18 julio 2022

Pedro Sánchez ha decidido destituir a Héctor Gómez como portavoz parlamentario del PSOE y reemplazarlo por el veterano Patxi López

Dimite Adriana Lastra Fernández como vicesecretaria del PSOE por ‘motivos personales’ y la reemplaza la ministra de Hacienda, María Jesús Montero Cuadrado

Hechos

El 18 de julio de 2022 Dña. Adriana Lastra Fernández anuncia su dimisión como vicesecretaria del PSOE.

Lecturas

Dña. Adriana Lastra Fernández ha ocupado el cargo de vicesecretaria general desde el 39º Congreso del PSOE en el que D. Pedro Sánchez venció  a Dña. Susana Díaz.

La Sra. Lastra compartió inicialmente la coordinación del partido con D. José Luis Ábalos, en teoría tras la caída del Sr. Ábalos con el cambio de gobierno de julio de 2021 y el 40º Congreso del PSOE parecía haber consolidado su posición como ‘número 2’ del PSOE, pero esta posición  apenas ha durado nueve meses.

EL REGRESO DE PATXI LÓPEZ.

El Sr. Pedro Sánchez también ha decidido destituir al diputado D. Héctor Gómez como portavoz del Grupo Socialista en el Congreso (no ha llegado a cumplir un año en ese cargo) y nombrar al veterano Sr. Patxi López para esas funciones.

18 Julio 2022

Sánchez suelta el lastre de Lastra

Luis Ventoso

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El hecho de que la limitada Adriana llegase a número dos del PSOE da fe del deterioro de ese partido, probablemente irreversible
Para constatar el nivelazo de la actual política española basta con repasar la bancada del Congreso. En todos los partidos abundan los apparatchik que no saben lo que es cotizar en una empresa privada. Se trata de personas sin mayores atributos, que simplemente se afiliaron pronto a un partido y fueron trepando en su escalafón.
Aunque la competición por proclamarse lo peor del Parlamento está muy disputada, tal vez Adriana Lastra suponga el ejemplo más redondo de dirigente limitadísima elevada a un puesto que la desbordaba. Lastra ha marcado hitos de burramia dialéctica realmente épicos, como cuando en pleno confinamiento acusó en sede parlamentaria a PP y Vox de estar preparando un golpe de Estado contra el gran timonel Sánchez.
A la joven Adriana se le atragantaron sus estudios de Antropología Social. Pero a los 18 se afilió al PSOE y encontró su medio de vida. Con 28 años ya era diputada autonómica y luego saltó al Congreso. Jamás ha trabajado fuera de la política, salvo para echar una mano alguna vez en la panadería de sus hermanas.
Sin embargo, Adriana tuvo la chiripa de hacer una apuesta de apariencia descabellada que al final le salió bien. En 2016, cuando Rubalcaba y González orquestaron una operación para extirpar a Sánchez de Ferraz, ella tuvo el buen ojo de alinearse con el caído. Incluso lo animó en su sensacional operación retorno, que lo llevó de vuelta a la secretaría general en mayo de 2017. El premio fue nombrarla vicesecretaria general del PSOE y portavoz en el Congreso. Algo así como poner a Paz Padilla a dirigir el telescopio espacial James Webb. Que una política tan floja se convirtiese en número dos del PSOE da fe del deterioro de ese partido, probablemente ya irreversible.
En mayo del año pasado llegó el «ayusazo». Sánchez lo encajó muy mal y poco después se cepilló sin pestañear a Iván Redondo, Carmen Calvo y Ábalos. Además, Lastra dejó de ser la portavoz parlamentaria. Este año le ha traído dos nuevas toñas: la derrota en Castilla y León y, sobre todo, el tremendo batacazo en lo que fue durante cuarenta años el bastión socialista intocable: Andalucía. Un partido que pierde tres importantes elecciones autonómicas de manera consecutiva huele a cadáver de cara a las generales. Mi Persona anda que brama en arameo y en una de las últimas reuniones en Ferraz ha abroncado a la cúpula del partido por no vender bien «los logros» del Gobierno de coalición.
Ante esos nubarrones parecía claro que la cabeza de Adriana Lastra como vicesecretaria del PSOE iba a acabar como la de María Antonieta, porque para Sánchez sus más sumisos servidores son solo clínex de usar y tirar. Lo que ha hecho ella es disfrazar su caída en desgracia como una dimisión por motivos personales (invocando un embarazo a sus 43 años de edad, que asegura que le impide seguir el ritmo que demanda la alta política). Una vez más asoma el fariseísmo de esta tropa. Tras endilgarnos hasta en la sopa lecciones de supuesto feminismo, ahora se va dejando el mensaje –fatal para las mujeres– de que una embarazada no puede rendir a buen nivel.
Sánchez suelta el lastre de Lastra, una política chonista a la que nadie echará de menos. Pero se equivoca si cree que cambiando de coristas va a salvar su espectáculo, porque resulta que quien está pasando de moda, desafina y satura al respetable es el propio solista de la orquesta. Cuando la cesta de la compra y el combustible ahogan a las familias, las lentejuelas progresistas se convierten en quincalla.
Esperemos que Adriana muestre la sensatez de volver a la panadería familiar, porque en política demostró que tenía encima una buena empanada y cada vez que hablaba subía el pan.
(PD: y ahora cae también invocando motivos personales la fiscal general Lola Delgado, señora de Garzón. Más lastre impresentable que suelta el Rey Sol. Pero insisto, ya es tarde).

