25 noviembre 1971

El Gobierno franquista asegura que el cierre no tiene nada que ver con la línea editorial de MADRID, sino con las irregularidades accionariales por traspaso de acciones sin seguir los requisitos legales para ello

El Gobierno ordena el cierre del diario MADRID tras hacerse pública la guerra accionarial entre sus editores y el Banco Popular

Hechos

  • El 24 de noviembre de 1971 el ministerio de Información, encabezado por el Sr. Sánchez Bella, anunció la cancelación del Diario MADRID en el registró de cabeceras periodísticas por irregularidades en su accionariado, quedando suspendido el periódico.

Lecturas

El Gobierno, con Alfredo Sánchez Bella como ministro de Información y Turismo, ordena el cierre del Diario Madrid dirigido por Antonio Fontán Pérez.

La guerra por el poder entre los accionistas del Diario MADRID divididos en tres bloques, por un lado el representado por D. Rafael Calvo Serer, por otro el Banco Popular y por otro D. Luis Valero Bermejo que en teoría era mayoritario, pero la alianza entre el Sr. Calvo Serer y el Banco Popular mantuvo el poder en manos del Sr. Calvo entre 1966 y 1970. La ruptura de esa alianza rompió el equilibrio que acabó con la existencia del periódico.

titular_luchaMadrid2Sin embargo, aunque esos artículos pudieran irritar de sobremanera al Gobierno del General Franco, en honor a la verdad no tenían instrumentos legales para aplastar al diario MADRID mientras no aludieran al jefe del Estado, que era lo que les permitiría volver a aplicar el artículo 2 de la ‘Ley Fraga’ y sancionarlos como hicieron con el ‘Retirarse a Tiempo. No al General de Gaulle‘. Pero en ese contexto el diario MADRID le sirvió en bandeja su argumento de cierre al publicar en octubre de 1971 un artículo firmado por D. Rafael Calvo Serer y su asesor D. Antonio García-Trevijano en el que reconocían que accionistas del diario se habían saltado el reglamento en medio de la guerra accionarial mantenida por el control del periódico. Es decir, en una situación similar a la que había causado la suspensión temporal del diario EL ALCÁZAR en 1968. El Gobierno franquista no desaprovecharía la ocasión.

La historia del MADRID acabó de manera fulminante el 25 de noviembre de 1971 cuando el ministro Sr. Sánchez Bella anunció que MADRID era cancelado del registro de publicaciones. El Gobierno aseguró entonces que aquello no tenía nada que ver con ningún artículo sino con las irregularidades accionariales, que el propio diario MADRID había reconocido en sus páginas. Todos los periódicos se hacen eco de la suspensión del vespertino. El ABC lo colocó en su portada y le dedicó un emotivo editorial. Pero es a PUEBLO a quién todos miran reojo. En los pasillos de MADRID se culpa al director de aquel diario, don Emilio Romero, de estar detrás del cierre. El director de MADRID, el Sr. Fontán, consultado por un miembro de LA HEMEROTECA DEL BUITRE cuestionó esa intervención cuando se le preguntó al respecto: “Emilio Romero se creía el centro del mundo, aunque siempre estuvo en contra del MADRID, su única intención era quedar bien con el Régimen”.

1969.sanchezbella Sánchez Bella, ministro de Información en 1971

El redactor jefe de MADRID, don Miguel Ángel Aguilar, consultando por LA HEMEROTECA DEL BUITRE lo esquematizó: “Emilio Romero fue extraordinariamente beligerante con el diario MADRID, él era el periodista discrepante pero autorizado, con fuentes autorizadas de Solis. Cuando MADRID tiene problemas con el Gobierno, este señor, valerosamente, azuza al Gobierno para que nos cierre. A nosotros nos parecía que era un ventajista y un golfo descarado”.

¿REAPARICIÓN DEL DIARIO MADRID?

