10 agosto 1921
Nuevo mazazo tras el desastre del Annual
Nueva derrota de España en Marruecos: Cae Monte Arruit

Hechos
Fue noticia el 10 de agosto de 1921.
Lecturas
España acababa de vivir una tragedia militar en Annual.
El 10 de agosto de 1921 el general Navarro y los hombres del ejército español que defendían la posición de Monte Arruit han tenido que rendirse, después de una resistencia heroica que ha durado cerca de trece días. La ofensiva rifeña puede darse así por completada. Nada se ha podido hacer por enviar auxilio a sus fuerzas, tras el desastre sufrido en julio pasado. La destrucción de materiales y la pérdida de otros muchos, unida a la muerte de 13 a 19.000 hombres, hace que sea imposible una respuesta inmediata, tanto material como moralmente. Mientras se cuestionaba la actuación del ejército, especialmente de sus mandos durante el ataque (hoy mismo ha llegado a Melilla al general Picasso con el encargo de formar expediente de responsabilidades), el general Navarro resistía en Monte Arruit. Las penalidades que han tenido que pasar, han sido muchas. Según algunos testigos que han podido huir de Monte Arruit, el general Navarro llegó a tener que plantear una tregua con los rifeños para conseguir algunos suministros de agua.
La tregua sirvió para que penetraran en la posición varios rifeños que pudieron ser dominados cuando intentaban facilitar el asalto de sus compañeros. Sin embargo, a pesar de conseguir este suministro de agua, la resistencia no ha podido prolongarse más. Según estos mismos testigos, cuando se rindió la posición, los rifeños iniciaron un tiroteo sobre los españoles, que parece haber causado un gran número de víctimas.
Ahora habrá que esperar a que Abd-el-Krim quiera iniciar negociaciones para la repatriación de los prisioneros, y que no pida imposibles en el rescate.
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Las derrotas militares supondrán la caída del Gobierno y la formación de un nuevo Gobierno de concentración liderado por Antonio Maura.
El Análisis
Si lo ocurrido en Annual fue una tragedia, lo de Monte Arruit ha sido una hecatombe moral y militar. Tras resistir heroicamente durante días el asedio de las huestes de Abd-el-Krim, el general Navarro, desbordado por la falta de víveres, munición y socorro, se vio obligado a pactar una rendición que terminó en masacre. Cientos de soldados han sido asesinados tras deponer las armas, y el resto llevados al cautiverio. La deshonra no es del ejército, que ha combatido en condiciones infrahumanas, sino de quienes le enviaron sin previsión, sin apoyo y sin horizonte claro. España asiste, atónita y dolorida, a la más amarga de sus derrotas coloniales.
El golpe ha sido político, también. El Gobierno de Allendesalazar, incapaz de sostenerse tras semejante catástrofe, ha caído por el peso de los hechos y de su inacción. El rey, acorralado por una crisis institucional y moral, ha optado por llamar a Maura, símbolo de un conservadurismo regeneracionista que antaño prometía una monarquía fuerte y eficaz. Pero ¿queda aún crédito para recetas viejas en una nación que no confía ya en sus gobernantes? Mientras los despachos se intercambian entre nombres de siempre, el pueblo —obreros, soldados, ciudadanos de toda condición— empieza a perder la fe no solo en los hombres, sino en el sistema que los perpetúa.
Monte Arruit no es sólo una derrota militar: es la bancarrota de una forma de gobernar. La Restauración, que pretendía estabilizar España sobre el equilibrio de partidos dóciles y monarcas prudentes, ha dejado al país sin orgullo, sin rumbo y sin voz. La calle hierve de rabia. El ejército, convertido en chivo expiatorio de errores ajenos, clama por una depuración moral. Y cada cadáver sin enterrar en las tierras africanas es una herida abierta no solo en las conciencias, sino en el propio prestigio de la Corona y del parlamentarismo. España no puede seguir como si nada hubiera ocurrido. Porque todo ha cambiado.
J. F. Lamata