12 mayo 2008

José Antonio Ortega Lara anuncia que se da de baja en el Partido Popular

María San Gil retira su apoyo a Mariano Rajoy y se retira de la presidencia del PP vasco denunciando un cambio de estrategia

Hechos

El lunes 12.05.2008 Dña. María San Gil, presidenta del PP vasco, anunció que se retiraba de la ponencia del Congreso regional del PP. El 19.05.2008 la Sra. San Gil anunció que se retiraba de la presidencia del PP vasco.

Lecturas

El lunes 12 de mayo de 2008 la presidenta del Partido Popular del País Vasco, Dña. María San Gil Noain, anuncia que abandona la redacción de la ponencia política encargada por el presidente del PP, D. Mariano Rajoy Brey, para el inminente congreso del PP. La ponencia había sido encargada por el Sr. Rajoy Brey de manera conjunta a la vasca Sra. San Gil Noain, al canario D. José Manuel Soria López y a la diputada catalana Dña. Alicia Sánchez Camacho, en la que debían definir la política del PP con respecto a los nacionalistas. En su denuncia del 12 de mayo la Sra. San Gil asegura que hay “diferencias de criterio fundamentales” y que el Sr. Rajoy Brey buscaba ‘acercarse a los nacionalistas’.

Esto provoca que inmediatamente los medios de comunicación considerados afines a la presidenta del PP de Madrid, Dña. Esperanza Aguirre Gil de Biedma, el periódico El Mundo de D. Pedro José Ramírez Codina y el grupo Libertad Digital de D. Federico Jiménez Losantos que en estos momentos controla varios programas de la Cadena COPE endurezca su campaña a favor de que el Sr. Rajoy se retire de la presidencia del PP. El eurodiputado y exministro D. Jaime Mayor Oreja respalda públicamente a la Sra. San Gil en una entrevista en Libertad Digital Televisión.

Después de tensos contactos de la Sra. San Gil Noain con un representante del equipo del Sr. Rajoy Brey (D. José María Lassalle Ruiz), el 14 de mayo de 2008 Dña. María San Gil Noain comparecía públicamente para anunciar su inminente dimisión como presidenta del PP vasco, cargo que ocupa desde el año 2004.

En declaración ante los medios de comunicación Dña. María San Gil declara que se había sentido engañada por la cúpula del Partido Popular, que había perdido su confianza con el Sr. Rajoy Brey y que consideraba que se pretendía un cambio de estrategia en el que ella no creía y que si no se rectificaba abandonaría la presidencia del PP vasco. El Sr. Rajoy no responderá por considerar que la Sra. San Gil ya se ha alineado con la campaña que quiere descabalgarle de la presidencia del partido.

El 22 de mayo de 2008 D. José Antonio Ortega Lara se da de baja del Partido Popular por solidaridad con la Sra. San Gil. La propia presidenta del PP de Madrid interviene en público para denunciar que el equipo del Sr. Rajoy está haciendo cosas ‘muy mal’.

El día 23 de mayo de 2008 un grupo de simpatizantes del PP de Madrid se manifestarán ante la sede del PP pidiendo la dimisión de D. Mariano Rajoy Brey.

La marcha de la Sra. San Gil no alterará la estructura interna del PP D. Marian Rajoy será reelegido presidente del PP nacional en el congreso de Valencia y, con respecto a la federación vasca, D. Mariano Rajo se limitará promover el nombramiento de un nuevo presidente del PP vasco: D. Antonio Basagoiti.

LA MEDIACIÓN DE LASALLE

jose_maria_lasalle D. José María Lasalle fue el colaborador del Sr. Rajoy encargado de dialogar con Dña. María San Gil sobre sus discrepancias, fue tras su reunión con el Sr. Lalle tras la cual la Sra. San Gil se convneció de que debía romper con el Sr. Rajoy.

EL SMS DE JOSÉ MANUEL SORIA PARA MARÍA SAN GIL

soria_san_gil El diario EL MUNDO aseguró (2 de junio de 2008) que en el malestar de Dña. María San Gil también influyó que el presidente del PP Canarias, D. José Manuel Soria, criticara su ponencia sobre España con un SMS titulado ‘¡Arriba España!’, tachando de ‘falangista o fascista’ la postura de la Sra. San Gil. Teniendo en cuenta que era un SMS personal, si lo publicó EL MUNDO sólo podía ser porque Dña. María San Gil se lo había pasado, evidenciando que era un hecho el contacto entre la Sra. San Gil y EL MUNDO durante aquellos meses de campaña anti-Rajoy.

12 Mayo 2008

El abandono de San Gil pone a Rajoy contra las cuerdas

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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La decisión de María San Gil de abandonar el equipo encargado de redactar la ponencia política para el congreso del PP es, sin lugar a dudas, lo más grave que le ha sucedido a Mariano Rajoy desde su derrota electoral del 9-M. La presidenta del PP vasco era una de los tres dirigentes a los que Rajoy encargó la redacción de la ponencia que debe establecer las líneas estratégicas del PP para esta legislatura. La salida de San Gil se produce por «diferencias de criterio fundamentales» sobre el contenido de la ponencia. No hace falta saber mucho más para concluir que la decisión de la líder del PP vasco se debe a que Mariano Rajoy pretende dar un giro estratégico a lo que ha venido siendo su política en relación con los partidos nacionalistas. La renuncia de San Gil supone un antes y un después en la crisis interna a la que se enfrenta Rajoy y sus consecuencias son imprevisibles. Ya no estamos hablando de dirigentes importantes que se van para facilitar una supuesta renovación ni del descontento por los nombramientos de tal o cual persona de confianza. Ahora, el PP está afrontando el verdadero ser o no ser de su acción política. Durante la pasada legislatura, Rajoy apostó por una idea muy clara de España y si San Gil ha decidido abandonar es porque el PP está a punto de renunciar a defender unos valores y unos principios por los que le han votado más de 10 millones de españoles. Además, María San Gil no es una dirigente cualquiera. Es un símbolo de la lucha por la libertad y contra el terrorismo. Lo sucedido en la ponencia política puede suponer una ruptura en toda regla en el seno del PP. Tal parece que Mariano Rajoy trata de resolver sus problemas personales de liderazgo disfrazándolos de viraje ideológico para agradar a los barones regionales que, a cambio de apoyarle, verían satisfechas sus aspiraciones de que el PP acabe siendo un partido federal.

