7 septiembre 1960
Desde 1950, el poder absoluto de la Alemania del Este estaba en manos de Walter Ulbricht como secretario general del partido SED
Muere Wilhelm Pieck, jefe de Estado y fundador de la comunista República Democrática de Alemania
Hechos
El 7.09.1960 falleció Wilhelm Pieck presidente del Consejo de Estado de la República Democrática de Alemania, que será reemplazado por Walter Ulbricht.
Lecturas
Pieck era la cara visible del régimen comunista en la Alemania del Este desde su fundación en 1949. Era junto con Ulbrich la cabeza visible de la represión de la RDA que causó crímenes como la matanza de junio de 1953.
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WALTER ULBRICHT, DICTADOR COMUNISTA DE LA ALEMANIA ORIENTAL
Con Walter Ulbrich al frente el régimen comunista construirá el muro de Berlín.
Ulbricht estará al frente de la RDA hasta poco antes de su muerte, que le sucederá Erich Honecker.
08 Septiembre 1960
Ha muerto Wilhelm Pieck, presidente de la Alemania oriental
Wilhelm Pieck nació en Guben el 3 de enero de 1876. De origen humilde, a los 18 años se afilia al Sindicato de Trabajadores de la Madera y al partido socialdemócrata de Bremen y diputado de la ciudad hanseática. Más tarde da un viraje hacia la izquierda y es expulsado del partido en 1915. Pacifista, deserta por dos veces del Ejército en 1916. Huye a Holanda, donde dirige la acción antimilitarista, para volver clandestinamente a Alemania en 1918.
Terminada la Primera Guerra Mundial funda el Partido Comunista alemán en unión de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Participa en la revolución de noviembre y contribuye a la formación de la ‘Línea Spartakus’. Como consecuencia del fracaso de una insurrección en la que toma parte activa, pierde la estimación de sus jefes que le acusan de diletante hablador e intrigante. Arrestado en 1919, consigue huir a Italia. Vuelvo a Alemania en 1920, es elegido diputado en 1921 y viaja por primera vez a Rusia. Desde 1925 hasta 1933, en que Hitler se hace cargo del poder, Pieck es diputado en el Reichstag. Permanece doce años en Rusia, lo que le permite conocer los secretos de la política del Kremlin y termina por ser hombre de confianza de Politburó y del Komintern. Presidente del Comité Central del Partido Comunista alemán, al estallar la guerra entre Rusia y Alemania se convierte en verdadero jefe del movimiento ‘Alemania libre’. Al final de la guerra trabaja para la reconstrucción del Partido Comunista alemán.
Cuando en 1948 los occidentales proyectan la creación de un Estado federal en su zona alemana de ocupación, Rusia sigue su ejemplo y Pieck colabora en la elaboración de la Constitución para la República Democrática. El 17 de mayo es elegido delegado del Congreso del pueblo alemán y el 4 de octubre preside la Comisión del Partido Socialista Unitario [ESD] en las conversaciones con los otros partidos para la creación del Estado de la Alemania oriental y el 11 es elegido por unanimidad presidente de la República Democrática Alemana [RDA], cargo que ha ostentado hasta su muerte.
El Análisis
La muerte de Wilhelm Pieck, presidente de la República Democrática Alemana desde su fundación en 1949, cierra simbólicamente una etapa en la historia del socialismo alemán. Su figura, envejecida y relegada a un papel ceremonial desde que en 1950 cedió el control del partido a Walter Ulbricht, había sido cuidadosamente conservada por el régimen como una especie de patriarca respetado, aunque sin poder real. Sin embargo, bajo esa imagen afable se escondía una trayectoria marcada por una lealtad férrea a Stalin y por su complicidad en la consolidación de un Estado nacido de la partición alemana y de la represión sistemática de cualquier disidencia.
Pieck fue un comunista de la vieja escuela: miembro del KPD desde su fundación, exiliado en Moscú durante el nazismo, y uno de los artífices del partido único que dio forma a la dictadura del SED. Bajo su presidencia formal se fundó la RDA, se colectivizó a la fuerza, se suprimió la oposición y se instauró un régimen de partido único completamente subordinado a la voluntad de Moscú. Y fue también durante su mandato cuando, en junio de 1953, la protesta obrera más importante en la historia de la RDA fue aplastada por tanques soviéticos y fuego real. Aunque la operación fue dirigida políticamente por Ulbricht y militarmente por Beria, Pieck fue corresponsable institucional de aquella represión brutal.
Hoy, desde la distancia que impone su muerte, no puede evitarse el juicio histórico: Pieck fue menos un estadista que un ejecutor fiel de una doctrina ajena, importada desde el Kremlin. Su legado no es el de un constructor de paz o progreso, sino el de un funcionario dócil de una maquinaria autoritaria, que sacrificó sin titubeos a su propio pueblo en aras de un ideal convertido en dogma. El socialismo que ayudó a levantar no fue el de la liberación obrera, sino el del control absoluto. Y eso, más que ninguna otra cosa, es lo que lo define.
J. F. Lamata