25 marzo 1986

El militar comunista pro-soviético fue uno de los máximos enemigos de Santiago Carrillo en los setenta

El PCOE del General Enrique Líster se disuelve y todos sus miembros regresan al PCE junto con su líder

Hechos

En marzo de 1986 las formaciones Partido Comunista Obrero Español (PCOE) y Partido Comunista de España (PCE) notificaron a la agencia EFE el acuerdo por el cual la primera se integraba en la segunda.

Lecturas

El 24 de marzo de 1986 El Partido Comunista Obrero Español (PCOE) que lidera D. Enrique Líster Forján anuncia su integración en el Partido Comunista de España (PCE) que lidera D. Gerardo Iglesias Argüelles. El anuncio se hace en una comparecencia pública conjunta de D. Enrique Líster Forján con la presidenta del PCE, Dña. Dolores Ibarruri Gómez ‘La Pasionaria’. La integración se hará efectiva el 19 de abril de 1986.

D. Enrique Líster Forján fue expulsado del PCE por D. Santiago Carrillo Solares por su fidelidad a la URSS. Ahora vuelve al partido después de la expulsión del Sr. Carrillo Solares.

Tras un mandato de D. Gerardo Iglesias Argüelles marcado por los abandonos del PCE por la creación de las ecisiones del PCPE, la Federación Progresista y el PCE Marxista Revolucionario [PTE-UC], esta es la primera vez que se produce un movimiento inverso.

Tras 16 años de andadura en solitario y sin ningún éxito electoral que poder apuntar, la vida del PCOE terminó en marzo de 1986. «Parido Comunista de España no hay más que uno», anunció D. Enrique Líster para comunicar su regreso al PCE en un acto de propaganda que podía entenderse como un llamamiento a que las ostras escisiones comunistas también regresaran al PCE (fundamentalmente el PCPE de D. Ignacio Gallego).

Regresar al PCE una vez ha sido defenestrado Carrillo

El reintegro del Sr. Líster en el PCE se produce después de la expulsión del partido del Sr. Carrillo, el gran enemigo del fundador del PCOE, lo que facilitaba su regreso al partido. El propio Sr. Líster felicitó públicamente al Secretario General del PCE, D. Gerardo Iglesias, por su lucha contra los ‘carrillistas’, «Me alegro de tener un secretario general joven, en plena forma, que podrá contar con esta vieja carcasa para lo que necesite».

Episodios oscuros en la Guerra Civil Española

El nombre de D. Enrique Líster está empañado por su participación en la Guerra Civil Española, para la izquierda bien podría ser uno de los ‘héroes’ de aquella contienda, para la derecha, el reponsable de trágicas matanzas como la de Salamina. Además los anarquistas tampoco olvidaban su papel arrasando la Comuna de Aragón durante la Guerra.

26 Abril 1986

La unidad comunista ante las elecciones

Santiago Carrillo

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Tamames, Alonso Puerta, [Jaime] Miralles y otras personas, por muy respetables que sean, no tienen tras sí a la izquierda. Y es absurdo reincidir en el error infantil de considerar los noes al referéndum como un voto global de izquierda, ni en Andalucía ni en el resto de España. La integración de Enrique Líster no es un paso unitario, sino todo lo opuesto: acumular un obstáculo más en la vía de la unidad.

La anticipación de las elecciones legislativas, después de que el presidente y el vicepresidente del Gobierno hubiesen insistido reiteradamente en que se agotaría la legislatura, es una estratagema electoralista de mal estilo, en opinión del ex secretario general del PCE. Sobre la unidad comunista, el autor del artículo señala que el regreso de Líster es un obstáculo, en lugar de un acierto.

La convocatoria anticipada de las elecciones a Cortes no ha cogido por sorpresa a nadie; sin embargo, después del ataque militar a Libia parecía que el Gobierno podía decidirse por octubre, ya que la implicación directa o indirecta de Europa -y por tanto, de España- en los acontecimientos derivados del hecho podía mover el mapa electoral. Por lo menos esto es lo que se hablaba en el Congreso durante la reunión conjunta de las comisiones de Exteriores y Defensa para tratar sobre las consecuencias de la operación Reagan.Puede suponerse que, o bien el Gobienro tuvo datos que no daban ninguna variación del voto, o bien que teme para este verano acontecimientos que aumenten la tensión internacional y puedan resultar más negativos en octubre.

En cualquier caso, no parece serio atribuir simplemente a razones de política nacional la anticipación, y sobre todo lo que resulta imperdonable es que el presidente y el vicepresidente del Gobierno hayan estado diciendo hasta el último minuto que los lógico es que las elecciones se celebren en octubre, para anunciar repentinamente, en el último momento, lo contrario. Se advierte en esa actitud una estratagema electoralista de mal estilo, sobre todo en un partido del que se dice que los sondeos le dan ya 220 diputados, una mayoría como para dormir sobre ella.

