6 mayo 2021

Consecuencias del desastre electoral de los socialistas madrileños

Estalla el PSOE en Madrid: Dimite José Manuel Franco como Secretario General del PSM y Ángel Gabilondo renuncia a su acta de diputado

Hechos

  • El 6.05.2021 se hizo público la dimisión de D. José Manuel Franco como Secretario General del PSM y de D. Ángel Gabilondo como diputado en la Asamblea de Madrid.

Lecturas

La derrota electoral del PSOE en las elecciones autonómicas del 4 de mayo en la que el PSOE no sólo quedó a la mitad del PP de Dña. Isabel Díaz Ayuso sino que, además, fue sorpasado por Más Madrid de Dña. Mónica García, lo que le convierte en tercera fuerza en Madrid por primera vez en la historia. A pesar de que la noche electoral D. José Manuel Franco rechazó que fuera dimitir como Secretario General del PSM y D. Ángel Gabilondo confirmó que iba a tomar posesión como diputado aceptando la posibilidad de no asumir el cargo de portavoz del PSOE en la Asamblea Madrid, pero tras la reunión de los órganos competentes, el 6 de mayo de 2021 D. José Manuel Franco fue forzado a dimitir como Secretario General del PSM y D. Ángel Gabilondo fue forzado a renunciar a su acta de diputado y retirarse de la política como forma de asunción de culpas en la derrota electoral.

D. José Manuel Franco era secretario general del PSM desde 2017 en el ganó unas primarias en las que contaba con el respaldo de D. Pedro Sánchez (del que fue Jefe de campaña).

D. Ángel Gabilondo era el Portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid desde 2015 cuando fue designado por D. Pedro Sánchez candidato del PSOE a la presidencia de la Comunidad de Madrid

07 Mayo 2021

4-M (y II): claves de un descalabro

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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Las razones de la derrota del PSOE van mucho más allá de una campaña fallida

El rotundo fracaso de la izquierda en las elecciones del 4 de mayo tiene varios responsables, varias razones y varios tiempos superpuestos. Hay elementos locales, como la persistente incapacidad del PSOE para estructurarse con eficacia en el territorio madrileño; tácticos, como los errores en la campaña; nacionales, como el rechazo a la gestión sanitaria y, más ampliamente, a las políticas y alianzas de Pedro Sánchez; y culturales, como una cierta incapacidad para conectar con amplios sectores de la sociedad. Estos factores, junto a otros, componen el mosaico de un descalabro del que la izquierda, y muy especialmente el PSOE, deben extraer lecciones. Las renuncias de Ángel Gabilondo y José Manuel Franco son los primeros pasos. Pero la reflexión tiene que ir mucho más allá.

En primer lugar, resulta evidente que desde hace décadas el PSOE en Madrid no ha logrado afianzar una estructura sólida, eficaz e ilusionante, en buena medida por sus cambios constantes y la improvisación con la que han aterrizado distintos paracaidistas en la Comunidad y en el Ayuntamiento, incluido un seleccionador de baloncesto. Aunque en esta ocasión el candidato era el mismo que en las dos últimas elecciones, la conciencia generalizada de que estaba de salida colocó un lastre demasiado pesado y disuasorio a su nominación.

En segundo lugar, está la propia campaña. Tras dos años de oposición noble pero poco efectiva, el PSOE ha seguido una táctica electoral errática, en gran parte atribuible a La Moncloa. Ángel Gabilondo era un candidato de indiscutibles credenciales personales pero, tristemente, la política española es muy hostil para alguien con su perfil. Él rechazó subir impuestos, y poco después el Gobierno anunció planes de elevar la presión fiscal. Primero se apostó por el centro distanciándose de Pablo Iglesias, pero luego hubo reacercamiento. Primero se optó por poner el enfoque en los asuntos ciudadanos, pero luego se aceptó el marco del antifascismo que estableció Iglesias. Primero hubo protagonismo del presidente Pedro Sánchez, pero luego hubo una marcha atrás al entender que esto favorecía a Isabel Díaz Ayuso. Todo ello, sumado además a errores como la exhibición exagerada de las amenazas recibidas, la presencia de la directora de la Guardia Civil en un mitin, la descalificación del ministro Marlaska del PP y la dependencia de un CIS a todas luces errático ha descolocado por completo al PSOE.

Por otra parte, el voto constata el rechazo de una parte de la población madrileña a las políticas del Gobierno de Sánchez, y en especial a la geometría parlamentaria que incluye a ERC y Bildu. Este disgusto no se proyecta en todo el territorio español; pero sería un error estimar que es un hecho exclusivo de Madrid. Se trata de un factor que evidencia el desgarro que parte en dos, de manera enfermiza, la política española. Resulta importante además reflexionar sobre las causas de cierta desconexión de los socialistas con la ciudadanía. Debe reflexionarse si en ella desempeña un papel, una percepción de superioridad moral que esta tiene de la izquierda. La altura moral —que se encarna en los hechos— suma; la superioridad moral —que mora en discursos y actitudes— resta.

