30 mayo 1968

El ministerio de Información de Fraga lo consideró una infracción del artículo 2 de la Ley de Prensa que impedía a ningún periódico faltar al respeto al Jefe del Estado

El Gobierno secuestra la edición del MADRID y lo suspende por cuatro meses por el artículo: ‘No al general De Gaulle’

Hechos

El artículo ‘Retirarse a Tiempo: No al General De Gaulle’ publicado en el diario MADRID el 30 de mayo de 1968 y firmado por su editor, D. Rafael Calvo Serer, causó que esa edición fuera secuestrada y que MADRID fuera suspendido durante cuatro meses.

Lecturas

El 30 de mayo de 1968 el Diario Madrid publica el artículo del presidente del Consejo de Administración de FACES Rafael Calvo Serer ‘Retirarse al Tiempo: No al General De Gaulle’, artículo que costará que el Gobierno Franco decida el secuestro de esa edición y aplicar una sanción de cuatro meses de suspensión (dos por ese artículo y dos por un artículo anterior que estaba siendo objeto de una investigación), no pudiendo volver a publicar hasta el 30 de septiembre. Los diarios ABC y Ya se solidarizan con el Diario Madrid, aunque rechazando su línea editorial. En cambio el diario Pueblo de Emilio Romero Gómez publicaba un editorial respaldando la medida por considerar que Diario Madrid había incumplido la ley, que su máximo responsable, Rafael Calvo Serer, no tiene un proyecto periodístico, sino político apoyado por la banca, en referencia al Banco Popular.

PROTAGONISTAS DE LA SANCIÓN DE CUATRO MESES AL DIARIO MADRID

1975_Fraga D. Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo era el responsable de la orden de secuestro del diario MADRID.

antonio_fontan D. Antonio Fontán era el director del diario MADRID, pero en aquel momento se encontraba oportunamente de viaje.

Gozalo D. Miguel Ángel Gozalo era el subdirector del diario MADRID y responsable ante la ley de la publicación del artículo. Lo que le valió una sanción.

El 30 de mayo de 1968 el diario MADRID, dirigido por D. Miguel Ángel Gozalo en ausencia de su director D. Antonio Fontán, en aquel momento en el extranjero, el periódico publicó un artículo de su editor, D. Rafael Calvo Serer, titulado ‘Retirarse a Tiempo: no al General de Gaulle’, que desató un escándalo periodístico sin precedentes. La dictadura consideró que detrás de ese ‘No al General de Gaulle’ había un, implícito, ‘No al General Franco’. Se ordenó el secuestro de la edición del diario MADRID de ese día, que fue retirada por la policía de los quioscos y se sancionó al periódico con 2 meses de suspensión, la sanción más dura que preveía la Ley de Prensa vigente, la ley Fraga.

EL DIARIO PUEBLO APOYA LA SANCIÓN, LA PRENSA OPUS LA CRITICA

suspensionmadridEl diario PUEBLO dirigido por D. Emilio Romero publicó un editorial apoyando la sanción contra el Diario MADRID asegurando que su propietario, el Sr. Calvo Serer, no era periodista, sino «político» y que este había incumplido la ley con su artículo, además reprochaba las vinculaciones del Diario MADRID con el Opus Dei y el Banco Popular.

En el lado contrario, el periódico NUEVO DIARIO (también del Opus Dei) y el diario ABC, de D. Torcuato Luca de Tena, defendieron al diario MADRID y reprocharon la actitud de PUEBLO.

DOS SANCIONES EN UNA

Aunque el máximo que la Ley Fraga establecía como sanción a un periódico para no publicarse era de dos meses. Contra el MADRID aceptaron dos expedientes a la vez, uno por el artículo de ‘No al General de Gaulle’ y otra por otro artículo anterior para que poder tenerlo otros dos meses suspendido, es decir, un total de cuatro. A pesar de las pérdidas que podía suponer aquello, para la redacción y para los profesionales de maquinaria y técnicos el diario de D. Rafael Calvo Serer pudo volver a salir a los quioscos en septiembre de 1968. Entre medias se habían producido otros escenarios de guerra mediática, por ejemplo en el hasta ese momento liberal-opusdeista diario EL ALCÁZAR, que estaba a punto de cambiar de gestores.

