12 junio 2014

Es consecuencia del hundimiento del PSC (junto al PSOE) en las elecciones europeas

Pere Navarro dimite como líder del PSC tras tres años de travesía en el desierto y desbandada de votos a ERC y Ciutadans

Hechos

El 11.06.2014 D. Pere Navarro anunció su dimisión como Primer Secretario del Partido de los Socialistas Catalanes.

Lecturas

El 11 de junio de 2014 después de los malos resultados electorales tanto del PSOE como del PSC D. Pere Navarro Morera anuncia su dimisión como primer secretario del PSC, en una etapa en la que ha tenido que soportar la escisión del sector más ‘soberanista’ del partido que ha adoptado posiciones independentistas encabezados por D. Ernest Maragall Mira, ahora en ERC.

La decisión del presidenta de la Generalitat D. Artur Mas Gavarró de iniciar un procés independentista que incluya una consulta unilateral de independencia para el próximo 9-N, ha desestabilizado a todo el PSC al tener que hacer frente a favorables a la independencia de Catalunya dentro del PSC. Uno de los golpes morales para el Sr. Navarro Morena fue que su propio padre ante la Diada de 2013 declarara que era partidario de la independencia y que discrepaba de la posición de su hijo de respetar la legalidad y la Constitución.

El 13 de julio de 2014 se celebran primarias para elegir al nuevo primer secretario del PSC a las que sólo se presenta un candidato, D. Miquel Iceta Llorens, que se convierte así en el nuevo primer líder de los socialistas catalanes.

12 Junio 2014

Navarro desgarra otro jirón en el ya deshilachado socialismo español

EL MUNDO (Director: Casimiro García-Abadillo)

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AYER VIVIMOS otro episodio de la fulgurante descomposición del socialismo español: la dimisión de Pere Navarro como primer secretario del PSC. Navarro justificó su renuncia en los malos resultados de su formación en las últimas elecciones europeas. En efecto, el PSC pasó de ser la primera fuerza política en Cataluña en 2009, con el 36% de los votos, a la tercera, con 14,2% de los sufragios. Ya en los comicios autonómicos de 2012, el PSC cosechó su peor resultado histórico de unos comicios regionales. Los socialistas catalanes han experimentado un continuada pérdida de confianza por parte de la ciudadanía por abandonar su discurso tradicional. Fue el PSC de Maragall y Montilla el que puso en marcha la reforma del Estatut; el mismo que formó aquel nefasto Gobierno tripartito con ERC e ICV que dio alas a los republicanos, y el mismo que ha generado demasiadas dudas durante el proceso independentista. No se entendió, por ejemplo, aquel desmarque de los socialistas catalanes frente al PSOE cuando en octubre de 2013 rompieron la disciplina de voto y se abstuvieron de votar a favor de la moción de UPyD contra el derecho a decidir.

Pero la causa última de la renuncia no es el resultado electoral. Navarro afirmaba en Catalunya Ràdio hace apenas 10 días, tras ser preguntado por la dimisión de Rubalcaba, que él no tenía en mente dejar el cargo porque «nosotros ya hicimos un congreso de renovación. Estamos iniciando un proyecto en Cataluña desde el punto de vista nacional, que incluye el derecho a decidir, y aún no ha terminado». Navarro ha sucumbido ante el abandono de sus fieles, los alcaldes del cinturón de Barcelona, y al clima político que se respira en Cataluña. Ahora, la actual dirección puede nombrar una gestora o convocar un congreso express que cierre la herida cuanto antes, pero la decisión del líder del PSC añade más incertidumbre al maltrecho panorama socialista. Llega cuando el PSOE busca un líder y se ha producido sólo un día después de la renuncia de la deseada Susana Díaz a la secretaría general, lo que ha dejado sin un candidato claro la carrera por la sucesión de Rubalcaba. El PSC es la segunda representación más numerosa en la estructura federal socialista y sus militantes son clave para decantar la balanza por uno de los candidatos en el congreso de julio. Navarro ha hecho un nuevo jirón del ya deshilachado tapiz del PSOE.

