12 junio 2023

Muere Silvio Berlusconi, exprimer ministro de Italia, exdirectivo deportivo, fundador de Mediaset Italia y de TELECINCO en España

Hechos

El 12 de junio de 2023 falleció el Sr. Silvio Berlusconi.

Lecturas

LÁGRIMAS EN MEDIASET ITALIA.

Las imágenes con lágrimas de los presentadores de informativos en Canale 5 / TFG / Mediaset Italia Francesco Vecchi e Federica Panicucci para anunciar la muerte de su patrón recorrieron toda Europa.

LA PRENSA AMIGA DE BERLUSCONI:

La prensa amiga de Silvio Berlusconi le despidió con grandes elogios empezando por su periódico, IL GIORNALE, donde su hermano ejerce como editor. También LIBERO, el periódico donde están alguno de los periodistas que más ferozmente le defendieron como Vittorio Feltri o Alessandro Sallusti o IL FOGLIO, el periódico fundado Giuliano Ferrera ahora dirigido por Claudio Cerasa.

LA PRENSA ENEMIGA DE BERLUSCONI:

El principal periódico de la izquierda italiana, LA REPUBBLICA, integrado en el grupo propiedad de la familia Agnelli (John Elkan), uno de los más antiguos empresarios enemigos de Berlusconi, le despidió con el titular ‘El primer populista’. Por su parte el periódico IL FATTO QUOTIDIANO del Sr. Marco Travaglio, periodista que dedicó toda su carrera a tratar de hundir a Berlusconi, tituló en su web al conocer la muerte de Berlusconi: «se enfrenta a su último juicio». En la edición impresa Travaglio ajustaba cuentas en un artículo contra el fallecido, titulado ‘La República del Banana’.

LA PRENSA MÁS CENTRISTA:

  El CORRIERE DELLA SERA, propiedad de Urbano Cairo (dueño de EL MUNDO y MARCA en España) y LA STAMPA de la familia Agnelli, a pesar de haber sido rivales históricos también de Berlusconi optaron por una línea más centrista. Los primeros titularon ‘Italia sin Berlusconi’ y los segundos un ‘Adiós, Cavaliere’.

 

13 Junio 2023

El legado de Berlusconi

EL PAÍS (Director: Pepa Bueno)

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El populismo del empresario italiano y su afán por convertir la política en espectáculo marcan el actual estilo de gobernar

Al contrario de lo que se suele decir cuando fallece un político relevante, con la desaparición de Silvio Berlusconi no se cierra una época en la política italiana. La influencia que introdujo este empresario y político nacido en Milán en 1936 en la manera de entender la discusión pública, la forma de gobernar y el mismo concepto de verdad y mentira sigue marcando no solo la política transalpina, sino que también explica lo que está sucediendo en otros importantes países de Europa e incluso el sorprendente ascenso de un empresario de parecido perfil, Donald Trump, a la presidencia de Estados Unidos.

Cuando en enero de 1994 Berlusconi anunció que entraba en política —que “bajaba al terreno de juego”— fue recibido con una mezcla de escepticismo y burla por una clase política que lidiaba con los restos del naufragio de la Primera República italiana, convencida de que no se trataba más que de la enésima ocurrencia de un constructor, dueño de medios de comunicación y clubes deportivos, amante de las portadas de las revistas y las declaraciones chocantes. Fue un tremendo error. El sistema tradicional de partidos puesto en pie tras la II Guerra Mundial había implosionado principalmente a causa de los escándalos de corrupción y mientras la izquierda, extinto el histórico partido socialista, se estaba reconstituyendo mediante la transformación del poderoso Partido Comunista en un partido de corte socialdemócrata, la derecha se presentaba como un desierto con múltiples candidatos a ocupar el espacio de la hasta entonces omnipresente Democracia Cristiana. Berlusconi vio ahí su oportunidad. Aupado por la popularidad del personaje público que se estaba construyendo, empleando un lenguaje directo, demagogo y populista basado en la descalificación del contrario, prometiendo soluciones simples a problemas complejos y convirtiendo la arena política en un espectáculo televisivo, el magnate logró hacerse con la jefatura del Gobierno. Llegó a estar durante varias legislaturas más de nueve años como primer ministro y superó a otro longevo líder de la historia republicana italiana, Giulio Andreotti. En las elecciones de 2006, la coalición que lideraba obtuvo el 49,7% de los votos, una cifra apabullante en un panorama político tan fragmentado como el italiano. El romance entre Berlusconi y el electorado resulta incuestionable.

Pero a pesar de este caudal de confianza popular, su gestión constituye una sucesión de escándalos, acusaciones y procesos judiciales que no solo enfangaron las reformas necesarias en una de las principales economías europeas, sino que, cuando su fórmula se agotó, dejó el terreno expedito para que poco más de dos décadas después de su entrada en política sucediera lo que muchos consideraban inimaginable: la victoria electoral clara de la extrema derecha de Giorgia Meloni y su normalización en el plano internacional. Y con el mismo Berlusconi de socio en ese Gobierno. El político tuvo que afrontar 30 procesos judiciales —aunque él solía hablar de 88— que incluyen corrupción de menores, y solo fue condenado en uno, por fraude fiscal en 2013, lo que le supuso la inhabilitación política que terminó de cumplir en 2018.

Berlusconi representa el triunfo del populismo mesiánico en una democracia occidental consolidada y su estrategia ha marcado el camino a otros líderes que han venido después. Si la democracia italiana ha resistido sus embates ha sido gracias a que sus instituciones han aguantado los sucesivos intentos que trataban de socavarla. Desaparecida la persona, queda su legado y, sobre todo, las consecuencias de este.

13 Junio 2023

MIS RECUERDOS PERSONALES DE BERLUSCONI

José María Aznar

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Mi relación personal con Silvio Berlusconi data de 1993. Ese año se dirigió a mí para pedirme opinión sobre su proyecto de aglutinar una serie de clubes y asociaciones, como plataforma civil, para impulsar un proyecto de centroderecha y su propio salto a la arena política.

Tengo que decir que se lo desaconsejé en términos muy similares a los que -años después- vi descritos en las memorias de Indro Montanelli. El decano de los periodistas de Italia le opuso un reparo muy nítido: «… ¿qué sabes tú de política? Ni siquiera conoces su lenguaje, crees que se puede administrar con tus criterios de empresario…». Confieso que al leer el pasaje de Montanelli me llamó la atención hasta qué punto su respuesta, la de un viejo conocido, coincidió con la mía, que le empezaba a tratar entonces. Porque yo también quise hacerle ver que la dimensión pública de la política casa mal con la mentalidad empresarial y que la ambición de identificar ambos planos para hacerse cargo de ellos con el mismo criterio director es una tentación expuesta a riesgos muy graves.

