11 mayo 1976

La tragedia - que se produjo de manera simultánea a una matanza de obreros en Vitoria - se produjo cuando el Vicepresidente-Ministro de Gobernación, Manuel Fraga, se encontraba de viaje en el extranjera y sus funciones habían sido asumidas por Adolfo Suárez

Matanza en la marcha carlista del monte Montejurra: indignación contra el Gobierno franquista de Arias Navarro

Hechos

En el tradicional acto de los carlistas en Montejurra (Navarra), se produjeron tiroteos indiscriminados con resultado de tres muertes y multitud de heridos.

Lecturas

El 9 de mayo de 1976 se produjo un enfrentamiento en el monte navarro de Montejurra entre dos sectores del carlismo, el representado por D. Carlos Hugo de Borbón Parma, líder del Partido Carlista, de ideario izquierdista y el representado por su hermano D. Sixto de Borbón Parma, vinculado a la extrema derecha.

Durante la pelea el requeté onubense D. José Luis Marín García-Verde, conocido como el “hombre de la gabardina” (afín al Sr. Sixto de Borbón Parma), asesinó de un disparo a D. Aniano Jiménez Santos (en el bando de D. Carlos Hugo de Borbón Parma). También murió asesinado de un disparo D. Ricardo García Pellejero, miembro del Movimiento Comunista de España, que estaba en el bando de D. Carlos Hugo de Borbón Parma.

La tragedia de Montejurra también estuvo presente en el sector de los medios. El periódico El Pensamiento Navarro había publicado varias veces los días previos al enfrentamiento un manifiesto de D. Sixto de Borbón Parma y un editorial llamando a la reconquista de Montejurra. El periódico El Diario de Navarra que dirige D. José Javier Uranga Santesteban reprocha esa actitud de El Pensamiento Navarro en su editorial del día 11 de mayo que será respondido por el director de El Pensamiento Navarro en un editorial de portada el día 13.

En una rueda de prensa los líderes del Partido Carlista encabezados por el secretario general D. José María Zavala Castella, D. Mariano Zufa, D. Miguel Álvarez Bonald, D. Carlos Carnicero Giménez de Azcárate y D. Gabriel de Zuloaga Imaz, responsabilizaron al Gobierno de D. Carlos Arias Navarro de ser el responsable de la matanza.

Desde la izquierda abertzade se considero la matanza de Montejurra un atentado contra Euskadi y se señaló como responsables a D. José Luis Prieto García, Jefe de la Policía Foral de Navarra (asesinado por ETA el 21 de marzo de 1981) y a D. Alberto Toca Echevarría (asesinado por ETA el 8 de octubre de 1982).

«HOY, TODOS A MONTEJURRA»

montejurra444 Los partidarios de Don Sixto de Borbón habían lanzado el slogan ‘Hoy todos a Montejurra’, con el objetivo de recuperar el carlismo. Este sector, vinculando a Comunión Tradicionalista y que despertaba simpatías entre algunos sectores derechistas recelaban del giro que había dado el Partido Carlista (ilegal) bajo la batuta del pretendiente oficial del carlismo D. Carlos Hugo de Borbón (hermano mayor de Sixto), que se había aproximado a posturas cercanas a la izquierda abertzale. La romería de Montejurra era el acto oficial del carlismo, pero ¿de cuál de los dos? ¿Tradición o Revolución, como se coreó entonces? La romería acabó en tragedia al producirse disparos.  Desde el sector de los partidarios de Don Carlos Hugo se acusó al Gobierno de no haber hecho nada por impedir la violencia.

EL ASESINO

gabardina Periodistas gráficos identificaron a José Luis Marín García-Verde (el «hombre de la gabardina») como el autor material de los disparos que mataron a dos personas en Montejurra. Junto con él fueron procesados los carlistas del sector ‘ultra’ José Arturo Márquez de Prado,y Francisco Carreras García.

Además periodistas gráficos también corroboraron la presencia en Montejurra de mercenarios que ya habían trabajado para organizaciones de extrema derecha como Jean Pierre Cherid. 

RESPONSABLES POLÍTICOS:

1975_Fraga El franquista D. Manuel Fraga Iribarne, vicepresidente y ministro de Gobernación, era el responsable de las Fuerzas de Seguridad del Estado. En el momento de producirse la matanza de Montejurra se encontraba fuera de España.

1975_Suarez El Secretario General del Movimiento, el franquista D. Adolfo Suárez González, asumió las competencias de dirección de la policía en ausencia del Sr. Fraga, cuando se produjeron los sucesos de Montejurra.

Los carlistas estaban divididos en dos sectores: el aspirante a la corona, don Carlos Hugo de Borbón, que había asumido el izquierdismo y el sector encabezado por su hermano don Sixto de Borbón, alineado con la ultraderecha. La celebración carñosta de Montejurra terminó en tragedia cuando los ultras se liaron a tiros contra sus contrincantes. El Partido Carlista, nacionalistas vascos y abertxades mantienen que las fuerzas de seguridad no sólo no lo evitaron sino que ayudaron a los ultras. Lo que sí se pudo comprobar por fotos fue  la  presencia  de mercenarios (Jean Pierre Cherid). Se culpó de la masacre al Sr. Arias Navarro, al ministro Sr. Fraga y al presidente del Consejo de Estado, don Antonio María de Oriol. EL PAÍS publicó un editorial de denuncia clara.

