25 febrero 1988
Ayuntamientos catalanes gobernados por ERC o CiU declaran a Javier Gurruchaga y a Boadella gente 'non grata'
Indignación en Cataluña contra TVE por permitir un gag de Boadella burlándose de Pujol, el Barça y la Virgen de Montserrat en el programa de Gurruchaga
Hechos
En febrero de 1988 se produjo una ola de críticas contra el programa de TVE ‘Viaje con Nosotros’ dirigido por D. Javier Gurruchaga, por emitir un gag de Els Joglars (D. Albert Boadella) en el que se parodiaba a D. Jordi Pujol.
Lecturas
El programa ‘Viaje con Nosotros’ que presentaba el showman D. Javier Gurruchaga fue uno de los espacios más innovadores de la TVE que dirigía Dña. Pilar Miró desde 1986. Pretendía ser un humor trasgresor.
El espacio más polémico de todos los que hizo el Sr. Gurruchaga fue el que incluyo el gag en el que se parodiaban ‘los tres símbolos de Catalunya’: el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, el Fútbol Club Barcelona ‘Barça’ y la Virgen de Montserrat. El gag había sido ideado por el grupo humorístico Els Joglars y representaba el vestuario del Barça en el que tanto un imitador del Sr. Pujol, como otro de la Virgen de Montserrat, reñían a los jugadores del Barça por sus derrotas, aunque sólo conseguían animarlos sacándoles dinero.
Els Joglars había sido un grupo muy admirado por la izquierda y los nacionalistas en los años setenta por sus osadas obras de teatro contra la Guardia Civil que habían llevado a su líder, D. Albert Boadella, ante un Consejo de Guerra. Pero en los últimos años el Sr. Boadella se había posicionado claramente contra el Gobierno autonómico del Sr. Pujol.
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El político D. Jordi Pujol había sido caricaturizado frecuentemente en viñetas de la prensa, pero era la primera que vez que una ‘caricaturización’ del presidente de la Generalitat aparecía en el canal único de la televisión: TVE.
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Ira contra Gurruchaga y Boadella: declarados non gratos en pueblos gobernados por CiU y ERC.
El gag de los Sres. Boadella y Gurruchaga en ‘Viaje con Nosotros’ fue muy mal recibido en amplios sectores de Catalunya, que lo consideraron la burla al presidente de su comunidad autónoma como una ofensa de TVE contra el pueblo catalán. Varios pueblos declararon a los Sres. Boadella y Gurruchaga como gente ‘non grata’.
En prensa hubo distintas reacciones. En la prensa editada en Cataluña (EL PERIÓDICO, LA VANGUARDIA, AVUÍ y DIARI DE BARCELONA) se criticó el espacio y se consideró que aquel gag había sido ‘una ofensa’ para los catalanes.
También lo hizo el diario de derechas ABC, dentro de su habitual campaña contra TVE desde que gobernaban los socialistas. Diferente fue el caso de EL PAÍS, que protestó por la exagerada actitud de los catalanes.
Columnistas catalanes como D. Vicenç Villatoro o D. Vázquez Montalbán criticaron a TVE que parodiara al jefe del Gobierno catalán Sr. Pujol y no lo hiciera con el Rey o el jefe de Gobierno español, D. Felipe González. La comparación con el Rey no parece muy ajustada, porque este es ‘Jefe del Estado’, algo que no era el Sr. Pujol. En cuanto a la comparación con D. Felipe González, TVE estaba a punto de hacer una parodia de él en ese mismo programa, con el gag del enano, que pasaría a la historia, sin que nadie se considerara ofendido.
25 Febrero 1988
CAFÉ PARA TODOS
Todos, en alguna ocasión, en una sobremesa agradable o en una conversación de bar hemos reivindicado la vieja tradición de prensa satírica catalana. Todos nos hemos reído cuando hemos visto en televisión caricaturas animadas de Reagan o del príncipe de Gales, en gags antológicos. ¿Por qué, entonces, al ver en el programa de Gurruchaga las parodias de Boadella sobre el Barça, sobre Pujol, sobre la Virgen de Montserrat, algunos teníamos una cierta sensación de malestar de que había algo que no funcionaba?
Algunos, tal vez, porque se acepta el humor grueso cuando la víctima es el otro y es más difícil aceptarlo cuando es uno mismo. Pero otros porque teníamos la sensación de que la ironía, la broma y la sátira se reparten en este país de una forma un tanto injusta. Que en el país hay caricaturizables y no caricaturizables. Que se puede bromear impunemente sobre algo o algunos mientras otros y otras cosas permanecen como sagrados.
