7 noviembre 2018

Filtradas las conversaciones en las que se oía como ella y su marido hablaban con Villarejo sobre la posibilidad de espiar a Javier Arenas o al entorno de Rubalcaba

María Dolores de Cospedal dimite de todos sus cargos y se retira de la política al ser salpicada por el caso Villarejo junto a su marido

Hechos

  • El 5.11.2018 Dña. Dolores de Cospedal anunció que renunciaba a su puesto en el Comité Ejecutivo del Partido Popular.
  • El 7.11.2018 Dña. Dolores de Cospedal hizo pública la renuncia de su escaño.

Lecturas

El 30 de octubre de 2018 el digital Moncloa.com – que se ha hecho con el archivo de grabaciones del comisario encarcelado D. José Manuel Villarejo Pérez o parte de él – desveló que la exministra y exsecretaria general del Partido Popular, Dña. María Dolores de Cospedal García, se reunió con el comisario Villarejo Pérez en la sede del Partido Popular y en presencia de su marido para hablar sobre sus trabajos de espionaje.  El digital Moncloa.com está dirigido por D. Joaquín Vidal Fernández de Castro y es propiedad de D. Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña (que también es dueño del digital Merca2), aparentemente Moncloa.com se ha hehco con parte del archivo de grabaciones del Sr. Villarejo Pérez.

Dña. Dolores de Cospedal sigue siendo diputada y forma parte de la actual ejecutiva del PP presidida por D. Pablo Casado Blanco, pero su situación queda tocada cuando Moncloa.com difunde audios en los que se escuchan partes de la conversación de la Sra. Cospedal y el Sr. Villarejo, así como del marido de la política, D. Ignacio López del Hierro.

El 5 de noviembre de 2018 Dña. Dolores Cospedal García anuncia su dimisión como miembro de la ejecutiva del PP para no dañar del partido, pero sigue siendo diputada.

El 7 de noviembre de 2018 presonaba por su propio partido renuncia a su acta de diputado en lo que supone su final político.

La caída de la Sra. Cospedal García puede suponer también la de los que eran sus principales colaboradores como es el caso de la actual portavoz del PP en el Congreso, Dña. Dolors Montserrat Montserrat, de la que no parece claro que mantenga el cargo en la siguiente legislatura.

06 Noviembre 2010

Cospedal: una renuncia a plazos e insuficiente

EL MUNDO (Director: Francisco Rosell)

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LA DECISIÓN de María Dolores de Cospedal, forzada por Pablo Casado, de dimitir del Comité Ejecutivo del PP y mantener su escaño, tras revelarse ayer más detalles de la entrevista que mantuvo el 21 de julio de 2009 con el ex comisario Villarejo, no hará más que alargar el problema y erosionar la credibilidad de su partido. En política, una renuncia no puede consumarse a plazos. Por tanto, limitar la asunción de sus responsabilidades al abandono de la cúpula del PP supone un ejercicio de escapismo que alimenta las sospechas sobre su interés en mantener su condición de aforada.

Los vínculos con Villarejo, teniendo en cuenta los contenidos de los audios hechos públicos hasta la fecha, inhabilitan el futuro político de la dirigente popular. Cospedal osó recibir en plena instrucción de Gürtel a tan turbio personaje –en prisión por el caso Tándem– en la planta noble de la sede nacional del PP. Lo hizo acompañado de su marido, el empresario Ignacio López del Hierro, pese a que éste no ejercía ninguna función orgánica. Y lo hizo, además, con la abierta intención de encargar al entonces condecorado comisario una serie de trabajos dirigidos a interferir en los procesos judiciales que salpicaban al PP –incluido el pen drive que contenía documentación relevante en el sumario del caso Gürtel–, además de espiar a su compañero de partido Javier Arenas y al hermano de Rubalcaba cuando éste era ministro del Interior. En concreto, según la última grabación revelada, lo que traslada Villarejo a López de Hierro en un encuentro anterior en un local público, y que luego ratifica a Cospedal en la calle Génova, es que el hermano del ex secretario general del PSOE mantendría una supuesta relación sentimental con la dueña de la agencia de detectives Método 3, y que esa relación estaría sirviendo para obtener contratos para esta empresa. En el audio queda claro que, en un encuentro final, el marido de Cospedal pide a Villarejo que investigue al hermano de Rubalcaba. El comisario, que sugirió rastrear teléfonos ilegalmente y hacer un repaso de las tarjetas de crédito, aceptó el encargo, de la misma forma que también se mostró receptivo a espiar a Arenas con dinero del PP. Si tal conducta resulta obscena y reprobable de por sí, aún lo es más teniendo en cuenta que la encomienda procedía nada menos que de la número dos del PP en ese momento.

