2 abril 2023

Acto de Magariños donde Yolanda Díaz es arropada por Ada Colau, Más Madrid, Compromis, PCE-IU o Cha, pero no por Podemos, que no fue en señal de protesta por su poca presencia en las listas

Yolanda Díaz presenta formalmente ‘Sumar’: la coalición del bloque ‘a la izquierda del PSOE’ que ella encabezará en un acto al que no asiste Podemos dejando la duda de si se integrará o no

Hechos

El 2 de abril de 2023 se celebra el acto político de presentación de la candidatura política Sumar.

Lecturas

Presentación en Magariños, sin Podemos:

El proyecto Sumar ha sido arropado públicamente por las formaciones Partido Comunista de España (PCE), Izquierda Unida, Más País – Más Madrid [D. Íñigo Errejón – Dña. Mónica García], Barcelona en Comú [Dña. Ada Colau], Alianza Verde – Equo – Partido Verde Europeo, Proyecto Drago [D. Alberto Rodríguez], Chunta Aragonesista, Contigo Navarra, Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía de Ceuta, Coalición por Melilla e Iniciativa del Pueblo.

El gran ausente ha sido Podemos. Su líder moral-mediático D. Pablo Iglesias Turrión ha estado despotricando del proyecto Sumar en sus medios la última semana movilizando a sus miles de seguidores en Twitter a arremeter contra Dña. Yolanda Díaz.

Podemos no aceptará estar presente en Sumar hasta que no se le garanticen puestos en las listas. Y, aunque no lograrán convencer a Sumar de que estén Dña. Irene Montero o D. Pablo Echenique, sí logrará colocar cinco nombres en puestos de elección segura, entre ellos Dña. Ione Belarra y Dña. Lilith Verstrynge, tras lo cuál firman su integración en Sumar el 9 de junio de 2023.

Invitados dirigentes enfrentados a Pablo Iglesias: 

En el acto de Sumar los «yolandistas» no se olvidaron de invitar a toda una lista de nombres damnificados por Iglesias, y no sólo D. Iñigo Errejón: Dña. Ariel Jerez, D. Jorge Lago, D. Santiago Alba, D. Pablo Bustinduy, D. Miguel Vila… Todos fidelísimos de primera hora de Podemos pasados por la picadora de carne del ex secretario general.

Podemos acepta a regañadientes.

 

02 Abril 2023

Reformismo y seducción

Antonio Maestre

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Sumar es reformismo honesto. Podemos es solo reformismo. El resto es engañar.

Un domingo de ramos primaveral de Madrid, con muchas personas pensando en las vacaciones de Semana Santa y muchas otras ya disfrutándolas, ha arrancado la candidatura de Yolanda Díaz a las elecciones generales. Ha cumplido el mandato a dedo otorgado por Pablo Iglesias, pero a su manera, sin tutelas y sin aceptar presiones patriarcales externas. El éxito o el fracaso ya solo dependerá de ella, habrá quien sume en ese empeño y habrá quien ponga palos en las ruedas. Es la vida política, no hay que quejarse por las reglas de un juego que siempre ha sido más complicado para la izquierda, pero lo que ocurra a partir de ahora tendrá el sello de Yolanda Díaz y por lo tanto suya será la responsabilidad de lo que consiga. Sumar se ha emancipado y ha comenzado su propia senda. Ya camina libre.

El acto en el Magariños ya lo he vivido. Mucha gente ilusionada por un proyecto político que al cabo de unos años acaba decepcionada. Aún así, basta ya de infantilizar a la ciudadanía, en el fondo eso es la política, un proceso de frustración y lucha en el que los logros son siempre muy inferiores a las expectativas. Se ilusiona a la gente para luego aportarle solo un escaso legado de todo lo prometido. La política no puede medirse por lo deseado y no logrado, sino por los avances concretos y materiales que siempre serán menores de los imaginados. Sumar es un espacio socialdemócrata reformista que pone las cartas sobre la mesa y explica a quien quiere escucharle que promete diálogo, negociación y mejoras concretas para la clase trabajadora. No promete el cielo, sino un proyecto de país reformista que afiance el estado del bienestar y que mitigue el proyecto neoliberal inhumano que había sido hegemónico durante cuarenta años.

