5 noviembre 1964

El sucesor del asesinado Kennedy seguirá en el cargo, bajo las sombras de los otros dos hermanos Kennedy, Bob y Ted, que comienzan a aparecer como posibles 'presidenciables' por el Partido Demócrata

Elecciones EEUU 1964 – Lyndon Johnson logra la reelección como presidente derrotando a Goldwater, anticomunista radical

Hechos

La candidatura de Lyndon Johnson (Demócrata) ganó a la de Barry Goldwatter (Republicano) en las elecciones de 1964

Lecturas

Jhonson era presidente de Estados Unidos desde el asesinato de su antecesor, Kennedy, en 1963.

Los norteamericanos acaban de confirmar en su cargo al presidente Lyndon Baines Johnson (Partido Demócrata), por una mayoría abrumadora: 42.374.405 votos contra 26.731.718 votos de su oponente, el republicano Barry Goldwater (Partido Republicano).

La ventaja de 15 millones y medio de votos es la mayor registrada en la historia de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.

Esta mayoría quedó reflejada en el reparto de ‘votos electorales’, donde Johnson recibió el apoyo de 486 votos electorales frente a sólo 52 de Goldwater.

Los republicanos sólo conservaron sus posiciones en los 6 estados del sur: Alabama, Arizona, Georgia, Luisiana, Mississippi y Carolina del Sur, donde más aguda es la oposición de las fuerzas conservadoras a la política anti-segregacionista del gobierno federal. El excepcional respaldo conseguido por Johnson le asegura, simultáneamente, una amplia mayoría en la cámara de representantes.

Todos estos elementos otorgan al gobierno de Johnson una gran capacidad de maniobra, para proseguir su política contra los enclaves racistas que perviven en el país. Al mismo tiempo, los comicios parecen reflejar la aprobación de los Estados Unidos a la política exterior del presidente, caracterizada por un compromiso, cada vez más claro, a favor de Vietnam del Sur.

Lyndon Johnson nació en Texas en 1908; en 1937 fue elegido representante por primera vez, y en 1941 se alistó en la marina, Roosevelt lo designó presidente de la comisión de asuntos navales, y Kennedy le eligió vicepresidente. Ahora desde el gobierno, Johnson podrá llevar a la práctica un gran sueño kennedyano: una ley contra la pobreza.

Las siguientes elecciones están previstas para 1968.


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LOS OTROS GANADORES

Hubert_Humprey El senador Hubert Humphrey era el compañero de candidatora de Lyndon Johnson por el Partido Demócrata como ‘vicepresidente’.

hermanos_kenne Los hermanos del asesinado presidente John F. Kennedy eran ambos candidatos en estas elecciones a senadores por el Partido Demócrata. Robert Kennedy lo era por Nueva York, donde ha sido elegido al tiempo que su hermano pequeño Ted Kennedy, lo era por Massachussets,  ya poseía el acta y ahora ha sido reelegido.

EL POSICIONAMIENTO DEL DIARIO MADRID (ESPAÑA)

barrygolwatter La prensa europea democrática se mostró escéptica hacia la candidatura de Barry Goldwater, del Partido Republicano, por considerarle demasiado radical. En España, por su parte, la prensa generalista nacional mantenía cierta neutralidad (como venía siendo habitual históricamente) entre los dos candidatos. Se salió de la norma el Diario MADRID, propiedad de la sociedad FACES (una entidad controlada por el Banco Popular, vinculado al Opus Dei), que decidió hacer una cobertura claramente favorable hacia Goldwater, que finalmente fue derrotado.

Las siguientes elecciones están previstas para 1968.

05 Noviembre 1964

Madurez de un pueblo

Xavier de Echarri

Leer

Del arrollador triunfo de Johnson se pueden sacar varias consecuencias. Probablemente el lector conoce ya las primeras reacciones de personalidades y comentaristas de todas las zonas geográficas del planeta. Gracias a un fabuloso sistema de comunicaciones rapidísimas, los europeos, los africanos, los asiáticos y los americanos que habitan más al norte y más al sur de las fronteras de los Estados Unidos, hemos podido seguir paso a paso el desarrollo del magno acontecimiento electoral. Durante nuestra madrugada de ayer – al término del martes europeo y comienzo del miércoles – vivir en este mundo era participar de una íntima convivencia de naciones y pueblos. Así realmente fue.

