22 diciembre 1991

Primera derrota del sector renovador liderado por Francisco Palero, Juan Berga y Juan José Azcona, partidario de 'disolver el PCE' tras la caída del 'Muro de Berlín' y la Unión Soviética

13º Congreso del PCE – Julio Anguita González reelegido Secretario General frente a los partidarios de la disolución del partido

Hechos

El 22.12.1991 se celebró el XIII Congreso del PCE, que reeligió a D. Julio Anguita Secretario General del partido por un 75% de apoyo de los delegados.

Lecturas

El XIII congreso del PCE se celebra tan sólo un mes después de la dimisión temporal de D. Julio Anguita al cargo de coordinador general de IU el pasado 27 de noviembre. 

El anterior congreso del PCE, el XII Congreso celebrado en 1988 fue el que eligió a D. Julio Anguita nuevo secretario general del partido.

Este congreso se celebra en un ambiente complicado para los comunistas españoles ante el abatimiento que supone la disolución de la Unión Soviética y, con ella, del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), un sector del Partido Comunista de España (PCE) liderado por D. Francisco Palero Gómez, D. Juan Berga Monge y D. Juan José Azcona Olondri (líder de Izquierda Unida en Madrid) defiende la disolución del PCE al modelo en que lo ha hecho el Partido Comunista de Italia y que se potencia la marca Izquierda Unida. Los Sres. Palero, Berga y Azcona están alineados con el movimiento ‘Nueva Izquierda’ cuyo mayor referente en Izquierda Unida es el portavoz del grupo parlamentario D. Nicolás Sartorius.

En contra de esta postura la de D. Julio Anguita González y sus afines encabezados por D. Francisco Frutos Gras y D. Antonio Romero Ruiz.

El resultado del congreso es un triunfo para el Sr. Anguita con un 72% frente al 25% logrado por los afines a ‘Nueva Izquierda’.

Con este resultado D. Julio Anguita queda reforzado de cara a la lucha por recuperar el cargo de coordinador de Izquierda Unida en la III Asamblea prevista para abril de 1992.

El siguiente congreso será el XIV Congreso del PCE, que se celebrará en diciembre de 1995.

17 Diciembre 1991

Izquierda Unida es el futuro

Francisco Palero

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Mucho me temo que la 'refundación', bajo proclamas pseudoteóricas, se configure un colectivo que administre la historia recuperando doctrinas rancias que no añejas, para iluminar a una IU concebida como menor de edad y poniendo en peligró, desde el doctrinarismo, uno de los proyectos más hermosos que inició la izquierda en España.