En el fondo Sumar dice que hará lo mismo que ha hecho Podemos, pero sin adornarlo con fuegos de artificio. Podemos y Sumar son dos proyectos reformistas posneoliberales. Ni más, ni menos. Sumar es reformismo honesto. Podemos es solo reformismo. El resto es engañar. Yolanda Díaz aspira a revalidar un gobierno de coalición con el PSOE, que es una creación de Pablo Iglesias, algo que no debiera escandalizar a nadie porque es la verdad. Por eso conviene huir de los golpes en el pecho de quien busca quebrar la unidad con soflamas de traición y rendición. Sumar quiere hacer lo mismo que hizo Podemos. No es algo que debiera sentar mal a quien se atrinchera en la dirección morada, al fin y al cabo es continuar su legado, con sus fortalezas y sus debilidades, adaptándose a un momento de época que pide menos ceño fruncido e hiperventilación y más acuerdo y negociación.

Las debilidades de Sumar como referente de la izquierda poscomunista española no difieren de aquellas que se mostraron cuando Errejón e Iglesias avistaron la posibilidad del momento populista. Un proyecto centrado en ampliar mayorías, apelando a la transversalidad y dando espacio a la ciudadanía mientras se huye de los debates ideológicos duros. Los problemas e incoherencias de ese trayecto discursivo se pudieron avistar en las intervenciones previas al discurso en el que Yolanda Díaz anunció su candidatura. Helio Roque, un creador de contenidos de solo 20 años, defendía el derecho de los jóvenes a quejarse y pelear por no aceptar trabajos precarios y poner en el debate público la salud mental sin que por ello se les llame generación de cristal pero criticando al resto de generaciones por no haber peleado por lo mismo. Un error grave, fruto de la inexperiencia y bisoñez, que ya ha rectificado públicamente, pero que deja en evidencia los problemas de abrir el discurso en la izquierda a quien no ha bebido de la cultura política de la que se siente orgullo. Las incoherencias afloran cuando estos proyectos se conforman. La presencia de Gioconda Belli, poeta y escritora nicaragüense, significó un mensaje político muy potente que marca la separación de Sumar de proyectos dictatoriales latinoamericanos como el de Nicaragua para marcar una línea roja clara que evite la crítica machacona que acució a Podemos desde su nacimiento, pero que choca con la presencia en Sumar del PCE que ha apoyado al régimen de Daniel Ortega. Una incoherencia para los muy cafeteros que puede crear problemas de disenso en el futuro.

Sumar es el nuevo proyecto a la izquierda del PSOE, hubo muchos antes y habrá muchos después, la suerte de su trayectoria se medirá por la consecución de derechos para la clase trabajadora y avances en materia social. Un proyecto que soportará el paso del tiempo en tanto que sea capaz de ser útil a las necesidades de quien le presta su apoyo. Una plataforma que nace con la vocación de seducir a gentes que abandonaron el proyecto anterior y que están cansados de que les insulten y regañen por no seguir las diatribas pablidianas del profeta. Un proyecto de reformismo honesto que a nadie engaña con revoluciones nostálgicas, que busca hacer la vida vivible y reparar las grietas que crisis y pandemias han dejado en los cuerpos maltrechos de las personas de la clase trabajadora.

03 Abril 2023

Yo esto ya lo he vivido

Alberto Garzón

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Sumar es un proceso con enorme potencial. Yolanda Díaz es la mejor candidata. La unidad de las fuerzas de izquierdas es deseable. Podemos es una fuerza hermana y quiero que estén con nosotras. Y, honestamente, tengo la sensación de que algo de todo esto yo ya lo he vivido (👇).

Un elemento para desterrar en la izquierda es el constante recurso a argumentos funcionalistas. Casi toda discusión está contaminada de este tipo de juego de manos intelectual que no aporta nada y que sólo sirve para neutralizar el pensamiento crítico.

El funcionalismo trata de explicar el comportamiento de las partes del sistema de acuerdo con las necesidades del propio sistema. El clásico «¿por qué ha pasado X?» es respondido entonces con un «porque beneficia al sistema».

En la izquierda hay quien tiende a explicar casi todo de este modo: cualquier evento político (una crisis, una derrota o una nueva fuerza política) parece susceptible de ser explicado con una versión grosera o sofisticada de «porque beneficia al capital/neoliberalismo/loquesea».

Cuando surgió Podemos, en 2014, hubo una parte de la izquierda que, ahorrándose hacer un análisis crítico de los fenómenos sociológicos y políticos de fondo, optó por recurrir a esta simple idea: «Podemos surgió porque beneficia al sistema».

Como «el sistema» eran también «los medios» no fueron pocos los que creyeron encontrar pruebas de su teoría en el hecho de que Podemos estuviera (mucho) más tiempo en la tele y, sobre todo, siendo tratado con infinita mayor generosidad.

