15 enero 1993

Su sucesor, el prófugo Bernardo Provenzano, es partidario de 'pacificar' las relaciones con el Estado italiano, según transmitió a través de Vito Ciancimino

Detenido en Palermo el capo supremo de la Mafia italiana, Toto Riina, poniendo fin a la guerra de la ‘cosa Nostra’ contra el Estado

Hechos

El 15.01.1993 fue detenido en Italia Salvatore Riina, considerado por la justicia italiana el ‘jefe’ de la Mafia y el responsable del asesinato del juez Giovanni Falcone.

Lecturas

El capo mafioso de Italia Toto Riina ha sido el que más popularidad ha alcanzado en el mundo por haber desatado la Guerra contra el Estado puesto que se le considera la persona que ordenó el asesinato del general Dalla Chiesa en 1982 y los asesinatos de los jueces Falcone (mayo de 1992) y Borsellino (julio de 1992), que conmocionaron a toda Italia y a parte del planeta.

SEPTIEMBRE 1997: CADENA PERPETUA POR El ASESINATO DE FALCONE

toto riina juicio En septiembre de 1997, Toto Riina, que ya había sido condenado a Cadena Perpetua en 1987, estando prófugo de la justicia, volvió a ser juzgado en septiembre de 1997 por ordenar el asesinato del juez Giovanni Falcone, por el que fue condenado a nueva sentencia de Cadena Perpetua. En ese mismo juicio fue condenado a Cadena Perpetua el sucesor de Riina, Bernardo Provenzano, que fue juzgado en ausencia porque en su caso seguía estando prófugo.

16 Enero 1993

Dios, demonio, hiena

Peru Egurbide

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«O es Dios, o es el demonio», ha dicho de Totó Riina Gaspare Mutolo, uno de los primeros arrepentidos del clan de Corleone. Tommaso Buscetta, el mafioso palermitano que salió de su escondite de Brasil después de que los corleoneses mataran a la mitad de su familia para ofrecer a la Justicia la primera narración interna de los que es Cosa Nostra, le ha calificado, en cambio, de «hiena».

En la cuenta de Riina, condenado ya en firme por asesinato a cadena perpetua en el primer maxiproceso, a la Mafia, se apuntan las muertes de Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, las de Carlos Alberto Dalla Chiesa y Piersanti Matarella, las de destacados mafiosos y las de cientos de matones anónimos caídos en la guerra que Riina desató en los años ochenta, hasta imponer el dominio del clan rural de Corleone sobre la Mafia tradicional palermitana.

No es fácil conocer las características de un hombre del que la policía ni siquiera había logrado imaginar el rostro, según comprobaron ayer los carabineros que le detuvieron. Pero sí son conocidas las maneras de Riina, en parte gracias al testimonio del hermano de Giuseppe Calderone, jefe tradicional de la Mafia de Catania, el cual fue otra de sus víctimas.

De tales testimonios, surge la imagen de un Riina que llegó a dominar Cosa Nostra a base de infringir las normas por las que se regía la Mafia. Fue el hombre del engaño, no respetó pactos de honor, practicó el secuestro de personas cuando la organización lo prohibía y basó su poder en la compra de traidores e infiltrados en otras familias. Introdujo una mentalidad de servicio secreto moderno en la Mafia y ligó a Cosa Nostra con los servicios italianos, a través de la logia masónica P-2.

18 Enero 1993

¡Qué gran día para Giovanni!

Maria Falcone

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Para mi hermano Giovanni, éste habría sido un gran día, porque es el día de la victoria del Estado, y él trabajaba sólo por el éxito del Estado. También es un gran día porque representa la coronación de sus ideas. Tenía razón. Si se quiere, la Mafia puede ser derrotada. Para Giovanni era esencial una organización especial del sistema judicial, de manera que se superaran todos los obstáculos que se interponían en las actividades del «pool» antimafia, el núcleo que, a pesar de todo, consiguió comenzar la verdadera lucha y el primer gran proceso a «Cosa Nostra». Entre los obstáculos y las carencias de entonces estaba, precisamente, el de una legislación específica que animase a los hombres de Cosa Nostra a pasarse a la parte justa, desvelando así los misterios de la Mafia. Trabajando en el «pool» antimafia, mi hermano se había dado cuenta de que la Mafia podía ser derrotada, pero que se necesitaban determinados instrumentos para conseguirlo. Su viejo «pool» no los tenía. Lo sabía bien, por eso trabajaba para ponerlos a disposición de los jueces comprometidos en primera línea, es decir, los de la trinchera palermitana, ya que estaba convencido de que el vértice de la organización criminal, sus jefes, están aquí, en Palermo. Espero que esta Palermo, muy feliz hace tiempo, pueda volver a serlo, aunque para ello haya sido necesario el holocausto de sus mejores ciudadanos. Es un día de gran satisfacción, pero en el fondo permanecen intactos la tristeza y el dolor. Cuando me enteré de la noticia, mi primera reacción fue la de llorar. Me puse a llorar porque él ya no está y no puede disfrutar con nosotros de esta victoria. Tampoco pueden disfrutar con nosotros Francesca, Paolo y los muchachos de la escolta. La esperanza de hoy se apoya también en la sensación de que aquellas masacres no fueron una demostración de fuerza. No era fuerza, sino miedo. El miedo hacia algunos hombres comprometidos en la defensa de un Estado hasta entonces inoperante. La verdadera voluntad de sintonizar las ideas del Estado con las ideas de Giovanni y Paolo emergió, por desgracia, sólo después de las dos masacres. Ahora he visto en televisión a Totó Riina. Al verlo de improviso, la primera reacción es de odio unido al deseo de verlo muerto. Pero, al mismo tiempo, mi fe religiosa me obliga al perdón. Un perdón que todavía hoy me resulta muy difícil conceder. Espero poder hacerlo. Pero esto será posible sólo cuando asesinos como Riina estén sujetos a la justicia de los hombres, sufriendo la pena impuesta.

