21 noviembre 1916

Muere el emperador Francisco José I, de Austria-Hungría, con su país instalado en plena Primera Guerra Mundial

Hechos

El 21 de noviembre de 1916 falleció D. Francisco José I.

Lecturas

El fallecimiento se produce con el país sumergido en medio de la Primera Guerra Mundial

A la edad de 86 años este 21 de noviembre de 1916 ha fallecido el emperador de Austria y rey de Hungría, D. Francisco José I. El monarca, que había ascendido al doble trono en 1848 el – el año que vio la convulsión de las revoluciones europeas – será sucedido por su sobrino, D. Carlos I.

Todo indica que el nuevo emperador no mantendrá de manera tan férrea como su antecesor su oposición a la democracia. En las primeras declaraciones públicas tras su coronación, D. Carlos I, expresó: «Haré todo lo que pueda por desterrar la forma más rápida posible, los horrores y sufrimientos de la guerra. Quiero devolver a mis pueblos los beneficios de la paz que hoy tan cruelmente le faltan, en la medida que el honor de nuestras armas las condiciones de vida de nuestros estados y de sus fieles aliados, así como la obstinación de nuestros enemigos me lo permitan’.

Todo parece señalar que el reinado de Carlos I será esencialmente distinto al de su antecesor D. Francisco José I.

El Análisis

Del cuento de hadas a la tragedia

JF Lamata

Ha fallecido el emperador Francisco José de Austria-Hungría. Con él se apaga no sólo la vida de un hombre, sino el eco de un siglo entero. Gobernó durante sesenta y ocho años, fue testigo de revoluciones, guerras, avances científicos y tragedias familiares que harían desfallecer a cualquiera. Pero el anciano emperador resistía como símbolo de continuidad… hasta hoy. El destino ha querido que muriera no en la gloria de la paz imperial, sino con su imperio desangrándose en trincheras que anuncian su desmembramiento.

Su nombre quedará inevitablemente ligado al de su célebre esposa, la emperatriz Isabel, la mítica “Sisi”, cuyo espíritu libre contrastó siempre con la rígida solemnidad de su marido. Fue un matrimonio más legendario que feliz, roto por el puñal de un anarquista. Pero no fue el único magnicidio que le cercó: su hermano Maximiliano fusilado en México, su hijo Rodolfo hallado muerto en Mayerling en circunstancias nunca aclaradas, su esposa asesinada en Ginebra y, por último, su sobrino y heredero, el archiduque Francisco Fernando, cuya muerte en Sarajevo encendió la mecha de esta guerra que ahora devora Europa. Francisco José vivió rodeado de coronas de laurel… y de crespones negros.

Y así se va, en 1916, cuando el Viejo Mundo se tambalea. El monarca que encarnó la solidez del orden tradicional muere sin saber si su imperio sobrevivirá a la tormenta. Viena ya no es la ciudad dorada del vals y la diplomacia; es el cuartel de un ejército exhausto. La monarquía dual que con tanto empeño sostuvo se resquebraja entre nacionalismos y pólvora. Su vida fue larga, su final trágico. Como si el siglo XIX —ese mundo de certezas y ceremonias— hubiese esperado a su muerte para ceder el paso a la gran ruina del siglo XX.

J. F. Lamata