Yo combatí ese pensamiento dentro de la propia Izquierda Unida, principal damnificada entonces. Pero eran legión quienes en todo «hecho» encontraban una prueba definitiva de su «verdad»: había una mano invisible de un sistema que buscaba protegerse destruyendo IU (o al PCE).

No es que faltaran «hechos», claro. Podemos estaba en todas las tertulias -también en las negadas a IU- e incluso en las elecciones de 2015 participaron en el debate de las televisiones privadas -no así IU- a pesar de que en 2011 no tuvieron representación parlamentaria.

Entonces era fácil sangrar por la herida. Es más, era muy común en IU la idea de que todo eso estaba ocurriendo porque «el sistema» así lo quería o incluso lo necesitaba.

Los argumentos funcionalistas son circulares, y una vez compras ese marco mental es relativamente sencillo mantener la coherencia interna con «hechos» que parecen corroborar tu pensamiento. La clave es escoger de la realidad únicamente lo que te interesa.

Ahora, qué ironía, tenemos a mucha gente que considera que como Sumar es «bien tratado» por los medios eso es «inevitablemente» una prueba de que el «sistema» se beneficia de ello o, peor, que está detrás.

En realidad, basta examinar la prensa para encontrar otros «hechos» que apuntarían a lo contrario. Es más, el ataque de la derecha a Sumar es evidente y grosero, y sorprende además por su rapidez.

Creo que no hace falta a estas alturas abundar en la idea de que Podemos no fue en 2014 una «operación del sistema». Aunque aún hay gente que lo cree. Naturalmente tampoco Más Madrid fue lo propio en Madrid, Equo antes de ellos o Sumar ahora.

Lo dicho: algo de esto ya lo he vivido antes. La estructura mental detrás de este tipo de argumentos es siempre la misma, y es muy poco productiva para construir nada. Si alguien te argumenta «es que esto beneficia a X» o «el capital piensa que», lo mejor es salir corriendo.

Los argumentos funcionalistas no suelen decirnos nada sobre «la verdad». Únicamente sirven para promover y reforzar la cohesión interna de una comunidad, pues define un campo político de un «nosotros/sistema» que permite una llamada a filas ante una «amenaza». Solo es eso.

No hay que desmerecer su fuerza. No es casual que históricamente casi todos los expulsados y marginados en partidos políticos de izquierdas se hayan caricaturizado previamente como una suerte de «agentes del sistema», fueran como seres conscientes o como cómplices ingenuos.

Al final ganamos la posición en IU. Fui coordinador con el 70% de los votos. Pero por el camino perdimos a mucha gente que hoy está en su casa todavía convencida de que el sistema sustituyó a la izquierda real por un tipo con coleta útil al sistema.

Mi conclusión: no es tiempo de crear trincheras, sino de sumar. La izquierda es plural y habrá diferencias que canalizar y debatir. Y para eso debemos renunciar a argumentos que, útiles desde la cohesión interna, nos cierran posibilidades para un futuro compartido.

02 Abril 2023

Díaz rompe con Podemos

ABC (Director: Julián Quirós)

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Si finalmente Yolanda Díaz y Podemos terminan por concurrir por separado, esa escisión puede acabar siendo letal para la izquierda que se aglutina en torno al PSOE

No hubo sorpresas: la ruptura simbólica y sentimental entre Yolanda Díaz y Podemos se certificó ayer en la presentación de la plataforma Sumar en el polideportivo Magariños de la calle de Serrano de Madrid. El saldo de esta fractura puede ser determinante para la convivencia en el Consejo de Ministros y lo será, sin duda, para las posibilidades de la izquierda en las próximas elecciones generales. Los representantes de una quincena de partidos acompañaron a Díaz, así como un nutrido grupo de intelectuales, académicos y personalidades del ámbito de la cultura. Pero faltó Podemos. En la jornada previa, Ione Belarra había lanzado una propuesta ‘in extremis’ a Díaz para que los morados pudieran asistir a un acto que aspiraba a congregar a todas las fuerzas políticas a la izquierda del PSOE. La oferta de la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, que proponía firmar un compromiso de primarias abiertas de cara a las elecciones generales, no fue atendida por Yolanda Díaz. En el día en el que la ministra de Trabajo anunció su candidatura a la Presidencia del Gobierno de España, no existió ninguna referencia a Podemos.