El pasado mes de mayo se inició en el PCE un proceso donde todo se sometía a debate. Así debía haber sido si tenemos en cuenta que desde el anterior congreso, hace nada menos que cuatro años, el orden existente desde la Segunda Guerra Mundial, saltó en mil pedazos y con él, partidos con los que históricamente nos identificamos. Mas en vez de reflexionar para apuntar soluciones, hemos dedicado meses a la polémica y minutos de debate. Centraron la discusión en combatir a los autores de una teórica propuesta que perseguía el cierre del PCE. Con ello se creó un clima de irreflexión y se anuló la necesidad de interrogarnos sobre nuestra historia, cuando la sociedad percibía, a través de una realidad televisada, que el mundo de los partidos comunistas se hundía. En media Europa los pueblos barrieron cualquier vestigio del partido que durante años se proclamó su máximo y único representante. En la otra media los procesos electorales habían dejado reducidos a su mínima expresión, salvo excepciones, a esas mismas organizaciones: En nuestro país tuvimos el acierto de crear Izquierda Unida como expresión de una izquierda transformadora que se confrontaba con la socialdemocracia y con el comunismo clásico. En el Congreso la atención no debía centrarse en la polémica PCE, sino en las propuestas para el impulso definitivo de esa izquierda. Digo propuestas, que no decisiones, puesto que Izquierda Unida se desarrollará desde su propia realidad y nadie puede anular su capacidad creativa. Si el PCE lo intenta se transformará en su mayor obstáculo. IU ha de culminar el proceso iniciado desde la política de convergencia, asumiendo la plena soberanía política y jurídica, sin tutela, directa o encubierta. De no ser así, difícilmente será punto de referencia para los hombres y mujeres que apuestan hoy en España por la izquierda transformadora. Al formular esta propuesta y concretar que, en aplicación de las leyes, sólo es posible mediante la inscripción en el oportuno registro (elemento no menor si tenemos en cuenta que IU supervive bajo la tutela de tres partidos [PCE, PASOC e Izquierda Republicana]) se ha abierto otro debate fantasmal relativo a lo negativo de los partidos clásicos para concluir con la propuesta de constituir una federación de partidos antiguos. Me parece elemental afirmar que cualquier definición corresponde a Izquierda Unida, mas es necesario intentar no discutir sobre fantasmas y reconocer que siempre propusimos una estructura democrática donde entre otras cosas, se garantice el más amplio pluralismo, una normativa antiburocrática y, en definitiva, una estructura estable y de movimiento que dé suficientes garantías para la participación de aquellos que se definen como independientes en el seno de IU. En IU trabajamos los afiliados al PCE en plano de igualdad con cualquier otro y sólo a través de Izquierda Unida nos relacionaremos con la sociedad sin crear espacios de confusión. Estos deberían ser los principales acuerdos del Congreso aclarando con solemnidad que el PCE respetará en todo momento lo que en IU se acuerde. Cuando hacemos esta propuesta no renunciamos a principio alguno, ni corremos descorazonados hacia el campo de la casa común. Buscamos caminos reales para la transformación de la sociedad, en la certeza de que no vendrán por la refundación del PCE. Hago esta afirmación porque ahí reside el fondo de la discusión. No renuncio a mi historia, unida de forma ininterrumpida al Partido Comunista de España como expresión de compromiso con la democracia y los derechos humanos, y quiero desarrollar los elementos creativos aprobados en todos los congresos, desde el IX hasta el XII, y no revivir doctrinas que desestimamos con justeza a la luz de lo ocurrido en los países del llamado socialismo real. Mucho me temo que la refundación (con uno u otro nombre) sea la conclusión de este XIII Congreso del partido y que bajo proclamas pseudoteóricas, se configure un colectivo que administre la historia recuperando doctrinas rancias que no añejas, para iluminar a una IU concebida como menor de edad y poniendo en peligró, desde el doctrinarismo, uno de los proyectos más hermosos que inició la izquierda en España.

Julio Anguita

17 Diciembre 1991

El debate deber ser limpio

Francisco Frutos

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Hasta el más lerdo, que no quiere hacer demagogia hasta con su sombra, sabe que la aportación del PCE y sus militantes a IU, sin desmerecer ninguna otra aportación, ha sido fundamental para que esta naciera y se consolidara a su nivel actual.

