24 enero 1977

Fuerza Nueva anuncia que expulsará a los miembros de su partido que hayan participado en el crimen, como es el caso de Carlos García Julia o Lerdo de Tejada

Semana Trágica: Terroristas fascistas causan matanza en Atocha al asesinar a sangre fría a un grupo de abogados vinculados al PCE

Hechos

El 24 de enero de 1977 se produjo la llamada ‘Semana Trágica’ de la Transición española.

Lecturas

El crimen de Atocha coincidía en el tiempo con el secuestro del general Emilio Villaescusa por los GRAPO.

El 24 de enero de 1977 cinco abogados laboralistas fueron asesinados a tiros por un comando de terroristas de ideología fascista. Las víctimas mortales fueron los abogados laboralistas D. Enrique Valdelvira Ibáñez, D. Luis Javier Benavides Orgaz y D. Francisco Javier Sauquillo Pérez del Arco; el estudiante de derecho D. Serafín Holgado de Antonio; y el administrativo D. Ángel Rodríguez Leal. Todos ellos estaban vinculados al ilegal Partido Comunista de España y al sindicato Comisiones Obreras.

El atentado fue ordenado por D. Francisco Albadalejo Corredera (que odiaba al dirigente de CCOO, D. Joaquín Navarro, miembro de ese despacho) y realizado por D. Jorge Fernández Cerra, D. Carlos García Juliá y D. Fernando Lerdo de Tejada Martínez. Considerándose cómplices de él también a D. Leocadio Jiménez Caravaca y a Dña. Gloria Herguedas Herrando. Todos ellos militantes de formaciones de extrema derecha. D. Carlo García Juliá había participado en actos de Fuerza Nueva junto a D. Blas Piñar López.

El Sr. Albadalejo Corredera es secretario del Sindicato Provincial del Transporte y ordenó a sus matones que dieran una lección al abogado comunista D. Joaquín Navarro Fernández que, por casualidad, no se encontraba aquel día en el despacho de abogados de la calle Atocha, como tampoco se encontraban las conocidas abogadas Dña. Cristina Almeida Castro o Dña. Manuela Carmena Castrillo, que colaboraban en el mismo despacho.

El juicio se celebró en 1980. Uno de los acusados, D. Fernando Lerdo de Tejada, logró evitarlo huyendo de España durante un permiso carcelario. La sentencia del resto se conoció el 4 de marzo de 1980.

  • José Fernández Cerrá – Condenado a 193 años de prisión.
  • Carlos García Juliá – Condenado a 193 años de prisión.
  • Francisco Albadalejo Corredera – Condenado a 73 años de prisión.
  • Leocadio Jiménez Caravaca – Condenado a 4 años de prisión.
  • Dña. Gloria Herguedas Herrando – Condenada a 1 año de prisión.

La matanza de Atocha se produjo la misma semana en que murieron abatidos dos estudiantes, D. Arturo Ruiz García y Dña. María Jesús Nájera Julián, durante manifestaciones ilegales y la misma semana en que terroristas marxistas del GRAPO asesinaban a tres policías. Además, la misma organización GRAPO mantiene secuestrados bajo la amenaza de matarlos al político D. Antonio María Oriol Urquijo y D. Emilio Villaescusa Quilis, motivo por el que esta semana de enero de 1977 es bautizada como ‘la semana trágica’.

LOS ABOGADOS COMUNISTAS ASESINADOS:

La matanza de Atocha de 1977 fue un atentado terrorista cometido por terroristas fascistas en el centro de Madrid la noche del 24 de enero de 1977, en el marco del llamado terrorismo tardofranquista. Cinco abogados laboralistas del Partido Comunista de España (PCE) y de Comisiones Obreras (CC. OO.) fueron asesinados, lo que marcó la Transición española iniciada tras la muerte del dictador Francisco Franco.

Los abogados laboralistas asesinados fueron D. Enrique Valdelvira Ibáñez, D. Luis Javier Benavides Orgaz y D. Francisco Javier Sauquillo. También mataron al estudiante de derecho D. Serafín Holgado y al administrativo D. Ángel Rodríguez Leal. Además, en el atentado fueron gravemente heridos D. Miguel Sarabia Gil, D. Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell, D. Luis Ramos Pardo y Dña. Lola González Ruiz.

EL PRINCIPAL OBJETIVO: AUSENTE

El principal objetivo de los terroristas fascistas era el sindicalista de CCOO, D. Joaquín Navarro, que ese día no se encontraba en el despacho de abogados.