30 Mayo 1968

RETIRARSE A TIEMPO: "NO AL GENERAL DE GAULLE"

Rafael Calvo Serer

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Si estamos o no en los comienzos de una nueva Revolución Francesa, el tiempo lo dirá. Pero lo que ha quedado claro es la incompatibilidad de un gobierno personal o autoritario con las estructuras de la sociedad industrial y con la mentalidad democrática de nuestra época en el contexto del mundo libre. Aun en los mismos regímenes socialistas del Este el culto a la personalidad, característico del período staliniano, ha tenido que desaparecer. Tampoco el recuerdo de figuras como las de Hitler y Mussolini ha logrado revestirse de la leyenda que hizo perdurable la gloria de Napoleón. En los regímenes democráticos, incluso, grandes personalidades, como Churchill y Adenauer, fueron objeto de duras críticas y se vieron obligados a abandonar el poder por los electores que en otros momentos les manifestaron entusiasta adhesión o un simple reconocimiento de sus servicios.

El régimen más o menos autoritario de De Gaulle se encuentra ahora con que ha acumulado todas las desventajas y los inconvenientes de los autócratas y estadistas citados. La principal característica de sus diez años de presidente de la República ha sido una exagerada personalización del poder. Ha gobernado prescindiendo de la opinión y consejo de casi todos los políticos o incluso en contra de ella. Ha menospreciado a los partidos, los  sindicatos y la prensa. Por último, se ha encontrado ya anciano y queriendo mantenerse en el Gobierno con una crisis que puede acabar con él sin haber abordado a tiempo ni la organización del partido que pueda continuar su obra ni la preparación adecuada del posible sucesor.

Son demasiados los actos personales de Gobierno ejecutados por el general para que ahora, en unos días, semanas o meses, pueda rectificar con medidas de emergencia. Su política argelina, acertada desde un punto de vista internacional, le enemistó con gran parte del Ejército que le llevó al Poder y con la extrema derecha francesa; su política contra Europa unida quebrantó una de las más fundadas ilusiones y esperanzas de la juventud; su hostilidad a la NATO y a los anglosajones le llevó a acercarse a Rusia y fortaleció a los comunistas franceses, que están en la oposición; su actitud contra Israel le valió la hostilidad general de los intelectuales; los viajes Canadá y a Polonia motivaron nuevas irritaciones fuera y dentro de Francia.

De Gaulle quiere lograr de nuevo y directamente del pueblo el apoyo para sus medidas y decisiones personales. Quizá pudiese conseguir una ligera mayoría por el miedo que produce una alternativa en la que el partido más fuerte puede ser el comunista. Pero, ¿podrá seguir adelante el anciano general cuando ya no es capaz de escuchar ni de rectificar? A este respecto recuerdo aquella aguda observación de Lequerica, en su despacho de las Cortes, cuando él mismo se consideraba como vicepresidente con derecho a sucesión, sobre el triste sino de los gobernantes que se hacen viejos en el poder. Son sus mismos éxitos los que les traicionan, porque se aferran a lo que en otras ocasiones les fue favorable, aun contra la opinión de quienes les rodeaban. Pero al cambiar las circunstancias, ese inmovilismo resulta funesto. Me citó el caso de Carlos X de Francia. Lo mismo hubieran podido decir del viejo Bismarck, al que el Emperador se vio obligado a hacer dimitir por su incapacidad de retirarse a tiempo.

El resultado de las elecciones presidenciales de 1965 ya fue una advertencia a De Gaulle. No quiso escucharla y se ratificó en las legislativas de 1967: casi la mitad del pueblo francés mostró su disconformidad con la política personal del general. ¿Va a reaccionar ahora como Leopoldo de Bélgica? El Rey ganó el plebiscito, pero comprendió que no podía reinar contra una mitad del pueblo que englobaba precisamente a los obreros. De Gaulle pidió a Johnson un gesto dramático que hiciera posible la paz en el Vietnam. El presidente americano lo hizo retirando su candidatura a las elecciones. ¿Qué puede ahora hacer el general en el mismo sentido? ¿Renunciar a su “forcé de frappe” y acometer la reforma universitaria, la social y la económica?