13 Mayo 2008

LA DEBILIDAD DE RAJOY AGUDIZA LA CRISIS DEL PP...

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Aunque Rajoy nunca había tenido unas características ideales para el liderazgo, durante la pasada legislatura había sido capaz de mantener unido el partido en torno a unas ideas básicas. Ahora ese consenso ha desaparecido y queda en evidencia una debilidad política que le ha llevado a arrojarse en manos de los barones y a sembrar la semilla de la división.

La decisión de María San Gil de abandonar la ponencia política del PP tiene mucho que ver con este giro. Resulta especialmente significativo que Rajoy no fuera capaz de convencerla ni el pasado viernes ni ayer lunes para que continuara en la ponencia política y no diera un paso que supone el alejamiento de un partido que necesita personas como ella más que nunca.

El trasfondo de la renuncia de María San Gil tiene mucho que ver con la desconfianza que le suscita el líder del PP, que pretendió moldear la ponencia a través de un monaguillo de cierto postín intelectual pero nula consistencia política como José María Lassalle, pero que, al final, se vio forzado a aceptar sin convicción la redacción que proponía la dirigente vasca para evitar una renuncia que finalmente se produjo.

La impresión que da el PP en estos momentos es que cada día que pasa surge un nuevo problema que agrava la crisis del partido y que desmiente las palabras de Rajoy cuando dijo que él «sabe lo que hace». Muchos militantes y dirigentes del PP creen ya lo contrario: ven que el rey está desnudo, aunque los barones proclamen todos los días las excelencias de su liderazgo con el desparpajo de un Camps que de día habla de democracia interna y de noche acapara avales para mostrar su poder territorial.

Este apoyo interesado sirve para muy poco porque los hechos son demoledores: ahí están las críticas de referentes como Álvarez-Cascos y Mayor Oreja, la penosa impresión provocada por las renuncias de Zaplana y Acebes, la desafortunada amenaza a Esperanza Aguirre que luego Rajoy tuvo que rectificar, el descontento en el grupo parlamentario con los nombramientos o la decepción que empieza a cundir entre militantes y cuadros ante la falta de entusiasmo que transmite el líder.

La crisis en el PP se agrava en la medida en que cada vez es más visible la debilidad de Rajoy, respaldado únicamente por unos barones que salen beneficiados por el desplazamiento del poder hacia la periferia. Tras la derrota electoral, en lugar de dar paso a una autocrítica o a un proceso de renovación, Rajoy se ha enrocado en la convocatoria de un congreso en el que, gracias al control del aparato del partido y a los estatutos, no va a tener rival posible. La falta de democracia y transparencia de este modelo es tan visible que la ponencia que ha elaborado el PP propugna cambios importantes en los estatutos para que los militantes puedan participar en la elección del presidente en futuros congresos.

Rajoy tiene un problema de legitimidad en el origen por haber sido designado a dedo por Aznar. Pero a ello se suma también su peculiar forma de dirigir el partido, que ha fomentado en la pasada legislatura la creación de reinos de taifas con episodios como la cláusula Camps o la identidad nacional andaluza votada por Arenas. No en vano la cuestión que ha provocado la salida de María San Gil es su rechazo a la idea de que los barones puedan pactar a su conveniencia con los partidos nacionalistas, rompiendo la coherencia de una política nacional. Lo que María San Gil se ha negado a aceptar es la claudicación de la defensa de la unidad de España en favor de la fragmentación a la que nos conducen los partidos nacionalistas.

Muchas de las cosas que han pasado en las últimas semanas son irreversibles, por lo que no quedan ya más que dos soluciones: que Rajoy recapacite y se vaya, dejando paso a un proceso democrático de renovación, o que, al menos, el congreso de Valencia sirva para convocar otro nuevo en el que se pueda elegir, conforme a nuevas reglas, a un líder con carácter y legitimación para devolver la ilusión al partido.

13 Mayo 2008

La tumba búlgara

Federico Jiménez Losantos

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Ayer, Regina Otaola abría su blog en Libertad Digital con esta pregunta: «¿Qué está pasando en nuestro partido para que personas de la talla de Eduardo Zaplana, Ángel Acebes y ahora María San Gil se planten, cada uno a su manera, pero se planten? Un partido como el PP no puede ningunear y llevar al ostracismo a personas tan valiosas, porque gracias a ellas, repito, gracias a ellas, el PP ha llegado adonde ha llegado».

La respuesta la daba la heroica alcaldesa de Lizarza desde el párrafo siguiente: «Hasta hoy en día, el PP tenía un proyecto que partía de la idea de que España es una nación, no una nación de naciones, no. Una nación conformada por 17 comunidades autónomas». «Hasta hoy, el PP tenía un proyecto basado en principios y valores, en el cual el derecho a la vida y a la libertad no se supeditaban al logro del poder, sino al contrario.» (…) «Creo que el servicio pasa porque los políticos tengamos ética y defendamos aquello en lo que creemos aunque algunos ciudadanos no nos comprendan. La cuestión es buscar la forma más adecuada de hacerles ver sin necesidad de engañarles».