Con todo respeto, pero con toda energía también, solicitamos que el Gobierno aclare las circunstancias que rodearon los sucesos de Montejurra; en qué consistió la intervención de la Fuerza Pública y por qué si el gobernador civil sabía, como reconoce en la nota oficial, que graves sucesos podían tener lugar en Montejurra, hay que contabilizar víctimas y víctimas irreparables. Como se hace en todo Estado de Derecho, pedimos simplemente esto: responsabilidades. (EL PAÍS, 11-5-1976)

EL PAÍS también aprovecha para recordar que a don Ramón Tamames y al señor Bardem les había costado la cárcel una manifestación ilegal pacífica y en cambio no se perseguía a los que habían organizado tan sangrienta romería. Aunque se llegó a detener al pistolero, Marín García Verde,

SIXTO DE BORBÓN EN EL ALCAZAR: «EL CARLISMO NO CREE EN UN SOCIALISMO DE AUTOGESTIÓN»

El líder del considerado ‘sector ultraderechista’ del carlismo, Don Sixto de Borbón, concedió una entrevista al diario EL ALCÁZAR, que se realizó antes de la matanza pero salió publicado después. En ella Don Sixto explicaba así sus diferencias con su hermano Don Carlos Hugo de Borbón: «Tenemos conceptos diferentes sobre el pasado, el presente y el futuro del carlismo. El carlismo se define con muy pocos puntos, pero extremadamente claros, como son Dios, Patria, Fueros y Rey. No me cabe duda de que personas que se quieran calificar como carlistas y luego aceptan indistintamente Monarquía o República, o discuten el carácter cristiano del carlismo, no son en realidad carlistas. Nosotros creemos en nuestra propia misión para servir a nuestra Patria, no para crear un socialismo de autogestión o cosas parecidas».

EL PARTIDO CARLISTA DE CARLOS HUGO DE BORBÓN CULPA AL GOBIERNO ARIAS DE LA MATANZA:

En rueda de prensa tras los incidentes los dirigentes del Partido Carlista D. Mariano Zufa, D. José María Zavala (Secretario General) y D. Miguel Álvarez Bonald, afines a D. Carlos Hugo de Borbón Parma culparon al Gobierno Arias Navarro de todos los sucesos de Montejurra.

En una segunda rueda de prensa D. Carlos Carnicero, D. Gabriel de Zuloaga Imaz (procurador) y D. Miguel Álvarez Bonaz en la que el procurador aseguró que el Gobierno Arias era responsable de la muerte de D. Aniano Jiménez Santos y D. Ricardo García Pellejero.

CRUCE DE ATAQUES EN LA PRENSA NAVARRA

Montejurra333 El periódico EL DIARIO DE NAVARRA de D. José Javier Uranga, acusó a su competidor EL PENSAMIENTO NAVARRO de D. Juan Indave, de haber instigado lo sucedido por publicar los comunicados de Don Sixto y por animar a reconquistar Montejurra. EL PENSAMIENTO NAVARRO respondió acusando a EL DIARIO DE NAVARRA de «seguir arrimándose en cada momento al sol que más calienta’.

09 Mayo 1976

Basta ya de equivocaciones

EL PENSAMIENTO NAVARRO (Director: Juan Indave)

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Hoy, cuando la humanidad se debate para sobrevivir bajo la constante amenaza de un cataclismo atómico y gran parte de la juventud se preocupa solamente de cantar al amor y la libertad como único razonamiento material y espiritual de su existencia, el totalitarismo capitalista internacional del pulpo judeo-masónico-marxista, sigue moviendo sin descanso su poderosos y largos tentáculos entre los pueblos y razas del mundo sea el empeño de atrapar mediante el señuelo de convivencia democrática cualquier fundamento político para esclavizarlo al quehacer de su antojo y exclusivo servicio.

Sin lugar a dudas ese es el procedimiento que se observa y, durante los últimos años en Montejurra: cuya anual romería de oración y penitencia fue creada para recordar y rendir homenaje a los beneméritos combatientes que dieron su vida proclamando toda lealtad por Dios, por la Patria, por los Fueros y por el Rey; puesto que dicha reunión de fraternidad cristiana viene siendo alterada ahora solapadamente, como trampolín de lanzamiento para teorías y prácticas comunistoides de un partidismo imposible de comprender razonablemente.

Ninguna persona que tenga conocimiento sobre la realidad ideológica mantenida siempre por el auténtico carlismo con sus inalterables doctrinas, y menos todavía las identificadas de alguna manera con la antigua Comunión Tradicionalista y sus heróicos Tercios de Requetés, puede concebir la utópica y quimérica idea de un ‘carlismo-socialista-revolucionario’. Nunca la dinastía monárquica legitimista que abanderaron y mantuvieron desde Don Carlos María Isidro de Borbón hasta don Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este, pasando por el gran Carlos VII, el de la Corte en Estella, hubiera traicionado el esfuerzo y la lucha de sus leales para aliarse con Marx, Engels, Santiago Carrillo o la Pasionaria, haciendo el caldo gordo a las secuelas del comunismo.

