10 julio 1897
El control del periódico pasará a manos de
Muere el fundador y dueño de LA VANGUARDIA, Carlos Godó y Pié

Hechos
El 10.07.1897 el diario LA VANGUARDIA comunicó el fallecimiento de D. Carlos Godó y Pié.
Lecturas
La esquela D. Carlos Godó Pié, editor y fundador de La Vanguardia se publica el 10 de julio de 1897. D. Carlos Godó Pié gestionaba en solitario el periódico desde la muerte de su hermano y co-fundador con él del diario D. Bartolomé Godó Pié, ambos crearon el periódico en 1881.
Le reemplaza como editor D. Ramón Godó Lallana, el primero que ostentará el título de Conde de Godó. Con D. Ramón Godó Lallana el periódico La Vanguardia deja de ser oficialmente el órgano de partido político alguno.
Sus fundadores fueron D. Bartolomé Godó y Pié y su hermano D. Carlos Godó y Pié. A la muerte de estos (D. Bartolomé Godó había fallecido 3 años atrás) tomó las riendas como editor D. Ramón Godó Lallana (hijo de D. Carlos Godó y Pié) que se obsesionaría por el perfeccionamiento técnico del periódico adquiriendo una fábrica de papel propia en Poble Sec y renovó continuamente la rotativa con nueva maquinaria. D. Ramón Godó y D. Miguel Santos Oliver convertirían LA VANGUARDIA en el periódico más leído de toda Cataluña.
En esta época se nombraría director de LA VANGUARDIA a D. Miguel de los Santos Oliver, que se mantendría al frente hasta 1920, año en que falleció.
D. Ramón Godó seguirá al frente de LA VANGUARDIA hasta su muerte en 1931.
El Análisis
Ha muerto don Carlos Godó Pié, y con él desaparece no sólo un empresario notable, sino el gran artífice del ascenso definitivo de La Vanguardia como periódico de referencia de la burguesía catalana. Quedo al mando único a la muerte de su hermano, ambos supieron interpretar en su momento: que el futuro de la prensa no estaba en servir únicamente a un político, sino en convertirse en espejo de una clase social que, sin alzar la voz, ya movía los resortes del país.
Bajo su dirección, La Vanguardia dejó atrás las servidumbres políticas iniciales —ligadas al liberalismo sagastino— para convertirse en algo más ambicioso y duradero: el diario oficioso de la Barcelona industrial, seria y moderna (puede que siguiera sirviendo ‘al poder’, pero a uno más amplio y pragmático). Por su tono sobrio, por su estilo sin alharacas, por su cercanía con los hechos y su lejanía del griterío, el periódico llegó a ganarse el apodo popular de “el diario de las esquelas”; mote irónico quizá, pero también justo, pues pocas páginas recogieron con tanto decoro la vida (y la muerte) cotidiana de la sociedad catalana.
El legado de don Carlos Godó no se mide sólo en cifras de circulación, sino en influencia. Durante años, ningún otro periódico en España tuvo ese grado de complicidad con sus lectores naturales. No será hasta 1903, con la aparición de ABC, que Madrid ensayará algo parecido. Pero La Vanguardia, desde su sede barcelonesa, ya había inventado antes el periódico moderno: elegante, práctico, respetado. Y ese mérito —como el periódico mismo— sobrevive hoy a su creador.
J. F. Lamata