21 mayo 1998

Dirigió una persecución brutal contra los comunistas y los chinos apoyado por Estados Unidos

Una revuelta estudiantil fuerza la dimisión del Dictador de Indonesia, Suharto, tras 32 años, siendo reemplazado por Habibie

Hechos

El 21.05.1998 el General Suharto dimitió como presidente de Indonesia, le reemplazó Yusuf Habibie. Su yerno, el General Prabowo era relevado como jefe de las Fuerzas Estratégicas (Kostrad)

Lecturas

El seísmo monetario y financiero padecido desde julio de 1997 provocó un grave malestar social en muchos países del sudeste asiático a causa del aumento espectacular de las tasas de paro y de los precios de los alimentos. La revuelta popular que estalló en Indonesia durante el mes de mayo tuvo una espectacular virulencia. Suharto, presidente a lo largo de 32 años, con poderes dictatoriales basados en la corrupción y las prebendas, presentó la dimisión ante su incapacidad para controlar la situación.

¿EL PRESIDENTE MÁS LADRÓN?

El 1.07.2004 el diario EL PAÍS se hizo eco de la lista de los presidentes más ladrones del mundo según la ONG Transparencia Internacional, que era la siguiente (cifraen dólares).

  • Mohamed Suharto (Indonesia) – 15.000 – 35.000 millones
  • Ferninand Marcos (Filipinas) – (Filipinas) – 10.000 – 5.000 millones
  • Mobutu Sese Seko (Zaire / Congo) – 5.000 millones
  • Sani Abacha (Nigeria) – 5.000 millones
  • Slobodan Milosevic (Yugoslavia) – 1.000 millones
  • Jean-Claude Duvalier ‘Baby Doc’ (Haití) – 800 millones
  • Alberto Fujimori (Perú) – 600 millones
  • Pavlo Lazarenko (Ucrania) – 200 millones
  • Arnoldo Alemán (Nicaragua) – 100 millones
  • Josep Estrada ‘Erap’ (Filipinas) – 80 millones
  • Jean-Claude Duvalier ‘Baby Doc’ –

12 Marzo 1998

Los occidentales

Eduardo Haro Tecglen

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Eduardo Frei fue el presidente de Chile anterior a Allende. Su hijo, Eduardo Frei, presidente actual, ha pasado el bastón del generalísimo Pinochet a su sucesor. Aquel Frei era la derecha que se disfrazó de centro, su Democracia Cristiana (antes, Falange Cristiana): sopotó mal la llegada de la izquierda de Allende y creó contra él, acusado de comunista, la gran movilización: las huelgas de la derecha. Inventó las caceroladas: los que habían comido siempre se quejaban de que comían menos, y era que empezaban a comer los que nunca habían comido. Las empresas de Estados Unidos sufragaron los gastos de la movilización y dirigieron las operaciones.

El Consejo de Seguridad, en Washington, determinó el exterminio de Allende: lo presidió Kissinger, después de decidirlo el presidente Nixon. Eduardo Frei (padre) determinó que era conveniente un movimiento que depusiera a Allende y que convocase a nuevas elecciones, de las que él debería salir presidente. No puedo: Pinochet, autor previsto y cumplido, no dejo resquicio: se quedó con todo.

En 1981, Pinochet se proclamó presidente constitucional por ocho años; Frei murió en 1982. Pero dejó a su hijo en espera: es este Eduardo Frei que acoge la retirada de Pincohet, el cual lloraba apiadado de sí mismo, pero orgulloso de su “misión cumplida”: el largo crimen. En esto veo la grandeza de la providencia histórica. Pinochet no fue el único culpable de los crímenes de Pinochet. No podía haber sido, y no fue, sin los Frei. Y claro que los Frei no habrían sido sin una derecha que sólo conspira cuando no está en el poder.

Cuando Pinochet disparaba la pistola con que se suicidó Allende, Suharto llevaba cinco años en el poder en Indonesia. Ayer fue reelegido por séptima vez en una de las grandes acciones de la democracia asiática. Suharto exterminó como Pinochet, a los comunistas de su país: se dio y se sigue dando como válida la cifra de 500.000 muertos en unos días. Recuerdo las descripciones de cómo bajan los cadáveres por las aguas enrojecidas del río. No había habido nunca tantos comunistas como cadáveres. Pero también mató a los chinos. ¿Por qué a los chinos? Pero ¿por qué a los comunistas? Ayer eran los chinos los que protestaban contra Suharto. Comunistas no quedan. (Pregunté a mis compñaeros de esta casa quién les parecía peor, Pinochet o Suharto: me contestaron que Pinochet. Y es que ninguno, entonces, era chino).

