18 marzo 2017

Acusan a Eduardo Inda, Manuel Cerdán y Antonio García Ferreras de convertirse en la caja de resonancia de la campaña del policía contra la Casa del Rey

OKDIARIO y LA SEXTA explotan la intimidad del Rey Emérito difundiendo audios del exJefe del Estado hablando de sus amantes Marta Gayá y Bárbara Rey ¿campaña del comisario Villarejo?

Hechos

  • El 18.03.2017 el programa ‘La Sexta Noche’ de LA SEXTA (Atresmedia) dedicó parte de programa a D. Eduardo Inda y a sus informaciones sobre la vida sexual de Don Juan Carlos I.

Lecturas

Los días 17, 18, 19, 23 de enero de 2017 el periódico OkDiario difunde amplia información sobre la relación extramatrimonial del Rey Juan Carlos I con la actriz Bárbara Rey.

El 15 de marzo de 2017 OkDiario difunde un audio del Rey Juan Carlos grabado en 1990 en el que este reconoce mantener una relación extramatrimonial con Marta Gayá. El audio es reproducido ese mismo día en ‘Al Rojo Vivo’ por Antonio García Ferreras y el 18 de marzo de 2017 por ‘La Sexta Noche’, donde es analizado por su presentador Iñaki López y el propio Eduardo Inda.

El 26 de enero de 2017 el periódico digital Público.es asegura que las publicaciones sobre las amantes del Rey emérito están siendo orquestada por el comisario José Villarejo para hacer chantaje al Estado y que el cenit de estas filtraciones será el audio de una conversación de Corinna Larsen, otra examante del Rey Juan Carlos, con el propio Villarejo y el empresario Juan Villalonga. Este audio aparecerá publicado en OkDiario los días 11 y 17 de julio del año 2018. En ellos Corinna Larsen asegura haber sido amenazada por el director del CNI Félix Sanz Roldán. El propio Eduardo Inda interviene en el programa ‘Sálvame’ los días 11 y 12 de julio de 2018 para hablar de esas conversaciones. El presunto ‘fomentador’, según Público.es, de aquellas informaciones de OkDiario, el comisario José Villarejo, es encarcelado el 3 de noviembre de 2017 por la ‘Operación Tándem’.

 El Grupo Atresmedia dio máxima difusión a las informaciones sobre la vida sexual del ex Rey Juan Carlos I relatadas por OKDIARIO a través de ‘La Sexta Noticias’, ‘Al Rojo Vivo’, ‘Más Vale Tarde’, ‘La Sexta Noche’, ‘La Sexta Columna’ y ‘El Intermedio’, todos ellos de LA SEXTA.

La información también fue aireada por el programa ‘Salvados’ de Mediaset, en TELECINCO.

ANA ROMERO vs OKDIARIO.

El libro de ‘El Rey ante el Espejo’ de la periodista Ana Romero para la editorial La Esfera de los Libros presenta a Eduardo Inda y a Manuel Cerdán como ‘infiltrados’ del comisario Villarejo en el periodismo y, dejando al margen, en cambio, a Antonio Rubio, colaborador de Ana Romero. El 14 de octubre de 2021 Manuel Cerdán publica una pieza en OkDiario para acusar al libro de ‘inveraz’, de tener ‘baja calidad’ y de haber sido realizado ‘al dictado’ del General Félix Sanz Roldán, director del CNI. La periodista presentó un escrito de rectificación, del que fue publicado una parte, ante lo cual esta presentó otra demanda por no haber sido publicado en su integridad, pero el Juzgado de Primera Instancia Número 15 de Madrid falló en contra de esta al asumir que la parte de la rectificación publicada era la parte en la que rectificaba los hechos de la información que deseaba rectificar, por lo que la demanda de Romero contra OkDiario fue desestimada.

El 18 de julio de 2022 OkDiario publica una nueva pieza contra Ana Romero en la que reproduce un audio de esta charlando amigablemente con el comisario Villarejo al que define como ‘super pop’ y ‘celebrity’.

17 Enero 2017

El CNI compró el silencio de Bárbara Rey, amante de Juan Carlos I, con fondos reservados en Luxemburgo

Manuel Cerdán

LA OTRA AMIGA ENTRAÑABLE DEL REY (I)

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Espías del CNI depositaron entre 1996 y 1997 en un banco de Luxemburgo cantidades millonarias de dinero para la actriz Bárbara Rey. Los pagos respondían a una operación secreta de los servicios de información a fin de que la vedette murciana no descubriera las relaciones que, desde el inicio de la Transición, mantenía con el rey Don Juan Carlos y no difundiera unos vídeos privados.

Los agentes abrieron una cuenta bancaria el 25 de septiembre de 1996 en el Kredietbank Luxembourg a la que transfirieron, tres meses después, una primera cantidad de 26,3 millones de pesetas (160.000 euros), según queda acreditado en la documentación que OKDIARIO tiene en su poder.

La cuenta secreta tenía asignado el número 55-209185-88-1 y estaba calificada como “compte kt plus”, un servicio de mayor remuneración financiera. Para ocultar la identidad de los verdaderos beneficiarios figuraba a nombre de la firma comercial W.K Dibiapur, una sociedad off shore constituida en un paraíso fiscal. No obstante, OKDIARIO no ha localizado ninguna instrumental con esa denominación en los bancos de datos internacionales de sociedades. El nombre “Dibiapur” corresponde a una ciudad del estado de Uttar Pradesh de la India.

Además de utilizar esa pantalla para preservar el anonimato, los verdaderos titulares se beneficiaban del uso de “seudónimos” para cualquier operación de imposiciones o transferencias. En los extractos de los movimientos de la cuenta figura un pago anual de 2.500 pesetas (unos 15 euros) por el concepto, según la terminología bancaria, en francés, de “pseudonyme”.

El dinero transferido al Kredietbank luxemburgués y a otras cuentas anexas, según las fuentes del CESID, procedía en su mayor parte de las arcas de los fondos reservados del desparecido CESID (Centro Superior de Información de la Defensa), según han confirmado a este diario antiguos altos mandos de los servicios secretos. Este departamento, en 2002, pasó a llamarse CNI (Centro Nacional de Inteligencia).

Los fondos reservados son partidas que se aprueban en los presupuestos del Estado para la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado. Al ser fondos opacos, las autoridades que los gestionan no están obligadas a identificar a los receptores ni a los beneficiarios últimos.

La respuesta de Bárbara Rey

Bárbara Rey ha manifestado a OKDIARIO que ella jamás se benefició de ese dinero ni tuvo a su nombre una cuenta en Luxemburgo: “Si alguien la abrió y la usó sabrá qué hizo con el dinero. Nunca he estado en Luxemburgo en ese banco. Yo no sé nada ni quiero meterme en líos. Ya me han hecho demasiado daño”, aseguró

Sin embargo, Bárbara Rey sí reconoce al periodista que, en aquellas fechas, mantuvo una reunión con un agente del CESID que le propuso su silencio y seguridad a cambio de dinero. El intermediario-espía le fue enviado por un amigo íntimo del Rey. La actriz insiste en que prefiere permanecer callada: “Por mi seguridad y la de todos los míos”, según sus palabras exactas.

La artista murciana guarda silencio pero OKDIARIO conoce de fuentes directas del antiguo CESID cuál fue la oferta que le hizo el emisario en el encuentro que mantuvo con ella en la cafetería Riofrío de Madrid: tres millones de euros (500 millones de pesetas), en entregas mensuales de 25 millones de pesetas.

La cifra propuesta coincide con la primera transferencia recibida en la cuenta de Luxemburgo: 26.319.063 pesetas (unos 160.000 euros). A cambio el agente secreto le exigía la entrega en un maletín de unas cintas magnetofónicas y de vídeo que la actriz, supuestamente, había grabado al Rey mientras fue su amiga durante casi 20 años. El material que la cantante guardaba en la caja fuerte de su casa ya había sido verificado por otros intermediarios de los servicios secretos

A mediados de los noventa la cifra de 26,3 millones de pesetas suponía una cantidad importante, sobre todo, si su percepción era mensual y en dinero negro. Con esos fondos un ciudadano podía comprarse al contado un buen piso de tres dormitorios en el centro de Madrid y un Mercedes Berlina.

