11 noviembre 1976

Sorprendente agresividad en un periódico que tiene entre sus accionistas al principal líder de Alianza Popular, Manuel Fraga, compañero de López Rodó

El periódico EL PAÍS lanza un editorial contra Laureano López Rodó, dirigente de Alianza Popular y ex ministro durante la dictadura

Hechos

El 11.11.1976 el diario EL PAÍS publicó un editorial sobre D. Laureano López Rodó.

11 Noviembre 1976

El desarollo de López Rodó

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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Durante su estancia en Argentina, el ex ministro López Rodó ha hecho unas declaraciones interesantes:«El Gobierno que se constituyó después del asesinato del almirante Carrero, en diciembre de 1973, abandonó los planes de desarrollo y la política económica dejó de obedecer a criterios de previsión y racionalidad. » Y añade: «No basta con una política coyuntural: hay que acometer las indispensables reformas estructurales. »Otros medios informativos han recogido unas declaraciones de nuestro antiguo planificador, que habrá que dar por ciertas mientras no sean rectificadas. Según éstas, la crisis economica española es tan grave que difícilmente podrá el país hacer frente a sus compromisos de pagos exteriores en breve plazo.

No es verosímil pensar que un político, que ha tenido responsabilidades de Estado durante años, pueda cometer ligerezas verbales de este porte, cuando se habla en un país cliente de España y ante un auditorio extranjero. Por eso esperamos la rectificación del ex ministro y nos limitamos hoy a comentar sus primeras afirmaciones: éstas si tienen visos de autenticidad.

El señor López Rodó cree que hay que transformar unas estructuras que él no se atrevió a rozar cuando fue comisario y ministro del Plan durante once años (1962-1973). Su afán transformador resulta ahora con tradictorio y puede dar lugar a que alguien le recuerde que ya tuvo su oportunidad para acometer los cambios hoy añorados. El ex ministro aboga por la previsión y la racionalidad. Y, sin embargo, el hecho es que ninguno de los tres Planes se cumplieron. Faltó, no ya la racionalidad, sino la planificación propiamente dicha. El sector privado ignoró en su mayor parte las consignas. Pero el sector público -y esto es más grave- tampoco siguió las instrucciones, aunque fueran vinculantes. Por eso, muchos teóricos y empresarios coinciden en señalar que los Planes de Desarrollo de Laureano López Rodó eran simples operaciones de arbitrismo realizadas al amparo de la expansión europea. La economía de Occidente vivió en los sesenta una década tan pujante que España registró un gran progreso, aun a pesar de los Planes de Desarrollo. El señor López Rodó entendió la planificación como una ósmosis entre los intereses públicos y privados; ello produjo la burocratización de la economía nacional y una peligrosa falta de flexibilidad. En rigor, no se abordó una sola de las reformas estructurales que el país necesitaba. Y así, los tres Planes de Desarrollo se saldaron con un formidable déficit de Educación y de Sanidad, con el hundimiento del sector agrario y un gran vacío de equipamiento social que todavía padecen, diariamente, los españoles. Una parte importante de nuestros males económicos actuales tiene precisamente su origen en la imprevisión y la irracionalidad de los equipos que dirigió silenciosamente desde Castellana, 3.

En estas circunstancias, resulta problemático dar lec ciones o jugar al catastrofismo. Por que hay quien piensa que si el señor López Rodó se hubiera dedicado en las dos últimas décadas a su profesión, que es la enseñanza del Derecho Administrativo, sus alumnos hubieran podido beneficiarse de ello y, quizá, la economía española también. Hoy por hoy, sería mejor que el ex ministro se abstuviera de dar lecciones a los Gobiernos -ora argentino, ora español-, explicara su conducta de gobernante y defendiera las causas de la economía española cuando viaja al exterior.