Montanelli cuenta que despachó su negativa con una broma; conmigo se limitó a decir «yo siempre he tenido éxito». Lo tuvo en las siguientes elecciones, las de marzo de 1994, pero fue un éxito precario que concluyó con su dimisión en diciembre de ese mismo año, una vez estallada la desafección con la Liga Norte. La experiencia pudo servirle para comprender la importancia de los partidos sólidos, aunque sospecho que para él lo decisivo fue siempre la personalidad en el liderazgo. Y la suya nunca fue convencional. Berlusconi no era un político profesional, ni quería aparentarlo, y eso se notaba: era su tarjeta de presentación. Siempre fue polémica -no podía dejar de serlo- su doble condición de presidente de Italia y dueño de una gran corporación de medios. Pero, ¿cómo hubiera podido ser convencional ningún político italiano capaz de movilizar a la opinión pública tras el desplome del sistema político de posguerra? Basado en el equilibrio social y político entre la Democracia Cristiana y el Partido Comunista, o más bien en las combinaciones para evitar la asunción del poder por parte de este último, la caída del Muro y los escándalos de corrupción acabaron dinamitándolo; en ese paisaje en ruinas Berlusconi jugó la baza de revulsivo provocador. En el haber de su temperamento explosivo tal vez haya que apuntar el impulso para acometer reformas que Italia necesitaba; es de justicia recordarlo hoy, cuando tantas glosas se dedicarán a mencionar el pasivo -muy visible- de ese balance.

En el día de su muerte creo un deber de piedad y gratitud traer a estas páginas el recuerdo del mejor Berlusconi. Durante mi etapa de gobierno, sin llegar -ni mucho menos- a coincidencias genéricas, debo decir que, en los momentos decisivos para España, siempre encontramos en él un aliado dispuesto a decantar a nuestro favor las cuestiones que estuvieran ventilándose. Durante las negociaciones del tratado constitucional europeo para la modificación del Tratado de Niza, su actitud fue ejemplar. Aquella no era una circunstancia fácil para él. Italia presidía la Unión Europea y tenía un interés legítimo en cerrar el acuerdo; nuestro Gobierno -sin rechazar de plano una negociación razonable- defendía los intereses nacionales, como era su deber y, por tanto, las cotas de influencia alcanzadas en Niza. En ese contexto, Berlusconi dejó claro desde el principio que la Presidencia italiana no llevaría a cabo ninguna acción que perjudicase o pudiese perjudicar a España. Durante esos años, España e Italia, junto con el Reino Unido de Blair, iniciaron el esbozo de una tríada en el seno de la Unión capaz de contrapesar la influencia del famoso eje franco-alemán; en torno a la visión compartida de un planteamiento europeísta de gran envergadura que hiciera compatibles la permanencia de los Estados-nación en una Europa integrada, la liberalización económica del continente y el refuerzo del vínculo atlántico. Esa convergencia fue fructífera porque abrió paso, entre otras iniciativas, a las propuestas de reforma económica conocidas como Agenda de Lisboa.

Luego pasaron los años, y él decidió continuar en activo, ejerciendo una actividad en primera línea que yo he considerado siempre sujeta a plazos de caducidad muy estrictos. Pero esa es otra historia. La que yo deseo recapitular el día de su desaparición es la de un amigo y aliado de España con el que durante algunos años pude compartir una idea de Europa que todavía hoy, estoy convencido, mantiene intacta su proyección de futuro. Descanse en paz.

José María Aznar

13 Junio 2023

Yo, Berlusconi y nuestra historia con Montanelli

Vittorio Feltri

LIBERO

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Los hombres no son inmortales, dichosos los que logran envejecer, entre los cuales también estoy yo y también estaba el Caballero. A quien le debo mucho, entre otras cosas me transfirió a los acomodados pagándome en grande. Éramos amigos, nos llamábamos. Justo antes de enfermarse me llamó. Me llamó en broma Número Uno, yo que tal vez no pueda ser el centésimo. Los dos rara vez hablábamos de política, una vez para reírme le dije que no era yo quien pensaba como él, sino que él pensaba como yo. Mis chistes alegres lo divertían. En la mañana de ayer, luego de que se difundiera la noticia de su muerte, fui cuestionado sobre mi estado de ánimo por varios medios. Resumo mis declaraciones. Ahora que por fin se ha ido, hasta los imbéciles reconocerán que Silvio fue genial, lo fue desde pequeño. Se graduó desde muy joven, y pronto se convirtió en el primer constructor nacional, erigiendo Milano 2, la ciudad satélite más bella de Europa. Luego lanzó tres de las estaciones de televisión más importantes de Italia, igualando la factura de audiencia con Rai. Yo no pago, fundó con Doris Mediolanum, un banco de nivel continental. No ha terminado. Dominó el fútbol con su AC Milan triunfando más que cualquier otro club. Y llegamos a la política. Silvio en tres meses entre 1993 y 1994 fundó un partido con el que inmediatamente ganó las elecciones. Un fenómeno como él no existía en la naturaleza. El resto es conocido. Aunque era una persona especial, medio país le hizo la guerra sin tregua, los comunistas y demás hicieron de todo, en vano, para derribarlo. Sólo el poder judicial con una sentencia tonta logró ponerlo, por un tiempo, En mis rodillas. Pero todas estas cosas son muy conocidas, no quiero volver a contarlas. Preferiría recordar sus inicios como hombre que llegaría a ser estadista. Todo comenzó con su pelea con Indro Montanelli, el director del periódico propiedad de Silvio. El resto ya lo sabes. Sólo añado que muchas veces sólo la muerte hace justicia a los individuos importantes. En abril de 1993 recibí una llamada de Silvio Berlusconi. Todavía no se hablaba de lanzarse a la política y Forza Italia no existía. En ese momento, la oficina de prensa del empresario estaba dirigida por un periodista con el que había trabajado en Il Corriere, Giovanni Belingardi, un amigo mío muy querido. Fue él quien me contactó informándome que Berlusconi quería conocerme. No tenía motivos para rechazar la invitación. Giovanni vino a buscarme a la oficina para llevarme a Arcore. Me dejó frente a la puerta y se fue. EL PRIMER ENCUENTRO «El señor está ahora mismo en el jardín, acompañando a Gianni Agnelli al helicóptero. Si camina por este camino de entrada, se cruzarán», me informó el mayordomo en cuanto crucé el umbral de la residencia. Y fue allí mismo donde nos conocimos por primera vez, en ese camino de entrada. El empresario se me acercó y me saludó cordial, casi con cariño. Era joven, muy amable y enérgico. Tenía ante mí a un hombre sencillo. No sentí asombro. No tuve palpitaciones. Sólo me interesaba entender qué quería de mí. Las propuestas llovieron durante el almuerzo. Berlusconi me preguntó en primer lugar qué pensaba de mi paso a Il Giornale como director. No oculté que me atraía esta hipótesis, me incitaba la sustitución de Montanelli. Pero también añadí que estaba bien donde estaba. The Independent estaba muy bien y mis ingresos eran satisfactorios. Por último, subrayé que mientras Montanelli estuvo al frente de Il Giornale nunca me hubiera atrevido a anularlo y que solo si Indro hubiera decidido dejar el timón por sus propios motivos me habría interesado mi pasaje al periódico. de vía Negri. Berlusconi se lo tomó bien. No era de los que se enfadaban. Después de nuestra primera reunión, el futuro líder de Forza Italia me llamaba a menudo para felicitarme por mis títulos o artículos, me decía que le gustaba mucho mi periódico. Con motivo de mediados de agosto de ese mismo año ’93, fui invitado por Silvio a almorzar, nuevamente en Arcore. The Independent estaba muy bien y mis ingresos eran satisfactorios. Por último, subrayé que mientras Montanelli estuvo al frente de Il Giornale nunca me hubiera atrevido a anularlo y que solo si Indro hubiera decidido dejar el timón por sus propios motivos me habría interesado mi pasaje al periódico. de vía Negri. Berlusconi se lo tomó bien. No era de los que se enfadaban. Después de nuestra primera reunión, el futuro líder de Forza Italia me llamaba a menudo para felicitarme por mis títulos o artículos, me decía que le gustaba mucho mi periódico. Con motivo de mediados de agosto de ese mismo año ’93, fui invitado por Silvio a almorzar, nuevamente en Arcore. The Independent estaba muy bien y mis ingresos eran satisfactorios. Por último, subrayé que mientras Montanelli estuvo al frente de Il Giornale nunca me hubiera atrevido a anularlo y que solo si Indro hubiera decidido dejar el timón por sus propios motivos me habría interesado mi pasaje al periódico. de vía Negri. Berlusconi se lo tomó bien. No era de los que se enfadaban. Después de nuestra primera reunión, el futuro líder de Forza Italia me llamaba a menudo para felicitarme por mis títulos o artículos, me decía que le gustaba mucho mi periódico. Con motivo de mediados de agosto de ese mismo año ’93, fui invitado por Silvio a almorzar, nuevamente en Arcore. que mientras Montanelli estuvo al frente de Il Giornale nunca me hubiera atrevido a pasar por encima de él y que solo si Indro hubiera decidido dejar el timón por sus propios motivos me habría interesado mi pasaje al diario via Negri. Berlusconi se lo tomó bien. No era de los que se enfadaban. Después de nuestra primera reunión, el futuro líder de Forza Italia me llamaba a menudo para felicitarme por mis títulos o artículos, me decía que le gustaba mucho mi periódico. Con motivo de mediados de agosto de ese mismo año ’93, fui invitado por Silvio a almorzar, nuevamente en Arcore. que mientras Montanelli estuvo al frente de Il Giornale nunca me hubiera atrevido a pasar por encima de él y que solo si Indro hubiera decidido dejar el timón por sus propios motivos me habría interesado mi pasaje al diario via Negri. Berlusconi se lo tomó bien. No era de los que se enfadaban. Después de nuestra primera reunión, el futuro líder de Forza Italia me llamaba a menudo para felicitarme por mis títulos o artículos, me decía que le gustaba mucho mi periódico. Con motivo de mediados de agosto de ese mismo año ’93, fui invitado por Silvio a almorzar, nuevamente en Arcore. Después de nuestra primera reunión, el futuro líder de Forza Italia me llamaba a menudo para felicitarme por mis títulos o artículos, me decía que le gustaba mucho mi periódico. Con motivo de mediados de agosto de ese mismo año ’93, fui invitado por Silvio a almorzar, nuevamente en Arcore. Después de nuestra primera reunión, el futuro líder de Forza Italia me llamaba a menudo para felicitarme por mis títulos o artículos, me decía que le gustaba mucho mi periódico. Con motivo de mediados de agosto de ese mismo año ’93, fui invitado por Silvio a almorzar, nuevamente en Arcore.

