5 junio 1931
La suma de los partidos que sostienen al Gobierno provisional de la II República, los firmantes del llamado Pacto de San Sebastián, tienen la mayoría absoluta
Elecciones Legislativas 1931: El PSOE será la minoría mayoritaria y apoyará el Gobierno de los republicanos de izquierda

Hechos
El 28.06.1931 se celebraron las primeras elecciones legislativas de la II República con triunfo de la izquierda.
Lecturas
En junio de 1931 se celebran las primeras elecciones a cortes tras la proclamación de la II República producida tras la marcha del Rey D. Alfonso XIII del país ante la derrota monárquica en las grandes ciudades elecciones municipales. .
El antiguo monárquico y ahora líder de Derecha liberal Republicana, D. Niceto Alcalá Zamora, seguirá siendo Presidente del Gobierno provisional de la II República, cargo que ocupa desde el pasado mes de abril, al lograr que en Las Cortes, la suma de las formaciones del Pacto de San Sebastián, que forma el Gobierno provisional (PSOE + Derecha Liberal Republicana + Partido Radical + Acción Republicana + Partido Radical Socialista) una amplia mayoría.
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REPARTO DE DIPUTADOS POR PARTIDO
- Partido Socialista Obrero Español – 116 escaños
- Partido Radical – 90 escaños
- Partido Radical Socialista – 53 escaños
- Esquerra Republicana de Catalunya – 36 escaños
- Acción Republicana – 26 escaños
- Acción Nacional & Partido Agrario (Derecha)- 26 escaños
- Derecha Liberal Republicana – 22 escaños
- Agrupación al Servicio de la República – 16 escaños
- Organización Republicana Gallega Autónoma – 15 escaños
- Tradicionalistas (+ PNV) – 14 escaños
- Partido Liberal Demócrata – 4 escaños
- Lliga Regionalista – 3 escaños
- Monárquicos – 1 escaño
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REPARTO DE DIPUTADOS POR BLOQUE
- Republicanos de izquierda (izquierda)- 276 diputados
- Republicanos de derecha (centro) – 119 diputados
- No republicanos (derecha) – 41 escaños
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LOS MÁS VOTADOS EN MADRID.
En la circunscripción de Madrid el diputado más votado ha sido D. Alejandro Lerroux García, del Partido Radical con 133.789 votos. El dirigente del PSOE más votado fue D. Francisco Largo Caballero con 118.431 votos y D. Julián Besteiro con 117.917 votos. Por la Agrupación al Servicio de la República los más votados en Madrid han sido el Sr. Ossorio y Gallardo con 38.970 votos, D: Melquiades Álvarez González-Posada con 35.621 votos y D. José Sánchez Guerra con 35.124 votos. Por la derecha el diputado más votado por Madrid, y único con opciones de ser elegido diputado es el líder de Acción Popular [Acción Nacional] D. Ángel Herrera Oria con 27.865 diputados.
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LOS SOCIALISTAS, LA FUERZA MAYORITARIA
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ÉXITO POCO RENTABILIZADO DE LERROUX
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16 ESCAÑOS PARA LOS INTELECTUALES
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ÁNGEL HERRERA ORIA, LE PERIODISTA QUE ASPIRA A LIDERAR LA DERECHA
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UN ÚNICO DIPUTADO MONÁRQUICO
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Las elecciones a Cortes Constituyentes con listas abiertas de junio de 1931 suponen un auténtico triunfo para las formaciones socialistas y republicanas. Nadie obtiene mayoría absoluta, la minoría más votada es precisamente la socialista y entre los republicanos se impone el Partido Radical de don Alejandro Lerroux. Los votantes de la derecha se decantan por Acción Nacional (más tarde Acción Popular), una formación que enarbola la bandera católica y se convierte en el principal partido de la oposición. En la circunscripción de Madrid encontramos a dos periodistas: don Roberto Castrovido (EL LIBERAL) en las listas republicanas y al director de EL DEBATE, don Ángel Herrera (por Acción Nacional). El señor Castrovido obtiene 126.603 votos, mientras que el señor Herrera se quedó con 27.865 votos. ¿qué imagen de objetividad podían mostrar EL LIBERAL o EL DEBATE? EL DEBATE se convertía, de hecho, en periódico de partido (de la CEDA).
Esta composición de Las Cortes se mantendría hasta las siguientes elecciones legislativas celebradas en noviembre de 1933.
El Análisis
Los españoles dieron un voto de confianza a los políticos del nuevo régimen para que iniciaran una nueva etapa. Al contrario que lo sucedido en 1978, el Gobierno provisional de la II República hizo lo contrario a intentar consensuar nada contra los sectores que no eran adeptos al cambio de régimen. No evitó tocar los temas que eran más sagrados para la media España que no acataba el régimen republicano, sino que fue directamente a pisotearlos. Por número de escaños, el PSOE emerge como el primer partido de España, seguido por el Partido Radical de Alejandro Lerroux, lo que indica que el peso del nuevo orden republicano recae sobre una combinación de republicanismo social y reformista. Sin embargo, lo que resulta llamativo es que el poder real en el Gobierno provisional no se corresponde con la fuerza parlamentaria de los partidos. El presidente Niceto Alcalá Zamora, cuya Derecha Liberal Republicana apenas cuenta con 22 escaños, y el ministro de la Guerra, Manuel Azaña, líder de Acción Republicana con 26 escaños, siguen ocupando las posiciones más decisivas del Ejecutivo. El hecho de que el PSOE, con 116 diputados, no presida el Gobierno ni controle los principales ministerios, refleja que los acuerdos del Pacto de San Sebastián siguen pesando más que los votos. Una paradoja republicana que recuerda, en cierto modo, a los tiempos de la Restauración, cuando la política se decidía tanto en las urnas como en los salones ministeriales.
Esta persistencia del peso de los pactos previos sobre la voluntad popular podría volverse problemática si la nueva República quiere distinguirse, en legitimidad y práctica, de los regímenes anteriores. Resulta casi irónico que el conde de Romanones, símbolo de aquel sistema que ahora se dice desterrado, haya logrado un escaño, aún despojado de su título nobiliario, mientras que otros actores del viejo orden —como la Lliga de Cambó o los tradicionalistas— apenas sobreviven políticamente. Las urnas han hablado en favor del cambio, pero si las estructuras de poder siguen operando por pactos de élites, la República corre el riesgo de repetir algunos de los vicios que juró combatir. Queda por ver si esta mayoría republicana será capaz de construir un régimen duradero no solo con votos, sino con legitimidad compartida. Esta persistencia del peso de los pactos previos sobre la voluntad popular podría volverse problemática si la nueva República quiere distinguirse, en legitimidad y práctica, de los regímenes anteriores. Resulta casi irónico que el conde de Romanones, símbolo de aquel sistema que ahora se dice desterrado, haya logrado un escaño, aún despojado de su título nobiliario. Las urnas han hablado en favor del cambio, pero si las estructuras de poder siguen operando por pactos de élites, la República corre el riesgo de repetir algunos de los vicios que juró combatir.
La dimisión de Alcalá Zamora y Miguel Maura, producida unos meses después, por el anticlericalismo, sería la mejor demostración de que la clase política del nuevo régimen estaba encaminándose al mismo fracaso que los políticos de la etapa anterior.
J. F. Lamata