11 julio 1873

Caída de Francisco Pi y Margall

Nicolás Salmerón, nuevo presidente de la I República en el tercer cambio como Jefe de Estado de España en cuatro meses.

Hechos

El 11.07.1873 D. Nicolás Salmerón Alonso asumió la Jefatura de Estado en España.

Lecturas

 Caída de Pi y Margall.

D. Nicolás Salmerón Alonso, presidente de Las Cortes, asume el 11 de julio de 1873 la Jefatura del Estado de la I República de España [Presidente del Poder Ejecutivo de la República Española] en sustitución de D. Francisco Pi y Margall, que fue nombrado para el mismo cargo hace apenas un año.

El Gobierno del Sr. Salmerón tampoco durará mucho: caerá en septiembre de 1873. 

El Análisis

Otro idealista que se estrella con España

JF Lamata

Don Francisco Pi y Margall ha durado en el cargo poco más que un suspiro ilustrado. Apenas un mes después de asumir la presidencia del Poder Ejecutivo, el ilustre federalista ha tenido que rendirse ante lo que ya va pareciendo costumbre: el cargo consume, la república decepciona y España no se deja gobernar ni con razón, ni con pasión, ni con federación. Su dimisión es un acto de honestidad, pero también una lápida más en el cementerio de ilusiones republicanas.

El señor Pi venía armado de libros, principios y una fe casi mística en el federalismo, pero ha chocado de frente con la España real: la de los cantones levantiscos, la de los generales impacientes, la de los diputados que hablan más que escuchan y la de una ciudadanía que mira el caos desde el balcón con el ceño fruncido. Bajo su mandato, Cartagena ha decidido autoproclamarse república independiente; Sevilla y otras ciudades la han imitado, y mientras tanto, en Madrid, el Gobierno intenta gobernar un país que se le deshace entre las manos como arena mojada.

Lo cierto es que la república no sólo no ha resuelto nada, sino que ha conseguido el prodigio de empeorarlo todo. Lo que pretendía ser una nueva era ha devenido en sainete político con tintes trágicos. Y don Pi, hombre culto donde los haya, se va quizá con más lecturas que certezas, sabiendo que en este país las ideas mueren antes de llegar al Boletín Oficial. España sigue buscando quién la entienda. Y sigue sin encontrarlo.

J. F. Lamata