“Me quedo en Milán por trabajo y estoy solo, trae a tu mujer y a tus hijos también”, me suplicaba el empresario. Me presenté allí sin compañía. En la mesa esta vez Berlusconi se volvió más insistente. “Ven, te encomiendo la gestión de Canale5”, me dijo. Nunca había hecho televisión, solo tenía un poco de experiencia a mis espaldas en esta área, soy periodista de papel. Berlusconi me dio el nombre y el número de uno de sus directores, un tal ingeniero Spingardi, con la esperanza de que pudiéramos llegar a un acuerdo fijando una tarifa. En resumen, el hombre me quería a toda costa. Conocí a Spingardi, más para hacerlo feliz que para negociar, de hecho la negociación no se concretó. La aversión mutua entre este administrador y yo también influyó en el resultado desfavorable.

¿A QUIÉN LE DOY LA FIESTA?

En los meses siguientes la prensa se puso manos a la obra con la enconada disputa entre Montanelli y Berlusconi. El primero no aceptaba que el segundo hubiera fundado un movimiento. Indro estaba cabreado como el demonio, ya que entendió que su periódico se convertiría en un órgano del partido. Se rumoreaba que Montanelli pretendía dejarlo ir. A principios de diciembre de ese mismo año, 1993, Berlusconi me llamó por teléfono para pedirme consejo. “No sé a quién confiarle la fiesta, ¿qué opinas de Mariotto Segni?”, me preguntó. “Me parece fofo”, observé. «¿Y tú cómo ves a Mino Martinazzoli?», continuó. «Aún peor. Mino, una luz de cementerio, es una especie de agente mortuorio”, respondí. Berlusconi se reía y me escuchaba. En un momento presionó: «En resumen, Feltri, ¿a quién pondrías al frente de Forza Italia?». “Yo pondría a Silvio Berlusconi. Por qué, cuando era editor de L’Europeo hice una encuesta para saber quién era la ciudadana italiana más admirada y ella salió en primer lugar. Si decide entrar en política, debe dirigir el partido, de lo contrario, olvídese”, concluí. Sospecho que le he dado a Forza Italia no solo el líder, sino incluso el nombre. En los años 80, Walter Zenga, Nicola Forcignanò, presenté un programa de televisión llamado «Forza Italia», transmitido por la estación Tanzi. VIA NEGRI Berlusconi me presionó y me pidió de manera cada vez más apremiante que fuera a Il Giornale. Hubo otra reunión, una vez más en Arcore. “Vale, voy al periódico”, declaré después de agotadores intentos de persuasión. Las condiciones habían cambiado con respecto a los meses anteriores. Montanelli se iba. Fue decidido. “Cuando Indro quita las cortinas, suponiendo que esto realmente suceda, aceptaré tomar su lugar. Ciertamente no iré allí y le daré un codazo —especifiqué. Y, en efecto, Montanelli, seguramente puesto a prueba por un Berlusconi que quería despedirlo, abandonó el periódico que él mismo fundó. Después de su renuncia, el puesto quedó vacante durante unos días. Mientras tanto, comenzaron las negociaciones sobre mi contratación. En L’Indipendente ganaba quinientos millones al año, por eso me reí cuando los directivos de Il Giornale, durante una entrevista, me ofrecieron 600 millones. Los mandé al infierno sin dudarlo. Ya no estaba muy emocionado por dejar un periódico que vendía muchas copias, además me ofrecían hacerlo por 100 millones extra. “Si necesitas un imbécil, hay muchos por aquí. Si necesitas un director, Todavía estoy apenas disponible”, dije, dirigiéndome a todos los presentes, incluido Paolo Berlusconi. Luego salí de la habitación. Me recuperaron frente al ascensor y me llevaron adentro. En ese momento me ofrecieron 800 millones y, para convencerme de que aceptara, también me ofrecieron una tarifa por las copias vendidas. En resumen, cuantos más lectores hubiera recuperado, más habría aumentado mis ganancias. Un buen reto, que asumí sobre la marcha. Después de unos pocos días estaba vendiendo 30.000 copias más. que atrapé sobre la marcha. Después de unos pocos días estaba vendiendo 30.000 copias más. que atrapé sobre la marcha. Después de unos pocos días estaba vendiendo 30.000 copias más.

