15 octubre 1949

La versión oficial asegura que el propio Rajk confesó ser un traidor, y un espía que conspiraba con Yugoslavia y los países occidentales contra la revolución en Hungría"

Purga en la dictadura comunista de Hungria: el régimen de Rakosi asesina al ex ministro Laszlo Rajk

Hechos

El 15.10.1949 fueron ahorcados en Hungria el ex ministro de Exteriores, Laszlo Rajk, el doctor Tibor Szonyi y Andras Szalai.

Lecturas

Ha sido ejecutado en la horca este 15 de octubre de 1949 de acuerdo con la sentencia del tribunal comunista que le condenó a muerte el 24 de septiembre de 1949, el ex ministro de Interior de Hungría Laszlo Rajk.

En el mismo proceso, que se inició el 16 de septiembre, fueron juzgados también el Jefe del Estado Mayor de Hungría, general Palfly, tres destacados miembros del Partido Comunista y el ex encargado de negocios de Yugoslavia, L. Brankov.

Se les acusaba del delito de conspiración para derribar el régimen comunista e instalar un régimen fascista que debía oponerse a la Unión Soviética en alianza con la Yugoslavia del ‘traidor’ Tito.

De acuerdo a la sentencia oficial de los comunistas Rajk había preparado un golpe de Estado militar que incluía el asesinato de Rakosi.

21 Junio 1949

Purga comunista en Hungria

Andrés Revesz

Leer

Año y medio después de la revolución bolchevique en Rusia también en Hungria se estableció la llamada dictadura del proletariado, aunque afortunadamente sólo con carácter transitorio, durante 133 días. Fue derribado por los rumanos y las fuerzas nacionales del almirante Horthy. Al régimen comunista de Bela Kun siguió otro, derechista, que no puede ser claificado propiamente de dictadura, sino de fuerte poder ejecutivo. España estaba representada en esa Hungria nacional por uno de sus mejores diplomáticos, Vizconde de Gracia Real, que durante dos lustros era una verdadera institución en el país magiar y de quien todavía se sigue hablando.

Hungria fue uno de los primeros países comunistas y, por consiguiente, uno de aquellos que más pronto se desengañaban de la doctrina marxista. Efectivamente sin la guerra perdida nunca hubiera vuelto el comunismo a la llanura del Danubio y del Tisza. Pero la intervención obligada de Hungria al lado del Eje no pudo pasar sin serias consecuencias. Si bien la patria de los magiares nunca figuraba en el programa del paneslavismo, pues los húngaros no son eslavos ni profesan la religión greco-oriental, el Kremlin comparte la opinión de que el apetito aumenta comiendo y aprovechó la magnífica oportunidad que se le brindaba para apoderarse, no sólo del Bajo Danubio, sino también de la cuenca del Danubio medio. Mediante mucha habilidad, hermanada con una energía implacable, los rusos han transformado a Hungría en un país bolchevizado y obediente. Si bien oficialmente hay cuatro partidos, uno de ellos de oposición, realmente sólo cuenta ya el de los obreros, resultado de la fusión del socialista con el comunista, con el predominio natura de éste. El presidente de la República es un viejo luchador socialista, el jefe de Gobierno es un miembro del Partido de los pequeños terratenientes, pero el verdadero amo de la situación es el vicepresidente del Consejo, el sexagenario Matias Rákosi, ex comisario del pueblo en la época de Bel Kun, que después de haber pasado muchos años en la cárcel puede dedicarse ahora a la dulce satisfacción de la venganza.

Por supuesto, Matías Rákosi es persona adicta a José Stalin y, como tal, enemigo acérrimo de Tito. No ambiciona el destino de los prohombres comunistas disidentes que por una razón u otra han caído en la herejía trotskista o nacionalista. No será nada fácil definir en qué consisten tales desviaciones de la doctrina oficial, ni existe la menor seguridad de que mañana las purgas no se realicen por otros motivos u otros pretextos. ¿Quién hubiera pensado que Jorge Dimitrof, antiguo secretario general de la III Internacional y presidente del Consejo de la nueva Bulgaria, fuera tachado algún día de comunista desviado? Un comunista práctico no reflexiona mucho, sino que acepta sumiso las consignas del Kominform. No analiza, ni compara ni busca la lógica, sino que se somete como a un dogma. ¿Qué crimen cometió Trotsky? Nadie lo sabe, pero no importa: basta con comprender que ser trotskista es peor que ser fascista. ¿Y qué es lo que se reprocha realmente a Jose Broz, alias Tito? Tampoco lo sé, a pesar de mis numerosas lecturas. Ahora bien, los comunistas se dan cuenta de que para no provocar la ira del amo supremo han de ser enemigos de Tito.

