1 octubre 1963

La publicación tendrá una línea editorial democristiana y tendrá a Pedro Altares y Juan Luis Cebrián entre sus con-fundadores

El ex ministro franquista Joaquín Ruiz Giménez funda la revista CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO para defender la democratización

Hechos

En octubre de 1963 salió a la venta el primer número de CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO.

Lecturas

NACE CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO.

La revista mensual Cuadernos para el Diálogo es fundada por el ex ministro franquista D. Joaquín Ruiz-Giménez Cortés como órgano intelectual de oposición a que continúe la dictadura desde el ideario demócrata-cristiano e inicia su publicación en octubre de 1963. Los otros fundadores de la revista son D. Valentín Clemente como administrador y los periodistas D. Pedro Altares Talavera y D. Juan Luis Cebrián Echarri, que simultanea su presencia en este medio con la de redactor en el diario público Pueblo.

01 Octubre 1963

RAZÓN DE SER

CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO (Director: Joaquín Ruiz Giménez)

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Nacen estos sencillos CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO con el honrado propósito de facilitar la comunicación de ideas y de sentimientos entre hombres de distingas generaciones, creencias y actitudes vitales, en torno a las concretas realidades y a los incitantes problemas religiosos, culturales, económicos, sociales, políticos… de nuestra cambiante coyuntura histórica.

Se niegan a ser coto patrimonial de un grupo y, más aún, trinchera de un club ideológico o de una bandería de presión. Fundados con esperanza por universitarios, por hombres de profesiones liberales y por obreros, por gentes ya maduras y por otras más jóvenes, en alentadora coincidencia de inquietudes y de ilusiones, están abiertos a todos los hombres de buena voluntad, hállense donde se hallen y vengan de donde vinieren, más atentos al fin de la marcha colectiva que al punto de procedencia.

Sólo tres cualidades se exigen para lograr presencia activa en estas páginas: un mutuo respeto personal, una alerta sensibilidad para todos los valores que dan sentido y nobleza a la vida humana, y un común afán de construir un mundo más libre, más solidario y más justo.

Intento, ciertamente, tan elemental como difícil. Quienes inician esta aventura del espíritu tienen clara conciencia de los obstáculos de diversa índole – públicos y privados, institucionales y afectivos – que es preciso superar y de las condiciones básicamente e insoslayables que se requieren para que exista un diálogo serio y auténtico, sobre todo en el plano estrictamente político.

Pero la previsión de la dificultad y hasta del riesgo no puede ser freno, sino aguijón y estímulo, para quienes aceptan, serena y esforzadamente esta sugestiva empresa de transformar el silencio resentido, el monólogo narcisista o la polémica hiriente en alta y limpia comprensión de los hechos concretos y de las razones ajenas, y en fecunda invención o ensayo de nuevas fórmula de convivencia.

Quien, al calor de su fe religiosa, crea en la desbordante providencia de Dios, en el común origen y en el trascendente destino de todos los hombres, en la fuerza redentora y unitiva de la caridad, en la ecuménica anchura de la Iglesia de Cristo; quien, simplemente a la luz de su razón natural, admita la armoniosa y ordenada estructura del Universo, la unidad del género humano, la esencial dimensión espiritual de la persona, la superior vocación de sociabilidad de todas las gentes – por encima de los instintos de prepotencia y de hostilidad – y la radical capacidad del hombre para la verdad, la justicia, la libertad y la paz, más allá de la mentira, de la opresión y de la guerra, es un supremo impulso de esperanza y de amor, no podrá renunciar a esta decisiva experiencia de valorar en diálogo inteligente y generoso con otros hombres, las circunstancias y las realizaciones de esta nueva era del mundo en que le ha tocado vivir y tratar de influir de algún modo en ella con la palabra, el corazón y la mano, esas tres armas esenciales del hombre, que ningún poder terreno puede definitivamente anular o vencer.

Con lo dicho queda claro que estos CUADERNOS son cualquier cosa menos utópicos y ucrónicos, sin hora y sin patria. Arraigan en un tiempo concreto – el nuestro, luminoso y sombrío, con atrayentes perspectivas de futuro – y en un lugar preciso de la tierra: España, pedazo vivo de Europa y de la gran familia de los pueblos hispánicos.

Por eso sus páginas quedan abiertas a cualquier español, hispanoamericano o simplemente hombre de recta intención y de no importa qué color o lengua, que tenga algo significativo que contar, enjuiciar o proponer – concisa y llanamente – sobre la vida colectiva, aquí y ahora, es un clima de libertad responsable, de sincero aprecio a la dignidad humana y a sus derechos y deberes irrenunciables y de leal servicio al bienestar común.

Precisamente porque estos CUADERNOS quieren ser obra comunitaria, más allá de cualquier excluyente mecenazgo, más allá de cualquier excluyente mecenazgo, apelan a la confianza de los lectores en el impalpable rendimiento de las obras del espíritu y a la inestimable atención crítica – benévola o discrepante – de cuantos en esta amada y dura tierra nuestra, o allende las fronteras y los mares, crean todavía o empiecen ya a creer en la posibilidad de edificar entre todos – no por imposición violenta, sino por libre y fraterno diálogo – una morada colectiva, integralmente humana.