12 Noviembre 1976

López Rodó y el desarrollo español

Laureano López Rodó

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En relación con el editorial de EL PAIS publicado ayer debo hacer las siguientes puntualizaciones:1. Se afirma que: «Otros medios informativos han recogido unas declaraciones de nuestro antiguo planificador, que habrá que dar por ciertas mientras no sean rectificadas.» Pues bien, estas supuestas declaraciones son totalmente apócrifas y han sido rectificadas por mí en carta al director del periódico aludido, cuya copia le acompaño, y que el citado periódico se ha negado a publicar, colocándome en la indefensión. Espero que no haga usted otro tanto.

2. Se afirma que «el señor López Rodó cree que hay que transformar unas estructuras que él no se atrevió a rozar cuando fue comisario y ministro del Plan durante once años (1962-1973)».

Los cambios de estructuras durante ese período han sido muy importantes y sobre ello existe abundante información estadística. Me limitaré a citar algunos datos.

Somos la décima potencia industrial del mundo, y esto no ha podido conseguirse sin reformas estructurales. Lo que ahora producimos no es lo mismo que hace doce años.

El porcentaje de la producción industrial respecto a la total, pasó del 30 al 41 %.

La población activa empleada en la agricultura bajó del 42 al 20%.

La participación del factor trabajo en la renta nacional se elevó del 50 al 64 %.

La transformación en regadío durante dicho período alcanzó la cifra de medio millón de hectáreas, la repoblación forestal cubrió un millón de hectáreas y la concentración parcelaria afectó a tres millones de hectáreas, y se acometió la importante obra de infraestructura del trasvase Tajo-Segura.

La estructura de la demanda de energía primaria acusa un descenso de la procedente de combustibles sólidos y la aparición del gas natural y de la energía nuclear.

En orden a la reestructuración industrial se ha llevado a cabo una importante acción en los sectores de la minería de hierro, hulla, siderurgia, construcción naval, textil, papel, piel y conservas vegetales, con apreciables resultados que están a la vista. En siderurgia se ha ordenado el sector «integral», hoy reducido a dos empresas y también el no integral mediante agrupaciones y asociaciones, lo que nos permite integrarnos sin temor en la CECA.

El sector del automóvil no se parece en nada al de hace doce años. Actualmente es la industria de síntesis más importante del país. Proporciona cientos de miles de empleos y exporta cifras considerables.

3. Se afirma en el editorial: «El hecho es que ninguno de los tres Planes se cumplieron.» Tan rotunda afirmación es inexacta. Basta con examinar las estadísticas para darse cuenta de que fue muy alto el índice de cumplimiento del Plan, llegando en la mayor parte de los sectores a alcanzar más del 90% de las previsiones. El Programa de Inversiones Públicas se cumplió en un 86%. Las producciones de energía eléctrica, refino de petróleo, acero, cemento, fertilizantes y otras producciones industriales básicas se han alcanzado con una desviación inferior al 5% respecto de lo programado.

4. Frente a la afirmación de que «los Planes de Desarrollo de Laureano López Rodó eran simples operaciones de arbitrismo realizadas al amparo de la expansión europea», está:

a) La opinión de las más prestigiosas organizaciones económicas internacionales, singularmente la OCDE y el FMI, que en sus informes anuales sobre nuestra economía han emitido juicios altamente favorables sobre los Planes españoles de Desarrollo.

b) Durante esos once años nuestro país ha avanzado ininterrumpidamente, sin que ni en un solo año la renta nacional haya decrecido respecto al anterior, mientras que otras naciones europeas. como Gran Bretaña, Italia, Francia e incluso la propia Alemania, han visto en uno o varios años disminuir su producto nacional. Además, la tasa de crecimiento medio anual de nuestra economía fue del 7%, muy superior a la tasa media anual de los países de Europa occidental, que fue del 4,8%. De otra parte, comparando con la serie histórica de nuestro propio país vemos que el medio siglo comprendido entre 19 10 y 1960 ofrece veintiún años de disminución de la renta, sin contar, como es lógico, los tres años de guerra civil.

