30 enero 1967

El diario MADRID, un periódico cada vez más próximo a la oposición, desde que lo controla Rafael Calvo Serer

El TOP pide un año de cárcel contra el periodista del diario MADRID, Miguel Ángel Aguilar por un editorial sobre las Universidades

Hechos

  • El periodista D. Miguel Ángel Aguilar fue objeto de una querella por parte del ministerio fiscal por un artículo sobre las protestas universitarias. El Tribunal de Orden Público pidió 1 año de cárcel contra él que, finalmente, no se hizo efectivo.

Lecturas

El diario que más hinchó las narices al franquismo fue el MADRID.  Tras ser vendido por don Juan Pujol a FACES – sociedad vinculado al Opus Dei – con el apoyo del Banco Popular aquel vespertino había acabado en las manos del miembro del Opus don Rafael Calvo Serer, que compró la mayor parte de las acciones de FACES (1966) y se convirtió en su editor.

El Sr. Calvo Serer designó a don Antonio Fontán como director. La redacción se llenó de periodistas jóvenes que no eran precísamente entusiastas del franquismo, como don José Oneto o don Miguel Ángel Aguilar.

“El diario MADRID intenta explorar las posibilidades que la ley Fraga abría, y eso, naturalmente, no gustaba”, indica don Miguel Ángel Aguilar, que fue redactor jefe de ese periódico, al ser preguntado por LA HEMEROTECA DEL BUITRE, pero “Fraga quería ser el administrador de la apertura, intentaba amedentrar a los periódicos”.

En lo que se refiere a D. Antonio Fontán, también consultado por un miembro de LA HEMEROTECA, reconocíó que el diario tenía un proyecto político: “Queríamos despertar un cambio. Fuimos, por ejemplo, el primer periódico en hablar de Comisiones Obreras y cuando Marcelino Camacho estaba en la cárcel, su hijo estuvo trabajando en MADRID”.

El primer problema serio se produjo el 30 de enero de 1967 cuando MADRID publicó el editorial “La protesta no es siempre moralmente condenable” redactado por don Miguel Ángel Aguilar sobre universitarios. “Por ese editorial se me abre un proceso ante el Tribunal de Órden Público, el TOP”.

La protesta no es siempre moralmente condenable

Estas protestas son condenables cuando son subversivas de un estado de derecho que ofrece otras vías para efectuarla. Pero no lo son tanto si la protesta no encuentra otro cauce que el aparentemente subversivo. No se puede decir a estas alturas que estos estudiantes y obreros están movidos exclusivamente por agitadores comunistas a las órdenes del extranjero, porque ello puede ser un error, a la larga, funesto. Urge, pues, reconocer dentro de la ley el pluralismo de los distintos criterios y pareceres. (Don Miguel Ángel Aguilar, MADRID, 30-1-1967)

El MADRID no sólo no se dejó intimidar sino que siguió publicando referencias a los desórdenes universitarios.

 

El Análisis

UNA NUEVA OPOSICIÓN: FRANCO ANTES SÍ, PERO AHORA NO

JF Lamata

El diario MADRID de D. Rafael Calvo Serer no se limitaba a defender la apertura económico y el libre mercado capitalista, también quería una reforma política: que la dictadura del General Franco diera paso a una monarquía parlamentaria. No en balde, tanto el Sr. Calvo Serer, como el director del diario MADRID que había escogido, D. Antonio Fontán, eran, además de miembros del Opus Dei, miembros del llamado ‘Consejo Privado de Don Juan de Borbón’, que defendían una monarquía parlamentaria encarnada en el Conde de Barcelona y no en su hijo, Don Juan Carlos, bien situado en el entorno del Pardo. En ese empeño no estaba el MADRID sólo, le acompañaban los periódicos de PESA – también vinculados al Opus Dei – los diarios EL ALCÁZAR y NUEVO DIARIO.

Lo más destacado de la línea de la prensa opusdeista fue que eran ‘opositores’ al franquismo, pero legitimando su utilidad en el pasado. El Sr. Calvo Serer había sido miembro del Movimiento Nacional y todo ese sector mediático opusdeista habían estado con la derecha acaudillada por Franco durante la Guerra Civil española y los primeros años del régimen. Por tanto ahora, no defendían derribar al dictador y retornar al pasado. No, incluso consideraban acertada la dictadura en el pasado, lo que consideraban es que su tiempo había acabado, que debía retornar el parlamentarismo y los partidos. El dictador no estaba a favor de irse, y el diario MADRID optaría por no quedarse callado, y de ahí, el artículo que marcaría un antes y un después en el periodismo: ‘Retirarse a Tiempo. No al General De Gaulle‘.

J. F. Lamata