Ante la suspensión era el momento de iniciar negociaciones para una posible reaparición. Se producen entonces las negociaciones entre el Ministerio, la Organización Sindical, que aspiraba a que el diario MADRID quedara bajo el control del periódico PUEBLO de D. Emilio Romero y los propietarios legales del diario MADRID cuyo  apoderado era D. Antonio García-Trevijano (viejo conocido de PUEBLO tras sus acusaciones sobre su papel en Guinea), las negociaciones aún iba a dar para unas cuantas polémicas, que pondrían fin al periódico con voladura de sede incluida.

D. Emilio Romero (director de PUEBLO en 1971) habla sobre el cierre del diario MADRID:

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11 Octubre 1971

Lucha por el poder en el diario MADRID

Antonio García-Trevijano / Rafael Calvo Serer

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La empresa MADRID tuvo que soportar, en favor de FACES, y por tanto del Banco Popular, nada menos que el pago de su propio precio de adquisición. Esta circunstancia, unida la fuerte competencia que el periódico EL ALCÁZAR, bien equipado técnicamente, hacia al MADRID, determinó la primera grave crisis del periódico

El periódico que esencialmente tiene que difundir noticias, algunas veces es también noticia. Sobre todo cuando está en juego su personalidad como fuente objetiva e independiente de información. Ahí están los casos de Le monde, Der Spiegel, The Times y en España el nacimiento y desaparición de EL SOL.

MADRID, que desde septiembre de 1966 se ha propuesto sotuar en línea de los periódicos mundiales de información objetiva e independiente, es ahora también fuente de noticia porque dentro de la Sociedad propietaria tres grupos distintos se disputan el poder para que se consiga, se anule o se someta la independencia del periódico. Naturalmente, somos conscientes de la significación relativa que la dependencia de un periódico tiene en cualquier país, incluso en aquellos uqe gozan de una tradición libertad de expresión.

Teóricamente, sólo una empresa periodística autofinancia por sus lectores – para sostener la presión económica de los grupos financieros, equilibrar los espacios publicitarios y seleccionar la publicidad – autogestionada por la representación de todos los elementos integrantes de la empresa – para evitar la degradación profesional de escribir a sueldo ideas impuestas o no compartidas – y autodirigida por la propia estructura empresarial – para impedir la subordinación a otras instancias exteriores, tales como Gobierno, partidos políticos, Sindicatos, grupos religiosos, etc. – puede concebirás como una verdadaera institución informativa independiente, capaz de promover en la opinión, lo que puede llamarás con cierto fundamento una ideología de la objetividad.

Fácilmente se comprende, por ello ,que cuando aquí hablamos de la independencia del diario MADRID traducimos más una voluntad demancipación, en ese largo y difícil camino teóricamente descrito, que una realidad a defender, por grandes que hayan sido los pasos y los resultados conseguido hasta ahora en esa tendencia por el grupo independentista, que desde septiembre de 1966 aparece animado por el actual presidente del Consejo del MADRID, Rafael Calvo Serer.

Los intentos de anulación o sometimiento – entendido estos términos en su acepción política de esta orientación hacia la independencia del periódico han venido unas veces de modo directo y aparatoso, desde fuera – recuérdese, aparte de las numerosas sanciones administrativas, la suspensión del diario MADRID durante cuatro meses, bajo los auspicios del anterior ministro de Información [Manuel Fraga] – otras veces de modo indirecto pero inequívoco, desde dentro, por la presión y las acciones del grupo reaccionario encabezado por el ex subsecretario de Hacienda señor Valero Bermejo y constantemente, de manera solapada o declarada, según las circunstancias del momento, por las maniobras del grupo oportunista – versión actualizada del posibilismo político – tenazmente dirigido por el Vicepresidente del Consejo de Administración del Banco Popular, señor don Luis Valls Taberner.

Dado el tacto con el que el actual ministro de Información [Sánchez Bella] lleva las relaciones las relaciones de la Dirección General de Prensa con MADRID han sido los enfrentamientos internos los que han precipitado la lucha abierta por el control de la propiedad del periódico, que acabe por imponer una de las tres tendencias antes mencionadas.