Hay que ver lo que han dicho algunos/as sobre las intenciones del PCE, sobre su realidad, sobre su proyección en IU y sobre su futuro. Si yo fuera un espectador de la política, un «voyeur» bien intencionado con la izquierda, les diría a algunos: cuidado, vais demasiado lejos. No se puede competir con este símbolo de la coherencia política llamado Santiago Carrillo en intentar rebajar el número de militantes del PCE (si él dice treinta mil, algunos dicen dieciocho mil); no se puede afirmar, sin mentir, que el PCE es rémora para IU, sin explicar cuándo y cómo; no se puede parlotear sin convicción, ni muchas convicciones políticas e intelectuales, sobre que no se puede estar mucho tiempo abrazado a un cadáver, del cual se utilizan las células, cadavéricas claro, para que hagan el trabajo de peonaje que luego permite a uno/a ser representante público; no se puede decir adiós a IU porque ésta va a convertirse en correa de transmisión del PSOE, (qué lenguaje tan viejo, parece extraído de los aledaños de Alfonso Guerra); no se puede estar meses y meses echando piedras sobre el propio tejado, aprovechando que el XIII Congreso se celebra en diciembre. ¿Por qué tanto gusto por el tiro al blanco, en vez de aplicarse un poco más a ser menos «notable» y más respetuoso con los de abajo, con los que siempre sustentan el proyecto? Se tira a la cúspide, entendida ésta como las personas que tienen ideas y posibilidades para expresarlas y defenderlas, y se da al blanco de los que sabiendo que posiblemente nunca van a figurar en la notabilidad, arriman el hombro como el que más para avanzar. Cuando la izquierda transformadora tenga menos «notables» fácticos y más base social organizada, con muchos militantes y dirigentes sociales, se habrá.. dado un gran paso para hacer otra política y de una -forma más democrática, y no» será posible sacralizar la función pública o política que uno realiza, en detrimento de ,los miles que realizan una función social, base fundamental ‘para un proyecto como IU. En la lucha de ideas, incluso dentro de una misma formación, nunca es bueno inventarse o interpretar lo que hace un oponente, para reforzar lo que uno piensa. Ni mucho menos hacer juicios de intenciones sobre lo que va a hacer el otro. Ello es caer en falta de rigor y de ética. La lucha de ideas entre compañeros/as de IU no debería basarse en mentiras, medias verdades o intoxicaciones sobre la intención de los otros. Por una sencilla razón: los militantes de IU, los sectores sociales que la apoyan, los medios de comunicación saben perfectamente quién es cada cual y lo que ha aportado al proyecto. Hasta el más lerdo, que no quiere hacer demagogia hasta con su sombra, sabe que la aportación del PCE y sus militantes a IU, sin desmerecer ninguna otra aportación, ha sido fundamental para que esta naciera y se consolidara a su nivel actual. Y esto es lo que hemos pretendido continuar haciendo cuando hace meses abordamos ja realización de nuestro Congreso. En ningún caso habíamos pretendido convertirnos en el centro de un debate de la izquierda, ni en el punto de referencia hacia la sociedad. Sin embargo, ninguno de los que formamos parte de la mayoría del PCE tenemos tampoco vocación de genocidas, enterradores o liquidacionistas, a pesar de estar absolutamente abiertos a lo que la historia nos vaya enseñando. A mí me causan pavor esos amigos/as que hoy lo tienen todo claro, como ayer y anteayer, y que, a menudo, pasan por la política como el converso Torquemada, cuyos hábitos eran tan parecidos a los de aquel insigne personaje de la transición, ahora convertido en portero de la «casa común», que tanta escuela dejó. ¿Qué querían y queremos los que ni nos avergonzamos de nuestra condición de comunistas ni consideramos ésta elemento de perversión para IU, ni rémora para su presente y futuro? Sencillamente debatir entre nosotros sobre las tareas que debemos realizar como partido y las propuestas que tenemos la obligación de hacer a IU, para que ésta mejore su capacidad en todos los sentidos. No hemos planteado en ningún caso una competitividad con IU. Ni nos gusta tampoco que la irreflexión, la injerencia, el afán de protagonismo o la mezquindad de algunos erosionen la imagen de IU y produzcan resultados que podamos lamentar los que hemos creído que IU es un proyecto independiente y no la muletilla de nadie. Como ayer, cuando las propuestas del PCE estiraban hacia el desarrollo de IU, mientras otros, ahora revueltos en extraña mezcolanza, retenían las bridas, así continuaremos actuando los militantes del PCE, porque IU es la realidad que hemos contribuido a crear y con la cual nos sentimos legítimamente esperanzados.

Francisco Frutos

19 Diciembre 1991

Una propuesta para la izquierda

Julio Anguita

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Tenía la ocasión de leer un titular que rezaba: «PCE, un partido de 71 años que se resiste a morir». Tengo la duda de si la frase se refería a que la esperanza de vida de un partido político debe ser asimilada a la de un ser humano en los países industrializados, y por tanto, al haber cumplido más de 70 años el PCE debe desaparecer -en ese caso, dónde estaría a estas alturas el PSOE.