Y tras recordar la condición insaciable de los nacionalismos que miran a otro lado cuando ETA «amenaza, chantajea o asesina» y los muertos que el PP del País Vasco ha dejado en la lucha contra el nacionalismo, concluye: «por todo ello, apoyo la decisión de mi presidenta María San Gil y comparto la pena y la tristeza que esa decisión conlleva, porque viene a decir que no estamos de acuerdo con un proyecto político que sólo apuesta por ganar al igual que hace Zapatero.

Decir en cada comunidad lo que convenga. Es decir: mirarse el ombligo, cada cual el suyo, para, según creen, ganar unas elecciones. Esta nación que ha sido y es España merece que apostemos por ella, sin complejos, con la cabeza bien alta, y con el objetivo de que los españoles vivamos en nuestra tierra sin que nadie nos ponga la X de apestados. España merece la pena, y yo seguiré apostando por ella y por lo que María San Gil representa».

¡Qué diferencia entre este discurso y el de esas que, con Miguel Hernández, podríamos llamar 17 diminutas ferocidades, o sea, 117 con la de Gallardón! ¿Cabe conciliar tanta dignidad con tanta claudicación?

Evidentemente, no. La gente que como Regina o María se juega la vida por España no se dejará enterrar en una tumba búlgara, aunque la tumba sea una falla valenciana con derecho a mascletá. Faltan 40 días y 40 noches para que Rajoy, con sus 17 o 117 diminutas ferocidades entierre al PP nacional español. Y ni siquiera podremos creer que Mariano acierta si ahora rectifica. Será para engañarnos mejor.

14 Mayo 2008

Rajoy, San Gil, Mayor

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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En el PP reina la confusión. La presidenta del partido en el País Vasco, María San Gil, estuvo ausente ayer de la presentación de la ponencia política para el XVI congreso de su partido -en cuya redacción había participado con otros dos comisionados- tras haberse negado a suscribirla, pese a que su contenido recoge, según se deduce tanto del texto como de las manifestaciones de los otros ponentes, lo sustancial de sus aportaciones, en particular sobre la línea a seguir en relación a los nacionalismos catalán y vasco.

Hay ponencia de María San Gil, pero sin ella, y es lógico que esa situación haya provocado desconcierto, porque, además, el desafío a Rajoy no ha ido acompañado inicialmente de explicaciones. Desde que Aguirre lanzó su reto, nada más cerrarse las urnas, ha habido más gestos que argumentos. Una explicación sería que unos dirigentes entrenados en la búsqueda de enemigos irreconciliables han trasladado ese sectarismo al interior del partido.

Ese reflejo toca el nervio del debate pendiente. Cualquier observador consideraría llegada la hora de que el PP debatiera las causas de haber pasado de la mayoría absoluta a la oposición, y de haber sido incapaz luego de salir de ella; la hora, sobre todo, de analizar las causas de que la posibilidad de volver a gobernar parezca remota. Por una parte, la mayoría absoluta será imposible con unos resultados tan escuálidos en el País Vasco y Cataluña y, por otra, sin posibilidad de pacto con los nacionalistas.

No se trata de renunciar a hacer oposición en Cataluña y Euskadi, sino de decidir qué oposición se tiene que hacer para recuperar fuerza electoral. La oposición desplegada desde 2004 frente a los nacionalismos ha sido poco creíble. Esa idea de que, de Estella a Perpiñán y de Pamplona a Loiola, todo lo que ocurría correspondía a un designio de destrucción de España encabezado por ETA, ha servido para llenar Madrid de manifestantes fervorosos y para convencer a los terroristas de su gran poder, pero poco para reducir la influencia de los nacionalistas.

Mayor Oreja salió ayer de detrás de la cortina para identificarse como inspirador de ese tremendismo: el PP debe elegir entre rendirse o resistir, entre admitir la segunda transición y el cambio de régimen o el constitucionalismo. Pero es evidente que ni CiU es igual que el PNV, ni el PNV es lo mismo que Batasuna. Si el PSE ganase las elecciones vascas convocadas por Ibarretxe, ¿autorizaría la ponencia de San Gil al PP vasco a dar a Patxi López los votos que completasen su mayoría?

El debate que no se pudo hacer en 2004 por el clima de cierre de filas que siguió al 11-M no puede aplazarse otra vez, ahora con el argumento de que si alguien tan admirable como María San Gil está en desacuerdo con la línea que propugna Rajoy, por algo será. Pero a Mayor Oreja parecen preocuparle poco las causas de las derrotas. Más bien quiere utilizar su eficaz tremendismo y a una María San Gil previamente santificada para derribar a Rajoy.

14 Mayo 2008

EL PROBLEMA SE LLAMA DESCONFIANZA, LA SOLUCIÓN SE APELLIDA DEMOCRACIA

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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El PP presentó ayer la ponencia política que se discutirá en el próximo congreso. Todo indica, como María San Gil anticipó, que nadie se ha atrevido a tocar sus aportaciones para evitar un escándalo mucho mayor.

Entrando en la valoración de la propuesta, nos parece en líneas generales inobjetable. Resulta muy acertada la definición del PP como partido de centro, liberal y reformista y no una formación conservadora en el sentido tradicional. También el modelo territorial que plantea, en el que queda claro que España es una nación y que la soberanía es indivisible. E igualmente está bien enfocado el capítulo de la política antiterrorista, que no deja lugar a equívocos.

La ponencia adolece, en cambio, de falta de concreción en lo referente a inmigración y justicia, donde se echa en falta la propuesta de que los jueces elijan sus propios representantes en el CGPJ e iniciativas viables para poner fin al colapso de los juzgados.

Brilla por su ausencia en este trabajo todo lo relativo a la regeneración de la vida política y la ampliación de la democracia, una inquietud que, por desgracia, parece haber sido olvidada en el PP.