ADOLFO SUÁREZ COMPARECE EN TVE ANTE LA MATANZA DE ATOCHA:

TRES DE LOS DETENIDOS POR EL CRIMEN, VINCULADOS A FUERZA NUEVA: 

En marzo de 1977 se conocerían las detenciones de los criminales vinculados con la matanza.

piñar_garcia_julia  En la imagen el asesino Carlos García Juliá al lado del presidente de Fuerza Nueva, D. Blas Piñar López. García Juliá era militante de esa formación política.

lerdo_tejada_facha  Lerdo de Tejada, militante de Fuerza Nueva, acusado de haber acompañado a los asesinos García Juliá y Fernández Cerrá y haberles esperado en la puerta mientras estos cometían la matanza.

leocadio_jimenez  El Sr. Leocadio Jiménez, también simpatizante de Fuerza Nueva y Falange Española fue detenido acusado de haber formado parte del ‘grupo de amigos’ en el que estaban los asesinos, aunque no participó en la matanza.

atocha  Las condenas son unánimes en todos los diarios: EL PAÍS, ABC, DIARIO16, ARRIBA, PUEBLO, YA, EL ALCÁZAR e INFORMACIONES publican un editorial conjunto de condena de la violencia. Aunque en sus portadas dedican más espacio a una tragedia u a otra según su orientación.. El progresista DIARIO16, que es el que más se ha dedicado a arremeter contra la extrema derecha, condena igualmente al GRAPO. Los militantes o simpatizantes de cualquier ideología no deben caer en la trampa de poner etiquetas a quienes sólo llevan la del crimen en la frente (DIARIO16, 29-1-1977) Eso no impide que DIARIO16 intente cargar la responsabilidad del terrorismo en la derecha asegurando, entre otras cosas que el marxista GRAPO el bulo no demostrado de que los GRAPO eran, en verdad, un grupo seudofascista y asegurando en una de sus portadas que la banda terrorista E.T.A. estaba financiada por la CIA.

LA SEMANA TRÁGICA SIGUE:

Tres días después de la matanza de Atocha, los GRAPO cometerán un atentado terrorista contra seis policías en Madrid, logrando asesinar a tres de ellos.

Como contestación a ‘la semana trágico’ toda la prensa nacional, de forma inédita, publicaría un editorial conjunto contra el terrorismo. 

26 Enero 1977

El orden

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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Este gobierno tiene reflejos condicionados en cuanto pone la mano sobre el tema del orden público. Ni en la naturaleza ni en las sociedades humanas el orden tiene algo que ver con lo estático, lo quieto, lo muerto o la paz de los sepulcros que es la suprema expresión de cierta forma medrosa de entender el orden.La triste realidad es que manifestaciones autorizadas no suelen degenerar en disturbios, y que en cambio éstos se producen cuando se quieren impedir por la fuerza. Nosotros creemos que la calle debe estar tranquila, pero hay maneras de irritarla y este país es mayor de edad, y no quiere ver unos gobernantes agazapados ante la amenaza. Ni mucho menos unos gobernantes temerosos del comportamiento de sus ciudadanos. Si el pueblo es tan admirable y maduro como el Gobierno proclama, no debe ser temido ni humillado.

El presidente Suárez debe subirse a la cresta de la ola, recuperar la iniciativa política, declarar el luto nacional y presidirla gran manifestación de duelo. Regar la calle de guardias y no hacer nada más es lo peor que se le podía haber ocurrido. La fuerza pública debe ser severa y lúcida en sus actuaciones en momentos como el presente. Debe ser respetada más que temida. No hay un sólo partido político importante ni una sola organización sindical de peso que estén dispuestos a llevar a este país al caos. Ya han sido hechas públicas las instrucciones que la COS ha dado para evitar «toda acción en la calle» en estas fechas. Por eso, impedir que una profesión respetable rinda homenaje a sus víctimas en la sede del Colegio de Abogados, pretender ocultar los cadáveres y escurrir el bulto es tirar la toalla cuando no hay razones para ello.

El orden en la calle se mantiene combatiendo a quienes lo destruyen, no garantizando el tráfico rodado en las ciudades; el orden se salvaguarda averiguando quién concede tantos permisos de residencia a extranjeros de dudosa solvencia moral y reclamados por sus respectivos Gobiernos, controlando el armamento que con tanta facilidad es usado en este país (¿pero es que está al alcance de cualquiera disponer de metralletas con silenciador?); en una palabra, el orden se consigue convocando a los ciudadanos, no arrinconándolos.