En los medios de la profesión y en los medios políticos se ha hablado, de vez en cuando, de unos pleitos internos respecto de la propiedad de este periódico. Recientemente, con ocasión de un arbitraje sobre la propiedad de la mayoría de las acciones de la Sociedad titular del periódico, el tema ha cobrado un particular interés. Una amplia información y debate sobre este asunto, que reconocemos no es habitual poner al descubierto, atraerá a no dudar la atención del primer y más profundamente afectado por el desenlace final: el lector.

Por ello, MADRID quiere informar fiel y objetivamente a sus lectores – que junio a los redactores, obreros, empleados, colaboradores y propietarios, constituyen la totalidad de la empresa periodística –de las vicisitudes, de la historia y de las posibilidades reales de independencia del periódico. Y, en consecuencia, que páginas estarán abiertas, en tribuna libre, a todos los que deseen aportar algún dato de interés para que esta información sea lo más fidedigna posible. Especialmente a aquellas personas que, por su directa intervención en los hechos o por tener que ser mencionados en el relato, puedan con su testimonio contrastar lo que vamos a exponer bajo nuestra conjunta responsabilidad, en una serie de artículos de la que el primero que hoy aparece, es sólo una mera a presentación del escenario, de las tendencias y de los personajes.

MADRID, Diario de la Noche S. A., empresa periodística pertenece a Fomento de Actividades Culturales Económicas y Sociales S. A. (FACES) que la adquirió en enero de 1962 a su fundador, don Juan Pujol. A su vez, la sociedad FACES fue creada a finales de 1961 a impulsos de varios, y aparentemente opuestos sectores políticos del Régimen y de algunos intelectuales y hombres de empresa interesados en la vida pública sobre una plataforma de legalidad. En ningún momento se trató de una iniciativa de un solo hombre. La intención común fue la de crear un ámbito de convivencia, entre estos sectores del Régimen políticamente opuestos,  y de promoción político-cultural, sin ánimo de lucro. El primer instrumento para este objetivo de la Sociedad fue la adquisición de un medio diario de expresión: el periódico MADRID.

Con el nacimiento de FACES dada su composición, no podía tener evidentemente como finalidad una acción política directa y como la adquisición del diario MADRID se hizo gracias a un importante crédito que el Banco Popular concedió a la Sociedad FACES, cuyo capital social sólo era de un millón de pesetas, paraeció entonces normal que los fundadores y promotores dejasen el poder ejecutivo y el control total de la Sociedad y, por tanto, del diario MADRID en las manos del vicepresidente del Banco Popular, D. Luis Valls-Taberner.

Hijo del historiador catalán don Fernando Valls-Taberner, Luis Valls había venido a Madrid en 1950 para desempeñar una modesta función en la sección de publicaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, promovido por Rafael Calvo Serer, consejero de dicho organismo y catedrático de la universidad de Madrid desde 1946. Pero en 1953 D. Luis Valls-Taberner, de modo espectacular y sorprendente para los medios bancarios, pasa a ser la figura más relevante en el Banco Popular español, del que sigue siendo vicepresidente del Consejo de Administración y al que sucesivamente se han ido incorporando sus tres hermanos: Félix, Pedro y Javier.

Es de notoriedad pública que siguiendo la trayectoria iniciada con el señor Navarro Rubio, que de consejero delegado del Banco Popular pasó a ser subsecretario de Obras Públicas a partir del cambio de Gobierno de 1957, se operaun verdadero y constante trasvse de personas desde el grupo financiero del Banco Popular a los más altos cargos de la Administración Pública. El último en el tiempo, el de don Gonzalo Fernández de la Mora, que siendo consejero del Banco Popular es nombrado subsecretario de Asuntos Exteriores.

Fue tan patente este hecho de que el grupo financiero del Banco Popular, personalmente dirigido por don Luis Valls-Taberner, era una plataforma propicia para la ascensión a altos cargos políticos, que cuando se constituyó FACES, bajo la presidencia de aquel – que había cesado no obstante como administrador general del Opus Dei – con hombres procedentes de sectores políticamente opuestos dentro del régimen, prevaleció más el sentido de la oportunidad de todos que las ideologías reaccionarias o tecnocráticas que aparentemente los separaban.

