13 enero 1989

El nuevo Director General será Luis Solana, hermano del ministro Javier Solana que ocupó la dirección de Telefónica

Pilar Miró dimite como Directora General de RTVE acosada por los ‘guerristas’ y por la Oposición en la polémica sobre sus gastos de vestuario pagados con dinero público

Hechos

  • El 13 de enero de 1989 el Consejo de Administración de RTVE resolvió la sustitución de Dña. Pilar Miró Romero dimitió como Directora General de Radio Televisión Española (RTVE) por D. Luis Solana Madariaga nuevo Director General de RTVE.

Lecturas

El mandato de Dña. Pilar Miró como Directora General de RTVE, cargo para el que fue designado en octubre de 1986 acabó con mucha más controversia que la de su antecesor, D. José María Calviño. El escándalo por sus elevados gastos de vestuario, filtrado por sus enemigos internos en TVE (los afines al Sr. Calviño) y utilizado y aireado por la oposición del Partido Popular (Alianza Popular) con el diputado D. Luis Ramallo a la cabeza, han llevado a Dña. Pilar Miró a presentar su dimisión.

LUIS SOLANA, NUEVO DIRECTOR DE RTVE

Luis_Solana D. Luis Solana, hermano del ministro D. Javier Solana Madariaga, del PSOE, y ex Presidente de la empresa pública Telefónica pasaría a ser Director General de RTVE reemplazando a Dña. Pilar Miró. El mandato de D. Luis Solana sería mucho más breve que el de su antecesora, dado que será reemplazado en febrero de 1990 por D. Jordi García Candau. 

Al poco tiempo de llegar a la dirección de la cadena pública D. Luis Solana, cesaría al Sr. Cavero al frente del resumen de noticias en RNE, suprimiría el programa ‘Derecho a Discrepar’ creado por la Sra. Miró tanto en TVE y anunciaría la creación de nuevos programas como la tertulia nocturna ‘Las Noches‘. Durante su etapa se produciría el nacimiento de las televisiones privadas.

05 Enero 1989

Árbol caído

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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SE DA por seguro que Pilar Miró será destituida como directora general de RTVE en el próximo Consejo de Ministros, el día 13. Pero es la tercera o cuarta vez que el cese se da por inminente. En cualquier caso, Pilar Miró sigue al día de hoy, pese a los desplantes de la oposición, la sorda indignación de la opinión pública y la desautorización expresa por parte de ministros y dirigentes del PSOE, al frente de la radiotelevísión pública. El escándalo que se organizó por la adquisición de vestuario con fondos públicos fue considerable. Pero el que supone que el Gobierno se empecine en mantenerla en su puesto tres meses después de su estallido lo supera ampliamente.Lo que hizo Pilar Miró fue algo más que un error, sin que quepa diluir su responsabilidad con el argumento de que su comportamiento individual es un simple reflejo de los hábitos imperantes en la sociedad española o en sus clases dirigentes. En primer lugar, no es cierto que todo el mundo haga lo mismo. Si todos los cargos públicos, cada uno a su nivel -concejales, alcaldes, asesores de consejeros autonómicos, embajadores o ministros-, hicieran lo mismo, hace tiempo que el Estado se habría declarado en quiebra.

La única actitud razonable por parte de Pilar Miró habría sido la de marcharse inmediatamente. Es lo que se espera de alguien que reconoce haber cometido irregularidades como las puestas de manifiesto por la Intervención General. Su inicial pretensión de desplazar la responsabilidad del cese hacia quien la nombró resulta injustificada, sobre todo teniendo en cuenta que son notorias las relaciones de amistad que unen a Pilar Miró con el presidente del Gobierno. Pero no menos injustificada resulta la lógica de Felipe González, que se niega a aceptar dimisiones o a destituir a cargos públicos, precisamente porque así lo solicita la oposición o la opinión pública.

