24 julio 2013

Susana Díaz será la nueva Presidente de Andalucía tras ser la única persona que alcanzó suficiente número de avales para presentarse a las primarias

El caso de los EREs se lleva por delante al presidente de Andalucía: Griñán (PSOE) dimite y cede su puesto a Susana Díaz

Hechos

  • El 23.07-2013 D. José Antonio Griñán anunció que dejaría la Presidencia de la Junta de Andalucía en Septiembre una vez que el PSOE había acordado que Dña. Susana Díaz fuera su sucesora tras ser la única candidata que reunió suficientes avales.

Lecturas

El 7 de septiembre de 2013 D. José Antonio Griñán Martínez abandona la presidencia de la Junta de Andalucía que pasa a ocupar Dña. Susana Díaz Pacheco, también del PSOE. Esta dimisión se produce ante la investigación del caso de corrupción conocido como el caso de los EREs, el desvío de manera arbitraria de dinero público destinado a ayuda a los parados en el Gobierno de D. Manuel Chaves del que el Sr. Griñán era el consejero responsable de los citados fondos.

Dña. Susana Díaz Pacheco asumió el liderazgo del PSOE andaluz tras ser la única candidata que consiguió suficientes avales – en una pugna con D. Luis Planas y con el alcalde de Jun, D. José Antonio Rodríguez Salas – el pasado 16 de julio. En teoría el plan era que la Sra. Díaz Pacheco asumiera el mando de la Junta de Andalucía y del PSOE andaluz al acabar la legislatura (2015), pero el caso de los EREs ha adelantado los planes.

D. José Antonio Griñán Martínez no se retira de la política, dado que será designado senador representando a Andalucía.

LOS DERROTADOS EN LA LUCHA POR EL PODER EN EL PSOE ANDALUZ:

jun_plaza El consejero de Agricultura de la Junta, D. Luis Plaza y el mediático alcalde de Jun, D. José Antonio Rodríguez Salas presentaron sendas candidaturas para lograr alcanzar la nominación a ‘candidato del PSOE-A’ a la presidencia de Andalucía, pero la dirección del PSOE-Andaluz respaldó a la Sra. Díaz y exigió un requisito de avales que ninguno de los dos aspirantes logró frente a la candidata ‘oficial’, que fue proclamada por unanimidad.

24 Julio 2013

Desconcertante Griñán

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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Alega razones personales para su retirada exprés, pero no despeja la duda sobre los ERE

La retirada definitiva de José Antonio Griñán como presidente de la Junta de Andalucía y su relevo por Susana Díaz, previsto para septiembre, no viola normas ni afecta a legitimidades políticas, pero sí confirma que la dirección del PSOE de Andalucía ha dado prioridad a los tacticismos internos antes que a la responsabilidad contraída con los ciudadanos en las elecciones de 2012. Son ellos los que merecen una explicación de las razones por las que, en menos de un mes, Griñán ha pasado de anunciar su intención de no presentarse a nuevos mandatos en la Junta, pero agotar el actual —le quedaban casi tres años— a dejarlo casi de inmediato.

Las razones son personales y familiares, según Griñán, lo cual no le impide mantenerse en los cargos orgánicos del PSOE. La sorprendente precipitación de su marcha afianza la idea de que un factor decisivo es la investigación del presunto fraude de los ERE. Griñán intenta quitarse de la presión que representa este asunto, aparte de sostener que no hay motivos jurídicos para imputarle. En este punto solo cabe aguardar el curso de los acontecimientos y sin duda el caso seguirá pesando sobre una organización política que gobierna Andalucía sin interrupción desde 1982; pero es posible que la acción de Griñán contribuya a apartar al futuro Gobierno andaluz de los focos de un problema judicial cuya evolución no está escrita.

Precisamente se espera para hoy el testimonio del ex interventor general de la Junta, Manuel Gómez, que remitió hasta 15 informes a la Consejería de Hacienda en los que alertó del irregular procedimiento con el que se daban las ayudas y sobre las ampliaciones presupuestarias que recibió el fondo constituido para ello. Griñán, que fue el titular de esa consejería entre 2004 y 2009, ha sostenido siempre que no leyó tales informes y la actual consejera de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, se ha inmolado públicamente al asumir que nunca pasó tales documentos a Griñán cuando ella era viceconsejera.

Lo sucedido explica, de paso, por qué la dirección de los socialistas andaluces convocó unas primarias exprés, de las que se ha servido para hacer una demostración de fuerza interna y consolidar la base política de la futura presidenta de la Junta. Para Griñán, conservar por algún tiempo las riendas de la organización socialista en Andalucía puede ser un modo de balizar el camino de su sucesora, aunque la bicefalia no funcione nunca bien —fue su excusa para apartar a Manuel Chaves— y tarde o temprano habrá de ceder también ese puesto.