Así se explica tanto el poder omnímodo y exclusivo que en el terreno empresarial y económico ejerce directamente el señor Valls sobre el periódico MADRID a través de FACES, como que la responsabilidad editorial o política sea sucesivamente entregada a los señores Jiménez-Millás y Urgoiti, y que al Consejo de Administración del periódico MADRID se integren hombres como el marqués de Valdeiglesias y don Florentino Pérez-Embid. Incluso el señor Valero Bermejo fue propuesto por don Luis Valls a su amigo el ministro de Hacienda, señor Espinosa, para ocupar la Subsecretaría de este departamento.

El resultado fue, desde el punto de vista política, una posición del diario MADRID más a la derecha que la convencional dentro del Régimen. Ejemplo expresivo: la defensa que hizo de Goldwater, como quizá ningún otro periódico del mundo en las elecciones americanas de 1964. Lo que poco a poco se tradujo en una progresiva esterilización de las ideas y de los horizontes que podrían haber animado al periódico al promulgarse la nueva ley de Prensa de 1966.

Desde el punto de vista económico, la gestión empresarial condujo a una verdadera descapitalización de la empresa MADRID, que tuvo que soportar, en favor de FACES, y por tanto del Banco Popular, nada menos que el pago de su propio precio de adquisición. Esta circunstancia, unida la fuerte competencia que el periódico EL ALCÁZAR, bien equipado técnicamente, hacia al MADRID, determinó la primera grave crisis del periódico en la primavera de 1966. El hombre fuerte del Banco Popular se encontró ante la alternativa de tener que invertir más de 200 millones de pesetas en un completa renovación del equipo industrial de la empresa descapitalizada o vender el periódico. Su primera opción fue esta última. Pero con ello provocó, en el seno de FACES una reactivación y enfrentamiento de los contrapuestos sectores políticos, que vieron e la nueva ley de Prensa una oportunidad de utilizar MADRID como instrumento de propaganda de sus respectivas tendencias.

Los escenarios donde van a librarse las sucesivas batallas por el control del diario serán la subsecretaría de Hacienda, durante el mandato del señor Valero Bermejo; los Tribunajes de Justicia y el Banco Popular.

Es entonces cuando el MADRID comienza a ser noticia.

–          Rafael Calvo Serer

–          Antonio García-Trevijano

25 Noviembre 1971

ADIÓS

Antonio Fontán

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Al servicio de estos lectores y del derecho que la misma ley les reconoce de saber quién edita su periódico y cuáles son las personas que lo rigen y la finalidad que persiguen se inició en nuestras páginas, en el pasado mes de octubre, la narración de los problemas internos de la empresa, que por causas ajenas a nuestra voluntad no pudo proseguirse.

Anteayer podíamos dar la noticia de un hecho altamente favorable para la actual estructura empresarial del diario MADRID: la Audiencia Territorial devolvió los derechos políticos a las acciones del profesor Calvo Serer en la entidad propietaria del periódico, consolidando así la posición mayoritaria al actual presidente del Consejo de Administración de nuestro diario. Hoy, por el contrario, tenemos el penoso deber de informar a los lectores que una resolución del Ministerio de Información y Turismo cancela la inscripción del MADRID en el Registro de Empresas Periodísticas. Esta resolución no es firme, porque pueden interponerse contra ella los recursos de alzada y contencioso previstos en las Leyes y nuestra Sociedad los interpondrá sin duda alguna. Pero es ejecutiva. Lo cual quiere decir que mañana ya no se publicará MADRID y que se cierra, por ahora, un periódico de más de cinco años de la vida de nuestro periódico, del que puede decirse sin jactancia que es una página importante de la historia de la Prensa contemporánea española, e incluso de la historia general del país en este último lustro tan poblado de realidades como de frustraciones y esperanzas.

