1 abril 1981

Ángel Palomino y los dos querellados cargaron contra el periodista por pedir al Gobierno Calvo-Sotelo que retirara toda la publicidad a EL ALCÁZAR

Pedro Rodríguez se querella contra los columnistas Rafael García Serrano y Juan Blanco (de EL ALCÁZAR) por artículos contra él

Hechos

  • El periodista D. Pedro Rodríguez (columnista en TIEMPO, ABC o LA HOJA DEL LUNES) se querelló contra los periodistas de EL ALCÁZAR, D. Juan Blanco y D. Rafael García Serrano por sendos artículos publicados el 31.03.1981 y 01.04.1981

Lecturas

D. Pedro Rodríguez había sido un destacado periodista del franquismo, tanto en el diario ARRIBA como en el diario PUEBLO, a él se le atribuía haber definido al General Franco como ‘la luz que ilumina el Pardo’. No obstante, tras la muerte del Dictador, el columnista había sido de los más firmes defensores del proceso de Transición liderado por la UCD.

Tras el intento de Golpe de Estado del 23-F, el nuevo Gobierno de D. Leopoldo Calvo Sotelo (UCD) anunció una Ley de Defensa de la Democracia que incluía que el Gobierno pudiera cerrar un periódico si consideraba que hacía apología del golpismo. A nadie se le escapaba que era una medida principalmente dirigida contra el diario EL ALCÁZAR. En un artículo en LA HOJA DEL LUNES, D. Pedro Rodríguez propuso una alternativa al Sr. Calvo Sotelo: que retirara toda la publicidad institucional de todos los ministerios en aquel periódico.

El diario EL ALCÁZAR, como también el desaparecido diario EL IMPARCIAL, ya habían denunciado en sus páginas que el Gobierno Suárez les había discriminado en el reparto de publicidad institucional y les había borrado en suscripciones oficiales como las de Iberia (ya entonces hubo una relevante polémica entre el director de EL ALCÁZAR, D. Antonio Izquierdo y el periodista ‘suarista’ D. José Ramón Alonso, de PUEBLO).

Ante aquel ‘consejo’, los periodistas de EL ALCÁZAR D. Juan Blanco, D. Rafael García Serrano y D. Ángel Palomino publicaron artículos contra el Sr. Rodríguez. Para ellos el Sr. Rodríguez era un ‘traidor’ que había pasado a defender todo lo contrario a lo que defendía cuando Franco gobernaba. El periodista se querellaría contra los dos primeros.

Consultado por La Hemeroteca del Buitre, D. Juan Blanco aseguró que intentó una conciliación «como antes había conciliado un problema similar con  Fernando Ónega», pero que la abogado de D. Pedro Rodríguez, Dña. Cristina Peña se negó. No obstante el caso concluyó sin que se hiciera pública ninguna condena.

El Sr. Blanco mantendría su enfrentamiento con D. Pedro Rodríguez hasta el fallecimiento de este, cuando publicó una línea en el diario EL ALCÁZAR que decía: «Dios tendrá que perdonarle mucho».

30 Marzo 1981

Y LEOPOLDO COGIÓ SU FUSIL

Pedro Rodríguez

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Los señores del Gobierno que han desenfundado el infeliz decreto cierraperiódicos podrían hacer algo más sencillo: retirar los millones en publicidad que sus ministerios y organismos siguen enviando puntualmente a los periódicos del apocalipsis.

