13 junio 2021

Discreto seguimiento a un partido cuya popularidad, pese a estar en el Gobierno, cae en picado

4ª Asamblea Podemos 2021 – Ione Belarra es elegida nueva Secretaria General del partido sucediendo a Pablo Iglesias con más del 80% de los votos

Hechos

La IV Asamblea de Podemos se celebró el 13 de junio de 2021.

Lecturas

Si en la I Asamblea (2014) y en la II Asamblea (2017) hubo marcada división interna en la elección de la dirección de Podemos, en la III Asamblea (2020) el sector crítico – sin los anticapitalistas y sin los errejonistas era residual. Situación que se ha repetido en la actual asamblea a pesar de que se debía decidir algo tan fundamental como el nuevo liderazgo tras la marcha del fundador.

14 Junio 2021

Más de lo mismo es menos

Antonio Lucas

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Contra el calor, la organización ofreció paraguas el sábado y el domingo sombrillas. Se cuidó en extremo a la buena gente. Había también algo impagable en la fantasía de que cayesen del cielo balones hinchables de Nivea. Las sonrisas de asalto ya son menos y conviene renovar el merchandising. Podemos ha estado un par de días refundándose en el Auditorio Paco de Lucía de Alcorcón, al aire libre, como debe ser. Dos días. El mismo tiempo, más o menos, que tardan en cambiarle el palier a mi pobre 600. Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales, es la nueva sacerdotisa. Es pablista. Inquietante. Leal. Y glaciar. Escogió para su candidatura un lema directo y soso: Crecer. Ni sonoro ni átono. Ni frío ni calor. Ni más ni menos. Suena un poco a vivero, eso sí. Belarra se impuso a sus rivales por cuarenta y tantos mil votos. Podemos sigue perdiendo fuerza. Podemos es una cocacola abierta.

Dieron melaza a Pablo Iglesias con frases que sólo se lanzan cuando estás convencido de que el difunto no se volverá a levantar. Le dijeron cosas, cosas que nunca te dije, a lo Coixet. Me temo que no estaban pasando página, sino negociando condiciones entre ellos mismos. Belarra es una política joven, pero Belarra es tan vieja guardia que en cuanto se hicieron la foto de grupo quedaron confirmadas las sospechas: el póster nuevo calca al de siempre. Anunció un partido más feminista y plural. Las dos aspiraciones son posibles: la primera está por rematar y la segunda no existe. A las 12.47 comenzó el discurso triunfal, salpicado de intervenciones levemente espontáneas alrededor del lema de la casa: «Sí se puede».

De aquellos días en que Iglesias partía en dos el río de la gente atravesando la Puerta del Sol han pasado seis años, una obsolescencia programada. De aquellos vistalegres efervescentes -incluso alguno creíble- a lo de este fin de semana ha pasado tanta decepción, tanto equívoco y tanta traición casera que al atril llega ya hasta Alberto Garzón, el Viernes 13 de Izquierda Unida. Y además le dan palmas: «Vamos juntas porque vamos lejos». Así le dijo Belarra. Y él sonrió, qué va a hacer si tiene el fin político más cerca que ayer. Pero la frase más alarmante de la líder es esta: «Gracias, Pablo. Gracias por enseñarnos que uno tiene que estar siempre donde es más útil». Uno deduce que para Belarra es en casa donde Iglesias más aporta. Verás lo que tardan en pelearse de a poquito hasta llegar al desafío nuclear. «Sí se puede».

De hecho, tampoco acudió la ministra Yolanda Díaz, consciente de la liviandad transformadora de cuanto iba a ocurrir. Su intervención habría sido desproporcionada para el 80% de los que renuevan contrato y ven en ella una amenaza. Porque lo es. Podemos comenzó como un partido abierto capaz de amortizar su limitación doctrinal -entonces los voté- y ha llegado a la cima del Estado proveedor como un partido cepo y sobrado de oscuridad absolutista.

