2 octubre 1997

En un artículo en EL PAÍS culpa de la quiebra de DIARIO16 a Pedro J. Ramírez al que bautiza como 'PP Jota', que es replicado por otro artículo de Reinlein que le reprocha que el culpable es él

Juan Tomás de Salas rompe definitivamente con el arruinado DIARIO16 y reprocha al Gobierno del PP que no lo ‘salvara’

Hechos

  • El 2.10.1997 el fundador de DIARIO16 y CAMBIO16, D. Juan Tomás de Salas, rompió definitivamente con aquel periódico. El 6.10.1997 publicó en EL PAÍS un artículo explicando su marcha.

Lecturas

D. Juan Tomás de Salas, el fundador de DIARIO16, que había roto con el diario en 1994, regresó en 1996 para asumir en agosto el cargo de director del periódico, siendo la primera vez que un ex propietario volvía, pero no para volver a ser propietario, sino director. En septiembre de 1997 abandonó definitivamente DIARIO16 ante la imposibilidad de sacar adelante aquel medio de comunicación. El diario EL PAÍS le permitió exponer su versión de por qué no había podido levantar el diario con el título de ‘Mi Segunda Salida 16’, en la que culpaba del todo al director de EL MUNDO, D. Pedro J. Ramírez y al Gobierno del PP. Su antecesor en la dirección de DIARIO16, D. Fernando Reinlein, que se mantuvo en la plantilla como ‘director adjunto’ durante el mandato de este, respondería al Sr. Salas con un artículo en el mismo diario en el que le culpaba a él de la crisis del grupo.

EL ÚLTIMO EDITORIAL DE DIARIO16 DE JUAN TOMÁS DE SALAS

Adiós querido lector (2.10.1997)

La inquina del Gobierno contra este periódico irreverente, progresista, iconoclasta, con sentido del humor, enfrentado al poder, a todos los poderes, hace imposible que se produzcan las quitas que permitan la continuidad de la empresa. Entre PP Jota y el Gobierno Jota, este DIARIO16 es inviable. Al contrario, con mi marcha el Gobierno puede permitir la continuidad de DIARIO16. 

Ha habido además una conjura pinturera que ya le contaré algún día y que ha atacado con saña a mis colaboradores. Especialmente se ha atacado a Ángel Campos, nuestro director general y gran rojazo, que se dejó las pestañas aquí, que logró equilibrar DIARIO16, que consiguió que la nomina se pagara siempre, mientras estuvo con nosotros. Atacarle a él, hace mi permanencia imposible en esta casa. Esto ha ocurrido porque acabo de enterarme, en el Grupo16 no tengo ninguna acción, ni mando yo – curiosa historia. Ya le contaré. 

Y por último, lector amigo, mil gracias por su fe y por su ayuda. Sin sus Bonos de Solidaridad y sin su apoyo de todo tipo – publicitario, etc – nunca habríamos llegado a equilibrar nuestras cuentas. Pero ahora, alcanzado por fin el objetivo táctico del equilibrio de la cuenta de resultados, debo aceptar mi derrota estratégica: en manos del Gobierno y sus quitas está nuestro futuro. Conmigo al frente de DIARIO16 no hay futuro. Me voy, amigo, para que DIARIO16 pueda seguir. TOdo está ahora en manos del comisario de la quiebra, Antonio Moreno, que está haciendo todo lo posible por salvar esta empresa y garantizar la mejor salida para sus acreedores y empleados. Ojalá lo consiga.

LOS MILLONES DEL CEO DE JUAN TOMÁS DE SALAS

titular_campos_ceo16 El antiguo sindicalista de Comisiones Obreras, D. Ángel Campos fue Consejero Delegado del Grupo16 colocado por D. Juan Tomás de Salas durante su última etapa al frente del grupo.  En el último editorial del Sr. Salas titulado ‘Adiós, querido lector’, este decía personalmente al Sr. Campos su dedicación.

El Sr. Reinlein criticaría que en una empresa en suspensión de pagos, se nombrara un CEO cuyos sueldo era de más de un millón de pesetas  limpias al mes, más coche y chófer.

