23 octubre 2016

El PSC y los partidarios de Pedro Sánchez anuncian que no acatarán la voluntad del Federal

La Gestora del PSOE logra que el Comité Federal del partido apruebe permitir la investidura de Mariano Rajoy con su abstención

Hechos

El 23.10.2016 el Comité Federal del PSOE aprobó que el Grupo Parlamentario socialista se abstuviera en la investidura de D. Mariano Rajoy por

Lecturas

Con un Congreso de los Diputados bloqueado tras la irrupción de Podemos y Ciudadanos, dos elecciones generales seguidas y dos investiduras fallidas (una de D. Pedro Sánchez y otra de D. Mariano Rajoy), el PSOE ha decidido desbloquear la situación a instancias de su comisión Gestora presidida por D. Javier Fernández (el órgano que ha asumido la gestión del PSOE tras la dimisión forzada de D. Pedro Sánchez), que ha aceptado que los diputados del PSOE se abstengan en la sesión de investidura prevista para el 29 de octubre de 2016, lo que permitirá que D. Mariano Rajoy (PP) sea investido nuevo Presidenta del Gobierno para una nueva legislatura. El portavoz parlamentario del PSOE D. Antonio Hernando será el encargado de exponer en el Congreso la posición del partido.


VOTACIÓN EN EL COMITÉ FEDERAL

  • A favor de abstenerse en la investidura de Rajoy: 139 votos
  • A favor de seguir bloqueando la investidura de Rajoy: 96 votos

PETICIÓN A LOS DIPUTADOS DEL PSOE PARA QUE RESPETEN LA DISCIPLINA DE PARTIDO.

La decisión de todos los diputados del PSC de desobedecer al Comité Federal del PSOE y votar ‘No’ a D. Mariano Rajoy en lugar de abstenerse a llevado a un debate interno sobre lo importancia de acatar la disciplina de partido en los momentos difíciles.

D. Eduardo Madina y Dña. Soraya Rodríguez.


D. Ramón Jáuregui.


D. José Blanco.

Dña. Elena Valenciano.

PEDRO SÁNCHEZ DIMITIRÁ COMO DIPUTADO PARA NO ACATAR LA DECISIÓN

El principal defensor de votar ‘No’ al Sr. Rajoy aunque eso suponga mantener un bloqueo parlamentario que lleve a unas terceras elecciones, D. Pedro Sánchez Castejón, ha anunciado que se niega a abstenerse por lo que renunciará a su acta de diputado para no tener que acatar la decisión del Comité Federal del PSOE.

Después de formalizar su dimisión como Diputado del PSOE D. Pedro Sánchez Castejón concederá una entrevista a Producciones de Barrio, la productora de D. Jordi Évola (emitida en LA SEXTA) en la que ajustará cuentas entre otros con sus rivales internos del PSOE, con D. Antonio Hernando y con los medios de comunicación progresistas que no le respaldaron.

24 Octubre 2016

El PSOE desbloquea

EL PAÍS (Director: Antonio Caño)

Leer
Con su decisión los socialistas muestran su gran sentido de Estado

La resolución adoptada ayer por el comité federal del PSOE fijando como posición la abstención cara a una investidura de Mariano Rajoy permite vislumbrar el fin de la situación de interinidad que España vive desde que se disolvieran las Cortes en octubre de 2015. A tan solo ocho días de que España se viera abocada a la celebración de unas terceras elecciones generales, un hecho sin precedentes en ninguna democracia, el PSOE ha actuado con un sentido de Estado encomiable.

Sin duda que para cualquier socialista, abstenerse ante un Mariano Rajoy que no ha hecho nada para merecerlo, tiene que ser una decisión desgarradora; de ahí que sea exigible el máximo respeto hacia los que han preconizado la abstención y condenable el intento de deslegitimarlos con acusaciones de seguidismo al PP o traición a las ideas del PSOE.

