13 febrero 2017

Pablo Echenique (Secretario de Organización, del sector 'pablista') supera en votos a Íñigo Errejón en la lista para el Consejo Ciudadano estatal

II Asamblea de Podemos: La estrategia de Pablo Iglesias derrota holgadamente a la propuesta por Íñigo Errejón

Hechos

El 12.02.2017 se clausuró la II Asamblea de Podemos en Vistalegre.

Lecturas

La II Asamblea de Podemos se celebró en un ambiente de división mucho mayor al de la I Asamblea de 2014. La siguiente Asamblea se celebraría en 2020 en un ambiente de mayor unanimidad.

Los días 11 y 12 de febrero de 2017 se celebra en Vistalegre la II Asamblea de Podemos en un ambiente de mucha mayor división por los enfrentamientos del secretario general D. Pablo Iglesias con su hasta ahora secretario de política D. Íñigo Errejón, especialmente acrecentados desde septiembre de 2016.

En Visalegre III se enfrentan tres facciones para ocupar los puestos del Consejo Ciudadano del partido: sector pablista (que presenta una candidatura al Consejo Ciudadano con el slogan ‘Podemos para Todas’ encabezada por D. Pablo Iglesias Turrión y D. Pablo Echenique Robba), el sector errejonista (que presenta una candidatura al consejo ciudadano llamado ‘Recuperar la Ilusión’ encabezad apor D. Íñigo Errejón Galván) y ña candidatura del sector anticapitalista (que se presenta con el lema ‘Podemos en Movimiento’).

Aunque D. Íñigo Errejón Galván no se presenta como candidato a secretario general de Podemos (el úncio rival de D. Pablo Iglesias Turrión para ese cargo es el militante de base D. Juan Moreno Yagüe), el Sr. Iglesias Turrión anuncia que si su candidatura al consejo ciudadano de Podemos no logra la mayoría, abandonará el cargo de secretario por sentir no respaldada su estrategia.

Votación al Consejo Ciudadano:

  • Candidatura de D. Pablo Iglesias Turrión «Podemos para Todas» – 80.315 votos (60%) – 37 personas en el Consejo Ciudadano Estatal.
  • Candidatura de D. Íñigo Errejón Galván «Recuperar la ilusión» – 46.624 votos (37%) – 23 personas en el Consejo Ciudadano Estatal.
  • Candidatura de D. Miguel Urbán Crespo y Dña. Teresa Rodríguez-Rubio Vázquez «Podemos en movimiento» (Anticapitalistas) – 11.165 votos (3%) – 2 personas en el Consejo Ciudadano Estatal.

Votación al cargo de Secretario General:

  • Pablo Iglesias Turrión – 128.742 votos
  • Juan Moreno Yagüe – 15.772 votos

Este resultado supone un amplio triunfo para D. Pablo Iglesias Turrión y una importante derrota política para D. Íñigo Errejón Galván. En la votación por listas abiertas para el Consejo Ciudadano el más votado fue D. Pablo Iglesias Turrión (8.008.823 puntos) y el segundo más votado D. Pablo Echenique Robba (6.007.929), que seguirá siendo el secretario de Organización de Podemos, quedando en tercer lugar el nombre del Sr. Errejón Galván (5.875.181 puntos).

VOTACIÓN AL CONSEJO CIUDADANO:

  • – Candidatura de D. Pablo Iglesias «Podemos para Todas» – 80.315 votos (60%) – 37 personas en el Consejo Ciudadano Estatal.
  • – Candidatura de D. Íñigo Errejón «Recuperar la ilusión» – 46.624 votos (37%) – 23 personas en el Consejo Ciudadano Estatal.
  • – Candidatura de D. Miguel Urbán y Dña. Teresa Rodríguez»Podemos en movimiento» (Anticapitalistas) – 11.165 votos (3%) – 2 personas en el Consejo Ciudadano Estatal.

VOTACIÓN A SECRETARIO GENERAL:

  • D. Pablo Iglesias – 128.742 votos
  • D. Juan Moreno Yagüe – 15.772 votos

NUEVA PORTAVOZ EN EL PARLAMENTO:

 Una de las primeras decisiones del nuevo Consejo Político de Podemos ha sido destituir a D. Íñigo Errejón como portavoz de Podemos en el parlamento reemplazándolo por Dña. Irene Montero, pareja de D. Pablo Iglesias. El Sr. Iglesias ofrece al Sr. Errejón ser candidato de Podemos a la presidencia de Madrid.

