18 marzo 1977

El origen era un artículo en el diario de PRISA contra los dirigentes de Alianza Popular

Gonzalo Fernández de la Mora replica al diario EL PAÍS por asegurar que había participado en un acto contra el Rey Juan Carlos

Hechos

El 18 de marzo de 1977 D. Sergio Vilar publicó en EL PAÍS el artículo ‘No aprenden’.

18 Marzo 1977

No aprenden

Sergio Vilar

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Y eso que entre la derecha civilizada y la izquierda civilizadora hacemos todo lo que podemos… Pero no aprenden. Para facilitar la evolución democrática de los antiguos franquistas, son diversos los dirigentes civilizados de la derecha que han escrito numerosos artículos con el fin de intentar hacer razonar a quienes se encastillan en viejas gestas. Con el mismo objetivo, los partidos socialistas y comunistas han moderado considerablemente sus posiciones. Y a pesar de todo ello, un sector de franquistas sigue hablando del viejo lenguaje bélico.Tan poco aprenden, que continúan utilizando las fórmulas tópicas de los años veinte y treinta. O bien se trata de la resultante verbal-conceptual de un vínculo anquilosado con el pasado, que tal vez ellos consideran insuperable. Pero esa grave falta (le superación del pasado constituye una tentativa de secuestro del goce social de la democracia.

Lo único que cabe agradecerles a los inflamados oradores de la Alianza Popular es claridad con la que dejan traslucir su pensamiento político. Los estudiosos del fascismo y del nazismo saben perfectamente qué quieren decir Fraga, López Rodó, Silva y compañía cuando piden un «Estado fuerte» y se proponen de nuevo «salvar a España». Es la terminología clásica en «jefes» como Mussolini, Hitler y Franco.

No es la primera vez que los dirigentes de la Alianza Popular se expresan de análoga manera. De ahí que cada día sea más significativo. Gonzalo Fernández de la Mora, que ha participado en una manifestación en la que se dieron gritos contra Juan Carlos I ya anunció hace semanas que si ellos llegan al Poder nos tocarían otros «cuarenta años de paz». López Rodó también ha comentado en otra ocasión que «un golpe de Estado no hace ninguna falta». O sea que, si «hicera falta»… La última vez que Fraga ocupó una parcela de poder, su comportamiento y su lenguaje fueron los típicos de los señores feudales: – «La calle es mía … », «Estos son mis prisioneros … »

No aprenden, y quizá ni siquiera se enteran de que en la mayoría de países de la Europa :occidental hace muchas décadas que se pasó del Estado feudal-absolutista al Estado liberal burgués. Acaso tampoco saben que los dirigentes políticos europeos ya no confunden al Estado con. un patrimonio particular, de tal familia o de tal conjunto de clanes, y que por tanto cuando ejercen funciones públicas, evitan caer en caprichos privados.

En el congreso de Alianza Popular se ha pretendido sostener otros puntos de vista que son un sorprendente desafío al sentido común. Por ejemplo, los de la ponencia sobre la situación económica, presentada por Luis Bonhome en la que se dice que «el marxismo es el principal obstáculo para la recuperación económica»’. Inmediatamente me acuerdo de un cartel de Acción Popular (el partido madre de la CEDA) en el que se leía: «Acción Popular da trabajo» y debajo un slogan de ataque: «El marxismo produce paro.» Lo dicho: el pensamiento -político de los fraguistas-franquistas sigue siendo ,una reproducción de la ideología de la derecha de los años treinta.

En Europa la derecha no se atreve a decir enormidades semejantes. La burguesía europea sabe perfectamente que para continuar avanzando tiene que hacer concesiones a los trabajadores. La prueba está en que casi por todas las latitudes de los países altamente industrializados se buscan unas u otras formas de compromiso económico y político con los partidos y sindicatos-socialistas y comunistas.

