24 marzo 1994

Su victoria se daba por segura por absolutamente todos los medios

Magnicidio en México: Asesinado el candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio

Hechos

El 24.03.1994 fue asesinado en México el candidato a la presidencia del país por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Luis Donaldo Colosio.

Lecturas

A Luis Donaldo Colosio le tocó encabezar la candidatura presidencial en el peor momento del PRI y teniendo siempre detrás la sombra nada tranquilizadora de Manuel Camacho, que aspiraba a desplazarle. Sin  embargo, en forma creciente sus discursos fueron claros y orientados a asumir el compromiso con la democracia.

«Con la muerte de Colosio, México ha perdido a un gran hombre y yo he perdido a un gran amigo», declaró el presidente Salinas tras velar los restos en la sede central del PRI. En el lenguaje de la familia salinista, Colosio era ‘hijo’ del actual presidente.

Ningún otro candidato priista se había comprometido con anterioridad a ganar con elecciones limpias y a impulsar a un régimen verdaderamente democrático. Claro está que la insurrección zapatista de enero despertó una conciencia democrática en todo el país y oscureció la campaña del candidato oficialista, forzándole a adaptarse a una modernidad que implicaba despojarse de toda la parafernalia que entrañaba una campaña del partido de Estado. Para lograr una identidad propia que le quitara el sambenito de continuismo del salinismo, adoptó un aire campechano y visitó barrios populares, lo que pudo facilitar el trabajo de su asesino.

En ocho años, Colosio alcanzó todos los cargos a que un político puede aspirar: diputado, senador, coordinador de una campaña presidencial, dirigente de un partido político, ministro de Desarrollo Social y candidato presidencial. Su ascenso al poder comenzó en 1987, tras la designación de Salinas como candidato a la presidencia. Economista de profesión, fue nombrado jefe de comité ejecutivo nacional del PRI.

MAZAZO PARA SALINAS

salinas La muerte de D. Luis Donaldo Colosio, el candidato designado para suceder a Salinas, supone además de una tragedia una derrota política para el presidente saliente de México. El PRI seguirá en el poder, pero ya no será el triunfo de la facción de Salinas.

25 Marzo 1994

Asesinato en México

Editorial (Director: Jesús Ceberio)

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El asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato del PRI a la presidencia de México, ha sumido al país en un clima de desconcierto e incertidumbre. El candidato del PRI era considerado prácticamente como el próximo presidente, y representaba una línea de continuidad en el proceso de modernización política y económica emprendido por Miguel de la Madrid y profundizado por Salinas. De ahí que la sensación de vacío afecte muy hondamente al futuro inmediato del país. Desde el asesinato de Álvaro Obregón, en 1928, todavía con la revolución caliente, México no había conocido un hecho de esta naturaleza.Asesinar a un orador en un mitin, donde se concentra una gran masa de gente, es relativamente fácil para una persona resuelta a hacerlo. El hecho mismo de que el autor del atentado haya sido detenido inmediatamente apunta a un acto individual, aunque la investigación de la policía aportará sin duda nuevos elementos de juicio. En todo caso, la condena del crimen por todas las fuerzas políticas ha sido unánime e inmediata. Y es sintomático que el partido de Cárdenas -el adversario más radical del PRI- insista en estos momentos en la necesidad de que el proceso electoral se reanude en un marco de calma y legalidad. El presidente Salinas se apresuró la misma noche del atentado a garantizar el orden constitucional y la continuidad del proceso electoral.

Por otra parte, es obvio que, para la dirección del PRI y para el presidente Salinas, es urgente nombrar un nuevo candidato para que se restablezca la normalidad. El mayor peligro del momento presente es que los enemigos de la democracia se lancen a maniobras desestabilizadoras. Sin embargo, nombrar un nuevo candidato plantea muchos problemas. La designación de Manuel Camacho, ya preferido por un sector del PRI antes de que fuese nombrado mediador en Chiapas con los campesinos sublevados, no sería bien recibida por el ala más moderada del PRI. Pero, al mismo tiempo, dejar de lado a Camacho por segunda vez puede provocar reacciones airadas entre los priístas que ya en diciembre aceptaron a regañadientes la designación de Colosio.