13 Febrero 2017

Podemos se radicaliza

EL PAÍS (Director: Antonio Caño)

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La victoria de Iglesias obliga al PSOE a trabajar como única alternativa

La victoria de Pablo Iglesias en el congreso de Podemos concluido ayer en Madrid confirma que la formación morada continuará el camino ideológico y estratégico seguido hasta la fecha. Su continuidad, sumada a la amplitud de los apoyos recibidos por sus propuestas programáticas, apuntala el Podemos más reacio a la participación en la vida institucional y parlamentaria que venimos viendo hasta la fecha.

Triunfa pues el Podemos más radical y contestatario que se concibe a sí mismo como un movimiento populista que apoyándose en la fuerza de la movilización social y de la calle aspira a impugnar el orden establecido. Y sale derrotado el Podemos que muchos votantes contemplaron como una nueva formación que aspiraba a captar a los votantes de otros partidos, fundamentalmente socialistas, pero también abstencionistas que debido al auge de la desigualdad y los escándalos de corrupción habían dejado de sentirse adecuadamente representados por las fuerzas políticas existentes.

Esa derrota lo es también y sin paliativos del actual número dos y portavoz parlamentario, Íñigo Errejón, que ha intentado, sin éxito, convencer a los inscritos de la necesidad de moderar los planteamientos del partido e insertarlo eficazmente en las instituciones para así ganar credibilidad como fuerza de gobierno y ensanchar la base de apoyo electoral en unos próximos comicios. Que los malos resultados electorales que Podemos registró en junio de 2016, cuando la negativa a pactar con el PSOE y la alianza con Izquierda Unida le llevaron a perder más de un millón de votos, demuestren que las tesis del bloque liderado por Errejón tenían más recorrido político y electoral no hace sino ahondar en la conocida paradoja de que los militantes de los partidos, más ideologizados, raramente suelen coincidir en sus preferencias con las de los votantes de los mismos partidos, más pragmáticos.

Pero si algo resulta evidente del refrendo estratégico logrado ayer por Iglesias es que el PSOE no podrá contar con Podemos para gobernar, ni siquiera como apoyo parlamentario. Los socialistas quedan así situados como único partido de centro-izquierda con posibilidades de gobernar. Una soledad que ineludiblemente les obliga tanto a reunir un liderazgo unificador desde el punto de vista interno y que a la vez apele a amplias capas de la población como a poner en marcha un programa de gobierno creíble y de futuro que recupere los votos perdidos tanto hacia Podemos como hacia la abstención.

13 Febrero 2017

La victoria clara de Iglesias no sella la división de Podemos

EL MUNDO (Director: Pedro G. Cuartango)

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Vistalegre II, la segunda Asamblea ciudadana en la todavía corta historia de Podemos, se presentaba como un choque de trenes entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Pues bien, la incuestionable victoria en las votaciones deja al primero como rotundo vencedor. Iglesias se ha hecho con el 60% de los puestos en el comité de dirección de la formación morada. Y ha logrado sacar adelante sus documentos con más del 50% de los votos, frente al 33% de Errejón. Ahora bien, tanto se habían enconado las posiciones entre los dos dirigentes que sólo podía quedar uno. Y de ahí que estos resultados no puedan ocultar lo debilitado que sale Podemos. Iglesias tiene carta blanca para imponer sus directrices y el modelo presidencialista que buscaba, pero también se evidencia una contestación de casi cuatro de cada 10 simpatizantes. Y el sector capitaneado por Errejón queda tan tocado que las apelaciones a la «unidad» de ayer suenan huecas y casi imposibles.

El futuro de Errejón es ahora mismo la gran incógnita. Se puso a disposición del líder en un tono que no disimulaba el pesimismo y asumió que los cargos que ocupa están en el aire. Pero siendo este asunto importante por su simbolismo y piedra de toque de cuán profunda es la herida en Podemos, todavía más relevante es cómo van a coexistir a partir de ahora sectores de la formación con estrategias radicalmente opuestas.

