6 noviembre 1928
Tres triunfo consecutivo del Partido Republicano tras Harding y Coolidge
Elecciones EEUU 1928 – Herbert Hoover (Partido Republicano) elegido nuevo presidente
Hechos
Las elecciones fueron el 6.11.1928.
Lecturas
Se mantiene la tendencia favorable al Partido Republicano en Estados Unidos, que ya ganó las elecciones de 1920 y las elecciones de 1924.
El candidato del Partido Republicano (GOP), Herbert Hoover, se ha impuesto por amplia mayoría en las elecciones presidenciales y se ha convertido en el 31º presidente de Estados Unidos de América.
Hoover obtuvo 12 millones y medio de votos contra 9.472.559 de su oponente, el demócrata Alfred Smith. De esta manera, el candidato republicano se ha asegurado el apoyo de 444 de los 531 compromisarios. Nacido en Iowa en 1874, Hoover proviene de una familia de cuáqueros y quedó huérfano muy pronto.
Es un ‘hombre que se ha hecho a sí mismo’: tuvo que trabajar como recadero y camarero para pagarse los estudios. Tras graduarse como ingeniero de minas y conseguir una considerable fortuna, durante la Primera Guerra Mundial se ocupó de la repatriación de los estadounidenses sorprendidos en Europa por el conflicto, y luego del avituallamiento de las regiones invadidas de Bélgica y Francia.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial fue designado secretario de Comercio por la administración republicana.
Durante su mandato se producirá el ‘Crash de la Bolsa de Wall Street‘.
Las siguientes elecciones están previstas para 1932.
El Análisis
Con la victoria de Herbert Hoover sobre el demócrata Alfred E. Smith, el Partido Republicano consolida su hegemonía sobre la política estadounidense, prolongando una era de prosperidad y aparente equilibrio económico. Hoover, ingeniero, administrador brillante y símbolo del ascenso social, supo encarnar el optimismo del ciudadano medio tras una década marcada por el crecimiento industrial, la especulación bursátil y la expansión del consumo. Frente a él, Smith, gobernador de Nueva York, católico y de origen humilde, no logró superar los prejuicios del interior protestante ni convencer a un país aún reacio a cambiar de timón.
El mensaje de Hoover fue claro: no tocar lo que está funcionando. Defensor del capitalismo autorregulado, la mínima intervención estatal y el “american way of life”, su campaña prometía mantener el curso de los felices años veinte, donde los récords de Wall Street eclipsaban cualquier señal de alarma. El pueblo votó mayoritariamente por continuar esa travesía sin mirar hacia los riesgos crecientes: la especulación descontrolada, el endeudamiento masivo de los hogares y la fragilidad agrícola quedaban opacados por la ilusión de una riqueza sin límites.
Sin embargo, esta elección podría quedar en la historia no solo por la figura de Hoover o el avance simbólico de Smith como primer candidato católico de un gran partido, sino por marcar el cénit de una burbuja. La política del “laissez faire”, tan rentable hasta ahora, podría estar sembrando los cimientos de un colapso que ningún optimismo podrá frenar. Si el nuevo presidente no sabe ver más allá del brillo del presente, su mandato podría transformarse en el rostro de una catástrofe anunciada.
J. F. Lamata