La cohesión misma del PRI puede estar en juego. En realidad, Camacho, sobre todo por su conducta en la negociación con los sublevados de Chiapas, encarna ante una parte de la opinión pública mexicana una voluntad de profundas reformas sociales, que muchos juzgan indispensables si se quiere asegurar una estabilidad efectiva. La sublevación de Chiapas ha sacado a la superficie, al margen incluso de los actores concretos del movimiento armado, la necesidad de dar solución a estados de miseria, de discriminación social y cultural en amplias zonas del país, subestimados por el Gobierno.

Es, pues, inevitable que la designación del nuevo candidato supere el simple aspecto personal de encontrar una persona capaz y con fidelidad al partido. México se encuentra desde enero en plena conmoción política: el asesinato de Colosio agrega ahora una nota de tragedia y de dolor. Las elecciones de agosto deben contribuir a profundizar el esfuerzo democratizador realizado por Salinas, pero al mismo tiempo el país presenta grietas en su estructura social que será preciso abordar con decisión.

25 Marzo 1994

La ley mexicana impide a los políticos con mas gancho ocupar el puesto de aspirante a la presidencia

Fernando Orgambides

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El Partido Revolucionario Institucional (PRI), más unido ahora que nunca tras el magnicidio de Tijuana, reunirá a su comité ejecutivo nacional este fin de semana para estudiar cómo resolver la grave crisis institucional desatada tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, lo que incluye su inmediata sustitución dado que faltan tan sólo cinco meses para las elecciones presidenciales del 21 de agosto. Al tradicional mutismo que rodea un destape político en México se uneahora la incógnita de cómo se va a proceder internamente para esta designación de carácter extraordinario. La principal traba es una Constitución que impide la presentación de los que resultan ser los políticos con más gancho, por ser miembros del Gobierno.

De cualquier modo, observadores políticos estiman que en esta ocasión no sólo va a contar la opinión del presidente Carlos Salinas de Gortari, como ocurriera en noviembre con eldestape de Colosio, sino también la de los grandes barones de las diferentes familias del partido.Siete nombres sonaban con insistencia ayer en México como posibles candidatos para sustituir al malogrado Colosio: Fernando Ortiz Arana, presidente del PRI; Ernesto Zedillo Ponce de León, ex secretario (ministro) de Educación y hasta ahora coordinador de la campaña de Colosio; Francisco Rojas Gutiérrez, director general de Petróleos Mexicanos (Pemex); Sergio García Ramírez, presidente del Tribunal Agrario; Genaro Borrego Estrada, director general del Instituto Mexicano de la Seguridad Social; José Francisco Ruiz Massieu, director del Instituto Nacional para la Vivienda del Trabajador, y Fernando Gutiérrez Barrios, ex secretario (ministro) de Gobernación.

La mayoría de estos políticos es de orientación salinista, pero hay otros que representan a la vieja escuela política del sistema. Este es el caso de Fernando Gutiérrez Barrios, un hombre al que Salinas retiró hace más de un año después de haber dirigido al principio del sexenio la influyente Secretaría (Ministerio) de Gobernación y al que se atribuye el apoyo del Ejército, que se siente agredido en su orgullo por los sucesos de Chiapas y sus consecuencias posteriores.

Gutiérrez Barrio, ex oficial del Ejército, ha hecho toda su carrera política en el área de los servicios secretos mexicanos. Tan político como policía, es sin embargo un hombre sin formación económica, muy distante en lo cultural del equipo de tecnócratas que ha acompañado a Salinas en la transformación de este país y, por supuesto, la persona menos ideal del sistema para dirigir un país que desde el 1 de enero es socio de EE UU.

Este político sería un candidato que contentaría a los sectores duros y más inmovilistas del sistema porque ofrece seguridad interior, especialmente en un momento de incuestionable inestabilidad en México. No obstante, su nombre asusta en el exterior y entre quienes creen en la democracia. Gutiérrez Barrios, amigo personal del cubano Fidel Castro y del nicaragüense Tomás Borge, ha sido en los últimos sexenios la persona que, desde sus diferentes cargos en Gobernación, dio cobijo en el país a grupos guerrilleros de Centroamérica y a otros movimientos armados del resto del mundo.