Según fuentes del espionaje español, María García García, el nombre real de Bárbara Rey, pasaba en aquellos años por dificultades económicas y los responsables de la inteligencia española valoraron su situación como un “un asunto de Estado de alto riesgo”.

“Sabíamos que debía la hipoteca de su casa, que tenía deudas con amigos e, incluso, que había pignorado sus joyas, excepto una que le había regalado Su Majestad. Si aquellas grabaciones caían en manos no apropiadas podían desestabilizar  a las más altas instancias del país”, reconoce a OKDIARIO un ex alto cargo del antiguo CESID.

La cuenta principal, abierta en el Kredietbank Luxembourg, fue cancelada en abril de 1997 poco antes de que estallara el caso Bárbara Rey. La actriz murciana denunció en una comisaria madrileña las presiones que estaba recibiendo, según ella, de amigos del Rey y de los servicios secretos. Los  acusó de robarle material gráfico y sonoro en su domicilio familiar. La denuncia nadie la investigó y la vedette murciana tampoco insistió. Tras el escándalo en los medios de comunicación, Bárbara Rey nunca más volvió a ver a su amigo el Rey, según reconoce la propia actriz.

En aquellas fechas, el saldo de la cuenta luxemburguesa era de 26,5 millones de las antiguas pesetas, pero las fuentes del CESID reconocen que, paralelamente, existieron otras cuentas opacas: “No sólo en Luxemburgo, también en Suiza habíamos abierto cuentas secretas a nombre de identidades falsas y de sociedades interpuestas. Incluso, antes del verano de 1997 salieron de nuestra sede 40 millones de pesetas de los fondos reservados para comprar voluntades en el caso Bárbara Rey. El destino del dinero lo desconozco”.

Bárbara Rey también niega que recibiera ese dinero: “Si esas cantidades fueran para comprarme, les habría salido muy barata”, asegura. A la pregunta de este periodista de si fuera el pago de un primer plazo, la vedette murciana responde que “tampoco. Él nunca movió un dedo por mí”.

Se da la coincidencia de que el dinero ingresado en la cuenta del Kredietbank Luxembourg coincidió en el tiempo con la publicación de la existencia de un nidito de amor –así lo denominaban los agentes- que los servicios secretos habían montado para altas personalidades en una vivienda de la zona residencial de Pozuelo de Alarcón.

Ahora, por primera vez, un medio de comunicación saca a la luz documentos en los que se demuestra las relaciones de amor/odio entre Bárbara Rey y el espionaje español. Los datos desvelados por OKDIARIO pueden ser el hilo por el que se llegue al ovillo.

18 Enero 2017

Bárbara Rey tenía una caja de seguridad en su banco de Luxemburgo para guardar documentos sensibles

Manuel Cerdán

LA OTRA AMIGA ENTRAÑABLE DEL REY (II)

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Bárbara Rey dispuso de una caja de seguridad en el Kredietbank, la entidad bancaria luxemburguesa en la que los servicios secretos del CESID abrieron una cuenta para ingresarle cantidades millonarias, como desveló ayer OKDIARIO.

Los movimientos internos de la cuenta 55-209185-88-1 recogen pagos anuales de 5.624 pesetas (34 euros) por el alquiler de la caja 2144. En el documento figura la anotación  en francés: “Localitation coffre SG 2144”. Así mismo aparece otro apunte de 1.725 pesetas (10 euros) por la custodia de la llave de la caja (En francés: “Garde de la cle du coffre SG 2144”).

Los papeles bancarios en poder de OKDIARIO reafirman la obsesión de la actriz murciana por mantener a buen recaudo las grabaciones que había registrado y conservado a lo largo de sus relaciones amorosas con Don Juan Carlos. Esa afición fue lo que provocó la intervención de los servicios de información en una operación secreta para mantenerla callada y recuperar las cintas.    

La actriz murciana, como ha reconocido a OKDIARIO,  guardaba cintas con material sonoro y de vídeo en la caja fuerte de su residencia de Boadilla del Monte y en otros escondites. “Para preservar mi seguridad y la de mi familia”, según sus palabras. Pero, en su línea de defensa, asegura desconocer la existencia de la caja del Kredietbank luxemburgués.

El desmentido de la vedette no es compartido por uno de los ex directivos de los servicios secretos que siguieron de cerca el caso Bárbara Rey: “Las cuentas bancarias no tienen por qué disponer de una caja de seguridad anexa. Y si ésta se contrató fue porque alguien del Servicio lo pidió. Está claro que Luxemburgo es un punto neutro y fiable para asegurar la privacidad de documentación sensible. Nosotros desconocimos el uso que pudo darle a esa caja”.      

La realidad es que, veinte años después, el contenido de esas grabaciones, registradas personalmente por la actriz en sus encuentros con gente de su entorno, incluido el mismísimo Rey Don Juan Carlos, nunca fue revelado ni sus imágenes reproducidas públicamente.

En el encuentro que mantuvo OKDIARIO hace unos días con Bárbara Rey ésta se negó a desvelar el contenido de esas grabaciones: “Es material que pertenece a mi intimidad y nadie tiene por qué conocerlo. Por mi seguridad está en un lugar blindado”, afirmó.

Cuando el CESID, la antesala del actual servicio de información CNI, puso en marcha en 1996 un plan secreto para recuperar todo ese material conocía la afición de la actriz murciana por grabar sus conversaciones telefónicas y sus encuentros íntimos. 

“No nos provocó ninguna extrañeza porque tenía medios técnicos para hacerlo. La actriz era amiga del propietario de la Tienda del Espía, que le facilitaba todo tipo de artilugios electrónicos”.

Las sospechas no eran infundadas ya que la propia Bárbara Rey en una denuncia presentada por presiones y robo ante la Comisaría de Tetuán de Madrid reconocía, más tarde, tener en su poder cintas magnetofónicas de sus conversaciones con uno de los amigos íntimos del Rey. Éste, que había actuado de intermediario de Su Majestad y de los servicios secretos para detener el escándalo, había sido grabado por la propia actriz.

En aquellas fechas, los servicios secretos, al mismo tiempo que infiltraban a sus agentes en el sur de Francia para combatir a ETA o seguía el rastro del dinero que blanqueaban los narcos en España, se marcaron un tercer objetivo prioritario: recuperar las cintas de Bárbara Rey. Las relaciones amorosas de la musa de la Transición con el jefe del Estado habían pasado de ser un simple rumor a un tema de conversación en los cenáculos del poder. Los espías españoles, sorprendentemente, elevaban a la vedette murciana a la categoría de un Josu Ternera o de un Pablo Escobar.

Denuncia en comisaría  

Cuando estalló el escándalo, el entorno de la actriz remitió, en junio de 1997, un anónimo a los medios de comunicación. En él, utilizando un lenguaje críptico y un estilo de thriller cinematográfico, se desvelaba la persecución que había sufrido la vedette por parte de los espías españoles. Incluso, se acusaba a su amiga Cristina Ordovás Gómez-Jordana, la marquesa de Ruiz de Castilla de haberle robado las llaves de su domicilio y de prepararle una encerrona para que los agentes del CESID entraran en su casa y tuvieran tiempo para llevarse los documentos.

Según la vedette, su amiga le había organizado una noche de parranda: cena en el palacete de la marquesa, visita al casino de Torrelodones y una larga madrugada de copas. Cuando la actriz regresó a su hogar a las siete de la mañana comprobó que le habían sustraído de su caja fuerte material comprometedor “para ella y una tercera persona” y había sido sustituido por otro similar.

Bárbara Rey desconocía que su amiga Cristina, hija del general Manuel Ordovás, que presidió el Consejo de Guerra de Burgos contra ETA, era una asidua visitante de Castellana 3, el antiguo edificio de presidencia del Gobierno, donde el CESID tuvo su primera sede.