Desde septiembre de 1966 al amparo de la entonces joven y prometedora ley de Prensa, MADRID, bajo la presidencia de Rafael Calvo Serer, ha tratado de realizar la esforzada tarea profesional de dotar al país de un diario independiente, en la información y en la opinión dentro de sus posibilidades técnicas y de las que ha permitido la coyuntura nacional. Colaborador de la tercera página desde aquel mismo septiembre y director del diario desde abril de 1967, he sido testigo y actor de este generoso empeño. Las principales vicisitudes y dificultades de estos años son de todos conocidas. De nuestro aciertos y de nuestro errores no soy yo el llamado a opinar, y menos en el momento presente. La historia de este capítulo de la vida periodística española contemporánea se escribirá en su día. EN la urgencia de este adiós provisional a los lectores de MADRID, yo sólo quiero hacer ahora unas observaciones de carácter general y dar pública expresión al inolvidable recuerdo de una experiencia estimulante y a múltiples agradecimientos.

Gracias en primer lugar, a la actual Redacción del MADRID, a los veteranos de los días fundaciones de Juan Pujol y a los más jóvenes periodistas que se han incorporado a MADRID en estos años. En las últimas difíciles semanas que con los modestos medios de la empresa, y en su callada e importante tareas, han realizado un trabajo bien hecho.

Gracias a los más de doscientos universitarios, intelectuales, escritores y expertos uqe en estos cinco años, de modo especial desde la página 3, pero también desde otras secciones, como las de cultura, economía, educación, ciencia, región, reportajes, etcétera, junto con la Redacción han dado a MADRID la imagen que hoy proyecto sobre la opinión pública de la capital y del país entero, con tan amplias repercusión en la Prensa internacional y, en no pocas ocasiones, en los libros de historia contemporáneos y de análisis de la realidad española.

Gracias también a los trabajadores de MADRID a los hombres del taller y a todo el personal de la casa que con los modestos medios de la empresa han realizado un trabajo bien hecho.

Gracias, en fin, a los lectores, que constituyen la razón de ser de un periódico, y que en el caso de MADRID ha sido – con su interés y apoyo – el principal acicate de nuestro trabajo diario.

Precisamente al servicio de estos lectores y del derecho que la misma ley les reconoce de saber quién edita su periódico y cuáles son las personas que lo rigen y la finalidad que persiguen se inició en nuestras páginas, en el pasado mes de octubre, la narración de los problemas internos de la empresa, que por causas ajenas a nuestra voluntad no pudo proseguirse. Nadie, a mi entender, habría podido explicarlo mejor que el propio periódico, que es el principal interesado.

La resolución del Ministerio de Información y Turismo pone de relieve por sí misma un grave problema de carácter nacional. Presuntas irregularidades de financiación y de titularidad de acciones, bajo fiduciarios, en FACES, de las que juzgarán en su día las instancias superiores a que se dirijan los recursos y acciones, irregularidades, repito, no advertidas por la misma Administración Pública, cuando en junio de 1969 resolvía inscribir con carácter definitivo al diario MADRID en el Registro de Empresas Periodísticas, dan lugar a una decisión, de momento irreversible cuyas graves consecuencias – de orden laboral y político – son recogidas en los dos últimos párrafos de la propia nota oficial de la dirección del diario MADRID.

Hay, sin duda, en el actual ordenamiento de la Prensa y en la misma ley y en su desarrollo algo incompleto o deficiente que requiere urgente consideración por parte de los altos órganos ejecutivos y de representación del país y sobre lo que no podemos dejar de llamar la atención en estos momentos. El carácter ejecutivo de resoluciones que pueden legalmente revisarse conforme a nuestro ordenamiento jurídico puede genera perjuicios de difícil reparación no sólo a intereses legítimos de personas concretas – trabajadores, periodistas, propietarios – sino a la opinión pública general del país, que no gana nada, sino que indudablemente se empobrece con la desaparición, aunque sea provisional, de órganos nacionales de información y opinión.