No todos son malas noticias en el bloque progresista. Más Madrid ha logrado un resultado significativo y muestra una vía. La decisión de Iglesias de abrir paso a un nuevo liderazgo puede ser fructífera. Por otra parte, concluir que todos los problemas del 4-M sean extrapolables al escenario nacional es obviamente incorrecto. Pero la izquierda debe reflexionar seriamente sobre lo ocurrido. La coalición de izquierdas en el Gobierno ha proporcionado muy apreciables movimientos de progreso en la sociedad española en múltiples sectores. Es importante que reflexione sobre los fallos del 4-M para seguir dando el muy necesario impulso a la causa del progreso que este país necesita y que de ninguna manera ofrece el proyecto reaccionario y marcado por la indiferente aceptación de la desigualdad que encarnan el PP y, a su lado, Vox.

08 Mayo 2021

Cuando aún estamos a tiempo

José Antonio Díaz

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El PSOE-M ha obtenido el peor resultado electoral de su historia. En la actualidad tiene el apoyo de un 17 % del electorado. Para los socialistas es un dato preocupante. No caben paños calientes. Es consecuencia de errores cometidos durante la campaña y antes de la ella, de una trayectoria y de una forma de hacer oposición que no ha proyectado en la ciudadanía una alternativa al gobierno del PP.

Desde la Comisión Ejecutiva Regional teníamos una idea clara de que debíamos cambiar nuestra forma de hacer la política en la oposición. Lo intentamos nombrando a un portavoz adjunto que complementara los mensajes de Ángel Gabilondo. Lamentablemente no se acertó. Algunos miembros veíamos que había errores de estrategia y comunicación en las instituciones y el partido y así se manifestó en los órganos competentes. Es evidente que hay en las organizaciones políticas y en la propia política problemas de fondo que tienen que ver con la toma de decisiones, los liderazgos y la práctica política. Y el PSOE-M esta aquejado de ellos.

No obstante, en el PSOE de Madrid ha habido durante los últimos años una actividad muy intensa en Sanidad, Educación, Cultura… Durante la pandemia, los portavoces sanitarios han realizado una actividad encomiable, planteando alternativas a las políticas del PP. Lo mismo se puede decir de la política educativa. Y esa actuación no ha tenido rédito electoral porque cuando ha tocado hacerla visible se ha cambiado de estrategia. En lugar de hablar de políticas se ha decidido realizar una campaña «de nuevo cuño». El trabajo sobre el terreno, en la calle, se ha sustituido por el plató de televisión, las propuestas electorales se han cambiado por eslóganes, el cara a cara se ha sustituido por el plasma. Y eso puede funcionar en otras culturas, pero no en la nuestra.

El PSOE ha planteado una campaña muy alejada de la ciudadanía, con mensajes confusos, propio de personas o técnicos que toman decisiones en un despacho, sin contacto con la realidad. El rediseño del candidato Gabilondo ha alcanzado tintes absurdos hasta ser irreconocible por sus propios electores. La estrategia electoral se ha elaborado por técnicos que no entienden a la sociedad. Ésa es la madre de todos los errores.

Con los peores resultados del socialismo en la comunidad, necesitamos una nueva política y liderazgo que responda al trabajo diario y la cercanía a colectivos con problemas sociales. El socialismo madrileño tiene una gran tarea para recuperar el espacio que históricamente le ha correspondido y aún tiene. Como me dijo una vez un compañero socialista, las cosas hay que hacerlas «cuando todavía estamos a tiempo».

 

José Antonio Díaz es secretario general de la Agrupación Socialista Universitaria.

08 Mayo 2021

Carta abierta a Pedro Sánchez

Joaquín Leguina

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Pedro: Me entero a través de los medios de comunicación de que quieres abrir contra Nicolás Redondo y contra mí un expediente con la intención de expulsarnos del PSOE. Por lo visto, somos responsables de la mayor derrota sufrida por el socialismo en Madrid. Pues bien, el mayor responsable de haber llevado al socialismo madrileño al agujero no es otro que tú, que has dirigido con mano de hierro este partido, convirtiendo a José Manuel Franco y a Ángel Gabilondo en marionetas a tu servicio y haciéndolos dimitir inmediatamente -como si fueran los responsables de la debacle- y, mientras, tú te quitas de en medio.

La campaña electoral fue, en verdad, un disparate, consistente en combatir a un imaginario fascismo que os ha llevado a veros superados por un partido nuevo como Más Madrid, con muy escaso arraigo social. ¿Cómo es posible que eso haya ocurrido? Sois vosotros quienes deberíais contestar a esa pregunta.