La actriz se personó en la Comisaria de Tetuán de Madrid y denunció el robo de documentación personal, “la cual implica a personas importantes de este país por ser comprometedora para ambos”, recogía el escrito. Pero la vedette seguía sin desvelar el nombre de Don Juan Carlos.

Dos semanas después regresaba a las mismas dependencias policiales y denunciaba la sustracción de “carretes fotográficos sin velarcintas grabadas de varios autores, una agenda personal….tres cintas de cassette, cinco videos, 20 diapositivas…”.

Según la denuncia policial: “Todas ellas comprometedoras para ambas partes …… especialmente relevantes para esta persona importante de la cual no desea en estos momentos decir su identidad”. . 

Bárbara Rey alegaba que no quería aparecer como “la culpable del daño que se le pueda producir a esta persona”. Insistía en que quería “salvaguardar el nombre de la persona con quien mantuvo relaciones”. Pero, al mismo tiempo que hacía esas confesiones y seguía con sus negociaciones, la actriz desvelaba el nombre de un tal Luis Anasagasti, el nuevo mediador del CESID que se presentaba con una identidad falsa y que tenía instrucciones de sus jefes de recuperar a toda costa las cintas.

En un principio, Bárbara llegó a un acuerdo con el emisario de los servicios secretos para seguir recibiendo en sus cuentas los pagos periódicos por parte del entonces CESID. Sin embargo, los agentes de La Casa, como se conoce a la sede del espionaje español, no cumplieron todo lo pactado.

El acuerdo inicial consistía en la devolución del material de alta sensibilidad que la vedette tenía en su poder a cambio de una compensación económica de 500 millones de pesetas (3 millones de euros), en entregas mensuales de 25 millones, como desveló ayer OKDIARIO. Bárbara Rey justificaba esa compensación económica desde una perspectiva de “desgaste profesional”. Según la actriz, su relación íntima con la primera autoridad del Estado le había impedido desarrollar con normalidad su actividad artística y la había sumido en una situación de ruina económica.

19 Enero 2017

Bárbara Rey temía que el CNI le tendiera una trampa en Luxemburgo con dinero sucio del narco o armas

Manuel Cerdán

LA OTRA AMIGA ENTRAÑABLE DEL REY (III)

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Bárbara Rey se presentó a mediados de 1997 en el despacho de un abogado madrileño para pedirle asesoramiento jurídico y fiscal sobre la cuenta que le habían abierto los servicios secretos en el Kredietbank Luxembourg. La actriz murciana confesó al letrado que había surgido una serie de problemas con el banco sobre la procedencia de los fondos y que los gestores del Kredietbank le exigían personarse en Luxemburgo lo antes posible.

La vedette, que durante todo el encuentro se mostró agitada y turbada, confesó al abogado que estaba pendiente de un importante ingreso de dinero en Luxemburgo y mencionó la cifra de 500 millones de pesetas (3 millones de euros). Según la actriz, la cifra había sido pactada con unos emisarios del CESID –el servicio antecesor del CNI–, para que no hiciera públicas sus relaciones amorosas con Don Juan Carlos. Al mismo tiempo, se comprometía a desprenderse de las cintas con grabaciones de audio y video de algunos de los encuentros con Su Majestad.

Bárbara Rey aseguró estar un tanto contrariada porque no descartaba que aquella oferta pudiera responder a una trampa de los servicios secretos:

“Me parece todo muy raro. Quiero que usted me saque de dudas. Unos amigos me han advertido de que puede ser una encerrona en Luxemburgo. Que lleve cuidado. Que me ingresen en la cuenta dinero de la droga, del tráfico de armas o del negocio de trata de blancas. Y que acabe en una cárcel de Luxemburgo”, se quejó la actriz al letrado.

La artista murciana reconoció a OKDIARIO que el encuentro con el abogado se había producido en un despacho próximo al estadio Santiago Benabéu y que la conversación discurrió en los términos reproducidos por este diario: “Lo de la encerrona y la visita al abogado es cierto –recuerda la vedette– Estaba muy asustada y pedí su consejo. Temí por mi vida: que me detuvieran en Luxemburgo y luego me liquidaran”.

Los papeles de Bárbara Rey

Bárbara Rey, mientras hablaba con el abogado madrileño de su dinero en el banco luxemburgués, echó mano a su bolso y sacó unos documentos con los extractos de la cuenta 55-209185-88-1 del Kredietbank, la misma que ha desvelado OKDIARIO. La actriz le manifestó que disponía de otros ingresos pero que le preocupaba su seguridad.

“Quién le dice a usted que si me detienen y me colocan entre rejas, utilicen en la cárcel a una desarrapada para que me quite de en medio con un navajazo. No es la primera vez que eso ha ocurrido en prisión”.

La amiga de Bárbara Rey, Cristina Ordovás, marquesa de Ruiz de Castilla, que la acompañaba y que era la persona que había concertado la cita con el bufete jurídico, le pidió al letrado que se hiciera cargo del asunto. Que hiciera unas gestiones ante el Kredietbank para averiguar cómo estaban los ingresos. De esa manera -según la marquesa- su amiga podía eludir cualquier extraña maniobra y evitar cualquier problema de tipo legal.

Bárbara Rey, secundada por la marquesa de Ruiz de Castilla, pretendía que el abogado realizara los trámites oportunos en Luxemburgo y Suiza para que “todo el dinero fuera cobrado en España”.

“Yo puedo hacer las gestiones que sean necesarias y después pasarle una minuta por mi trabajo –le contestó el abogado- pero no puedo negociar dinero en nombre suyo y mucho menos fuera de España. Además, este asunto tiene todas las papeletas para que se emponzoñe en el extranjero”.

La actriz no ocultó al abogado sus problemas económicos por sus relaciones con Su Majestad, a quien nunca mencionaba por su nombre. Cuando se veía obligada a citarlo hacía un círculo con su mano derecha por encima de la cabeza, como si dibujara una corona. La actriz –una experta en el arte de las grabaciones– creía que así evitaba que alguien la grabara hablando de él.

Negociaciones con tiras y aflojas

La vedette reconoció en aquel encuentro que tenía copias de las cintas, escondidas en varios sitios, y que había negociado con el CESID la entrega de los originales después de un largo proceso de tira y aflojas.

Aquel encuentro en el despacho del abogado se producía después de una serie de disputas entre la actriz y los servicios secretos, entre finales de 1996 y junio de 1997. El letrado pronto intuyó que Bárbara Rey había llegado a un acuerdo con el CESID o estaba a punto de cerrarlo. Y el pacto, desde el primer momento, estaba claro: “El silencio y las cintas con las grabaciones a cambio del dinero en el extranjero”. Esa era la oferta de los servicios secretos.

Durante la reunión, la vedette reconoció que los espías habían entrado en su casa tras sobornar al servicio doméstico. Un matrimonio de suramericanos que, una semana después del robo, había regresado a su país. También recordó una escena en la que ella misma había lanzando un maletín humeante a la piscina de su residencia de Boadilla, al creer que escondía una bomba.

La historia del maletín no tiene desperdicio. Ocurrió como sigue:

El agente del CESID, Luis Anasagasti, que iba caracterizado con barba y cejas postizas, para solventar la desconfianza mutua, le propuso un sistema: los espías le entregaban una maleta en la que ella tenía que depositar todo el material gráfico y sonoro. Después el cofre quedaba precintado en poder de la actriz. Cada mes, si la maleta seguía intacta, sin alterar su cierre, los agentes se comprometían a entregarle 25 millones de pesetas, mes a mes, hasta completar los 500 millones.

Llegaron a un acuerdo y se puso en marcha el operativo. Anasagasti le hizo entrega de una maleta de tamaño medio en el domicilio de la actriz en la que guardaron los documentos y precintaron. Cuando se accionó el cierre, Bárbara Rey escuchó el tic-tac de un reloj y se mosqueó. Cuando el espía abandonó el domicilio de la artista, al cabo de una hora, la maleta comenzó a echar humo. La vedette asustada la lanzó a la piscina. Después se enteró de que en su interior se ocultaba un mecanismo con unos depósitos que liberaban unos ácidos para destruir su contenido. El artefacto había fallado y se había accionado antes de que Bárbara Rey abandonara la casa para asistir a una cena.