18 Enero 1993

Jamás caerán los grandes capos

Carlos Boyero

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Aseguran en Informe semanal que el orondo e implacable Totó Riina felicitó a los estupefactos carabineros que le detuvieron. El magnánimo detalle puede ser revelador de la clase y el sentido del humor de uno de los «diez criminales más peligrosos y buscados del universo», según el despistado o falseador listado que exhibe la Interpol y que publicitan borreguilmente los medios de comunicación. En este cuadro de honor de la historia universal de la infamia en el mundo actual se les ha olvidado incluir a Bush, Nixon, Reagan, Pol Pot, Videla, Duvalier, Sadam Husein, Idi Amin, Milosevic, Massera, Pinochet, Stroessner, Hasán II, Deng Xiaoping, Shamir y otros que mi horrorizada memoria se ha impuesto la obligación de ignorar. Tampoco figuran los grandes fabricantes de armas, los banqueros más distinguidos, los dueños del mercado de valores, los especuladores legalizados, los líderes religiosos que justifican, alientan o comprenden el derramamiento de sangre, los que cumplen con su sagrado deber al torturar o quitarle la vida a otro ser humano. La megalomanía de Totó Riina o de Pablo Escobar tal vez se sienta halagada con el título de ogros supremos que les adjudican los bobos y los pringaos, pero su larga y fructífera asociación con el auténtico Poder, con el crimen con mayúsculas, con políticos y banqueros, será consciente de que los cientos de asesinatos que les atribuyen suponen un curriculum ridículo si se compara con las pragmáticas atrocidades que perpetua cotidianamente gente con inmaculada y gloriosa imagen pública. A unos les llaman estadistas y hombres de negocios y a los pobres Riina y Escobar les han encuadrado en la desdeñosa categoría de gangsters. No es justo. Me ha parecido escuchar la estruendosa carcajada de ultratumba que ha soltado Leonardo Sciascia al comprobar la euforia y el alivio de la sociedad occidental ante la detención del capo dei capi y la generalizada convicción de que «detenido el perro, se acabó la rabia». Coppola, tan fantasioso y paranoico él, plasmó un subversivo diálogo en El Padrino entre el joven Michael Corleone y su novia Kay, cuando este decide presentarle a su honorable familia. Michael le cuenta que su padre sólo da la orden de matar cuando ha agotado todas las propuestas a sus tozudos rivales, y lo justifica asegurando que su padre es un jerarca, un líder que debe velar por su imperio. Kay le responde que los políticos y los hombres de negocios no recurren al asesinato para lograr sus propósitos. Michael le pregunta con gesto compasivo: ¿cómo lo sabes Kay, tu inocencia está convencida de eso?». Cosas del cine, malevolencia de un guionista audaz.

26 Enero 1993

Mafia y política

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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ITALIA SE encuentra en un momento crucial. Se tiene la sensación de que un régimen está llegando a su fin, aunque aún no se vislumbra el que le sustituirá. No se sabe si la Mafia ha recibido el golpe de gracia con la detención de Riina, el capo de los capos, o si ha sido sólo la demostración de que ya existe otra Mafia aún desconocida. A ello se añade el declive de los grandes líderes del antiguo régimen. Los ha abandonado a su suerte hasta la Mafia.El divino Andreotti, el gran manipulador de la política democristiana en los últimos 40 años, duramente atacado por sus presuntas colusiones con la Mafia, ha sido citado ante la comisión parlamentaria contra la misma. Craxi está a la espera de que el Parlamento permita juzgarle por los más de 40 delitos de corrupción de que ha sido acusado. De Mita está perdiendo la batalla en la comisión para la reforma electoral del Parlamento y el Tribunal Constitucional ha dado luz verde a los referendos presentados por Segni para acabar con el actual sistema electoral proporcional y poder dar el salto al uninominal. Una reforma clave para la transformación de una política basada desde hace medio siglo en el poder democristiano.

Si triunfara el cambio electoral, el Gobierno de Amato, apoyado por toda la clase industrial del país, debería dejar paso a otro, ya que se formó sólo para la reforma económica. La reforma electoral -tal como había sido pactada- la debía realizar otra mayoría distinta, más amplia, dentro del Parlamento. Pero al mismo tiempo ha sido sólo con Amato, apoyado por el presidente Scalfaro, cuando la política italiana ha empezado a tener un mínimo de credibilidad y solidez, y ha empezado a dar los golpes más duros a la Mafia. Hasta el punto que el arrepentido Buscetta, el mafioso que hizo posible la detención de cientos de delincuentes y el maxiproceso del asesinado Falcone, ha demostrado que si el poder político quisiera podría acabar con la Mafia como antaño acabó con el terrorismo de las Brigadas Rojas. Porque, al parecer, la caída de Riina, el más feroz de los capos, revela que existe una rebelión interna importante. Y es en los momentos de debilidad de la Cosa Nostra cuando el poder -si existe voluntad sincera de actuar- puede intervenir con eficacia.

Éste va a ser un test importante para conocer si algo de verdad está cambiando con la llegada de Amato al Gobierno y con la caída de los dioses del viejo régimen. Si el Gobierno de Amato consigue poner de rodillas a la Mafia, querrá decir que ha empezado una nueva República. Si no lo hiciera aprovechando este momento, o no se lo dejaran hacer, sería la mejor demostración de que los poderes reales, que han sobrevivido a la sombra y bajo la impunidad de la Mafia, siguen vivos.