La decisión

El sábado llega de Bilbao. Es su tercer ‘Bilbao’: el primero vio la crisis, el segundo, el cadáver de un policía; el tercero, un teniente coronel con un boquete en la nuca. A las cinco se encierra en Moncloa, con su familia. A las nueve sale con la decisión tomada: que llamen a Rosón / Oliart / Rodolfo / Pío / Paco / Josepedro. Probablemente, telefonea al Rey, pero no por el Video directo que es un cacharro que aún no sabe manejar. Llegan con el domingo Los Seis ministros. Ordoñez estaba viendo el fútbol en Canarias y lo sacan del palco. No es ‘la banda de los Seis’, ni siquiera ‘La Empresa’. El señor Presidente odia los esquemas, los ministros de primera y los ministros de segunda. El Ingeniero de Caminos Calvo-Sotelo los deja estupefactos como el camisero Truman cuando anuncia ‘The Great decision’, el hierático señor de Ribadeo que venía de tocar la Bolsa y el piano, va a apretar el botón rojo, tora, tora, tora. Alguien habla de Estado de Excepción. ¿Para qué? Con la Ley antiterrorista, el E. de E. sólo añadiría la censura de Prensa. Y censurando Prensa, Eta no va a dejar de matar. ‘Los Seis’ empiezan a vomitar papeles. Es por la tarde, la gente está punteando la quiniela y él va leyéndoles, por teléfono, una sinopsis de las medidas a Carrillo / Fraga / Felipe / Garaicoechea / Pujol / Pujol. Rosa María Mateo está informando que hace unos minutos  otro teniente coronel ha caído en otra Iglesia en el mismo país.

Los generales

Están, mirándome, todos de uniforme, los pesos pesados, los grandes mandarines, los halcones y las palomas, los que eran comandantes en el 36 y los que estudian missiles de la OTAN. Como un frío Director de Banco de Ribadeo les comunica, en esquemas, su proyecto. La cúpula del Ejército no se sorprende. No se miran entre ellos. Pero tampoco han pedido nunca institucionalmente entrar en Euzkadi, desde que aquel día en que Tejero con mando en San Sebastián, envió el telegrama al ministro Martín Villa: ‘Ruego V. I. me comunice si debo rendir honores Ikurriña. Saludos’. Es lunes y ‘El León Dormido’ aprovecha para recordar al Ejecutivo su preocupación:

1)    Porque haya diputados de Herri Batasuna que sigan cobrando, en el Parlamento, del Gobierno español;

2)    Porque se siga jugando o despreciando los símbolos de la nación, Jordi, Jordi;

3)    Porque no se ve claro el paisaje final de las Autonomías.

Toda Moncloa está trabajando día y noche en el telar de las autonomías, en el dibujo definitivo de la nueva planta. En controlar constitucionalmente esa caja de Pandora, esa colosal chapuza, llena de remiendos, tachaduras y zig-zags de cuatro años. El Ejército dice ‘O. K.’, se levanta de la mesa y la Armada parte a toda máquina hacia Bilbao: muchas armas que Eta llegan impunemente, como el Invierno, por la mar.

Lubina y pollo

Al día siguiente, Los Siete Magníficos de la Banca están sonrientes, displicentes, acogedores. No tienen la cara de poker de Los Generales, pero prácticamente hablan de lo mismo. Del ‘singular fenómeno de las autonomías, señor Presidente’, le dice uno de los grandes budas. Antes de entrar, uno de ellos me había dicho: ‘Es que aunque quisiéramos, no hay un asunto, ni cinco, en que poniéndonos de acuerdo la Banca y el Gobierno arregle nada fundamental del país’. Entre la lubina y el pollo, la Banca le dice al Presidente su manual de gravios:

1)    Las autonomías y la unidad económica.

2)    El faurde en el seguro de desempleo.

3)    Las leyes que faltan.

Señor presidente; demasiadas leyes, docenas, cientos de leyes esperando que inmovilizan el país, señor Presidente. Dicen que el hombre de Ribadeo les sienta la mano, en dos grandes ganchos. Al final, se suscribe El Gran Crédito: la Banca española avalará al Gobierno siempre que se mantenga El Espíritu del 25 de Febrero: autoridad y no avanzar en zig-zag. Faltan cuatro días para que regrese Suárez, pero al día siguiente, miércoles, el español Satrústegui m y el español Arconada hace unos paradones como los que hacia el batasunero Iríbar / y un español Quini, coño / y sale el sol, al fin, y la gente ¿no le vistéis, se esponjaba por las aceras diciéndose ‘buenos días’, como sacudiéndose el horrible complejo de Surinam y Mauritania que llevábamos, como una negra sombra, desde que Tejero bajó a la ciudad.