EL RETO CON LA VOZ

Los almuerzos con Montanelli fueron interrumpidos. No sentí que lo había usurpado. Tan pronto como me hice cargo de Il Giornale, salió mi primer artículo, el que saluda a los lectores. Al día siguiente, entre las 10.30 y las 11.00, recibí la llamada telefónica de Indro. Habló con calma y confianza, como siempre. No hay asomo de rencor o enfado en su entonación: «Vittorio, te deseo todo lo mejor ahora que te has convertido en mi sucesor, leí tu editorial y debo decir que me gustó mucho. Estoy molesto porque no lo firmé yo mismo. Me sorprendió una vez más su amabilidad. Montanelli fue un verdadero caballero. En sus palabras percibí cariño. Tal vez quería aliviarme de la vergüenza. ¡Qué delicia! Il Giornale iba bastante bien cuando debutó el nuevo periódico fundado por Montanelli La Voce, que inmediatamente vendió la belleza de 500 mil copias. Sin embargo, estaba tranquilo. Había estudiado bien ese periódico y lo veía feo. No tenía miedo. Sabía que La Voce sería un meteoro. Espumoso al principio y de corta duración. De hecho, solo duró un año. De 115.000 ejemplares en enero de 1994, Il Giornale superó los 200.000 a finales de julio. Indro se llevó a una cincuentena de periodistas, entre ellos Beppe Severgnini, aunque dijo de él «Beppe es sólo polvos para la cara», Marco Travaglio, Mario Cervi y muchos otros. Un año después de su estreno, La Voce vendía 30.000 o 40 ejemplares. El día que cerró yo estaba en Santa Margherita Ligure. Al enterarme de la noticia, hice 10 líneas en la primera página, una columna, por respeto, para informar a los lectores que el periódico de Indro había terminado de publicarse. Ni siquiera una palabra de comentario. No habría tenido sentido enfurecerse. De vuelta en Milán, al día siguiente, Montanelli me llamó para pedirme que nos encontráramos. Nos conocimos en un restaurante en Corso Venezia, Santini. Me pareció casi cansado, pero sereno. “Tuve que cerrar el periódico. Ayúdame, me gustaría que te llevaras a esta gente contigo», y me dio los nombres de algunos periodistas. «Si puedo, Indro, lo haré con más gusto», le respondí. Y, de hecho, tenía algunos contratados. Cervi me hizo una seña, que restablecí de inmediato. Así comenzó una nueva etapa de amistad entre Montanelli y yo, quien volvió a Il Corriere como columnista. pero sereno. “Tuve que cerrar el periódico. Ayúdame, me gustaría que te llevaras a esta gente contigo», y me dio los nombres de algunos periodistas. «Si puedo, Indro, lo haré con más gusto», le respondí. Y, de hecho, tenía algunos contratados. Cervi me hizo una seña, que restablecí de inmediato. Así comenzó una nueva etapa de amistad entre Montanelli y yo, quien volvió a Il Corriere como columnista. pero sereno. “Tuve que cerrar el periódico. Ayúdame, me gustaría que te llevaras a esta gente contigo», y me dio los nombres de algunos periodistas. «Si puedo, Indro, lo haré con más gusto», le respondí. Y, de hecho, tenía algunos contratados. Cervi me hizo una seña, que restablecí de inmediato. Así comenzó una nueva etapa de amistad entre Montanelli y yo, quien volvió a Il Corriere como columnista.

13 Junio 2023

Cocodrilo caimán

Marco Travaglio

IL FATTO QUOTIDIANO

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Nunca entraré en política. Tomo el campo . El país que amo. Un nuevo milagro italiano. Italia como Milán. No más ladrones estatales. Amigo de Craxi. amigo de Gelli. Amigo de Dell’Utri. amigo de Mangano. Amigo de Previti. El amigo que suena. Amigo Metta . El premio Mondadori. La Revolución Liberal. El hombre de hacer. La fragata villa en el huérfano. Cuando yo era joven, yo también era ama de llaves. Madre Rosa. El mausoleo de Arcore. El Polo de las Libertades.

Quiero a Di Pietro Ministro del Interior. El decreto Biondi. Lo juro por la cabeza de mis hijos. Nunca pagó sobornos. Milán en los años 70 era un calvario, había que pasar el expediente de una oficina a otra con el cheque en la boca. Vendo mis televisores. Déjame trabajar. Soy el ungido del Señor. Nunca dije que soy el Ungido del Señor. Dios mio. Me permitirá. El cambio. Dini y Scalfaro comunistas. Prodi idiota útil de los comunistas. Comunista D’Alema. amigo máximo. La Bicameral.

La Constitución Comunista. Las túnicas rojas. La Casa de la Libertad. Cualquiera que vote a la izquierda es un gilipollas. Mis televisores tienen una línea editorial 85% autónoma. Mis periodistas son todos de izquierda. La fe es un héroe. Putin es un amigo cercano, un regalo del Señor, tiene sentimientos delicados, un verdadero demócrata. Amigo George W.. Ai consìder sdesd ov Iunade Steiz nos onli a fleg ov e cantri…

Gaddafi es un líder de la libertad. Los sobornos a la Guardia di Finanza, en opinión de la gente, no se consideran delito. Dell’Utri es una persona de una moralidad y una religiosidad tan profundas que no puede ser confabulador, no tiene apego al dinero, muchas veces le digo: no hagas como Giorgio Washington que velaba por los intereses del estado y arruinaba a la familia .

No haré las paces. Convenio y escudo fiscal. Amnistía fiscal y edificatoria. Todos los ibéricos nunca oído hablar. Molinos nunca conocidos. Sr. Schulz, lo sugeriré para el papel de kapo. Ustedes son turistas de la democracia. Rómulo y Remulo. Islam civilización inferior. Todo por culpa del euro. Los cuernos. el cuco de Merkel. La mafia, unos cientos de personas. Lo escribió con Apicella. El elixir de Scapagnini. Rasmussen es mejor que Cacciari, le presentaré a mi esposa . Mangano es un héroe, no habló: se portó bien, comulgó en la capilla Arcore. El contrato con los italianos. Un millón de puestos de trabajo. Menos impuestos para todos. Las grandes obras.

El puente sobre el Estrecho. Me malinterpretaron. Biagi, Santoro y como se llame el otro… Luttazzi hizo un uso delictivo de la televisión pagada con el dinero de todos. Montanelli y Biagi me tenían envidia. El pulpo arruina Italia en el extranjero. Contabilidad falsa. El Cirami. El premio Mecánica. El premio Schifani. Cirielli. Todos son iguales ante la ley, pero yo soy un poco más igual que los demás.

comunista ciampi. La Ley Gasparri. El protector de red4. El economista comunista. Señora, ¿qué tal una ciulatina? Bertolaso ​​hombre de Providencia. Mussolini nunca mató a nadie, al contrario, enviaba a la gente de vacaciones al confinamiento. Estaré muy feliz de conocer al padre de los hermanos Cervi, a quien va toda mi admiración. Querida Blair, yo también soy laborista. Justicia mecánica. Los jueces son locos, antropológicamente diferentes al resto de la raza humana. Telekom Serbia tiene que ver con un soborno. Mitrokhin. El fraude de Prodi.

Los comunistas chinos hervían niños para hacer estiércol. Sacaré la basura de Nápoles en tres días. Tengo 109 juicios con mil jueces. Siempre me han absuelto. Estrangularía con mis propias manos a cualquiera que escriba sobre la mafia. Pueblo de la Libertad. La bandana y el trasplante capilar. Obama es guapo y bronceado. El Milagro del Águila. Escapar es un derecho natural en el corazón de los hombres. Las manos en los bolsillos de los italianos. El poder judicial es un cáncer a erradicar, peor que las Brigadas Rojas, como la banda blanca Uno. Amenazamos a los jueces con sus esposas, somos tombeurs de femmes.