En todo caso, la presentación de la ponencia no logró apagar los ecos de la polémica interna que ha suscitado la renuncia de María San Gil. Esteban González Pons dijo que la dirigente vasca es patrimonio de «todos» y que «el PP tiene que estar donde ella esté». Si es así, el ambicioso y brillante diputado valenciano debería rechazar cualquier cargo en el partido hasta que María San Gil no se vuelva a sentir partícipe del proyecto.

La renuncia de esta mujer ha servido para escenificar las diferencias en el seno del PP, que son cada día que pasa más visibles. Ahí están las declaraciones de Mayor Oreja, otro referente en el partido, que afirmó que «la literalidad de la ponencia no es el test» ya que lo que cuenta es «la verdad de las personas». El portavoz del PP en el Europarlamento afirmó que «mienten» quienes aseguran que la dirigente vasca no tenía motivos para marcharse.

Las palabras de Mayor Oreja son un torpedo a la línea de flotación de Rajoy, en la medida que ponen sobre la mesa la cuestión de su liderazgo. Lo que viene a decir es que lo relevante no es en estos momentos el contenido de la ponencia sino la credibilidad política del nuevo equipo de Rajoy, y ésa es la razón por la que ha dado el portazo María San Gil.

Horas después, el líder del PP reaccionó con una reclamación de silencio a los cuadros del partido, a los que recomendó que «no se metan en líos». No deja de ser surrealista un consejo de esa naturaleza en pleno periodo precongresual. Está claro que Rajoy quiere apagar la polémica y ganar tiempo para que no se hable de lo fundamental: la legitimación de ese liderazgo que muchos ponen ya en duda en el seno del PP.

Parece evidente que en el PP no hay en estos momentos una discrepancia ideológica profunda, sino una confrontación basada en la pérdida de confianza en el líder. Mayor Oreja, San Gil, Aguirre, Costa o Arístegui temen que la debilidad de Rajoy le empuje a desarrollar una estrategia acomodaticia que deje la iniciativa en manos de los barones territoriales y contribuya a diluir la identidad del PP en un mar de oportunismos.

Así las cosas, nuestra receta sólo puede ser una: que hablen las bases. Programa, programa, programa, insistía Julio Anguita. Democracia, democracia, democracia, venimos insistiendo desde el 9-M para el PP.

15 Mayo 2008

Las razones de María San Gil obligan a rectificar a Rajoy

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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María San Gil explicó ayer con rotundidad la razón que le ha llevado a desvincularse de la ponencia política de su partido y que podría incluso empujarla a no presentarse a la reelección como presidenta del PP en el País Vasco: se ha sentido «engañada» por la dirección. San Gil reveló que hubo «discrepancias de fondo y de forma» desde el principio de la elaboración del documento y que tuvo que enfrentarse a José María Lassalle, hombre de confianza de Rajoy. Según San Gil, hasta el último momento se intentó que modificara «determinados artículos», como los referidos al Estatuto catalán, a la reforma del Estatuto vasco o al referéndum que promueve el lehendakari. San Gil incluso duda de si el hecho de que la ponencia incluya finalmente sus planteamientos responde a mera táctica o trata de evitar un escándalo mayor. La líder vasca ha sido, además, víctima de una operación de desprestigio desde la calle de Génova, sede central del partido, donde se ha tratado de presentar su abandono de la ponencia como una decisión caprichosa. El martes, sus dos compañeros de ponencia negaron problemas en la redacción del documento. Rajoy escuchó anoche de su boca las mismas palabras que San Gil había pronunciado por la mañana en público. De la tensa reunión no se logró más compromiso que el de emplazarse a otro encuentro, todavía sin fecha. El presidente del PP debe ser consciente de que si San Gil cae, cae el PP vasco. Ayer Regina Otaola le dio su apoyo «al cien por cien» y aseguró que, si no se presenta a la reelección, ella «seguramente» también se irá. Para solucionar el caso, a Rajoy sólo le queda rectificar sus errores, dejar de refugiarse en los barones regionales y replantear por completo el congreso de junio. A menos, claro, que esté dispuesto a colocar a sus estrategas Lassalle y Pedro Arriola al frente de las candidaturas del PP en Vizcaya y Guipúzcoa

15 Mayo 2008

Las razones de María

Isabel San Sebastián

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Podría limitar este artículo a una lista de nombres: los de las víctimas de ETA asesinadas por creer en España y defender la libertad. La encabezaría Gregorio Ordóñez, abatido de un tiro en la nuca ante sus ojos, y la cerraría Juan Manuel Piñuel. Expresaría con insuperable elocuencia las razones que han llevado a María San Gil a tomar una de las decisiones más difíciles de su vida. Me consta.

Déjenme afirmar ante todo que María es la política más íntegra y la mujer más valiente que conozco. Nunca ha buscado el poder. De haber sido así, habría aceptado la tentadora oferta de un segundo puesto por Madrid y acaso se sentara ahora donde lo hace Soraya Sáenz de Santamaría. Tampoco le motiva dar el salto hacia una actividad mejor remunerada. Lo suyo es más romántico, más frágil, más auténtico. Una fiera pasión por la libertad y por una España de ciudadanos libres e iguales, a la que se añade una lealtad sin fisuras a los compañeros que ha visto caer por el camino. Ingenuidad, dirán algunos. Obcecación, miente quien habiendo asistido a su combate se vende por un plato de lentejas. Falta de disciplina, murmuran los palmeros del líder. Decencia, es la realidad.