Hay que alabar que esta difícil decisión se haya tomado de forma tan respetuosa tanto con las personas como con los procedimientos establecidos en los estatutos del partido. Se prueba así que, al contrario de lo difundo interesadamente estos días, ni en el PSOE ha habido un “golpe de Estado” ni el partido está intervenido por oscuros intereses extraños a él sino funcionando de acuerdo con sus estatutos hasta el próximo congreso bajo una gestora presidida por Javier Fernández y el soporte del comité federal.

Visto el desbordamiento de las tensiones en las últimas semanas, es esperable que el modo y manera en el que se ha adoptado esta decisión permita abrir la vía para restaurar la unidad, alejando la perspectiva de una fractura. Aquellos que han acudido al comité federal para defender su posición, legítima, pero han salido derrotados, deberían conceder la misma legitimidad a los ganadores y acatar y secundar lo decidido, como hubieran exigido en el caso de ser ellos los ganadores. Lo contrario, además de pervertir los procedimientos democráticos del partido, supondría profundizar un conflicto que no haría sino debilitarlo aún más.

A restaurar la unidad debería ayudar la claridad del resultado de ayer. Los 139 votos a favor y 96 en contra suponen, tras la dimisión de la ejecutiva y el rechazo de la propuesta de congreso extraordinario el pasado 2 de octubre, la tercera derrota consecutiva que sufren los planteamientos del ex secretario general Pedro Sánchez y los partidarios de votar “no” al PP aunque eso supusiera ir a elecciones en diciembre.

Es evidente que el clima enrarecido y el dramatismo de lo vivido estos días podría haberse evitado si los socialistas hubieran tomado esta decisión en diciembre pasado una vez asumidos sus pésimos resultados electorales, o posteriormente, en junio, tras otra derrota histórica. Pero una vez más, como quedara patente en el caso del referéndum de la OTAN, la abdicación del rey Juan Carlos I o la política antiterrorista, son los socialistas los que muestran que tienen más sentido de Estado que un PP, pese a su retórica patriótica, muy proclive al ventajismo. Superado este trance, los socialistas deben comenzar ahora a pensar en cómo ejercer la oposición al Partido Popular para estar pronto en condiciones de ser su alternativa.

24 Octubre 2016

Servicio a España del PSOE

LA RAZÓN (Director: Francisco Marhuenda)