Pero el orden es responsabilidad también de los mismos ciudadanos. La confianza que el Gobierno debe depositar en ellos ha de ser correspondida por la ausencia de algaradas. Las organizaciones de trabajadores y los partidos políticos deben ser conscientes de ello y ayudar a que cuantas demostraciones públicas de dolor y protesta se hagan tengan lugar en el silencio y el orden que el respeto a las víctimas y el respeto a España merecen.

28 Enero 1977

A la oposición, lo suyo

YA (Director: Alejandro Fernández Pombo)

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...la Jornada del miércoles ha sido la legalización de hecho del Partido Comunista...

El Gobierno y las Fuerzas Armadas, han mantenido la serenidad. Lo hemos destacado en nuestros anteriores comentarios y en éste nos parece justo destacar que también la oposición ha mantenido la serenidad: toda la oposición, incluido, naturalmente, el Partido Comunista.

Hablamos en general: no desconocemos la presencia de muchos millares de ciudadanos que sin pertenecer a dicho partido ni siquiera a la oposición, acudieron a prestar su respetuoso, emocionado homenaje a las víctimas del bárbaro atentado al centro laboralista. Tampoco desconocemos la conducto incivil de los que, después del entierro, rompieron el compromiso pacifista de la oposición. Por otra parte, y refiriéndonos concretamente al Partido Comunista, no olvidamos que su política de moderación no es una novedad. Fue la tendencia que adoptó durante la guerra civil, no sin numerosos y sangrientas excepciones, y es claro – y los hechos le dieron la razón – que sí actuó así fue principalmente por una clarividencia política que le hacía ver que aquel era el camino más adecuado para conseguir sus fines.

Ganarse una patente de respetabilidad ha sido la obsesión del partido durante los últimos años, y en ese aspecto, su intervención decisiva para garantizar el orden en el entierro de las víctimas del último atentado ha sido un paso fundamental. Pero, en todo caso, la renuncia a replicar violentamente a la salvaje provocación ha sido un bien mayor, que debemos acoger con aplauso para el sentido de moderación que lo hecho posible hacia una incorporación de todos los partidos a la convivencia pacífica.

En este último aspecto no hay que engañarse: la Jornada del miércoles ha sido la legalización de hecho del Partido Comunista; pero esto no puede asustar a quien hemos defendido su legalización de derecho, no por razones teóricas, que no vemos, sino prácticas. Dentro de la legalidad, el partido cuenta con lograr unos triunfos que por la violencia no podría conseguir, y tiene razón; pero los que no somos comunistas contamos con que, a pesar de esos triunfos, el partido no obtenga el triunfo total, como nunca lo ha obtenido en una confrontación libre de pareceres, y creemos que en eso la razón es nuestra. Este es un juego en que cada uno va a lo suyo, pero en el que, por de pronto, gana la paz.

Volviendo al enfoque general, diremos que los sucesos pasados han puesto de relieve que, aun sufriendo los ramalazos de bárbara violencia característicos de las sociedades contemporáneas, el clima de nuestra sociedad no tiene parangón posible con el de los meses que precedieron a la guerra civil. Claro es que para ver eso hay que arrancarse unos esquemas mentales que han quedado muy alejados de la realidad, pero esto es lo primero que necesitamos hacer los españoles: saber ver lo que pasa hoy aplicando, para juzgarlo, las medidas de hoy.

Sólo son de lamenta los actos vandálicos de los grupos dispersos por Madrid después del entierro. Se ve que esas masas, aunque en número reducido, no se resignaron a seguir al ejemplo de horas antes. Hay gente siempre irrecuperable para la legalidad.

01 Febrero 1977

Confusión y terrorismo

Fernando Chueca

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¿Podemos confiar en que estos ramalazos de locura son sólo actividad criminal de unos grupúsculos minoritarios e insignificantes de vesánicos?, ¿que se trata de unos aparatos movidos por el fascismo internacional con mercenarios del terror a sueldo?