Agostino, Antonella: se está volviendo peligrosa, se ha puesto a decir locuras. El premio Alfano. La prescripción breve. El proceso corto. impedimento legítimo. La Consulta Comunista. El Partido del Amor y la Izquierda del Odio. Nunca salió con menores. El padre de Noemí Letizia era el chófer de Craxi. La señora Lario miente. Patrizia, tienes que tocarte. La estatuilla a la altura de la Catedral. Doctor Fede, o sea, me refiero a Vespa. Amigos Gianpi, Lavitola, De Gregorio y Lele. Nicole Minetti es higienista dental. Ruby es la nieta de Mubarak.

bunga bunga. Tengo una novia. Solo cenas elegantes. Estamos todos interceptados. Le estaba pagando a Ruby para que no se prostituyera. Pagué a las niñas porque los fiscales las arruinaron. Santidad, somos los defensores de la civilización cristiana y de la familia tradicional. Tengo ocho tías, Hermanas de Maria Consolatrice. Día de la familia Chicas, ¿pueden tocarme el trasero? El culo bloqueable. Mi sentencia es un golpe. Uveítis. La bomba. ¡Señor Obamaaaaa! ¿Conoces el de manzana? ¿Y la de los judíos y los campos de exterminio? Soy el mejor primer ministro de los últimos 150 años. Nunca voy a dejar. Renuncio.

Mandamos a los grillini a limpiar los aseos de Mediaset. La boda falsa. Mi Covid tenía la carga viral más alta del mundo. La Sra. Meloni es obstinada, autoritaria, arrogante, ofensiva, ridícula. Putin solo quería reemplazar al Sr. Zelensky con gente decente. Zagrebelsky debe ser persuadido para negociar. Te mando un autobús lleno de putas. Terminé la guerra fría y obtuve los miles de millones de Pnrr en Europa. Recuerdo mis reformas del 208. Tik Tok Taaaaak. Los tulipanes a todos. Me voy de este país de mierda.

12 Junio 2023

"Te hablaré de mi Cav".

Giuliano Ferrara

IL FOGLIO

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TV, AC Milan, política, mujeres, enfermedad, el eterno retorno y otros recuerdos. "Dijeron: este Berlusconi es una delicia... y yo objeté: la gente quiere concursos y fondos rosas, sean compasivos". Los ochenta años de Silvio Berlusconi en el recuerdo personal del fundador de Il Foglio en conversación con Alessandro Giuli

Silvio Berlusconi falleció hoy, lunes 12 de junio de 2023, en el San Raffaele de Milán, donde estaba hospitalizado desde el pasado viernes . El ex primer ministro tenía 86 años. Reproponemos la memoria de Giuliano Ferrara, en conversación con Alessandro Giuli, publicada el 26 de septiembre de 2016.

Qué más da, somos el diario de Berlusconi con menos berlusconianos dentro. Doce años después retomo esa conversación con el director, ahora emérito: él, que ha jugado un papel tan importante en los asuntos públicos de Berlusconi, accede a dar al Cav. una hora de recuerdos salpicados de sonrisas continuas y rotundas que la escritura no puede devolver.

“¿Me estás preguntando por mi Cav.? Tenemos que remontarnos a finales de los ochenta. Después de hacer mi debut televisivo en Rai3, cambié a Rai2 con Antonio Ghirelli. Con una emisión que tuvo mucho éxito, cuyo nombre ahora ha sido usurpado, ‘El Testigo’, el primer programa con dementes de la calle colocados frente a la pantalla: mucho rating, apuesta por Tortora, por milagros (y yo no No sé que los milagros estaban escuchando.La apuesta por Milingo, entonces, fue una bomba). Berlusconi no quería que los jueves tuvieran un fuerte competidor en la Rai. Mi nombre es. Me había pasado los últimos años entre el PCI y el post-Pci hablando bien de él; Fui a la casa de Laura Betti, había muchos intelectuales, desde Alberto Moravia para abajo. Todos dijeron ‘ah, este Berlusconi es un carnicero…’ y yo objeté ‘sí, pero la gente se divierte, quiere ver concursos y fondos rosas, se compasivo’. En resumen, estaba muy bien dispuesto, muchas veces me decía ‘uh, qué cojones trabajar en esta televisión falsa, sin comerciales. Me gustaría trabajar en una televisión comercial’. Estamos hablando de un Giuliano Ferrara casi estúpido, es decir, de la televisión. Llamó a Berlusconi: ‘Venid a mí’. Fui a verlo a la famosa casa romana de via dell’Anima, donde empezó todo. Inmediatamente comprendí que era un seductor, un conocedor de hombres.

Lo recibió en un pequeño salón con Fedele Confalonieri a su lado. Funcionaba así: te hablaba y Confalonieri te miraba, luego Confalonieri hablaba y Berlusconi te miraba. Siempre estuviste en desventaja. Así que pedí una cifra que me pareció alta como compensación, él dijo ‘definitivamente sí’, momento en el que me di cuenta de que era una cifra demasiado baja. Entre lujurioso y brusco, me encontré firmando un contrato con el abogado Dotti en una maravillosa casa que había pertenecido al escenógrafo Maurizio Chiari, amueblada de manera exquisita, donde el Cav. se había instalado cerca de Sant’Agnese y de la escalera de Bernini por donde pasaban los burros… Lo encontré muy simpático, y no solo porque me pagaba bien, había ese ambiente diferente, sentía que Rai era parte de mi historia primera republicana … las fiestas, etc.,

Así nació «Radio Londres». “Inmediatamente me criticó en horario de máxima audiencia. Luché feroces batallas contra De Mita ya favor de Craxi. Me llamó: ‘Mira, Craxi tiene solo el 13 por ciento’, ‘pero tú sabes que yo soy un militante político, vengo del Partido Comunista, he hecho algunas elecciones públicas, estoy para Craxi, no me divierto si no lucho explícito…’. Quería un Ferrara más vespiano: ‘Sabes, soy ecuménico, no puedo agredir a nadie, dependo de las autorizaciones públicas…’. Resultado: me quedé fuera de la TV durante un año, pagado por Cav., luego volví a empezar. Entonces, de repente, Berlusconi se convirtió para mí en un estadista”. Italia es el país que amo… año 1994.

“Yo vine de Estados Unidos, me había curado una diabetes bestial a fuerza de ayuno, estaba flaco y él se alegraba de ver flaca a Ferrara: decía que era un milagro de Berlusconi, como el Milan. Nos reunimos en el jardín de Arcore con todo el personal: Mentana, Montanelli, Federico Orlando, Tatò… Dell’Utri… Mentana lo llamó ‘Los Protocolos de los Reyes Magos de Arcore’, una broma ingeniosa. Allí nació con la Cav. una relación política que luego crecería porque yo era rápido en escribir, echaba una mano. Yo estaba muy emocionado. Entre la primera reunión y esta en Arcore, Antonio Di Pietro, Francesco Saverio Borrelli había estado en el medio… los jueces de la piscina de Milán habían encarcelado a toda la clase dominante y amenazado con entrar como un tanque en la casa de Berlusconi, disparando salvajemente Entonces se organizó la aventura política. Cuando me dijeron el nombre del movimiento, Forza Italia, me quería morir. En cambio, ganamos y yo me convertí en ministro en su primer gobierno, que salió como salió”.

