26 febrero 1985
Ramón Mendoza anuncia que se presentará a la presidencia, mientras que Eduardo Peña Abizanda y Juanito Navarro intentaran en vano reunir avales
Luis de Carlos dimite como Presidente del Real Madrid y anuncia elecciones presidenciales a las que no concurrirá
Hechos
El 12.02.1985 El presidente del Real Madrid, D. Luis de Carlos, anunció la convocatoria de elecciones anticipadas para la presidencia del club a las que él no se comprometería.
Lecturas
D. Luis de Carlos ocupa la presidencia del Real Madrid desde la muerte de D. Santiago Bernabeu en 1978 y, además, ratificado en las primeras elecciones en el club blanco en 1982. Ahora, la crisis que atraviesa el popular equipo de fútbol ha puesto fin a su mandato.
El 12 de febrero de 1985 D. Luis de Carlos Ortiz anuncia su dimisión como presidente del Real Madrid, club de fútbol. Ese mismo día D. Ramón Mendoza Fontela anuncia que presenta su candidatura para reemplazarla como presidente del club blanco. Ni D. Eduardo Peña Abizanda ni D. Antonio Martínez Laredo lograron reunir avales suficientes para rivalizar con él.
El 24 de mayo de 1985 D. Ramón Mendoza Fontela se convierte oficialmente en presidente del Real Madrid al ser el único candidato
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LUIS DE CARLOS SE LLEVA POR DELANTE A AMANCIO
Antes de formalizar su salida como Presidente del Real Madrid, La Junta Directiva de D. Luis de Carlos decidió el 15 de abril de 1985 relevar del puesto de entrenador a D. Amancio Amaro y reemplazarlo por D. Luis Molowny.
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Tanto el diario MARCA dirigido por D. Juan Pablo de Villanueva como el diario AS dirigido por D. Rafael Rienzi coincidieron en considerar en portada que el Real Madrid padecía una severa crisis. El diario MARCA ya colocaba en su portada a aquel que creía que sería su sucesor: D. Ramón Mendoza. El AS reflejaba la misma opinión en un artículo de opinión de D. Gerardo García.
12 Febrero 1985
Unión en el Madrid
El Real Madrid ha sido y sigue siendo un gran club, a pesar de que las circunstancias – una suma de infortunios y errores – limen ahora la magnitud de su figura. El acervo deportivo y social de la entidad blanca es una base firme sobre la cual sus seguidores pueden levantar la esperanza de una pronta recuperación. Los mejores clubes se distinguen precisamente, por su capacidad de hacer frente, con energía y sensatez, a los momentos difíciles. La hora crítica que vive el Real Madrid debe ser aceptada por toda la familia merengue como una posibilidad para hacer en el rumbo las rectificaciones precisas. El equipo blanco no tiene que ser ahora de once jugadores, sino de sesenta mil: todos los socios incluidos, claro está, los que se desahogaron con la bronca el pasado domingo. De su serenidad y su unión depende, en gran medida, el futuro del club.
13 Febrero 1985
Madrid, trigo y esperalda
Selina de Jong es la protagonista de una novela que lleva por título “¡Así de grande!”, de la norteamericana Edna Ferber, ganadora del permio Pulitzer de 1925. En uno de los pasajes de la obra, Selina de Jong dice que su padre le dijo un día que ‘en el mundo hay dos clases de personas. Una son trigo; otras, esmeralda”.
Las de trigo se refería a las simplemente buenas y honestas.
Las de esmeralda, a las inteligentes.
El pasado lunes, los directivos del Real Madrid ha sido trigo y esmeralda. Es decir, hicieron lo que tenían que hacer. La histórica tradición blanca de no perder la serenidad, de no culpar – como desgraciadamente se hacen en otras entidades futbolísticas – al entrenador, de mantener a un técnico que hace cuarenta días estaba en olor de multitud con el triunfo sobre el Anderlech, es quizá la mejor y más plausible decisión de una Junta directiva que, indudablemente, ha tenido errores en su gestión. Por otro lado, anunciar la convocatoria de elecciones para junio es otro gesto más en su haber de total honestidad y de inteligencia, que en modo alguno debe ser aprovechado por los arribistas de siempre. Es decir, los que quieren llegar al Madrid para servirse y no para servirlo.
En estos momentos, en que el solar ibérico se ha convertido para el Real en un ruedo donde hay toros de todas clases – desde el negro zaino al corniveleto y bragado – la decisión dirigente ha sido un modelo de total y absoluta dignidad, de altura, de saber estar y, como dije, de inteligencia. Al club le quedan bazas para jugar y salvar la temporada. Lo otro, a partir del 15 de junio próximo se pondrá en marcha. Lo dicho: Real Madrid, trigo y esmeralda.