5. He dicho repetidas veces que el protagonista del desarrollo ha sido el pueblo español. Es justo reconocer que gracias al esfuerzo de todos, la elevación del nivel de vida durante el período de la planificación resulta patente con la simple observación de los siguientes indicadores de bienestar:

La mortalidad infantil bajó de 34%o nacidos vivos en 1963 a 15%o en 1973. El consumo de carne por habitante pasó de 25 kilos en 1963 a 51 kilos en 1973, y el consumo de leche, de 63 a 89 litros en el mismo período. El número de automóviles por mil habitantes aumentó de 17 en 1963 a 98 en 1973, y el de televisores, de 26 a 179 entre ambos años.

Se han creado cuatro millones de nuevos puestos escolares y se han construido más de tres millones de viviendas.

En definitiva, durante esos once años, el país ha avanzado en todos los órdenes. Nunca se consiguió tanto en tal espacio de tiempo. El crecimiento económico alcanzado en un año de este período equivale al de cinco años del primer tercio de siglo. La renta por habitante, que en 1963 era de 450 dólares, se elevó a 1.841 dólares en 1973. Las exportaciones de mercancías se multiplicaron por diez, y dentro de ellas, el porcentaje correspondiente a productos industriales subió del 45 % en 1963 al 80% en 1973. Las reservas de divisas que en 1962 fueron de 1.067 millones de dólares, alcanzaron en 1973 la cifra de 6.800 millones.

No quiero cansar ni a usted ni a los lectores con más datos. Es tan evidente la transformación que experimentó España de 1962 a 1973, que haría falta estar ciego para no verlo. Cualquiera que se asome con ojos limpios de prejuicios a la realidad del país podrá corroborar la certeza del desarrollo español en la etapa planificadora.

No deja de sorprenderme que en el espacio de 48 horas varios periódicos, con sospechosa coincidencia, se hayan rasgado las vestiduras por la versión apócrifa de una conferencia mía en la que ofrecí unos datos sobradamente conocidos por haber sido divulgados con anterioridad por diversos economistas e incluso por miembros del Gobierno, a quienes esos mismos periódicos aplaudieron como exponentes de sano realismo en contraste con el «ominoso triunfalismo» de otras épocas.

17 Noviembre 1976

Desarrollo sin plan

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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El editorial que EL PAÍS le dedicó hace días, parece haber sugerido al señor López Rodó unas puntualizaciones que gustosamente hemos publicado. En ellas recurría a un largo rosario de cifras con el fin de inducir a que el lector sacase una conclusión falsa de unas premisas ciertas. Nadie niega el asombroso desarrollo económico de este país; pero nosotros, y otros muchos españoles, no comulgamos con la rueda de molino de que los planes del señor López Rodó hayan tenido la menor relación con ese acontecimiento.