A María la han querido utilizar de coartada para envolver con su nombre y su prestigio una línea de actuación cambiante al albur de las conveniencias, o «flexible», según el eufemismo de moda, y no se ha dejado. Ha pasado un calvario defendiendo internamente lo que considera principios sagrados, tales como la coherencia entre lo que se predica y lo que se practica; el sostenimiento de un mismo discurso en Madrid, Las Palmas, Barcelona, Sevilla, Lugo o San Sebastián, o la necesidad de combatir los planteamientos del nacionalismo ofreciendo alternativas y no alianzas. Ha tenido que luchar para conseguir lo que creía indiscutible, que únicamente por su empeño ha quedado reflejado en la ponencia oficial, y al final se ha visto forzada a elegir entre la fidelidad a sus creencias y la adhesión incondicional al aparato. Le han hecho perder una fe que ni las amenazas, ni el miedo, ni el riesgo, ni la incomodidad habían logrado fracturar lo más mínimo.

María San Gil no se juega la vida a diario para que Soria toque poder en Canarias, Núñez Feijoo lo tenga más fácil en Galicia o Arriola siga cobrando de un partido que se desdibuja. No ha sacrificado la infancia de sus hijos para llevar a Rajoy a La Moncloa «como sea». María tiene convicciones que comparte la inmensa mayoría del electorado popular. Si alguien resulta indispensable en el PP, es ella, cuyo ejemplo de dignidad es el mejor argumento para votar esas siglas. Otros han empezado a sobrar.

16 Mayo 2008

Y ahora contra María

Ignacio Villa

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El cambio de estrategia que se está llevando a cabo estos días en la calle Génova es difícil de entender e imposible de justificar. En poco más de 48 horas se ha pasado del «todos somos María» al «todos contra María». El lunes, voces muy autorizadas del aparato de Génova intentaron amortiguar la crisis diciendo que María era un patrimonio del partido, un referente ético y moral para todos. Pero con el paso de los días, y según hemos ido sabiendo los detalles de cómo se ha maltratado políticamente a María San Gil, Génova ha ido cambiando el discurso, pasando de las flores a la mano dura, de la reverencia a la crítica más feroz.

María era antes la heroína del PP, pero en cuanto ha plantado cara a la dirección se ha convertido en la mala de la película. Lo que está sucediendo con ella es el síntoma más claro de la descomposición que está sufriendo la cúpula nacional del PP. En el partido se vive una sensación de completo desconcierto ante la renuncia a los principios del partido.

No contentos con la operación de descrédito ahora han puesto en marcha otra estrategia, la de dividir al Partido Popular del País Vasco. Se empeñan en enviar el mensaje de que los populares vascos están enfrentados a cuenta de la iniciativa de María San Gil de no respaldar la ponencia política del Congreso de Valencia. Pero no es cierto. Es verdad que existen opiniones distintas sobre cómo afrontar la situación, faltaría más, pero no hay tales divisiones. Resulta cruel que desde Madrid se intente alimentar esa especie precisamente entre quienes más han sufrido y sufren la barbarie del terrorismo. Y sólo por deteriorar la figura de María San Gil. Una pena.

Lo que están consiguiendo es deteriorar la imagen del PP a una velocidad de vértigo, a cualquier precio y a cambio de nada. Y aún no han terminado su trabajo.

17 Mayo 2008

MUERTOS DE LUJO EN LOS ARMARIOS DE FJL Y PEDROJOTA

Federico Quevedo

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No piensen que esto que se está viviendo en el lupanar de la derecha nace en la noche del 9 de marzo, cuando las urnas vuelven a dejar al PP al borde de una victoria que se hace imposible. Esto viene de mucho más atrás. De hecho, el origen habría que situarlo en 2003, cuando el ‘Dedo de Dios’ –es decir, el de Aznar-, designa a Rajoy como hijo suyo y lo envía a su particular Vía Crucis que acaba en el Gólgota del 11-M. Aquel mes de septiembre de 2003 hubo un vencedor y dos derrotados que, sin embargo, no se dieron por vencidos y dejaron que el plato de la venganza se enfriara, mientras se afilaban las armas mediáticas. Después de la muerte en la cruz de las bombas de Atocha, vino la resurrección de Rajoy, pero como hablamos de mortales y no de dioses, desde ese mismo momento unos y otros tomaron la decisión de volver a crucificarlo.

Puede parecer una comparación poco afortunada. Aún así, lo cierto es que durante toda la pasada legislatura Rajoy lideró el PP mientras estos de los que hablamos intentaban, por todos los medios, arrebatarle la silla. El intento más claro, sin embargo, se produjo el verano pasado cuando Pedrojota -que ya hemos dicho que es menos constante es sus filias y en sus fobias- se sacó de la manga aquel artículo titulado ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, en el que recomendaba vivamente a Rajoy que metiera al enemigo en la cocina de su casa, dicho de otro modo, que llevara a Rodrigo Rato en la lista.

Un Rodrigo Rato que había anunciado su vuelta del exilio americano en el momento oportuno, es decir, a menos de un año de las elecciones y con su imagen inmaculadamente limpia de polvo y paja, y al que algunos le organizaron incluso una ‘operación Rato’ destinada a ponerle a él de candidato y dejar a Rajoy como presidente del partido… Una bicefalia imposible. De aquella aventura pedrojotística Rato salió, francamente, bastante mal parado, hasta el punto de que es poco probable que se encuentre en condiciones de volver a la política activa salvo que, como decía ayer Jesús Cacho, sea por la puerta grande que le lleve a las escalinatas del Palacio de la Moncloa. Pero no le veo haciendo oposición desde el banquillo.

A partir de ahí, la COPE y EL MUNDO se repartieron los papeles: por las mañanas Jiménez Losantos no daba tregua a Rajoy, mientras desde las páginas del diario de Pedrojota se le ofreció el beneficio de la duda, petición de voto para él incluida, hasta el 9 de marzo. Pasó lo que pasó, no vamos a andar recordándolo, y entonces desde el papel y desde las ondas arreció la campaña de acoso. La primera en lanzarse al ruedo, animada por ambos protagonistas del periodismo participativo, fue Esperanza Aguirre. La presidenta, sin embargo, fue consciente de que se estaba metiendo en un callejón sin salida y se apartó oportunamente.