Pero más allá de la desastrosa campaña, la causa es la política que has llevado a cabo desde que metiste en el Gobierno a Pablo Iglesias (de quien dijiste unos días antes que no podrías dormir con él en el Gobierno), quien desde el cargo de vicepresidente no hizo más que enredar y descalificar, desde los jueces hasta el Rey, pasando por varios notables periodistas.

Pero lo más grave, a mi juicio, es tu continuo tacto de codos con los separatistas catalanes y vascos, que son, sin duda, enemigos de España y de nuestra Constitución.

Como parece que se te han olvidado algunos artículos de esa Constitución, me tomo la libertad de recordártelos, empezando por el 1.3:

1.3. La forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria.

Este artículo 1, junto con el 2, del Título Preliminar, es la base de la democracia, que nació con la Constitución en 1978. Su enunciado es muy breve y no deja lugar a interpretaciones. Pero es uno de los artículos que Podemos tiene en el punto de mira. Para atacarlo, cualquier pretexto es válido. El partido liderado por el vicepresidente segundo de tu Gobierno se empleó a fondo para proyectar su trasnochado republicanismo. Pero sigamos.

Artículo 2. La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.

En el artículo 1.1 queda establecido que el sujeto de la soberanía nacional es el pueblo español, integrante de una nación «indivisible». Pero Podemos os ha impuesto el concepto de plurinacionalidad junto con el derecho de autodeterminación. Naciones Unidas solo reconoce el principio de autodeterminación para los territorios sujetos a colonización y ninguno de los países europeos lo contemplan en sus Constituciones. Tan solo lo propugnan los partidos secesionistas, aliados de tu Gobierno, por intercesión de Pablo Iglesias, quien se jacta de haberlos instalado en la «dirección del Estado». Una afirmación perturbadora, si pensamos que su objetivo es acabar con la unidad de España.

Artículo 3.1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.

Todos los proyectos de inmersión en las lenguas cooficiales en contra de la enseñanza y del uso del español han sido aceptados por tu Gobierno sin mayor resistencia, como parte de las cesiones para lograr el apoyo de los separatistas, y así está recogido en la ley educativa de Celaá. Malos tiempos, pues, para el artículo 3.1. de la Constitución.

Estáis acercando a los asesinos de ETA al País Vasco para que luego el gobierno vasco los saque a las calles y, mientras, los sediciosos catalanes esperan de tu magnanimidad un indulto o lo que sea que les saque de la cárcel, para ponerse a repetir la jugada (así lo han dicho ellos).

A todos estos desvaríos se debe el rechazo que has recibido de los madrileños el pasado 4 de mayo. A estos hechos y a otros movimientos políticos no menos preocupantes, como la tentativa de invasión de la Judicatura. Has intentado -y a veces lo has conseguido- saltarte la opinión de todas las instituciones que ejercen de contrapesos, tan necesarios en cualquier democracia, como el Consejo de Estado o el Comité de Bioética (cuya opinión es imprescindible en una ley como la de eutanasia).

Os habéis dejado invadir por movimientos particularistas, identitarios y supremacistas. Así, cuando habláis de inclusión, lo que estáis demandando es la exclusión del otro; o cuando os reclamáis del pluralismo, lo que buscáis es eliminar lo que es común a los españoles. Cuando dices, por ejemplo, a propósito de otorgar indultos a los separatistas catalanes, que hay que «aliviar tensiones» mientes, pues las leyes empujadas desde el Gobierno (la de educación o la de eutanasia) no buscaban otra cosa que el enfrentamiento.

Estas invasiones no solo han ocultado a la opinión pública los más graves problemas que soporta la sociedad española (antes y durante la pandemia), como son la mala distribución de la renta, el paro insoportable o los pésimos niveles que registran los índices educativos internacionales. O cosas tan elementales como que mientras que el peso de los salarios en el PIB no alcanza el 45 por ciento, a la hora de pagar el IRPF son las rentas salariales las que aportan el 90 por ciento de la recaudación.

Un concepto como el ‘heteropatriarcado’ ocupa en los discursos del Gobierno mucho más espacio mediático que el mal reparto de la riqueza y de las rentas, cuando en realidad ese invento del heteropatriarcado (usado sin medida ni clemencia por el feminismo ‘moderno’), con el cual se pretende explicar la compleja relación entre hombres y mujeres, no explica nada.

En fin, habéis impuesto una ley de educación sin escuchar ni a los profesores ni a los padres de los alumnos, y la habéis sacado adelante sin admitir una sola enmienda.

Son esas políticas y no Nicolás Redondo o yo las que han hecho que una inmensa mayoría de los madrileños, antiguos votantes del PSOE, te hayan abandonado, y ni Redondo ni yo tenemos absolutamente ninguna responsabilidad en lo ocurrido.

Joaquín Leguina, expresidente de la Comunidad de Madrid.