Autodescartado de nuevo el jueves Manuel Camacho, el hombre más odiado entre la gente que llora estos días a Colosio, los observadores políticos destacaban ayer como significativo que entre los nombres que se barajan estén ausentes personalidades de relieve que pudieran arrastrar el voto masivo dentro del país y ganarse la confianza del exterior.

El problema de que entre estos nombres no figuren políticos de la talla de Pedro Aspe Armella, viejo aspirante presidencial y actual secretario de Hacienda; Emilio Gamboa Patrón, secretario de Comunicaciones y Transportes y antiguo secretario particular del ex presidente Miguel de la Madrid, o el ex embajador en España Jesús Silva Herzog, nombrado hace muy poco secretario de Turismo, es de tipo constitucional, ya que el artículo 82 de la Carta Magna mexicana impide ser candidatos a todos aquellos ministros que no hayan renunciado al cargo seis meses antes de las elecciones. Lo mismo ocurre entre los gobernadores, subsecretarios y jefes o secretarios generales de los departamentos administrativos del Gobiemo.

Adiós a Colosio

Dentro del PRI, pese a que todavía ayer, segundo día de luto nacional, las actividades de sus cuadros estaban volcadas en el adiós que se le dio a Luis Donaldo Colosio en su natal Magdalena de Kino, en el Estado de Sonora, existe un sector partidario de tirar hacia adelante lo más rápido posible con los nombres que se estaban barajando y otro partidario de esperar, aprovechando los días de Semana Santa para encontrar vías que permitan ampliar el número de precandidatos.

Una de las soluciones que se barajaba era aprovechar la mayoría que el PRI tiene en el Senado y en la Cámara de Diputados para reformar urgentemente la Constitución y hacer posible que puedan ser candidatos algunos de los actuales secretarios de Gobierno.

25 Marzo 1994

México, el monolito descabezado

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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DOS balas del calibre 38 acabaron el miércoles con la vida de Luis Donaldo Colosio, candidato a la Presidencia de México por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). En cualquier país, el asesinato de un firme candidato a la jefatura del Estado supone una conmoción. Pero en México representa mucho más: el sistema de sucesión presidencial sigue un ritual tan monolítico que su descalabro afecta a los cimientos de todo el sistema. Lo que, en momentos tan delicados para el país como los actuales -la negociación de Chiapas sin resolver, el NAFTA pendiente, la «modernización» neoliberal a medias-, hunde al país en una crisis de gravedad desconocida desde los años 20.

Dada la tradición política mexicana -ningún candidato del PRI ha perdido jamás las elecciones, por lo que Colosio venía actuando ya de hecho como presidente-bis desde que fue designado para la sucesión de Salinas-, este asesinato bien puede considerarse un magnicidio, que viene a añadirse al de los tres presidentes -Madero, Carranza y Obregón- asesinados a lo largo del siglo XX.

Al conocer la noticia, el aún presidente Salinas de Gortari pidió calma y unidad al país, pero se resistió, a pesar de considerar la idea durante horas, a declarar el estado de emergencia. Con unos mercados financieros muy volátiles desde el alzamiento en Chiapas, Salinas ha puesto los intereses del país por delante de lo que le pedían sus consejeros y sus propios sentimientos.

Deberá ahora reiniciar el difícil proceso sucesorio. Sólo que los problemas son en este momento mucho más graves que en noviembre del 93, cuando se decidió el último «dedazo». La ley prohibe que el elegido ocupe cargos oficiales en los cinco meses anteriores a las elecciones. Pero México pasa hoy por grandes males y cabe que Salinas se decida a afrontarlos con remedios a la misma escala.

Lo haría si se decidiera a poner la candidatura en manos de Manuel Camacho Solís, ex ministro de Exteriores, ex alcalde de México DF y mediador oficial en las negociaciones de Chiapas. Tras varias semanas de vacilaciones, el pasado martes, apenas 24 horas antes del asesinato de Colosio, Camacho había renunciado oficialmente a presentarse a las elecciones contra el PRI con estas palabras: «Quiero ser presidente, pero no a cualquier precio».