La primavera de 1968 nos ha traído una avalancha de noticias que se suceden sin dar tiempo a asimilarlas. A la renuncia del presidente Johnson ha seguido el asesinato de Luther King; el atentado contra Dutschke; las manifestaciones estudiantiles en toda Alemania; el ensayo de la libertad en Praga; las conversaciones sobre el Vietnam, sin interrupción de los bombardeos; y ahora la acción de los estudiantes, los sindicatos y las izquierdas contra De Gaulle.

Todos estos acontecimientos, especialmente los franceses, inducen a la reflexión. España mantiene una semejanza de situaciones sociales y políticas con el vecino país. Si a Francia se le presenta el problema de la sucesión de De Gaulle y del régimen de la V República, también con especiales características está planteado en España. Mientras el general francés ha realizado una política exterior izquierdista, pero conservadora en el interior, la política exterior española ha sido de otro signo y en el interior está por hacer la reforma de las estructuras económicas y sociales.

Si el movimiento universitario y el obrero son de oposición radical al régimen personal de De Gaulle por la falta de participación de los gobernados en los niveles económico, social y político, los españoles no hemos resuelto la plena participación democrática cuando, según las leyes, se dan por terminados los períodos totalitarios y autoritarios del régimen.

Esta es la cuestión clave. En la vía de su resolución se plantean estos interrogantes prácticos y urgentes: ¿Cómo puede formarse un gobierno para enfrentarse con las nuevas realidades?, ¿cuál será la organización política más adecuada para que este gobierno pueda contar en sus decisiones con la mayor participación individual y asociativa? Y, por último, en el momento de producirse la vacante previsible, ¿quién ha de ser el jefe del Estado que reúna las mejores condiciones para la acción del aquel gobierno y para contar con la máxima adhesión popular?

Rafael Calvo Serer

03 Junio 1968

LA SUSPENSIÓN DE MADRID

Editorial (Director: Emilio Romero)

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No pensábamos escribir una sola línea sobre este asunto, pero como nuestra profesión es generosa, y es mmuy corriente la inclinación a brindar al sol, lo hacemos ante un pleigro que avizoramos de desnaturalización de los hechos con las siguientes precisiones.

Lamentamos la suspensión del diario MADRID, como si hubiera sido otro periódico, por un deber exclusivo de solidaridad ante su desventura de una empresa periodística.

El origen de la suspensión es por la publicación de algún artículo que corresponde a la nueva línea ideológica impuesto al periódico por el político – y no profesional del periodismo – don Rafael Calvo Serer, distinguido y conocido miembro del Opus Dei, y consejero privado de don Juan de Borbón. Este político aspira al Poder, como todos los políticos, y como no lo ha encontrado por la vía normal en estos años – aunque lo ha intentando – ha utilizado ahora la tribuna de un periódico. El artículo de referencia parece que ha vulnerado la ley. ¿por qué va a quedar impune la empresa gobernada ideológicamente por el Sr. Calvo Serer? Todos los españoles somos iguales ante la ley. ¿Por qué se iba a hacer un trato de favor con este señor mientras otros españoles padecen los normales rigores de la justicia? El precedente sería tremendo para un Régimen que, lógicamente se vanagloria de haber constituido un Estado de Derecho.

Quien respalda a este sñeor, y, por ello, a esa línea ideológica, es un Banco famoso. ¿Es que los Bancos además de ganar más dinero del que debieran ganar, y de ser los grandes pulpos de nuestra economía, van a tener también periódicos para elegir el Régimen que les guste? El espectáculo sería como para emigrar. Una nación donde los Bancos tuvieran el poder político y el poder económico sería, precisamente, un lugar habitable.

Nuestra preocupación se centra únicamente en saber la situación de trabajadores de Redacción, de Administración y de talleres de esa empresa. Nos tranquiliza que la ley respalde la percepción de sus haberes – aunque el periódico no salga a la calle – y que la propia empresa esté respaldada por un Banco, porque así no se podrá decir que no hay dinero para pagar a los trabajadores.