Y en lo que se refiere al PSOE federal, Griñán sigue siendo el presidente y no hay síntomas de que renuncie a jugar un papel en el futuro inmediato de este partido, que en otoño tiene prevista una conferencia política probablemente decisiva para el equipo liderado por Alfredo Pérez Rubalcaba.

 

25 Julio 2013

Los ERE funden a Griñán y Díaz aísla a Rubalcaba

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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LA RETIRADA de Griñán como presidente de la Junta de Andalucía acorralado por el caso de los ERE y cuando aún no se ha cumplido ni un año y medio de su investidura es la imagen de la desesperación en la que se encuentra el PSOE en esta comunidad. Aunque Griñán alega motivos personales, resulta evidente que su inminente imputación ha sido determinante para que haya tomado la decisión de marcharse. Hace sólo unas semanas aseguró que acabaría la legislatura.

El asunto de los ERE, destapado el 27 de diciembre de 2010 por EL MUNDO con el elocuente título «La Junta ha estado pagando prejubilaciones de manera ilegal durante casi una década» es el peor caso de corrupción que tiene España sobre la mesa, tanto por los millones defraudados como por lo repugnante de que se malversaran fondos destinados a ayudar a los parados. La responsabilidad política de Griñán, en tanto que consejero de Economía y Hacienda cuando se produjeron los hechos, es palmaria. Sobre la penal, tendrán que pronunciarse los tribunales. Con Griñán ya como presidente, el Gobierno andaluz no ha hecho más que torpedear la investigación. Se ha negado información a la juez y se ha tratado de evitar que comparecieran testigos claves. Es el caso del interventor que alertó en numerosas ocasiones de las irregularidades que se estaban cometiendo y que manifestó en su día que Griñán «cebó sin descanso» el fondo de reptiles de la Junta. El PSOE ha tenido también un comportamiento inadmisible, cuestionando a la instructora y ejerciendo sobre ella todo tipo de presiones.

Pero lo peor del relevo en la Junta es la forma como se ha llevado a cabo. Resulta de una gran hipocresía presentar la entronización de Susana Díaz como un ejemplo de democracia. Griñán ha impuesto a su sucesora en un simulacro de primarias a las que, en la práctica, sólo podía concurrir su candidata. Habrá que ver cómo una persona del aparato, sin experiencia en la gestión y elegida en las urnas sólo para ser diputada es capaz de llevar las riendas de Andalucía. Mal síntoma es que Griñán haya pretendido blindarla tachando de machistas a quienes cuestionan su capacidad.

Aunque Griñán trata de hacer de la necesidad virtud con su huida, sí es cierto que al apartarse del cargo le hace un último favor a su partido en Andalucía: asume el desgaste político por el fraude de los ERE y libera de esa carga al próximo Ejecutivo, que se formará después del verano. Indirectamente traslada la presión a Rajoy, que comparecerá la semana que viene en el Parlamento para explicar el caso Bárcenas sin que nadie haya asumido ninguna responsabilidad en sus filas.

Pero las implicaciones políticas de la llegada de Susana Díaz son inquietantes para el PSOE. Al margen de haber apoyado a Chacón en su enfrentamiento con Rubalcaba, Díaz pertenece al ala más izquierdista del partido: no por casualidad se la considera artífice del pacto con IU en Andalucía. Toda vez que la federación andaluza es la de mayor peso y dado que el secretario general no ha logrado controlar al PSC, la posibilidad de una futura radicalización del PSOE es una amenaza real. Pero lo que hoy ya es un hecho es que Rubalcaba está un poco más arrinconado. Además de no remontar en las encuestas sigue perdiendo apoyos internos.

27 Agosto 2013

Relevo en la Junta

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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El presidente Griñán culmina su plan de retirada para intentar dejar un Gobierno sin lastres

Apenas dos meses después de anunciar su intención de no presentarse a la reelección, prevista para 2016, el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñan, oficializará hoy su renuncia al cargo que dará paso a la investidura, el 5 de septiembre, de su sucesora, Susana Díaz. En tan breve plazo se ha producido el abandono de su compromiso de agotar el mandato, y la convocatoria de unas elecciones primarias que no llegaron a celebrarse. También ha decaído por el camino la afirmación de que su salida, debida a razones personales, no tenía nada que ver con el escándalo de los ERE que investiga la juez Alaya.

Las razones personales son reales, no un pretexto, pero también lo es que en la decisión ha pesado lo que ahora ha reconocido como intento de evitar que, si hay consecuencias, caigan sobre el Gobierno andaluz; es decir, que si fuera imputado, no ocurra siendo presidente de la Junta. Esa imputación es posible, aunque él no ha dejado de proclamar su inocencia.