Vistalegre II ha consagrado el giro izquierdista del partido, ha reforzado su espíritu antisistema y ha impuesto la línea dura en los modos y discursos. Así, tras los sones de L’Estaca, de Lluís Llach, Rafael Mayoral cerró el cónclave con un «¡Nos vemos en las calles!», exultante por el triunfo de quienes como el propio Iglesias llevan meses defendiendo la necesidad de radicalizarse y redoblar la acción callejera, en protestas y manifestaciones. Frente a ellos, los más moderados, como Errejón, aspiraban a que Podemos madure y ponga el énfasis en el papel institucional que hoy le corresponde por su número de escaños. En fechas recientes, el número dos admitía que con el actual discurso de Iglesias «no se puede ganar al PP». Aun así, éste sigue siendo percibido por la mayoría de los simpatizantes, igual que hace tres años, como el único timonel posible, como se ha demostrado. Pero el proceso de discusión, con desencuentros plagados de descalificaciones e insultos en un espectáculo público lamentable en las últimas semanas, deja hoy al partido profundamente dividido y en riesgo de una posible escisión.

Evitar esto último y recomponer puentes es justamente la tarea más urgente en la que se tiene que emplear Iglesias. Y, por ello, se encuentra ante la paradoja de que Vistalegre II le ha reforzado como líder y consolidado todos sus superpoderes como secretario de la organización -el principal enfrentamiento con Errejón radicaba justamente en que éste pretendía acotarle las prerrogativas-, y, sin embargo, cometería un gravísimo error si cayera en la tentación de dirigir Podemos como un autócrata porque ya sabe que muchos de los suyos no están dispuestos a acompañarle en un viaje cesarista.

Iglesias tiene además otro claro problema que vienen detectando las encuestas: el riesgo de caer en la irrelevancia política. Podemos ha perdido el fuelle ilusionante con el que nació hace tres años -su fulgurante éxito puso patas arriba sin duda alguna la política española-. Y en los últimos tiempos la formación se ha autoexcluido del juego de permanente negociación interpartita que exige una legislatura como ésta, con un Gobierno en minoría y un Parlamento tan fragmentado. Ese escoramiento a la radicalidad y a los márgenes del sistema le sirve claramente a Iglesias para mantener prietas las filas de sus bases más ideologizadas, pero le lleva a desconectarse de amplias capas de la población española, máxime si la recuperación económica sigue su curso actual. Así las cosas, se antoja harto difícil que el Podemos salido ayer de Vistalegre pueda lograr su objetivo de sustituir como partido hegemónico de la izquierda al PSOE, siempre y cuando éste ponga fin a su crisis interna, y se recomponga y rearme ideológicamente.

12 Febrero 2017

Iglesias arrasa a Errejón

Ignacio Escolar

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La victoria interna de Pablo Iglesias es indiscutible y apabullante. El secretario general de Podemos gana de largo, e incluso Pablo Echenique queda por delante en votos de Íñigo Errejón. Iglesias tiene la mayoría absoluta en los documentos y en el consejo ciudadano por un porcentaje muchísimo mayor a esos apenas dos puntos que separaron a Iglesias de Errejón en la consulta de diciembre. El exnúmero dos del partido –hoy probablemente perderá esa condición– mantiene un tercio del apoyo de los militantes, un porcentaje que es mucho para una corriente interna pero insuficiente para desafiar el liderazgo de Iglesias.

Los votantes piden a los partidos dos cosas contradictorias: que haya debate interno y que haya unidad interna. En Podemos han demostrado ya que de debate interno van sobrados. A pesar de los excesos de esta última semana, donde las cuestiones personales han sido un eje fundamental, nadie puede negar que haya existido una discusión real sobre la estrategia y el rumbo político en Podemos, que contrasta con la opacidad y la falta de debate en otras formaciones. Ahora la prioridad del reelegido secretario general debería ser la unidad.

Para lograrlo, una de las claves será la configuración de su nueva ejecutiva y con las portavocías. Casi todos dan por hecho que Errejón dejará de ser el secretario político de Podemos, pero la gran pregunta es si seguirá como portavoz en el Congreso de los Diputados, o si Iglesias “feminizará” el puesto –como ha dicho en varias entrevistas–, situando a Irene Montero como nueva portavoz.