Además, a Aguirre le salva que tiene poder y un partido, el de Madrid, que hoy por hoy está con ella, pero es consciente de que la aventura le ha infligido daño en su imagen y en sus aspiraciones. Una retirada a tiempo… ya saben. De esa operación y de otras menores salió mucho más dañado y perdido para la política Eduardo Zaplana, aunque los suyos digan que es una retirada temporal… Las retiradas temporales casi siempre acaban siendo definitivas.

Y van tres bajas. La cuarta, probablemente, la forzó el propio Rajoy marginando a Ángel Acebes en lo que yo mismo he considerado una acción poco noble por su parte con quien le guardó lealtad todo este tiempo, pero enseguida utilizaron Pedrojota y Jiménez Losantos la retirada del secretario general como una causa propia. Y van cuatro. Las opciones iban mermando considerablemente, aunque, eso sí, el daño al partido crecía proporcionalmente. Había que intentar un nuevo asalto, y ya desde la semana pasada se fueron calentando los motores de la ‘operación San Gil’, liderada por Mayor Oreja. Si salía bien, Rajoy podía quedar muy, pero que muy tocado, porque ahora ya no se trata de ir a por él en el Congreso, sino de que no llegue al Congreso.

Pero fallaron en la excusa, es decir, la ponencia, y María San Gil quedó en evidencia cuando el texto que se facilitó a los medios recogía todas y cada una de sus propuestas. Mayor Oreja corrió al auxilio de su pupila, mientras el resto de compañeros del País Vasco empezaban a mirar para otro lado… Dos bajas más, y van seis, y a Rajoy le resuelven, de un plumazo, el problema del País Vasco, porque no iba a ser él quien le dijera a San Gil que no podía ser la candidata. Obviamente, si Rajoy gana el Congreso, Mayor Oreja no tiene más remedio que abandonar la política activa dado que su apuesta contra el líder del PP ha sido muy firme. La cara, para Rajoy, es que cada vez quedan menos pesos pesados que puedan hacerle sombra… Superados estos trances, si Aznar no se presta a una jugada de este tipo, poco más se puede hacer, aunque en estos cuarenta días lo seguirán intentando.

La cruz, para él pero, sobre todo, para el PP y para sus diez millones y pico de votantes, es que, en efecto, el líder se va quedando sólo, pero también se descapitaliza el partido, falto de figuras de peso y renombre, de referentes a los que la sociedad pueda mirar y sentir esa seguridad que aportan nombres como el de Rato, Mayor Oreja, San Gil… Me he preguntado muchas veces si no hay nadie en el PP que se dé cuenta de lo que de verdad está ocurriendo, de cómo por la obstinación casi enfermiza de dos medios de comunicación el partido más importante de España, la única alternativa real al Gobierno de Rodríguez, se está quedando sin todo aquello que le confiere cuerpo y alma.

Era lógico que después de una derrota que, sin embargo, no era una catástrofe, el PP afrontara un cierto debate en su Congreso sobre ideas y estrategias. En lugar de eso, se ha dejado llevar por quienes han visto en la crisis del PP una oportunidad de negocio, y como había cuentas pendientes desde el año 2003, no hubo que esforzarse mucho para encontrar a quienes estuvieran dispuestos a colaborar. El resultado, armarios llenos de cadáveres, y quién sabe cuántos más de aquí a junio. A lo mejor, incluso, consiguen el de Rajoy, pero entonces habrá que ir a buscar un líder para el PP en algún head hunter.

Federico Quevedo

17 Mayo 2008

'LUZ DE GAS' CONTRA MARÍA SAN GIL

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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George Cukor, uno de los mejores cineastas de todos los tiempos, dirigió en 1944 una película que en España se tituló Luz que Agoniza, una obra maestra del suspense en la que un marido sin conciencia intenta volver loca a su mujer a través de luces que se encienden y se apagan y misteriosos ruidos en la casa. Desde entonces, «hacer luz de gas» a alguien es sinónimo de actuar aviesamente con el fin de que la víctima se sienta culpable de una situación que ella no ha provocado para desequilibrarla mentalmente.

Bien podría aplicarse la tesis de la película a lo que está sucediendo estos días en torno a María San Gil. La presidenta del PP vasco se negó a poner su firma en la ponencia política para el Congreso de Valencia, al sentirse engañada porque la dirección nacional del partido pretendía introducir en el documento algunos cambios significativos que consideraba innegociables. Sólo después de una lucha que la dirigente popular calificó como «titánica», la ponencia presentada por el PP recogió sus posiciones. Sin embargo, el episodio terminó provocando una falta de confianza de San Gil en Mariano Rajoy. Tras hacer pública esta desconfianza hacia el líder, comenzó una campaña de desprestigio contra la presidenta del PP vasco que todavía continúa, como si fuera ella la culpable de los errores de la dirección del partido.

Primero llegaron los comentarios en los pasillos del Congreso de una diputada muy destacada insinuando que María San Gil no era una persona equilibrada. Los intentos de descrédito siguieron culpando a la líder del PP de actuar de forma casi caprichosa porque la ponencia aprobada era la que ella había querido. Más tarde, las informaciones según las cuales la mayoría del grupo del PP en el Parlamento Vasco habría reprochado a San Gil su actuación, lo cual dista de ser cierto. Hay un sector del partido en el País Vasco que, efectivamente, defiende posiciones distintas a las de San Gil, pero no es mayoritario, sino todo lo contrario.

De hecho, los parlamentarios del PP vasco, incluso los que pueden manifestar una opinión más crítica hacia la actuación de su presidenta, coinciden en que la retirada de María San Gil supondría una debacle en las próximas elecciones en esta comunidad autónoma, que todo parece indicar que serán más pronto que tarde. Los ataques contra la única candidata solvente que tiene el Partido Popular vasco suponen, pues, un auténtico suicidio para este partido, cuya situación no es precisamente muy boyante. La cuestión ahora es si Mariano Rajoy podrá recuperar la confianza de María San Gil, que se ha convertido en su principal problema… por el momento.