La principal acusación proviene del interventor general de la Junta cuando Griñán era Consejero de Economía: afirma que pasó a esa consejería no menos de quince informes alertando de que el departamento de Empleo prescindía “de forma absoluta del procedimiento administrativo previsto por la ley” para financiar los ERE. Griñán alega que no leyó esos informes y la que entonces era su viceconsejera ha declarado que no se los pasó.

Se da por seguro que Griñán será designado senador autonómico, pero el argumento de que con ello pretende mantener la condición de aforado no es del todo válido, pues esa condición la conservaría en todo caso como parlamentario andaluz, cargo al que no ha renunciado. Tampoco al de presidente del PSOE.

Este partido está preparando la Conferencia política, que se celebrará en noviembre, encargada de actualizar el programa y la estrategia, y solo tras ella, si se cumple el calendario de Rubalcaba, se planteará la renovación personal de las federaciones del PSOE mediante un proceso de primarias. Las circunstancias han llevado a la de Andalucía a adelantar esa renovación; pero también a evidenciar sus debilidades. La sucesora, de 39 años, se presenta como eje de la renovación generacional. Se supone que formará un Gobierno sin ninguno de los dirigentes provenientes del periodo de Manuel Chaves, en el que se gestó el asunto de los ERE, lo que les permitirá gobernar sin ese lastre.

Pero Susana Díaz deberá despejar algunas cuestiones. Llega sin haber sido elegida en primarias, porque ninguno de los otros aspirantes contó con los avales necesarios; y se trata de una dirigente muy ligada al aparato de un partido que lleva 31 años gobernando. Ella misma se retrató algo ingenuamente cuando, nada más ser señalada, comentó: “Para alguien que considera al partido su familia, algo así es muy grande, muy grande”. Paradójicamente, su padrino político tiene fama de refractario al aparato: de servidor público más que de líder de partido.

31 Agosto 2013

‘Antisusanismo’

Concha Caballero

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Donde la crítica se vuelve apoteósica es en su condición de mujer

En política no es que no haya una única vara de medir, sino que ni siquiera hay dos. Así, a vuela pluma, podemos destacar una primera vara de medir según las afinidades ideológicas, una segunda en función del sexo de la persona en cuestión, una tercera por su procedencia social y una cuarta por su raza. Y no necesariamente por este orden.

El nivel de crítica se dispara exponencialmente si das positivo en más de dos parámetros. Apenas si conozco a Susana Díaz y puedo compartir alguna de las críticas o reservas que se plantean pero me resulta llamativa la ferocidad que han empleado con ella antes de que empiece su andadura y, sobre todo, el hecho de que estos argumentos no se utilicen contra otros representantes políticos.

La elección de Susana es, según el PP, “una farsa, un fraude” porque no ha pasado por las urnas. Sin embargo este mismo partido considera “impecablemente democrático” que el Presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González o el de Valencia, Alberto Fabra, hayan sido elegidos por sus asambleas sin pasar por las urnas.

La forma de elegir a Susana ha sido considerada como “un dedazo”, un “susanazo”, una imposición de Griñán. Los déficits de este proceso no pueden ocultar que en el PP el candidato es elegido por “las autoridades competentes”. De hecho Zoido afirma que están “a la espera de lo que decida Rajoy sobre la candidatura”, pero esto no es dedazo es liderazgo.

Susana Díaz es una persona que “no ha trabajado en su vida en la empresa privada ni ha hecho oposiciones en la Administración pública”. Efectivamente esto es así y soy también de las que creen que esto, no es que los inhabilite en absoluto para un cargo, pero supone un cierto déficit. Lo que no nos cuentan es la lista interminable de políticos andaluces y estatales que carecen de este currículo laboral o es tan escuálido como una raspa de sardina comenzando por Arenas, Fátima Báñez, Ana Mato, Antonio Sanz o el propio Felipe González.

La juventud se ha convertido en un reproche a la futura Presidenta. A los 39 años es, por lo visto, una joven cachorro y una niñata inexperta. Rafael Escuredo tenía 38 años cuando se convirtió en el primer presidente de la Junta, Borbolla 36, Felipe González con 34 años era jefe de la oposición y Aznar con esta misma edad presidente de Castilla y León. Claro que eran hombres, tenían barba o pintaban canas.

Nadie se atreve a criticar sus orígenes modestos, pero muchas afirmaciones rezuman un clasismo cierto. Aunque tenga una carrera universitaria es “indocumentada”. “Barriobajera”, “trianera”, “de estética poco depurada” calificativos que exudan la incomodidad ante quien pisa el poder sin desprenderse totalmente de sus orígenes.

Pero donde la crítica se vuelve apoteósica es en su condición de mujer. Susana no ha llegado a ser consejera sino que “se encaramó al poder”; no es decidida o valiente sino “ambiciosa”; no es inteligente sino “lista”; no aprende, sino que es “esponja”; no ha ganado congresos sino “ha fulminado a sus adversarios”. El marco se completa con un repaso a su estilismo, al color de su pelo o de sus blusas. Si esto no es sexismo, explíquenme de qué se trata.