Joaquín Ruiz Giménez (Director)

Pedro Altares (Secretario de Redacción)

Juan Luis Cebrián (Confeccionador)

Valentín Clemente (Administrador)

06 Diciembre 1988

"Surgió la idea de CUADERNOS después de los sucesos de febrero de 1956 y mi cese como ministro de Educación Nacional"

Joaquín Ruiz Giménez Cortés

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Félix Santos – Hay que empezar por evocar el año 63, en cuyo mes de octubre aparece el primer número de CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO. O incluso habría que evocar que la idea de CUADERNOS le surgió a usted en Salamanca, varios años antes, cuatro o cinco años antes, según yo recuerdo haberle escuchado en alguna ocasión.

Joaquín Ruiz-Giménez – Exacto sí. A mí realmente me surgió la idea cuando después de los sucesos de febrero de 1956 – los sucesos estudiantiles y mi cese como ministro de Educación Nacional, que así se llamaba entonces me reintegré en mi cátedra de Salamanca.

Félix Santos – Usted se decantó como más próximo a posiciones más a la izquierda, posiciones más socialdemócratas que demócratas-cristianas en episodios concretos de la marcha de la Revista. Incluso en el momento en que se separaron Óscar Alzaga y Díaz-Ambrona, parecía como que estaba usted más próximo a la sensibilidad social y política de los sectores socialistas del Consejo de Redacción.

Joaquín Ruiz Giménez – Diré lo siguiente: Que yo me hubiera inclinado entonces abiertamente hacia una fórmula social-demócrata. Lo que ocurría es que entre los sectores amigos más jóvenes lo social-demócrata en aquel momento era nefando.

Félix Santos –Era nefando, efectivamente, para la gente de la izquierda, y lo ha sido hasta hace algunos años.

Joaquín Ruiz Giménez – Esto era la verdad, vamos a poner las cosas en su punto. Yo no tenía más elección que o democracia cristiana o socialismo marxista, en aquel instante el PSOE…

Félix Santos – Muy radicalizado ideológicamente…

Joaquín Ruiz Giménez – Modernizado todo lo que quiera, pero realmente un socialismo marxista y yo todavía no estaba espiritualmente en la línea de aceptar una concepción marxista de la Historia. Entonces, claro, busqué el lado de la izquierda de la democracia-cristiana, verdad, porque la social-democracia no era en aquel instante, no era ni chicha, ni limoná. Era nefando. Yo me acuerdo todavía de gentes del PSOE, que hablar de social democracia, para ellos era un insulto. No se puede juzgar del momento aquel espiritual-psicológico con lo que hoy está pasando.

Félix Santos – Efectivamente.

Joaquín Ruiz Giménez – Así era. Es verdad que en las discusiones en CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO yo estaba, me sentía pues mucho más cerca de ciertas posiciones – por darles nombres – de Julián Ariza o de Marcelino Camacho que de otras del sector liberal o del sector social-demócrata que había también allí. Bien. Luego otra cuestión importante: en los momentos claves adoptamos una posición que nada tenía que ver con la democracia-cristiana como cuando el golpe de Estado de Pinochet el año 73.

Félix Santos – Editamos un número extraordinario del que tuvimos que hacer tres ediciones.

Joaquín Ruiz Giménez – Aquello fue decisivo, aquel número extraordinario con aquella efigie aquella imagen en grises.

Félix Santos – En negro y grises en portada.

Joaquín Ruiz Giménez – Aquello fue tremendo, porque produjo la ruptura de un sector de colaboradores de CUADERNOS, supuso la salida de unos cuantos del sector demócrata cristiano.

Félix Santos – Y usted respaldó a los que estábamos haciendo la revista.

Joaquín Ruiz Giménez – Les respaldé totalmente. Incluso publicamos una cosa muy dura contra la democracia cristiana chilena. Hasta tal punto que durante un tiempo los demócratas-cristianos chilenos estuvieron reentidísimos y dolidísimos de la actitud mía y de CUADERNOS. Y cuando yo fui a defender el año 74 a Luis Corbalán secretario del Partido Comunista de Chile, pues me encontré con que el ambiente dentro de los demócratas cristianos seguía así. Lo que ocurre es que yo lo resolví yéndome a ver a Eduardo Frei. En la casa de Edaurdo Frei, nos dimos un gran abrazo y aclaramos muchas cosas. No es que nosotros estuviéramos globalmente contra la democracia-cristiana chilena, sino contra algunos de los de la democracia cristiana chilena que no habían facilitado el diálogo con Salvador Allende y sus gentes. Bien, pero quiero decir con esto, que la situación dentro de CUADERNOS era una situación todavía muy plural pero de gran respeto a las corrientes no demócratas-cristianas. Había demócratas cristianos en ellas, yo políticamente, ya estaba, puesto que había aceptado la presidencia de Izquierda Democrática. Estaba en eso. Pero era una Izquierda Democratica de espíritu cristiano, pero en gran diálogo con los demás. Y prueba de ello es que el año 74 en que se constituye la Junta Democrática en París por la iniciativa principalmente de Rafael Calvo y de García Trevijano y de Santiago Carrillo, y como pendant se aparece en Madrid la Plataforma de Convergencia Democrática por impulso de Felipe González, yo estuve en ese momento fundacional, como estuve luego en este mismo despacho en que se reunieron una y otra.