Entre esos posibles corolarios de la victoria del actual Presidente, tal vez hay uno que merece destacarse en primer lugar: el ejemplo de buen sentido político, la prueba de madurez cívica, con que se ha comportado el pueblo americano. Desde hace unas semanas, el candidato republicano levantó una bandera de colores atrayentes. “Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos – se le decía al elector – tenemos que imponernos en el mundo con decisión y fuerza”. En algunas ocasiones – y en distintos lugares – se han lanzado sobre las masas ‘slogans’ parecidos. Pero el hombre común americano, el buen hombre de la calle, no ha prestado oído a la tentación y ha preferido votar la fórmula de la transigencia, y de la negociación, la política de la apertura a la paz.

Se ha elegido a Johnson y se ha repudiado a Goldwater. Quizá sean más los electores que acudieron a las urnas para decir – ante todo – “no”. “No” al extremismo, sea en defensa de lo que sea; “no”, a la violencia, tanto si se aspira alcanzar con ella una cosa estimable como si se encamina hacia un mal fin.

El derrotado senador de Arizona había proclamado una doctrina errónea en su discurso de aceptación de la investidura del G. O. P. [Partido Republicano], el 16 de julio: “El extremismo en defensa de la libertad no es un vicio; la moderación para buscar la justicia no es una virtud”. Los centenares de delegados que le aclamaron entonces en el “Cow Palace” pretendían que tales tesis formaban una parte esencial de la concepción americana de la vida.

Millares de seres humanos han recobrado ahora su confianza en Norteamérica.

El golpe mortal que la opinión pública ha dado a Barry Goldwater tiene – sin duda – mayor alcance que el fin de la carrera de un senador. A nuestro juicio, en el gran país americano se enterró anteayer una doctrina política. Como 35 años atrás – en el ‘martes negro’ de noviembre – terminó de tener vigencia otra receta que se proponía al pueblo: el capitalismo de los años veinte.

El programa de Goldwater, en efecto, se ha presentado durante la campaña electoral como una filosofía política. Nada más y nada menos que eso. Semejante ideario – los sueños de una sociedad opulenta, en una noche de verano junto al Pacífico – quería debilitar al máximo los poderes de la autoridades de Washington, con una retribución de los impuestos en beneficio de los poderosos; el goldwaterismo aspiraba a dejar al débil correr su propia suerte: “el poder público no debe interferirse en el caminar libre de nadie, pobre o negro”. La política extranjera se reducía a un postulado: “Autosuficiencia de USA y superioridad de esta nación frente a cualquiera”.

El goldwaterismo, en suma, era una versión nueva de lo que en 1929 le estalló a Herbet Hoover en las manos. Credo político cuyo futuro se ha cerrado extraordinariamente ahora, tras el resultado abrumador de este 3 de noviembre.

Hacia fuera – particularmente hacia el tercer mundo – el hundimiento de Goldwater reviste una singular importancia. Diríase que el pueblo americano ha logrado de un golpe – el feliz golpe de las elecciones que comentamos – la recuperación del prestigio que había descendido mucho hace un año: cando el 22 de noviembre de 1963 fue asesinado en Dallas John F. Kennedy.

Pero de lo que ha representado en los comicios la sombra del malogrado Presidente y de la continuidad en la obra política que, desde 1961, se realiza desde la Casa Blanca, nos ocuparemos en próximas ocasión. Hoy tan sólo queremos rendir el homenaje que merece al buen sentido, a la equilibrada ponderación y a la madurez del pueblo americano.

El Análisis

La última victoria de John Kennedy

JF Lamata

Lyndon Johnson sabía bien que estaba haciendo una sustitución. John Kennedy había empezado a hacer campaña para su reelección y sabía que tenía todas las de ganar, pero una bala se lo había impedido. Nadie podía discutir que como su vicepresidente Johnson era el sucesor natural. Johnson ya había querido ser candidato a presidente por el Partido Demócrata en 1960 y había perdido frente a Kennedy que, hábilmente, había sabido integrarle en su candidatura. (si los Kennedy daban la imagen de familia de casa bien, Johnson era el ‘hombre del pueblo’).

El problema para Johnson es que pronto debería mirar de reojo a los otros dos Kennedy, Ted y Bob, el despacho oval de la Casa Blanca también les resultaba atractivo para ellos.

J. F. Lamata