15 julio 1995

El veterano político acusado de corrupción es forzado por la dirección nacional a dimitir tan sólo dos meses después de haber sido reelegido presidente por mayoría absoluta

El ‘caso Soller’ obliga a Gabriel Cañellas (PP) a dimitir como presidente de Baleares, le sustituye Cristofol Soler

Hechos

El 15.07.1995 D. Gabriel Cañellas dimitió como presidente del Gobierno de Baleares y como presidente del PP de Baleares.

Lecturas

D. Gabriel Cañellas Fons presidente de Baleares por el Partido Popular que acababa de ser reelegido el pasado mayo por mayoría absoluta, se ve forzado a presentar su dimisión tanto de presidente de Baleares, como de presidente del PP de Baleares, a petición de la dirección nacional que preside D. José María Aznar López ante le proceso judicial al Sr. Cañellas Fons para saber si el político cobró comisiones a cambio de la adjudicación de las obras del Túnel de Soller (se investiga si cobró 50 millones de pesetas del constructor D. Antoni Cuart Ripoll a cambio de adjudicar a su empresa las obras del túnel de Soller, dinero que el Sr. Cañellas Fons habría pasado al también dirigente del PP D. José Antonio Berastain Díez para que se usara para financiar al PP).

La dimisión del Sr. Cañellas Fons supone una pifia para Diario de Mallorca (del grupo Prensa Ibérica) que en su edición del día 15 de julio de 1995 aseguraba que Madrid respaldaba la continuidad del Sr. Cañellas Fons.

El nuevo presidente de Baleares es D. Cristófol Soler Cladera y el nuevo presidente del PP de Baleares es D. Joan Huguet Rotger. El nombramiento del Sr. Soler cuenta con la oposición de un sector considerable del PP balear con D. Joan Verger Pocovi como cabeza visible. D. Gabriel Cañellas Fons, que sigue siendo diputado en el parlamento balear. Esta situación causará que el mandato del Sr. Soler sea breve y finalice con su dimisión. 

CAÑELLAS DIMITE COMO PRESIDENTE DE BALEARES A LOS DOS MESES DE SER REELEGIDO

Cañellas_1995_4aznar_castilla_leon_1989 A pesar de que D. Gabriel Cañellas defendía su absoluta inocencia en el caso ‘Túnel de Soller’ (comisiones ilegales9 y que se demostraba dispuesto a seguir siendo presidente de Baleares a pesar de estar imputado, el presidente de su partido D. José María Aznar le forzó a presentar su dimisión. No hacia ni dos meses (mayo) que el Sr. Cañellas había sido reelegido en las elecciones autonómicas de baleares por una mayoría aplastante.

PIFIA DEL DIARIO DE MALLORCA

pifiDMCAnellas El periódico DIARIO DE MALLORCA del Grupo Prensa Ibérica (D. Francisco Javier Moll de Miguel) aseguró en su portada del día 15 de julio que la dirección nacional del PP ‘exculpaba’ al Sr. Cañellas permitiendo que su federación balear le aclamaran. El propio director del periódico, D. Pedro Pablo Alonso publicaba un editorial muy duro contra la permisividad de la ejecutiva nacional del Sr. Aznar hacia el Sr. Cañellas. No podía estar más equivocado, ese mismo día 15 de julio el Sr. Cañellas era forzado a dimitir precisamente por presiones de la dirección nacional del Sr. Aznar. Al día siguiente DIARIO DE MALLORCA debía rectificar su información.