06 Octubre 1997

MI SEGUNDA SALIDA 16

Juan Tomás de Salas

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Había un problema: la competencia Jota. Conseguimos un acuerdo de principio. Pero PP Jota estaba al tanto. Y el día antes de formarse el acuerdo con los acreedores, el director de EL MUNDO lanzó un ataque frontal en la COPE contra los bancos que firmaran quitas y esperas con nosotros.

Mi segunda etapa en el Grupo16 empezó con un almuerzo con José Luis Domínguez en Las Cuatro Estaciones en otoño de 1995. Domínguez estaba desesperado. Acababa de comprar el grupo por una peseta en el despacho de José María Amusátegui, presidente del BCH. Para mitigar su angustia, el banco le había entregado 600 millones de pesetas en septiembre, 600 millones, oiga, 600 millones. Pero le duraron poco. Al parecer, los 600 millones entraron y salieron de las cuentas del Grupo16 en pocas semanas, y Domínguez me aseguraba que, si no suspendía pagos, la situación era insostenible. Yo, con la dudosa autoridad que me confería el hecho de haber fundado el Grupo hacía un cuarto de siglo, le aconsejé y di ánimos para que suspendiera pagos, o lo que hiciera falta, con tal de no abandonar su puesto. Debí convencerle, o se convenció solo, y suspendió pagos a fines de año. Como no hizo nada más, suspender pagos las pérdidas continuaron acumulándose, y cinco meses después, la situación del Grupo volvió a ser insostenible. A partir de abril de 1996 empezó a no poder pagarse la nómina. Y las quitas que, al parecer, le había prometido el Gobierno socialista tampoco se dieron. Vinieron enseguida las elecciones, ganó el PP y Domínguez se quedó sin interlocutor y con el Grupo encima. Me llamaba a menudo desesperado.

Al ver que Domínguez no podía salvar al Grupo, yo empecé a echarle cuantas manos podía. Busqué posibles socios -Cadena, MAJ, etcétera- sin éxito alguno, y, finalmente, en agosto de 1996, con todas las puertas cerradas, le dije que yo podía volver a pilotar el Grupo, si él ponía unos dineros que nos permitieran pagar las nóminas recién debidas.

Antes de tomar esa decisión -rara vuelta del fundador a un Grupo16 del que había sido expulsado por sus bancos hacía dos o tres años- decidí entrevistarme con Miguel Ángel Rodríguez, flamante secretario de Estado de Información del flamante Gobierno de Aznar.

Quise saber si el nuevo Gobierno -a mí me habla echado el otro- estaría en disposición de ayudar al reflotamiento del Grupo16 con créditos blandos, avales y quitas. Rodríguez, flamante, estuvo señorial y me aseguró que, con tal de que se fuera José Luis Domínguez, el Gobierno nos ayudaría. Sólo había un problema: la competencia Jota. «Habrá que ser discretos en las ayudas», me espetó el secretario de Estado. Mientras tanto, el presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, me invitó a comer a Viridiana para garantizarme un aval de 750 millones de la Comunidad, tan pronto como yo volviera al Grupo. La Asamblea de la Comunidad lo aprobó por unanimidad.

Con esas tres armas las ayudas de Domínguez en forma de un edificio, las promesas de Rodríguez y el aval de Gallardón- me pareció que podía intentar salvar al Grupo. Convoqué entonces una asamblea del personal, en plena huelga, en un local apestoso por falta hasta de limpieza, y les propuse mi plan: buscar esas ayudas comprometidas de palabra a cambio de que el personal aceptara un plan muy duro de austeridad, con reducción de plantilla y sueldos. Desesperados como estaban, con un, Domínguez que había desaparecido y con un cierre inminente, los empleados del Grupo aceptaron mi plan.

El 5 o 6 de septiembre de 1996, Domínguez se comprometió a vender la mayoría de las acciones del Grupo y a aportarnos la propiedad del edificio del Ya -que era suyo- para hacer el último intento de reflotar la empresa. Y así empecé 13 meses dramáticos en los que aprendí varias cosas: el comité de empresa y el personal cumplieron como señores sus compromisos de austeridad, pero el señor secretario Rodríguez y el señor presidente Gallardón no cumplieron ni años. Los créditos blandos del ICO se esfumaron, la comunicación con Rodríguez se suspendió y me quedé de Interlocutor en La Moncloa con una antigua periodista mía -muy lista y simpática- que sólo servía para proteger a su jefe de mis achuchones y pedidos. Ayuda oficial, cero.