Leer

La resolución adoptada ayer por el Comité Federal del PSOE, el máximo órgano de este partido entre congresos, significa, más allá de la rectificación de un error político, un servicio a España al que no se le deberían regatear los elogios. Se trata de una decisión que, sin duda, no será comprendida en todo su valor por un sector de la militancia socialista, que se ha radicalizado al calor de las consecuencias de la crisis, pero, también, ante los cantos de sirena de un creciente populismo, ducho en ofertas fáciles y maniqueo en sus planteamientos ideológicos. De ahí que la acción política que ha llevado a cabo la gestora que dirige provisionalmente al socialismo español, con especial relevancia en la figura de su presidente, Javier Fernández, haya realizado una labor que no sólo redundará en el mejor beneficio para la nación, sino en la recuperación de la perspectiva de futuro de uno de los partidos fundamentales de nuestra democracia. El PSOE ha desbloqueado la formación de Gobierno, y lo ha hecho desde el convencimiento expreso de que el mantenimiento de la actual situación suponía un grave perjuicio para la credibilidad de nuestro sistema político, para el progreso económico y social de España y, por supuesto, para el propio partido. Pero, también, –y es una cuestión trascendente–, desde el reconocimiento de que en el juego democrático es esencial respetar el resultado de las urnas. El mandato popular por encima de intereses partidarios y personales. Aunque la misma votación realizada ayer en el seno del Comité Federal –en el que se aprobó la abstención del grupo parlamentario en la segunda votación de investidura del candidato popular a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy– demuestra, por lo apretado del resultado, que no va a ser fácil ni rápido cerrar la brecha entre las dos posiciones enfrentadas en el seno del partido, cabe esperar que triunfe la razón y se imponga la cultura política del socialismo español, acuñada a lo largo de más de un siglo, que, salvo excepciones de ingrato recuerdo para España, siempre ha respetado el voto de la mayoría y ha preservado su unidad de acción. Nada más perjudicial para el futuro del PSOE que el enquistamiento de posturas y la sensación de que las espadas siguen en alto, prestas a aprovechar la más mínima oportunidad. De ahí que sea de la mayor importancia que todo el grupo parlamentario socialista cumpla con lo resuelto en las urnas de Ferraz, acepte que se trata de un mandato imperativo que no admite libertad de voto –como se encargó de explicar claramente el presidente de la gestora– y se abstenga unánimemente en la segunda votación de investidura. Las acciones individuales, por más testimoniales que quieran ser, o la rebeldía calculada de una federación no sólo incumplen el principio democrático básico del respeto a la decisión de las urnas, sino que prolongan inútilmente las tensiones internas y dan argumentos y munición a los adversarios directos del PSOE, que no son otros que los nuevos populismos de vieja raigambre marxista. En este sentido, es preciso interpelar al líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, sobre en qué legitimidad basa su decisión de no cumplir una resolución votada por mayoría y en la que él mismo ha participado en pie de igualdad con el resto de los miembros del Comité Federal. Menos aún se entiende la postura de Iceta cuando entre las razones de peso que han llevado al máximo órgano del partido a tomar la decisión de facilitar la formación de un Gobierno para España y descartar la celebración de unas terceras elecciones se especifica que estos supuestos comicios «serían perjudiciales para el interés de España y de los españoles, porque se prolongarían durante varios meses más el bloqueo político y la situación de desgobierno, lo que dificulta una respuesta eficaz desde el Estado al desafío secesionista». No es, precisamente, un PSC situado voluntariamente al margen del resto del partido la mejor ayuda que pueden recibir las instituciones para hacer frente al separatismo catalán, siempre atento a explotar en su beneficio las contradicciones de los adversarios. Miquel Iceta tiene la oportunidad de rectificar un error de planteamiento que si responde a cuestiones de afinidad personal carece ya de importancia, pero que si está anclado en un posicionamiento ideológico próximo al nacionalismo sólo puede convertirse en un lastre para el socialismo español, tanto en Cataluña como en el resto de España. De hecho, los malos resultados electorales del PSC –que no deja de caer elección tras elección– aconsejan actitudes menos radicales y maximalistas frente a los partidos del ámbito constitucionalista que las demostradas por el líder catalán. En cualquier caso, el PSOE comienza una nueva andadura que no está exenta de dificultades, pero que, sin duda, le reconciliará con muchos de sus antiguos votantes, que habían dejado de reconocerle como un partido responsable, alejado de extremismos y uno de los protagonistas de la recuperación de la democracia española.

24 Octubre 2016

Rendición incondicional ante Rajoy

Ignacio Escolar

Leer

Al PSOE no le quedaba otra opción: o Rajoy o Rajoy. O Rajoy de comida o Rajoy de cena. O permitían esta semana la investidura del presidente de los sobres o le reforzaban aún más dentro de dos meses, con una nueva repetición electoral.

El error histórico del PSOE no está en esta última decisión. La abstención incondicional es consecuencia de errores mucho más graves, que han abocado al PSOE a quedarse sin más alternativas que escoger la fecha para la rendición: o ahora o en dos meses. No podían buscar otro Gobierno alternativo porque quienes arroparon el golpe palaciego contra Pedro Sánchez no lo permitirían. No podían repetir las elecciones porque, tras el espectáculo de estas semanas, sabían que el batacazo sería monumental. No había más opciones porque, en su guerra interna, el PSOE quemó todos los puentes. Todos, salvo el puente a La Moncloa que ahora le brindan a Rajoy.