La República liberal, democrática y parlamentaria de 1931, con todas las libertades en uso, suspendió varios periódicos de Madrid, concretamente estos tres: ABC, EL DEBATE y El Siglo Futuro. Lo hizo siendo presidente del Gobierno don Manuel Azaña. Sus argumentos en un memorable discurso pronunciado desde el banco azul, fueron – a nuestro juicio – convincentes  ¿Por qué razón no puede suspender periódicos el Régimen con la ley encima de la mesa?

Nos hacemos cargo de que ABC, que ha repudiado la línea ideológica de MADRID, trate de echarle una mano, porque tienen una coincidencia: Estoril. Lo malo es que a la hora de la verdad puede resultar políticamente poco práctica, porque las ideas que está distribuyendo el señor Calvo Serer, lejos de sostener a la Monarquía duraría en este país el tiempo que tardamos el 13 de abril de 1931 en pasar de un Régimen a otro, y que produjo aquella célebre frase del presidente del Gobierno: ‘Nos hemos acostado monárquicos y nos levantamos republicanos’.

Nosotros queremos la libertad de la ley, que nos permite hacer la crítica de los actos del Gobierno, si queremos; y nos autoriza, igualmente, a crear los ambientes necesarios de reforma constitucional. Los políticos que aspiren al POder, y cuenten con ayuda económica, no deben utilizar la Prensa, colocándola fuera de la ley. La Prensa es una institución demasiado seria para ser empleada en fines no estrictamente sociales, porque de otra manera se perpetraría un secuestro, en beneficio particular, de una institución que no se debe más que al servicio de la opinión pública.

El comportamiento del periódico MADRID compromete muy seriamente a la libertad de Prensa que disfrutamos desde 1966, y que necesitamos para hacer correctamente la crítica, y hacer oír la opinión de los españoles. Nosotros hemso querido ser libre en régimen de censura, y ahora queremos conservar la libertad. Nosotros no practicamos el triunfalismo político, ni el halago al Poder. Por eso tenemos cierta autoridad para decir lo que hemos dicho.

Nuestra preocupación

07 Junio 1968

Una burda caricatura

Cristobal Páez

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Un diario vespertino de la ‘Prensa independiente’ [Diario MADRID] ha entonado un réquiem por la política de grandeur del general De Gaullle. Con su mejor garganta operística, ND [NUEVO DIARIO] ha cantado el ‘Adiós a la vida’ de la política nacionalista del último gran nacionalista – incapaz de resolver los problemas de su propia nación – Ha sido, sin duda, la condenación más ácida y severa que del Presidente de la República Francesa se ha hecho en la ‘Prensa independiente’, precisamente ahora cuando, como dice ND sirviéndose de un volatín de ironía, De Gaulle ‘se apresta a salvar a Francia por tercera vez’.

Cualquier curioso lector del editorial de ND al que nos referimos se habrá de quedar turulato ante la nefasta hoja de servicios que dicho periódico se ha permitido extender a un soldado-político que hace diez años fue llamado – democráticamente, con perdón – para poner orden en su país. ¿Qué ha supuesto esta década para la nación francesa y para su conductor? Sin pararse en barras, ND la valora, con eficacia de ‘cosa juzgda’ en los siguientes términos: ‘Diez años de estabilidad crearon el espejismo de una Francia en vías de recuperar su papel de gran potencia mundial’. Y en cuanto a De Gaulle, el veredicto de ND también está erizado de una especial caridad: ‘La retórico y el genio innegables del general-Presidente no lograron pese a todo, modificar el curso de la Historia ni – lo que es más grave – acelerar la evolución interna del país.

Me resisto a extraer de la cantera editorial de ND los muchos y variados materiales que ofrece para trazar la caricatura más deleznable que la ‘prensa independiente’ se ha atrevido a hacer hasta ahora de un estadista europeo que, cuando menos , tiene derecho – creo yo – al juicio sereno de la Historia.