Si en 1982 el triunfo del PSOE estaba cantado, las condiciones en que vamos a las elecciones el 22 de junio no pueden serle más favorables. Coalición Popular, según reconoce todo el mundo, incluso en su seno, llegó a su techo hace cuatro años. Las diferencias entre las posiciones de Alzaga y las de Fraga en cuestiones importantes son conocidas. Hoy nadie daría un ochavo por la unidad de CP tras las elecciones. Y dentro de AP, las reservas hacia el liderazgo de Fraga crecen día por día.

El PSOE no está preocupado por ese lado. No sólo ha invadido el espacio político del centro, sino que también ha entrado a saco en la psicología del propio electorado fraguista, uno de cuyos rasgos es el deseo de estabilidad, de que no cambie nada. Con su gestión, Felipe da la imagen de estabilidad y continuidad que gusta a muchos de los votantes naturales de Fraga. Incluso cuando monta en el Azor o recibe a desayunar a El Cordobés y a Julio Iglesias, que eran visita del caudillo, transmite esa imagen. Así, Felipe es la continuidad del pasado, pero en mejor.

Por lo que toca al centro político, no cabe duda de que Suárez, no obstante su carisma personal, no ha conseguido aún hacer cuajar su partido, y Roca está muy limitado desde que pasa el Ebro. En tanto que en la izquierda la división comunista aleja del PSOE toda inquietud seria. En definitiva, Alfonso Guerra contempla su tarea desde el puesto de mando de la campaña electoral del PSOE poco menos que como un paseo militar.

¿Es posible todavía la unidad comunista? La posición del sector que tiene la propiedad legal de las siglas del PCE la hace muy improbable. La integración de Enrique Líster no es un paso unitario, sino todo lo opuesto: acumular un obstáculo más en la vía de la unidad. Las maniobras para romper los avances logrados entre el PCPE y la Mesa para la Unidad de los Comunistas van en la misma dirección.

En realidad, al proyecto político que está detrás de la llamada convergencia o plataforma le estorba la unidad de los comunistas. Porque de lo que se trata -y Tamames lo ha explicado claramente en recientes declaraciones- es de pasar del partido comunista a un partido progresista, sin referencias ideológicas. Hay quien entiende -con una impresión superficial y errónea- que lo que ha hecho el PCE en su último congreso, en el fondo, es eso y que aquí, dado el estado en que se encuentra el PCE, no es posible hacerlo de la misma forma, es decir, conservando la cáscara y cambiando el contenido. Aquí hay que cambiar también la cáscara.

Follisca política

Pero a ese objetivo no puede irse más que a base de los hechos consumados, sin desvelar el proyecto porque la. base comunista lo rechazaría. En consecuencia, como primera etapa: un grupo de diputados variopinto, que sólo pueda definirse como progresista o de izquierda. Segunda etapa: en torno a ese grupo, ir articulando una organización que al llegar a un determinado nivel termine apareciendo como un partido. Como el proceso no está suficientemente controlado, en Aragón se han adelantado comenzando por el final. Se han reunido varios grupos, entre ellos el PCE, el PCPE, la Federación Progresista, el MCE, LCR, PST y otros y han formado la Nueva Izquierda Aragonesa, que va a instalar sede y va a funcionar sobre un modelo asambleario con una comisión permanente.

Yo no sé si esta nueva formación política va a servir para quitar votos al PSOE en las elecciones; puede ser que sí o que no. Pero lo que salga de ahí será políticamente una follisca. Y en ese conglomerado quedará diluido el partido comunista. A mí no me extrañaría que en la derecha haya gente que piense que un plan que a la vez quite votos al PSOE en las elecciones y contribuya a la dilución del partido comunista supone matar dos pájaros de un tiro y vale la pena ampararlo.

En Europa, cuando se habla de la perspectiva de una izquierda europea unida, la gente se refiere fundamentalmente a la unidad de socialistas y comunistas, aunque no se excluya a otros sectores nuevos importantes. ¿Y en España? Es verdad que el Gobierno ha hecho una política liberal centrista. Sin embargo, sólo cerrando los ojos a la realidad sería posible negar que detrás del PSOE, con todos los reproches y reservas que se quiera, se sitúa todavía una gran parte de la izquierda española. Tamames, Alonso Puerta, Miralles y otras personas, por muy respetables que sean, no tienen tras sí a la izquierda. Y es absurdo reincidir en el error infantil de considerar los noes al referéndum como un voto global de izquierda, ni en Andalucía ni en el resto de España. O de estimar que las plataformas anti-OTAN pueden transformarse en plataformas electorales con un mínimo de coherencia.