16 Julio 1995

Cañellas dimite, pero desafía a Aznar

Andreu Manresa

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Gabriel Cañellas, presidente del Gobierno y del PP de Baleares, presentó ayer la dimisión de ambos cargos, como José María Aznar le había pedido por el caso Sóller, pero al mismo tiempo lanzó a través de la organización de las islas un desafío al presidente nacional para reclamar que no acepte la renuncia. Cañellas proclamó que es el partido de Baleares el que debe decidir. El portavoz del PP en Madrid sostuvo, en cambio, que es la dirección nacional la competente. El propio Aznar declaró que aceptará la dimisión (le los dos cargos y calificó a Cañellas de «caballero». Fuentes de las dirección aseguran que el presidente balear envió un mensaje a Aznar el viernes para confirmarle que las dimisiones son irrevocables, aunque le anunció que no renuciaba a que quedara de manifiesto el criterio contrario del PP de las islas.
Gabriel Cañellas desplegó ayer una estrategia efectista y ambigua para responder al emplazamiento que le planteó José María Aznar, la dimisión por responsabilidad política en el caso Sóller, una presunta financiación irregular del PP de Baleares.Cañellas dimitió de todos sus cargos ante una junta directiva regional ampliada, pero fue aclamado de nuevo dos horas des pués como líder indiscutible por la representación de su partido en las islas. Al tiempo que logra ba la adhesión emotiva y unánime y el rechazo a las directrices nacionales, dejó escritas dos cartas de renuncia.

Ante el núcleo de dirigentes y cargos públicos del PP de Baleraes, casi 200 personas reunidas en un hotel de Palma, Cañellas ofició una maniobra política radical y a la vez ambigua. La exigencia por Aznar de su dimisión motivó un reiterado lamento, porque la responsabilidad política «no se ha adoptado en casos más graves» dentro del partido.

Interrogación

El presidente balear se había interrogado el viernes por la noche en Muro (Mallorca) sobre la oportunidad de una renuncia de quien fuera presidente autonómico cuando uno de sus ex consejeros ha sido condenado, en referencia a Aznar y Miguel Pérez Villar, a los que no citó. Recalcó que ése no es su caso, sin tener en cuenta que el ex consejero balear de la, Función Pública Juan Simarro fue condenado e inhabilitado para el cargo por prevariación por el Supremo.

La tesis que expuso el presidente regional es que que el caso Sóller no representa un problema jurídico para el PP y el Gobierno balear, pero la dirección nacional exige responsabilidades políticas -«que no sé muy bien qué quiere decir», apostilló- y por ello presenta estas dos dimisiones.

El político balear asume el riesgo de tensionar la vida interna del PP nacional y del distanciamiento personal que le puede reportar contradecir el discurso anticorrupción de Aznar. «Dios proveerá. Ahora no me toca hablar a mí», comentó. «A veces dos amigos han de discutir o pelear para entenderse luego». Desde luego, la presión y la negociación entre Madrid y Palma de Mallorca parece ser el camino elegido por el PP balear. Un diputado autonómico apostilló que «a lo mejor son los de Madrid los que han de venir a Mallorca».

El PP de Baleares respaldó a su líder por unanimidad y Cañellas vinculó estrictamente su futuro al veredicto de sus bases regionales. «Haré exclusivamente aquello que quieran y digan ( … ) Si alguien me manda a casa serán los que aquí [Baleares]».

Pero también aseguró, en un constante juego de ambigüedad y confusión, que él es, «muy disciplinado» y acata las decisiones de su partido, aunque no las comparta «en absoluto porque se han tomado un poco sin el conocimiento suficiente de la realidad», porque no hay en Baleares ni implicados, ni imputados por los tribunales en relación con elcaso Sóller.

Cañellas entregó una carta de renuncia como presidente regional del PP a los tres vicepresidentes de las islas, «para que la hagan llegar a Madrid».

En cuanto al escrito de renuncia a la presidencia del Gobierno y al acta de diputado, lo presentó ante el grupo parlamentario, pero con el espacio de la fecha en blanco. «Que decidan si es justo tramitarla, que lo hagan en el momento que crean oportuno, que consulten en todo el conjunto del partido», comentó. «Lo más conveniente y agradable era irme a casa sin decir nada, ni despedirme de nadie», declaró también. «Viviría tranquilo, pero habría hecho una traición a todos a los que animé a participar».

Puerta abierta

Por no cerrar, Cañellas no dejó cerrada del todo la puerta de una hipotética escisión de base regionalista. Al final de los debates de la junta regional ampliada, explicó que «el proyecto tiene un nombre, sí, el de Partido Popular, pero es del Partido Popular en tanto en cuanto sea un partido que trabaje por Baleares, por todos vosotros, por cada pueblo e isla». Antes había colocado la crisis en la puerta de la dirección: «Yo ya he hecho lo que me han indicado». «Que Madrid reconsidere su posición», clamaron numerosas voces en la asamblea.