Es lógico y natural que cualquier líder político trate de dar rienda suelta a sus apetencias y que sus proyectos los haga conocer donde efectivamente cuenta con admiradores más o menos convencidos, sin aprovechar ocasionales circunstancias ajenas que aglomeran personal por motivos muy distintos. Este es el caso inadmisible del grupúsculo socialista y revolucionario que suele acudir a Montejurra con el apelativo carlista, cuando precisamente la convocatoria se hace para una romería religiosa y patriótica y, que por añadidura, nada tiene que ver con la subversión que amamanta el marxismo internacional. Por ello, la razón que asiste al tradicionalismo carlista resulta patente, frente a quienes quieren mermar y desvirtuar la verdad de unos fines esenciales respecto a la unidad nacional y tratan de pasar por falsa la responsabilidad contraída ante Dios de los que con ejemplaridad, en momentos de caos y terrorismo, contribuyeron a la salvación de la Patria hasta derramar su propia sangre e incluso sacrificando la vida por millares, sin otra recompensa que la satisfacción en la gloria de un deber cumplido.

Evidentemente la historia del carlismo cuenta en sus páginas con desaciertos y engaños, pero jamás de sus filas han salido pactos con socialistas y comunistas. El tesón insobornable de sus hombres, constituye indiscutiblemente la fidelidad que informa la existencia de sus postulados a pesar de adversas circunstancias en todo tiempo y también – por qué no decirlo – superando el menosprecio de la aportación que la Comunión Tradicionalista realizó para la victoria en la Cruzada de Liberación Nacional. Por consiguiente ya es hora de clarificar situaciones y delimitar cuestiones, evitando así planteamientos absurdos interpretaciones que solamente convencen a mentalidades un tanto extrañas. Pues de la misma manera que el símbolo de la hoz y el martillo no debe anteponerse a la cruz de Cristo, tampoco el socialismo revolucionario disfrazado con las aspa de Borgoña o cruz de San Andrés, se puede hacer pasar por carlista en Montejurra. Una cosa es la oración por la paz de España y otra muy diferente la agitación subversiva internacional.

Los españoles siempre hemos estado expuestos a las diversas contrariedades y privaciones impuestas por confabulaciones extranjeras. Con el mayor odio rencoroso hay sectarismos que no olvidan nuestro orgullo de ser un pueblo que difícilmente se acostumbra a admitir imposiciones arbitrarias. Buena prueba de ello son las luchas habidas contra las invasiones y  opresiones bárbaras, romanas, moriscas, napoleónicas y otras tentativas marxistas.

Acudamos a Montejurra con orden y fervor, sin discriminaciones ni diferencias políticas, para que el baluarte de la tradición española continúe honrando a Navarra, cuna de una raza indómita y fiel a sus antepasados, nuestros mejores defensores del a Tradición Católico-Monárquica.

11 Mayo 1976

La romería de Montejurra terminó en sangre

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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Al cabo de más de cien años, la historia ha vuelto a repetirse. Dos facciones carlistas enfrentan a los hermanos Carlos Hugo y Sixto Enrique de Borbón y Parma. El pasado domingo, en la cuna del tradicionalismo, un joven de Estella murió de un balazo en el corazón.

En esta ocasión la tragedia ha tenido unas características muy definidas. La agresión más dura y contundente partió de los llamados grupos de choque, leales a la legitimidad del carlismo encarnada por Sixto Enrique. Los partidarios de Carlos Hugo, dirigente del Partido Carlista, llevaron, a pesar de ser más numerosos, la peor parte. Ante la agresión con pistolas, Carlos Hugo decidió el regreso sin haber Regado a la cumbre de Montejurra.En el Juzgado de Estella se abrió, en la tarde del domingo, una investigación. Hubo declaraciones de los testigos presenciales de las agresiones en Irache y en la cumbre de Montejurra. También quedaron a disposición de la Guardia Civil documentos fotográficos que posiblemente -sirvan para identificar a los causantes de una muerte y varios heridos, uno de los cuales está prácticamente déshauciado en el Hospital. de Pamplona. Se espera que entre hoy se entreguen y mañana se entreguen al júez de Estella las declaraciones que sean formuladas ante la Guardia Civil.

Además de estos enfrentamientos, EL PAÍS ha sabido de diversos incidentes entre personalidades representativas del tradicionalismo. Junto al Monasterio de Iráche, una vez iniciado el Vía Crucis, el líder d el carlismo andaluz, marqués de Marchellina, tuvo un enfrentamiento dialéctico con Fagoaga y Zamanillo, que al parecer terminó con intercambio de golpes.

Asimismo el Partido Carlista, a través de su secretario general ha hecho saber que se pedirán responsabilidades a determinadas personas, por provocar o amparar las acciones violentas del domingo. Desde el momento que se produjeron los incidentes se procedió a recoger todo tipo de documentación testifical que sirva para el esclarecimiento de los sucesos. Se investiga en la posiblilidades que en los grupos de choque figuren jóvenes mercenarios italianos, sudamericanos y portugueses, ya, que hay cintas magnetofónicas recogidas durante los sucesos, en, las que, se escuchan claramente frases y gritos con acento extranjero.

11 Mayo 1976

Lo de Montejurra

José María Ruiz Gallardón

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Cuando las ilusiones de nuestra juventud debemos canalizarlas hacia la concordia nacional es difícil explicarse la justificación de hechos tan dolorosos.

No sin profundo dolor, aumentando, si cabe, por el luctuoso resultado de un joven muerto en los enfrentamientos del domingo, es preciso enjuiciar lo ocurrido en Montejurra.

