7 octubre 1949

Los Estados Unidos no reconocen el nuevo Estado y consideran a la República Federal Alemana la única legal, exactamente lo mismo pero en sentido contrario hacen todos los países comunistas

Partición de Alemania: La Unión Soviética crea la República Democrática Alemana con Wilhlem Pieck como dictador

Hechos

El 7.10.1949 se proclamó la República Democrática Alemana con Berlín como capital.

Lecturas

La partición de Alemania en dos países, latente desde el día posterior a la rendición del gobierno nazi, se ha consumado oficialmente este 12 de octubre de 1949 con la creación de la República Democrática Alemana (RDA) formada con los territorios de la antigua alemana ocupada por las tropas de la Unión Soviética, de forma paralela a la República Federal de Alemania, formada por los territorios ocupados por tropas de Reino Unido, Francia y Estados Unidos. La RDA agrupa un tercio total de la antigua población de Alemania.

La resolución que crea la República Democrática fue adoptada durante una reunión del Consejo Popular Alemán y del Bloque Democrático Antifascista, erigida por si misma en Cámara parlamentaria provisional.

El comunista Wilhelm Pieck fue elegido presidente del nuevo estado en el que los comunistas y los socialistas se han agrupado en el Partido Socialista Unificado (SED) que dirigirá la nueva dictadora de partido único. La resolución de hoy constituye la respuesta soviética a la creación de la República Federal de Alemania, el 23 de mayo pasado. [Pieck será el líder absoluto del a Alemania comunista hasta su muerte en 1960]

Es la misma reunión se aprobó considerar como constitución provisional de la nueva república el texto elaborado hace pocos días por el Consejo Popular.

El gobierno de la República Democrática de Alemania se propone modificar profundamente el sistema de producción agraria e industrial, con la expropiación de tierras y de las grandes fábricas.

Se apresta también a introducir modificaciones radicales en la enseñanza.

No hay la menor duda de que este contrapeso a la otra Alemania marca de forma clara las posiciones políticas en Europa central y se convierten en el epicentro de la Guerra Fría.

UN RÉGIMEN DE PARTIDO ÚNICO: EL SED

pieck_1 El Jefe de Estado Wilhelm Pieck y el Jefe de Gobierno Otto Grotewohl, cabezas de la nueva dictadura comunista. 

El Partido Comunista Alemán en la Alemana del Este, absorberá al partido socialdemócrata (SPD) y el resto de partidos en un Partido Socialista Unificado de Alemania Oriental (SED), que será en la práctica el partido que gobierne en Alemania en el nuevo régimen acaparando todo el poder.

08 Octubre 1949

La nación ha quedado dividida en cuatro entidades, contando las dos zonas de ocupación de Berlín

ABC (Director: Ramón Pastor)

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Al protestar contra la formación de la República alemana del Oeste, Moscú dejó entrever que pronto seguiría el ejemplo, del mismo modo que, si mañana se decidiese a lanzar una bomba atómica, acusaría previamente a las democracias occidentales de preparar la destrucción de Rusia. Se esperaba desde hace tiempo que el llamado Consejo Popular proclamara un nuevo Estado, que oficialmente no sería comunista y en cuyo Gobierno colaborarían los disidentes de todos los partidos. Rusia puede admitir como titular de una cartera a cualquier político, por aburguesado que sea, puesto que el individuo en cuestión sabe que arriesga su libertad o su vida si deja de obedecer sus Indicaciones. La Siberia es muchísimo más temible que los tres escasos meses de cárcel que ha sufrido, en un cómodo edificio del Oeste de Alemania, el jefe comunista, y por eso cristiano-demócratas y liberales servirán en el Este los intereses imperialistas de Rusia con el mismo celo que comunistas y socialistas unificados. En el Oeste es muy diferente; allí se puede criticar impunemente a las autoridades de ocupación.