Hoy comienza el XIII Congreso del PCE. Culmina así un proceso de intenso debate que ha durado cinco meses, a lo largo de los cuales el conjunto de la militancia del Partido ha estado inmersa en una profunda discusión sobre el futuro de la izquierda y el papel que en ella van a jugar los comunistas españoles. Desde la dirección del PCE se ha buscado, en todo momento, que la confrontación de ideas y propuestas tuviera lugar en un clima de máxima serenidad y tranquilidad.

DESAPARICION DEL PCE.-

Ello se ha alcanzado en gran medida, a pesar de diversos factores que han tratado de conseguir que el debate se convirtiera en polémica, que los nominalismos y las etiquetas sustituyeran a las ideas políticas y que los comunistas se enzarzaran en una «batalla» sobre su propia existencia Hay quien se ha empeñado, dentro y fuera del PCE, en que la organización política de los comunistas desapareciera, argumentando razones más o menos sistematizadas. Todavía ayer tenía la ocasión de leer un titular de un diario madrileño que rezaba como sigue: «PCE, un partido de 71 años que se resiste a morir». Tengo la duda de si la frase se refería a que la esperanza de vida de un partido político debe ser asimilada a la de un ser humano en los países industrializados -claro que en el Tercer Mundo sería mucho menor, y por tanto, al haber cumplido más de 70 años el PCE debe desaparecer -en ese caso, dónde estaría a estas alturas el PSOE- o si el ingenioso titular hacía referencia a que el Partido Comunista ha sido sentenciado en juicio sumarísimo por algún oculto tribunal o, vaya usted a saber cómo, ha contraído el virus del SIDA, encontrándose en una lucha a brazo partido con su indefectible defunción. En fin, nosotros no estamos interesados en degradar la politica, lo que puede hacerse por la vía de la corrupción -y ya saben los ciudadanos a qué balcón mirar en este caso- o por la vía de hurtar el debate político razonado. Pero tras cinco meses de mapas que hacían referencia a la correlación de fuerzas en el debate congresual, y que han terminado cayéndose estrepitosamente, después de muchas semanas de calificaciones y descalificaciones, llegamos al primer día del XIII Congreso. Tenemos un objetivo a cumplir: renovar el PCE para contribuir mejor al desarrollo de IU. Quien espere un Congreso de reafirmación de las «esencias» se equivoca de plano; quien tenga la esperanza de que abdiquemos de nuestro proyecto estratégico -la construcción del socialismo, también. El PCE es un partido vivo, que protagonizó en su día la lucha por la libertad y que ha sido capaz de generar, junto con otros -ésta es una de nuestras pequeñas grandezas, un ilusionante proyecto de renovación política que se llama Izquierda Unida. Porque aquí, lógica y afortunadamente, no todos somos iguales. Anteayer, por ejemplo, cuando fui entrevistado en TVE dentro del programa «Primera fila», tuve que decirle claramente al director de un importante periódico barcelonés: «Mire, usted y yo estamos en las antípodas políticas». Constatar un hecho así no es negativo, sino al contrario, clarificador. Estoy convencido firmemente de que, más allá de lo antidemocrático que resulta demandar -en algunos casos, casi exigir a gritos- a un partido político que se disuelva, la desaparición del PCE sería un golpe mortal para la izquierda española y para cualquier posibilidad de transformación progresista de nuestro país; en otras palabras, constituiría un triunfo histórico para la derecha política, económica y social. La hipótesis de la puesta fuera de combate del Partido Comunista debería ser contemplada con preocupación no sólo por las fuerzas de izquierda, sino también por el conjunto de los demócratas. No quiero más que recordar lo que dijo un famoso escritor alemán perseguido en los años treinta por el nazismo, Bertold Brecht: «Primero vinieron a buscar a los comunistas, pero yo no hice nada porque no lo era; luego tocó el turno a los socialistas, pero no protesté porque tampoco lo era; entercer lugar, persiguieron a los católicos, pero no moví un dedo porque yo no era creyente; y finalmente, me buscaron a mí, pero nadie pudo defenderme porque ya no quedaba nadie para hacerlo». No quiero dramatizar, entre otras cosas porque el PCE va a seguir existiendo y trabajando; pero tampoco quiero eludir la responsabilidad de lanzar una llamada de atención sobre un tema que afecta al núcleo de nuestro sistema democrático.