Aquel incidente provocó la ruptura de las negociaciones y otra vuelta de tuerca de la actriz en sus exigencias económicas.

23 Enero 2017

Agentes del CNI grabaron con cámaras ocultas en su chalé a Juan Carlos I y Bárbara Rey

Manuel Cerdán

LA OTRA AMIGA ENTRAÑABLE DEL REY (V)

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Su Majestad el Rey y otras altas personalidades, entre ellas un ministro y un secretario de Estado, fueron grabados de manera subrepticia en sus visitas secretas al chalé de la calle Sextante, donde mantenían relaciones íntimas con sus acompañantes. Un grupo de espías del CNI colocó, sin el conocimiento de sus jefes, cámaras ocultas de alta resolución en el interior del altillo de un armario empotrado del dormitorio principal, que estaba ubicado en la primera planta del edificio. Los mismos agentes se encargaron de retirar y sustituir las cintas de manera periódica.

En varias de ellas aparecían juntos Don Juan Carlos y la actriz Bárbara Rey, según ha asegurado a OKDIARIO uno de los agentes que participó en aquella operación y visionó las grabaciones.

Los autores del espionaje a Su Majestad pertenecían a un grupo de agentes de los servicios secretos que estaba enfrentado con la dirección del antiguo CESID, que después pasó a llamarse CNI. Se quejaban de que el general Manglano había promocionado a agentes afines a su línea mientras a ellos los arrinconaba o castigaba con medidas disciplinarias. Los funcionarios se sentían pisoteados, después de haber participado en misiones antiterroristas arriesgadas en el sur de Francia o contra agentes de servicios extranjeros en Madrid.

Como ya adelantó OKDIARIO, la actriz Bárbara Rey reconoció a este medio que el CNI alquiló a finales de 1991 un chalé en Aravaca para facilitar sus encuentros amorosos con Don Juan Carlos.

Objetivo: presionar a Manglano

A pesar de que la instalación de una base operativa en la calle Sextante era un asunto de alto secreto, sólo conocida por la cúpula del CESID, ese grupo de agentes operativos, enemistados con el general Alonso Manglano, pudieron acceder a su interior sin ser detectados y colocar los equipos de grabación. Seguidamente, pusieron en marcha su plan de venganza y de castigo contra la cúpula de La Casa, como también se conoce a la sede del CNI.

«Estaban convencidos de que para presionar a sus superiores podían aprovecharse de Sextante porque sabían que lo visitaban a menudo, y por separado, el Rey, Manglano y un ministro muy ligado al Centro. El equipo técnico permaneció instalado en el chalé desde 1993 a 1994, aunque periódicamente hacían comprobaciones o lo retiraban unos días por medida de seguridad. Las grabaciones, finalmente, fueron rescatadas por el director, pero ellos completaron su plan de extorsión», recuerda ahora uno de los ex agentes que conoció muy de cerca la operación de la recuperación de los vídeos.

La vivienda de Sextante, que había sido concebida como un centro ultra confidencial para reuniones súper secretas, acabó convirtiéndose en un queso gruyére, que colocaba a la primera autoridad del Estado en una posición muy incómoda. Al mismo tiempo, durante meses el jefe del Estado fue expuesto a sucesivas situaciones de riesgo. La fuga de información sometía a Su Majestad a un peligro innecesario, sobre todo porque en la mayoría de las ocasiones se acercaba al nido de amor acompañado, exclusivamente, por el conductor del vehículo oficial de la Zarzuela.

Lo que más llamaba la atención era que Emilio Alonso Manglano se negara a informar a Don Juan Carlos de la violación de su intimidad en sus citas con Bárbara Rey en toda una base operativa del CESID, que el general le había garantizado como plenamente segura.

Tampoco llegó a desvelarle a Su Majestad la existencia de unas cintas con las grabaciones de sus encuentros amorosos con la actriz murciana. Únicamente, en 1994, le comunicó que aquel piso franco había sido desmontado por medidas de seguridad y que tenía que buscarse otro lugar para sus citas. A partir de ese momento, Don Juan Carlos comenzó a visitar a la vedette en la casa de ésta en Boadilla del Monte y en una vivienda de una noble amiga de Bárbara Rey.

Más cámaras en otro dormitorio y en el salón

Para que no se les escapara las presas que visitaban Sextante, los propios espías del CESID, además del dormitorio principal, colocaron también micrófonos y cámaras en otras dependencias del chalé: en un armario de un segundo dormitorio y en un mueble del salón comedor.

El material registrado en Sextante por los espías no guardaba ninguna relación con el resto de grabaciones realizadas por la actriz Bárbara Rey en su domicilio privado de Boadilla del Monte ni en el palacete de su amiga Cristina Ordovás, condesa viuda de Ruiz de Castilla, como reconoce el jefe de Seguridad del CESID, en el libro de Pilar Urbano Yo entré en el CESID, publicado en novimbre de 1997.

La dirección del CNI siempre negó que Sextante fuera una base operativa convertida en pisito de amor para altas personalidades o que Don Juan Carlos fuera grabado en su interior en compañía de la actriz Bárbara Rey. El coronel Andrés Fuentes, uno de los más estrechos colaboradores de Manglano y jefe de Seguridad del CESID en la época en que el chalé estaba operativo, confiesa a la periodista Pilar Urbano:

«Yo te garantizo que jamás desde el CESID se dio orden de grabar ni de filmar nada. No había cámaras instaladas en las habitaciones. Y si las hubo fueron fraudulentas».

La periodista le pregunta: «¿Se hizo el vídeo de Bárbara Rey en Sextante?”

Y el espía contesta: «No tengo noticias de que Bárbara Rey haya estado en el chalé de Sextante. Y voy a decirte más: si Bárbara Rey ha grabado a empresarios, a políticos o al maharajá de Kapurthala, al presidente de Estados Unidos o al Rey de Prusia… se lo ha montado cierta tienda de artilugios sofisticados que está en la calle Alcalá. Son amigos. El dueño de la tienda está en muy buenas relaciones con BR (Bárbara Rey). Desde hace tiempo ella ha grabado a todo el mundo. Y pensamos que ha sido ese hombre, el de ese establecimiento, quien le ha instalado el sistema de grabación de sus juergas con personajes. ¿Y dónde? Pues en casa de su amiga Cristina Ordovás o en su propio chalé».

Sin embargo, al margen de las confesiones de Andrés Fuentes, a lo largo de los últimos años han ido acumulándose diferentes pruebas sobre la existencia del chalé y las grabaciones ilegales. Cuando, a mediados de 1996, el juez militar Jesús Palomino ordenó el registro de la celda del coronel Juan Alberto Perote en la prisión de Alcalá de Henares se encontró con un papel que no esperaba y que chirriaba, pero que ya no podía eludir. Se trataba de una relación de cintas magnetofónicas y de vídeo que habían estado archivadas en la sede del CESID. En el  índice de cintas destacaba un registro con la siguiente anotación: “Cinta de vídeo, calle Sextante”.

Los sabuesos de La Casa no pudieron adjudicarle a Perote la contratación del chalé de los encuentros amorosos porque el coronel había abandonado la casa en el verano de 1991, tres meses antes de que fuera alquilado. En la hoja de servicio de Perote figura su baja oficial en noviembre de 1991, pero había dejado La Casa en julio tras pedir su mes de vacaciones y dos meses por asuntos propios, antes de incorporarse a la seguridad de los Juegos Olímpicos de Barcelona-92.

En otro documento interno del CESID, al que ha tenido acceso OKDIARIO, fechado el 15 de noviembre de 1991, se define el chalé como una “base operativa” de «máximo secreto» y figura con la clave “Aneto-Pirámide-Torre». Los pagos del alquiler se efectuaban con fondos reservados a una cuenta de su propietario -JM.S.T- en una sucursal del Banco Exterior, en la calle Marqués de Urquijo de Madrid.