Iglesias y los suyos tienen votos y argumentos suficientes como para imponerse en toda la organización, cosa que sin duda harán. Para lglesias, es clave controlar los cargos medios del partido, el aparato, los asesores… un ejército que hasta este domingo era en su mayoría fiel a Iñigo Errejón, que fue quien lo montó. Pero se equivocarán completamente si, tras Vistalegre 2, empieza una purga interna que acaba con Inigo Errejón, con Pablo Bustinduy, con Rita Maestre… con unos dirigentes cuya salida sin duda debilitaría electoralmente a Podemos si se llega a producir. Errejón representa a un 33% de los militantes. ¿Y de los votantes? No creo que sea un porcentaje inferior.

Cara al futuro electoral de Podemos, el resultado de hoy sin duda tendrá consecuencias. ¿Perderá Podemos el voto de esa izquierda más moderada a la que seducía Errejón? ¿Recuperará votantes Podemos por «volver a hablar claro», como defiende Iglesias? No se sabe, porque dependerá también de lo que pase con los demás partidos y también de lo que haga a partir de ahora Podemos. Está por ver si se cumple o no ese pronóstico por parte de los errejonistas de que el nuevo equipo dirigente llevará al partido a la pureza de izquierdas y también a perder votos. Pero si realmente eso ocurre, y la historia le da a Errejón la razón, el hoy derrotado tendrá en el futuro más argumentos para ganar. Nadie podrá decir que no avisó.

Iglesias planteó Vistalegre 2 como un plebiscito y sin duda se habría ido de haber perdido esta votación. La apuesta era a doble o nada y la ha ganado: el aumento en la participación frente a la consulta de diciembre –donde quedaron en un ajustado 41%-39%– ha sido a su favor.

En Vistalegre hoy hay un claro ganador, Pablo Iglesias. Suya es la victoria, suyo es el poder y suya es a partir de ahora la máxima responsabilidad de una tarea urgente para garantizar el futuro de Podemos: volver a unir a un partido que hoy está dividido, una división que también llega hasta su electorado y simpatizantes, no solo a sus dirigentes y militantes.

12 Febrero 2017

Luces largas tras Vistalegre

Jesús Maraña

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La Asamblea Ciudadana de Podemos que aquí bautizamos como Vistatriste ha concluido con una contundente victoria de Pablo Iglesias. La fractura que había estallado hace un año entre Iglesias y Errejón, originada en diferencias de calado político pero trufada de desengaños y traiciones personales, se ha saldado en un plebiscito que ha batido récords de participación y que fortalece al secretario general y al equipo que le rodea. Las victorias son a menudo más difíciles de administrar que las derrotas. Si además de Iglesias ha ganado o no Podemos es una duda que sólo el paso del tiempo podrá despejar. Por el momento, disponemos de datos para apuntar algunas conclusiones:

1.- La proclama unánime coreada en el recinto de Vistalegre ha sido la de “unidad”, apellidada por Iglesias con el añadido de “humildad” y por Errejón con el de “pluralidad”. La diferencia no es un simple matiz. Está claro que muchos votantes de Podemos han identificado más la “unidad” del proyecto con Pablo Iglesias que con Errejón. Así lo buscó el propio secretario general cuando reiteradamente advirtió que si perdía se iría, mientras su número dos limitó el órdago a competir por el poder en el Consejo Ciudadano y por la hoja de ruta política a seguir. Iglesias apostó al “todo o nada”, y el resultado indica que ha ganado la apuesta. Administrar el “mandato de unidad” desde la “humildad” podría hacer pensar en una disposición a integrar, pero para ello es cierto que habría que situar en primer término el respeto a la “pluralidad”, en este caso representada por el “errejonismo”, que ha logrado 23 de las 62 plazas de ese Consejo, y por Anticapitalistas, que ha conseguido dos. El propio Miguel Urbán, fundador de Podemos y número uno de estos últimos, advierte que “unidad no es uniformidad”. Lo cual incluye también a quienes no quisieron participar en este Juego de tronos, como Carolina Bescansa y Nacho Álvarez, cuyo futuro político también está por concretarse.