Termino expresando la firme esperanza de que en su día MADRID – el de estos cinco años – podrá volver al encuentro de su público, y que los órganos responsables de los altos niveles ejecutivo y representativo del país acertarán a cubrir las deficiencias y lagunas en la legislación vigente, que dan ocasión a situaciones tan complejas y penosas como las que representa este último episodio de la historia del MADRID.

Antonio Fontán

01 Diciembre 1971

CIERRE DEL MADRID

CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO (Editor: Joaquín Ruiz Giménez)

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El jueves 25 de noviembre será sin duda una fecha histórica en el periodismo español contemporáneo: el Ministerio de Información y Turismo canceló la inscripción del diario de la tarde MADRID. Aunque la empresa periodística ha interpuesto los recursos judiciales pertinentes, la resolución de la Administración es inmediatamente aplicable, al amparo de las facultades que la Ley de Prensa e Imprenta concede. Estamos, pues, ante un nuevo caso, que ya no es único (recuérdese lo sucedido con los diarios EL ALCÁZAR y NIVEL, así como las suspensiones temporales del mismo MADRID, DESTINO, SÁBADO GRÁFICO y TRIUNFO, por citar sólo las más graves), de aplicación terminante de la norma de la Ley de Prensa que ya desde las discusiones preliminares a su aprobación, fue más fuertemente debatida en cuanto que suponía prácticamente un cheque en blanco en manos de la Administración. Cheque que, como estamos viendo sin sorpresa y creciente alarma, está siendo utilizado con criterios que destacan procedimientos que exigen la pronta modificación de la ley.

A estas alturas, hacer una historia del pleito sobre el Diario MADRID no nos parece útil. Sobre todo teniendo en cuenta que el asunto está pendiente de resolución en los tribunales. Esos mismos tribunales que, apenas dos días antes de la terminante decisión administrativa, parecían dar la razón, en una primera sentencia, a la empresa del periódico madrileño. Lo que resalta es precisamente la prisa en cancelar un diario que se había distinguido en los últimos años por una línea política independiente y crítica, privando al lector de periódicos de una de las voces cotidianas que había preconizado la necesidad de evolución de las estructuras políticas españolas en un sentido europeísta.

Con la desaparición del Diario MADRID, quien realmente queda más perjudicada es la opinión pública española, que ve reducida aún más su ya escasa representación en los órganos de prensa. Nos parece grave que medidas tales afecten a intereses económicos tan considerables como los implicados en el costoso montaje de un diario. Más grave aún que se prive de su puesto de trabajo a dos centenares de trabajadores y profesionales. Pero lo más peligroso y socialmente más perturbador es la forzosa reducción al silencio de un medio de expresión con cerca de 80.000 ejemplares de tirada (el quinto periódico de información general en difusión del país), con un núcleo de lectores atraídos, lógicamente, por una línea editorial e informativa de apertura y de independencia. Mucho más si se tiene en cuenta el panorama general de la prensa española, y más concretamente de la madrileña, que por razones muy diversas se ha visto en los últimos años reducido y constreñido hasta límites verdaderamente graves, y eso teniendo en cuenta que la situación de la que se partía no era precisamente, en cuanto a pluralismo y representatividad, mínimamente ejemplar.

Lamentamos, pues, el cierre del Diario MADRID con todas las implicaciones humanas, económicas y políticas que este hecho conlleva. Lamentamos mucho más la existencia de las normas jurídicas que lo hacen posible y pedimos, sin duda con ingenuidad, su inmediata modificación en un sentido más progresivo y conforme a un Estado de Derecho. Pero lo que realmente nos preocupa es la desaparición de otro órgano de la opinión pública española. A nuestro entender, y por encima de la razón o sinrazón del pleito de propiedad de las acciones del Diario MADRID, no es una empresa la que ha sido afectada, sino la libertad de expresión, que queda así todavía más lejana y reducida.

