20 septiembre 2016
Los politicos habían estado meses negándolo
El enfrentamiento interno en Podemos entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón se hace público tras una chocar ambos en Twitter después de una alusión en un mitin
Hechos
El 20.09.2016 D. Íñigo Errejón puso un tuit respondiendo a una alusión de D. Pablo Iglesias Turrión durante un discurso, tuit del Sr. Errejón que fue respondido por otro del propio Sr. Iglesia Turrión.
Lecturas
Oficialmente D. Pablo Iglesias Turrión y D. Íñigo Errejón Galván eran el tándem que dirigía la ejecutiva de Podemos, donde eran secretario general y secretario de política desde Vistalegre 1. La realidad es que ambos estaban en disputa interna por el control de la formación de manera pública. En la ejecutiva de Vistalegre 1 D. Pablo Iglesias era el secretario general, pero el control del ‘aparato’ lo tenían los partidarios de D. Íñigo Errejón, situación que el Sr. Iglesias quiso equilibrar con el cese de D. Sergio Pascual como secretario de organización en marzo de 2016.
Tras el fracasar en su deseo de ‘sorpassar’ al PSOE en la repetición electoral de 2016, las diferencias de ambos volvieron a hacerse patente coincidiendo con un enfrentamiento entre ambos por controlar la federación de Madrid de Podemos.
Las diferencias también quedaría reflejada con la publicación de cartas y manifiestos públicos de ambos bandos, aunque la lucha final será en la asamblea de Vistalegre II.
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CRONOLOGÍA DE UN ENFRENTAMIENTO POLÍTICO INTERNO EN PODEMOS
Las diferencias entre el secretario general de Podemos D. Pablo Iglesias Turrión y el portavoz parlamentario D. Íñigo Errejón Galván se traslucen de cara al público en septiembre de 2016.
El enfrentamiento había quedado al descubierto ante toda la militancia.
21 Septiembre 2016
¿A dónde va Podemos?
Pablo Iglesias e Íñigo Errejón han hecho públicas sus diferencias sobre la ideología y la estrategia que debe imponerse en Podemos, dejando al descubierto un profundo debate y la conveniencia de pactar con el PSOE o continuar con el propósito de superarlo. Frente a un Iglesias que reclama “dar miedo”, las palabras reflexivas de Errejón muestran que el estilo caudillista y el discurso frontalmente antisistema que preconiza Iglesias es insostenible para un partido que ha ganado poder institucional y cuyos avances dependen de convencer a quienes no confían en ellos.
Iglesias se ha quitado la careta de la socialdemocracia que de forma oportunista se colocó en vísperas de las elecciones del 26 de junio, en aquel intento de sustituir al PSOE como primer partido de la izquierda. Ese planteamiento ya fracasó el 26-J, pese a lo cual Iglesias y otro de los fundadores de Podemos, Juan Carlos Monedero, siguen presionando a favor de una línea dura y la consecución del sorpasso. Más pragmático, Errejón parece propugnar un partido más abierto a ese centroizquierda difuso donde se sitúan ideológicamente buena parte de los españoles, que facilite un pacto con el PSOE en vez de tratar de ningunearlo para fagocitar a sus electores.
La tensión entre los generales de Podemos coincide también con la lucha abierta entre los dos sectores de sus organizaciones en tres comunidades autónomas y en una docena de ciudades, importantes para medir la relación de fuerzas ante el congreso de 2017. Y a su vez incide en el debate sobre el tipo de organización hacia el que Podemos pretende caminar. Sus acuerdos con otras fuerzas en Cataluña, País Vasco, Comunidad Valenciana y Galicia le reportaron buenos resultados en las elecciones generales, pero esas coaliciones se están agrietando. El debate de Podemos no podrá tampoco soslayar por más tiempo la contradicción entre defender una patria plurinacional y querer hablar como un partido de ámbito nacional.
Los dirigentes de Podemos tienen ante sí el reto de explicar a sus votantes para qué sirven sus votos: para forzar un cambio radical del sistema político, económico y constitucional, o para reformarlo pragmáticamente en beneficio de la ciudadanía. Urge la aclaración.