Manuel Sarmiento Birba
13 Febrero 1985
De Carlos, la transición; Mendoza, la esperanza
Dicen que rectificar es de sabios, y tanto Luis de Carlos como Ramón Mendoza dan prueba de lelo. Los dos saben lo que quieren o, al menos, lo que quieren para el Madrid: lo mejor, como corresponde a un hombre que ha sido durante seis años el máximo responsable del club blanco, y otro, que aspira a presidir en breve el club de la ‘Casa Blanca’ de Chamartín. De Carlos, desde la muerte de Bernabéu, ha constituido realmente la transición de un club que lo tuvo prácticamente todo: un cuerpo dirigente que sentó cátedra a base de imponer nuevos métodos y que con visión futurista catapultó al Real a la cumbre más alta de la geografía futbolística de clubs: un equipo que alcanzó todos los triunfos imaginables de su época a nivel nacional e internacional y una mesa de socios y seguidores dentro y fuera de España que se acostumbró a lo bueno y que ahora no transige con lo que le dan.
Desde la muerte de Santiago Bernabéu – ya lo he dicho otras veces – el club del Real Madrid ya no es lo que era: al desaparecer aquel veterano pescador que se empapaba de filosofía en el Mare Nostrum a bordo de su sencilla ‘Saeta Rubia’ – quizá cuando dejó el mar, por la edad y los achaques, perdió la fuerza y la visión precisa que le proporcionaban las mareas como a un capitán Nemo – desaparecieron del club blanco sus tres mejores ejecutivos (Saporta, Antonio Calderón y Agustín Domínguez) y cuando se fueron jubilando también los ases de ayer (los Gento, Amancio, Grosso, Zoco, Pirri Benito…), que eran los portadores de aquella llama blanca, de aquel inimitable espíritu de lucha madridista, de aquel afán de triunfo sin reservas que había implantado Di Stéfano, y los seguidores, poco a poco, han ido por todos ellos dejándose en el camino también su fe, su afición y su pasión, prendidas en las espinas de los desengaños, en las zarzas de los despropósitos, en la sombra nueva y cómoda de los inesperados comportamientos. El Real Madrid ha seguido en la brecha, sí, ha ganado nuevos títulos y ha perdido otros por los pelos, o porque sí, pero ha hecho sonar varias veces los timbres de las alarmas de la ‘Casa Blanca sobre todo esta temporada: con Amancio y sus chavales del Castilla, principalmente, no ha logrado a estas alturas una alineación base, ni un esquema de juego, ni un patrón de fútbol, ni un lugar que garantice aún, como mal menor, una clasificación uefa. Ni siquiera una plantilla unida.
Mientras unos aseguran que la culpa de todo esto la tienen los jugadores, empezando por el propio Stielike, que lo confiesa así; otros responsabilizan el entrenador, y algunos van más allá y descargan todo el peso de la culpabilidad sobre el presidente. Lo fácil en estos casos, ya se sabe lo que es: echar el ‘mister’. Así se salva, al menos, de momento, la cabeza del presi. Pero Luis de Carlos, una vez más, ha dado muestras de su gran talla humana, de su seriedad y de su responsabilidad y ha mantenido, de acuerdo con sus directivos, a Amancio en su puesto. ‘Me iré yo sin cumplir mi último año de mandato, anticipando elecciones y dando tiempo así a todos los socios para que elijan de aquí a junio a mí sucesor’. Una prudente medida, digna de aplauso, sobre todo si se piensa que el domingo nos había dicho que ‘dimitir es producto de la cobardía y yo no soy un cobarde’.
También Ramón Mendoza había dicho, tras su derrota en las elecciones de hace casi tres años, que no volvería a aspirar a la presidencia del Real. Y ahora va a presentarse. Rectificar es de sabios, sí, señores. De Carlos ha representado, tras la muerte de Bernabéu, el largo periodo de la transición madridista, cuyos frutos van más allá de una mala temporada o de todas las paulatinas e importantes pérdidas de identidad que han ido produciéndose en la ‘Casa Blanca’ de Chamartín a las que antes aludía; con Ramón Mendoza debe llegar ahora la esperanza a las filas del Real. Hace unos días se presentó, incomprensible y asombrosamente, en casa del presidente de la Sociedad de Fomento y Cría Caballar una yegua que se había escapado del hipódromo y que responde al nombre de inesperada. Ahora llega la decisión del señor De Carlos de anticipar las elecciones: otra circunstancia ‘inesperada’. Si el hombre del ‘turf’ llega a coger las riendas del club blanco no será inesperadamente, sino esperanzadoramente. La afición quiere ganadores.