El 27 de junio, tras las últimas elecciones generales, el PSOE y sus distintos dirigentes tenían dos estrategias posibles ante la derrota electoral. Dos caminos.

El primero: cumplir con lo que prometieron en campaña y no permitir ni por activa ni por pasiva la investidura de Mariano Rajoy. Buscar otra alternativa de gobierno o al menos forzar al PP a que negociase la investidura con los demás partidos conservadores y así mantener al PSOE como una fuerza de oposición que cumple con la palabra dada a sus votantes.

El segundo: negociar la abstención con el PP a cambio de un precio. Asumir que la derecha tenía la mayoría en la Cámara y obtener algo a cambio. Puestos a pedir, pedir a cambio la cabeza de Rajoy. Trasladar la presión al PP y hacer responsable al presidente de los sobres del bloqueo institucional.

Ninguna de las dos opciones evitaba del todo una tercera repetición electoral: ni mantenerse en el no y buscar un Gobierno alternativo que no dependía solo del PSOE ni tampoco negociar seriamente la abstención con el PP. Pero cualquiera de estas dos estrategias permitía al menos llegar a una hipotética repetición electoral con un discurso más coherente y cabal que el que tienen hoy. Cualquiera de estos dos caminos era mejor que el que el PSOE finalmente siguió, incluso si ese camino obligaba a volver a votar.

El 9 de julio, el Comité Federal del PSOE aprobó el ‘no es no’. Un ‘no’ unánime y sin matices; no hubo siquiera votación. Un no triple y contradictorio porque se aprobaron tres cosas, incompatibles entre sí: no a al PP, no a intentar otro Gobierno sin el PP, no a las terceras elecciones.

El comité del 9 de julio fue un acto de hipocresía general porque ese órgano era el mismo que este domingo ha aprobado la abstención por amplísima mayoría. Quienes ya entonces mandaban en el Comité Federal –quienes ahora también mandan en Ferraz– buscaban otro objetivo, muy distinto a los intereses del PSOE o de sus votantes: que fuese Pedro Sánchez quien se comiese el marrón de la abstención. El mismo comité que, tras las elecciones de diciembre, ataba en corto a su secretario general en su política de pactos ahora le daba toda la libertad… Toda la libertad para que se suicidase sin protestar.

No se sabe qué cálculos políticos hicieron, es obvio que calcularon rematadamente mal. Pedro Sánchez no se suicidó e intentó aguantar hasta el final. Es posible, como dicen algunos en el propio PSOE, que el dimitido secretario general tuviese ya avanzada su investidura con Podemos y los nacionalistas e independentistas. Es sorprendente que haya partidos que prefieran matar a su líder antes de que se atreva a gobernar.

La gestora que ahora toma esta decisión en representación del verdadero mando en el partido, el de Susana Díaz, se equivocó con la fórmula con la que tomó el poder en Ferraz: un golpe palaciego para tumbar al primer secretario general supuestamente elegido por las bases (esto nunca fue del todo verdad).

El resultado a la vista está. Mariano Rajoy, graciosamente, ha renunciado a poner condiciones al PSOE. Es un gesto magnánimo porque la debilidad de los socialistas es tan brutal que han firmado sin queja alguna una rendición incondicional. El PP ni siquiera ha tenido que molestarse en pactar un acuerdo como el que sí logró Ciudadanos o incluso Coalición Canaria. No es que no haya unas mínimas concesiones, un precio barato como habría sido la derogación de la Lomce o de la ley mordaza: es que al PP le sale gratis. Y pueden dar las gracias, porque Rajoy a punto estuvo de cobrar.