21 Septiembre 2016
Bran/gelina y Pablo/jón
NO EMPEZARÉ con la perogrullada, digna de Pitita Reportera, de que todas las parejas se separan. En rigor, todas las parejas, y por eso lo son, se unen, aparean o aglomeran, según sean humanos, animales o superhéroes podemitas. Lo normal en las parejas de humanos españoles, formalizadas ante cura o concejal, es que la mitad se separe y vuelva a emparejarse. Es la manía por la simetría de la gente corriente, que también afecta a la mayor parte de las especies del zoo, emparejadas por Noé pero que, acabada la cohabitación forzosa en el Arca, reasignaron sus recursos afectivo-sexuales por aquí y por allá. En cambio, las estrellas de Hollywood o Tuerkaworld, que han asaltado los cielos o viven en las nubes, no ven la vida como un proceso de afectos, compromisos, hipotecas y niños sino como un plató. Por eso se separan tanto. Para ellos, tan espectáculo es divorciarse como casarse. No son compañeros de viaje sino de rodaje. No encuentran otra pareja, estrenan nueva película. Y dura, como decía el amigo de Krahe el del cuervo, «lo que duran dos peces de hielo en un whisky on-the-rocks».
Ayer supimos que Brangelina, la célebre pareja formada por Brad Pitt, antes de Aniston, y Angelina Jolie, antes de Thorton, se separa. Dicen que el actor bebe, aunque no hay vídeo de Brangelina y sus mirmidones borrachos cantando La minga dominga, como ese argentino, también defraudador fiscal, que no es Messi. Y mientras Aquiles volvía de su Troya, con los pies no tan ligeros, retornaba al plató de Twitter la guerra Iglesias/Errejón, pareja a la que podemos llamar Pablojón, en homenaje al «más masculino y más femenino de los hombres», como se definió Iglesias en La Vanguardia. ¿O era Elle? No sé. Se me pierde el Brad Pitt de Tuerkaworld, cuyas «miradas lujuriosas» glosó Pitita Maestre al debutar como reportera en La Tuerka, Esa noche, en su cadena iraní, el Hombre, entornnando los ojos, le respondió: «Miradas lujuriosas, las que tú despiertas, Rita». Bobby Deglané decía «¿Señorita? ¡Porque usted quiere!». Y ella cloqueaba.
La reporterita Rita cloqueó… y se fue con Errejón. Ahí, en ese coqueto nó-nó empezó la crisis de Pablo/jón, como la de Bran/gelina cuando la ex Aniston consoló, friendly vengativa, a Brad. Podemos va de Eisenstein pero no pasa de culebrón venezolano: Potemkin de Pasiones.
25 Septiembre 2016
Dar miedo
No hay que haber leído a Maquiavelo para saber que dar miedo al poderoso es siempre un mal asunto. El miedo es una pasión muy peligrosa y tanto en hombres como en animales suele ser el origen de la violencia. Un toro en la plaza, nuestro símbolo nacional, no embiste porque sea bravo, sino porque tiene miedo; por otra parte un fascista no es más que un burgués asustado, que si se ve amenazado hará lo posible por sacar los hierros a pasear por la calle. Por miedo se cometen las mayores villanías, por miedo se llega también al heroísmo equivocado. En todo caso, dar miedo, bien en un oscuro callejón de la ciudad con una navaja o en la tribuna del Parlamento con la lengua de acero, nunca es un buen negocio. La crisis ideológica o de liderazgo que enerva hoy a la organización política de Podemos se establece en torno al famoso consejo que Maquiavelo dio al príncipe: si no eres amado, sé al menos temido. En esta disyuntiva florentina se debaten ahora los líderes de Podemos. Dar amor o dar miedo, he aquí la cuestión. Pablo Iglesias, que tiende a galopar sobre sus propias palabras de fuego, es partidario de dar miedo a los poderosos, puesto que de lo contrario su partido será uno más y al final se diluirá en la nada; en cambio, Íñigo Errejón cree que la fuerza del corazón es trasversal y de hecho mucho más radical y ventajosa que usar solo la inteligencia para embestir. Nada tendrá sentido si no se convierte la política en una forma de seducción. También Maquiavelo aconsejaba al príncipe cómo precaverse del ataque del poderoso: al enemigo que no puedas destruir, no lo hieras. Más allá que el dar miedo sea cosa de fantasmas y que enamorar sea lo más parecido a un cuento oriental, hay que deplorar el modo en que aquella hoguera del 15 de mayo se ha ido apagando y hoy los líderes de Podemos se están quemando con sus propias llamas.