IU, PROYECTO DEL PCE.-

Izquierda Unida es el proyecto del PCE, que contribuimos a crear en su día y en el que ponemos todo nuestro empeño cotidianamente. Nadie, por más que lo intente, podrá oponernos al proyecto más moderno y renovado de la izquierda que conocen los países de nuestro entorno. Vamos a seguir poniendo todo nuestro esfuerzo al servicio de IU. Y vamos también a seguir defendiendo políticamente que esa IU continúe siendo una fuerza plural, rica en sus aportaciones, defensora radical de una nueva forma de hacer política. Ni podemos ni queremos enfrentarnos a nuestros compañeros en IU, los socialistas, los republicanos, los independientes -organizados y sin organizar. Pero tenemos la obligación de defender que la legalidad de la que democráticamente se ha dotado Izquierda Unida no sea conculcada; por ello, como expliqué en su día, dimití de mi responsabilidad como coordinador general de IU. No he buscado alabanzas por mi decisión, ni he querido responder a las duras críticas que también he recibido por ella. Pero puedo asegurar, en todo caso, que no he puesto en marcha ni operaciones a medio plazo ni plebiscitos sobre mi persona. Hay quien ha llegado a comparar mi dimisión con la que en su día -1979- presentó Felipe González como secretario general del PSOE. Se olvida algo muy importante: Felipe González dimitió para no asumir una decisión democráticamente adoptada por un Congreso de su Partido; yo lo he hecho exactamente para lo contrario, es decir, para que se cumplan los acuerdos democráticos de la II Asamblea Federal de IU.

EL NUEVO PCE.-

Sigo pensando que convertir IU en un partido ni es útil ni es renovador, al contrario; la riqueza de IU es tratar de buscar nuevas formas de hacer política, de construir tejido social y alternativas en una época en la que la forma partido tiene cada vez mayores limitaciones. El PCE que salga del Congreso ya no será un partido a la vieja usanza, sino que estará adaptándose para poner en marcha, de verdad, los objetivos que se marcó hace tiempo: construir un bloque de progreso capaz de transformar esta sociedad. Izquierda Unida decidirá en su próxima Asamblea Federal, que espero tenga lugar a principios de 1992, sus formas y propuestas, de manera absolutamente democrática; ahí estamos y estaremos una vez más los comunistas. De momento, el XIII Congreso va a discutir sobre lo que su propio lema indica: una propuesta para la izquierda, democracia y socialismo.

Julio Anguita

23 Diciembre 1991

Memoria en las venas

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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No puede decirse que el XIII Congreso del Partido Comunista de España (PCE), clausurado ayer en Madrid, haya resuelto los problemas fundamentales a los que se enfrenta esa formación, pero sí que ha conseguido evitar lo peor. Los problemas son los derivados del desplome del comunismo en los países en que tenía el poder. Y lo peor hubiera sido la desbandada. Ni ha habido tal ni se han producido esas histerias tradicionales que suelen acompañar al cuestionamiento de la propia identidad por parte de un grupo político. Especialmente si se trata de un colectivo con tanta memoria en las venas como el que ahora dirige Anguita.Al precio de aplazar cuestiones que otros consideraron perentorias y de disimular ciertas contradiccio1 es, el reelegido secretario general no sólo ha evitado .n la ruptura, sino conseguido reducir la disidencia a líimites compatibles con la coherencia organizativa. Alcanzado ese objetivo, Anguita tendrá que demostrar ahora que es capaz de contener el lento desmigajamiento de las fuerzas que se sitúan a la izquierda de la socialdemocracia.