26 Octubre 2016

Lo pagaremos (casi) todos

Jesús Maraña

Leer
“Uno no puede ponerse del lado de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la padecen". (Albert Camus)

En vísperas de una nueva investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, cunde la sensación en el espacio progresista de que ya es demasiado tarde para casi todo, o que fue demasiado pronto para algunas cosas. Lo cierto es que el camino de autodestrucción en el que anda empecinado el PSOE no se inició hace un mes sino hace cinco años. Y no afecta sólo ni principalmente a la militancia socialista. Se engaña quien crea que la continuidad en el Gobierno de un partido contaminado hasta el cuello por la corrupción es un «mal menor» respecto a la frustración que habrían provocado unas terceras elecciones. Del mismo modo que se engañan (y engañan) quienes siguen leyendo el significado y las consecuencias del 15-M con las gafas de sus propios intereses crematísticos, personales o de grupo político, económico o mediático.

Entramos en una nueva fase política que arranca como es costumbre en un país tan aficionado a los garrotazos y a los sectarismos: con un aluvión de medias verdades, falsedades completas y malentendidos. Un compendio que viene a confirmar que la ciudadanía sigue siendo tratada como menor de edad.

– No es cierto que no hubiera otro remedio que la abstención del PSOE. En ningún momento intentó el PP, siendo la lista más votada, lograr un acuerdo más allá de Ciudadanos. No llegó a sentarse siquiera con el PNV, cuyo apoyo le habría dejado a un solo escaño de la mayoría absoluta.

– Ha sido el propio PSOE quien se ha autoubicado como único responsable de la gobernabilidad de España. Si Pedro Sánchez hubiera intentado en serio una alternativa de gobierno tras su “no es no”, o si el PSOE hubiera exigido desde el primer minuto unas condiciones duras y respaldadas por su propia militancia para facilitar un gobierno del PP, a estas alturas habría ganado credibilidad tanto para seguir en la oposición como para acudir a unas terceras elecciones sin traicionar los compromisos que adquirió ante los electores.

– Eso de que “los votantes han colocado al PSOE en la oposición” es una solemne majadería. Los ciudadanos tienen por costumbre votar a quien consideran que debe gobernar de acuerdo con sus propios intereses o los de la comunidad (o ambos), y como mucho pueden conscientemente votar a una formación que saben que no ganará pero confían en que representará sus intereses desde la oposición parlamentaria. Lo que no tiene precedentes ni demostración sociológica es que alguien vote a un partido para que apoye el gobierno de su principal adversario.

– No es verdad que la abstención del PSOE para que gobierne el PP sea comparable a los acuerdos existentes en algunos países de Europa entre socialdemócratas y la derecha. En primer lugar porque aquí (hasta donde sabemos) no hay ningún acuerdo de gobierno, sino simplemente una decisión autónoma del Comité Federal socialista para permitir gobernar a la derecha. Ni hay cesiones por parte de esta ni ese apoyo ha sido sometido a las bases (como hizo el SPD alemán, por ejemplo). Y en segundo lugar porque ninguno de los partidos conservadores europeos en el poder con apoyo o permiso de formaciones progresistas está implicado de hoz y coz en cinco causas de corrupción como lo están el PP y varias decenas de exdirigentes. Eso sí que es una “anomalía democrática”, mucho más evidente que la de repetir elecciones tres veces en un año.

– Decir que la debilidad del Gobierno de Rajoy permitirá de facto una especie de “gobierno parlamentario” es mucho decir. El diseño constitucional fue dibujado precisamente para facilitar gobiernos estables, de modo que otorga al Ejecutivo la capacidad de veto motivado en el gasto que supongan iniciativas parlamentarias que le disgusten (como ya se ha demostrado). La mayoría absoluta del PP en el Senado le sirve además para dilatar las decisiones del Congreso tanto como a Rajoy le interese. Y es precisamente Rajoy quien tendrá en su mano el principal instrumento frente al Congreso: la posibilidad de disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones a partir del próximo mes de mayo. ¿Alguien duda que seguirá culpando al PSOE, a Podemos o a los independentistas (o a todos) de la supuesta “ingobernabilidad”?