El hecho de que la ex ministra de Defensa no faltara a la verdad sobre su encuentro con Villarejo no la exime de la obligación de apartarse por completo y sin dilación de la actividad política. Tanto por la gravedad de los audios difundidos como por el bien de su propio partido.

07 Noviembre 2018

Comunicado de Dimisión de Dolores de Cospedal

Dolores de Cospedal

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«Desde que empecé a dedicarme a la política, hace ya más de veinte años, no he tenido otro interés que servir a mi país a través de unas siglas, las del Partido Popular, que reflejan, mejor que ninguna otra organización política, el modelo de sociedad en el que creo, la idea de España que tantos millones de españoles compartimos, y los principios y valores que siempre he defendido.

Durante los últimos diez años, he tenido el honor de ser la secretaria general del Partido Popular. He compartido con mucha gente buena mi ilusión por una España mejor, más libre y fuerte, por una España auténticamente democrática.

Ni un solo día consideré la actividad política como un trabajo más. Estar por estar, a cualquier precio, no tiene sentido. Siempre he creído necesario sentirme parte de un proyecto más importante que yo misma, sea cual sea la responsabilidad que ocupara en él. Recabar la confianza de los ciudadanos para dar forma a un proyecto político que mejore sus vidas es el mayor privilegio que un representante público puede llegar a alcanzar.

Siempre necesité, por tanto, formar parte de un proyecto que abanderara un sentimiento de orgullo de pertenencia a la nación española. Que asumiera como propios los valores de la defensa de la libertad, de la solidaridad como principio político y de los derechos y libertades consagrados en nuestra Constitución.

He tenido la oportunidad de conocer a mucha gente. Me quedo con todo lo bueno, con el cariño que he recibido en tantos momentos. He defendido, y lo volvería a hacer de la misma manera, el honor de mi partido y de toda su militancia.

Creo humildemente que mi actitud ante los casos de corrupción que dañaron innegablemente el buen nombre del Partido Popular, me hizo merecedora de la autoridad para defender el honor de tantos compañeros que fueron objeto de injusticias, sospechas y vapuleos por el hecho de formar parte de mi formación. Las distintas varas de medir conforman una práctica común en la política española y la cobertura de ciertos asuntos en relación al Partido Popular y a quienes formamos parte de él ha llegado en ocasiones hasta el ensañamiento.

He cometido muchos errores en mi vida, pero considero que mi interlocución hace nueve años con el responsable de una empresa autorizada por el Ministerio de Interior no es uno de ellos. Reitero en esta carta mi absoluta tranquilidad de conciencia ante lo que hice: escuchar y pedir aclaraciones, en mi papel de secretaria general, a quien acudió a mí para ofrecerme información que podía ser de interés capital para esclarecer comportamientos sospechosos que después la Justicia calificaría como delictivos.

El Partido Popular tuvo la generosidad de elegirme, a propuesta de su presidente, secretaria general en junio de 2008. Pocos meses después, se empezó a conocer la existencia de casos de corrupción de personas vinculadas al partido. Personas que se aprovechaban de las siglas de una formación política intachable para perpetrar delitos que desde hace tiempo están judicializados. Mi obligación es tratar de saber qué estaba ocurriendo. Mi deber era apoyar a mi partido desde la regeneración, aunque fuera a costa de granjearme numerosos enemigos. No habría actuado de forma diferente diez años más tarde.

Procuré por todos los medios a mi alcance, por supuesto dentro de los límites de la ley, conocer la problemática que vivía mi partido. ¿Se esperaba que yo hubiera mirado a otro lado si podía conocer mejor lo que estaba sucediendo? ¿Qué dirigente político, qué buen empresario, no trata de conocer a fondo todo aquello que afecta a su organización?

Si es un pecado mortal haber hablado con un comisario de policía que por aquel entonces -no lo olvidemos- acababa de ser condecorado por el entonces ministro de Interior del PSOE, entonces me equivoqué. Pero en lo que seguro me equivoqué fue en pedir a mi marido, Ignacio López del Hierro, que me ayudara en una interlocución que no era fácil. Me equivoqué a la hora de pedirle que ayudara al PP. Ahora, él está pagando por haberme ayudado a tratar de tener una visión más clara de lo que estaba ocurriendo.