En cuanto a la reunión del grupo parlamentario, todos los diputados regionales firmaron un manifiesto de solidaridad y negaron oficialmente que se esté preparando una escisión. En cualquier caso, Cañellas perdería el poder si optara por la escisión, porque no todo el grupo parlamentario estaría con él. La oposición tampoco le ayudaría, aunque sólo sea porque suscribió un pacto verbal contra el transfugismo.

Unos minutos antes de la medianoche, Gabriel Cañellas salió de una cena en el castillo de Bellver con los ministros de Transportes de la Unión Europea y habló brevemente con los periodistas. Dio a entender dos cosas: que «alguien se está equivocando», lo que cabe entender como una alusión a la dirección nacional del PP, y que no tiene previsto reunirse próximamente con Aznar. Y añadió, esta vez rotundamente, que piensa estar una semana sin hacer declaraciones. Sus manifestaciones dejaron en el aire la impresión de que podría continuar en el cargo.

16 Julio 1995

La contundencia de Aznar

DIARIO DE MALLORCA (Director: Pedro Pablo Alonso)

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El presidente del Partido Popular, José María Aznar, acaba de tomar una decisión clara, contundente y valiente porque no está exenta de ciertos riesgos. Al aceptar la dimisión presentada por Gabriel Cañellas, Aznar corrobora con hechos, y no sólo con palabras que su compromiso en la lucha contra la corrupción y en pro de la transparencia política no era papel mojado. El líder del PP preside una formación que dispone de la mayoría absoluta den Baleares y que cuenta con un electorado conservador muy fiel a las siglas del partido, como se ha venido demostrando en los comicios de los últimos años. Por ello, Aznar, aun sabiendo que maniobras de cara a la galería podían tratar de frustrar su empeño, ha seguido exigiendo responsabilidades políticas a Cañellas a causa del escándalo del túnel de Sóller. Que una cosa es lo penal y las vías jurídicas, y otra lo político y su impacto en la opinión pública.

Es muy probable que Aznar haya sopesado tanto la importancia de Cañellas en el seno del PP balear  que presidió hasta ayer mismo junto con el Govern de esta Cmunidad cuanto el eco emocional que su decisión iba a tener en el archipiélago. A pesar de ello, el presidente del PP no ha querido rebajar el listón de sus exigencias en materia de limpieza política, y ha pedido y aceptado de un hombre de su propio partido lo que él suele demandar al os dirigentes socialistas ante la corrupción: la dimisión.

Aún no es tiempo de realizar un balance además cuando de la larga etapa de Gabriel Cañellas al frente de los destinos de Baleares. Pero podemos adelantar los fallos gneerales que han merecido nuestra crítica y que, a la larga, le han llevado a la ruina política. Porque a Cañellas no lo han derribado las fuerzas de oposición, sin sus propios excesos en el ejercicio de un Poder hegemónico – en el partido y en el Govern – y su escasa sensibilidad para gobernar con solvencia.

Dicha insensibilidad brillaba en sus malas relaciones con los medios de comunicación que, como DIARIO DE MALLORCA, sirven a la opinión antes que a los poderosos de turno. Partidairo de matar al consejero, Cañellas llegó a hurtar información a los lectores de este diario porque le molestaba su independencia.

Este personaje no merece adhesiones emotivas antes que racionales, ni que se organicen carnavales políticos para prolongar estérilmente su agonía. Ni mucho menos que un partido serio y sólidamente implantado en Baleares se desvincule de sus instancias nacionales, tan apreciadas por ese electorado que vota PP y no hombres y nombres determinados.

Lo que procede es que el partido que gobierna mayoritariamente en la mayoría de instituciones y municipios de Baleares reflexione, supere las reacciones emotivas y acepte la decisión de Aznar. Una decisión en firme que pone fin a una carrera más que discutible.