2.- Una vez escuchados los discursos y apagadas las luces de Vistalegre, la fractura en Podemos es una realidad que trasciende abrazos forzados y gestos para la galería. Iglesias ha perdido la confianza en Errejón y no lo mantendrá como número dos. Por tanto, salvo milagros laicos en los que ninguno de los dos cree, Errejón dejará de ser secretario político y (antes o después) portavoz parlamentario. Iglesias habría deseado que cuando él pronunció aquello de la “cal viva” de Felipe González, su compañero hubiera echado dos paladas más, en lugar de evidenciar su discrepancia. Es mucho más probable que Iglesias traduzca ese mensaje de “unidad y humildad” en la insistencia en ofrecer a Errejón la futura candidatura por la alcaldía de Madrid o la presidencia de la comunidad autónoma, o cualquier otro cargo en el que puedan administrarse sus diferencias desde la lejanía. La brillantez parlamentaria de Errejón está condenada a difuminarse, como probablemente le ocurrirá al concienzudo trabajo de Bescansa, mientras se elevará el protagonismo de Irene Montero y de Pablo Echenique, que han obtenido el mayor número de apoyos tras Iglesias en las votaciones de Vistalegre II. Algún nombre del errejonismo, como Pablo Bustinduy, será acogido porque no se le adjudica un papel relevante en lo que Iglesias considera un movimiento de traición iniciado en Madrid con la llamada Operación Mate Pastor, que concluyó con la destitución fulminante del entonces secretario de Organización, el errejonista Sergio Pascual.

3.- Más allá de la batalla de poder interno, lo que se jugaba Podemos este fin de semana era decidir si quiere mantener la identidad de movimiento político popular surgido del 15-M o prefiere parecerse a partidos políticos del siglo XX, como apuntaba este sábado la politóloga Mariam Martínez-Bascuñán en una interesante reflexión. El éxito de un equipo en el que muchos proceden del PCE y del anguitismo abona la posibilidad de ese riesgo. Porque el problema de fondo de Podemos no es que se perciban legítimas luchas por el poder interno sino que esas guerras intestinas frustren las expectativas generadas y demostradas con más de cinco millones de votos en las urnas.

4.- Si puede establecerse algún nexo innegable entre Vistalegre y la Caja Mágica, entre la Asamblea de Podemos y el Congreso del PP celebrado este mismo fin de semana, es la demostración de que los líderes que provocan más rechazo fuera de un partido pueden ser los que más apoyo reciben dentro de él. Hace unos días conocíamos el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en el que por primera vez Pablo Iglesias superaba a Mariano Rajoy con la peor nota en valoración de líderes. Es cierto que en esta sociedad líquida, sometida a una volatilidad permanente, se generan más antipatías cuanto más notoriedad se logra. Lo cierto es que Rajoy viene batiendo récords en el rechazo de cualquier presidente del gobierno español e Iglesias también cosecha la peor calificación de un dirigente de la oposición.

5.- Precisamente la coincidencia de ambos congresos suscita otro de los elementos que puede condicionar el futuro político a medio largo plazo: ¿cuál es la relación idónea entre los aparatos de un partido y la militancia, y entre el partido en conjunto y su electorado potencial? Todas las encuestas reflejan un deseo mayoritario de ampliar la democracia interna de los partidos y de abrirlos a la sociedad. Aquí hay diferencias evidentes. No hubo alto cargo del PP que, preguntado por las novedades que podían producirse en la elección de la dirección, no respondiera más o menos literalmente: “lo que decida Mariano”. No hay mayor “unidad” política que la que marca un solo dedo. Y el PP se permite el lujo hasta de presumir de ello, porque es coherente con su machacón y eficaz mensaje de “unidad”, “estabilidad”, “previsibilidad”, “tranquilidad”… En Podemos han votado más de 155.000 personas que elegían entre distintas propuestas de documentos, equipos y liderazgos. En el PP, un partido con casos de corrupción que afectan al árbol y a un montón de ramas, no ha habido nadie dispuesto a reunir simplemente cien avales para competir por la presidencia y proponer una renovación. La única lectura posible en clave sucesoria consiste en que Rajoy se sucede a sí mismo tras un año sentado a esperar el desgaste y la fractura de las opciones de izquierda. No tienen Cospedal y Sáenz de Santamaría mejor relación de la que mantienen hoy Iglesias y Errejón, pero en el PP no pasa nada. Y si pasa, el ejercicio del poder lima todas las aristas. No es lo mismo que compitan entre sí dos números dos que el enfrentamiento abierto entre el dos y el uno. Rajoy en esto hace lo mismo que hacía Manuel Fraga: la mejor forma de evitar el conflicto con un número dos es que no exista, o al menos que no sea claramente identificable.