08 Junio 1981

Sánchez-Bella y el diario MADRID

Alfredo Sánchez Bella

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En el artículo del señor Álvaro López Alonso que apareció en la página 5 el pasado lunes se dice que hace trece años el Ministerio de Información y Turismo regido por don Alfredo Sánchez-Bella, dictaba expediente sancionador y ordenaba el cierre del periódico MADRID durante cuatro meses.

Por aquellas fechas yo me encontraba ocupando la Embajada de España en Roma. Mal podría suspender desde allí ningún periódico. No tuve en tal hecho la menor intervención.

Aparte esa capital inexactitud, casi todo cuanto sobre este tema se menciona tiene escaso parecido con la verdad.

Es cierto que más de dos años después, por causas totalmente ajenas al artículo sobre el general De Gaulle, que se reproduce, por problema exclusivamente jurídicos, ajenos a cualquier cuestión política, después de cuatro meses, en que se agotaron los cauces para tratar de resolver legalmente la cuestión sin recurrir al cierre, el diario MADRID hubo de ser suspendido por haber vulnerado sustancialmente y en forma expresa la ley de Prensa entonces vigente. Todo cuanto sobre ese asunto desde entonces se ha dicho en la prensa no es cierto, porque sistemáticamente ha pretendido desconocerse la razón principal y única de aquella decisión.

Cumplir y hacer cumplir la ley es el primer deber de cualquier gobernante. Y ahora, como entonces, siempre he deseado mantenerme inexcusablemente fiel a esa obligación. Sin el cumplimiento de esa obligación las sociedades no pueden pervivir, porque acaba por imponerse la ley de la selva.

Se dice que ahora solicitan indemnización por el perjuicio causado. Es también algo que no entiendo: el periódico, en el momento del cierre, estaba sufriendo considerables pérdidas, según reconocían sus propios propietarios. No existe ningún ‘lucro cesante’ que indemnizar. En este caso debería ser el contrario.

Posteriormente, la empresa procedió a la liquidación del taller y al a destrucción del edificio, del cual surgió un hermoso solar de cuya venta alguien resultó beneficiado. Que luego ese dinero no se empleara en liquidar deudas pendientes o en otorgar gratificaciones a los damnificados por la empresa son problemas que sólo a ella conciernen. ¿Por qué remover una campaña carente de sentido? ¿O vamos a tener que recordar las verdaderas causas de aquel conflicto? El Ministerio, en estrecho contacto con el entonces presidente de la Asociación de la Prensa, hizo el máximo esfuerzo – incluso ofreciendo subvenciones a fondo perdido – para que el periódico fuera mantenido, a fin de que la estabilidad en el empleo de los periodistas y personal de talleres no sufriera menoscabo: pero esto tampoco pudo lograrse, porque algunos de los que ahora protestan hicieron lo imposible por impedirlo. Existe clara y reiterada constancia de ellos. Y abrumadores testimonios.

Alfredo Sánchez-Bella

El Análisis

QUEMARSE A LO BONZO

JF Lamata

Igual que un opositor se quema a lo bonzo para llamar la atención de una injusticia que considera que padece, los responsables del diario MADRID, D. Rafael Calvo Serer y D. Antonio García-Trevijano, optaron por quemarse a lo bonzo para recordar que España vivía bajo una dictadura. Porque si era cierto que los responsables de MADRID se habían encargado de provocar todo lo que pudieron a la dictadura buscando sanciones, no es menos cierto que en un país con democracia parlamentaria, sería poco probable que irregularidades de esa naturaleza causaran la desaparición del Gobierno. Los gestores de MADRID contaban con la torpeza de la dictadura y no se equivocaron.

El problema era los trabajadores y redactores del diario MADRID, los grandes perjudicados del tema y quienes se quedaban en paro. Comenzaría entonces un complejo duelo entre un apoderado, como el Sr. García-Trevijano, aparentemente interesado en la desaparición del periódico y la redacción, deseosa en que MADRID subsistiera, para mentener sus puestos de trabajado, aunque eso supusiera entregarse a las manos de la ‘Organización Sindical’. Los intentos de reaparición no fructificarían.

J. F. Lamata