Aunque haya hecho toda su carrera política en las filas del PRI, Camacho es un firme partidario de efectuar reformas democráticas profundas y de una distribución mucho más justa de la riqueza. Cuenta con el apoyo masivo de la población y su prestigio ha subido mucho con el acuerdo preliminar alcanzado el 2 de marzo con la guerrilla.

Cierto que todas estas cualidades son vistas como otras tantas amenazas por una parte de la oligarquía mexicana. Piensa ésta que, con Camacho en la Presidencia, sus privilegios, e incluso el futuro del PRI, quedarían en entredicho. Pero eso, malo para esa oligarquía, podría marcar el inicio de la regeneración democrática de México.

11 Abril 1994

La prueba de Colosio

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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LO QUE muchos califican de fin del antiguo régimen en México no cesa de desarrollarse en un contexto sumamente accidentado. Parece como si la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio, suscrito por México, Estados Unidos y Canadá, y presunta pieza clave en la modernización del país, hubiera sido el pistoletazo de salida para todo tipo de siniestros. Primero, la insurrección zapatista en enero -hoy adormecida, pero lejos de una solución política duradera-, y, hace dos semanas, el asesinato en Tijuana del candidato presidencial del partido gobernante, PRI, Luis Donaldo Colosio, son buena prueba de ello.Sin necesidad de apuntarse a ninguna teoría conspirativa de la historia cabe convenir en que un rosario de casualidades es aún explicación más pobre de lo que está sucediendo. Por ello no parecerá aventurado presumir que no todo el mundo está de acuerdo en que México se convierta en una democracia plena, como corresponde a la apuesta del presidente Salinas de Gortari para una auténtica integración de su país en el mundo occidental.

El asesinato de Colosio no se puede ya presentar como la obra de un perturbado, la acción de un asocial que sólo buscaba sus 15 minutos de celebridad, como decía Warhol en previsión de futuras histerias ciudadanas. Conspiración parece claro que la ha habido en la medida en que destacados miembros del equipo que debía velar, precisamente, por la seguridad de Colosio están verosímilmente acusados de orquestar las circunstancias en que se cometió el asesinato. Y por eso, justamente, la solución que las autoridades sepan darle al problema será todo un paradigma de la capacidad modemizadora del Estado mexicano a fin del siglo XX.

Si hay implicaciones externas en el crimen, si las ramificaciones del caso se hunden en las propias instancias del partido gobernante, que es como decir del Estado, el Partido Revolucionario Institucional y la Administración del presidente Salinas deberán demostrar que son capaces de llegar hasta el final de la trama, de disipar toda sospecha de que hay más que reservas mentales a ese proceso modernizador, y de barrer las fuerzas que puedan estar implicadas en una operación de minado del futuro.

No todos los datos son, sin embargo, absolutamente favorables. El fiscal encargado de la investigación, Miguel Montes, es un veterano routier del PRI, y aunque eso no le descalifique frontalmente -¿quién en México no ha tenido que ver con el PRI en un momento u otro de su vida?-, en este caso las apariencias son tan importantes como las consecuencias.

En agosto, México deberá tener un nuevo presidente, y la forma en que se produzca la elección, probablemente paralela a la investigación del caso, que difícilmente habrá concluido para entonces, habrá de ser el punto de inflexión para el nacimiento de ese nuevo México del que nos hablan los eslóganes políticos.

Si el nuevo candidato, Ernesto Zedillo y Ponce de León, vence con el más mínimo margen de duda en materia de limpieza electoral; si es razonable suponer que se haya impedido la victoria de alguno de los candidatos rivales, y, notablemente, del representante de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas, sabremos que seguimos tratando con el poder de siempre, con el que ha dado estabilidad, pero también falsificación del proceso político a un pueblo mexicano del que no cabe poner en duda su capacidad para decidir por sí solo sus destinos.

La investigación del asesinato de Colosio y la suerte electoral se unen, así, en una sola prueba de fuego para que sepamos dónde nos hallamos. En las puertas del siglo XXI o chapoteando en la superchería habitual. La batalla ha comenzado a librarse ya hace algún tiempo. Pero sus resultados no pueden demorarse mucho. Este verano saldremos de dudas.