Cuando los españoles debemos cifrar en la paz la suprema meta de nuestras aspiraciones; cuando tanto tenemos que construir juntos; cuando las ilusiones de nuestra juventud debemos canalizarlas hacia la concordia nacional es difícil explicarse la justificación de hechos tan dolorosos.

No son las horas de España, por la que dieron sus vidas tantos héroes como los que se recuerdan con la celebración del vía crucis del monte navarro, horas que exijan sangre, sino trabajo y serenidad. No es bueno – y no entro a polemizar con nadie – que se tiña con sangre joven una conmemoración como la del domingo.

No por razón de un evidente cambio en los tiempos,  sino apelando al más profundo patriotismo que siempre he sido legítimo orgullo de cuantos han comulgado y comulgan en los principios del tradicionalismo es por lo que desde estas columnas llamamos a la conciencia de quienes son responsables de la dirección ideológica y práctica de los grupos tradicionalistas tristemente divididos.

Hoy, en mayo de 1976, no es la mejor manera de servir a la patria el enfrentamiento, la violencia, la muerte. Piénsenlo quienes deben y pueden atajar esta escalada que el profundo sentido religioso del pueblo navarro ha de repeler en todo caso.

José María Ruiz Gallardón

11 Mayo 1976

Editorial: Pedimos responsabilidades

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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¿cómo es posible que el Gobierno Civil de Pamplona permitiera la existencia de un numeroso grupo armado en la cumbre del monte durante todo el fin de semana?

Una información de la agencia Cifra sobre los sucesos del domingo en Montejurra señalaba que la cumbre de la montaña «estaba tomada, al parecer desde el viernes pasado por la mañana, por unas cincuenta personas, armadas con pistolas y metralletas». En los enfrentamientos hubo un muerto y varios heridos de gravedad. Y es hora de preguntarse: ¿cómo es posible que el Gobierno Civil de Pamplona, que había prohibido los actos políticos carlistas y sólo permitió el Via Crucis religioso, permitiera también en cambio, la existencia de un numeroso grupo armado en la cumbre del monte durante todo el fin de semana?Las autoridades navarras sabían de la intención de los carlistas no fieles a don Carlos Hugo de acudir también este año a Montejurra. Conocían la tensión existente y la posibilidad de enfrentamientos, que EL PAÍS sugería ya en su primera página de la edición del pasado domingo. Es incomprensible que cincuenta personas con metralletas estuvieran en el monte desde el viernes y el Gobierno Civil no lo supiera. Y en cualquier caso la ignorancia resultaría aún más inaudita y más culpable que la tolerancia del hecho.

El pasado sábado salieron de la cárcel, después de un mes de arresto sustitutorio por impago de multas, los profesores Tamames y Triana y el director de cine Bardem. Pretendían encabezar una manifestación pacífica no autorizada en las calles de Madrid y fueron multados severamente. Nos preguntamos qué multas han de ponerse a los organizadores de esta sangrienta romeria y cuántas personas han sido detenidas tras el homicidio del domingo en Montejurra.

Con todo respeto, pero con toda energía también, solicitamos que el Gobierno aclare las circunstancias que rodearon los sucesos de Montejurra: quiénes y cuántos componían las bandas- armadas que tomaron la cima, si dispararon los partidarios de ambos grupos carlistas o sólo los de uno, y los de quién en ese caso; en qué consistió la intervención de la Fuerza Pública y razones por las que esta vez no se practicaron detenciones, o no se dice que se practicaran; quiénes fueron los detenidos en caso contrario, si se les encontraron armas, qué tipo de armas y dónde pudieron obtenerlas. Y por qué si el gobernador civil sabía, como reconoce en la nota oficial, que graves sucesos podían tener lugar en Montejurra, hay que contabilizar víctimas y víctimas irreparables. Como se hace en todo Estado de Derecho, pedimos simplemente esto: responsabilidades.

11 Mayo 1976

La Sangrienta Reconquista de Montejurra

EL DIARIO DE NAVARRA (Director: José Javier Uranga)

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Este año el ambiente en torno a Montejurra estaba enrarecido y todos más o menos, esperábamos o temíamos un enfrentamiento atizado no por los carlistas, sino por intereses que nada tienen que ver con el carlismo. Estaba en el aire que iban a aprovechar Montejurra para una especie de pulso nacional que ha resultado irreparable y sangriento. Lo advertimos en nuestro periódico, previendo unas consecuencias dolorosas. Desgraciadamente ha sido así y ahí están un muerto y cuatro heridos y el dolor indignado de Navarra entera.

Creemos que en el resultado de Montejurra 76 hay responsabilidades directas y concretas. Remontándonos a días pasados públicamente, sin ningún recato, se ha asentado y arengado a la conquista o reconquista de Montejurra por una facción del carlismo (?) que, al parecer goza de cierta impunidad oficial. ¿Cómo es posible que se tolere la presencia en Navarra y la actividad política de un señor llamado Sixto, extranjero de nacionalidad y expulsado de la Legión Española que se considera príncipe y firma manifiestos, siendo como en España una monarquía con un Rey en ejercicio, mucho más cuando a un hermano de tal pretendiente se le impide la entrada en el país? ¿Cómo se puede admitir que este señor entre en España, se pasee de aquí para allá, opine y concite, no se sabe en virtud de qué legitimidad dinástica ni política? ¿Qué clase de juego nos traemos?