DIARIO DE MALLORCA

15 Julio 1995

El listón de Aznar

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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JOSÉ MARÍA Aznar ha puesto tan alto el listón de las responsabilidades políticas en los casos de corrupción relativos al PSOE que no puede rebajarlo ni una pulgada cuando se trata de los que atañen a su partido. Y éstos no le faltan últimamente. Al supuesto caso de corrupción relacionado con la concesión de las obras del túnel de Sóller, en Baleares, se añade ahora la condena por prevaricación de Miguel Pérez Villar, su consejero de Economía en la época en la que el actual líder del PP presidía la Junta de Castilla y León.El primero está todavía sub júdice. Pero en el segundo ya existe una condena definitiva por parte del Tribunal Supremo. Poco importa, en todo caso, esa diferencia a la hora de exigir las responsabilidades políticas, si las hay, a quien correspondan. El líder del PP mantiene que las responsabilidades políticas, precisamente porque son distintas de la penales, no pueden ir a remolque de lo que decidan los tribunales. Deben exigirse de inmediato y alcanzar al máximo responsable en la cadena de mando.

Sin embargo, en el caso del ex consejero de Economía de la Junta de Castilla y León Miguel Pérez Villar, condenado ayer por el Supremo a ocho años de inhabilitación para ejercer cargos públicos por un delito de prevaricacion, nadie del PP se ha sentido hasta ahora políticamente afectado. Las responsabilidades políticas derivadas de esa conducta en el ejercicio de un cargo público siguen en blanco. 0 para mayor exactitud, los dirigentes regionales del PP han conseguido una pirueta en su razonamiento: eI responsable político del caso Pérez Villar -es Felipe González y no José María Aznar, a fin de cuentas quien le eligió para ese cargo y quien le mantuvo en el mismo sin la adecuada vigilancia.

Es cierto que Pérez Villar ha sido absuelto del delito de fraude, del que también era acusado, circunstancia en la que se apoya el PP para intentar convertir al acusador particular, el PSOE, en acusado. Pero los dirigentes del PP no pueden escudarse en esa absolución para minimizar la condena por prevaricación y el propio carácter de este delito. La conducta del antiguo consejero de Economía de Castilla y León -dictar resoluciones injustas al amparo del ejercicio del poder, consistentes en conceder subvenciones a empresas mineras asesoradas por su esposa- es una de las más definitorias de la corrupción política. Los tribunales han establecido las responsabilidades penales que la justicia y la sociedad exigen. Y éstas sólo pueden recaer sobre quien ha sido declarado autor del delito. Si nos atenemos a la doctrina Aznar, alguien más tendrá que asumir la responsabilidad política que se deriva de un hecho delictivo cometido al amparo de un cargo público de libre designación.

Esta misma doctrina es la que, con los convenientes matices, le lleva inexorablemente a no tardar un minuto más en cerrar políticamente el escándalo de la supuesta financiación irregular del PP vinculada a la adjudicación de las obras del túnel de Sóller a un socio privado del presidente popular del Gobierno balear, Gabriel Cañellas. La aplica correctamente antes de que los tribunales digan su última palabra sobre la presunta dimensión delictiva del asunto y con una cierta laxitud, es decir, demasiado tarde, en relación al momento en que sucedieron, pero eso sí, justo cuando la publicidad del escándalo amenazaba con estropear su cuidadosa estrategia de acceso a La Moncloa. «Nadie puede tirar por la borda el trabajo de tanta gente», ha sentenciado Aznar en relación con este caso. Aunque ese «nadie» sea uno de los barones del PP con más peso político propio.

Lo cual puede plantear algunas dificultades al dirigente nacional de PP. Hoy se verá si Cañellas está dispuesto a servir en bandeja su cabeza en aras de las responsabilidades políticas que Aznar le exige. Pero éste no podrá retroceder ante ningun desafio, si quiere ser coherente con su rigorista doctrina. Dicha doctrina afecta ahora de lleno a quien es el máximo responsable del Gobierno y del Partido Popular en Baleares, y afecta de forma retroactiva al propio presidente del PP, a menos que se reconozca el carácter puramente instrumental y oportunista de la teoría Aznar, pensada para pedir la dimisión de Felipe González, pero sin ninguna vocación de aplicación general.