Eduardo Haro Tecglen

22 Mayo 1998

La difícil transición indonesia

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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La tranquilidad volvió a las calles de Yakarta tras la dimisión de Suharto. Su número dos y alter ego, Yusuf Habibie, tomó ayer posesión de la Presidencia. Horas después, se dirigió a la nación con un mensaje en el que prometió reformas económicas y políticas.

El tecnócrata Habibie aseguró que va a aplicar al pie de la letra las recomendaciones del FMI para sanear la economía del país, pero fue mucho más ambiguo en los aspectos políticos: «Quiero expresar mi compromiso con las aspiraciones del pueblo, reforzar la democracia y atender las demandas de la nueva era de acuerdo con la Constitución».

Habibie recibió ayer a Amien Rais, líder del mayor partido de la oposición, y le comunicó que no piensa estar mucho tiempo en el poder. Pero Rais, los movimientos estudiantiles, los sindicatos y el resto de las formaciones críticas con Suharto recelan de sus promesas.

Habibie es un político sin legitimidad, con escasa personalidad y que cuenta con el apoyo, al menos por el momento, del todopoderoso Ejército, encabezado por el general Wiranto. Representa, en suma, el suhartismo sin Suharto.

¿Será capaz el régimen de evolucionar hacia la democracia? ¿Aceptará el corrupto entorno del dictador durante 32 años perder sus privilegios? ¿Apoyará el Ejército la celebración de elecciones libres? Millones de indonesios se hacen hoy estas preguntas, que nadie sabe responder.

Rais y sus seguidores han dado un plazo de seis meses para que las reformas políticas se concreten. Es un plazo razonable. Pero no está nada claro si el Ejército apuesta por la línea reformista o pretende ganar tiempo para que todo siga igual. La transición indonesia depende de la neutralidad de unos generales, a los que nunca ha temblado la mano a la hora de reprimir al pueblo.

21 Mayo 1998

La marcha de Suharto

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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INDONESIA SE ha detenido al borde del abismo. Pero aún puede caer en él. De momento, y ante la presión de la calle, el presidente Suharto ha cedido sus poderes, pero de manera demasiado confusa, según los primeros datos conocidos en la madrugada de hoy, como si quisiera aún controlar la transición, para salvar a su persona y a una familia cuyos negocios están demasiado íntimamente ligados a la economía nacional. Amien Rais, líder de uno de los dos grandes partidos musulmanes, había dado ayer pruebas de responsabilidad al pedir la suspensión de la masiva manifestación prevista para ayer y evitar un Tiananmen indonesio.Era una imposición del Ejército, que aún manda en Indonesia, y que para evitar una salida incontrolada de Suharto se ha interpuesto entre éste y la población en las calles de Yakarta, literalmente tomadas por las Fuerzas Armadas. El Ejército ha quedado no sólo como defensor de su orden público -convenció a Rais para que suspendiera la manifestación-, sino como árbitro de una situación en la que Suharto había prometido nuevas elecciones en un plazo indefinido, mientras el presidente del Parlamento, Harmoko, le emplazaba a dimitir antes del sábado y Rais le concedía dos semanas.

Aunque algún sustento le queda en el Ejército y aunque conserve reflejos y capacidad táctica, Suharto había perdido apoyos en su propio partido y, desde luego, entre los estudiantes que han hecho de su ocupación del Parlamento el centro de la protesta. Una población que lo soportaba mientras hubo crecimiento económico ha perdido el respeto, ante la crisis económica que azota a la región, hacia esa especie de generalísimo asiático que ha generado un nepotismo económico y un régimen de corrupción. Suharto no entendió a tiempo que, acabada la guerra fría, su papel como dique de contención del movimiento comunista ha desaparecido. Suharto ya no interesaba a EE UU -Madeleine Albright le pidió ayer que dimitiera- ni a nadie.

Con los actos de vandalismo y xenofobia contra la minoría china en Indonesia, los propios habitantes de este país han agravado su situación, pues los chinos representaban un esencial espíritu emprendedor y comercial, su columna vertebral económica. La huida masiva de chinos ha empezado a tener efectos negativos en el funcionamiento de redes comerciales esenciales en un país dependiente de las importaciones.