manuel Beiras, que ya anticipó el sorpasso al PSdG entonces del contrastado economista y exministro Abel Caballero.

Una enseñanza del 12-J podría ser que Feijóo aún tiene terreno por abonar en su tierra, si aguanta otra legislatura en Galicia y Pablo Casado algo más en Génova 13. Otra, que el BNG evite esta vez desfondarse por manías de hiperliderazgo y las eternas cuitas de la izquierda nacionalista cuando vislumbra una posibilidad de éxito. Y una más, que este Gonzalo Caballero, el líder del PSdG desde hace apenas dos años y con solo 10 meses en el Parlamento gallego, tenga más oportunidades de asentarse de las que tuvo su tío, que a los 51 años y tras su derrota tuvo que descubrir su carisma en el Ayuntamiento de Vigo, donde hace apenas un año recogió 25 puntos y 58.000 papeletas más que el domingo su sobrino.

Fraga, la jornada de urnas, salía de su casa en Perbes (A Coruña), se desplazaba con su séquito a su localidad natal en Vilalba (Lugo), echaba la partida de dominó, comía con la tía Amadora y esperaba a su recurrente victoria como un trámite para apresurarse a citar a los fotógrafos a las siete de la mañana del día siguiente irrumpiendo en su despacho de presidente para demostrar que no tenía minutos que desperdiciar en su misión de arreglar Galicia entera. Un currículo enciclopédico con zancadas de hombre de pueblo.

Feijóo se estrena siempre en Os Peares, esa aldea del centro de Ourense entre dos ríos y cuatro concellos, donde dio sus primeros pasos entre el colmado familiar y las carreteras y las líneas ferroviarias en las que trabajaba de peón su padre para asemejarse con el electorado humilde y rural. Pero su casa y su vida real hace décadas que están en su céntrico piso de A Coruña con vistas a los cantones de Méndez Núñez o en su apartamento de soltero de Vigo, las dos ciudades más urbanitas de Galicia. Su compromiso sigue siendo primero Galicia, y algo su pareja y su hijo, pero también advirtió de que no renuncia a influir en el PP nacional para hacer la vida política nacional más conciliable.

15 Julio 2020

Espinas en las llagas de Podemos

Antonio Maestre

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"La descapitalización del proyecto ha sido sin duda el mayor hándicap de Podemos, de un partido que perdió el oremus en sus luchas internas y acabó viendo traidores en cada despacho de la sede"...

En política existen enfermedades fulminantes que acaban con proyectos y otras de más amplio espectro que afectan a la organización tiempo después de que se inflingieran las heridas. Un ejemplo de la primera es Ciudadanos, en solo unas elecciones un proyecto que aspiró a ganarlas hace no demasiado tiempo casi llega a desaparecer por las malas decisiones de Albert Rivera. El caso de Podemos es diferente, las heridas autoinflingidas están empezando ahora a desangrar a la formación de Pablo Iglesias. Y es cierto que grandes poderes económicos y mediáticos hicieron por agravar esas pústulas y echarlas sal, pero lo que más está afectando a Podemos no son actores externos, sino sus propios errores.

La inapelable derrota en las elecciones de Euskadi, donde Podemos ha llegado a ser la fuerza más votada en las elecciones generales, y la desaparición en Galicia, tras haber ilusionado y ser la segunda fuerza política con una confluencia fresca y poderosa, marcan el principio del fin de la que fue una organización disruptora que estuvo a punto de poner en jaque a las fuerzas vivas del poder en España. Pueden mirar hacia actores externos que no cabe duda que han hecho todo lo posible para perjudicar a Podemos, las cloacas del Estado han existido, pero han hecho más daños los navajeos internos. Sin duda.

La descapitalización del proyecto ha sido sin duda el mayor hándicap de Podemos, de un partido que perdió el oremus en sus luchas internas y acabó viendo traidores en cada despacho de la sede. Pablo Iglesias tuvo sus razones para desconfiar, pero tras ganar Vistalegre tuvo que hacer mucho más para, de manera eficiente, y no solo estética, integrar a muchos errejonistas que solo por ir en otras listas quedaron marcados para la formación. Un proyecto que acaba prescindiendo por acción u omisión de Nagua Alba, Manuela Bergerot o quizás el mayor talento que ha dado la política en España en los últimos años, Pablo Bustinduy, es un proyecto fallido. Una descapitalización que no solo se ha dado por arriba, las primarias de Madrid fueron una escabechina en cuadros medios y tejido base del partido que aseguraba la implantación territorial y el espíritu original de la formación de estructura de pirámide invertida. Ya nadie se acuerda de los círculos que dieron forma al partido, su conformación y propia imagen.

Ramón Espinar e Íñigo Errejón aprovecharon la debacle para cobrarse cuitas pendientes, a pesar de que ellos son dos de los máximos responsables. Porque fueron dirigentes importantes e hicieron todo aquello que ahora denuncian. La sangría que se originó en las primarias de Madrid, precisamente entre ellos dos, fue el principio del fin de la formación. El duelo abierto y descarnado, transparente de la peor manera a los medios, y que desguazó a la formación fue propiciado por ellos como cabezas de listas que competían. Los usos y costumbres de una disputa interna que tuvo como protagonistas a Espinar, como enviado de Iglesias, y Errejón es el paradigma de la enfermedad mortal que ahora empieza a asomar. Para el trazo fino de aquellas vergonzantes horas para la formación ya hay mucho escrito. Pero aquello tiene poca solución, de Pablo Iglesias y la dirección actual depende encontrar el remedio.

En las facciones de Podemos necesitan culpar a los adversarios internos de los problemas que existen ahora en el partido y de los malos resultados. Siempre el culpable es el otro. Pablo Iglesias es el máximo responsable porque aún es el líder y dirige la formación, pero Errejón, Espinar, Monedero, Bescansa y todos y cada uno de los que participaron de las luchas intestinas también tienen su parte alícuota. Igual que fueron parte importante de la creación y el auge, son responsables de lo que Podemos es ahora, de los daños causados, su destrucción y de sus resultados. Por acción, dirección, fragmentación o deslealtad. Fue su obra en origen y lo es en destino.