De aquel bucolismo de los abrazos gratis queda menos política que damnificados. Ione Belarra no estrena nada. Pertenece al clan del deshielo de las sonrisas, hoy tocado por una tremenda añoranza de lo perdido. Pensé en el lema ganador: Crecer. Es un naufragio. Hay que estar muy segura para arrancar con algo tan gris y confiar en que llegarás a alguna parte. Lo mejor de la jornada, los voluntarios con fumigadores de espalda rociando a la afición un agua dócil. El calor del domingo también exigía mucha fe.

16 Junio 2021

Cambio de ciclo en Podemos

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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La formación debe abandonar el populismo divisivo que caracterizó la ‘era Iglesias’

El previsible triunfo de Ione Belarra en el proceso para asumir la dirección de Unidas Podemos tras la salida de Pablo Iglesias encarrila la nueva fase de la formación sin su líder fundador. Todas las premisas apuntan a que Belarra representará un factor de continuismo del proyecto, desde hace tiempo en claro declive electoral; pero la bicefalia con Yolanda Díaz como referente de esa área política en el Ejecutivo abre alguna perspectiva dialéctica que puede propiciar la maduración de la misma, algo que sería beneficioso tanto para la formación como para la democracia española.

El encumbramiento de Belarra, con casi un 90% de los votos, tras haber sido apuntalada por el propio Iglesias antes de su salida y en una asamblea exprés y sin debates profundos, ejemplifica una de las múltiples áreas —en este caso la democracia interna y una dialéctica fluida— en la que la formación tiene evidente margen de mejora. La calidad democrática no es simple cuestión de votaciones, sino la vigorosa confrontación de alternativas que puedan tener recorrido en el tiempo. El hiperliderazgo de Iglesias debilitó ese juego al apartar todas las discrepancias internas. Esa pluralidad de voces es algo que Belarra deberá reestablecer si quiere hacer gala del Podemos “coral” del que habló tras confirmarse ganadora.

La concentración de poder en la figura de Iglesias es uno de los rasgos que define el balance del líder saliente, y uno de los motivos del desgaste de su inicial apuesta por confluir con fuerzas políticas territoriales. Esa erosión ha cortado en seco la proyección de Podemos en muchas zonas de España, lo que encarna otro reto existencial que tendrá que afrontar Belarra.

La nueva líder hereda una formación que catalizó —aunque no en exclusiva— la importante energía política que se liberó con el 15-M. Iglesias tuvo el mérito de canalizarla institucionalmente, algo positivo. Desafortunadamente, su apuesta por un populismo divisivo ha acabado dañando las instituciones (por ejemplo con la retórica del régimen del 78), alborotando la sociedad (con la indiscriminada crítica a la casta) o agitando el Gobierno de coalición (con mil polémicas estériles, dando la razón a los rusos acerca de los fallos de la democracia española en pleno pulso internacional o tantas otras). Su salida es la inteligente constatación de que su figura restaba más que aportaba a su formación y a la democracia española. Con todo, aunque hay muchos motivos para una firme crítica hacia su gestión, nada justifica el acoso personal que ha vivido. La demonización de su figura política tiene rasgos bochornosos.

Ahora Podemos se enfrenta al desafío de superar ese periodo y funcionar con el modelo de bicefalia, con la probable perspectiva de la candidatura a la presidencia de Yolanda Díaz. Claramente, Díaz representa una mejor opción de camino a la madurez política, como demuestran el menor ruido intragubernamental en esta nueva etapa y, en paralelo, las irresponsables declaraciones de Belarra sobre el deseo de que Carles Puigdemont pueda regresar a España sin ser detenido.

Una fuerza política a la izquierda del PSOE es bienvenida y útil para la democracia española. En el activo de la formación, con Iglesias al mando, queda haber canalizado a la política nuevas energías, fomentado una renovación y el haber facilitado el alumbramiento de algunas de las medidas sociales más ambiciosas y progresistas de nuestra historia. Pero ahora resulta necesario un largo camino de maduración.