Los rusos y sus huestes preconizan la unidad germana, y ello confiere una ventaja considerable al flamante Gobierno a los ojos de millones de alemanes. Pero precisamente porque la unidad es favorable a los designios de los rusos y de los comunistas, los occidentales deben desplegar todo su vigor para impedir que el Oeste y el Sur del Reich se contaminen del virus soviético. El ideal sería una Alemania unida, pacífica y democrática, aliada del Occidente. Más como un Reich así pertenece al reino de las quimeras, es preferible que los rusos y sus ‘quislings’ no puedan intervenir en la cuenca del Ruhr, en el valle del Rhin ni en el Sarre. El manifiesto del comunismo alemán anuncia la lucha contra el Pacto Atlántico (porque éste prepara la defensa contra la agresión moscovita) y contra ‘los traidores’ que se ponen ‘al servicio del imperialismo norteamericano’. De la energía de los anglosajones dependen la ejecución del programa pro soviético y la impresión que pueda producir en el Oeste. El odio bolchevique contra ‘los separatistas’ deja preveer la repetición de los horrores cometidos en Pirmasens hace un cuarto de siglo si los anglosajones no ponen término a la agitación demagógica que comunistas y pangermanistas provocan mano a mano. Es evidente que en un territorio dominado por los moscovitas no puede surgir un Estado democrático y libre; ni siquiera un Estado que merezca tal denominación. A lo sumo podrá crearse un régimen policiaco que recuerde más las satrapías asiáticas que los Estados propiamente dichos.

12 Octubre 1949

El Comunista Pieck, presidente del nuevo estado Alemán, hechura de Moscú

ABC (Director: Ramón Pastor)

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Teóricamente, o en apariencia, el Gobierno alemán de la zona soviética presenta una ventaja sobre su rival, el de Bonn: mientras en éste no figuran sino tres partidos burgueses, el creado por las autoridades rusas comprende representantes de todos los admitidos, con toda la ‘apariencia’ de no ser comunista, y ni siquiera marxistas, sino nacional. En efecto, si bien el presidente del flamante Estado es comunista, y el presidente del Consejo socialista unfiicado, el de la Cámara Alta, por ejemplo, es un cristiano-demócrata, Rusia puede permitirse el lujo de mostrarse generosa, porque sabe que por aburguesado que sea un político alemán de la zona soviética, siempre obedecerá las indicaciones de Rusia con el mismo celo que Pieck o Grotewohl. Los occidentales, por el contrario no podrían admitir en el Gobierno de Bonn a ningún comunista, porque éste haría lo humanamente posible para minar la autoridad de aquel. Para hacerse respetar es indispensable previamente hacerse temer.

El veterano comunista Guillermo Pieck ha declarado ante el Parlamento oriental que el pueblo alemán no reconocerá nunca de los Estatutos de ocupación occidental ni del Ruhr, ni tampoco (según el telegrama que tenemos a la vista) ‘la segregación de ningún territorio de la tierra patria’. Desearíamos saber si tal afirmación se refiere al Ruhr y al Sarre o también a las vastísimas tierras anexionadas por los polacos y los propios rusos. No parece probable que el ‘quisling’ número 1 de Rusia se atreva a pronucnairse de un modo tan categórico contra la policía de sus amos. Más probable es que palabra tan altisonantes dejen a un lado el principal problema territorial, que es el del Este.

06 Octubre 1969

Las dos Alemanias

LA VANGUARDIA (Director: Luis de Galinsoga)

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Es indudable que nos encontramos ante una agravación de la situación mundial. La ofensiva política soviética se encuentra en su periodo creciente, y con ella la guerra fría ha subido bastantes grados. De entre todos los terrenos en que las operaciones llevadas a cabo por Rusia se desarrollan, el de Alemania es, sin duda, el principal. Puesto que, sea como sea, Alemania sigue siendo la llave de la bóveda de toda la política del mundo por lo mismo que es el centro de Europa y que sobre su territorios rusos y occidentales se enfrentan directamente.