El problema no es Boadella. De momento, el humor de Boadella lo conocemos todos, gustará más o menos, pero tiene en el activo que se metió con los militares cuando era peligroso hacerlo y con la Iglesia, que es peligroso siempre. En su historia Boadella ha repartido puyas en sentidos diversos, aunque parezca que ahora esté evolucionando hacia una cierta especialización. El problema, para mí, fue TVE, que dio cancha a un montaje burlesco en una determinada dirección, cuando no está nada claro que lo hubiese dado en otras direcciones.
En un país donde se condena a Juanjo Fernández por un artículo al que se le supone un tono crítico con el Rey, en el que el Ejército y otros sectores de la vida pública – los jueces, por ejemplo – son literalmente intocables, donde sería inimaginable un boadellazo televisivo en periodo preelectoral con el Madrid y Felipe González en el papel de Barça y de Pujol, tienes la sensación de que el número en el programa de Gurruchaga llovía sobre mojado.
Y si alguien duda de la doble moral, que se imagine el boadellazo con el Rey de protagonista con las instituciones sagradas como objeto de burla. Cuesta imaginarlo. Al menos a mí. No está en el horizonte. Si vamos al modelo británico- y a mí el modelo británico me gusta – no podemos aplicarlo en Catalunya sí y fuera no, con unos personajes y unos símbolos sí y con otros no.
En un país que no ha dado por televisión un MASH sobre su propio Ejército, que pasa Spitting Images con reyes británicos, etcétera, lo del otro día sonaba raro. Si hubiese estado envuelto por todo eso, tal vez hubiera sonado más normal.
Y, para acabar, una reflexión: Si Nuñez se enfadó con TV3 por unos debates en torno al Barça. ¿Cómo se había firmado con TVE para mejorar la imagen del Barça en España, dijo.
Vicenç Villatoro
25 Febrero 1988
CATALANES
El grupo Els Joglars es una de esas producciones humanas a las que, al cabo, la historia debe agradecer la mejora en la calidad de la vida. No sólo promueven el arte, sino que, como el martes en TVE, ensanchan, cuando pueden, el territorio donde merece estar vivo.Francamente: el universo se divide entre los que se escandalizan con la última intervención de Els Joglars y los que se salvan con ella. El cosmos se reparte entre los que encuentran su destino en retorcerse como víctimas y los que aspiran a no vivir subordinados. Cataluña puede ser, gracias a multiplicar el tipo de catalanes que aplauden a Els Joglars, una de las naciones más libres. Pero hoy acaso sea, dentro del Estado español, una de las más beatas. Y aquella donde más ha prosperado el vicio de torcer el gesto. El «no nos quieren» es el frontispicio donde se refugian los apuros. Incluidos, si es preciso, los de la contabilidad bancaria y los resultados de fútbol.
En la noche del martes, unos catalanes maldijeron y otros rieron. El sentido del humor es inseparable de la capacidad para reírse de uno mismo. Pero reírse de uno requiere, a su vez, estar seguro de uno mismo. La identidad vacilante se defiende con la severidad; la severidad, con la grandilocuencia, y la grandilocuencia se convierte pronto en cartón piedra.
No es la figura del presidente de la Generalitat, ni la figura de la patrona, ni la del Barça el objeto de irrisión para Els Joglars. Es el uso particular de un cargo, de una figura religiosa o de un club deportivo lo que llega a dar risa. En estos casos la broma es una legítima defensa contra la zafiedad y las tufaradas de dirigismo. «Eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca». He aquí el creciente lema político, social, futbolístico. Los más vivaces de los catalanes se ahogan en esta atmósfera donde se premia el silencio y donde al ejercicio del humor le sustituye demasiadas veces el malhumor, la susceptibilidad, la paranoia, la condena. Gracias a Els Joglars buena parte de los españoles han vuelto a recordar la pujanza de Cataluña.
Vicente Verdú
27 Febrero 1988
CATALUÑA
Ahora dice Pujol que Cataluña y él son la mar de tolerantes. Tras crucificar a Mariscal y asistir al cirio montado en torno a Gurruchaga. En mis años mozos, Barcelona era el pulmón de este país. O sea, que allí se respiraba. Y mientras que en el resto del Estado imperaba la costra y la caspa del franquismo terminal, allí palpitaba la burbujeante vitalidad de un pueblo más libre. A principios de los setenta, en fin, Cataluña era un oasis de modernidad y tolerancia; eran tan distintos al resto del país, que parecían proceder de otra galaxia. Hoy, tras 12 años de democracia, vuelven a resultarme ultragalácticos; pero ahora se diría que proceden de la nebulosa de los malos, de la estrella de los torpes y los chinches. Porque verdaderamente no se entiende que anden desbarrando de ese modo. Primero fue la feroz bronca en tomo a Mariscal; después, el retemblar de dignidades a propósito de Gurruchaga. Con esa manía que han cogido de rasgarse las vestiduras un día sí y otro también, las fuerzas vivas catalanas se están poniendo aburridísimas. Hasta Pujol, cuya responsabilidad en la escandalera general es indudable, parece empezar a pensar que se están pasando.