Todo es banal, vacío, irrisorio. Lo realmente importante es si el próximo Gobierno tendrá fuerzas y ganas para sacar a Andalucía de este agujero de desesperanza; si por fin tomarán como propio el reto del desempleo; si tienen proyectos nuevos, apertura real a la sociedad y sienten como suyos los problemas de la ciudadanía.

04 Septiembre 2013

¡A por ella!

Román Orozco

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Lo relevante no son los topicazos, sino si Susana Díaz está preparada para dirigir Andalucía

Mientras una mujer es una marimandona, el hombre es fuerte. Si la mujer tiene un carácter agrio, el hombre tiene un recio carácter. Donde ella es autoritaria, él ejerce la autoridad con buen talante.

No falla: cada vez que una mujer llega a un alto puesto, sobre todo político, se desatan los tópicos. No podía escapar a ellos Susana Díaz, nueva presidenta de la Junta de Andalucía. Si todo transcurre como está previsto, hoy será investida con el voto mayoritario del Parlamento: 60 de los 109 diputados.

Desde que en julio Griñán anunció su retirada, y Díaz emergió como sustituta, la derecha política y sus palmeros han ido a por ella. Cargados de tópicos.

El primero, que es una mujer de extraordinaria dureza. Mandona y escaladora. En segundo lugar, destacan su escasa formación y su nula experiencia profesional fuera de la política.

Algunos biógrafos de urgencia, con más o menos mala fe, olvidan que es licenciada en Derecho y diplomada en Alta Dirección de Instituciones Sociales. Hija de fontanero y ama de casa. Clase trabajadora trianera. Ayudaba en el hogar y tardó más de lo habitual en licenciarse.

Mas o menos lo mismo que se demoró Antonio Sanz, exsecretario general del PP. Aquel a quien Gaspar Zarrías decía en el Parlamento: “¡Señor Sanz, dele una alegría a su padre y termine la carrera de Derecho!”. O los que empleó su exjefe Javier Arenas, quien, según el aún portavoz de la Junta, Miguel Ángel Vázquez, fue “un mal estudiante” que «tardó más de una década en sacar la carrera de Derecho».

¿Poca experiencia profesional fuera de la política? ¡Hay que ser cínicos para, desde el PP, utilizar este argumento!

Con 22 años, ocuparon un cargo político, y ya no abandonaron el coche oficial, Arenas, conocido por ello como El Niño; Rafael Hernando, diputado cunero por Almería; José Luis Sanz, secretario general del PP; y su antecesor, Antonio Sanz, el más precoz: a los 18 años era vicepresidente de Alianza Popular de Jerez.

Se le echa en cara también llegar a la presidencia muy joven: 39 años, cuando dos expresidentes ocuparon ese puesto con algunos menos: Escuredo (38) y Borbolla (36). Y el colmo: ha “heredado” la presidencia, sin pasar por las urnas. ¡Igualito que los presidentes Ignacio González (Madrid) y Alberto Fabra (Valencia) o la alcaldesa Ana Botella! Una herencia en la que quieren incluir el pesado fardo de los ERE, tema en el que Díaz no ha tenido absolutamente nada que ver.

Lo relevante no son esos topicazos, sino si está preparada para dirigir Andalucía. Por ahora, es una incógnita. De momento, ha sumado en su partido lo que antes restaba. Cuenta con el apoyo de todos los secretarios provinciales. La mayoría de la militancia le dio su aval. Ha restaurado relaciones con líderes históricos del socialismo andaluz: Felipe González, Alfonso Guerra y Manuel Chaves. Pero mientras los dirigentes del PP consideran una virtud la unidad de su partido, a Díaz se la echan en cara.

Sería deseable que quienes lleguen a los altos puestos de responsabilidad política hayan pasado un tiempo en la empresa privada o en la administración pública. Sin embargo, hasta hoy, todos los partidos se han nutrido de su cantera. Por ello, lo importante es el proyecto de gobierno de Díaz y con qué armas cuenta para realizarlo.

En su discurso de investidura nos ha ofrecido buenas palabras y mejores deseos: transparencia y lucha implacable contra el paro, la exclusión social y la corrupción; defensa de los grandes servicios públicos, salud, educación, servicios sociales. Y se apoya en Izquierda Unida, que estará muy vigilante para que esas buenas intenciones se conviertan en realidades.

Es decir, tiene garantizada la estabilidad en el Gobierno. Eso es lo que le duele a esa derecha rabiosa que no soporta haber sido derrotada una y otra vez, en las urnas y en el Parlamento. Por eso van a por ella.