– Hace más de dos años (en mayo de 2014), desde estas mismas páginas, advertimos que intereses financieros, políticos y mediáticos (muy bien representados por Felipe González y Juan Luis Cebrián) estaban alentando la formación de una Gran Coalición PP-PSOE tras percatarse de que todas las encuestas pronosticaban el fin del bipartidismo. La reacción de las propias bases socialistas y el rechazo que reflejaban los sondeos posteriores entre el electorado progresista llevaron a sus incansables promotores a idear fórmulas diferentes para producir el mismo resultado. Un seguimiento de los editoriales de El País (y de los de toda la prensa conservadora) pone en evidencia el empeño del establishment en evitar a toda costa que fructificara cualquier intento de sumar a la izquierda del PSOE, menos aún si se precisaba no sólo el apoyo de Podemos sino también el consentimiento de formaciones nacionalistas.

– Desde entonces han llovido la abdicación de Juan Carlos I, la dimisión de Rubalcaba, la designación de Pedro Sánchez, unas elecciones municipales, varias autonómicas, dos generales… Y la confirmación de que PP y PSOE conservan el grueso de su debilitado voto entre los mayores de 45 años y en las zonas rurales, mientras Podemos y Ciudadanos han seducido a los sectores sociales y generacionales más dinámicos. Esa realidad sociológica puede o no asentarse, pero seguir despreciándola desde púlpitos empresariales o mediáticos es pura ceguera o simple imposición de intereses particulares cortoplacistas.

– La voladura interna provocada en el PSOE por la prioridad de Sánchez en mantener su sillón otros cuatro años y por la reacción autoritaria de los cuadros dirigentes para frenar su ambición ha situado a los socialistas exactamente donde los querían esos poderes no elegidos. Que algunos estén dispuestos a ir incluso más lejos, expulsando del grupo parlamentario a los diputados díscolos o rompiendo con el PSC, puede garantizar una posterior victoria en la batalla interna emprendida, pero también vaticina la firme probabilidad de que el PSOE termine limitando su implantación e influencia a Andalucía, Extremadura y las Castillas. Como mucho.

– La profundidad del agujero excavado por el PSOE dependerá en parte de lo que haga (o no haga) Podemos para aprovecharlo. El debate interno, personalizado en Iglesias y Errejón pero que refleja diferencias muy serias de discurso, estrategia y estilo, tendrá que despejarse en su próximo ‘Vistalegre’. La táctica de combinar el papel institucional y las movilizaciones en la calle busca despertar de nuevo la fuerza del 15-M que dio origen al movimiento populista, pero también supone el riesgo de situarse en el rol de la protesta y frustrar las esperanzas de cambio real en el sistema. De momento, su apoyo a la manifestación convocada rodeando el Congreso el mismo día de la investidura ha permitido ya colocar los focos mediáticos en la calle (por muy pacífica que sea la concentración) en lugar del hemiciclo, donde se va a producir la “anomalía democrática” de que el presidente de los sobres, de los SMS y de los tesoreros en el banquillo continúe en el cargo gracias a la abstención del PSOE.

No. Esta nueva investidura no desgasta sólo ni principalmente al PSOE por haber decidido facilitarla. Si asomamos por encima del acto parlamentario que el sábado pondrá fin al bloqueo político del último año, podremos visualizar un riesgo mayor: blanquear políticamente la gestión del PP sobre la corrupción conduce a una mayor polarización y a una menor calidad de la democracia. Mientras PSOE (o lo que quede de él) y Podemos (en lo que termine convirtiéndose) no sean capaces de romper la absoluta desconfianza mutua, este país seguirá por mucho tiempo gobernado por las mismas fuerzas que han provocado con su gestión la mayor brecha de desigualdad de la OCDE.