Salir del ‘gettho’

Desde el lunes, cada mañana, a las ocho, el comandante Rosón llega El Multe: mando unificado de lucha contra el terrorismo. Desde el lunes, hay militares en las fronteras de la sociedad española. Cuando se pretendía sacar al Ejército de sus casillas, se ha conseguido sacarlo, a borbotones, de su ‘gettho’ social. Franco lo tuvo en los cuarteles como a un león dormido. El suarismo pretendió meterlo en una jaula. La Operación Zarzuela / Moncloa tras el 23-F es, creo yo, decisiva, histórica: cuarenta mil familias de militares españoles no estaban donde estaban los políticos, ni los periodistas, ni en las fiestas, ni en la nueva sociedad. Era como si alguien hubiera marcado una línea en el suelo entre dos planetas, el civil y el militar, que se vigilaban, pero no se juntaban jamás, si no era para colisionar. En las reuniones, en las mesas redondas, en los coloquios, en los periódicos, el militar había de callar. Los políticos eran los dueños de las primeras páginas y del laurel. No sabemos cuántos miles de esposas, cuántos miles de hijos han almacenado durante años los celos hacia ‘lo civil’ y ‘lo politico’. La Operación ha comenzado: acoplar a la sociedad y al Ejército: EL Lunes, los uniformes invadieron la Administración. Muchos salían para Euzcadi, pero a otros muchos se les abrían las compuertas, que también ellos se cerraron en muchas ocasiones, de la vida española. El domingo pasado la sociedad española tenía cuerda para muy poco. Estábamos como niños inmóviles en el bosque del golpismo, acomplejados y desmoralizados. Necesitábamos el gol de Satrústegui y salir con Quini del agujero, y una electrificante política ‘de gestos’. A veces pienso que el señor Calvo-Sotelo lo tiene bien fácil si se limitara a hacer lo contrario de lo que hacía, o no hacía, su antecesor.

Pero hemos cruzado el lunes el punto-sin-retorno. Sacar. Sacar a un Ejército a la calle, aunque sea moderadamente como es el caso, tiene un precio. Hace tres años, uno de Los Cuatro grandes líderes políticos me decía: ‘Cuando el Gobierno decida llamar al Ejército, no nos podremos quejar de que algo cambie para siempre. Es como cuando usted llama a los bomberos: es inevitable que se moje algo la moqueta y que algún cuadro cambie de sitio’. En la segunda o tercera crisis suarista, decía el entonces Presidente: ‘¿No se quejan de que el orden público va mal? Pues ahí tienen a un general en Interior, a ver cómo lo resuelven’. Nadie tiene el bebedizo para acabar con la plaga bíblica de Eta. Hay que explicarle ya a los españoles que Eta no son sólo los 300 liberados, sino el ingeniero, el economista, el arquitecto que e pone la capucha el sábado y practica ‘el inmenso placer de matar un gendarme’. Hay que dejar la retórica y admitir quej 12 las raíces son profundas en la sociedad vasca y que es algo más que una banda de asesinos locos. La Izquierda, que creía hasta hace poco que Eta iba a llegar al despacho del Ministerio del Interior y tirar sus armas como Vercingetorix, ya ha arrimado, y ejemplarmente, su hombro. Se sabe también, pero no se puede probar cuáles son las embajadas por las que llega el dinero. No vendía mal que la Iglesia española y la Romana, lanzaran su enorme peso de siglos sobre una máquina de matar. Eta nace hace veintisiete años en las sacristías. Es una organización en buena parte de comunión diaria, antipornográfica. No todo se arregla mandando las compañías del ‘coes’ al a frontera: decid Iglesia, cuando venga el Papa una sola palabra desde los púlpitos vascos y habremos recorrido la mitad del camino.

Claro que no todas las medidas pueden viajar en las tanquetas. Los señores del Gobierno que han desenfundado el infeliz decreto cierraperiódicos podrían hacer algo más sencillo: retirar los millones en publicidad que sus ministerios y organismos siguen enviando puntualmente a los periódicos del  apocalipsis.

Las baldas

Oh, cielos, un singular problema afecta, según creo, al Presidente Calvo-Sotelo. No ha podido llevarse los miles de libros de Somosaguas. La Moncloa, preparada para todo tipo de eventos, no lo estaba para la impensable posibilidad de los libros, y entre el atrezzo legado en la vivienda privada no figuran baldas ni anaqueles.