La precipitación de los últimos acontecimientos ha tenido resplandores sangrientos y ha sacudido las bases del edificio del Estado que a todos, queramos o no, nos acoge. De ese brutal seísmo hemos salvado todavía la aparente estabilidad del edificio, pero desconocemos las grietas que se han producido en su estructura hasta un punto que lo que antes parecía sólido y firme pueda ser ahora frágil y quebradizo.Es pensamiento de algunos que el seísmo no ha hecho más que empezar y que otras nuevas sacudidas, manifestación de una ígnea actividad interna que desconocemos, pueden ir sucediéndose. ¿Se trata de agoreros o por el, contrario de personas prudentes y avisadas cuyos tristes presagios no podemos desoír, so pena de caer en la frivolidad o en la inconsciencia?.

Nunca nos han gustado los agoreros que juegan con la ventaja de asegurarse tristemente el acierto cuando sus anunciados y fieros males suceden, sin que se les pida cuenta cuando, venturosamente, se equivocan. Pero en este caso, rompiendo nuestro consustancial optimismo, nos hallamos perplejos. ¿Qué puede pasar, qué va a pasar? Tenemos que prevenirnos y toda nuestra preocupación tenemos que convertirla en acción eficaz para conjurar los muy alarmantes y posibles dramas que nos acechan.

Empecemos por ejercitar el raciocinio para evitar que los hechos nos tomen desprevenidos. ,¿Podemos confiar en que estos ramalazos de locura son sólo actividad criminal de unos grupúsculos minoritarios e insignificantes de vesánicos?, ¿que se trata de unos aparatos movidos por el fascismo internacional con mercenarios del terror a sueldo? Esto es lo que aflora a la superficie como lava fumígera de volcán que descubre una realidad interna tenebrosa.

Pero estas dramáticas erupciones están movidas por algo. No se entendería que estas bandas actuaran cómo mera demostración de violencia gratuita, como iracunda respuesta de unas fuerzas que se ven acorraladas sin remedio y repudiadas por la sociedad y la coyuntura histórica y que sus zarpazos fueran el coletazo final de una fiera agonizante.

Se ha dicho muchas veces que lo más peligroso son los coletazos finales de unos regímenes que mueren matando. Ese coletazo final podía haberse producido en el espasmo de una situación desesperada y no se produjo cuando más se temía. Esto nos ha llevado posiblemente a abrigar una ilusión excesiva y no justificada sobre la debilidad de lo que antes nos parecía fuerte y llegamos a creerlo inofensivo. ¿Pero es este el diagnóstico real? ¿En lugar de ese coletazo agónico no existe una fría y calculada vela de armas que está preparando cautelosamente sus escalonadas, respuestas para ir sembrando de obstáculos el camino de la democracia? Siempre que existe un plan determinado es que existe un propósito también determinado y una fuerza todavía vigente capaz de amparar ese plan y presidir su desarrollo.

Esto es a mi juicio lo que debemos detectar en primer lugar, si es que queremos responder a esta ofensiva con una estrategia capaz de llevamos a la victoria. El mariscal Foch solía decir a sus ayudantes antes de preparar una operación: ¿Ou en sommes nous?, ¿Dónde estamos, qué terreno pisamos? Si nos falta una minuciosa y sagaz toma de datos podemos vemos condenados a dar palos de ciego a diestro y siniestro.

Hay que saber dónde están estas fuerzas que amparan, fomentan y financian tan criminal maniobra y no partir de una visión maniquea de buenos y malos, pues todos los extremismos del tipo que sean son los enemigos del orden democrático y son los que hay que erradicar si queremos salir adelante. Estamos asistiendo al montaje de una plataforma de acción organizada por el fascismo internacional, pero pecaríamos de ingenuos si creyéramos que esto resuelve por sí solo el problema. No podemos olvidar que el sectarismo de algunos grupos de la más extrema izquierda están igualmente alimentando la subversión al provocar una insensata acción callejera y una constante progresión de reivindicaciones de todo tipo que, si bien pueden tener una base de justicia social, al ser esgrimidas con un criterio demoledor ajeno a toda posibilidad real y con animo de provocar una tensión constante, ciega e irresponsable se convierten en acto incivil y delictiva. Los partidos y las organizaciones sindicales que realmente representan a las clases obreras y que han luchado y luchan por la defensa de sus intereses, sea cualquiera su filosofía o sus planteamientos socioeconómicos, deben ser los primeros en atajar este estado de cosas que puede llevarnos a una total bancarrota y a la voladura de las bases del Estado, sin que en este triste balance resulte beneficiado nadie. Sería como la explosión de un gigantesco artefacto nuclear que acabaría con todos nosotros.