Es cierto que Sextante nació como una base operativa de los servicios secretos, pero degeneró en un nido para amantes. Por allí pasaron el traficante de armas Monzer Al Kassar para mantener una entrevista secreta con Alonso Manglano o varios jefes de los servicios secretos de países aliados, pero también se convirtió en un centro para citas amorosas.

No era la primera vez que el Rey era grabado por los servicios secretos. Años antes, incluso, el departamento de Escuchas de La Casa le había intervenido llamadas desde su móvil a su círculo de amistades más íntimas, entre ellas al príncipe georgiano Zourab Tchokotua. Por ese espionaje, el general Manglano se vio obligado a sentarse en el banquillo, después de las investigaciones periodísticas publicadas en El Mundo en 1995.

Los objetivos estaban ocultos en los armarios del dormitorio

Los agentes del CESID eligieron el sitio más seguro para la colocación de la cámara de grabación: en el altillo del armario del dormitorio principal, el lugar donde se suelen guardar las maletas. Para no levantar sospechas taladraron un minúsculo orificio en la madera de las puertas abatibles. Además desde ese punto, a escasos tres metros del objetivo a grabar, aseguraban la mejor perspectiva de la gran cama de la alcoba.

Para registrar las imágenes no acudieron a equipos sofisticados. El material escogido era sencillo y fue adquirido a una empresa de seguridad, cuyo propietario había sido colaborador del CESID.

Los espías, a espaldas de la dirección del Centro, se habían hecho con un juego de llaves lo que les permitía entrar y salir de la vivienda sin ser detectados. Tenían la ventaja de que el chalé nunca fue protegido ni por vigilancia estática ni por inspecciones periódicas.

Con esas facilidades, los espías contrarios a Manglano se permitieron el lujo de acceder libremente al chalé de Sextante, entre 1993 y 1994, para cambiar las cintas y las baterías de las cámaras. Una fuente consultada por OKDIARIO no descarta que en esos mismos agentes hicieran varias copias del material grabado. La dirección del CESID sospechó en un primer lugar que esa fuga de información hubiera podido caer en servicios secretos extranjeros.

 

Documento en el que se describe el interior del chalé.

Bárbara Rey escondió las cámaras en un televisor y un florero de su dormitorio

El recibo de la compra por Bárbara Rey de los equipos de grabación se refiere a la «instalación de dos cámaras en habitaciones». Dos cámaras del modelo ojo de pez. Ese tipo de cámara es la que su ángulo de visión es superior a 180 grados, de tal forma que se pueden captar las imágenes de toda una habitación. Es el método más apropiado para asegurar que las imágenes a grabar no queden fuera de plano. De esa manera, la actriz garantizaba la grabación de todos los movimientos de su acompañante.

Para no levantar sospechas y asegurar la grabación, los técnicos contratados por la actriz colocaron las lentes en un televisor y un florero. Al menos eso es lo que figura en la nota de compra: «Conexiones de alimentación para cámaras y camuflaje correspondiente en: TV y florero».

No era la primera vez que se utilizaba un televisor como soporte para ocultar las cámaras. La policía española instaló un objetivo en uno de los televisores que los terroristas de ETA tenían en su domicilio de Argel, donde vivían protegidos por el gobierno del país magrebí.

Aquí está la factura de la compra del material con el que Bárbara Rey grabó sus citas con Juan Carlos I

Publicamos la prueba definitiva que demuestra que Bárbara Rey instaló en 1995 dos microcámaras de ojo de pez en su dormitorio para grabar sus encuentros con Don Juan Carlos. La actriz invirtió 325.000 pesetas (unos dos mil euros) para adquirir los dispositivos electrónicos que fueron camuflados en un televisor y en un florero.

OKDIARIO reproduce el original del recibo de la compra e instalación del equipo tecnológico, que fue pagado por la actriz murciana a la sociedad Productos de Telecomunicaciones Personales S.L, la propietaria de la Tienda del Espía. Su propietario, Antonio Durán, era amigo de la actriz. Este documento sirve para vincular a Bárbara Rey con las grabaciones de las cintas que los agentes del CESID –el servicio secreto anterior al CNI- sustrajeron de su caja fuerte, según denunció la propia vedette en 1997.

En la nota de entrega figura el nombre de la actriz junto al apartado de «cliente» y «Bohadilla» (sic), la ciudad cercana a Madrid donde posee su chalé, en la casilla «población». El importe total de los trabajos asciende a 325.000 pesetas, pero en la factura aparece una entrega a cuenta de 200.000 pesetas, por lo que la deuda solo es de 125.000 pesetas.

El suministrador de equipo audiovisual detalla en el documento el material contratado e instalado: dos microcámaras con audio y vídeo, modelo ojo de pez, que fueron instaladas en el dormitorio principal. La actriz no escatimó medios y contrató una instalación de nivel técnico con un cableado especial. En la nota de entrega aparece escrito: «40 metros de cable audio-vídeo».

Todos los trabajos fueron realizados por los profesionales de la Tienda del Espía cuyo propietario era Antonio Durán Pinero, amigo de la actriz. En el recibo aparece un sello de tampón con el nombre de la sociedad Productos Telecomunicaciones y Trabajos, con domicilio en Paseo de la Castellana, 192. La sociedad había sido constituida en mayo de 1996, pero su propietario disponía con anterioridad de tiendas especializadas en equipos de grabación.

Bárbara Rey siempre ha negado que hubiera grabado a Don Juan Carlos pero con los datos aportados por OKDIARIO queda demostrado que se procuró, al menos, de una infraestructura técnica de nivel para registrar los encuentros amorosos en su dormitorio.

El 13 de junio de 1997, un par de años después de la instalación de las cámaras, la actriz presentó una denuncia en la Comisaría de Tetuán, en Madrid, en la que aseguraba que le habían robado de su domicilio, entre otro material, “tres cintas de cassette, cinco de vídeo” y “20 diapositivas”,  de su propiedad, “comprometedoras para ambas partes”. Se entendía que para ella y para Su Majestad.

La vedette afirmaba que las cintas eran “especialmente  relevantes para esta persona importante” de la cual no deseaba desvelar su identidad. La actriz no revelaba el nombre de Don Juan Carlos, pero era imposible que aquella relación se mantuviera mucho tiempo en secreto.

Bárbara Rey sólo reconoció en su día haber mandado grabar imágenes de Don Juan Carlos entrando en su casa, los únicos fotogramas que mostró a los primeros emisarios de la Casa Real que contactaron con ella para comprar las cintas. Después desveló que le habían remitido de manera anónima unas imágenes suyas con el Rey en el chalé de la calle Sextante, nunca grabadas por ella. Afirmaba que disponía de ese material desde septiembre de 1994 y que había podido reconocer las instalaciones del adosado alquilado por el CESID porque lo había visitado en compañía de Don Jun Carlos.

En el anónimo que el entorno de la vedette remitió a los medios de comunicación a comienzo de 1997 se denunciaba que la actriz venía siendo objeto de “presiones y maquinaciones” por parte de un amigo íntimo del Rey que, incluso, movió los hilos para vetarla profesionalmente. Pero la actriz jamás identificó públicamente a Su Majestad como la persona con la que mantenía encuentros íntimos.

La ruptura en las negociaciones entre Bárbara Rey y el círculo de amistades de Don Juan Carlos se produjo el 25 de mayo de aquel año cuando la vedette se percató de que habían abierto su caja fuerte y se habían llevado las cintas que allí guardaba. El 12 de junio, la vedette denunció un nuevo robo: los ladrones dejaban las joyas que guardaba en su dormitorio en su sitio pero no las cintas con otras grabaciones.

Ese juego de mentiras y cintas de vídeo concluyó cuando la vedette llegó a un acuerdo con los espías del CESID para mantener la boca sellada. Se estableció una ley de la omertá –como en la Sicilia de la Mafia- hasta que OKDIARIO desveló los papeles de Luxemburgo sobre la cuenta del Kreditbank. 