Allá cada cual con su responsabilidad, pero la convocatoria a Montejurra de fuerzas ajenas al carlismo – hay alusiones hasta a ‘legionarios’ – y su movilización, en uno y otro bando, hecha a veces a banderas desplegadas, nos ha llevado a esta catástrofe.

En un Estado de Derecho como el que vivimos en intolerable que se permita una organización pseudomilitar con mandos que indebidamente lucen estrellas y símbolos que en ley sólo pertenecen al Ejército, milicias armadas con distintivos especiales. Todo eso se ha dado en Montejurra y son muchos los asistentes que vieron las armas y conocen a quienes las empuñaban, incluso se ha publicado que la policía tiene en su poder fotografías de estas gentes que, tras los disparos, se esfumaron.

La versión de los hechos dada por el Gobierno Civil de Navarra no aclara demasiado las circunstancias en que murió Ricardo García Pellejero. Las informaciones que ayer circulaban de boca en boca y que recogieron los medios estatales de radiotelevisión diferían bastante de dicha nota. Creemos que no fue, como se dice en ese texto, un enfrentamiento entre las facciones carlistas. Es verdad que ambas partidas están encabezadas por dos líderes, pero ambas acompañan gentes y siglas que nada tienen que ver con el tradicionalismo. No sabemos si los que encabezaban el Vía Crucis eran o no maoístas, ni si cantaron la Internacional, como pretende una versión de los hechos. Pero, aun suponiendo que fuera cierto, nadie de los que esperaban en la cumbre estaban legitimados para disparar criminalmente sobre un grupo desarmado. El hecho no tiene justificación alguna, a menos que pretendamos instaurar una ley de la jungla. Culpables son los autores materiales de los disparos y el que dio la orden, pero no quedan exentos de responsabilidad quienes pudiendo y debiendo impedir el uso de las armas se inhibieron.

Montejurra ha sido este año un día de Into. Más de uno se frotará las manos. Primero, porque ha conseguido que corra la sangre. Y segundo ,por la impunidad con que ciertos elementos empuñan armas y firman manifiestos de violencia sin un gramo de tradición.

Una vez más Navarra ha sido carne de cañón. Ahora que, según el Gobierno, caminamos abiertamente hacia la liberación política y la democratización del país, debemos contar con  el juicio sereno de todos y con la actuación indefectible de una autoridad robusta y sin miedos. Una autoridad que haga posible la evolución en paz, a despecho de terrorismos y de armas asilvestradas. Ni los terroristas de izquierda ni de derecha, al decir del Ministerio de Gobernación, podrán frenar un proceso en el que la mayoría de los españoles estamos empeñados.

12 Mayo 1976

¡No podemos callar!

EL PENSAMIENTO NAVARRO (Director: Juan Indave)

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No podemos callar. Un colega local nos ha señalado como responsables de lo que se produjo en Montejurra. La presencia de Don Sixto en los actos fue precedida de un Manifiesto en nuestro periódico y necesita de una aclaración. Los medios oficiales tendrán algo que decir sobre la existencia de armas en la concentración. La pasividad de las Fuerzas del Orden ante la violencia debe tener sus motivaciones. Don Carlos Hugo, algunos días antes expulsado de España, hizo acto de presencia en la ladera ante la extrañeza de todos. Distintos partidos ilegales dejaron su huella con estandartes, emblemas, gritos y pintadas en las cruces. La mayoría de los nuestros se limitaron a rendir homenaje a los muertos en la Iglesia del Monasterio. El balance de la jornada: todos lo conocemos. Y mientras, el ministro del Interior, en viaje a Venezuela.

Vamos por partes:

Un diario local ha hecho blanco en nosotros con motivo de los tristes sucesos de Montejurra que todos lamentamos de corazón. El dardo ha partido de un editorial titulado ‘La sangrienta RECONQUISTA de Montejurra”. (Las mayúsculas son nuestras). En el texto del mismo se leía: “Creemos que en el resultado del Montejurra 76 hay unas responsabilidades directas y concretas. Remontándonos a diez pasados, públicamente sin ningún recato, se ha alentado y arengado a la conquista de Montejurra por una facción del carlismo (?) que al parecer goza de cierta impunidad oficial. ¿Cómo es posible que se tolere la presencia en Navarra y la actividad política de un señor llamado Sixto, extranjero de nacionalidades y expulsado de la Legión Española, que se considera príncipe y firma manifiestos, siendo como es España una Monarquía con un Rey en ejercicio, mucho más cuando a un hermano de tal pretendiente se le impide la entrada en el país?”

Hasta aquí, los párrafos del diario local. Antes de entrar en el tema diremos que ese diario, cuando el Carlismo ofrecía coherencia y tenía un peso específico poderosísimo en Navarra y en España – y nosotros intentamos que lo siga teniendo con la unión de todos – ocultaba, alteraba, desvirtuaba o aminoraba todo su contenido. Desgraciadamente hoy no sucede así, y este medio informativo sigue arrimándose al sol que más calienta.