Pedro Rodríguez

31 Marzo 1981

EL TRAVESTI POLÍTICO

Juan Blanco

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El cronista de la frivolidad, la prima donna de la vanidad, el felpudo del poder, el cepillo de los políticos, la columna vertebral cartilaginosa, el travesti de las fidelidades, la chaqueta nacional, el auxiliador de los vencedores. El Casanova de las ideologías. Me refiero, como habrán adivinado, a Pedro Rodríguez

El domingo llegó el Duque-héroe o el Héroe-duque que tanto monta Diego Valor del 23-24 , el Amadis de Gaula de la Transición, el Rolando de la ruptura, el Arturo del consenso. ¿Cómo serán sus armas? ¿quizá un campo sembrado de ruinas, salpicado aquí y allá de túmulos funerarios y de manos limosneras? ¿un barco semihundido en medio de la tempestad? ¿tan sólo un probador de la sección de caballeros de El Corte Inglés? Por sus declaraciones a TVE me enteré que ha estao, que ha viajao y que se ganará (¿) la vida como abogao… ¡Oh ruina fatal que vas a descender sobre un Mosquete, un Pedrol Rius, un Stampa Braum, un Serrano Suñer…!

Ya estamos todos, juntos, aunque no revueltos, inmersos en la mayor confusión política y económica que vieron los siglos, con los oficios del periodismo tras los fondos ocultos, con los triunfalistas de a tanto la línea y precio global por artículo, con los jetas y los tránsfugas que aspiran al enchufillo cómodo o a la invitación al restaurante famoso. Y presidiendo los políticos profesionales, los del ‘yo diría’, los aspirantes a radicales, los que rechazan, como Carrillo, que la KGB actúa en las provincias vascas, los stalinistas, como Múgica Herzog, que quieren aplicar su solución final a los que no son marxistas, los partidarios de u liberta de expresión, dispuestos a cerrar los periódicos que no escriben al dictado, los obispos, curas y rleigiosos que piensan en marxista y los marxistas que dicen defender la civilización cristiana.

Ahí está para atestiguarlo el cronista de la frivolidad, la prima donna de la vanidad, el felpudo del poder, el cepillo de los políticos, la columna vertebral cartilaginosa, el travesti de las fidelidades, la chaqueta nacional, el auxiliador de los vencedores. El Casanova de las ideologías. Me refiero, como habrán adivinado, a Pedro Rodríguez, el de la nómina continuad en Prensa del Movimiento, el adulador, inasequible al desaliento, de Franco, de los Ministros, especialmente de los Secretarios del Movimiento y sus Delegados Nacionales, el de la camisa azul en los aniversarios falangistas o las audiencias para el provecho propio y, ahora, el monopolizador de una página completa en LA HOJA DEL LUNES de Madrid, desde la cual pretende hacer olvidar su pasado y, con nómina pagada por todos los periodistas , clama por el cierre de algún que otro periódico, con la bendición de mi también viejo amigo y camarada Álvaro López Alonso, antiguo becario del Frente de Juventudes como premio a su labor distinguida en la Falanges Juveniles de Franco.

Sí, estamos todos, juntos pero no revueltos, a Dios gracias, y así estamos los españoles y así está España, sin pulso y en ruina moral y económica sin precedentes. Por eso, porque no quiero que se nos confunda con antiguos vividores de la Prensa del Movimiento, con falangistas de aluvión, jamás he pedido que se ahogue a nadie económicamente y, menos aún, que se cierre algún periódico. Eso queda para un Pedro Rodríguez cualquiera, para ese energúmeno de LA HOJA DEL LUNES a quien alguien le ha inspirado yugular a la prensa libre mediante la retirada de la publicidad oficial, ¡como si la prensa libre dependiera de las migajas repartidas desde el poder! Pedro Rodríguez no cita los nombres de las publicaciones a las que hay que aplicar ese método tan democrático, pero estoy seguro de que los periódicos que Pedro Rodríguez quiere cerrar desde el órgano de la Asociación de la Prensa de Madrid son aquellos o aquel, que le hacen recordar, sin citarle, sus antiguos compromisos, voluntariamente aceptados, y sus adulaciones a los políticos del régimen anterior.