ND, por de pronto, le ha despojado de su túnica magistral y la ha entregado en pedazos, no sé si a la voracidad de la nueva generación como prenda de un anciano megalómano que, a lo largo de los lustros de gobierno, no ha sabido recoger más que una copiosa cosecha de calabazas dentro de su país y fuera de Francia. Lo único que ha dejado en pie ND es un De Gaulle chocholo, fracasado y ultraderechista quien, a la vejez viruelas, ha tenido que ‘agitar el espantajo del comunismo’ para consolidar, metiéndoles el resuello en el cuerpo, a las fuerzas de centro y de derecha.

Me gustaría saber qué es lo que ND sugiere a Francia para recuperarse de los desastres de esta década ominosa. ¿Quizá la vuelta a la Arcadia feliz de la IV República? ¿Quizá la anticipada celebración de exequias por el gaullismo? ¿quizá el retorno a la sapiencia china de los grandes ninots de la falla pluripartidista?

Agotados todos los ungüentos olorosos que ND ha derramado generosamente sobre el efebo revolucionario de Nanterre, no le resta una pizca de sal, una gota de vinagre, ni dispone de un puesto a la lumbre para el soldado septuagenario que tantas torpezas y frustaciones ha acumulado en diez años de gobierno, enaltecido por la voluntad popular y mayoritaria de Francia.

De Gaulle, como dice ND es el último gran nacionalista y como se calla, el penúltimo de los generales que gobiernan en Europa.

¿Se propondrá ND en el futuro agotar la lista de los soldados de honor?

Confiemos en que, por una sola vvez y sin que sirva de precedente, la exégesis de ND sobre los generales termina donde un francés, que viene piripintado para el caso, dijo que empieza África: en los Pirineos.

Cristobal Páez

El Análisis

POR LO UNO, O POR LO OTRO, UNA PROVOCACIÓN

JF Lamata

Con el ‘No al General De Gaulle’ del diario MADRID, la ‘Ley Fraga’ aprobada en 1966 con el objetivo de establecer la libertad de prensa se enfrentaba a su segundo momento de crisis, el primero fue el artículo ‘La Monarquía de Todos’ del Sr. Anson en ABC. Los responsables del diario MADRID eran totalmente conscientes del revuelo que aquel artículo podía suponer, tanto D. Antonio Fontán, como D. Miguel Ángel Gozalo, como D. Amando de Miguel lo reconocieron abiertamente. La intención de ‘provocar’ por parte de algunos periodistas del sector liberal-opusdeista (diarios MADRID, EL ALCÁZAR y NUEVO DIARIO) ya había sido denunciado desde la prensa falangista, como ya publicó irónicamente D. Cristobal Páez en ARRIBA.

Quedaba la duda de por qué. Podía ser para levantar la tirada del periódico MADRID, que aunque había logrado significarse gracias a su línea de relativa oposición a la dictadura, seguía estando muy por detrás del diario PUEBLO. Podía ser para intentar significarse como anti-franquista, suponiendo que a la dictadura le quedaban pocos días y podían estar muy bien situados de cara a la carrera del fariseismo que se iba a poner en marcha en cuanto finalizara el régimen (carrera en la que muchos franquistas deberían transformarse en ‘antifranquistas’ de golpe. Podía ser también porque los de MADRID eran firmes demócratas y querían provocar al régimen para hacer notar que existía esa oposición democrática. Y también, por último podría ser la versión del ‘apoderado’ del diario MADRID, D. Antonio García Trevijano que asegura que él redactó ese artículo y lo hizo para, ante la inminente quiebra, provocar el cierre del diario MADRID para poder presentarlo como un ‘cierre político’ en vez de una quiebra, poder cobrar la indemnización. El punto débil de esta versión es que el diario MADRID aguantó en los quioscos tres años más – lo cerraron en 1971 – lo que significaba que no estaría en quiebra del todo.

Fuera por lo que fuera, lo que nadie puede negar, es que el ‘Retirarse a Tiempo. No al General De Gaulle’ fue una provocación, una provocación exitosa.

J. F. Lamata