26 Enero 2017

La 'brigada política' de la Policía chantajea al CNI y a la Casa Real con tirar de la manta del 'caso Corinna'

Carlos Enrique Bayo / Patricia López

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El recién jubilado Director Adjunto Operativo del exministro de Interior Fernández Díaz ha amenazado a los servicios secretos españoles con revelar todos los detalles de la relación sentimental del rey emérito Juan Carlos con la aristócrata alemana Sayn-Wittgenstein si es investigado en alguna de las causas judiciales abiertas sobre la mafia policial que dirigió.

No va más. Pasado ya el primer aviso que está aireando un medio digital, la extorsión a las más altas instituciones del Estado ha tomado forma: o se detienen las investigaciones judiciales sobre la brigada política montada en la anterior cúpula del Ministerio del Interior o estallará un escándalo mediático sin precedentes que socavará a la mismísima Casa Real. Avisado está el propio Centro Nacional de Inteligencia (CNI), según ha podido confirmar Público en exclusiva de fuentes muy cercanas a esa trama de extorsión, cuyas voces se escuchan en los audios que hoy revelamos.

En realidad, la operación ya ha comenzado a través de las primeras filtraciones escandalosas sobre las supuestas relaciones sexuales del rey Juan Carlos con Bárbara Rey, un antiguo affaire que se conoce desde hace veinte años y que se ha resucitado inopinadamente. Pero la verdadera bomba de relojería se llama Corinna zu Sayn-Wittgenstein, aristócrata alemana de origen danés que mantuvo muchos años de intimidad con el monarca emérito.

Tal como han reconocido a Público diversas fuentes policiales y de la inteligencia, los más altos mandos policiales del círculo íntimo del exministro Jorge Fernández Díaz están chantajeando al CNI con desvelar interioridades inconfesables de la relación entre Corinna y Juan Carlos, así como detalles de los presuntos pagos que ella recibió a cambio de su silencio, si no se pone fin a las pesquisas por la que ya está imputado un comisario, José Manuel Villarejo Pérez, y se amplía esa investigación hasta el propio ex director adjunto operativo (DAO), Eugenio Pino.

El caso lo instruye el Juzgado Número 2 de Madrid que dirige el juez Arturo Zamarriego y en él se investiga una grabación ilegal de una reunión de agentes del CNI con el entonces jefe de Asuntos Internos, Marcelino Martín-Blas, y el inspector Rubén López, realizada en dependencias policiales, presuntamente, por esta cúpula de Interior que estaba a las órdenes del exministro Fernández Díaz. Los espías y jefes policiales trataban en ese encuentro sobre el sospechoso caso de Francisco Nicolás Gómez Iglesias, quien se ha hecho famoso como «el pequeño Nicolás».

La extorsión que se está llevando ahora a cabo sería un salto en esta campaña de desprestigio que se ha desarrollado desde 2013, cuando algunos funcionarios policiales fueron procesados por colaborar con la trama de la mafia china de Gao Ping. El cénit de esa larga operación fue la citada grabación ilegal, que ponía en jaque a dos de los cuerpos de investigación más infranqueables y que presuntamente fue entregada al pequeño Nicolás por el tertuliano Eduardo Inda, quien está siendo el altavoz de este nuevo chantaje a las más altas instituciones del Estado.

La entrevista en Londres entre Corinna y Villarejo

Que el siguiente capítulo de este chantaje a la Casa Real y al CNI consistiría –en caso de que no se cediese a la extorsión– en airear los pagos de fondos reservados que supuestamente recibió Corinna, lo reconoce el comisario principal Enrique García Castaño, perteneciente a la Comisaría General de Información:

COMISARIO: Entonces, siguiente paso, todo esto de las cuentas de Corinna; una cuenta que hay en Turquía, una cuenta que hay en Suiza, las comisiones, los pagos, los billetes, los cuadros, el no sé qué… no sé cuántos. Se lo ha dado todo a Cerdán [Villarejo]. Todo lo tiene Cerdán. Y en el momento en que a Villarejo se le cruce la locura o vea que le entra la paranoia de ‘van a por mí’, ¡pum!

García Castaño está hablando del material que Villarejo ha proporcionado a Manuel Cerdán, recién fichado por Inda para el digital que dirige, con el objetivo de que lo difunda en el caso de que el CNI no presione a la Justicia –específicamente al juez Zamarriego– para que dé carpetazo a la pieza separada sobre la grabación ilegal a los agentes que investigaban el caso Nicolás.

El comisario incluso especifica cómo ha logrado Villarejo enterarse de los secretos de Corinna:

C: Porque Éste está obsesionado por el tema de Gao Ping. (05.04) Siguiente paso, Corinna. Corinna se ve con Villarejo en Londres y una de las veces le relata que ha estado Félix Sanz a verla y que Félix Sanz la ha medio amenazado.

PERIODISTA: Va a verla a través de su amigo Villalonga o César Alierta que es el que…

C: No, no Félix Sanz Roldán va a verla…

P: No, a Villarejo, se lo dice su amigo Villalonga, que es amigo de Corinna.

C:

El comisario se refiere al director del Centro Nacional de Inteligencia, Félix Sanz Roldán, y al expresidente de Telefónica, Juan Villalonga Navarro.

«Ésa es la jugada… ése es el chantaje»

En la conversación queda bien claro que el comisario está al corriente de la estrategia diseñada por Villarejo para que sus periodistas infiltrados difundan informaciones comprometedoras sobre el rey emérito si el CNI no se pliega a su «chantaje», tal como él mismo lo define:

C: Y esa es la jugada, que tú no me haces caso.

P: Pregúntale. ¿Has comido con alguien la semana pasada, así, del otro lado?[refiriéndose al CNI]

C: Cállate. Te estoy contando todo cronológicamente lo que hay y quién tiene esa información. Ahora mismo la información la tiene Mauricio Casals, pero Mauricio Casals ya se ha quitado de en medio, ya también se junta poco con Villarejo… La información la tiene Cerdán.

P: Y Cerdán es otro de los sobaos de Villarejo.

C: Cerdán es tronco de Villarejo, es muy tronco, y Cerdán me imagino que…

P: Llámale.

C: Ahora, me imagino que según vaya la situación sacarán o no sacarán; porque, claro, sacarán o no sacarán cuando el otro le diga: «Tira palante». Si el otro considera que no se meten con él o considera que le dejan tranquilo, pues me imagino que parará. Ése es el chantaje… Espérate que voy a llamar a Pino.

Mauricio Casals es presidente de La Razón y adjunto al presidente del Grupo Antena 3.

«Si me llaman a declarar en el caso Nicolás… que sepas que yo sé…»

En ese momento, Público ya tenía conocimiento, por fuentes cercanas al ex número dos de la Policía, de que Pino se había reunido el viernes anterior –tres días antes de que Cerdán empezase a publicar sobre Bárbara Rey– con un alto mando del CNI para que trasladase a sus superiores esa amenaza. Cita que el comisario desconocía:

C: ¿Comemos la semana que viene?

PINO: Sí, vale, cuando quieras.

C: Qué te iba a decir… ¿tú el viernes comiste con alguien del CNI?

PINO: ¿Si comí yo con alguien del CNI…?

C: El viernes, que si comiste…

PINO: A sí, sí, sí, sí, sí, sí.

C: Ah vale, vale, vale…

PINO: Sí, sí. He comido en Alcalá de Henares con un coronel, sí.

C: Ah, es que me lo dijeron, y yo quería saber si era verdad o mentira.

PINO: No, he comido con uno… es que… te lo cuento. Le dije: «Oye, si me llaman a declarar en el asunto del pequeño Nicolás que sepas que yo sé que tenéis el teléfono intervenido y que lo voy a decir, o sea, que no me llamen a declarar». Yo creo que es un [ininteligible] ¿No?

C: Vale, vale, no hagas ni puto caso de eso. No hagas ni puto caso.

PINO: Pues sí, estuve comiendo porque él es amigo mío. Éste es el que me dijo que me iba poniendo a caer de un burro el jefe [por Félix Sanz Roldán].

C: Ah, ya sé quién es.

PINO: Sí. Luego también me contó cosas ahí de Cara Huevo [Por el comisario general de Información, Enrique Barón] y bueno, no te puedes imaginar…

C: Cara Huevo es un hijo puta. Bueno, pues el domingo te llamo y preparamos la comida.