Juan Blanco

01 Abril 1981

¿POR QUÉ NOS MINTIÓ PERICO, POR QUÉ NOS MINTIÓ EL TRAIDOR...?

Rafael García Serrano

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Del mismo modo que la piel de la boa constritor es muy apreciada para hacer carteras, el pellejo de Pedro Rodríguez es un inmenso billetero donde las buenas almas depositan el óbolo con que premiar sus servicios literarios.

Cuando Pedro Rodríguez se levanta por la mañana, su primera buena obra del día es procurar morder con sus colmillos portadores de veneno a un cristiano, que no es precisamente el primero que se le cruce, sino que ha de ser una víctima elegida por él para ofrendar a sus dioses ofidios. Se enrosca a ella con el talante de la boa constrictor, cuyo tamaño imita, pero en cambio no aprieta sus anillos más allá de la amistad, primero porque no se siente con fuerzas para quebrar huesos y espachurrar músculos y segundo porque no lo hace por alimentarse (su alpiste es bancario), sino por lucir bien la grandeza de sus víctimas ante su domador. Por otra parte tampoco le conviene aletargarse con la digestión. Si pierde los vientos arriesta la vida. En vista de lo cual utiliza el diente curvo de la víbora, que va cargado de veneno como las sortijas renacentistas. Del mismo modo que la piel de la boa constritor es muy apreciada para hacer carteras, el pellejo de Pedro Rodríguez es un inmenso billetero donde las buenas almas depositan el óbolo con que premiar sus servicios literarios, que, las cosas como son, suelen ser de primera calidad, porque este hombre triste, desangelado, mentidor y blanco, escribe milagrosamente bien, aunque le ocurre lo que a aquel redicho magistrado plumífero que le escuchó a Rafael Sánchez Mazas un desdeñoso ‘Demasiado’ cuando él le preguntaba si el artículo de aquella mañana estaba bien escrito.

El magistrado escribía tan demasiado bien que no lo leía nadie. Por fortuna para él y para su tienda, Pedro Rodríguez escribe demasiado bien, pero no tanto, de modo que tiene más lectores que el magistrado pero menos de los que él contabiliza a la hora de ofrecer sus servicios. Hombre triste y tocado del caletre, con espinazo y mermelada y el chaleco y bragueta blancos y fríos de las lagartijas, primas suyas, fiel a sus principios de no tenerlos, ataca sin piedad a quien está en desgracia, y solamente ahora se atreve a insinuar que el duque de Suárez es un inculto fundamental – argumento que establece a través de la escasez de estanterías en lo que fueron sus habitaciones privadas de la Moncloa – no tanto por servir a la verdad como probablemente por intentar el halago a la presunta vanidad de Leopoldo Calvo-Sotelo, cuyos miles de libros de Somosaguas no han hallado lugar donde acomodarse en la Moncloa. No sé si el presidente picará el anzuelo, pero dado su estilo me parece que no. Ahora que no es fácil resistir a la pertinaz insistencia de Pedro Rodríguez, beneficiario mayor de aquel ejemplo político de don Antonio Heredero, el cual sostenía en la vieja redacción de ARRIBA, Larra 14, con un vocabulario anticipador del que hoy se usa en la mejor sociedad, pero juzgando escandaloso y vulgar en boca de un modesto guardia civil en el ejercicio de sus funciones que, insistiendo en el lametón preciso en el lugar preciso del político preciso, el instintivo rechazo suele trocarse en placentera complacencia y la mano que rechaza se convierte en amable y experta guía. Así como transformará al duque de Suárez en duque de Aristóteles si recuera la Moncloa. El poder siempre tiene razón para este Cortonesi de las Rías Bajas.