22 Mayo 2008

SAN GIL SE VA, FRAGA Y RAJOY SIGUEN

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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María San Gil se había dado un plazo de reflexión que no ha tenido que agotar. Ayer decidió no presentarse a la reelección en el próximo congreso del PP vasco y renunciar a su escaño en el Parlamento de Vitoria.

Previamente María San Gil se había reunido con Mariano Rajoy en un hotel de Madrid durante 45 minutos. El encuentro fue frío y el líder del PP no hizo ningún intento serio de convencer a la dirigente vasca de que continuara al frente del partido en el País Vasco, cuya presidencia asumió hace cuatro años. «Piénsatelo», le dijo Rajoy como quien cumple un mero trámite al acompañar a la puerta a quien osó cuestionar públicamente su liderazgo.

Esta actitud contrasta con la que mostró cuando Josep Piqué hizo su primer amago de renunciar al liderazgo del PP de Cataluña. Rajoy logró convencerle tras una reunion de más de tres horas en su casa, en la que le insistió en que era necesario para el partido. O cuando se desplazó a Galicia hace cuatro años para acabar con las tensiones en la elaboración de las listas.

La indiferencia de Rajoy ha precipitado la decisión de María San Gil, que se irá a su casa tras el congreso de julio, ya que, como ella misma expresó, no se fía de que el nuevo equipo del PP vaya a mantener la línea que ha seguido el partido en los últimos años.

San Gil no se ha sentido apoyada por un sector de sus compañeros de partido en el País Vasco, que se han decantado por las posiciones de Rajoy. Pero además ha tenido que sufrir una campaña -una especie de «luz de gas» orquestada desde la sede de Génova- en la que su posición ha sido caricaturizada y distorsionada.

San Gil ha sido presentada en los últimos días como representante de un ala dura e inmovilista del PP frente a la imaginaria renovación que propugnaría Rajoy. Pero tal distinción es una pura manipulación alentada desde un aparato que elogia a Ruiz-Gallardón mientras ningunea a personas como Esperanza Aguirre y la propia líder vasca.

Ahí está el protagonismo que ha adquirido el Fraga caciquil y autoritario de siempre, convertido en ariete de Ruiz-Gallardón y en entusiasta escudero de Rajoy, para poner en evidencia esa superchería de duros y blandos, jaleada por los medios afines al PSOE.

Fraga descalificó ayer a Esperanza Aguirre, afirmando incluso que montó «la operación» para que silbaran a Gallardón. Si Rajoy pretende recuperar el espacio de centro por él mismo abandonado, haría mejor en no apoyarse en la decrepitud de un personaje tan antipático como Fraga.

No hay un debate ideológico en el PP sino simplemente la eclosión de una serie de ambiciones personales, alentadas por la debilidad de Rajoy. Porque lo único que está claro es que un líder que quema y tira por la borda en diez días el capital ético y humano de alguien como María San Gil no merece encabezar ese partido.

23 Mayo 2008

El torpedo San Gil

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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La salida de la presidenta del PP vasco abre un boquete en la línea de flotación de Rajoy

La presidenta del PP del País Vasco, María San Gil, ha hecho pública su decisión de no presentarse a la reelección. Además, abandonará su escaño en el Parlamento de Vitoria tras la celebración del congreso que tendrá lugar en julio, y que ella misma ha forzado. Se trata de un golpe duro para Rajoy, pero no porque San Gil sea un activo electoral: bajo su dirección los populares han perdido un 30% de apoyo en el País Vasco. Si San Gil se ha convertido en un quebradero de cabeza para Rajoy es porque sectores del PP opuestos a una estrategia más centrada han convertido su renuncia en un acta de acusación contra el nuevo rumbo del partido, elevándola a la categoría de «referente moral» de la lucha contra ETA.

Este capítulo de la interminable crisis que vive ese partido desde las elecciones de marzo se abrió con motivo de la redacción de la ponencia política para el congreso nacional de junio. San Gil prefirió retirar la firma a pesar de que el documento recogía sus tesis, y no dio ninguna explicación convincente de las razones que la empujaron a dar este paso. Declaró haber perdido la confianza en Rajoy, y lo emplazó a que le diera motivos para recuperarla en el plazo de 40 días.

Entretanto, anunció un adelanto en las fechas del congreso del PP vasco sin contar con el resto de la dirección. La renuncia de San Gil a la reelección es la consecuencia inevitable de este cúmulo de actuaciones, si no irreflexivas, bastante erráticas y ajenas a cualquier lógica política. Hasta el punto de que han propiciado una de las imágenes que más teme cualquier partido: la escenificación pública de la división. San Gil se salió con su propósito de adelantar el congreso, pero contando con el apoyo de sólo 28 de los 61 miembros de la dirección vasca. Ella se va. Igual que Ortega Lara, que ha pedido la baja tras 20 años de militancia.

Tras comunicar su renuncia, María San Gil se ha comprometido a seguir colaborando con el PP. Estas declaraciones tienen importancia porque evocan, sin nombrarlo, uno de los fantasmas que rondan las filas del principal partido de la oposición. El intento de convertir el PP en una formación de centro derecha, auspiciado por Rajoy, está avivando las tentaciones de ruptura entre los más duros, que temen verse excluidos de la dirección. Para éstos, el viaje al centro es sólo un eslogan, y de ahí que, llegado el caso, prefieran la situación anterior a 1982, cuando el voto conservador se dividía entre la derecha moderada de la UCD y las posiciones radicales de Alianza Popular.