Vayamos a 1996, Berlusconi está en la oposición, nace Il Foglio. “Quería que siguiera trabajando con él. Le dije: muy bien, haz un comunicado en el que diga que Previti ya no está y yo me quedo. Él respondió que no, que no podía hacer eso. Y entonces comencé a mirar alrededor. Hasta que Lodovico Festa, que había trabajado conmigo en el Palazzo Chigi, vino de Milán, junto con Sergio Scalpelli, Beppe Benvenuto y otros para proponer: hagamos un periódico. Como decía Festa: si uno no tiene nada que hacer, crea un periódico. Inventé el periódico de una de esas formas locas que he contado muchas veces, tomando el diseño del WSJ y copiándolo en su totalidad. Decidimos hacer un periódico de élite, para el establecimiento. Berlusconi estuvo maravilloso en esto. Le pedí una mano para financiar, me envió a un tipo poco común que vivía en el Palacio Rospigliosi, lo había visto en fotos en alguna revista de verano, objeté que no era tan loable… El Cav. me dijo: es muy difícil para mí encontrar un grupo de prestamistas, no trato mucho con los periódicos… y luego esta idea de llamarlo il Foglio me parece un poco loca… ¿por qué don ¿No lo llamas ‘il Quadrifoglio’?”. Como un amuleto de la suerte.

“Puedes esperar cualquier cosa de un hombre así… A los dos meses me dijo: ¿qué dirías si mi esposa entrara con el 38 por ciento? En ese momento pensé: Dios, qué cabrona me estás dando, vamos a convertirnos en el diario de la mujer de Berlusconi. Por otro lado, de nuevo en un minuto-segundo, me dije: bueno, no puede hacer otra cosa, pero a quién le importa. ¿Qué estoy defendiendo la reputación? Respondí: sí con mucho gusto ¡qué maravilla! La Sra. Veronica siempre fue perfecta. Esencialmente estaba en contra de la aventura política de su marido… hermosa, matrona. Nunca ha intervenido en la factura del diario”. Ni siquiera el Cav. ha interferido alguna vez. “Para él ni siquiera existía un periódico de diez, quince, veinte mil ejemplares, ningún portero, ningún contador lo tenía en la mano. Durante años tuve la impresión de que no nos leía. Entonces descubrí que nos estaba leyendo. Sólo una vez se enojó un poco porque Salvatore Merlo era como siempre alegre, divertido, brillante pero en fin, un poco irrespetuoso». Señor y maestro y gran cajero, Berlusconi. “Le escribí mil veces con horror que era peor ególatra que Kim il Sung, lo llamé Cav. el Cantado. Cuando quiso quitarle la escolta a Boccassini, escribimos unas locuras en su contra…».

Veinte años de fronda amorosa o amor frondista. “Veinte años maravillosos que concluyeron con una carta mía, cuando dejó la propiedad: una carta mía, delicada y simpática, de un viejo amigo. Me respondió con una llamada telefónica muy tierna: siempre eres el más genial de la papelera». Hace unos meses vino por primera vez a la redacción, ya no editor pero todavía amigo, para saludar al nuevo director Cerasa, le obsequió una magnífica escultura antigua en forma de cereza. “Él vino por primera y única vez después de que me fui” (risas). Realmente nunca has peleado. “Solo una vez, en 2008, cuando corrí con la lista antiaborto. Estaba muy intoxicado: ¡Te estoy haciendo perder las elecciones, el premio de la mayoría! Él: deja estas cosas sociales en paz… Quería ganar las elecciones sin obstáculos, y mucho menos los de valores”.

Desde hace unos años que habláis entre vosotros. “Son 16 años de diferencia. Para mí es un hermano mayor. De la nada ella quería que cambiara a Ti y fue muy complicado… durante los primeros tres meses cambié de Ti a Ella continuamente. Realmente me gustaba llamarlo Lei, porque ninguno de sus amigos lo hacía». Poco a poco la relación se afloja. “Se mudó de casa, fue al Palacio Grazioli… él también se entristeció… En cambio en el momento de via dell’Anima… indescriptible… si tuviera que fijar una medalla por su octogésimo cumpleaños, un premio para el carácter, tendría que nominar las convenciones en las que dijo ‘debes tener el sol en el bolsillo’ y la opción de permanecer en via dell’Anima. Tengo un recuerdo preciso de aquella casa alquilada por dos señores grandes e inteligentes, una pareja gay: grande, nunca muy usada… con la televisión en la cocina, una cosa maravillosa para una familia promedio o un gran aristócrata. No había nada tecnológico… los teléfonos funcionaban y no funcionaban… ibas ahí a la cocina a ver, quién sabe, Santoro atacando a Berlusconi y había tomates, calabacines y berenjenas en la mesa, estaban preparando la cena. .. comíamos continuamente… Yo era joven pero no llegué a él».

Era la edad de oro. “Era, es, verdaderamente, un rayo de sol. Una persona magnífica y divertida, con todos sus defectos políticos y humanos: un hombre lleno de miedos y sombras, pero muy valiente. Italia estaba completamente abrumada, se mantuvo de pie y siguió su camino hasta su maravilloso octogésimo cumpleaños… Y con mucha decencia”. Dicen que fracasó en llevar a cabo la revolución liberal. “Pero, ¿quién ha logrado alguna vez provocar una revolución en Italia? Nadie. Cuando tienes botas y ejerces la violencia puedes, en Italia, regimentar a las masas dentro de veinte años… pero luego no sabes qué hacer con ellas, te equivocas al entrar en la guerra y te ponen patas arriba. Trivialmente es difícil y también inútil intentarlo. Pero ha cambiado irreversiblemente a Italia: en la política, en las costumbres, en el deporte”.

Partió Italia por la mitad, y quizás también la historia política de la segunda posguerra. «No hay duda. Los magistrados han hecho mucho para acabar con la Italia construida después de la guerra a través de la Constitución del 48. Han encarcelado a los partidos, como complejo político, como sistema. Más que esto no pudieron. Unos miserables cálculos predijeron la supervivencia del principal partido de izquierda, y eso bajo el chantaje de algunos sectores marginales de la clase dominante. En cambio, puso todo patas arriba. De una manera muy simple e instintiva: aquí estoy, detrás de mí no tengo un símbolo ideológico sino un cielo azul con nubes y el nombre de mi partido, Forza Italia, es una expresión de apoyo al fútbol, ​​además de patriótico. exhortación». Carisma en lugar de grisalla. “Al principio estaba el problema de cómo ofrecerse como comida a la opinión pública.

Berlusconi nació en la política un poco como su heredero: una reforma al día. Pero al final, en lugar de hacer lo que todos esperábamos de él, que es crear una gran clase dirigente liberal (algo que me da mucha risa), él, golpeando a sus antagonistas uno tras otro, creó las condiciones para ser líder de la izquierda, alguien cuya única plataforma de identidad verdadera era ‘No quiero a Berlusconi en la cárcel, lo quiero retirado’”. Mateo Renzi. “La paradoja de las paradojas. Un joven charlatán ambicioso que se hizo a sí mismo, tomó una ciudad, Florencia, y luego estableció una visión política que no estaba en consonancia con la vieja pereza amante del estado italiano, pero lo hizo a la cabeza de la izquierda en lugar de la derecha. Considero que esta es la última verdadera obra maestra de Berlusconi”. Malgré soi, al parecer. “Hay un punto en el que nunca nos hemos entendido de manera radical: la disputa con Renzi por la elección del Presidente de la República. Es cierto que Renzi fue un gran hijo de puta en ese caso, pero Giuliano Amato no pudo soportarlo. Lamento cómo resultaron las cosas. Pero quién sabe, ahora que Berlusconi ha inventado a Stefano Parisi, inventará otras cuatro o cinco innovaciones… pero no importa aunque no tenga más votos, consenso, seguirá teniendo la enorme pasión, la enorme aliento en las alas de unos veinte años increíbles”.