Las Cifras que da el señor López Rodó están utilizadas con habilidad, por cuanto siendo ciertas ocultan los altos .costes económicos y sociales que las acompañaron y olvidan los posibles usos alternativos de los recursos generados con el esfuerzo de toda la sociedad española durante esos años. El desarrollo no puede lograrse sin producir desequilibrios; pero los planes del ex ministro tuvieron la rara virtud de combinar su inoperancia respecto al crecimiento económico con la manipulación del poder en favor de intereses privados concretos. Citemos, a título de ejemplo, los 66.000 millones de pesetas que de 1963 a 1973 concedió el Banco de Crédito Industrial a sectores prioritarios, polos, acciones concertadas, y demás; los casi 350.000 distribuidos en el mismo período a través de líneas de redescuento especial; los 120.000 que supuso la desgravación a la exportación sólo de 1970 a 1973; o los 5 1.000 millones de subvenciones a la inversión del II Plan. Habla el señor López Rodó de los cambios estructurales logrados en su etapa. No discutiremos que sus planes fueron instrumentales para reducir la mortalidad infantil; pero deseamos llamar la atención del lector sobre algunas cifras. Cierto que se crearon medio millón de hectáreas de regadío, pero al mismo tiempo el déficit de la balanza agrícola ha pasado del 3,2 % de la renta del sector en 1963, al 11, 1 % en 1973. Dice también el señor López Rodó que se han repoblado un millón de hectáreas, ¿pero qué fruto ha tenido esa repoblación cuando el porcentaje de madera importada sobre la consumida pasó del 31,5 % en 1962 al 48,3 % en 1973? Hablemos ahora del famoso trasvase Tajo-Segura. En 1967 se calculó el coste del metro cúbico de agua en una peseta; posteriormente se elevó a 3,20 pesetas. Suponiendo que una hectárea requiere unos 10.000 metros cúbicos, ello arroja un coste sólo de agua de 30.000 pesetas/ hectárea. ¿Qué cultivo, salvo quizá el horto-frutícola en sus mejores épocas, puede soportar tal coste? Pero hay más, la inversión calculada del trasvase oscila alrededor de los 3 1.000 millones de pesetas, y las hectáreas en regadío unas 90.000; un cálculo simple dice que el coste de la inversión por hectárea es de 345.000 pesetas. ¿Cómo justifica el señor López Rodó una inversión tres veces más cara que la puesta normal en regadío calculada en los planes de inversión pública?

Insiste el señor López Rodó en otra parte de su carta en el elevado cumplimiento de las previsiones contenidas en los Planes. Sentimos discrepar de sus afirmaciones. Recordemos que las viviendas terminadas durante el I Plan superaron en un 39 % las previstas; que mientras el II Plan se montó sobre un crecimiento real acumulativo del PNB del 5,5 y de la formación bruta de capital del 6,9 %, la realidad deparé incrementos medios del 6 y del 41,1 % respectivamente, al tiempo que de los 548.000 millones de pesetas de inversiones públicas sólo se materializaron 384.000. ¿Para qué seguir? Las divergencias se acumularon de tal forma que los objetivos del III Plan se reajustaron en 1974, estableciéndose el año como período de vigencia de un plan que, ¡afortunadamente, no ha tenido sucesores, como tampoco lo tuvieron las «señales de alerta».

En cuanto a los «juicios altamente favorables» emitidos por la OCDE y el FMI, el señor López Rodó no sólo se olvida de algunos francamente críticos, sino que hábilmente oculta la mecánica de dichos informes. Como muchos saben, los términos de los mismos son siempre, objeto de negociación entre la misión del organismo y el país examinado, de tal forma que se publica sólo una versión aguada de lo que el organismo internacional realmente piensa. Además, en sus años de comisario y ministro, el señor López Rodó no escatimó jamás presiones para conseguir que la opinión de las «prestigiosas organizaciones» fuera favorable a sus planes.

No entremos en el terreno de las comparaciones internacionales, como tampoco nos referiremos a las «profundas transformaciones» que ha supuesto un arancel-escandalosamente proteccionista, a la inflación acelerada, ni al gran sentido de justicia social que anima nuestro sistema fiscal.

Para concluir sólo nos resta asentir con el señor López Rodó cuando señala la «transformación que experimenté España de 1962 a 1973″. Durante esos años hubo en nuestro país desarrollo, pero no hubo Plan. La economía creció porque el pueblo español tuvo fe en sí mismo y en la posibilidad de mejorar mediante un esfuerzo tenaz que nada debió al señor López Rodó. España ha llegado a ser la décima potencia industrial del mundo porque sus gentes trabajaron para conseguir un bienestar económico que ya hace años comenzó a exigir una contrapartida de libertad política que resueltamente le han negado quienes, como el señor López Rodó, habiendo sido obispos del franquismo, aspiran ahora a convertirse en cardenales de la democracia.