Ese tal vez es el fondo de la cuestión, el grave problema que ancla la ideología de los dirigen tes de la Alianza Popular en el pasado que aspiran a la dominacion en una sociedad orientada a satisfacer exclusivamente los privilegios de las minorías. Lo cual es una vía política contraria al progreso . Una vía que afecta también negativamente, al menos a largo plazo, a las clases dominantes. Porque no puede haber progreso si de él no resultan beneficiadas todas las clases sociales..

En Francia, donde las organizaciones marxistas son mucho más poderosas que en España, la crisis económica es menos grave y su recuperación se hará, más rápidamente y en mejores condiciones. No, de ningún modo: la crisis del capitalismo español no se debe principalmente al marxismo. Si ustedes, Fraga, López Rodó y ,compañía lo saben realmente y sin embargo lo ocultan tras una fraseología de primario, antichovinismo, están ustedes conduciendo tal vez a algunos empresarios hacia posturas falsas. Si tampocó.están ustedes enterados de ello verdaderamente. tienen us tedes: muchísimas cosas que aprender. Tantas que ustedes ni ,siquiera pueden ser útiles a la gran burguesía española para dirigir una nueva etapa de desarrollo del capitalismo coterráneo.

19 Marzo 1977

Gonzalo Fernández de la Mora, monárquico notorio

Gonzalo Fernández de la Mora

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En el número de EL PAIS correspondiente al día 18 de este mes, se publicó un artículo firmado por S. Vilar, que con espíritu muy paternalista y pretencioso, titula «No aprenden», y en el que, entre otras cosas, se escribe: «Gonzalo Fernández de la Mora, que ha participado en una manifestación en la que se dieron gritos contra Juan Carlos I.»Es absolutamente falso que yo haya participado en una manifestación en la que se diesen gritos contra don (yo no le suprimo el tratamiento) Juan Carlos I. Asistí a un funeral por unos policías asesinados y ni participé, ni siquiera tuve ocasión de ver la manifestación, que según leí en algún periódico, se organizó después de que muchas personas, entre las que me encontraba, hubiéramos abandonado no ya el recinto de la iglesia, sino el barrio en que se encuentra la misma.

Es grave que, sin fundamento, se acuse de un acto delictivo -el de atacar al Rey- a un ciudadano; pero es mucho más grave, cuando a ese ciudadano le caracteriza. un monarquismo notorio, expreso, ratificado en decenas de declaraciones, discursos y artículos, desde su primera juventud, ya que entonces fue encarcelado y multado por gritar, lo que no ha cesado de gritar desde entonces: ¡Viva el Rey!

Y es un sarcasmo, que se insinúe mi insuficiente monarquismo por quien, hasta ahora, no se había caracterizado por una adhesión expresa a la forma monárquica de Gobierno, ni a la persona de quien hoy lo encarna.

Es malo seguir lanzando, como el calamar, tinta enturbiadora.

Siempre he estado a favor de los escritores verdaderos y esclarecedores, porque sólo de ellos se aprende algo; pero no es este el caso del artículo replicado.

27 Abril 1977

Fernández de la Mora nunca fue encarcelado

Tomás Pita

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La carta de Gonzalo Fernández de la Mora, publicada el 19 de marzo, da una versión de hechos en los que no sólo fui espectador, sino actor, que no se ajusta a lo realmente sucedido: dice Gonzalo que «.fue encarcelado y multado por gritar .¡Viva el Rey!» La verdad es que fue detenido en el cine Callao, de Madrid, por haber lanzado cientos de octavillas desde la primera fila de los sillones de entresuelo al patio de butacas . Ocupábamos dicha fila Alfonso Selva Alegre, en el ala derecha; Gonzalo, con la que después fue su mujer, en el centro, y yo a la izquierda, con la hermana de Gonzalo. Los tres hicimos la misma «hazaña» al terminar la pelicula y antes de dar las luces. Alfonso y Gonzalo, no obstante, fueron vistos por un acomodador, que ya no los dejó salir hasta que vino la policía; mientras que yo pude «escurrir el bulto», quizá porque hice el trabajo más disimuladamente.Tampoco es exacto lo de haber sido. encarcelado, sino que estuvo detenido en la Dirección General de Seguridad hasta cumplir el tiempo fijado en el Fuero de los Españoles. Precisamente le visité allí por dos veces.