PINO: De acuerdo, muy bien.

C: Venga tronco, hasta luego.

27 Enero 2017

Escrache a OKDIARIO

Manuel Cerdán

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Los romanos lo llamaban flagitatis pero, después de pasar por Buenos Aires, el vocablo quedó acuñado como escrache. Ya saben: una bulla violenta en la puerta de tu casa para amedrentarte. Y sucede que, quienes dan la cara, gritan y empujan, generalmente, responden a los intereses de otros que permanecen ocultos en las sombras. De ahí que ayer Público con lo telepublicado contra OKDIARIO y mi persona se enfundó el mono de mamporrero. Hizo de Doña Rogelia o de Rockefeller mientras otros movían las manos y escribían el guión para llamarnos cloacas y acusarnos de conspiradores y extorsionadores       

Lo estaba esperando, no me he equivocado y he ganado más de una apuesta. Sinceramente, sólo me he confundido en la cabecera del medio inquisidor y de la fecha de la contrainformación, pero por sólo dos días de diferencia. Pero como uno ya tiene experiencia en investigaciones anteriores (GAL, fondos reservados de Interior, Juan Guerra, Filesa, Caso Gil y Marbella, secuestro de mendigos, escuchas ilegales del CESID, Roldán, papeles de Laos…), en las que el poder intentó fusilarme al amanecer, jugaba con ventaja en la predicción. Eso sí, entonces se vieron obligados a dimitir dos vicepresidentes, tres ministros y varios secretarios de Estado y directores generales.

El pistoletazo de salida en esta caza contra los periodistas se dio anteayer cuando OKDIARIO publicó que Podemos iba a solicitar en el Congreso una investigación sobre los fondos reservados y la cuenta del Kredietbank de Luxemburgo en torno al caso Bárbara Rey. ¿Dónde está Izquierda Unida? A partir de ahí los poderes ocultos, que se mueven como trolls por el bosque, echaron mano de dos periodistas desacreditados para matar al mensajero. En los titulares se refieren a las «cloacas de Interior» y mencionan a una supuesta brigada política de la Policía que se dedica a chantajear al CNI y a la Casa Real, pero después nos dedican a OKDIARIO y a mí el resto de la información. Y no se qué pintamos el diario y yo con Interior, si durante años estuve proscrito en ese Ministerio por el caso de los GAL y otras informaciones. ¿Dónde estabais vosotros, López y Bayo, entonces?

Los autores sobaos de la información –a partir de ahora, voy a incorporar este vocablo en mi léxico– tienen además la desfachatez de calificar nuestra investigación de vieja, según ellos, de hace 20 años. Tiene gracia que Público que, día sí y día también, se remonta a la Guerra Civil, a los chistes de Carrero Blanco y a los monumentos de la memoria histórica de Madrid, se permita el lujo de darnos lecciones sobre la proyección de vida de las noticias. Como si no fuera un scoop actual descubrir cómo mataron al general Prim en 1870, a Federico García Lorca o a Calvo Sotelo en 1936, a los marqueses de Urquijo en 1980 y a García Goena, la última víctima de los GAL, en 1985; o encontrar el agente tóxico que provocó la matanza de la colza en 1981. A partir de ahora, habrá que concederles a Bayo y a su compañera la licencia de una expendeduría para que certifiquen lo que es o no noticia.

Y los autores sobaos tienen además el olfato periodístico de una ameba. Mira que es difícil colocar a Villarejo en una única historia en la que no haya estado enzarzado y equivocarse. Mira que es difícil señalar un charco que el comisario no haya pateado, al ser protagonista de muchos de los casos más estruendosos de los últimos años. Pues, ni ante esa diana tan enorme aciertan el tiro. ¡¡¡Valientes periodistas!!! Se da la circunstancia de que Villarejo nada tiene que ver con las informaciones publicadas por OKDIARIO sobre Bárbara Rey. Por favor, díganle a sus espías, que tienen la piel de boa, o a sus agentes policiales, que parecen personajes de Marcelino Pan y Vino o feligreses de San Martín o de San Blas, patrono de las gargantas profundas, que se equivocan de objetivo en el caso de la vedette murciana y Don Juan Carlos.

Ahora resulta que Público, que en su ideario reza el espíritu republicano, nos ha salido monárquico. El mismo diario que machacó a Su Majestad por la cacería de Bostwuana, por la herencia de su padre en Suiza o por sus relaciones con Corinna ahora aparece con la cara enrojecida por un sarampión borbónico. OKDIARIO rivaliza ahora con Anguita y Conde como aniquilador de la Monarquía. Buen compañero de viaje se han buscado los salvadores de la patria. La diferencia entre unos y otros periodistas es que a este diario en el caso Bárbara Rey no le mueve ni la Monarquía ni la República, ni el CESID ni el CNI, ni la izquierda ni la derecha, sólo le empuja una motivación: informar a sus lectores y denunciar el mal uso –ilegal uso– de los fondos reservados. El destino que se le dio a todo ese dinero para abrir una cuenta opaca en Luxemburgo, alquilar un chalé en la calle Sextante o en acallar a una actriz.

Todo esto huele muy mal como el sobao, perdón, como el sobaco de una señora de quien los conductores de producción protestan cuando la tienen que llevar en sus vehículos a las tertulias televisivas. En los próximos días rociaremos el ambiente con un poco de agua de colonia y conocerán, como dijo Corcuera, a qué dedica toda esta gente «el tiempo libre». Porque, como decía Cicerón, «la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio».

15 Marzo 2017

El CNI grabó al Rey confesando desde un móvil su amor por Marta Gayá: «Nunca he sido tan feliz»

Manuel Cerdán

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Don Juan Carlos fue espiado a finales de 1990 mientras hablaba desde el móvil de su coche con un conocido empresario madrileño. Los espías del entonces CESID -el servicio secreto anterior al CNI- grabaron subrepticiamente, sin el conocimiento del Rey, una larga conversación de Don Juan Carlos con un íntimo amigo en la que le revelaba una serie de confidencias y le confesaba su amor por la mallorquina Marta Gayá. El monarca reconocía a su interlocutor: “Nunca he sido tan feliz”.

El original de la cinta fue entregado a la Casa del Rey, pero una copia fue archivada en la conocida como Cintateca de los servicios secretos. La dirección del espionaje español negó reiteradamente su existencia por lo que la cinta nunca pudo ser aportada durante el proceso de las Escuchas Ilegales del CESID. El escándalo del espionaje provocó la dimisión del vicepresidente socialista, Narcís Serra; del ministro de Defensa, Julián García Vargas; y del director de los servicios secretos, el teniente general Emilio Alonso Manglano. 

OKDIARIO publica hoy la prueba definitiva que demuestra que el jefe del Estado fue espiado y grabado por agentes del CESID. La reproducción de algunos párrafos de la cinta, que ha permanecido desparecida durante 26 años, resuelve uno de los grandes escándalos de la Transición. OKDIARIO difunde parte de su contenido por su valor documental. Una aportación para esclarecer uno de los puntos negros de la reciente historia de España. 

La llamada del Rey se producía a última hora de la mañana del 4 de octubre de 1990, un día después de que S.M sancionara la ley de educación LOGSE, elaborada por el grupo parlamentario socialista. Don Juan Carlos le comentaba a su interlocutor que se dirigía al Palacio Real para asistir a una entrega de credenciales y que después pensaba almorzar en su casa, en La Zarzuela.

Los esclavos del CESID, como se conocían a los agentes que efectuaban los pinchazos, escucharon cómo el Rey confesaba a su amigo su estado emocional en aquel momento, entre otros asuntos relacionados con la tensión que se vivía en La Zarzuela. Don Juan Carlos y Marta Gayá se conocían desde 1978 pero no comenzaron su relación hasta 1990, el mismo año de la grabación de la cinta.