08 Octubre 2016
Divisiones en Podemos
Podemos, cuyo máximo órgano de dirección, el consejo ciudadano, se reúne este sábado, vive una importante pugna entre sus dos líderes principales, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, que desde hace unas semanas vienen utilizando las redes sociales, diversos actos públicos y los medios de comunicación para confrontar sus diferencias y, más veladamente, para sumar fuerzas de cara a su discusión orgánica interna.
Las diferencias, muy notables, son tanto estratégicas, es decir, en torno a las grandes líneas maestras que debe seguir la formación morada, como organizativas, esto es, relativas a la manera en la que el partido debe estructurarse para lograr dichos fines. Aunque los perfiles de los contendientes son los clásicos dentro de una organización —donde siempre se establecen diferencias entre los más radicales, en este caso abanderados por Iglesias, y pragmáticos o posibilistas, liderados por Errejón— se equivocan los que simplificando en exceso ven en esta pugna posibilidades rápidas de evolución de Podemos hacia una fuerza socialdemócrata moderada capaz de integrarse en las instituciones como un partido político más.
Aunque Pablo Iglesias mantenga el tono confrontativo que le ha hecho tan visible (y tan rechazado por la ciudadanía en las encuestas, solo ligeramente por encima de Rajoy), no es fácil pasar por alto las declaraciones de Íñigo Errejón ayer mismo afirmando que los “partidos tradicionales”, es decir PP y PSOE, que sumaron nada menos que 13,3 millones de votos en las elecciones de junio pasado, defienden “a los de arriba”, mientras que Podemos, con solo cinco millones de votos, sería el único representante de “los de abajo”. Curiosa concepción de la democracia en quienes aspiran a representar al pueblo al mismo tiempo que ignoran que en una democracia todos los votos y todos los votantes valen igual.
Sí que tiene Errejón razón, por el contrario, cuando señala el error histórico que cometió Podemos en la legislatura pasada, cuando votó con el PP en contra de ese Gobierno transversal por cuya ausencia ahora muchos de sus simpatizantes se lamentan. Hoy por hoy, el maximalismo de Iglesias llena las redes sociales pero convierte a Podemos en irrelevante políticamente y genera rechazo precisamente entre aquellos que dice querer sumar a su proyecto.
El Análisis
Si alguien tenía dudas sobre el nivel de desgaste en la relación entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, Twitter las disipó en septiembre de 2016. Lo que en Vistalegre I parecía un matrimonio político de conveniencia, con Pablo como secretario general e Íñigo manejando los hilos estratégicos, ahora es un divorcio público y tuitero. Mientras Iglesias reivindica el «dar miedo a los poderosos», Errejón pide seducción al electorado descontento. La cosa pasó de mítines a hashtags y de entrevistas cruzadas a un duelo de manifiestos donde cada facción busca imponer su visión de un Podemos que, tras no lograr el «sorpasso», ha quedado atrapado en su propio laberinto.
La pelea por Madrid, con la destitución de José Manuel López por Ramón Espinar, fue la gota que colmó el vaso de esta crisis interna que ya apunta a un combate final en Vistalegre II. Y entre cartas abiertas, reproches televisados y «templados aceros», la militancia observa cómo el partido que nació para «asaltar los cielos» está más ocupado asaltándose a sí mismo
J. F. Lamata