La maniobra rusa sobre Alemania consiste, como es sabido, en proclamar un Estado alemán oriental una nueva ‘República Popular’ al servicio de las directrices del Kremlin. Ahora bien, esta República Popular ofrece, en los pocos días – u horas – que faltan para su proclamación, una incógnita llena de amenazas para la tranquilidad, ya que no para la paz inmediata del mundo. Se trata de saber si, como se cree, el Gobierno títere que se constituirá en Berlín va a reivindicar el derecho a ejercer autoridad sobre toda Alemania. Esta reivindicación está, naturalmente, implícita en el mismo hecho de su nacimiento. En suma, también el Gobierno de Bonn aspira a ser el germen de un futuro Estado alemán que comprenda a todo el país. Pero no se trata de esto: se trata de la posibilidad de que el régimen comunista próximo a nacer en Berlín aspire a titularse ya desde ahora Gobierno de toda Alemania. En caso de que así sea, como se teme, las complicaciones serían múltiples. Piénsese, sin ir más lejos en cómo podrán ponerse las cosas en Berlín con su división en sectores.

Lo que complicaría, también muchísimo la situación sería que Rusia hiciera lo que se piensa pueda muy bien hacer: firma una paz con el supuesto Gobierno alemán oriental. Esta paz, claro está, afectaría teóricamente a toda Alemania; por lo tanto, a la región que está bajo la autoridad de Bonn. Se quiere suponer, por los propagandistas comunistas, que Rusia procedería a una retirada de tropas con posterioridad a la firma del Tratado. Permítasenos a este respecto un profundo escepticismo. Rusia no puede confiar en sus aliados alemanes. No puede esperar a disponer siempre de un equipo lo bastante disciplinado y lo bastante numeroso para asegurarle la fidelidad de la Alemania oriental si falta la garantía de las bayonetas del Ejército Rojo. Una de dos, o Rusia no retirará en absoluto sus fuerzas, o, caso de hacerlo, será una retirada meramente ‘simbólica’ dejando tras sí los elementos suficientes para imponer el dominio de los agentes soviéticos en el Gobierno. Téngase en cuenta, además, que la evacuación de Alemania tendrá que llevar consigo – por lo menos en el papel – la de Polonia, en cuyo territorio las tropas rusas siguen solamente a título de ‘asegurar las comunicaciones’ entre la URSS y su zona de ocupación alemana.

Cuando se trata de estas cosas, no debe olvidarse una posibilidad: la de que Rusia trate de resucitar la política de entendimiento a costa de Polonia. Sabido es que los alemanes no pueden avenirse a reconocer las fronteras orientales impuestas por Rusia. Sin hablar de otras cosas, éste es un obstáculo constante entre Rusia y Alemania. Rusia podría intentar esta gran maniobra. Mejor dicho: pudo haberla intentado años atrás. Pero, ahora el ‘titismo’ es un grave obstáculo. Sacrificar, una vez más, a Polonia; y esta vez en beneficio de Alemania, arruinaría totalmente el crédito de Rusia en la Europa oriental y daría fácil juego a los nacionalismos antisoviéticos al estilo de Tito. Este es uno de los motivos, por lo demás, que permiten dudar de que Rusia se dedica a la comedia de un Tratado de paz con la Alemania oriental. Hacerlo sería tener que especificar y fijar, pública y solemnemente, que Alemania ha perdido sus territorios orientales. Y esta afirmación tendrían que aceptarla y ratificarla los amigos de Rusia en Alemania, con eterno descrédito para ellos.

En todo caso, dos Alemanias van a alzarse frente a frente dentro de breves días. Mejor dicho: dos Alemanias existían ya: ahora existirán además, dos Reich alemanes. Es una situación que añade, a las complicaciones ya existentes, una nueva. Y muy grande.