Y Gallardón, bueno, Gallardón buena gente, pero blando. Se le cayeron encima sus gentes y le prohibieron darnos aval alguno. PP José ayudó en esta tarea denunciando repetidas veces al presidente de Madrid por sus comprometidos avales al Grupo16. Finalmente, en febrero o marzo de 1997, el consejero de Economía de la Comunidad me confesó en un hotel de Puerta de Hierro que su jefe no podía darnos el aval de 750 millones. «Ordenes son órdenes, y Alberto no puede hacer nada por vosotros, aunque bien lo desea. Habla con Fraga y con Pujol. Ellos son los únicos que pueden desenredar esto». Vaya por Dios, el aval al agua. Ni Fraga ni Pujol pudieron hacer nada. PP José manda más en La Moncloa.

Mientra tanto nos llegaron mil avisos de los planes del Gobierno Aznar: dejar caer al Grupo por sí solo, negándole créditos, avales y quitas. Estaban, convencidos de que cerraríamos en el primer trimestre de 1997. Pero no fue así porque empezaron a juntarse dos curvas: la bajada de nuestros gastos y el aumento de nuestras ventas. Al cruzarse esas dos curvas, DIARIO16 se acercaba al equilibrio de explotación a toda prisa; en Motor 16, las curvas se habían cruzado, y CAMBIO16 andaba casi solo. Salíamos del hoyo, el Grupo se salvaba. Y sin una sola ayuda oficial o bancaria. Llegó el momento de negociar el levantamiento de la suspensión de pagos. Mayo de 1997. La comunicación con el Gobierno estaba totalmente rota. La última entrevista que logré fue con el vicepresidente Rato, en febrero o marzo, para negociar las quitas. Se negó de plano: «Todo lo del Grupo16 depende de Rodríguez. Yo no tengo nada que decir». Y como Rodríguez estaba incomunicado para nosotros, la respuesta era clara: nada de nada. A pesar de eso, negociamos con los acreedores privados, especialmente los bancos, las quitas y esperas que nos permitieran levantar la suspensión de pagos y seguir adelante. Conseguimos un acuerdo de principio. Pero PP Jota estaba al tanto. Como nuestro periódico subía de ventas, a pesar de nuestras feroces medidas de austeridad en tiradas, papel, transporte y lo que fuera, P.P José tuvo miedo. Y el día antes de formarse el acuerdo con los acreedores, el director de EL MUNDO lanzó un ataque frontal en la COPE contra los bancos que firmaran quitas y esperas con nosotros. «Si conceden esas quitas, no devuelva usted su crédito al banco, que se lo perdonen también». Cosas de este jaez recomendaba PP Jota a sus oyentes.

Y logró lo que quería. El BBV, en la tarde última piara levantar la suspensión, decidió no firmarla. Le ofrecíamos pagos del 20% de la deuda, y podíamos hacerlo, sin duda, en publicidad. Pero el BBV prefirió perder todo antes que firmar el acuerdo. Y se cayó el acuerdo. PP Jota ganó otra vez.

Después de eso, mi plan de salvación era inviable. Cerradas todas las vías de comunicación con un Gobierno cada vez más derechista y altanero, mi marcha era inevitable. Cuando el comité de empresa y el comisario de la quiebra lo entendieron así, me marché de vuelta a casa hace tres días. Casi sale.

Y luego, sorpresa, sorpresa, coyunda, coyunda, Domínguez no me transmitió nunca las acciones. Serví de mula de carga y nada más. Que lo intente él ahora si puede. Salud.

Juan Tomás de Salas

20 Octubre 1997

De cómo se urdió la operación 'CAMBIO 16 DIARIO16'

Fernando Reinlein

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Juan Tomás de Salas se presenta como víctima de los demás, cuando lo es sólo de sus propios dislates y de sus alianzas. Si hubo alguna víctima en este caso, es DIARIO16 y sus trabajadores de hoy y de ayer.