¿Cuántas veces hemos evocado un final feliz? “Ah, es increíble la cantidad de errores que hemos cometido al interpretar sus hechos… De lo que estoy seguro es que la clave para entender a Berlusconi es su vida privada: es un hombre privado, como tal es un candidato, se fue al Palazzo Chigi, luchó en defensa de sus empresas y su riqueza y su libertad como empresario, entabló relaciones con Clinton, Merkel, Bush o el abogado Ghedini. Y en el centro de sus dificultades, en un momento crucial y tras el colmo de la gloria alcanzado, está la crisis matrimonial. Algo importante en la vida de una persona. Amas a una mujer, tienes tres hijos con nosotros, con dos hijos de la primera cama, sigues siendo todo lo que eres, es decir, un gran gallo, un Don Giovanni sin aspiraciones metafísicas. Lo pensé durante mucho tiempo, con mucho respeto por Verónica, pero una esposa que hace estudiar a sus hijos en escuelas Steiner y que no los deja ver televisión, siendo la señora Berlusconi, es un problema en esa familia. Había algo mal».

La fuerza privada como combustible del triunfo, una crisis privada en la raíz del declive. “Pero a los ochenta años, a quién le importa. Ahora que está allí, lo importante es que su circulación sanguínea funcione bien. No sé si una sentencia europea saldrá a su favor, seguro que cuanto más tiempo pasa y más difícil se hace imaginar un regreso. Incluso si se puede esperar algo de él. Su final feliz radica en no tener un final, es solo un final feliz. Lo descubrí tarde pero lo descubrí. Alguien que sobreviva a las sonrisas de Sarkozy y Merkel, alguien que sobreviva a la histérica campaña en nombre de la decencia común, y la investigación más perversa jamás concebida contra un político, acosado, espiado, condenado… alguien que sobreviva a Valter Lavitola,

13 Junio 2023

Pero la izquierda no debe engañarse, no terminó ahí

Alessandro Sallusti

LIBERO

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Banderas a media asta y funerales de Estado significan que la muerte de Silvio Berlusconi es duelo nacional pero la armonía nacional es otra cosa. No nos engañemos pensando que los muchos Caínes que en todos los campos lo persiguieron en vida se arrepientan o lo perdonen en la muerte, de ello depende su supervivencia. Me refiero a esa generación de periodistas, intelectuales, políticos y magistrados que construyeron sus miserables fortunas sobre el antiberlusconismo partidista, ad personam, y ahora se encuentran más huérfanos que el pueblo de Berlusconi. Por supuesto, lejos de un enemigo se puede construir otro, pero ciertos cotas de violencia mediática y judicial serán difíciles de igualar, por lo que el fantasma de Berlusconi seguirá cerniéndose sobre el país durante mucho tiempo y más de una pista ya puede ser encontrado en estas primeras horas post mortem. Silvio Berlusconi, él mismo me lo confesó, no podía descansar en no ser percibido por todos «para todos y de todos», claro indicio de la lúcida locura que le hacía vivir con realismo pero nunca dentro de la realidad, no como hasta los mejores son ahí entre nosotros. De ahí su seráfico asombro ante ataques e investigaciones: “¿Qué he hecho mal? En mi vida nunca le haría daño a nadie, ni siquiera a mi peor enemigo”, repetía a sus interlocutores preocupado por las dificultades. Alguien me preguntó ayer: ¿quién fue Berlusconi? Muchas cosas, pero antes que nada era su familia. Extraño, ¿no es así, para alguien que ha tenido más de una familia? No, para nada: sólo lo vi conmovido cuando casualmente habló de la madre Rosa, Solo lo vi verdaderamente feliz en Navidad cuando me llevó a preestrenar la mesa puesta por días en el salón Arcore para el grupo de hijos y nietos con los regalos ya asignados como marcadores de posición, solo lo vi realmente preocupado los días en que su el hermano Paolo estaba pasando por un mal momento de salud, muy triste cuando falleció su amigo Ennio Doris, nota familiar. Sí, porque Silvio Berlusconi era todo lo contrario al caimán que describe la propaganda, ciertamente un optimista incurable pero no sabría decir lo feliz que era fuera de sus dos verdaderas pasiones, además de su familia, Milán. Ciertamente no era un hombre autoritario, nunca lo he escuchado dar una orden perentoria, su arma era la convicción ya fuera hablando con un mesero o con jefes de estado y sus pares. Un día, la víspera de la Pascua de 2011, yo, el director de su Il Giornale, me llamó: “Tengo que pedirte un favor”. Y yo: «Dígame, presidente». Y él: “Si mañana por favor no le des seguimiento a tu primicia de hoy sobre Tremonti que está a punto de traicionarme. Tal vez, solo tal vez, pueda salvar al gobierno». Respondo: «Pero mira, es verdad». Respuesta: «Lo sé bien, pero está furioso y amenaza con renunciar, no podemos pagarlo, trata de entender».

EL PLACER DE HACER

Deambulando con él por primera vez en el enorme parque de Villa Certosa en Porto Cervo, entendí una cosa fundamental: Berlusconi no era un hombre muy rico que compraba cosas muy hermosas. No, construía cosas hermosas personalmente, cuidando cada detalle ya fuera una villa o un equipo de fútbol, ​​una empresa o una galería de arte y conocía la historia y los detalles de sus posesiones hasta el más mínimo detalle. He visto pocos hombres ricos alardear tan poco y alardear tan poco de su riqueza y, sin embargo, disfrutarla tan poco. Un día le pregunté: “Presidente, ¿por qué no lo disfruta un poco?”. Respuesta: “Mi placer está en hacer las cosas y compartirlas con los que me aman”. Solo se enojó conmigo una vez, cuando se enteró de que había comprado cuatro entradas separadas del sector Milán-Juve en la taquilla para mi hijo y sus amigos: «Me ofendiste», dijo «nunca más vuelva a suceder, usted y su familia deben ser mis invitados en San Siro». . Cuando se enteró de mi nuevo compromiso secreto, me contactó por teléfono: «Esta noche tú y tu pareja van a cenar conmigo, debo ser el primero en conocerla». Silvio el patriarca, en todos los sentidos y con todos. Se dice en los pasillos de Mediaset que al comienzo de esa aventura, el viernes, Berlusconi pidió a la oficina de personal que le diera la lista de empleados hospitalizados y pasó el sábado visitándolo. No me cuesta creer si es verdad, como es verdad, que los ancianos lo siguen amando hoy como a un padre. A pesar de ser el jefe de un imperio con miles de empleados, una palabra no formaba parte de su vocabulario: despido. Ni en momentos de dificultad ha echado nunca a uno de sus empleados y soy testigo de su veto para ralear por la fuerza la redacción de su Il Giornale que, como todos los diarios, no navega en aguas fáciles desde hace años. .