A Pedro Rodríguez se le ha ocurrido desde que Tejero está en prisiones ofrendar EL ALCÁZAR a sus dioses particulares, que cambian tanto como él, si bien aquí los dioses son muchos y uno solo verdadero: el poder. De modo que incluso el lunes por la mañana escribía: ‘Los señores del Gobierno que han desenfundado el infeliz decreto cierraperiódicos podrían hacer algo más sencillo: retirar los millones en publicidad que sus ministerios y organismos siguen enviando puntualmente a los periódicos del apocalipsis’. Por lo visto intenta el hombre sabotear los ingresos del Gobierno en materia de seguridad social y contribución, únicos anuncios que vienen a las páginas del periódico que él juzga apocalíptico como a las de cualquier otro, porque también los periódicos contribuyen por sí mismos y por sus lectores y el dinero no tiene color, ni olor político y solamente es dinero. Se ha pasado Perico Rodríguez. Es natural que intente hacer daño a sus viejos amigos y camaradas, pero no a quien le protege y meno a quien trata de defender. Lo que ocurre es que estos mentirosos perpetuos pierden los nervios y se hacen un lñio. Remedado la viena cancioncilla y el viejo tiempo diríamos: ‘¿Por qué nos mintió Perico / por qué nos mintió el traidor?’

Ten cuidado, Perico, con el pan de los demás. Y sobre todo ¿con qué caras vas a volver al redil cuando cambien las tornas?

Mira, ababol, que el mundo da muchas vueltas…

Rafael García Serrano

01 Abril 1981

PEDRO, ¿TÚ LEÍAS LA CODORNIZ?

Ángel Palomino

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Pedro. Te tengo dicho que de los militares y de Franco no digas mentiras. Mira que te lo avisé, y tú sin enmendarte.

Querido Pedro Rodríguez:

Lo sé, lo sé, es muy difícil saberlo todo, estar enterado de todo y tener que contarlo, ahivá la radiografía de España: toda la verdad.

Comprendo que si has de saber el porqué verdadero y los verdaderos antecedentes de todo lo que decide don Leopoldo Para resolver los problema himaláyicos creados por el señor Suárez – ¿él solo; un funesto como Mussollini, como Hitler, como Somoza, un solo culpable? No digas que sí tío – y creados ¡sorpresa! Por don Leopoldo, tu Superstar de ahora, que estaba colocado de vicepresidente ¡ay! Económico, y antes de ministro de Asumición de Cachondeo Europeo. Y antes de ministro y subsecretario de otras cosas como el pescado, que así nos va en los mares, comprendo Pedro que no hay tiempo para informarse a modo.

Tu radiografía holográfica del lunes 30-III, lo siento Pedro. Ojo de águila, Oreja que todo lo escucha, es una foto al minuto hecha con la cámara en una barranca de verbena. El cartelón tiene un mapa de España con su Moncloa, su Vitruvio, su Bancoespaña, y por el borde asoman la cabeza don Leopoldo, Rosón, Oliart y otros personajes. Verás, se nota mucho. Toma nota:

Manda a hacer puñetas al que te ha contado lo del Bancoespaña y los Siete Magníficos, eso de les sienta la mano en dos rápidos ganchos – jo, que cara quien te lo contara, Pedro – no se van a poder aguantar la risa los banqueros cuando te lean.

Luego te vas a buscar la nostalgia franquista y afirmas que el pueblo – triste desde que no somos nadie – se sintió feliz con dos goles en Wembley y con la liberación de Quini: sale el sol al fin y la gente se esponjaba por las aceras… olé ahí tus cataplines. Pedro, que bien lo explicas, ya estamos en marcha, esto se va arreglar. Nos has puesto en 1948.

Y ahora, lo más importante, Pedro. Te tengo dicho que de los militares y de Franco no digas mentiras. Mira que te lo avisé, y tú sin enmendarte.

¿Conque el Ejército estaba en un gettho social? ¿Conque Franco lo tuvo en los cuarteles como un león dormido? Estás informao, tío. Lo que sí escierto, ahí te han dado oro puro informativo, es que Suárez, con la ayuda aberrante, obnubilada, exasperante, de tu listísimo héroe, señor Gutiérrez Mellado, pretendió meterlo en una jaula. Ahí si sabes lo que dices, pájaro.

Pero luego sigues y la pringas: ‘cuarenta mil familias de militares españoles no estaban donde estaban los políticos, ni los periodistas, ni en las fiestas, ni en la nueva sociedad… no sabemos cuantos miles de esposas, cuantos miles de hijos, han almacenado durante años los celos hacia ‘lo civil’ y ‘lo político’. O sea que lo que les pasaba a los militares es que sus señoras estaban cabreadas porque no podían alternar con la del señor Martín Villa, la del señor Areilza, de la J. Ramírez y la tuya.