Luché, pues era mi deber, contra los que traicionaron a mi partido y a la confianza de la sociedad. Ha sido un trabajo ingrato y difícil, pero tampoco me he arrepentido nunca. Se lo debía a mi gente y creo que también a todos los españoles.

Nunca he tenido que mentir, nunca lo he hecho, siempre he dicho la verdad. Y la verdad es que nunca ordené ni encargué espiar a nadie. Pedí más información para confirmar si eran ciertas cuestionas concretas que me habían hecho llegar y que podían afectar a determinadas personas. Esa era mi responsabilidad.

Ahora no lo digo por mí, pero les pido a mis compañeros de partido lo que siempre les pedí: que cierren filas ante las injusticias. Siempre he creído que un partido que no es capaz de defender a los suyos cuando están siendo injustamente atacados no puede esperar que los ciudadanos confíen en él. Cuando tus adversarios políticos detectan que tu fortaleza es vulnerable, los ataques se multiplican.

Hoy dejo mi escaño. Lo hago para liberar al Partido Popular de cualquier ataque, por muy injustificado que éste sea, sobre todo cuando estamos en un importante proceso electoral en Andalucía. Lo hago también para que mi formación política se sienta libre de denunciar la situación que vive nuestro país, empezado por un presidente del Gobierno que lo es gracias a los enemigos de España, y terminando por ese mimo Gobierno con dos ministros cesados y otros cuatro seriamente cuestionados, respecto a los cuales la vara de medir parece ser muy distinta. A diferencia de ellos, por poner un solo ejemplo, yo nunca he metido. Es verdad que puede ser hasta normal que los comportamientos de esos ministros parezcan menores ante la traición que supone, a ojos de una mayoría de españoles, que el dirigente que perdió por dos veces las elecciones venda la dignidad del Estado de Derecho a cambio de la aprobación de unos presupuestos.

Desde el último Congreso Nacional del Partido Popular, donde todo el mundo recuerda cuál fue mi postura, tomé la decisión de abandonar la política. Tenía previsto, desde aquel día, dejar la vida pública al término de una transición ordenada en mis responsabilidades. Eso es exactamente lo que hubiera hecho dentro de unos días. Nunca pensé que lo fuera hacer en un ambiente así. Esta misma semana, aseguré que no tenía por qué dejar mi escaño. No he hecho nada de lo que me sienta avergonzada. Pero después de reflexionarlo más, he querido adelantar mi decisión unas fechas porque, por una vez, tengo derecho a cuidar de mí misma y de los míos. Las interpretaciones que se hagan de mi salida ya no me atañen.

Pido perdón a mis compañeros del Partido Popular de Castilla-La Mancha y de Toledo, circunscripción por la que soy diputada, porque me hubiera gustado contarles mi renuncia personalmente. Pero a veces las circunstancias imponen otros tiempos. Espero tener la ocasión de verlos muy pronto.

Me marcho agradecida a mis amigos, entre ellos muchos compañeros, que tanto cariño y apoyo me han dado siempre. Doy las gracias de todo corazón a los militantes del Partido Popular. Ellos han sido siempre mi inspiración. Agradezco inmensamente la confianza de toda la gente que me votó y me ayudó a ganar dos veces las elecciones en mi tierra. Gracias, sobre todo, a la gente que ha confiado en el Partido Popular. Sigo convencida de que es el partido que necesitan los españoles. Ha sido un honor ser presidenta de mi región y ministra de Defensa. Esté donde esté a partir de ahora, vaya donde vaya, seguiré trabajando por el futuro de mi país.»

María Dolores de Cospedal

08 Noviembre 2018

La matanza en diferido del PP

Rubén Amón

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La caída de Cospedal abre las entrañas de la rivalidad con Soraya Saénz de Santamaría

Es una broma recurrente y agradecida aludir al sacrificio de María Dolores de Cospedal como un despido en diferido, pero el juego define con bastante precisión la matanza póstuma que se ha organizado en el PP con la munición de las psicofonías de Villarejo, confidente de la ex secretaria general del partido y verdugo circunstancial, accidental, en la faida de Génova 13.