Que una vicepresidenta del Gobierno al frente de un ministerio de calado como el de Trabajo tenga tiempo para proyectos electorales a nueve meses de las elecciones generales es, en sí mismo, un síntoma de los nuevos usos de la política. Como lo es, sin duda, el que pueda proyectarse una coalición de siglas con personalidades políticas tan diferentes como las que ayer acompañaron a Yolanda Díaz. A falta de que se desvele cuál sería el posicionamiento de Sumar en cuestiones esenciales para los intereses de nuestro país como la guerra de Ucrania, o la política lingüística o territorial, por ejemplo, cada vez se hace más probable que Podemos acabe por no incorporarse a la iniciativa. Este hecho preludia la etapa final de la coalición de Gobierno por un hecho evidente: la mitad del grupo parlamentario de Unidas Podemos concurriría a las próximas elecciones separado de su matriz y en el seno del Ejecutivo las ministras moradas quedarían escindidas de otros ministerios como el de Joan Subirats o Alberto Garzón, ambos presentes ayer en el polideportivo Magariños.

Esta ruptura pone de manifiesto varias cuestiones relevantes para el futuro del proyecto. Que Díaz no haya negociado con Belarra demuestra que, para gran parte de la izquierda, Podemos es ya una marca antipática y amortizada. La tensión exhibida en las últimas semanas y la vehemencia con la que se sigue expresando Pablo Iglesias, incapaz de ceder el liderazgo, demuestran una divergencia en la estrategia. Díaz confía en poder revalidar una coalición de gobierno progresista que, según los sondeos, se hace improbable. Por su parte, Podemos parece apostarlo todo a una defensa radical de posiciones más esencialistas y duras desde las que poder ejercer una oposición futura. A esta legítima diferencia estratégica se suma, sin embargo, un desgaste entre las relaciones personales y un enfrentamiento entre egos difícilmente reconciliables. Si finalmente Díaz y Podemos terminan por concurrir por separado, esa escisión puede acabar siendo letal para la izquierda. Lo que no está tan claro es a quién puede beneficiar una derrota en las próximas elecciones generales y qué interés podría existir en parte de la izquierda en no revalidar un Gobierno con el PSOE como socio mayoritario.

03 Abril 2023

El lanzamiento de Sumar

EL PAÍS (Director: Pepa Bueno)

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Yolanda Díaz presenta su candidatura a la presidencia del Gobierno al frente de Sumar sin el apoyo de Podemo

La sacudida política que ha experimentado España en la última década, desde la irrupción de Podemos en el escenario político, vivió ayer un paso importante para la adaptación al nuevo contexto español y global, tan distinto del de 2014. Un Gobierno de coalición progresista ha dirigido el país en circunstancias absolutamente extraordinarias y, en consonancia con los nuevos aires políticos europeos y globales, ha demostrado que es posible una gestión menos traumática de las crisis y es posible también la transformación de políticas que se creían inamovibles en aras de la ortodoxia económica neoliberal que causó tanto sufrimiento en la Gran Recesión. Yolanda Díaz presentó ayer su candidatura a la presidencia del Gobierno al frente de Sumar reivindicando las políticas concretas hechas y por hacer en este marco histórico. Hace casi diez años, una movilización popular impulsada por la indignación acabó cambiando el mapa político del país y una década después ese espacio político busca y necesita su reformulación, como demuestran las dinámicas centrífugas que se han impuesto y la pérdida sucesiva de apoyo electoral a lo largo de estos años. Una reformulación incompleta todavía hasta que se resuelva la relación con Podemos, el gran ausente ayer al no obtener su exigencia de un compromiso por escrito sobre el modelo de primarias para la confección de las listas electorales ante las generales de finales de año.

El respaldo que obtuvo ayer Sumar, explícito y presencial, de una docena de formaciones políticas de la izquierda traducía la voluntad de relanzar con ambición el espacio a la izquierda del PSOE. En ese conglomerado de siglas puede estar la fortaleza de su capilaridad o la debilidad de sus personalismos cacofónicos. Yolanda Díaz mantuvo su tono institucional, rehuyó la agresividad retórica, reivindicó el diálogo y la negociación como componentes esenciales de la política y apeló a “reinventar el Estado de bienestar” no como objetivo adánico sino como culminación de las políticas que el Gobierno de coalición con los socialistas ya ha desarrollado en los últimos cuatro años.