Hay que reconocer que en las actuales circunstancias en España no existen condiciones para la unidad de la izquierda, si hablamos en serio de unidad de la izquierda. El proceso pasa por un cambio de política del PSOE que hoy no es posible, pero podría serlo a medio plazo.

Mas la condición para lograrlo sería la reunificación y reconstrucción del partido comunista; la presencia de un grupo comunista en el Parlamento que tirase del PSOE hacia la izquierda y que estimulase el crecimiento de las corrientes de izquieda en ese partido… Mientras que divididos, como parece que podemos ir a las elecciones, se corre el riesgo de que la presencia comunista sea aún más raquítica que en la legislatura que termina y que el PSOE sólo tenga a su izquierda manifestaciones y huelgas en la calle. Y simultáneamente a ese peligro, otro: que con los votos comunistas dados a la convergencia se elijan diputados fácilmente absorbibles por el PSOE, con lo que resultaría que ciertos comunistas han trabajado, como suele decirse, para el inglés.

En las últimas horas, la Mesa para la Unidad de los Comunistas sigue esforzándose por lograr un acuerdo entre los sectores en que está dividido el partido. La dirección del grupo que mantiene en su poder las siglas legales se opone. Si el- veto continúa, la Mesa para la Unidad de los Comunistas asegurará la presencia de una auténtica opción electoral comunista en todas las circunscripciones, confiando en que el elector tradicionalmente fiel al partido y muchos jóvenes se percaten de que los representantes auténticos del ideal comunista irán en nuestras candidaturas.

Santiago Carrillo

12 Mayo 1986

Los comunistas y la unidad de la izquierda

Enrique Líster

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s poco probable que halláramos en la vida política española contemporánea un personaje tan contradictorio en su pensamiento y en su quehacer como Santiago Carrillo. Adalid de la unidad de los comunistas y, a la vez, principal responsable de su actual fraccionamiento. Su Mesa, llamada de unidad comunista, no es una opción electoral realista, sino una operación dirigida, a restar votos a la alternativa de izquierda propugnada por el PCE

Es poco probable que halláramos en la vida política española contemporánea un personaje tan contradictorio en su pensamiento y en su quehacer como Santiago Carrillo. Adalid de la unidad de los comunistas y, a la vez, principal responsable de su actual fraccionamiento; guardián del ideal comunista y heterodoxo a ultranza de sus principios ideológicos y teóricos; de palabra, defensor de los métodos democráticos de dirección de un partido y, al mismo tiempo, autoritario, despótico y absorbente; en suma, su trayectoria política, ascendente y descendente, es un continuo zigzag, una verdadera folliscaentre sus declaraciones y sus intenciones, en las que prevalecen siempre el personalismo, el protagonismo, su ego.Tal contradicción y personalismo de Carrillo aparecieron bien patentes de nuevo en las pasadas elecciones gallegas, impidiendo que hubiera una representación comunista en el Parlamento autónomo. Hoy, su Mesa, llamada de unidad comunista, no es una opción electoral realista, sino una operación dirigida, a restar votos a la alternativa de izquierda propugnada por el PCE, en favor, por tanto, de las candidaturas del partido socialista, o sea, una auténtica operación diversionista basada en el «yo o el diluvio»

No son ciertas las aseveraciones de Santiago Carrillo de que en «las actuales circunstancias no existen condiciones para la unidad de la izquierda», de que «a la convergencia o plataforma le estorba la unidad de los comunistas» y de que «la integración de Enrique Líster no es un paso unitario».

Contrariamente a las singulares opiniones de Carrillo, los resultados del referéndum del 12 de marzo, sobre la permanencia de España en la OTAN, han puesto de manifiesto, además de que una parte muy importante de la población es contraria a la permanencia de nuestro país en ese bloque militar, la existencia de una fuerza social y cultural muy considerable a la izquierda del partido socialista.

No puede cerrarse los ojos ante un hecho tan evidente de que la hegemonía de la izquierda, ganada por el PSOE en las últimas elecciones legislativas del 28-O, haya sido malbaratada por el Gobierno socialista, en sólo cuatro años, con su política neoliberal y derechista, tendente a salvaguardar los intereses de los poderes fácticos económicos y a sanear los negocios de éstos, en detrimento de los intereses de los trabajadores en general, y de que en el panorama político de nuestro país se haya perfilado una nueva izquierda, que comienza a vertebrarse en el audaz proyecto de la Izquierda Unida, que deberá forjarse en la fragua de las próximas elecciones autonómicas andaluzas y legislativas.