Sin embargo, de vez en cuando sale algún comunista que no obedece con el rigor que se le exige. El último de estos valientes en el ex ministro húngaro del Interior y Negocios Extranjeros, Lászlo (Ladislao) Rajk, acusado de repente de trotskismo, nacionalismo y espionaje a favor de ‘las potencias imperialistas’. Varios cómplices suyos han sido también detenido. No se trata del primer caso de depuraciones o purgas de Hungría, pues en el partido de los pequeños terratenientes ha habido ya varias, pero en el Partido Comunista el fenómeno no es nuevo. Lo es en Hungría, pues nadie ha olvidado la ejecución o asesinato judicial, de casi todos los colaboradores íntimos de Lenin, por voluntad de Stalin, hace ya más de diez aaños. Ahora se ha reanudado la purga de Rusia, en perjuicio del hijo y de varios amigos de Andrés Zhdanov, antaño considerado como el sucesor designado por Stalin y que murió de repente de un modo bastante misterioso. ¿Qué tiene que hacer el comunista para asegurar su vida, su libertad y su posición? ¿Cómo ha de actuar para no caer en desgracia? ¿Quiénes son los que interpretan certeramente la doctrina comunista? Si la propia Ana Pauker, ‘La Pasionaria rumana’ se susurra ya que no es tan fuerte como antes, cuando tenía derecho a llamar a Stalin por hilo directo. En su lucha implacable contra Tito y su herejía, el dictador del Kremlin tiene que contar con gente claramente adicta en los países vecinos de Yugoslavia y no es improbable que la eliminación de Rajk esté relacionada con la próxima ofensiva contra el régimen de Belgrado.

17 Septiembre 1949

En el proceso en Budapest el principal acusado no es Rajk, sino Tito

ABC (Director: Ramón Pastor)

Leer

Las confesiones del ex ministro húngaro de Gobernación y Negocios Extranjeros dan una luz espeluznante a los métodos policiacos que rigen en el Bloque soviético. Podemos imaginarnos la presión, por no decir más, que los esbirros de Rákosi ejercerían sobre Ladislao Rajk para que admitiera todas las acusaciones y se confesara espía de los norteamericanos desde hace más de tres lustros e instrumento de los conspiradores de Belgrado. Por otra parte, si Rajk dice la verdad, ¿qué debemos pensar de la clarividencia de José Stalin y de sus colaboradores rusos y extranjeros que ignoraron durante tantos años todo lo referente a los sentimientos, los propósitos y la actuación de Tito, Rankovich, Rajk y algunos otros? ¿Y qué opinión tendremos de un parido cuyo estado mayor está formado en gran parte por espías, traidores y, en el mejor de los casos, aventureros? Porque sí lo castigos han sido justos, Rajk no es ninguna excepción, sino que continúa la larga lista de los Zinovief, Trotsky, Kamenef, Rakovsky, Radek, Rykov, Tujachevsky, es decir, de los colaboradores más íntimos de Lenin, los fundadores del partido y de la Unión Soviética. Por desfavorable que se el concepto que tengamos de los dirigentes comunistas, nos parece inverosímil, por no decir monstruoso, que hayan estado durante años al servicio de potencias extranjeras, no ya en su primera juventud, sino cuand ocupaban altísimos cargos en los países sovietizados.

En cuanto a la persona de Rajk, todo parece indicar que el principal acusado no es él, sino Tito, y a través del dictador sudeslavo, el Gobierno húngaro, por orden del Kremlin, quiere presentar a Washington como centro de la conspiración contra las pacíficas democracias populares. Rajk ‘confiesa’ que estuvo en contacto con el ministerio de los Estados Unidos en Budapest, el ya públicamente acusado Chaplin, y que su colega sudeslavo, general Rankovich le prometió en nombre de Tito, ayuda militar en caso de que hubiera un movimiento contra el Gobierno maglar. Se intenta tachar a las democracias occidentales de reaccionarias y fascistas, enemigas de la paz, con el fin de presentar a los países soviéticos como únicos defensores de la tranquilidad del mundo. Ser demócrata más allá del telón de acero es peor estigma que hacer sido fascista o nacional-socialista.