6.- La medida del éxito o del fracaso de estos dos congresos, si ponemos las luces largas, quedará condicionada a su vez por lo que ocurra con las primarias y el congreso pendientes en el PSOE. Hizo coincidir el sábado Susana Díaz un acto multitudinario y municipalista que colocara su nombre en el escenario político como la referencia frente a PP y Podemos, incluso sin haber anunciado oficialmente su candidatura. Cuando lo haga, todos los focos políticos se centrarán en la disputa socialista, que tiene que ver con la crisis de credibilidad y de liderazgo, pero que estará totalmente condicionada por la distancia que hoy separa a las bases de los aparatos, y a una parte del electorado progresista de un partido que no ha sabido reaccionar a la pérdida de cinco millones de votos. Por si la experiencia sirviera de algo, cabría contemplar que casi todas las voces políticas y mediáticas a la derecha de Podemos preferían a Errejón, lo cual sin duda habrá ayudado a Iglesias; respecto al PSOE, casi todas las voces de peso institucional y mediático apuestan por Díaz, de lo cual sin duda intentará beneficiarse Pedro Sánchez, vestido con el traje de héroe de la militancia. Rajoy se quedará mirando, para sacar tajada por una de las dos vías: ya sea la polarización o el formato de gran coalición disimulada. Siempre le queda la llave de convocar elecciones anticipadas cuando a él le interese (aunque por supuesto dirá que es en interés de España).

Clausurado Vistatriste, cerrada la Caja Mágica, la vida política continúa. Han podido resolverse (definitiva o coyunturalmente) algunos conflictos de poder interno, pero el problema de fondo, desde un punto de vista cívico y democrático, sigue ahí: no se contempla en el horizonte una alternancia al neoliberalismo si no surge en el ámbito progresista una visión capaz de sumar, colaborar, integrar. Las proclamas de “unidad” son comprensibles, necesarias y emotivas. Pero la unidad no se impone por decreto. Lo fructífero, lo enriquecedor (y probablemente lo pragmático electoralmente) es la capacidad de construir desde la pluralidad. (O al menos ese era uno de los mensajes nítidos del 15-M).

18 Febrero 2017

Más casta que nunca

Bieito Rubido

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Cada día que pasa, los ciudadanos se hacen una idea más clara de lo que es y representa Podemos. Es el viejo concepto de progresía: «El quítate tú, que me pongo yo». A poco más se reduce el ideario de un partido que nació por los daños de la crisis y el despiste ideológico del PSOE zapaterista, verdadero embrión de la nueva extrema izquierda española. A partir de ahora, tras la pelea de gallos que han amplificado las televisiones, el partido neocomunista ya no podrá hablar de casta. Forma parte de ella. En el fondo del debate, se guarecía el ansia por tener el cargo remunerado, aderezada con un nivel de soberbia desconocido hasta el momento, al menos desde la oposición. Cuando se gobierna sí que la arrogancia engorda por días. Así pues, la formación morada ya pertenece a la categoría de política vulgar, que tantos años nos acompañó. Ahora veremos cómo gestionan los ganadores la victoria, y los perdedores, la derrota. Vencer la vanidad es casi tan difícil como sobreponerse de un fracaso. Mientras la economía mejore, sus expectativas bajarán… como las audiencias.

13 Febrero 2017

Ave Pablo! Morituri te salutant

Esther Palomera

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Entre yo o el caos, Podemos eligió el yo. Entiéndase por la primera persona el yo de Pablo Iglesias, of course. El secretario general de los morados sale de su segunda Asamblea Ciudadana con una mayoría aplastante. Gana la secretaría general con un 89 por ciento de los votos y controlará el 60 por ciento del Consejo Ciudadano, tras obtener una mayoría absoluta que le garantiza una dirección a su medida (37 puestos frente a los 23 de los errejonistas y 2 de los anticapitalistas).