El artículo publicado por Juan Tomás de Salas en EL PAÍS [el pasado 6 de octubre] sobre su última etapa del Grupo 16 me obliga a romper un silencio de meses, silencio que mantuve por prudencia. Pero, a partir de determinados límites, el silencio es complicidad, y el respeto a lectores y trabajadores de DIARIO16 me obliga, como director que fui de ese periódico, a desenmascarar algunas supercherías y pretendidos victimismos de quien tiene el mérito de haber cofundado el Grupo 16 y la responsabilidad de haberlo quebrado por sus filias y sus fobias particulares. Corto es el camino que lleva de la gloria a la vulgaridad.Salas volvió al Grupo 16 gracias a sus conspiraciones de salón con su último propietario, José Luis Domínguez, de infausto recuerdo -con quien se repartió el pastel por si salían bien las cosas-, y de la mano de la llamada entonces opción profesional -me culpa- que en junio de 1996, en plena crisis, se había configurado como un grupo dentro de DIARIO16 para intentar servir de puente entre el accionista de control e inversores y evitar el cierre. A primeros de septiembre llegó el salvador a la Redacción, de la mano de la citada opción profesional, y expuso su plan. Me confirmó, casi me conmuevo al recordarlo, como director, pero al poco tiempo comenzaron a pasar cosas. Se nombró responsable de la distribución a la presidenta de uno de los comités de empresa de Comisiones Obreras; más tarde sería la delegada de este sindicato en la empresa la nombrada… responsable de personal. Salas llamaba a los miembros del comité de Comisiones «los nuevos socios», y conciliaba con parte de ellos todas sus decisiones a espaldas de su equipo directivo. El expediente de regulación de empleo y el plan de viabilidad se ejecutaron siguiendo las directrices absolutas de ese sector del comité. Juan Tomás de Salas me propuso entonces una alianza con los nuevos socios a un precio muy sencillo: la purga de mis colaboradores, integrantes la mayoría de la opción profesional y quienes habían logrado, con el resto de la plantilla, casi multiplicar las ventas del DIARIO16 en la Comunidad de Madrid por tres en dos meses. Naturalmente, y ante su sorpresa, dimití como director y, le dije que no sería cómplice de una canallada como la que me proponía y de un proyecto periodístico servil y amarillo. Se hizo él cargo de la dirección y comenzaron las portadas que todos ustedes conocen y la aparición de libelos presentados como información cuando no eran más que opinión interesada. Comenzó también, a nivel interno, la purga fascista estalinista más feroz que imaginarse pueda, con despidos, persecuciones y congelación de funciones de destacados profesionales. Y siguieron pasando cosas. Otro ejemplo: en una empresa en suspensión de pagos y con administrador único, se nombró-Consejero Delegado, se llamaba Ángel Campos, y hasta hacía unos días había sido destacado miembro de Comisiones Obreras. Su sueldo era de 1.010.000 pesetas limpias al mes, más coche y chófer. No olviden que entonces -como ahora- se cobraba cuando se podía, y los trabajadores habían aceptado una reducción salarial del 40%.

Las ventas siguieron cayendo. Lo que en octubre y noviembre de 1996 se había multiplicado por tres, Salas logró dividirlo por dos. Y la culpa, por supuesto, siempre la tenían los demás, nunca él. Ya fuera del periódico -y no quiero entrar en ese aspecto, pues son los jueces quienes deben decidir-, llegan a mis oídos noticias de cosas aún más raras: como, por ejemplo, reuniones de Salas con Emilio Rodríguez Menéndez, editor del YA, para sacar otro periódico, contando, claro, con el cierre del Diario 16. En esa operación, con reuniones en la calle de Orense, 8, de Madrid y cenas en Las Rozas, participaron miembros destacados del Comité en las primeras y Ángel Campos se prepara la puesta en marcha de otro periódico, CAMBIO16 Diario, y se prepara también el cierre desde dentro de DIARIO16.

Pero se les complicaron las cosas a los aprendices de brujo. La administración de Inpresa comenzó a enviar cartas notariales exigiendo cuentas: cuentas, por ejemplo, de las pesetas de aquellos memorables bonos de apoyo a 10.000 pesetas; cuentas de distribución; cuentas de la publicidad de la revista Gente, pagada por Inpresa, pero editada por una sociedad limitada de 500.000 pesetas en la cual participan -es documento público y está en el Registro- Margarita Igés, letrada de Comisiones Obreras en el Grupo 16, 80%; María Luisa San José, presidenta del comité de empresa por Comisiones Obreras, 10%, y Ángel Campos, 10%. Las cartas, hoy, las tiene el juez. Son datos fríos y comprobables.