13 Febrero 1985
Entre futuro y pasado
Que ya lo dijo Calderón: “Engañando al día de hoy y esperando al de mañana”. Pero a mí me parece que el Real Madrid no ha intentado engañarse a sí mismo, ni tampoco a sus socios. Evidentemente, no era el tiempo más apropiado para cortar cabezas. Amancio sigue, de momento, y De Carlos anuncia elecciones. No se arregla gran cosa, pero tampoco se estropicia más de la cuenta, que ya está bastante embrollado el tema para los madridistas. Probablemente, la solución de emergencia no habrá satisfecho a casi nadie. O acaso no sea ni siquiera solución. Llamemosle compás de espera.
Cinco temporadas lleva ya sin asomarse al balcón del triunfo en la Liga. Ocho partidos sin conocer la victoria es demasiado para cualquier equipo, y sobre todo para un Real acostumbrado a los triunfos en cadena.
Lo que ocurre ahora en el Madrid es que el futuro le tortura y el pasado le encadena. Quizá por eso se le escapa, incluso, el presente. Desde una brillante historia a ese futuro incierto, hay que parar en el problema actual. Porque lo apremiante , lo que ha disparado ya esa bomba que estallará en junio es que no consigue buenos resultados. Amancio se ha planteado un reto después de pasarse la mano por el cuello: son los jugadores y él mismo como entrenador, los que tienen que dar la respuesta. De Carlos nunca ha utilizado un puño de hierro para dirigir al club, y ahora tampoco ha querido hacerlo. O no le han dejado.
El futuro blanco no se sabe, pero los jugadores y el propio Amancio se han cargado de responsabilidad cara a la masa social del club. Les va a pesar como una losa. Quizá les sirva también de acicate y estímulo. Quien de ahora en adelante se enfrente al equipo blanco tendrá que luchar contra ese incierto presente y ese ignorado futuro
J. M. Múgica
13 Febrero 1985
Las causas antes que los efectos
El tema de la actual situación del Real Madrid, en la doble versión, económica y deportiva, es muy delicado, pero es preciso entrar en el porqué el hombre de la calle, los aficionados que todo sostienen, así lo piden. Más conviene hacerlo con tanta claridad como prudencia, sin que el bisturí de la censura pueda dañar aspectos sanos del gran club, en detrimento de la unidad. De entrada diré que anticipar un año las elecciones a la presidencia del Madrid y que ningún miembro de la actual Junta se presente a la reelección parece digno constructivo y de gran amor a la entidad más prestigiosa del fútbol mundial. También encuentro acertado, aun discrpeando en dos aspectos de su trabajo (alineación y sistema) se mantenga a Amancio. La solución Molowny habría sido un error.
En estos momentos en lo económico y lo deportivo el Madrid paga las consecuencias de una serie de fallos en cadena que comenzaron con Cunningham, para seguir después con el innecesario fichaje de Metgod, después el de Lozano, base del acompañamiento de otros de menor cuantía como Garcelen, Ito, Juan José, García Navajas y alguno más para, unidos a los que estaban, tomar una plantilla que por condiciones técnicas y físicas hace más que difícil que pueda salir de ella un bloque homogéneo, moderno, rápido y ocnjuntado. El último fichaje, el de Valdano, es el de un rematador, pero no crea y por ello resulta imposible que su fútbol enlace con el de Santillana, glorioso veterano, ya en la puerta de salida. Juanito con su fútbol que no es actual, tampoco resuelve nada. Análisis este donde sólo busco las causas de una situación, siempre más importantes que los efectos.
Y ahora una serie de preguntas. ¿Todos estos fichajes pasaron por el obligado informe del manager? ¿Antes de cada adquisición se pensó si el candidato reunía las indispensables condiciones para cubrir la misión que el Madrid necesitaba? En los tres fichajes básicos, Cunningham, Metgod y Lozano. ¿Algún dirigente jugó a técnico? Si el manager, que tiene o debe tener la última palabra válida en cuanto a fichajes, fue escuchado y su informe positivo, malo, pero si no lo fue, peor. En el fútbol cada uno debe trabajar en su parcela con eficacia, claridad funcional y espíritu de equipo
Pedro Escartin