La candidatura de la vicepresidenta segunda echa a andar buscando la transversalidad que tuvo el primer Podemos, pero cambiando su antigua épica del pueblo contra la casta por la más inmediata y material apelación a la “política útil” a través de la negociación y el diálogo. Díaz insistía en dirigirse a una mayoría electoral apelando a la vieja tradición republicana del cuidado de la cosa pública, como dijo varias veces en un discurso a menudo vibrante, de contenido doctrinal y ambición de programa ideológico ante las nuevas realidades en este momento del siglo XXI. En democracia, fondo y forma van de la mano y en un contexto de agresiva confrontación y hartazgo ciudadano por la crispación, la candidata interpela en positivo a la ciudadanía. Reivindicó una vocación netamente europeísta para su proyecto sin renunciar a reformas profundas de los tratados, pero eludió contextualizar esa apuesta con una mención explícita a Ucrania. El discurso desplegó numerosas propuestas sobre transición ecológica y justicia social, fiscalidad, juventud, vivienda, cuidados, derechos tecnológicos, libertades para las mujeres y protección de minorías como la LGTBI, en una propuesta de país “para la próxima década” que aún tiene que mostrar con detalle públicamente. Las coincidencias y diferencias programáticas entre Sumar y el PSOE —cuando ambos se reivindican y presentan como socios— serán de elevado interés en los próximos meses para comprender todo el campo de juego que pretenden abarcar.

La ecuación más difícil queda aún por resolver, sin embargo. Su futura relación con Podemos, tal y como señalan las encuestas, será clave para acrecentar o disminuir las opciones de gobierno del actual Ejecutivo de Pedro Sánchez. Podemos deberá evaluar su situación ante la evidente suma de voluntades en la izquierda que se vio ayer en Madrid. Y Yolanda Díaz necesita actuar con diligencia y eficacia en ese terreno, y no solo por cálculo electoral. Más tarde o más temprano necesitará una votación a través de primarias que legitime su liderazgo (tras ser designada en su día por Pablo Iglesias como sucesora). Todos necesitan audacia y generosidad para fortalecer una plataforma que ayer exhibió respaldo popular y un proyecto esperanzador para una izquierda institucional y de vocación transformadora.

03 Abril 2023

Arranca Sumar, poco nuevo bajo el sol

LA RAZÓN (Director: Francisco Marhuenda)

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Sumar representa la misma confusión de una izquierda que ha perdido sus clásicos referentes y que encala la vieja fachada.

El cambio de liderazgo en la extrema izquierda española, que encarna la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, supondrá, sin duda, unas formas más amables en la pugna política –lo que, dicho sea de paso, está al alcance de cualquiera, dado la aspereza de carácter y la intransigencia doctrinal de quienes hoy detentan la dirección de Unidas Podemos–, pero poco más.

Basta con enumerar las distintas formaciones que parecen dispuestas a secundar el proyecto de Sumar, hasta quince partidos y plataformas, incluido, por supuesto, el veterano Partido Comunista de España, para entender que nos hallamos, fundamentalmente, ante una estrategia de sustitución de marca, pero no de ideologías ni de praxis política. Otra cuestión, no menos importante, es si la pretendida decadencia de Podemos como opción electoral responde a la realidad o es un mero constructo de un partido socialista que teme pagar en las urnas su alianza con el populismo más descarnado.

En cualquier caso, y de cara a la próxima cita electoral de mayo, el daño a la formación morada ya está hecho, en un remedo de profecía autocumplida y con la ventaja para la nueva líder de que no tiene que validar su tirón en las urnas; sólo sentarse a la puerta de su casa para contemplar el descalabro de sus antiguos compañeros de filas. Por supuesto, la actual dirección podemita no puede llamarse a engaño, aunque sólo sea porque la manera de entender el gobierno interno de un partido, genuinamente comunista, había arrojado de sus filas a muchos dirigentes y militantes discrepantes con la troika que ejercía el poder en la formación, algunos de los cuales han formado sus propios partidos, como es el caso de Íñigo Errejón, y están encantados de servirle a su antiguo líder, Pablo Iglesias, el clásico plato frío. Otros, como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, simplemente, están tirando de las encuestas para decantarse por uno u otro bando.

Sin embargo, para que esta estrategia de sustitución funcione es imprescindible que la formación morada se avenga a transigir con el nuevo liderazgo, acepte integrarse como una más en la plataforma de Yolanda Díaz y, sobre todo, renuncie a tratar de imponerse en la confección de las listas electorales.