22 Marzo 2017

Inda y la verdad de las mentiras

Juan Cruz

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Periodistas adultos, e importantes, escucharon el sábado en laSexta Noche a un periodista que dice serlo por las averiguaciones que dice que hace. Éste es Eduardo Inda, e iba a ese plató como si le hubieran dado el premio Planeta: lo que llevaba era, por decirlo así, una novela histórica, concretamente de 1990: grabaciones obtenidas por desaprensivos del Cesid (ahora CNI) mientras el Rey don Juan Carlos hablaba por el teléfono de su coche acerca de «my girl», que es como se refería seguramente a su amante, a la que Inda puso nombre.

El periodista, conocido también porque arregló con Jaume Matas algunos problemas de amigos comunes en las costas de Mallorca, aseguró en sus numerosas intervenciones (estuvo allí, con el monotema, casi dos horas) que él no tiene interés alguno en la vida privada del Monarca emérito. Pues para no tener interés… Dijo el periodista al que laSexta Noche le regaló el privilegio del prime time que lo que estaba tratando era de demostrar que el CNI (antes Cesid) utiliza el erario público para intervenir en la vida íntima de las personas, en este caso de las personas reales, de la realeza. ¡A eso no hay derecho!, dijo este campeón del periodismo.

Para adobar ese pescado que le servía a la audiencia (y a los periodistas que le seguían, en un atento semicírculo) Inda dejó caer la insinuación: el Gobierno de entonces (de Felipe González) utilizó ese material arteramente grabado para chantajear al Rey. Como quiera que tanto el hermano de Alfonso Guerra como otros importantes miembros del socialismo imperante estaban en apuros con la justicia, el felipismo le había dicho al Rey, más o menos: si dices cualquier cosa que no nos venga bien te vas a enterar. Mira lo que guardamos en nuestras gavetas.

Por supuesto, ni el periodista antedicho ni nadie puede corroborar esa insinuación que tiene de base verdadera lo que ahora se llama posverdad. Puede ser verdad o mentira, ¿pero qué trascendencia tiene la verdad si en cuanto le pones patas a una mentira esta camina que se las pela y alcanza grandes cotas de audiencia de la mañana a la noche, desembocando, por ejemplo, en laSexta Noche?

Para que el envoltorio fuera perfecto, la emisora le envió un periodista a Alfonso Guerra, hallado in fraganti en alguna actividad pública. Y le hizo la pregunta. La palabra chantaje no sonó, pero es lo que hubo: ¿el Gobierno le hizo a Su Majestad lo que parece que le hizo? A lo que Guerra respondió lo más solemne de la noche, con esos ojos que tiene el exvicepresidente de Felipe: “Pero, ¿qué tontería me pregunta usted?”

No sólo tontería, puede decirse con los datos en la mano: en sus discursos de aquella época, y menuda se armó, el Rey Juan Carlos habló (y no por teléfono: en público) sobre la corrupción existente entonces. Esos documentos existen, pero a Inda se le debieron traspapelar, pues es mejor que una verdad no te destruya una bonita insinuación. Ya ha lanzado Inda su exclusiva, ya la cadena la repicó, y ya el periodismo de chantaje conoce una nueva muesca en su cartuchera. ¿Para qué sirve? Inda sabe para qué sirve, por eso estaba tan contento

22 Marzo 2017

Inda, don Juan Carlos y por qué escribí de ellos

Juan Cruz

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Sorpresa. Me sorprendió que periodistas adultos presentes en el plató atendieran con tanta concentración las imaginaciones del así dicho periodista Eduardo Inda sobre unas pretéritas grabaciones obtenidas de cualquier manera por delincuentes dotados de poder al entonces Rey Juan Carlos I.

El asunto. El asunto, como ya resulta notorio, se hizo presente en el programa La Sexta Noche, de la cadena La Sexta. Esa intervención, que la cadena hizo estelar, y ha continuado haciéndola, del mismo periodista que desveló secretos que no lo eran de políticos que fueron lapidados desde la oscuridad del Ministerio del Interior, se produjo después de una entrevista política a la portavoz de Podemos en el Congreso, Irene Montero, a la que el conductor del programa, Iñaki López, le propuso también comentar sobre lo que luego iba a ser la esencia del horario de máxima audiencia de este programa. De modo que el asunto no iba a resultar tan solo una ocurrencia de Inda, basada en documentos reales puestos de actualidad, eso parece, por el señalado periodista.

Confieso que este programa, en el tramo dedicado a Inda, lo seguí hasta el final para ver hasta dónde llegaba este hombre con la exageración de sus deducciones, insinuaciones y argumentos

Iñaki López. Veo todos los sábados, hasta cuando puedo, ese programa; alguna vez he escrito sobre el carácter de Iñaki López, en este mismo periódico. Su carácter se amolda a esas horas con una enorme energía; su actitud periodística varía en función de los asuntos o de los personajes que lleva, y con los tertulianos, cada uno de su padre y de su madre, pero todos atentos, más o menos, a su dirección, adopta una geometría variable. Esta vez se amoldó a la presencia de Inda y de lo que iba diciendo, o revelando, en su terminología, con esa eficacia neutra que distingue su tratamiento de los temas. Los periodistas atendieron también con mucho interés las explicaciones de Inda. El coloquio fue muy variado y yo, y seguro que muchísimos telespectadores, lo seguí con mucho interés.

Hasta dónde se puede llegar. A veces uno sigue un programa, un informativo, una entrevista, para saber más de un asunto, de la actualidad o de una persona. Confieso que este programa, en el tramo dedicado a Inda (pues a Inda estaba dedicado), lo seguí hasta el final para ver hasta dónde llegaba este hombre con la exageración de sus deducciones, insinuaciones y argumentos.

Me interesa todo lo que es humano, como periodista y como individuo, y también me interesa todo lo que me sorprende, me subyuga o me aturde. Por tanto, también me interesa lo inhumano. Para preguntarme por ello, para preguntar por ello. En esta ocasión me interesó lo que hizo Inda con su tiempo, con el programa, con Iñaki López, con los periodistas que estaban allí y con su propia hoguera de la vanidad autosuficiente que lleva consigo.

Para escribir de ello. Y me interesó hasta tal punto que escribí un comentario, lo sometí a la consideración del periódico para su publicación y quienes podían darlo a la estampa me hicieron el favor de reproducirlo y replicarlo. Lo hice yo, lo terminé de escribir a las 12.39 del lunes de fiesta, y después del almuerzo lo publicó el periódico. Me han leído luego algunas reacciones que son habituales en el mundo (periodístico político) en el que vivimos. EL PAÍS salva a don Juan Carlos…, EL PAÍS dice que…, EL PAÍS dice que no… Esto es muy frecuente: en EL PAÍS escribe desde Puigdemont (que publicó una carta muy leída), hasta el profesor Felipe Nieto, que el otro día redactó una hermosa carta al director sobre el escritor Félix de Azúa.

Por supuesto que ni Puigdemont ni Nieto representan la opinión de EL PAÍS, que se expresa en sus editoriales. EL PAÍS no se puso a la máquina (y pudo haberlo hecho, faltaría más) para escribir de aquello que Inda dijo sobre don Juan Carlos y el Gobierno socialista de 1990, seguramente no tiene tanta importancia como para que la opinión del diario se pronuncie.

Así que lo que escribí con estas mismas manos y con este mismo espíritu que me acompaña procede tan solo, de mi esencia de espectador (en este caso de telespectador): vi algo que me pareció aberrante y quise contarlo a los lectores. El periódico me dejó, y le estoy agradecido, pero no le busquen más vueltas los que le buscan vueltas a todo lo que se mueve en estas letras impresas. Quise contarlo, y lo digo como decía José Hierro que tenían que decirse las cosas, «sin vuelo en el verso». Sorprendido, eso sí, de hasta dónde se puede llegar en el uso de la malandanza policial y periodística.

Posdata. La cadena le ha seguido dando mucha importancia a la ocurrencia de Inda, hasta en el programa de El Intermedio. La cadena y la cadena interminable de las redes. «Cadenas y más cadenas, cadenas y más cadenas, cadenas y más cadenas de amor, que siga la procesión». Ese es un canto que se decía en mi barrio cuando por allí pasaban las vírgenes. Pues que siga la procesión. Inda es el que va en el trono.