Ave Pablo! Morituri te salutant. Salven las distancias, los tiempos y las personalidades, pero el Yo, Iglesias que sale de Vistaelegre II recuerda en algo a Yo, Claudio, aquella magistral miniserie británica en forma de autobiografía inventada por el emperador romano que narraba los entresijos del poder y en la que tantas veces escuchamos aquello del «Ave, Caesar, …».

El grito de los gladiadores del «errejonismo», no al entrar sino al salir ya derrotados de la arena de Vistalegre, suena igual al de los luchadores que combatían en la antigua Roma. Temen lo que les espera, tras la inapelable victoria del secretario general y, con ella, la de su entorno más cercano. Nadie confía en que haya clemencia tras una guerra que ha dejado demasiadas heridas y no pocos rencores, pese a que si algo han penalizado las bases ha sido la pelea y el ruido interno.

Iglesias arrasa a un Errejón al que deja tocado y a la espera de destino
En lo inmediato, Vistalegre ha coronado a un Iglesias que sale reforzado tras poner a la organización en la disyuntiva de votarle a él o perderle para siempre. Nunca sabremos si su órdago iba o no de farol, aunque no tenía pinta. El caso es que su estratagema de convertir la votación de los documentos y el equipo de dirección en un plebiscito le ha funcionado. Las bases no estaban dispuestas a perder como líder a quien les llevó de la nada a los 71 escaños, aunque esté por ver si el giro a la radicalidad y las esencias de la vieja izquierda que también han avalado en Vistalegre les devolverá o no a la casilla de salida.

También falta saber si la promesa de Iglesias de acatar el mandato de las bases -unidad- queda en una ofrenda de cara a la galería o si, por el contrario, es capaz de integrar y reconstruir los puentes rotos con el «errejonismo».

Las primeras señales no son muy halagüeñas para la deseada cohabitación pacífica. Nada más anunciarse el triunfo apabullante, el «renacido» se abrazó uno a uno sobre el escenario del Palacio de Vistalegre con todos los miembros del nuevo Consejo Ciudadano, pero los estrujones no fueron idénticos. Los hubo más y menos intensos. Y en el que le unió a Iñigo Errejon no se apreció ni efusividad ni intensidad alguna. Unos segundos, para la foto, y ya. Hizo, después, suyo el clamor por la unidad pero añadió la «humildad» para el propósito de ser útiles, en lo que se entendió como un claro mensaje a su ex número dos.

Suben las apuestas sobre Montero y la posibilidad de que ocupe la portavocía parlamentaria

Aún habría más señales de la distancia que existe entre ambos. Por ejemplo la imagen en la que Iglesias se rodeó de su núcleo duro mientras cantaba L’ Estaca de Lluìs Llach y dejaba en segundo plano a un Errejón introspectivo.

Al todavía secretario político le sobraban motivos para mostrarse cariacontencido sobre el escenario cuando Iglesias pronunciaba las primeras palabras tras la reelección. Y es que la distancia emocional entre ambos es más ancha aún que la estratégica o la política. Aun así no será Errejón quien deje el camino libre, no de la secretaría política -que sabe con seguridad que no volverá a ocupar-, sino de la portavocía parlamentaria, que es el puesto en el que le gustaría seguir según él mismo ha confesado. No a cualquier precio, aclaran los suyos.

Las primeras señales no son muy halagüeñas para la deseada cohabitación pacífica
El caso es que el todavía secretario político queda tocado y a la espera de destino mientras Pablo Echenique se consagra como número dos, tras recibir más puntuación que Errejón. Iglesias tiene intención de mantenerle en la secretaría de Organización, donde le situó tras la destitución de Sergio Pascual. Suben las apuestas también sobre Irene Montero y la posibilidad de que sustituya a Errejón como portavoz parlamentaria, una hipótesis que el sector crítico entendería como una «irresponsabilidad absoluta».

Para conocer la configuración de la nueva dirección política y parlamentaria habrá que esperar unos días, pero Iglesias ya ha hecho saber que está dispuesto a corregir la imagen excesivamente masculinizada de los morados en lo que a puestos de responsabilidad se refiere. De momento, las bases le han otorgado un poder casi absoluto. Y pinta en bastos porque está dispuesto a ejercerlo en el sentido más estricto del verbo. Ave, Pablo!