Esas fuerzas recogen en la actualidad cerca del 10% de los votos, sin que sea previsible que tal cifra varíe en función de la fórmula organizativa -coalición o federación de partidos, partido de nuevo cuño- elegida para competir en las urnas. El problema es, por ello, de coherencia política, y no sólo de oportunismo electoral. Algunos dirigentes se preguntaron si tras la refutación práctica de la teoría comunista tenía sentido el mantenimiento del PCE como tal, planteando como alternativa organizativa la disolución de ese partido en la coalición de Izquierda Unida (que pasaría a convertirse ella misma en un partido). Anguita pareció inicialmente partidario de encabezar ese proceso, argumentando que lo importante eran las ideas -el proyecto- y no el instrumento organizativo desde el que se defendieran. A partir de un momento dado, sin embargo, adoptó una actitud más bien defensiva, y su dimisión reciente como coordinador de Izquierda Unida (IU) vino a confirmar que había elegido liderar la resistencia a esa dinámica.

La desconfianza de Anguita ante las presiones exteriores a favor de la disolución es comprensible. La guerra de frases entre dirigentes debió alertarle sobre el peligro de estampida. De hecho, la pérdida de militantes por parte del PCE no se había detenido pese a la recuperación electoral producida en el último periodo. También se entiende que Anguita intentase evitar una polarización entre disolución inmediata o continuidad a machamartillo, que inevitablemente conduciría a la escisión. Se entiende menos que no fuera capaz de ofrecer alguna alternativa integradora, aunque fuera a largo plazo, y que la resistencia la organizase en nombre del marxismo revolucionario. Pues, al margen de la evidencia de que las preguntas permanecen, Anguita parece no participar de la tesis de que son las respuestas -esa doctrina codificada en las recetas del marxismo- las que se han revelado erróneas. Y que la prueba máxima de ello es la incapacidad de tal doctrina para explicar su propia derrota.

Por eso, la pretensión de que, acabado el congreso se acabaron las discusiones sobre disolución o continuidad, es ilusoria. Si se afirma que el 95% de las funciones del PCE serán asumidas por IU, no se ve qué sentido pueda tener la idea de la renovación de la formación de que Anguita es secretario general. Esa contradicción no podrá dejar de suscitar preguntas y debates. Pero es cierto que la situación puede prolongarse largo tiempo. Pues, aunque se produzca un lento goteo, es dificil que el grueso de los militantes de un partido con tanta carga emocional acepte como natural la idea de la desaparición. Para que tal cosa ocurriera sería necesario un líder dispuesto a arriesgar su posición en la defensa de ideas que vayan más allá de lo que espontáneamente piensa la mayoría de sus seguidores.

El Análisis

EL NÚCLEO DEL PCE CON ANGUITA Y CONTRA ‘NUEVA IZQUIERDA’

JF Lamata

El XIV Congreso del PCE se tradujo en una aclamación de D. Julio Anguita y una derrota de los partidarios de la disolución del partido (D. Francisco Palero, D. Juan Berga, D. Juan José Azcona…) la mayoría de los cuales acabaría en la corriente ‘Nueva Izquierda’ de Dña. Cristina Almeida. Entraba dentro de lo esperable, pues ver a los delegados protagonizando un harakiri colectivo no hubiera sido lo más habitual.

Es verdad que el hundimiento de las dictaduras comunistas de la Europa del Este no favorecía la imagen del comunismo, pero D. Julio Anguita defendía que el PCE tenía sentido, no como un partido que defendiera la implantación del comunismo o el marxismo-leninismo en España, sino más bien como una forma de ser contestatario desde la izquierda, lo que en aquel momento significaba, hacer una oposición radical contra el Gobierno de D. Felipe González desde la izquierda. Los resultados electorales supondrían un apoyo a la estrategia anguitista.

J. F. Lamata