LA CERTEZA

Se dice: cuando muere un Papa, se hace otro. Bueno, lo que vale para un Papa o un Rey no vale para Silvio Berlusconi: una vez muerto no habrá otro Silvio en la carne, algunas cosas pueden cambiar pero nada de lo que ha construido muere con él, esa es otra certeza . Ni las empresas, ni su partido, ni sobre todo el proyecto político de unir bajo un mismo paraguas a todas las fuerzas populares, católicas, liberales y conservadoras, prueba de lo cual es que el centroderecha que imaginó y creó está firmemente en el gobierno de del país y en excelentes manos. Giorgia Meloni, como Matteo Salvini y Antonio Tajani obviamente han estado caminando sobre sus propias piernas desde hace algún tiempo, Dios no lo quiera. Y este, guste o no a la tercera y cuarta fila de los asustados políticos de hoy, es el gran legado que deja Berlusconi a este país. no preveo sobresaltos, no sería lógico ni útil para nadie, sobre todo no sería agradecido y respetuoso para quienes de una forma u otra han llevado a todos hasta donde están. Ayer el país perdió a uno de sus grandes líderes pero no olvidemos que unos hijos han perdido un padre, unos nietos un abuelo, un hermano un hermano. A ellos, en nombre de todos, nuestro cálido y sincero abrazo seguro, conociendo a algunos, que sabrán estar a la altura de un padre así que, como le gustaba bromear, seguro que ya estará reorganizando el Cielo. y brindando con la madre Rosa. Gracias por todo, presidente. de nietos un abuelo, un hermano un hermano. A ellos, en nombre de todos, nuestro cálido y sincero abrazo seguro, conociendo a algunos, que sabrán estar a la altura de un padre así que, como le gustaba bromear, seguro que ya estará reorganizando el Cielo. y brindando con la madre Rosa. Gracias por todo, presidente. de nietos un abuelo, un hermano un hermano. A ellos, en nombre de todos, nuestro cálido y sincero abrazo seguro, conociendo a algunos, que sabrán estar a la altura de un padre así que, como le gustaba bromear, seguro que ya estará reorganizando el Cielo. y brindando con la madre Rosa. Gracias por todo, presidente.

13 Junio 2023

Silvio no contó con la muerte de Berlusconi

Jorge Bustos

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LA MUERTE de Silvio Berlusconi es el mayor escándalo de una vida fecunda en escándalos que solo respetó una ley: la de que el espectáculo debe continuar. Entre el pacto fáustico y la comedia del arte, el condotiero milanés se reinventó tantas veces que nos acostumbramos a creer que no moriría. Morirse era un acto troppo vero para farsante tan consumado. Su poder mediático lo resguardaba de la muerte política; su imperio empresarial lo protegía de la muerte civil; su habilidad política lo alejaba de la muerte judicial. Como magnate del fútbol avivaba el calor del pueblo y como adicto al quirófano conjuraba el acecho de la biología. Su fin traciona la premisa básica del berlusconismo: se trata de sobrevivir a cualquier límite.

Quizá nunca fue más que un vendedor superdotado que incluyó pronto la estafa entre sus destrezas más apreciables. A Gistau le gustaba aquella escena de la peli de Sorrentino en que Toni Servillo, en el papel de un Silvio decadente pero todavía orgulloso, descuelga el teléfono y marca un número al azar solo para demostrarse a sí mismo que aún puede colocar un piso inexistente a una señora que no lo necesita por un precio que no puede permitirse. Y se lo vende.

-La verdad es el resultado del tono y la convicción con que digamos las cosas -nos explica el personaje.

El despliegue práctico de esta idea otorga a Berlusconi la condición de protopopulista de nuestro tiempo. Nadie mejor que un empresario de televisión y antiguo animador de crucero para manejar las emociones de la gente sin permitir jamás que el juicio emerja y estropee el hechizo. Por eso no tiene sentido juzgar la ideología del finado: el berlusconismo consiste en la sustitución del discurso por el método, de la responsabilidad por la desinhibición, del debate por el encono. En el ecosistema posverdadero el único pecado es el aburrimiento: puedes fingirte comunista como Raffaella Carrà o fascista como Salvini, pero no puedes ser un coñazo. Que esta lección decisiva fue interiorizada por Trump resulta poco discutible. Que Pablo Iglesias, durante su etapa formativa en Italia, contrajo igualmente una deuda con el magisterio propagandístico que impartían las teles de don Silvio es confesión suya.

Si La dolce vita se abre con un cristo portado por un helicóptero, el aventajado discípulo de Fellini que es Sorrentino corona su barroco biopic con el hallazgo de otro cristo entre los escombros causados por el terremoto de L’Aquila. El populismo invierte el adagio marxista para remontar la farsa hasta la tragedia de un país degradado, víctima de su propia credulidad.

16 Junio 2023

Berlusconi

Luis María Anson

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«Antes de que la política italiana le absorbiera, Berlusconi pretendía convertir a la Unión Europea en una nación: los Estados Unidos de Europa»

Me telefoneó Indro Montanelli: «Berlusconi quiere verte. Irá a España la semana que viene y le gustaría un encuentro discreto».

Organicé un almuerzo en mi despacho de ABC y esperé al político italiano en el garaje del periódico. Nemesio Fernández Cuesta, que fue excelente consejero delegado de Prensa Española, coincidió con nosotros y saludó con algún asombro a Berlusconi, que no venía solo. Le acompañaba Valerio Lazarov. Dijo que hablaría en italiano despacio y yo en español.

Había decidido dedicarse a la política europea. Aunque no lo afirmó, saqué la impresión de que aspiraba a convertirse en presidente de la Unión Europea. Proyectaba una reforma profunda a través de una Constitución que convirtiera a Europa en una nación.

–Si seguimos como hasta ahora –dijo– quedaremos relegados a la insignificancia. China, incluso India y Australia compiten ya con los Estados Unidos. Europa no puede quedarse a la zaga.

Para poner en marcha su proyecto constitucional europeo, Berlusconi necesitaba una veintena de canales de televisión que le apoyaran y además una docena de periódicos, aparte del Corriere. Quería contar con ABC. Indro Montanelli, mi amigo y compañero, le había hablado de la seriedad de ABC y, en su opinión, el periódico podría respaldar la posición de Berlusconi en Europa. Le escuché con especial atención. No le faltaba razón en lo que decía. Cuando le hablé de Inglaterra, me interrumpió. «No cuento con los ingleses. Londres hará lo que decida Washington, incluso escapando de la Europa unida».

Era Berlusconi un hombre simpático y cordial. Deslumbraba. Se dio cuenta de que me había convencido. Elogió entonces a Indro Montanelli. Me pidió que le apoyara para el Premio Príncipe de Asturias. Expuso su satisfacción por la marcha de sus empresas en España. No se refirió a Paolo Vasile. Aseguró que su hombre español era «José Luis Moreno, en el que delegaré las máximas responsabilidades de mi acción en España».

Los escándalos de Manos Limpias y su prestigio creciente le exigieron dedicarse a Italia y poco a poco se fue desvaneciendo aquel propósito de convertir a la Unión Europea en una nación: los Estados Unidos de Europa para competir en el mundo con China, India, Australia y los Estados Unidos de América. Italia, en fin, ha enterrado a Silvio Berlusconi como al político italiano más importante del último medio siglo.