El segundo o simultáneo paso, conocido el mal, sería la agrupación de todas las fuerzas que representan el orden democrático para repudiar sin contemplaciones la acción terrorista, pero no contentándose sólo con hacer manifestaciones de indignación en los periódicos y en las declaraciones públicas, sino buscando algo más. Para negarse a toda convivencia con quienes amparan la subversión por la subversión misma, negándoles toda participación en la vida ciudadana; denunciando sin timideces ni falsos pudores toda su actuación y poniéndoles resueltamente fuera de la ley. No sólo la ley escrita del Estado, sino esa otra legalidad que otorga o niega una sociedad que no quiere perecer siendo asesinada por la espalda

También hay que llegar a formar los bloques políticos, cuanto más amplios y fuertemente cohesionados mejor, que puedan ser el valladar que sirva de escudo al propio Estado en crisis. En estos bloques caben todas las opciones políticas desde el conservadurismo democrático hasta el socialismo y marxismo de izquierdas, lo que permitirá que nadie se sienta atropellado ni que se puedan aducir ningún tipo de frustraciones. En un orden democrático cabe todo menos el desorden y la violencia, esta última es típica de los regímenes de fuerza que es muy distinto de los regímenes fuertes,cuando su fortaleza reside en la aceptación por todos de la voluntad soberana del pueblo.

Es así,¿con estas convulsiones sangrientas; con estas confusiones que permiten las más atrevidas conjeturas sin base sólida y real; con esta ola de terror desencadenada desde todos los vientos del cuadrante político; con un insensato fraccionamiento de los partidos que, ante unas realidades dramáticas, se siguen mirando narcisistamente el ombligo, es así como podemos llegar a que se manifieste la voluntad popular?

El país reclama un frente único ante la subversión, responsabilidad en los diversos grupos políticos, que cada vez deben estar mejor aglutinados; claridad en medio de la confusión; lealtad en las fuerzas del orden y, en fin, total control de los órganos de gobierno por las supremas autoridades que lo encarnan.

No queremos dejarnos llevar por un pesimismo totalmente derrotista, pero tampoco queremos caer en la inconsciencia suicida, que puede conducirnos a la ruina, cuando esperábamos conquistar para siempre un puesto digno entre las naciones democráticas.

Fernando Chueca, accionista de EL PAÍS

El Análisis

El silencio de Atocha: Símbolo de dignidad democrática

JF Lamata

La noche del 24 de enero de 1977 España se asomó al abismo. El asesinato a sangre fría de cinco laboralistas vinculados al Partido Comunista y a Comisiones Obreras —Enrique Valdelvira, Luis Javier Benavides, Francisco Javier Sauquillo, Serafín Holgado y Ángel Rodríguez Leal— no fue un crimen más: fue un intento deliberado de descarrilar la Transición. Los pistoleros de extrema derecha, instigados en un clima de odio y alentados por la impunidad, buscaron no sólo matar personas, sino sembrar el caos, provocar una reacción en cadena que incendiara las calles y reforzara a quienes suspiran por una involución autoritaria. A la par, el GRAPO mantenía secuestrado al general Villaescusa, demostrando la capacidad de la extrema izquierda violenta para golpear al Estado. En medio de esas tensiones, el país podía haberse precipitado a una espiral de enfrentamientos civiles.

Y sin embargo, ocurrió lo contrario. El Gobierno de Adolfo Suárez, consciente de que la reacción marcaría el rumbo de la democracia naciente, autorizó un funeral público. Se esperaba una explosión de rabia, con gritos, pancartas y acusaciones contra el Ejército o contra la derecha. Pero Santiago Carrillo, líder de un PCE aún ilegal, dio la orden de acatar escrupulosamente el pacto: silencio absoluto. Y así fue. Decenas de miles de madrileños acompañaron a las víctimas en un sobrecogedor cortejo en el que no se escuchó una sola consigna. El silencio fue la respuesta más elocuente: frente a las balas, dignidad; frente a la provocación, responsabilidad.

Aquel día, más que con discursos o pactos secretos, se ganó la democracia española. La disciplina del PCE en el entierro de Atocha convenció al Gobierno y a la Corona de que la legalización del partido no podía aplazarse más. Pero sobre todo dejó un mensaje indeleble: frente a quienes querían arrastrar a España de nuevo al enfrentamiento fratricida, la sociedad escogía el camino de la concordia. La matanza de Atocha será recordada como un crimen atroz, pero también como el momento en que el silencio de un pueblo evitó que la historia retrocediera cuarenta años.

J. F. Lamata