Porque, de lo contrario, tendríamos en las próximas elecciones generales dos candidaturas fuertes a la izquierda del PSOE, que no sólo se neutralizarían entre sí, dados los condicionantes del sistema electoral español, sino que podrían arrebatar bastantes votos a los socialistas. Suponemos que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, uno de los artífices de la consolidación del proyecto Sumar, habrá hecho el correspondiente cálculo de riesgos.

Por lo demás, poco nuevo bajo el sol. La misma confusión de una izquierda que ha perdido sus clásicos referentes y que encala la vieja fachada.

06 Abril 2023

Podemos agonizante

Luis Arroyo

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Es, en primer lugar, una cuestión de carácter. Allí donde Yolanda Díaz pone cordialidad y sonrisa, Belarra y Montero aparecen malencaradas y enfurruñadas. Por eso la vicepresidenta tiene la mejor valoración de entre todos los ministros y las dos ministras tienen la peor. No es sólo la cara: hay un mensaje optimista e integrador en Díaz y una eterna polarización en los representantes de Podemos. Incluso el más simpático de todos ellos, que es Echenique, no deja de señalar a los que Podemos considera enemigos de la patria. Incluso en el nombre de las dos formaciones políticas, Sumar suena positivo y Podemos suena hoy más bien agresivo.

Es también una cuestión de oportunidad y contexto. Con sólo nueve años de historia, Podemos puede hoy presumir del éxito político más fulgurante de nuestro siglo. Activado por la indignación causada por la crisis financiera de 2008 y por un PSOE incapaz de acomodarse en ese momento, logró cinco sorprendentes escaños en las elecciones europeas de 2014, solo cuatro meses después de su fundación. Al año siguiente, 69 en las elecciones generales, aunque no lograra el anunciado sorpasso a los socialistas (Podemos no ha destacado nunca por su buen manejo de las expectativas). Iglesias y Podemos supieron surfear esa ola, sin embargo, y con un mensaje revolucionario y asertivo, captaron el apoyo de los indignados, los vulnerables y los maltratados.

Las cosas no se ven igual hoy. La situación económica es notablemente mejor y Podemos ha sido protagonista también desde el Gobierno. No cabe hablar de la “casta” como entonces. La narrativa del pueblo virtuoso frente al establishment ha quedado inválida. Y las dos ministras que quedan de Podemos (porque ni Díaz ni Garzón están ya ahí) no han logrado mantener el equilibrio entre el necesario apoyo a su presidente y a sus colegas de Consejo de Ministros y la defensa de unas posiciones propias. Al contrario: a cuenta de la ley del solo sí es sí se han mostrado testarudas, cerradas y desleales.

La ola aúpa ahora a Yolanda. Y los socialistas también, cansados desde antiguo de las ñoñerías y la intolerancia de Podemos. La idea es bien sencilla: la ciudadanía tendrá que decidir en diciembre entre dos opciones: Sánchez y Díaz, o Feijóo y Abascal. 

Hay también un poderoso mensaje feminista en Yolanda Díaz. Pablo Iglesias, lo quiera o él o no, parece estar en permanente tutela de sus colegas de partido. Dejó la política activa para volver a sus tareas en los medios de comunicación, pero predomina la sensación de que sigue ejerciendo su influencia cual macho alfa. Díaz no sólo no se ha sometido a los designios de Iglesias, sino que ni los ha considerado. Es por completo autónoma.

Bajo el liderazgo hiperbólico de Pablo Iglesias, Podemos —y luego Unidas Podemos— parecía un movimiento/partido irreductible. Pero a pesar de la solidez del relato, lo que había en realidad era una amalgama de partidos locales de izquierdas, con fuerte implantación territorial, o de partidos nacionales con menor fuerza: desde las mareas gallegas al Compromís Valenciano o los comunes catalanes. Desde el viejo Partido Comunista a los ecologistas de Equo.

Hoy, esas confluencias han divergido. Han asumido todas ellas, de momento, el liderazgo de Díaz y el refugio en una nueva marca, que es Sumar. A Podemos le han abandonado prácticamente todos sus antiguos líderes, sus organizaciones aliadas y buena parte de los votantes de antaño. En el Gobierno español no hay ya de facto una coalición formada por el PSOE y Unidas Podemos. Hay un Gobierno formado por los socialistas, por Yolanda Díaz, por Alberto Garzón y por dos ministras de Podemos (que, además, están cada día más aisladas en su tarea ejecutiva).

Son todos ellos síntomas graves de lo que le puede ocurrir a Podemos, como ya le está sucediendo a Ciudadanos: una muerte demasiado temprana, tan rápida y fulgurante como fueron sus éxitos respectivos.