Pero repliquemos a las alusiones que nos hace, porque todo el mundo sabe que nos las hace a nosotros:

Es cierto que EL PENSAMIENTO NAVARRO ha hecho una campaña reiterada de llamamiento a MOntejurra y no es menos cierto que el llamamiento ha recibido el nombre de conquista, reconquista y el de ‘todos a MOntejurra’. ¡Y qué! ¿tiene esto algo que ver con el vil asesinato producido por arma de fuego en la falda de la Montaña del Carlismo? Si la derrota del MOntejurra anual se produjo con la ausencia de numerosos carlistas a los actos por las doctrinas que se pregonaban, hasta el punto que de 20.000 personas, de un tiempo acá – y todos sabemos el por qué – solamente acuden de cuatro a cinco mil: si esta DERROTA, repetimos, se produjo con la AUSENCIA de los carlistas leales. ¿Por qué la CONQUISTA o RECONQUISTA de MOntejurra no iba a hacerse con la PRESENCIA de los mismos, con el único propósito de acudir allí con el mismo espíritu que aquellos que lo fundaron? Claro, después de conocerse los hechos que todos lamentamos este medio informativo lanza la palabra ‘reconquista’ a los cuatro vientos para que todo el mundo la relaciones con el carácter beligerante de la jornada y con la presencia de pistolas y metralletas. Eso es jugar muy sucio, y nuestra trayectoria no sigue ese juego.

Sabe muy bien que nosotros no comulgamos con las ideas de D. Carlos Hugo y trata de sacar tajada de una situación conflictiva, apoyándolo, cosa que nunca hizo sino todo lo contrario y cargándonos en parte al sambenito a nosotros. Pero nosotros somos enemigos de las armas.

Ahora bien, si ese diario hace ver al lector que Montejurra pertenece a D. Carlos Hugo, aunque no lo piense, está equivocado. Montejurra pertenece a aquellos que yacen en sus trincheras o se conmemoran en sus cruces. Por ellos, por los muertos se va a ese lugar y no por los vivos, para pregonar, con la presencia y la oración, que seguimos con sus ideas y que no adoptamos posturas confusas, traidoras ni vacilantes.

Bien saben los lectores de buena voluntad que nuestra convocatoria era de unión y de oración por nuestros muertos. Bien saben que junto a la convocatoria de Montejurra se apuntaba también lo asistencia al Quiquillo – allí no hubo muertos – y al APlec de Montserrat. Pero, claro, esa ya es harina de otro costal.

Aún tenemos más que decir. En Montejurra estuvieron presentes las armas de fuego ante todo, cosa inadmisible e intolerable, la presencia de don Sixto, de don Carlos Hugo y de numerosas facciones de izquierda que quisieron hacer público un manifiesto para que todos nos enteráramos de su asistencia. Esto no lo decimos nosotros, lo dicen ellos; y dejamos sus huellas en símbolos, emblemas y no sabemos si atribuirles o no a ellos las pintadas de las cruces con la hoz y el martillo. Lo cierto es que, con su presencia, el Vía-Crucis quedó mancillado.

Pero nadie se ha hecho eco de nuestra presencia en Montejurra. Más de ochocientos carlistas vivieron el auténtico espíritu de la jornada asistiendo a la Misa y al Vía-Crucis dentro del Monasterio de Irache. Y cumpliendo el compromiso espiritual, ante unos acontecimientos que se prometían un tanto turbulentos, regresaron a sus respectivos puntos de partida.

Resulta curioso, muy curioso que en las dos trágicas situaciones vividas en el Norte (Vitoria y Montejurra), el señor ministro de la Gobernación y del Interior se hallara fuera de España.

Resulta curioso que se interceptara a Carlos Hugo hace unos veinte días en Barajas, impidiéndole la entrada en España y después entrarán y se pasearan él, su esposa y doña María Teresa. ¿Tan ineficaz es la policía a sus órdenes como para no detener a una persona que está expulsada de España? Policía hubo en Montejurra, que lo vio – lo tuvo que ver – y no lo detuvo (¿).

Resulta curiosa la discriminación de dar entrada en España con apoteosis triunfal a unos exiliados e impedírselo a otros que no lo fueron y que, además, al menos familiares suyos, colaboraron eficazmente en la victoria.

Resulta curioso que el señor Fraga, desde Venezuela, al definir los tristes sucesos de MOntejurra dijera que se trataba de ‘una pelea entre hermanos’. ¿Nada más? ¡Y nada menos! No fue una lucha, fue un vil asesinato. Cometido por unos pistoleros que rompen el ánimo de convivencia y crea víctimas inocentes.

No estamos conforme con estas arbitrariedades gubernamentales y pedimos que se aplique la ley con los medios que esta tiene para el descubrimiento de la verdad sobre los tristes y luctuosos sucesos de Montejurra.

Lo cierto es que los lamentables sucesos de Montejurra no deben repetirse. Que la pasividad de la policía y de la fuerza armada fue inaudita. ¿Se dieron órdenes de arriba para esta pasividad? Si no fue así, que se nos explique – previa información – de donde partieron. Y si fue así, dígasenos qué es lo que se busca. La arbitrariedad del Gobierno debe terminar. Pedimos responsabilidad por los hechos de Montejurra.

15 Julio 1976

El carlismo en la transición española

Carlos Hugo de Borbón

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La sociedad democrática de los países avanzados parece haber resuelto todos los problemas individuales del hombre. En primer lugar el problema de la igualdad, tanto económica como de promoción, que en estos países llega a unos grados totalmente impensables hace cincuenta años. En segundo lugar el problema de la seguridad del individuo frente a los dramas de la vida: la enfermedad, la infancia, la vejez. El modelo de la socialdemocracia parece haberse impuesto, a pesar del sistema capitalista, garantizando la libertad individual política, con el máximo respeto posible a la persona.