19 Julio 2022

La caída de Lastra anticipa cambios en el PSOE

EL MUNDO (Director: Joaquin Manso)

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LAS disputas internas agitan al PSOE. Y la damnificada esta vez ha sido Adriana Lastra, quien ayer dimitió como vicesecretaria general esgrimiendo, como recurrentemente se hace en estos casos, unos «motivos personales» que a nadie ocultan su caída en desgracia. La que durante años ha sido uno de los alfiles más fieles de Pedro Sánchez se había acabado convirtiendo en un estorbo. Y, sobre todo, en una pieza a sustituir en la estrategia de cambio de cromos que Sánchez inició precisamente hace un año con su fallida remodelación de Gobierno en el intento, hasta ahora ineficaz, de combatir el declinar de su estrella.

Lastra estaba fuertemente cuestionada en el seno del partido, máxime tras los malos resultados cosechados en las últimas citas electorales y con unas encuestas que auguran lo que parece un irreversible cambio de ciclo político en España. El choque continuo por toda clase de pugnas de poder con el secretario de organización, Santos Cerdán, había convertido al PSOE en una jaula de grillos. Y tampoco le ayudaba ya nada a la que fuera portavoz en el Congreso hasta que hace 10 meses Sánchez la sustituyó por Héctor Gómez su escarpado sectarismo, tan insidiosa con la oposición como genuflexa con los independentistas. El batacazo en las elecciones andaluzas cavó definitivamente la tumba política de Lastra, quien además contribuyó a acelerar su propia defenestración con una de las comparecencias postelectorales más deshonrosas en nuestra etapa democrática en la que no tuvo ni elegancia para felicitar al ganador, en este caso el popular Juanma Moreno, ni hizo la más mínima autocrítica, incapaz de entender por qué los ciudadanos dan la espalda a las políticas sanchistas.

El paso atrás de Lastra facilita a Sánchez una remodelación en la ejecutiva del partido con la que se especula desde hace semanas. Por un lado, para engrasar la coordinación entre Moncloa, Ferraz y el grupo parlamentario. Pero también para tratar de ganar peso político en un momento tan delicado y cuando toca encarar la recta final de la legislatura. En las filas socialistas cunde el desánimo, y necesitan mucho más que las dosis de entusiasmo con que recibieron la semana pasada el discurso del presidente durante el Dabate sobre el estado de la Nación. Y el temor es grande sobre todo entre los barones territoriales, conscientes de que su poder peligra ante unas elecciones autonómicas de 2023 en las que el PSOE perderá casi todas las comunidades donde gobierna ahora mismo, tal como publicábamos ayer.

Ningún recambio de caras va a contrarrestar el hecho de que Sánchez sea ahora un lastre electoral para sus siglas. Ni corregirá lo que acometió hace ya mucho: la laminación de la estructura interna del PSOE hasta convertirlo en un partido en exceso personalista, de obligado culto al líder y con una ejecutiva hecha a la medida del secretario general. De su predecesor Rubalcaba se dice que, cuando tenía que elegir, anteponía el Estado, después el partido y por último a sí mismo. Exactamente lo contrario que hace Sánchez.