Pero ¿era cierto que existía un proyecto alternativo de periódico que pasaba por la desaparición de DIARIO16 y cuyo primer nombre barajado era CAMBIO16 DIARIO, con la oposición, naturalmente, del responsable de la revista?

Diversos profesionales, ya fuera del DIARIO16 algunos, otros dentro aún, lo supimos y estuvimos dispuestos a volver para ayudar a mantenerlo abierto durante el mes de agosto, gratis, si hacía falta, para evitar el fraude, por lo que Salas y sus aliados, al enterarse, se vieron obligados a cambiar su estrategia. En 24 horas pasaron de pedir el cierre a defender la quiebra, pero con continuidad. Querían ganar tiempo.

Sobre la existencia de ese proyecto alternativo contra el DIARIO16 desde dentro del DIARIO16, con su director a la cabeza, aliado con parte del comité de empresa, existe un dato: a preguntas sobre el asunto, con nombres y apellidos, en la junta de accionistas de la sociedad editora de 3 de octubre de 1997, de un accionista de una sola acción -servidor de ustedes-, el comisario de la quiebra dijo que había tenido noticias -«oficiosas»- de esa operación, y que incluso se había encontrado en el taller unos ordenadores listos para operar y que había tenido que dar instrucciones para que se retirasen.

Todo ello, claro está, mientras los pocos trabajadores y becarios -santos becarios- de DIARIO16 seguían siendo los sacrificados y, lo que, es peor, engañados por sus representantes, cuyos grandes líderes nacionales decían, en privado -y ya va siendo hora de que lo digan en público- que no respaldaban ese tipo de operaciones. Una semana antes de salir el segundo periódico del editor del Ya, el comité de empresa vuelve a cambiar de estrategia y ya no quiere continuidad, sino huelga indefinida para cerrar. Pero los trabajadores, esta vez, no se dejan engañar y votan seguir adelante, a pesar de la tremenda crisis.

Esa es la verdad -parte de la verdad, pero nunca una verdad a medias- de los últimos meses de DIARIO16. En la guerra mediática en la que estamos inmersos, Juan Tomás de Salas se presenta como víctima de los demás, cuando lo es sólo de sus propios dislates y de sus alianzas. Si hubo alguna víctima en este caso, es DIARIO16 y sus trabajadores de hoy y de ayer -los de anteayer evitaron esta tortura-, que han pagado en sus lomos no solamente los errores, sino las ambiciones y supercherías de otros. Sin embargo, hay lugar para la esperanza. El miserable proyecto se abortó y DIARIO16 siguió y sigue en la calle, gracias a unos pocos, dirigidos hoy en funciones por un sacrificado profesional, que lo único que hacen es trabajar.

¡Ah!, CAMBIO16 y Motor 16 van saliendo de la crisis. Salas y sus aliados no se metieron en ellos. Hay mucho más que contar, pero eso, si es preciso, se hará en otra ocasión o, si es menester, ante el juez, y no precisamente de lo social. Como dijera Romanones: ¡Vaya tropa!

Fernando Reinlein

El Análisis

EL MAESTRO DERROTADO POR SU DISCÍPULO

JF Lamata

Una vez llegada la democracia, la carrera profesional de D. Juan Tomás de Salas como editor está marcada básicamente por dos decisiones: una, nombrar a D. Pedro J. Ramírez director de DIARIO16 en 1980 y dos, despedirle como director en 1989. La primera le llevó a uno de los mayores éxitos profesionales de la prensa en España y la segunda a la ruina total, porque el Sr. Ramírez tras ser despedido no iba a tener problemas en montar otro periódico que iba a ser capaz de comerse todo el espacio de DIARIO16. La competición entre EL MUNDO y DIARIO16 ya tenía un ganador. La pequeña escisión había derrotado a su nave matriz. El antiguo discípulo, D. Pedro J. Ramírez había vapuleado (y arruinado) a su antaño maestro D. Juan Tomás de Salas.

J. F. Lamata