Pero este formidable progreso, que nadie se atreve hoy a criticar, abandonados aspectos no menos fundamentales de la vida. El primero es que este progreso se sitúa exclusivamente en el marco de la sociedad que contempla. Afecta sólo a los miembros de estas comunidades, que han escogido democráticamente una vía de capitalismo compensado, democratizado, socializado o como se quiera llamar. En la práctica, no han logrado extender estas mejoras al mundo circundante.

En segundo lugar, esta sociedad deja de lado al hombre como ser social. Son unas sociedades democráticas con magníficos mecanismos para administrar al hombre con justicia, con igualdad, pero no desarrollan el aspecto más importante del hombre, que es su libertad. No es que repriman la libertad. Incluso crean todas las condiciones necesarias para la libertad. Pero la libertad no es un fenómeno individual y personal. La libertad es la capacidad de configurar, no sólo la propia vida, sino la vida misma de la comunidad. La libertad es más que el no estar reprimido. La libertad es la capacidad de crear.

La característica común de todos los sistemas democráticos u occidentales, con mayor o menor perfección, es que son democracias basadas en la delegación individual del ciudadano de todo su poder, o de la mayor parte de su poder, a un sistema político, en momentos de elecciones. Después de las elecciones el ciudadano, de algún modo, por lo menos la inmensa mayoría, abdica de toda responsabilidad en cuanto a la administración de ese mismo poder. Hay delegación de poder, pero además, y esto es muy grave, hay simultáneamente abdicación de poder. La delegación es necesaria, pero la abdicación es nefasta.

Así, si bien es verdad que el Estado es de origen democrático, no es menos verdad que toda la administración que baja de ese Estado hasta el ciudadano, desciende con escaso control democrático, con escaso control responsable, con escasa participación del ciudadano en la ejecución de las decisiones tomadas por los organismos soberanos. Prácticamente, sólo los medios de opinión pública, que actúan de un modo difuso sobre la sociedad, son una barrera contra la arbitrariedad de cualquier Estado moderno para administrar, controlar o incluso aplastar al ciudadano.

Descentralización o autogestión global

Partiendo de este análisis se pueden idear dos tipos de soluciones. La primera considera imprescindible llegar a alguna descentralización, para asegurar el control ciudadano sobre los grandes mecanismos que bajan desde el Estado. La segunda, por el contrario, considera imprescindible idear un sistema político que surja de las entidades más próximas al hombre y resuelva, a partir de ellas, cuantos problemas se pueden y se deben resolver al nivel más próximo al hombre, antes de recurrir a los estamentos superiores, a los mecanismos nacionales o internacionales. En el primer caso hay descentralización desde el poder. En el segundo caso hay una centralización selectiva que parte de la base, del pueblo, del ciudadano y va, poco a poco, configurando una pirámide de mecanismos económicos, ideológicos, locales, nacionales, federales, internacionales, que permiten en cada nivel resolver los problemas que le son propios y, además, permite al hombre participar más fácilmente en la vida de su comunidad, de su polis. El carlismo ha optado por esta segunda solución. Y es lo que el carlismo presenta con su concepción de autogestión global dentro de un Estado socialista federal.

Si el carlismo habla de autogestión global, es porque cree que el concepto de autogestión o de gestión democrática de abajo arriba, debe aplicarse simultáneamente a la vida económica, a la vida ideológica ya la vida de los países o pueblos.

Autogestión en lo económico

Si partimos de la autogestión en lo económico, debemos empezar por la empresa. Creemos que la empresa del mañana debe de ser una república del trabajo. Es decir, la dirección de una empresa debe ser elegida por los trabajadores de la misma. El capital, evidentemente necesario en cualquier empresa, debe estar al servicio de esta república del trabajo, de esta empresa, para que no sean los trabajadores los servidores del capital, sino el capital el servidor del trabajo. De forma que el capital vuelva a ser lo que debe ser, una herramienta en manos de unos trabajadores. Esta concepción de la empresa de auto gestión, permitirá resolver colectivamente a los trabajadores el dominio sobre su instrumento de producción. Lo mismo que el artesano dominaba su instrumento de producción individualmente, hoy en día el mundo del trabajo puede dominar colectivamente su instrumento de producción, puesto que las grandes unidades imponen la unión de muchos, en un proceso productivo, para realizar un trabajo creador.

Pero la autogestión en la empresa debe estar orientada, además hacia las necesidades de toda la sociedad. Y si queremos que la sociedad y sus orientaciones partan de las decisiones de los trabajadores, es preciso utilizar un mecanismo federador de la voluntad de los trabajadores para proponer la gestión democrática de la economía, es decir, para proponer la planificación económica. Por ello considerarnos que el sindicato debe ser el instrumento que sirva para canalizar las propuestas de planificación económica del trabajador, desde el nivel local hasta el nivel de federación de los pueblos. El sindicato puede ser el conducto de análisis de las posibilidades económicas y de las propuestas que, en cada nivel, provincial, regional, nacional, federal o mundial, podrá proponer soluciones a los estamentos políticos, de modo que, en cada uno de estos niveles, se pueda planificar la economía en función de las necesidades, de las posibilidades y de las metas alcanzables en el futuro. Este mecanismo sindical de planificación completa la autogestión económica, porque le da dimensión universal.