No tienes ni idea, Pedro. Antes ahora y siempre los militares, sus señoras y sus hijos han estado en la sociedad, en la Unviersidad, en el cine, en el fútbol, en los saraos, en la literatura, en la música… Y en el Metro, en el taller, en la acera contigo y con todo el mundo.

Si hay jaula, ‘gettho’ olimpo y apartamiento es en la clasecastamafia de los políticos encerrados por sus partidos, aislados por sus escoltas y ensoberbecidos porque vais vosotros por ahí diciendo que los ha elegido el pueblo y que son muy listos. Oye, Pedro, que tú nos has dicho que Suárez era un estadista y ahora te enteras de que en su vivienda de Moncloa no había ni un libro, oye. Cosa aparte: eso son, eso habéis hecho de ellos, con ellos y a cuenta de ellos.

Puedo presentarte militares, de teniente general para abajo, pintores, músicos, poetas, novelistas – ¡coño, yo mismo, oye, con premios y todo, antes y ahora! – ingenieros, políticos, gerentes de grandes, pequeñas y medianas empresas, abogados, subsecretarios… Y lo mismo sus mujeres, sus hijos, sus yernos, sus nueras. De ghetto nada, chato. Que sí, oye, que estaban, que han estado siempre en España. Con Franco y ahora. Y en el siglo XIX. Siempre…

A lo mejor no te lo vas a creer: en LA CODORNIZ colaborábamos dos militares de infantería, Mingote y yo, toma ya, y uno del Ejército del Aíre, Datile y alguno más, ya ves, con Franco y después, sin pegas: y no un día, treinta años.

Y, agárrate chaval, para que veas lo permeable que socialmente ha sido siempre el Ejército: la señora de ese nuevo estadista que estáis fabricando, la esposa de don Felipe González, pues eso: hija de militar.

Oye, Pedro, párteles la boca a los que te han dado los datos para LA HOJA del 30-III. Y no vuelvas a meter la pata con los militares.

Ángel Palomino

El Análisis

UNO DE LOS NUESTROS: FRANQUISTAS Y FRANQUISTAS

JF Lamata

El hecho de que LA HOJA DEL LUNES fuera el periódico de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) hace que chirríe un poco que fuera el lugar escogido por D. Pedro Rodríguez para sugerir al Gobierno que retirara toda publicidad institucional al periódico EL ALCÁZAR, muchos de cuyos miembros pertenecían a la APM, hubiera sido más prudente que el Sr. Rodríguez hubiera hecho su ‘sugerencia’ desde el Grupo Zeta o el ABC, medios con los que colaboraba.

Pero prefiero lo interesante de analizar en esta historia es que todos los personajes son franquistas. Franquista era D. Pedro Rodríguez, como franquista era D. Álvaro López Alonso, el director de LA HOJA DEL LUNES. Como, naturalmente, eran franquistas D. Ángel Palomino, D. Rafael García Serrano o D. Juan Blanco. Sin embargo distaban mucho de ser camaradas. Los dos primeros estaban en la órbita Suárez (bueno, para ese momento, sería órbita Calvo Sotelo), es decir órbita UCD, órbita Gobierno, órbita Transición democrática y órbita Constitución del 78, una órbita en la que, aunque no condeban el franquismo ni se arrepetían, prefería olvidarlo un poco. En cambio los Sres. Palomino, García Serrano y Blanco pertenecían a un sector que reivindicaba con orgullo el franquismo, denostaba el suarismo y la Constitución del 78 y se oponían a una democracia en la que hubiera separatistas y comunistas.

Por un lado se podría ver al sector 1 como los incoherentes, o al sector 2 como los coherentes. Por otro lado podríamos ver al sector 1 como los que sabían ‘adaptarse’ a los nuevos tiempos y al sector 2 como los incapaces de evolucionar, que se quedaron en la prehistoria y en el 36. Pero la quizá lo más correcto sea decir que el sector 1 fueron los ‘mayoritarios’ y el sector 2 una exigua minoría que no tardaría en perder toda relevancia real.

J. F. Lamata