Lo que no tiene duda es que por aquel entonces Gonzalo era uno de los más fervorosos partidarios de la posición política del conde de Barcelona, habiendo hecho mucha propaganda del célebre Manifiesto de Lausanne. Aunque en tiempo y ya en fecha más próxima discrepase de la línea política de don Juan, e incluso abandonara el consejo privado antes de su disolución.

El Análisis

El País contra Alianza Popular

JF Lamata
En marzo de 1977, Gonzalo Fernández de la Mora, exministro franquista, ideólogo tecnócrata y fundador de Alianza Popular (AP), envió una carta al director de El País, publicada el 22 de marzo, en respuesta a un artículo de Sergio Vilar titulado “No aprenden” (18 de marzo) y otro de Tomás Pita, ambos críticos con AP. La carta refutaba la acusación de Vilar de que Fernández de la Mora había participado en una manifestación contra el rey Juan Carlos I, tachándola de “absolutamente falsa” y exigiendo una rectificación. Este episodio, el cuarto en pocos meses en el que líderes de AP—Manuel Fraga, Licinio de la Fuente, Laureano López Rodó y ahora Fernández de la Mora—han tenido que replicar a El País, evidencia una sorprendente agresividad del diario hacia la coalición conservadora. Esta hostilidad resulta aún más llamativa considerando que Fraga, líder de AP, es accionista minoritario de El País, lo que sugiere que el director, Juan Luis Cebrián, busca marcar distancias con AP para consolidar la identidad progresista del diario en la víspera de las elecciones de junio de 1977.

El artículo de Vilar en El País acusaba a AP de aferrarse a un “viejo lenguaje bélico” propio de los años 20 y 30, asociando a Fernández de la Mora, Fraga, López Rodó y Federico Silva Muñoz con el fascismo de Mussolini, Hitler y Franco. Vilar señalaba que Fernández de la Mora, en una supuesta manifestación donde se gritó contra Juan Carlos I, había prometido “otros cuarenta años de paz” si AP llegaba al poder, insinuando un continuismo autoritario. Tomás Pita, en otro artículo, alertaba contra el riesgo de que AP, al ganar las elecciones, aplicara un “rodillo” para imponer un “Estado fuerte” que marginara a la oposición, citando declaraciones de Fraga y López Rodó. Ambos textos pintaban a AP como una amenaza a la democracia naciente, utilizando un tono paternalista que, según Fernández de la Mora, destilaba “desdén” y “pretenciosidad.” En su carta, Fernández de la Mora no solo desmintió su participación en cualquier acto antimonárquico—reafirmando su lealtad a Juan Carlos I, a quien había servido como diplomático—, sino que acusó a El País de practicar un “juego sucio” al difamar a AP con falsedades, exigiendo pruebas o una rectificación.
La agresividad de El País hacia AP, reflejada en los artículos de Vilar y Pita, es notable no solo por su frecuencia—cuatro réplicas de líderes de AP en meses—, sino porque Fraga, como accionista minoritario, podría haber esperado un trato más favorable. Sin embargo, Cebrián, consciente de que El País debía consolidarse como un diario progresista e independiente para competir con Diario 16 y ABC, parece haber optado por atacar a AP para desmarcarse de cualquier percepción de connivencia con el franquismo. Fernández de la Mora, autor de El crepúsculo de las ideologías (1965) y defensor de la tecnocracia franquista, era un blanco fácil por su pasado como ministro de Obras Públicas (1970-1974). En este marzo de 1977, la carta de Fernández de la Mora no solo defiende su honor personal; evidencia el esfuerzo de AP por combatir una campaña mediática que, desde El País, busca retratarla como una reliquia autoritaria, mientras Cebrián posiciona su diario como la voz de una España que, a las puertas de las elecciones, rechaza el espectro del pasado franquista.
J F Lamata