Y no sólo se están pasando de sosos, sino también de intolerantes y tiránicos. Ahí están esas fuerzas semivivas, criticando enardecidamente a los cubanos o incluso a los nicaragüenses por su falta de libertad de expresión, y exigiendo después, como un solo energúmeno, la cabeza de quien ha osado hacerles una broma. Ahí están esas fuerzas casi yertas, en fin, intentando identificarse con la esencia de la catalanidad y otros bemoles, para argüir así que toda crítica personal es un ataque nacional. Un truco muy usado por Franco y otros, seres de talante feroz, como Stalin o Waldheim. Qué destrozo le están haciendo a Cataluña esos zafios guardianes de su honra. En dónde mantendrán secuestrada, traicionada y herida a la Barcelona que fue. A esa ciudad pionera de la libertad y la tolerancia, cuyo recuerdo enciende hoy un melancólico rescoldo en mi memoria.
Rosa Montero
29 Febrero 1988
HUMOR
Es estupor lo que siento a la vista de la importancia que más allá del Ebro se ha dado al supuesto escándalo causado en Cataluña por el show de Els Joglars. Así como el caso Mariscal creó un mal solaje generalizado y un clima de linchamiento y auto de fe, el show de Els Joglars sólo ha molestado profundamente a los partidarios de las vírgenes y a los directivos del Barça, y superficialmente a los que consideramos que el tópico del materialismo de los catalanes merece al menos ser compartido en una España en la que un Gobierno socialista-andaluz proclama que lo que no es crecimiento del PIB son puñetas. Me sobra esa alusión a la tacañería catalana, como recurso manído en una realidad en la que un navarro como Solchaga nos quita todo lo que puede y no nos da ni los buenos días.Las reacciones más interesadamente neuróticas se han dado fuera de Cataluña. Da la impresión de que se necesita un punching, en un proceso preelectoral en el que buena parte de la progresía española piensa utilizar el poco sentido del humor del pujolismo para derribarlo. Socorro. A mí me aterran los antipujolistas. Buena parte del exceso de estatura política de Pujol se lo debe a los antipujolistas, y yo una vez más me santiguo y le pido a la Virgen de Covadonga que me cuide de los antipujolistas, que yo ya me cuido de los pujolistas. Se está regalando al honorable Jordi Pujol la condición de víctima y blanco de la sátira de todo un Estado; blanco cuando no asume la sátira y blanco cuando la encaja, tragándose todas las tripas que se quiera pero tragándoselas.
Por lo demás, bienvenidos sean los culos libres en la televisión libre, y que nadie se autocensure a la hora de utilizar el culo como pasquín ni la máscara como broma. Ya hemos visto aparecer a Pujol disfrazado de pesetero; ahora quedamos a la espera de Felipe González disfrazado de Cantinflas, experto en digos y diegos. Yo me he atrevido a proponerlo, Gurruchaga es muy capaz de escenificarlo y Pilar Miró seguro seguro que se atreve a programarlo.
Manuel Vázquez Montalbán
El Análisis
Ver las reacciones iracundas en sectores catalanistas al gag de TVE parece bastante exagerado. Que el Sr. Boadella se ponga una careta del Sr. Pujol y lo imite es algo que el propio Sr. Pujol tendría que aceptar como algo que le iba en el cargo, mientras la burla no alcance la denigración de su vida íntima, algo que no alcanzó ni por asomo aquel gag. Ya había habido reacciones similares en el caso Mariscal.
Probablemente si la parodia contra el Sr. Pujol se hubiera hecho desde un medio de comunicación catalán, en TV3, hubiera sido visto con más tranquilidad. «Unos catalanes burlándose de su propio presidente catalán, normal«. Pero, en cambio al ser en TVE la cosa cambiaba para el discurso victimista nacionalista: «¡Unos españoles burlándose de nuestro presidente! ¡Nos han ofendido a todos!».
Ese complejo victimista no está presente a ese nivel ni en madrileños, ni en andaluces como se demostraria en la parodia ‘del enano’ sobre D. Felipe González., y ni el conjunto de madrileños, ni el conjunto de andaluces se hubiera ofendido por una imitación del presidente Sr. González o de los presidentes autonómicos Sres. Leguina o Borbolla.
J. F. Lamata