Martín Prieto (EL MUNDO) califica al YA de ‘libelo’ por su campaña de insultos contra Pedro J. Ramírez, replica Javier Bleda

Lo que tiene que hacer de inmediato Esperanza Aguirre es ordenar la edición gratuita de las obras completas de Thomas De Quincey, o en su defecto su actualísimo Del asesinato considerado como una de las bellas artes del que es capital la conocida cita: «Si uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le da importancia a robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente. Una vez que empieza uno a deslizarse cuesta abajo ya no sabe dónde podrá detenerse. La ruina de muchos comenzó con un pequeño asesinato al que no dieron importancia en su momento». Tal, añado yo, como mi padrino, el señor X y la banda que le acompaña dispuestos todos a lograr la impunidad aunque perezca la patria a la que invocan. En el puteal de La Moncloa ya está Cebrián de marmolillo inspirando a los jueces. Su responsabilidad en la contabilidad de Sogecable es el moco del pavo; quizá sólo le importe a Javier Gómez de Liaño por ser -¡encima!- suscriptor de Canal Plus. Lo que aquí se hierve es el ablande del bien ganado prestigio de este juez para aliviar el trance judicial a los que tuvieron por costumbre enterrar a la gente en cal viva y autorremunerarse por ello. ¿A quién interesa la interpretación que del Kamasutra pueda hacer Pedro J. Ramírez? A nadie. Lo que se guisa es el descrédito hipócrita de quien aireó los asesinatos y los robos perpetrados bajo el primer felipato. Los de la banda divididos en cuadrilla informativa, política, económica, o simplemente delincuencial como los responsables del libelo YA, no van a morir matando: ni piensan en lo primero y prosiguen civilmente con lo segundo.

Martín Prieto

Me encanta esta idea original de mi admirado Martín Prieto, que ayer en EL MUNDO decía que el YA era un libelo. Me he permitido reproducir lo que dice el diccionario de la palabra libelo para centrarnos más exactamente en el tema. Libelo: escrito en que se denigra o difama a personas o cosas. Me agrada saber que en tan corto espacio de tiempo he conseguido que el YA se parezca al periódico preferido por los estudiantes de periodismo, que, como sabes, es en el que tú escribes, querido José Luis. Si lo publicado hasta ahora en el YA es un libelo, también tenemos que aplicar ese calificativo a EL MUNDO, con la diferencia de que aquí decimos las cosas con conocimiento de causa y sin inventamos nada, además de que no defendemos ningunos interese más que los propios para que la redacción pueda ir cobrando. Si no recuerdo mal, fue EL MUNDO en el que denunció públicamente que estábamos preparando el montaje y manipulación de un vídeo sexual de tu director para desacreditarlo. El vídeo existe y, por lo que tú mismo escribes cuando dices “¿A quién interesa la interpretación que del Kamasutra pueda hacer Pedro J. Ramírez?” lo estás legitimando como auténtico, igual que la juez Ana Revuelta cuando decidió secuestrar los vídeos de Correos, a instancias del Fiscal General del Estado, por el artículo 197 del Código Penal, que defiende la intimidad sexual de las personas. Entonces, querido Prieto, el libelo no existe por nuestra parte, todo lo contrario, es a EL MUNDO a quien hay que acusar de ser un libelo, o mejor dicho, a su director de ser el responsable, porque insisto una vez más, en ese periódico trabajan muchos y buenos profesionales que nada tienen que ver con los falsos montajes con fines políticos o la defensa del propio escándalo que organiza Pedro José Ramírez.

Pero si quieres que hablemos de libelos, podemos empezar a reparar algunas de las informaciones que hemos publicado últimamente sobre las historias de las sociedades instrumentales de tipo inmobiliario de tu director. Debe ser muy infame todo lo que hemos escrito sobre su enriquecimiento fraudulento cuando todavía no ha dicho esta boca es mía. O podemos hablar también del reportaje sobre las cuentas andorranas de Vera y Corcuera, del que todavía estamos esperando una explicación. O, si quieres, podemos hablar de como, durante años, todos los días acusáis de asesinos y ladrones a personas que no han tenido todavía un juicio justo, lo que me está obligando a defenderlos continuamente, a riesgo de parecer un rojo, con tal de echarle un cable al cumplimiento de la Constitución. Tampoco se escapa el Rey, a quien le vais dando píldoras poco a poco para que sepa lo que le espera si decide ponerse del lado de la Ley y enfrentarse a la conspiración. ¿Tengo que recordar vuestras recientes menciones a otro vídeo ‘barbaro’, o el tener que sacar ahora, después de haber sido investigado por vosotros mismos y por Hacienda a instancias vuestra, a un señor que es manco y que dejaría cortarse el otro brazo antes que darse a la alta traición? ¿No es un libelo el periódico que llama ‘mierda’ a un magistrado como hizo ayer mismo Jiménez Losantos con Ismael Moreno? ¿No difama Pablo Sebastián en EL MUNDO cuando ayer también acusa de prevaricador al presidente de la Audiencia Nacional?

Mi querido Martín Prieto, disfruto como nadie cuando te oigo por las mañanas en el programa de Luis del Olmo, incluso cuando te leo donde quiera que escribas, pero no te equivoques conmigo, y mucho menos con el YA. Estás defendiendo una operación de asalto al poder capitaneada por una persona con presuntos desordenes patológicos. Por supuesto que no me importa cómo se lo monta en la cama Pedro José Ramírez ni si le gusta que le metan o le dejen de meter. Ese tipo de comportamiento presuntamente aberrante son los miembros del Consejo de Administración de Unidad Editorial S. A. los que han de valorarlo y saber si coincide con su manera de enfocar espiritualmente la vida o les escandaliza, pero te quiero aclarar, porque parece que no me entiendes, que yo, en tanto que español, no quiero que un mindundi al que conozco por el culo, según Campmany, en su artículo de ÉPOCA, tenga tanto peso específico en las altas cotas del poder. Y, por favor, la próxima vez que acuses a un periódico de libelo, por favor, miera EL MUNDO primero.

Javier Bleda