Autogestión de los pueblos o federalismo

Para realizar una sociedad democrática no basta la autogestión económica. Es preciso la autogestión de las nacionalidades, de los pueblos que, cada vez más, reclaman una libertad para poder crear, para poder desarrollarse según su propia inventiva. La federación de los pueblos es su autogestión comunitaria, es el poder unificador, pero unificador con libertad, que permitirá a cada pueblo, manteniendo su plena responsabilidad, ser co-creador de mayores unidades políticas. En efecto, el derecho a la autodeterminación de los pueblos, no es solamente el derecho a separarse es también el derecho a unirse. Además la realidad del mundo actual, el separatismo, en el sentido estricto de la palabra, no puede existir., salvo para pueblos que fuesen capaces de vivir en régimen de autarquía. Y no veo ejemplos de ellos, al menos que sean pueblos de tamaño continental. E incluso estos pueblos, como es el caso de la Unión Soviética, de China o de los EE UU, se muestran hoy incapaces de vivir en autarquía.

La concepción federal de la sociedades lo que nos hará posible realizar una sociedad democrática, porque permitirá al hombre integrarse en su comunidad local, en primer lugar, y, a través de ella, en su comunidad nacional y en su comunidad internacional, para llegar al final a realizar la comunidad mundial, solución indispensable si queremos establecer la justicia entre todos los pueblos del futuro.

Autogestión ideológica y partidos de masas

La autogestión ideológica, es decir, la independencia de la creación ideológica con respecto a las metas ideológicas que hoy existen en el mundo y que enfeudan o domestican las grandes corrientes actuales, es imprescindible si queremos llegar a una sociedad capaz de evolucionar a la velocidad de las necesidades democráticas de nuestro tiempo. Y esto por dos razones.

En primer lugar, al centralizar las interpretaciones ideológicas en un país o en un pueblo, se tiende a subordinar la problemática de esta ideología a los intereses o problemáticas concretas de esos países o pueblos, que pretenden ser los verdaderos intérpretes de ese tipo de pensamiento. En segundo lugar, impone una rigidez en el pensamiento que va contra la libertad creadora del mismo pensamiento.

El pluralismo político o ideológico no es un mal necesario o inevitable. Es un bien. No sólo porque respeta la libertad de las personas sino, sobre todo, porque presenta constantemente a la sociedad con ideas otras materias de diálogo, otras visiones, que impiden la esclerosis. La ausencia de pluralismo tiende a frenar la evolución de los pueblos. Sin embargo, para que haya presentación de opciones ideológicas en el presente, libres de enfeudamiento centralista es también preciso que los partidos políticos dejen de ser simples máquinas electorales y se transformen, poco a poco, en comunidades políticas de afiliados, de partidarios o simpatizantes, de forma que la vida democrática interna de los partidos no se vea reducida a un voto cada X años. Es preciso que, además, sea permanente, dentro de los partidos y entre los partidos, el diálogo de los simpatizantes, partidarios o militantes. Así es como vemos la autogestión ideológica en el mundo moderno a través de los partidos de masas.

Conclusión

Este planteamiento, hecho para España, equivale a una verdadera revolución democrática. No porque en nuestro país llegar a la democracia es, de por sí, una verdadera revolución, sino porque dentro del mismo concepto de democracia actual o democracia formal, es plantear el problema de la participación como anterior y más importante que el problema de la simple elección.

Las grandes revoluciones políticas y pacíficas no se pueden realizar en un día, porque son proyectos de sociedad. Por ello, el Partido Carlista propone como instrumento que garantice la marcha de este proyecto con libertad, un sistema monárquico, pero de una monarquía elegida por el pueblo, cuya función esté determinada por el pueblo y cuyas metas estén fijadas por el pueblo. La monarquía, si no es garantía a largo plazo de una construcción de sociedad nueva, si no es garantía de revolución democrática en su perspectiva histórica, no tiene para nosotros sentido. Por ello el carlismo siempre ha presentado la monarquía como un poder político pactado, para garantizar, y esto es exclusiva función, el libre juego de las libertades democráticas. Pero volviendo al presente, la monarquía que representa el carlismo, ajena a pleitos dinásticos, debe ser también un instrumento para poder crear estas libertades, no solamente formales, no solamente individuales, sino comunitarias, logrando así libertades concretas que permitan transformar la democracia en participación responsable de todos los ciudadanos.

Sabemos, que los ideales siempre son lejanos. Pero sirven de punto de referencia a fin de que los árboles no nos oculten el bosque. Permiten realizar una obra política creadora y coherente cara al futuro para alcanzar, lo más posible, los dos grandes valores humanos por los que lucha cualquier demócrata: la defensa simultánea de la justicia y de la libertad.

Sabemos también que, quizá, la libertad y la justicia sólo se pueden alcanzar paso a paso, que quizá sea una larga y difícil lucha para construir la democracia o. simplemente, incluso para abrir los primeros cauces. Pero sabemos que todas las presas que se interponen en el cauce de la libertad, acaban un día cediendo a la presión constante del inmenso caudal de fuerza que representa para el hombre el luchar por la causa de la libertad.