Ha sido una ejecución extemporánea o temporizada, según se mire, precisamente porque la crisis sorprende a Cospedal cuando ya está amortizada políticamente, y porque hubiera laminado al PP de haberse precipitado hace unos meses, pero el propio diferimiento sobrentiende que el origen de la conspiración hay que buscarla dentro del partido.

Imaginemos que Soraya Sáenz de Santamaría se ha valido de sus informaciones del CNI para descarrilar a su enemiga minimizando el impacto en la reputación del partido. Hubiera sido nocivo hacerlo en los tiempos de marianismo. Y habría sido muy sospechoso airear las grabaciones comprometedoras cuando pugnaban por el cargo presidiencial. Subestimaron ambas la sorpresa de Casado, constreñido ahora a conducir hasta el cadalso el espectro de Cospedal, por mucho que la ex ministra de Defensa se movilizara a su favor en la final de las primarias.

Se aferraba Cospedal al escaño como su último espacio de resistencia y como el símbolo residual de su poder extinto. Tanto mandaba, tanto, que citaba en su despacho a Villarejo para organizar el espionaje de sus rivales en el PP. Se supone que a espaldas de Mariano Rajoy. Y con la connivencia de los ministros de Interior más allegados (Fernández Díaz, Zoido).

La trama fraticida sobrentiende no ya un choque submarino entre Cospedal y Soraya, sino un conflicto entre la «para-policía» y los servicios secretos a propósito de los intereses y requisitos de las divas. Una guerra sucia que aflora años y meses después para neutralizar quirúgicamente a la ex secretaria general. No debía soportar Soraya Sáenz de Santamaría -conjeturamos- que su mayor enemiga doméstica pretendiera sobrevivir al duelo. Y no hace falta demasiada imaginación para observarla satisfecha con el sacrificio y la soledad de su enemiga, entre otras razones porque ella misma, suponemos, ha sido quien lo ha inducido con el mando a distancia.

Traslada la matanza póstuma un escándalo cuya gravedad se ha contenido por la traslación espacio-temporal y por la falta de credibilidad de Villarejo, aunque las grabaciones, el espionaje y el contraespionaje ubican a Mariano Rajoy en la clásica posición de la X. ¿Conocía o no conocía lo que sucedía en el despacho aledaño? Solo puede concluirse una respuesta afirmativa, pero objetará el expresidente del Gobierno que su trabajo como registrador de la propiedad no le permite ocuparse del pasado.

08 Noviembre 2010

UNA DIMISIÓN COMPLETA

EL MUNDO (Director: Francisco Rosell)

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AUNQUE se había resistido durante los últimos días, María Dolores de Cospedal dimitió ayer de su escaño en el Congreso, cercada por sus vínculos con el ex comisario Villarejo. Si ella misma abandonó el lunes la cúpula del Partido Popular, no era de recibo aferrarse al acta de diputada. La dignidad de la sede de la soberanía nacional debe estar por encima de los intereses partidistas, de ahí que resulte chocante que la ex secretaria general de los populares alegara ayer que renuncia «para liberar al PP de cualquier ataque». En realidad, tal como advirtió EL MUNDO desde que se difundieron los audios de su encuentro con Villarejo en 2009, da este paso porque su posición era completamente insostenible. Tanto por su responsabilidad personal como por la comprometida situación en la que había situado a Pablo Casado.

Cospedal, aunque sigue defendiendo sus tratos con el entonces comisario, admitió ayer que cometió el error de utilizar a su marido para llevar la interlocución con Villarejo. El error fue recibir a tan turbio personaje, además de encomendarle que espiara a Arenas y al hermano de Rubalcaba, e influyera en las investigaciones al PP. Resultaba del todo punto inadmisible que, en esta tesitura, Cospedal tratara de limitar los daños políticos a una dimisión a plazos. La ilegalidad de las cintas difundidas no eximía a la ex ministra de Defensa de asumir sus responsabilidades por completo. Por el bien de su partido, sí. Pero sobre todo en aras de la regeneración de la política española. Ahora es la ministra de Justicia, también salpicada por sus contactos con Villarejo, la que debería tomar nota: no siempre el que resiste, gana.