El argumento de la dificultad de hallar un sustituto idóneo resulta igualmente insostenible. Es seguro que si la directora general hubiera dimitido por motivos de fuerza mayor, sin mediar escándalo alguno, la vacante habría sido cubierta de inmediato. Al aplicar el criterio de enfriar el asunto para evitar producir sensación de debilidad, González ha conseguido el efecto opuesto: la situación no puede resultar más ridícula, y el bochorno aumenta cada día. Al optar por la pasividad, el presidente ha renunciado a adoptar una actitud ejemplificadora en el ámbito de los comportamientos y ha abonado el terreno para que quienes sólo se sienten fuertes frente a los débiles se ensañen a su gusto con un árbol caído y artificialmente sostenido en pie. Pero sobre todo ha renunciado a hacer de la crisis el punto de apoyo para, una reforma a fondo del estatuto de RTVE, cuya redacción actual favorece el imperio del arbitrismo y constituye un caldo óptimo para que germine la corrupción. No en vano ha sido la propia directora general quien ha admitido que la televisión «sólo interesa a los políticos en cuanto instrumento de sus objetivos partidistas».

14 Enero 1989

El señor de los monopolios

EL PAÍS (Joaquín Estefanía)

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SÓLO UN masoquista incorregible o un servidor incondicional del partido en el Gobierno podían ser capaces de aceptar la sucesión de Pilar Miró como directora general de Radiotelevisión Española (RTVE) en las condiciones de precariedad en las que se produce el relevo (el mandato del nuevo responsable del medio concluye con la legislatura). Poco importa, en cualquier caso, determinar en qué categoría se encuadra Luis Solana, ya que en cualquiera de las dos situaciones nos encontramos ante un paradigina notable de cómo entiende el Ejecutivo las condiciones que deben poseer las personas llamadas a dirigir un medio de comunicación pública que debe garantizar «la objetividad, veracidad e imparcialidad de las info:rmaciones» y respetar «el pluralismo político, religioso y social», según se establece en el propio Estatuto de RTVE.Pilar Miró fue elegida, antes que por sus dotes de mando, inteligencia o capacidad de gestión, por su proximidad personal al presidente del Gobierno. La única explicación de que el responsable del actual caos telefónico haya sido puesto al frente del primer medio de comunicación pública es que el mismo criterio ha prevalecido sobre cualquier otro. Está claro que esta decisión ha debido causar una honda sorpresa en los millones de usuarios, actuales o en listas de espera, del monopolio telefónico, que vienen soportando el deterioro más grave jamás habido en este servicio público. Luis Solana ha pasado así de presidir un monopolio a dirigir otro.

No hay que descartar -y el beneficio de la duda opera a su favor- que el disciplinado sustituto de Pilar Miró en Radiotelevisión Española pueda hacerlo mejor que en la Compañía Telefónica Nacional de España en lo que se refiere a la prestación de un servicio televisivo realmente plural, objetivo e imparcial, como pretende el Estatuto de Radiotelevisión. Pero hay motivos más que suficientes para desconfiar de que ello sea posible en un poderoso medio de comunicación en el que impera sobre cualquier otra consideración, al margen de la voluntad de sus trabajadores, la regla de dar satisfacción a las apetencias y a las presiones del poder político. Con ser muy significativa la persona que esté al frente de Radiotelevisión Española, mucho más importante es la necesidad de reformar el estatuto, claramente favorecedor, en su actual redacción, del arbitrismo y de la utilización por el Gobiemo de turno de la única oferta televisiva pública que llega a todos los españoles.

En sus nueve años de vigencia, el Estatuto de RTVE ha dado suficientes muestras de su inadaptación al funcionamiento del medio. El consejo de administración, cuyos miembros deben ser elegidos por las Cortes «entre personas de relevantes méritos profesionales», según se establece en el estatuto, está conformado en la práctica en función directa del juego de las mayorías y minorías parlamentarias. Así, la obediencia política a la que son llamados sus integrantes convierte de hecho el consejo en una prolongación del juego parlamentario, que en muchas ocasiones poco tiene que ver con la gestión necesaria del medio. Pero es que además este consejo -que en teoría debe representar a la sociedad, titular real del medio- se encuentra notablemente disminuido al no tener la capacidad de elegir al director general del ente, al que nombra el Gobierno libremente tras un simple trámite de audiencia, y a veces sin que sea necesario ni esto.