Pero la dimisión de Navarro tiene una trascendencia que supera a su partido. Existe el riesgo –para el PSOE y para el país– de que accedan a la cúpula del PSC personas favorables a posiciones soberanistas. La democracia española no puede permitirse tener en este estado de postración al principal partido de la oposición, con el desafío independentista de la Generalitat en su punto máximo, en plena crisis económica y social y cuando en el horizonte aparece una reforma constitucional. Hay que apelar a que la responsabilidad de los dirigentes socialistas recomponga cuanto antes ese partido clave para la gobernabilidad del país.

16 Junio 2014

Historia de una cabra

Salvador Sostres

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El PSC vivía convencido de ganar el Ayuntamiento de Barcelona y las elecciones generales en Cataluña aunque presentaran a una cabra. Ésta era exactamente la metáfora que utilizaban. Lo de CiU en la Generalitat, lo consideraban una anomalía burguesa.

La primera muerte del PSC fue la contradicción entre una cúpula de familias que «nacieron en la edad de la pérgola y el tenis» y su voto suburbial y rojo. Los Maragall eran más ricos que los Pujol. Narcís Serra, de mejor familia que Artur Mas.

La segunda muerte se produjo la noche del 16 de noviembre, cuando Maragall iba a dimitir tras haber sido derrotado por Mas, y José Zaragoza y José Montilla le convencieron de que fuera presidente pactando con ERC (y con los comunistas), en lo que vino a llamarse el tripartito. Algunos dicen, y yo no lo dudo, que Maragall llegó a la Generalitat ya enfermo, pero hay que reconocer que en sus momentos de lucidez era mucho más inteligente que «los quinquis del Baix Llobregat», tal como David Madí tuvo el acierto de definirles.

El voto suburbial y rojo, español y jacobino, quedó descolocado a partir de aquel momento, con un PSC que de la mano de ERC competía con CiU para ver quién era más nacionalista redactando el Estatut. Tras la patética presidencia de Maragall, con 42 diputados, llegó el candidato Montilla, que se hundió hasta los 37, pero que reeditando el tripartito pudo gobernar.

Diversas muertes se desencadenaron con él. La muerte de los que esperaban que «uno de los suyos» les representara, porque Montilla perseveró en la sumisión a ERC para competir con Convergència, y hasta llegó a acudir a la famosa manifestación del 10 de julio de 2010 contra la sentencia del Constitucional sobre el Estatut, de la que fue expulsado a empujones por los manifestantes. También la muerte de la famosa «gestión eficaz» que el PSC había prometido frente a las políticas identitarias de CiU. Y la muerte del supuesto ideario socialista, pues la política del consejero de Economía de los tripartitos, Antoni Castells, fue igual de socialdemócrata, absurda e irresponsable de lo que siempre han sido las políticas económicas de CiU.

El PSC llegó a 2010 desdibujado en sus dos ejes: el social y el nacional, y Montilla acabó con 28 diputados. Pere Navarro y su encarnación de lo insignificante fueron la última muerte, como mínimo hasta ahora, del PSC. Después de tanto citarla, llegó finalmente la cabra. La cabra con la que el partido se enfrentó a su destino. De 28 diputados pasó a 20, un récord de todos los tiempos, y con su liderazgo de andrajo rompió el PSC. Por un lado, los críticos se marcharon y, por el otro, los alcaldes del cinturón de Barcelona empezaron a considerarle un problema, al ver peligrar en las encuestas su victoria en las municipales del año que viene. Pese a que se desmarcó del derecho a decidir, no logró recuperar la confianza de los votantes tradicionales, desperdigados entre Ciutadans, los comunistas, Podemos y la abstención. La base soberanista se ha fugado a ERC, como le ha pasado a CiU, porque Esquerra continúa siendo el único partido con credibilidad independentista.

La primera conclusión es que el PSC no existe, y que existe sólo el PSOE, y que los espantapájaros del llamado sector catalanista no son nada ni nadie. No es extraño que tras la marcha de Navarro nadie quiera liderarlo. ¿Liderar qué, exactamente? «Su mujer ya no le quiere,/ no quiere dormir con muertos».