08 Noviembre 2018

María Dolores Cospedal o la política era esto

Ernesto Ekaizer

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La ex secretaria general del PP nos ha contado que así estaban las cosas cuando ella se hizo cargo de la secretaría del partido. Y que, claro, su obligación era bailar al son de esa música

Las salvas sobre María Dolores de Cospedal, según fuentes jurídicas consultadas por este periódico, van a conocer un parón a partir de la última grabación difundida por Moncloa.com, en la cual Ignacio López del Hierro, pareja de la secretaria general —entonces, el 22 de julio de 2009, todavía no estaban casados— tiene la iniciativa de explicar al comisario José Villarejo que “su jefe está de acuerdo en que se desarrolle esa línea de actuación”. Se refiere a las operaciones encomendadas en relación al caso Gürtel el día anterior, 21 de julio de 2009, en el despacho de la secretaria general, en la planta séptima de Génova 13, donde también tenía su despacho Mariano Rajoy. Se infiere que “su jefe” es Rajoy.

No se puede negar este hecho: Cospedal ha admitido que el contenido de las grabaciones difundidas es básicamente cierto. Les ha dado patente de veracidad. Porque siempre ha dicho, ya desde la solicitud a Villarejo de un informe sobre las actividades de Javier Arenas, entonces vicesecretario de Política Autonómica y Local del Partido Popular, que ella estaba “obligada” en su condición de secretaria general a desarrollar contactos como los que había mantenido con Villarejo.

En el comunicado que difunde el lunes pasado, al renunciar al Comité Ejecutivo Nacional, vuelve a explicar esa posición.“Siempre lo hice pensando y sigo pensando que era mi obligación como secretaria general para tener toda la información posible acerca de los hechos que pudieran perjudicar a mi formación y en ese sentido actué, porque mi lucha contra la corrupción que pudiera afectar a mi partido ha sido siempre una prioridad en mi función como secretaria general”, señala.

Precisamente, este reconocimiento —el de que entre sus funciones estaba hacer este tipo de gestiones y contrataciones— pavimentaba el terreno para entender de que contaba con el respaldo de “su jefe”, como dice su pareja López del Hierro a Villarejo, sin que éste se lo pregunte. En otras palabras, Copedal nos viene a explicar que la política posee un lado oscuro y que una secretaria general tiene la obligación de remangarse. Problema: lo que Cospedal presenta como una preocupación por la corrupción que afectaba a su partido en realidad era una preocupación por ensayar una táctica defensiva para obstruir la labor de la justicia a través de un policía que practicaba la deslealtad profesional. Villarejo tenía acceso a informes por su condición de miembro adscrito a la Dirección Adjunta Operativa (DAO) de la Policía y comercializaba en el mercado esos conocimientos. Algunos chivatazos de Villarejo permitieron desbaratar operaciones de la Policía y de la Fiscalía Anticorrupción encaminadas a atrapar al PP.

La realidad es, por tanto, muy diferente a lo que sostiene Cospedal: ella participó en un esquema para burlar la acción judicial. Pero en ese lado oscuro hay, también, otro objetivo a considerar. Y es que Cospedal quería afirmar su control del partido. Y en aquellas fechas, un año después de conquistar el cetro de secretaria general, no las tenía todas consigo. Por no controlar, carecía de dominio nada menos que sobre la tesorería nacional del PP, que estaba en manos de un hombre fiel a Rajoy: Luis Bárcenas. Y tampoco su relación con el ex secretario general Arenas era la de otros tiempos. A ambos, que, por cierto, eran amigos, necesitaba apartarlos. Y la imputación de Bárcenas en Gürtel —no por la fabulosa fortuna de 48,2 millones de euros que entonces acumulaba en Suiza, cosa que no era conocida ni mucho menos pública en 2009— fue esa ocasión. Y Villarejo, hábil manipulador, supo excitar sus peores instintos.

Javier de la Rosa, Mario Conde, Villarejo, y muchos otros, introdujeron de manera masiva los métodos detectivescos en las finanzas españolas y en la relación entre las finanzas y la política. Los partidos políticos, en mayor o menor medida, según los casos, siguieron esos pasos. En julio de 2010, Jorge Moragas —más tarde director de gabinete de Rajoy en La Moncloa— hizo de go between en la grabación de las conversaciones de la presidenta del PP en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, y la María Victoria Álvarez, exnovia de Jordi Pujol Ferrusola en el restaurante La Camarga de Barcelona. Cospedal, pues, nos ha contado que así estaban las cosas cuando ella se hizo cargo de la secretaría del PP. Y que, claro, su obligación era bailar al son de esa música.