Se establece de esta forma un sistema imposible en el que el director general, nombrado en virtud de exclusivos criterios políticos, dispone de amplísimos poderes y responde únicamente ante quien le nombra, es decir, el Gobierno, y el consejo de administración sólo nominalmente representa a la sociedad y apenas ejerce un control testimonial sobre la gestión del medio. Sólo un director general elegido por un consejo de administración establecido con los criterios fijados en el propio estatuto -y responsable, por tanto, únicamente ante él- podría emprender la cada vez más urgente reforma de un medio cuya supervivencia está garantizada en estos momentos exclusivamente por su condición de monopolio.

14 Enero 1989

Nombramientos y ética política

Lorenzo Contreras

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El denostado nombramiento de Luis Solana como nuevo Director General de RTVE en sustitución de la desacretiada Pilar Miró es fiel reflejo del descrédito general con que el felipismo afronta la última etapa de su actual mandato legislativo. Aunque todavía pueda parecer temprano sentar conclusiones finales, hay un margen de certeza moral en que la recuperación de la ética política no será capítulo de las inquietudes de González durante su más que probable despedida de la mayoría absoluta.

En todo este tiempo casi todo ha funcionado orwellianamente con criterio de control. La política de nombramientos ha caminado uncida a esa finalidad. Habría sido ingenuo esperar que al frente del Ente público RTVE el felipismo abandonara su tradicional empeño. La subida de Luis Solana a la cima del pirulí representa la más resonante posibilidad de burla contra una opinión que fundamentalmente se nutre de lo que Torrespaña destila.

El felipismo ha tenido que reñir con sus afines políticos y sociales desde el momento en que las esencias de su ideario se han revelado infumables. La ruptura práctica con la UGT, la marginación del partido como socio de la empresa política, el aplastamiento de las minorías internas responden a algo más que a diferencias de criterio sobre los rumbos de la economía y del reparto social. Ha sido la prepotencia de un estilo la que acabó por conrroer cualquier posibilidad razonable de diálogo en la familia socialista e instituyó al felipismo como gran sucedáneo.

En la hora actual cuando se asegura el control de RTVE ante las cercanas elecciones con la promoción de un felipista en estado puro, el observador no tiene derecho a asombrarse. Ha funcionado simplemente una lógica política basada en el adiós sistemático a la ética.
Una historia muy vieja.

Lorenzo Contreras

16 Enero 1989

Pilar Miró: "No me gustan los políticos"

Entrevista de José Miguel Contreras

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"Lo que más me duele es el coste personal que me ha supuesto", afirma la ex directora general de RTVE

Pilar Miró, de 48 años, asegura que todos la dejaron sola cuando ella misma impulsó el escándalo, que considera infundado. La ex directora general de RTVE reconoció ante el Congreso que había comprado ropa para sus actos oficiales utilizando dinero público, Pilar Miró, que cobra 477.000 pesetas netas cada mes en 14 pagas al año, ha devuelto a la empresa los cuatro millones que había tomado para tal fin. Los últimos acontecimientos y su cese en el cargo le han dejado un regusto amargo: «No me gustan los políticos».

Pregunta. ¿Qué calificación se concede a sí misma en su gestión?Respuesta. Notable, un notable alto. Yo creo que ha habido una etapa de mucha cautela en la toma de decisiones motivada por una permanente situación a la defensiva por nuestra parte respecto a los órganos políticos que se supone que tienen, que deben colaborar con el director general del Ente. En mi caso, no sólo no ha colaborado, sino que me han puesto frente a las cuerdas incesantemente.

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P. ¿A qué órganos políticos se refiere?

R. Me refiero al Consejo de Administración de RTVE y al Grupo Parlamentario Socialista. Todo se ha hecho, por ello, demasiado trabajoso, mucho más de lo que debiera haber ocurrido teniendo en cuenta que el actual equipo conocía la casa y tenía muy claro lo que tenía que hacer.

P. ¿Después de todo lo ocurrido, ¿qué experiencia ha extraído?

R. Que no me gustan los políticos.

P. Pero usted es militante de un partido político y es de suponer que ha tenido actividad en este terreno.

R. Es verdad. La he tenido y la asumo, pero la experiencia me da un retrato robot del 90% de los políticos en activo bastante lamentable.

P. Critica usted ahora con dureza a la clase política española y particularmente a su partido, ¿piensa seguir militando en él?