20 Julio 1995

El final del túnel

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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GABRIEL CAÑELLAS ha renunciado a la presidencia de Baleares apenas 50 días después de haber, obtenido la mayoría absoluta. Con este desenlace, Aznar ha probado dos cosas: que no está dispuesto a contemporizar con los casos de corrupción que se produzcan en sus filas y que controla el partido con mano de hierro. De nada le ha servido al veterano dirigente balear su intento de parapetarse tras los órganos regionales del PP para dar largas a la orden de dimisión que le cursó Aznar a cuenta de sus responsabilidades políticas en el escándalo del túnel de Sóller. A la postre, los dirigentes del PP balear se han avenido a la exigencia de encontrar rápidamente un sustituto. Para ellos ha tenido que ser un trago amargo desembarazarse del hombre que impulsó su reconstrucción en años difíciles y que lo condujo hasta la mayoría absoluta. Para Cañellas, mucho más.’No lo ocultó en su despedida oficial, cuando dijo que había tenido que renunciar por un problema de imagen de Aznar. Pero acató el inequivoco mensaje de Madrid. Cristóbal Soler, presidente del Parlamento balear, sustituirá a Cañellas al frente del Gobierno. Todo ha sido extraordinariamente rápido, como quería, Aznar, para evitar la sensaclón de un pulso entre órganos nacionales y regionales del partido. Cualquier cosa para impedir que pudiera reproducirse un conflicto al estilo de Hormaechea en Cantabria.Si hubo pulso -Aznar lo niega-, lo ha ganado en toda regla. Sus argumentos a favor de la dimisión de Cañellas,han debido ser tan sólidos que nadie ha sido capaz de oponerle otros de igual o mayor consistencia. El liderazgo de Aznar sale, sin duda, reforzado de este episodio. También se ha dado un paso importante en dirección de la correcta solución en el plano político, de los problemas. derivados de la corrupción en el ejercicio del poder.

Todavía, es pronto para saber si la dimisión de Cañellas tendrá o no en el futuro, efectos no deseables sobre la cohesión del PP a nivel nacional. De, momento, algunas heridas ha tenido que abrir en el PP balear. Cañellas no se mordió la lengua ante el Ejecutivo regional de su partido para decir que no le había gustado nada lo que habían decidido sobre él en la dirección nacional. Y hace unos días fue precisamente Cañellas quien articuló una de las críticas más demoledoras jamás hechas sobre la doctrina aznarista de las responsabilidades políticas. El dirigente balear censuré sin miramientos las consecuencias de esa doctrina en lo referente a su caso. A su juicio, la decisión fue precipitada, desconocedora de la realidad balear, causa de agravios comparativos en relación con otros casos de corrupción e injusta al producirse en el vacío y antes de cualquier pronunciamiento de los tribunales. Es probable que viniendo. de quien ha sido. la primera y más notable víctima de esa doctrina, la crítica sea exagerada. Pero ahí queda.

En todo caso, a partir de ahora, la fórmula Cañellas, como respuesta política al fenómeno de la corrupción, será punto obligado de referencia para todas las fuerzas políticas. El precedente creado por Aznar con la exigencia de responsabilidades políticas por casos de corrupción es ciertamente riguroso y nada fácil de llevar a la práctica, pero nadie está más obligado que él a tenerlo en cuenta en el futuro. Si no lo hace, no faltará quien se lo eche en cara. Sus compañeros de partido en Baleares en primer lugar.

Incluso si no obtuviera unos beneficios políticos. tan tangibles e inmediatos como los asociados a la dimisión de Cañellas, Aznar,está comprometido desde ahora a obrar con igual firmeza en todo supuesto de corrupción. Sería injusto suponer que ha actuado de la forma en que lo ha hecho con Cañellas por razones de mera oprtunidad política y no en virtud de una apuesta seria y a largo plazo a favor de la tan necesitada limpieza de la vida pública en este país. Aznar ha actuado en este caso con solidez, autoridad y coherencia. No es poco. Y no era fácil.