Los mismos que siembran la desconfianza en Rajoy le acusan de ser un dirigente sin autoridad, como demostraría la pérdida de confianza de San Gil. En esta lógica circular, de profecías autocumplidas, no está excluida la aparición de una alternativa a la candidatura de Rajoy; pero es más difícil poner en sintonía las muchas ambiciones en juego que seguir alimentando la caldera de la coalición negativa frente al actual líder.

02 Junio 2008

Lo Progresista Es Defender A España, No Burlarse De Ella

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Alguien podría argumentar que el SMS de José Manuel Soria era una broma, que todos mandamos mensajes irónicos, que el dirigente canario no es una persona dudosa por sus ideas e incluso que no se puede elevar una anécdota a categoría.

Todo ello es cierto, pero el SMS de Soria a María San Gil el pasado 29 de abril que acababa con un «¡Arriba España!» refleja lo que está pasando en el PP mejor que mil sesudas reflexiones.

«¡Arriba España!» era el lema del régimen franquista con el que se cerraban los actos del dictador y las palabras que pronunciaban los falangistas al hacer el saludo fascista a la romana.

Que José Manuel Soria se dirigiera hace un mes en estos términos a una luchadora por las libertades como María San Gil pone en evidencia hasta qué punto algunos dirigentes del PP han interiorizado el código de valores de una parte del PSOE y los partidos nacionalistas, esa entente pseudo progresista que gusta de equiparar la defensa de la Constitución y la firmeza contra ETA con el franquismo.

Las palabras de Soria son, más que una broma, un insulto por el contexto en el que se producen, ya que María San Gil acababa de remitirle el texto de su ponencia, que contenía importantes diferencias de fondo con su propio borrador. La respuesta del canario fue ese descalificatorio y ofensivo «¡Arriba España!».

La importancia de la minuciosa reconstrucción día a día de los trabajos de la ponencia que hace hoy EL MUNDO es que queda blanco sobre negro la naturaleza política de las diferencias entre Soria y San Gil, que no eran de matiz sino sobre aspectos fundamentales de lo que debe ser el mensaje del PP.

Lo que Soria, que gobierna con los nacionalistas canarios, dejaba traslucir en su mensaje era profundamente vejatorio para María San Gil porque -hay que insistir en ello- estaba sugiriendo que la defensa de la Constitución y del Pacto Antiterrorista y su firme oposición al Estatuto de Cataluña obedecían a posiciones franquistas, asumiendo esa falaz caricatura que tanto le gusta a la izquierda.

Ello pone de relieve hasta qué punto un sector del PP está quedando impregnado por ese discurso del adversario, y eso es lo peor que le puede pasar a un partido. Ya hemos dicho en más de una ocasión que el verdadero problema de la formación de Mariano Rajoy no es de ideología sino de estrategia, pero la obsesión por lo políticamente correcto desde la asunción de la escala de valores del PSOE puede terminar aniquilando las señas de identidad del PP.

La reconstrucción de los hechos muestra a una María San Gil firme en la defensa de los principios por los que se ha jugado la vida frente al frívolo pragmatismo de Soria, Lassalle y el propio Rajoy, dispuestos a negociar los conceptos sobre el Estado como si fueran una mercancía.

Mariano Rajoy insistió obsesivamente hasta ocho veces en el acto de Valladolid que él no ha cambiado, pero la reconstrucción de lo sucedido demuestra que estaba dispuesto a renunciar a los valores que María San Gil considera esenciales para el partido.

El verdadero centrismo no reside en acercarse de manera oportunista a las ideas tribales e insolidarias de los nacionalistas sino en defender los derechos de las personas y su igualdad, con independencia del lugar donde hayan nacido.

Ésta es la bandera que debe levantar el PP, sean cuales sean las personas que ocupen la dirección. Y si no lo hace y se deja llevar por el oportunismo político para disponer de más poder, partidos genuinamente progresistas como el de Rosa Díez tomarán esos ideales y se llevarán el electorado que comparte las mismas convicciones que María San Gil.

El Análisis

¿UNA MANO COBARDE DETRÁS DEL ARIETE?

JF Lamata

Desde el 11 de marzo de 2008 los medios controlados por Dña. Esperanza Aguirre estaban en campaña contra el Sr. Rajoy. Pero fue Dña. María San Gil las que le dio la mejor escusa para recrudecer al máximo la maniobra, ahora por fin, gracias a la política vasca, podían acusar al Sr. Rajoy no sólo de inútil, sino también de ‘traidor’.

Desde el PP vasco difundieron la teoría de que Dña. María San Gil se había dejado manejar’ por D. Jaime Mayor Oreja y los medios liberal-aguirristas en una operación anti-Rajoy. ¿Pero alguien que se había enfrentado con tanta valentía contra el terrorismo iba a dejarse manejar fácilmente? Esa suposición era doblemente insultante porque se la acusaba de conspiradora y sumisa a la vez. Es más fácil creerse que ella fuera consciente de lo que hacía al sumarse a la campaña anti-Rajoy como hacen tantos políticos que a la hora del congreso interno deben apostar por un bando o por otro, arriesgando con ello su carrera.

Dña. María San Gil se ‘sacrificó’ pensando que su sacrificio causaría tamaña reacción popular que derribaría al Sr. Rajoy de la presidencia del PP nacional (y, que duda cabe que EL MUNDO y la COPE pusieron toda la carne en el asador para lograrlo). Pero el papel más cuestionable en esa operación fue el de D. Jaime Mayor Oreja. Si él hubiera dimitido como eurodiputado en señal de solidaridad con Doña. María San Gil hubiera sido un gesto demoledor comparable con el que hizo el Sr. Ortega Lara. Pero el Sr. Mayor Oreja se quedó en su cómodo escaño. ¿Dejó tirada a su ficha o es que exageran quienes les sitúan al frente de la operación?

J. F. Lamata