R. Me reservo la respuesta.

P. ¿Eso quiere decir que al menos se ha planteado la posibilidad de abandonar el PSOE?

R. No sólo me lo he planteado, sino que tengo muy claro lo que voy a hacer.

P. ¿Se puede saber cuál será el siguiente paso a este respecto?

R. Voy a enviar una carta a Txiqui Benegas, como portavoz que ha sido del partido durante el conflicto, que llevo ya algún tiempo deseando escribir. Quiero decirle algunas cosas.

P. ¿Qué valoración hace de cómo ha terminado todo el conflicto alrededor de su persona?

R. Para mí es inimaginable. Jamás hubiera pensado que todo esto pudiera haber ocurrido. Hace seis meses me lo cuentan y hubiera dicho que era ciencia-ficción. Aún hoy así me lo parece.

P. Pasado el tiempo, ¿sigue usted manteniendo que en la cuestión de los gastos de vestuarios usted obró bien, que no se equivocó?

R. Yo me equivoqué, pero supongo que volvería a hacerlo igual. Posiblemente, no todo. Sería un disparate por mi parte que volviera a cometer los mismos errores. Sigo pensando que es absurdo que alguien pueda creer que yo haya tenido una intención de cometer un delito económico por la cantidad del vestuario cuando hemos manejado un presupuesto que para 1989, supera los 180.000 millones de pesetas. Lo único real que ocurrió fue una falta de acuerdo en la interpretación de una partida presupuestaria entre Hacienda y yo. Otra cuestión distinta es que yo hubiera ocultado aquellos hechos. Todo ha sido una baza política que, a la vista de los resultados, ha estado muy bien utilizada en mi contra.

Economía y amistad

P. Hay críticas que hablan de serias irregularidades económicas en su gestión.

R. La gestión está ahí. Las cifras y las auditorías, también. Nadie puede utilizar ese argumento, salvo que se quiera aprovechar con oportunismo político. La gestión está bien clara y económicamente es la mejor y más clara que se ha hecho en toda la historia de RTVE. Si alguien quiere enriquecerse en RTVE puede hacerlo, y otros lo han hecho en etapas anteriores, pero no ha sido éste mi caso.

P. El otro argumento utilizado en su contra es el del abuso del amiguismo. Incluso esta crítica ha salido de boca de un ministro del Gobierno.

R. A ese respecto, también ha sido la gestión más objetiva que jamás se haya hecho, incluida la información. Es muy difícil que la gente que trabaja en RTVE yo no la conozca, porque he pasado muchos años de mi vida aquí, pero eso no) quiere decir que estén donde están porque los conozca. Acusarme de amiguismo es una estupidez.

P. ¿Qué imagen cree que tiene ahora la sociedad española de usted?

R. Todo esto me ha hecho un daño personal muy fuerte. Se ha creado mucha tensión y se me ha descalificado excesivamente. No me he podido defender y habrá gente que, aunque no crea todo lo que se ha dicho de mí, podrá llegar a pensar que si tanto se habla del asunto es que algo habrá de verdad. De todo esto lo que más me duele es el coste personal que me ha supuesto. Siempre se me ha respetado en mi carrera profesional y yo ahora tengo mis dudas de que la gente de la calle tenga un buen concepto de mí, y eso, claro que duele, y más cuando es injusto. Cuando me cruzo con gente por la calle hay veces que tengo la sensación de que deben pensar que yo les he engañado y eso no es cierto.

P. ¿Qué le ha dicho su hijo durante todo este período?

R. Apenas tiene siete años, pero, pese a ello, creo que ha sabido entender todo lo que le he explicado. Incluso me hizo una pregunta de las más lúcidas que me han formulado en estos meses. Me dijo: Mamá, ¿si no quieren pagarte la ropa para que vayas a esas fiestas, para qué te invitan?

P. Además, le quedan a usted causas judiciales pendientes.

R. Lo malo no es eso, sino lo lentas que van. Ingenuamente, yo esperaba que una sentencia rápida me permitiría reivindicar mi buen nombre, pero también en eso me he equivocado.

P. ¿A qué se ha debido la tardanza en que se produjera su relevo?

R. Yo creo que no es fácil cambiar al director general. Supone paralizar muchas cosas. Para el nombramiento hay siempre muchas peleas internas y yo creo que en este momento el Gobierno lo que más desea es evitar precisamente conflictos internos.