Por supuesto que la consolidación de esa nueva izquierda no excluye, sino, por el contrario, presupone la unidad de los comunistas como factor importantísimo aglutinador y organizativo. El PCE no se va a diluir en una convergencia o plataforma de la Izquierda Unida; va a fortalecerse y a consolidarse.

La acción mancomunada por articular una alternativa a la izquierda del partido socialista, que atraiga incluso a elementos radicales de éste partido, y por reunificar a los comunistas son dos partes de un mismo proceso de paz, libertad y progreso que no se excluyen, sino que se complementan.

Las dudas de Carrillo

El interrogante que se hace Carrillo sobre si es posible todavía la unidad comunista y la respuesta que se da diciendo que la actual dirección del PCE la hace improbable y que la reintegración de Enrique Líster añade un obstáculo más responden, en conjunto, a su concepción acerca de la propia unidad y del partido comunista como tal La unidad en base al ordeno y mando, la unidad monolítica impuesta por el jefe, por el líder carismático que sólo admite en torno suyo a hombres de paja, no concuerda en absoluto con la concepción sobre la unidad y el partido que sustenta la nueva dirección del PC.

La actual dirección del PCE se esfuerza en aplicar y desarrollar la unidad interna del partido, entendida en la diversidad de opiniones, en la confrontación de ideas y en la normalización de discrepancias, que no implican el reconocimiento de fracciones y salvaguardan los principios del centralismo democrático, o sea que el principio de la unidad del partido se funda y garantiza con la vida democrática interna, porque no puede existir un organismo verdaderamente democrático en el que no se manifieste junto con el principio de unidad otro no menos importante: la divergencia. Esta concepción de la unidad enriquece al partido.

Dicha concepción sobre la unidad comunista ha sido reconocida en el último congreso del PCUS, por boca de su secretario general, Mijail Gorbachov, quien ha declarado que la diversidad del movimiento comunista no es sinónimo de división; que la unidad nada tiene que ver con la uniformidad, la jerarquía, la injerencia de unos partidos en los asuntos de otros y el afán de un partido cualquiera al monopolio de la verdad, resumiendo esta idea en el sentido de que el movimiento comunista puede y debe ser fuerte por su solidaridad de clase y la igualdad de cooperación de todos los partidos en la lucha por objetivos comunes: la paz y el socialismo.

La reintegración del PCOE en el PCE se inserta en los cambios operados en este último partido con la asunción del nuevo equipo de dirección y con el clima hoy reinante en él. Aparte de diferencias y agravios mutuos, lo que disgusta a Carrillo no es sólo la vuelta a casa de Líster, sino el hecho incuestionable de que ya nadie puede considerarse excluido del PCE por motivos ideológicos. No es un secreto que en los estatutos del PCOE figuraba como principio ideológico el marxismo-leninismo, y en los del PCE, el marxismo revolucionario, y, sin embargo, ni a uno ni a otro se le ha pedido renunciar a nada. Lo que importa hoy es la problemática económica, social y cultural con que se encara a la hora presente España; la unidad de los comunistas; la unidad de acción de las centrales sindicales, de los movimientos cívicos por la paz, ecológicos, de la mujer y la juventud, etcétera. Después ya vendrá la discusión sobre las vías hacia el socialismo apropiadas a nuestro país. Todo ello muestra que, en las circunstancias actuales, la unidad de los comunistas sólo puede hacerse en el seno del PCE, que por tradición e historia, por su presente y futuro, reúne las condiciones más idóneas para alcanzar esa deseada meta.

Enrique Líster

El Análisis

EL PROBLEMA ERA CARRILLO

JF Lamata

El Partido Comunista Obrero Español (PCOE) podía alegar muchas diferencias doctrinales con el PCE, pero, a efectos prácticos, la división se debía fundamentalmente a que D. Santiago Carrillo y D. Enrique Líster no se soportaban. El primero había expulsado del PCE al segundo, lo que le había llevado a este a crear el residual PCOE. ‘Yo no hablo ni de ratas, ni de traidores’, dijo el Sr. Líster a un periodista que le preguntó por el Sr. Carrillo a su regreso a España en 1978.

Por tanto cuando el Sr. Líster anunció su regreso al PCE en 1986 asegurando que ‘los problemas’ se habían resuelto, se refería, básicamente es que ahora que el PCE había echado a patadas al Sr. Carrillo él podía permitirse volver. El regreso del general pro-soviético (y sin el pro, porque era, literalmente, un general del ejército soviético) al PCE no aportaría demasiados votos, puesto que el PCOE se había cosechado paupérrimos resultados, pero si permitía al PCE poder volver a utilizar el símbolo de una figura histórica del PCE en la Guerra Civil española, aunque claro, los adjetivos al papel de las figuras de la ‘Guerra Civil’ siempre se modificarán según el bando del al que pertenezca el narrador.

J. F. Lamata