El último rumor es que tal vez Miquel Iceta sea el elegido. Como renovación es un fracaso, y aunque se le considera astuto, forma parte del problema porque tuvo en él las más altas responsabilidades durante los tripartitos y, no sólo no hizo nada por evitarlos, sino que los defendió con ahínco. Con su gusto por la conspiración y su carácter retorcido pudo jugar a la política desde la sombra, con la arrogancia del listillo que finge tenerlo todo controlado, pero al final se demostró que su inalterable resultado era la derrota.

La segunda conclusión es que hasta la paciencia del votante socialista se acaba. Ha sucedido en Cataluña cuando ha comparecido la cabra. El PSOE tendría que tomar nota de lo que le podría ocurrir en el conjunto de España. Sobre todo los que piensan que Carme Chacón podría ser una buena candidata.

De modo que la única tercera conclusión posible es que si el PSOE no quiere perder cualquier opción de volver algún día a La Moncloa, tiene que superar su síndrome de Estocolmo con el PSC, fundar el PSOE de Cataluña, y dirigirse a su votante en lugar de insultarle.

Los que llevamos muchos años teniéndonos que ocupar de la política catalana, no podemos de ninguna manera decir que no sea una buena noticia que el PSC haya saltado por los aires estrellándose al fin contra su gran farsa.

17 Junio 2014

Iceta: el joven eterno

Alex Salmon

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NO SERÍA la primera vez que el sutil e inteligente Miquel Iceta se pone a liderar un proyecto con los socialistas catalanes. Lo lleva haciendo desde hace años. No ha hecho para ellos y para otros. Para el socialismo catalán, estando en el tuétano de las decisiones. Para el socialismo español, cuando el PSOE entró en crisis en aquella ya lejana época Almunia. Porque hay crisis para todos. La tuvo el PSOE, la tuvo CiU, la tuvieron ERC y el PP.

Así, Miquel Iceta es un hombre de consenso, conciliador, medidor de palabras, pero también con un estilete limpio cuando se trata de cortar lo que no interesa. Ha estado en casi todos los momentos de tensión del PSC de los últimos 30 años. Siempre dispuesto a poner su mano izquierda. A templar la situación. Curiosamente, después de todo lo labrado y cuando el partido le estaba cada vez más enseñando la puerta de salida, las circunstancias le situaron en medio de la plaza. Sin desmerecer a Iceta, la recuperación del personaje demuestra que al PSC le hace falta una regeneración profunda. Y, aun siendo cierto que Iceta nunca ha estado al mando de la nave, su apellido nos devuelve a Raimon Obiols, a Josep Maria Sala, a Montilla. Siempre ahí. Claro que su pacto con el tiempo, está igual que hace 20 años (esto le gustará) hace sospechar que puede que sea de esos políticos que en vez de envejecer, rejuvenece y con experiencia. Además, es querido y respetado es una casa donde todos vigilan su espalda.

El Análisis

ARROLLADO POR 'LA CONSULTA'

JF Lamata

D. Pere Navarro tenía la difícil misión de reavivar el PSC tras el ocaso del ‘tripartido’, pero CiU le dio una estocada mortal al poner en marcha ‘la consulta’ secesionista. El PSC, que había sido durante 30 años la primera fuerza política de Catalunya  no quiso hacer frente común en contra de la consulta (como hubiera querido el PSOE) por lo que perdió los votos de la izquierda catalana españolista que se pasaron a Ciutadans. Pero tampoco pudo apoyar la consulta secesionista, por lo que por la parte radical catalanista perdió votos a borbotones que fueron directos a los caudales de ERC. No se sabía si D. Artur Mas conseguiría la independencia de Catalunya, pero por pronto había destruido al PSC y de paso al PSOE, porque sin los votos correspondientes a Catalunya el PSOE nunca volvería a ser primera fuerza en España.

J. F. Lamata