P. ¿Qué va hacer a partir de mañana?

R. Lo primero poner mi destino en manos del nuevo director de Televisión Española. Pienso pedir mi reincorporación a TVE como realizadora de plantilla que soy y espero que los nuevos directivos tengan a bien contar conmigo.

P. Personalmente, ¿qué espera del futuro inmediato?

R. Me conformaría con que me dejaran sola. Preferiría que alguna gente dejara de preocuparse por mí, que no me quisieran tanto. Estoy harta de la doble moral de algunos políticos profesionales. Para mí ha sido repugnante observar comportamientos como el de un portavoz de la oposición, caracterizado por la agresividad de sus intervenciones en mi contra, que a la puerta de una sesión de control parlamentario me mostró su total solidadridad y apoyo y me invitó a comer con el director de¡ banco al que le llevaba la campaña de relaciones públicas.

La sombra de Calviño

J. M. C El 20 de octubre de 1986, Pilar Miró tomó posesión de su cargo de directora general de Radiotelevisión Española. En contra de lo que marca el protocolo habitual en este tipo de actos, el director general saliente, José María Calviño, no asistió. El hecho no era más que la constatación de algo que ya se suponía, la pugna entre Pilar Miró y los componentes del equipo que había gobernado RTVE los cuatro años anteriores, vinculado al entorno político del vicepresidente, Alfonso Guerra.

P. Su antecesesor en el puesto, José María Calviño, no asistió a su toma de posesión. ¿Tiene usted pensado asistir a la de Luis Solana?

R. Sí.

P. Usted tuvo con su antecesesor un proceso de transición bastante tenso. ¿Piensa que puede repetirse ahora?

R. Con Calviño el proceso de transición fue muy bueno. Ése fue el problema. Yo tuve con él dos entrevistas y lo malo es que me creí lo que dijo. Luego me di cuenta de que había sido muy ingenua. Su actitud cambió de repente, sin que yo sepa aún por qué, y ya el hecho de que no asistiera a mi toma de posesión fue muy violento.

P. Luis Solana ha afirmado que piensa hablar con todos los directores generales de la época democrática.

R. Los dos hermanos Solana son conciliadores, educados en el colegio El Pilar. Yo creo que es bueno que reciba todo tipo de información y que luego decida. Lo que veo es que es difícilmente compaginable el tipo de información que yo pueda darle con la que le pueda ofrecer mi antecesor, ya que somos totalmente opuestos y nuestra gestión también lo ha sido.

P. ¿Si invita a José María Calviño a la toma de posesión usted asistiría?

R. No me consta que vaya a ser invitado.

P. ¿Y si así ocurriera?

R. Desde luego, si me entero antes no voy.

P. El vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, tampoco asistió a su toma de posesión. ¿Si él va a la de Solana, irá usted?

R. Sí. Me parece normal que vaya.

P. ¿Le ha comentado, a Luis Solana algo que usted hubiera agradecido que le hubieran explicado antes de ocupar el cargo?

R. Sí, algo muy importante que mi antecesor no me dijo: la verdad.

P. De la experiencia en el cargo desde su llegada a la dirección general de RTVE, ¿ha sacado algún aprendizaje concreto para su futuro?

R. Sí. Nunca más tardaré tres meses en cambiar a la jefa de secretaría si alguna vez vuelvo a ocupar un puesto de responsabilidad [en referencia a María Ángeles López Lorente].


La etapa de doña Pilar Miró fue mucho más corta que la del Sr. Calviño, puesto que fue forzada a dimitir en diciembre de 1988 siendo reemplazada por el Gobierno por D. Luis Solana. La dimisión de la Sra. Miró se produjo después de que miembros de la oposición encabezadas por el diputado don Luis Ramallo (AP)  dirigieran  una   campaña  contra sus elevados gastos de vestuario con dinero público. La que fuera directora general de RTVE reconoció ante el Congreso que había comprado ropa para sus actos oficiales utilizando dinero público. La Sra. Miró, que cobraba 477.000 pesetas netas cada mes en 14 pagas al año, devolvería a la empresa los cuatro millones que había gastado en trajes. En declaraciones al diario EL PAÍS la Sra. Miró aseguraría lo siguiente al respecto:

«Yo me equivoqué, pero supongo que volvería a hacerlo igual. Posiblemente, no todo. Sería un disparate por mi parte que volviera a cometer los mismos errores. Sigo pensando que es absurdo que alguien pueda creer que yo haya tenido una intención de cometer un delito económico por la cantidad del vestuario cuando hemos manejado un presupuesto que para 1989, supera los 180.000 millones de pesetas. Lo único real que ocurrió fue una falta de acuerdo en la interpretación de una partida presupuestaria entre Hacienda y yo. Otra cuestión distinta es que yo hubiera ocultado aquellos hechos. Todo ha sido una baza política que, a la vista de los resultados, ha estado muy bien utilizada en mi contra». (Dña. Pilar Miró)

“Su gestión  terminó  mal, con  un escándalo menor como era la compra de su vestuario” – comentó el Sr. Sopena a LA HEMEROTECA DEL BUITRE – “Pagó un  precio  muy alto. Pero  hizo  una  gestión  rupturista”.

PILAR MIRÓ VS EL CONSEJO DE RTVE CONTROLADO POR AFINES A CALVIÑO/GUERRA

Quienes de verdad habían hecho la vida imposible a Dña. Pilar Miró eran los miembros del Consejo de Administración de RTVE que representaban al PSOE, concretamente los Sres. D. Fernando G. Delgado, D. Ramón Criado y D. Jordi García Candau, los tres hombres de confianza de D. José María Calviño, del sector ‘guerrista’ del PSOE.

anti_pilar_miro  De izquierda a derecha: D. José María Calviño, D. Fernando G. Delgado, D. Ramón Criado y D. Jordi García Candau.

En una entrevista con el periodista de EL PAÍS, D. José Miguel Contreras (socio fundador de la productora Globomedia) publicada el 16.01.1989 la Sra. Miró no ocultó críticas al Consejo de Administración de TVE:

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«Ha habido una permanente situación a la defensiva por nuestra parte respecto a los órganos políticos que se supone que tienen, que deben colaborar con el Director General del Ente. En mi caso, no sólo no ha colaborado, sino que me han puesto frente a las cuerdas incesantemente. Me refiero al Consejo de Administración de RTVE y al Grupo Parlamentario Socialista.  (…) «

Pero la figura con la que la Sra. Miró se mostraba más dolida era con su antecesor, D. José María Calviño a quien, claramente, consideraba detrás de la actitud de los miembros del Consejo de Administración. Esté fue el diálogo entre el Sr. Contreras y la Sra. Miró.

Contreras-  Su antecesesor en el puesto, José María Calviño, no asistió a su toma de posesión. ¿Tiene usted pensado asistir a la de Luis Solana?

Miró-  Sí. (…) Con Calviño el proceso de transición fue muy bueno. Ése fue el problema. Yo tuve con él dos entrevistas y lo malo es que me creí lo que dijo. Luego me di cuenta de que había sido muy ingenua. Su actitud cambió de repente, sin que yo sepa aún por qué, y ya el hecho de que no asistiera a mi toma de posesión fue muy violento.

Contreras-  ¿Le ha comentado, a Luis Solana algo que usted hubiera agradecido que le hubieran explicado antes de ocupar el cargo?

Miró- Sí, algo muy importante que mi antecesor no me dijo: la verdad.

En esa misma entrevista Dña. Pilar Miró daba entender su asqueo por la política y su decisión de abandonar la militancia en el PSOE.

El Análisis

LO QUE MAL EMPIEZA MAL ACABA

JF Lamata

Que duda cabe que el proceso de transición entre D. José María Calviño y D. Pilar Miró es el prototipo de ‘mala transición’ por antonomasia. Por un lado la Sra. Miró consideraba que el Sr. Calviño se había comprometido a darle todo su apoyo, cuando luego sus hombres (‘los guerristas’ del Consejo de RTVE) se dedicaron a hacerle la vida imposible.

Para el Sr. Calviño y el Grupo Parlamentario socialista (controlado por los ‘guerristas’) la Sra. Miró había entrado como elefante de cacharrería echando a todos los ‘calviñistas’ sin consultar ni pedir permiso antes que eso.

Por tanto se dio la paradójica situación de que un Gobierno con mayoría absoluta como era el del PSOE vivió la etapa de mayor división interna conocido nunca en la historia de TVE.

J. F. Lamata