P.D. La célebre cita que precede a este comentario figura en el libro Albert Camus, periodista, de la profesora María Santos Sáinz, que este miércoles se presenta en Madrid. No podría explicarse lo ocurrido en la política española, y aún menos en el PSOE de los últimos años, sin el papel jugado por cabeceras periodísticas y grupos de comunicación más volcados en la defensa del interés de los poderosos (“quienes hacen la historia”) que al servicio de los ciudadanos (“quienes la padecen”). Camus y la necesidad de un periodismo independiente y crítico siguen absolutamente vigentes.

26 Octubre 2016

Rajoy, como siempre, de puntillas sobre la corrupción

Enric Sopena

Leer

El presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy Brey, que seguirá de nuevo  sentado en la poltrona presidencial, no ha abierto  apenas la boca con respecto a los corruptos.Él no quiere  perder el  tiempo buscando presuntas corruptelas, por aquí o por allá. Y es que, hasta los buenos de Ferraz, que los hay, por supuesto,  pero que se equivocan mucho, creen que lo mejor ahora es ayudar al Partido Popular porque se lo merece. ¿Se lo merece?España resulta que los necesita y Rajoy Brey,  por encima de todo,  es sin duda un gran español y por ende un firme  patriota. O  al revés.  Sus sermones  son, cada dos por tres, reiterativos, como  dicen algunos pillastres. Sin embargo, lo cierto es que  de este modo su verdad va llegando fácilmente a todos los ciudadanos buenos, incluidos no pocos patriotas dispuestos a tomarse  un café con leche con sus amigos de Ferraz, cada mañana.El futuro presidente promete diálogo para intentar agotar la legislatura. A buenas horas mangas verdes practicado con los partidos más afines durante los cuatro años de legislatura, en vez de desechar como basura cualquiera de sus enmiendas legislativas.

El PSOE amenaza con expulsar a los diputados que voten “no” en la investidura de Don Mariano, incluido Javier Fernández, ese hombre siempre tranquilo, que se limita a advertir que la decisión adoptada  es un “mandato imperativo” para los diputados socialistas. Y, además,  también para el PSC.Todo esto, es sin duda alguna, altamente peligroso. El Partido Socialista no parece ser lo que ha venido siendo desde que se fundó a finales del siglo XIX. Hasta un juez investiga estos días al Comité que provocó la salida de Pedro Sánchez. Pero Sánchez ha regresado.Sostiene Borrell: “La tradición histórica del PSOE es una tradición de participación directa de los militantes del Partido”.Respuesta de Eduardo Madina a Borrell: “Claro que en origen  el PSOE era un partido asambleario como todo movimiento obrero,  pero hoy es distinto. Distinto porque ha pasado un siglo”.¿Madina se olvida de los obreros y de los débiles que durante tanto tiempo apoyaron al PSOE hasta ahora? ¿O es que con el Partido Popular se vive mejor?

El Análisis

¿Quién dijo qué?

JF Lamata

D. Josep Borrell, D. Óscar Puente o el Sr. Iceta, que tras las elecciones de junio defendieron la abstención, pasaron a ser defensores viscerales del ‘no’, otros dirigentes que defendieron en su día el ‘no’, ahora pasaban a defender la abstención… parece que las opiniones son variables y las más variables, las de los medios de comuniación.

La anti-izquierda mediática (ABC, LA RAZÓN…) que en 2014 presentó a D. Pedro Sánchez como el ‘moderado’ frente al ‘radical’ Sr. Madina, ahora pasaba a presentar al primero como un ultra y al segundo como moderado. EL PAÍS que pedía la dimisión del Sr. Rajoy, ahora aceptaba su continuidad y la prensa digital afín a Podemos (EL DIARIO.es, INFOLIBRE o PÚBLICO.es) que hasta ese momento habían sacudido sin piedad a D. Pedro Sánchez, ahora lo presentaban como a su héroe.

Pero no lo llamen incoherencia: cambio de situación, cambio de alianzas.

J. F. Lamata